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Autor

Julián Pérez Rodríguez

Julián Pérez Rodríguez

Profesor jubilado

Desfile colorido

Colorido, entusiasmo, compromiso: ¡victoria!

por Julián Pérez Rodríguez 29 abril 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

A J. Fernández Era, Maestro.

***

Estoy que no quepo en mí. Otra vez a la marcha. El regocijo me desborda y solo pienso en la próxima fecha, esa que, para más dicha, cae domingo, un domingo en que el enemigo sabrá definitivamente, cuál es el calibre moral de nuestras ideas.

Esta mañana, como viene sucediéndome en las últimas mañanas de los últimos años, en las últimas décadas; no tuve leche para desayunar. Ni jugo de frutas. Ni refresco Piñata. Pero no me faltó el pan de la bodega, ese compañero fiel que ahora cuesta un peso, y el milordo, munga, o como quiera llamársele —Ecured mediante— a la suspensión oral de azúcar prieta.

Sin embargo, recordé las palabras de Ulises Guilarte, el secretario general de la gloriosa Central de Trabajadores de Cuba (CTC), cuando convocaba hace unas semanas, desde Sancti Spiritus, a «colmar las plazas del país este Primero de Mayo» y «asegurar un desfile colorido y bello que demuestre la unidad mayoritaria del pueblo cubano al proyecto social que hemos construido».

Antes de que apretara el sol fuerte del mediodía caminé hasta la farmacia. Cuando pregunté por los medicamentos del tarjetón —los regulados, los de enfermedades crónicas—, la muchacha, la única muchacha que estaba atendiendo al público mientras otros empleados conversaban alegremente, me miró con cara de lástima y me dijo «que no, que no habían entrado, que lo sentía, pero estaban perdidos, mi padre».

En ese instante destelló en mi memoria el «Movimiento Sembrando Victorias», de la CTC en Las Tunas, en virtud del cual: «a los campos de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) San Miguel, del municipio de Puerto Padre, llegaron integrantes de centros que ostentan la condición de Vanguardia Nacional como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), la Unidad Empresarial de Base Desmonte y Construcción, la División Territorial Copextel y Cuba Taxi…».

Qué hermosas palabras pronunciadas allí por Manuel Rodríguez Reyes, jefe de producción cañera de esa UBPC, quien aseguró: «tenemos el compromiso y la necesidad de sellar la totalidad de las mil 126,6 hectáreas que dedicamos a este cultivo». Y esto, cuenta el periódico, lo dijo «sin apartar la vista de los surcos que acogen las simientes».

En el almuerzo comimos huevo hervido. No había aceite para freírlo, ni puré de tomate para una salsita. Felizmente nos quedaba arroz, del que compramos en el Mercado Agropecuario a treinta y cinco pesos la libra. En la sobremesa conversé con mi esposa sobre la oportunidad magnífica que tendrán unos 3 mil turistas nacionales e internacionales alojados en Varadero de participar, junto a nuestra gente, en la gran fiesta proletaria.

Desfile colorido

¡A colmar las plazas del país este Primero de Mayo! (Foto: Oscar Alfonso Sosa)

Este año, incluso, les pondrán transporte gratuito. Y, según Ivis Fernández Peña, delegada del Ministerio de Turismo en tierra matancera, esta «multitudinaria celebración se considerará la primera actividad de la XL Feria Internacional del Turismo, FITCuba 2022».

Por la tarde, el albañil me avisó que la semana próxima, por fin, vendrá a arreglarme el desconchado feísimo que tiene la pared de la cocina. Ya me resolvió, por la izquierda, un saquito de cemento que hacía falta. «Son 1300 pesos, Puro», me dijo. Le agradecí, porque de todas maneras, las cosas de construcción están más caras en otros lugares.

Este es un buen albañil, pero un poco ignorante. No sabía, por ejemplo, que se espera que «unos 650 santiagueros se den cita en los escenarios de las marchas en los nueve municipios, y en el acto central, en la plaza Antonio Maceo, alrededor de 320 mil», como informó René Berenguer, máxima autoridad de la CTC en Santiago de Cuba.

Por suerte hoy no tuve que cargar agua para bañarnos, pues la delegada del Poder Popular, que es una fiera, gestionó una pipa para el barrio y nos llenaron el tanque metálico de cincuenta y cinco galones. Ahorrándola, esa nos da también para mañana, pensé de inmediato.

Qué importa el agua cuando uno conoce que «a los jóvenes, continuidad segura de la inmensa obra de equidad y justicia social de la Revolución y quienes han tenido un aporte trascendental a la recuperación económica del país […] tocará abrir o cerrar los desfiles»; y que, según declaró Nislay Molina Nápoles, miembro del Buró Nacional de la UJC, en la Plaza de la Revolución José Martí, el bloque juvenil que cierra, «estará integrado por 50 000 muchachas y muchachos, y será un fiel reflejo de su protagonismo en el estudio, el trabajo y la defensa. Llevarán —dijo—, cientos de banderas cubanas, del 26 de Julio, de nuestras organizaciones y afiches alegóricos a la efeméride».

Como les decía, no quepo en mí del contento. Es verdad que llevamos casi tres horas dándonos sillón a oscuras en el balcón; no obstante, ya debe estar al venir la electricidad, porque la Termoeléctrica Antonio Guiteras logró sincronizar y, además, no se han planificado interrupciones de más de cuatro horas esta semana.

Qué emocionante volver a marchar. Cuánta razón le asiste a Susely Morfa, la primera secretaria del Partido en Matanzas —joven comunista de pasiones cumbres— cuando enfatizó: «El enemigo se esfuerza por desacreditar cada uno de nuestros logros, pero a pesar de las dificultades tenemos motivaciones para resistir y avanzar».

No digo yo.

29 abril 2022 33 comentarios 1.530 vistas
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Verbos

Tres tristes verbos cubanos

por Julián Pérez Rodríguez 5 abril 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

I. «Jamar»

El viejo Pánfilo tenía razón: «jama, jama, lo que hace falta es jama», porque no hay, no se encuentra, se fue, se esfumó, y la poca y carísima que queda, emigra cada vez más a las vidrieras del imposible, esas de apellido MLC, un linaje con el que millones de cubanos no tienen parentesco.

Las conversaciones, que suelen comenzar por «la cosa está…», pasan necesaria y lamentablemente por el alimento. La angustia de qué poner en la mesa en los tres turnos al bate del día. ¿Leche? ¿Jugos de frutas? ¿Huevos? ¿Mayonesa? Si acaso un pan diario, de pésima calidad y cobrado a peso, para los desayunos. Y arrancar como se pueda la jornada, la larga jornada que incluirá otros dos momentos de lamentaciones en torno a las cazuelas.

El litro de aceite vegetal, combustible casi imprescindible para cocinarlo todo, es un ciudadano VIP de la desgracia insular. Muchas veces reenvasado, es decir, de dudosas procedencia y calidad, supera hace rato la varilla de los 500 pesos, y se mueve, esquivo y triunfal, en los récords de 600, 700, !1000! Hablamos del mismo litro que costaba, ya con un impuesto grande por parte de nuestro generoso gobierno, 50 pesos o 2 CUC en las tiendas estatales. La manteca de cerdo, el sucedáneo más al uso, no se baja de 400 pesos por la misma cantidad, con lo cual tampoco parece una opción viable.

Hablando del cerdo, ya las familias más pobres cuentan como sucesos memorables cuando la comieron por última vez. «¿Te acuerdas? Qué masitas más ricas, ¡fritas, eran fritas! Qué tiempos aquellos». Mientras, en las tarimas, el «mamífero nacional» se evalúa como la moneda del Reino Unido y aún el más mísero y poco jugoso pedacito de costillas, pasa sin dificultad el costo de 200 pesos por libra, con el dato significativo de que cualquier familia, digamos de 3 o 4 miembros adultos, necesita varias para hacer una comida decente.   

De las viandas, granos y hortalizas, ni hablar. El preterido boniato, que rara vez llegaba a 1 peso por libra, multiplicó por 10 (y más) su alcurnia. Y la malanga, ah, la malanga, en bolsas de 4 a 5 libras, por encima del listón de los 160 pesos. En tanto la libra de papa, «por la izquierda», supera los 40 pesos. En cualquier momento hasta su cáscara, tan querida por un reverendo… Padre, comienza a cotizarse a cifras de espanto.

En esta angustia permanente, cuentan que al célebre bodeguero de la canción de Richard Egües —que se la pasaba entre «frijoles, papa y ají»— lo sorprendieron llorando, mientras deshojaba una libreta de abastecimientos, y se debatía entre el mar con sus tiburones o la vida con un tiburón devorándole las tripas.

Verbos

(Foto: Roy Leyra/CN360)

II. Doler

El día a día duele. Me duele, te duele, nos duele. A su vez, nosotros mismos dolemos en la pupila de quienes nos rodean. Es una realidad dolorosa, doliente esta que abrasa una Isla que, alguna vez, fue la «más fermosa».

Pero hay un dolor, casi sin nombre, que a cada instante punza más hondo a cientos de familias. Es el dolor del ensañamiento, de la arbitrariedad y el autoritarismo convertido en ley, y pretendiendo imponer «justicia».

No porque se haya dicho mucho huelga repetirlo: las condenas con que ahora mismo el bloque Partido/Estado/Gobierno, a través de un sistema judicial que parece su dócil apéndice, está encajando sobre decenas de jóvenes que salieron a expresar descontento y exigir libertad el pasado 11 de julio, son la quintaesencia de la crueldad. Solo pueden parecer «justas», en la óptica de un poder abusador que violó a la mítica dama de balanza en mano y la está obligando a prostituirse.

Cinco, seis, diez, quince años y más de cárcel para muchachos cuyas edades rondan las dos décadas, son una piedra descomunal sobre sus vidas. ¿Qué será de ellos cuando pasen por la jauría del presidio? ¿Cuánto resentimiento, tristeza, desesperanza acumularán para volver, algún día lejano, a intentar reconstruirse? Y sus familias, y sus amigos, y sus conocidos o simples colegas de profesión, ¿podrán mirar al sistema, al magnánimo sistema que se nos vende como el súmmum del humanismo y la solidaridad, sin unas ganas terribles de escupirle a la cara?

Ay, poderosos mandantes con máscara de revolucionarios, de la cárcel también se sale, pero del dolor enquistado en el pecho de miles quizás ustedes no tengan regreso. Y algún día, en esta marcha caprichosamente cíclica de la Historia, los veremos alistando maletas y aviones para salvar el pellejo.

Verbos

(Foto: Getty Images)

III. Salir

Sin comida, y en dolencia, cada vez más la Antilla Mayor semeja un enorme reclusorio de donde hay que salir a como dé lugar. Haga la prueba usted y escoja al azar diez casas de cualquier barrio. En una, la adolescente que ahora mismo debería estar pensando en estudiar y crecer en la vida, tiene tatuado entre ceja y ceja su afán de encontrar un «yuma», casarse y largarse bien lejos.

En otra están sufriendo por un pariente que se fue a la larga y selvática ruta latinoamericana, para llegar con suerte al río Bravo y rezar porque ese día tenga menos braveza. En la de más allá, cuelga una foto en la pared evocando al que un día se lanzó al mar y nunca más dio señales de existencia.

De los restantes hogares puede que en algunos vivan un poquito mejor, porque uno de sus miembros logró una beca o un contrato de trabajo como asesor de lo que sea en algún país remoto y desde allá les recarga la tarjeta MLC y los celulares, engrosando con esto último el millonario negocio del monopolio de telecomunicaciones ETECSA.

Buscando una tabla de salvación, un cubano llega a lanzarse al agua, literalmente, en una tabla (de surf), para llegar a la orilla más próspera. Y no es un advenedizo que no sabe de las garras del mar. Se trata de un instructor de buceo, paciente de cáncer, con una colostomía en su costado. Uno puede imaginar que si conseguir una pastilla de dipirona para bajar la fiebre está en el orden de las batallas campales; agenciarse suficientes bolsas de colostomía para llevar con dignidad la circunstancia de un recto desviado hacia el abdomen, no debe ser nada sencillo.  

Otros dos temerarios arman, también con tablas de surfear y motor, una embarcación rústica, y se arrojan contra las olas. Pasan los días. La guardia costera norteamericana los busca, los busca… nada. Los da por perdidos. Y después, como el pez Fénix resurgen. Y se acercan, tal vez, al umbral de su deseo.

Las historias son disímiles. Muchas con sustancia suficiente para que un buen escritor o cineasta las inmortalice.

Algunos no corren la buena dicha, y regresan a Cuba, no como los turistas que un día soñaron, sino como cadáveres repatriados desde un punto de la travesía.

Hagamos de este 60 aniversario, un motivo para que todo joven cubano, vuelva a pensar en sí mismo, vuelva a pensar en su barrio, en sus amigos, en su familia, en su futuro, en su Patria. #VamosConTodo #CubaVive @DiazCanelB @DrRobertoMOjeda @JuventudRebelde @UJCdeCuba pic.twitter.com/IIqqeP7spb

— Aylín Álvarez (@aylinalvarezG) February 4, 2022

Mientras, en el confortable Palacio de las Convenciones, la Primera Secretaria del Comité Nacional de la «Unión de Jóvenes Comunistas», se llena la boca para decir, en la neolengua que ya no convence ni a los sumisos convencidos, que «tomar el pulso de la época y atemperarse a sus dinámicas es vital para sostener el poder de convocatoria y la efectividad movilizativa»; y que «es primordial convertir nuestra Juventud Comunista en un espacio más fresco, abarcador e inclusivo, sin renunciar a principios políticos e ideológicos esenciales».

Y en Cubadebate, uno de los voceros mediáticos del Poder, se afirma sin el mínimo pudor que lo de la «Isla en fuga» es simplemente una «metáfora» u otro de los «mitos (anti)cubanos».

***

Así nos va. Jamar, doler y salir son nuestro verbos modales. O mejor, nuestros verbos «modélicos». Resumen pestilente de un Modelo que prometió hace décadas construir la felicidad, sin advertirnos de que se trataba de la felicidad de unos pocos, a costa del sufrimiento de muchos.

5 abril 2022 16 comentarios 1.457 vistas
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Desfiles

Tristes desfiles: ridículo, cinismo y desamparo

por Julián Pérez Rodríguez 22 febrero 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Si algo no podrán quitarnos los burócratas empoderados es el arma de la risa: el choteo —ah, Jorge Mañach— que fustiga implacable cuanto sinsentido nos rodea. Y miren que hay absurdos para carcajearse.

El más reciente, que recibió como era menester su lluvia de trompetillas en las redes, fue el flamante desfile del Ministerio de Comercio Interior durante el pomposo Encuentro Nacional de Técnicas Comerciales; que incluyó desde un modelo disfrazado de bloque de construcción, con una jaula de cabillas en su antebrazo hasta otro ataviado como una mesa, con mantel blanco y dos muslos de pollo cual esperpénticas motonetas.

Mención aparte para el que debió encarnar a las compotas «Osito», con una caja gigante de este producto en la cabeza y un tierno peluche delante de su sexo, y para la fantasmagórica representación de la plataforma de pago digital Transfermóvil, con signo de peso en uno de los senos de la modelo, unas uñas largas de criatura diabólica y un aspecto general de zombi, que no hubo pupila que no irritara.

La gente, como era de prever hasta por los sesudos que fraguaron la «actividad cultural», fustigó de inmediato la grotesca exhibición. Cheo, anacrónico, ridículo, patético, fueron varios de los calificativos que le colgaron. Algunos, hurgando un poco más hondo, señalaron la crueldad, el desatino o el simple cinismo de hacer pasarela con productos que hoy por hoy cuestan un ojo y la mitad del otro a cualquier compatriota.

Compotas que solo llegan en dosis pequeñísimas —seis cajitas al mes— a niños de hasta tres años; pollo cuyos paquetes implican sangre, sudor y lágrimas en colas de días para capturarlo; bloques que ya se venden entre 30 y 35 pesos cada uno en el mercado informal, encareciendo aún más la mínima acción constructiva en una casa; verduras y aceite que son prohibitivos para las mayorías… En fin, el desastre.

Pero, pensándolo bien, no es del todo errado abrir ese o cualquier evento, congreso, seminario, simposio, de los muchísimos que se gastan nuestros egregios gobernantes —logística y publicidad incluidos—, con un aparatoso desfile. A fin de cuentas, la vida cubana de las últimas décadas, más allá de la moda, ha sido un eterno desfilar.

Desfiles de revolucionarios —ómnibus repletos de estudiantes y trabajadores madrugando en las calles— para recalcarle al enemigo histórico que no le tenemos ni un tantico así de miedo. Y para gritar consignas hasta rajarnos el pulmón y que desde la tribuna (sea un 1ro de Mayo, un 26 de Julio o un 1ro de Enero), los mandantes nos sonrían, agiten levemente sus banderitas y comprueben cuán dispuestas a morir por ellos están las masas.

Desfiles de luchadores —no de greco o libre, sino de «la luchita diaria»— zapateando campos y ciudades cada jornada para conseguir desde una libra de tomates hasta medio cartón de huevos o unos pellejos de cerdo, al precio o el canje que sea, porque «la cosa» está durísima y no hay con qué resolver los tres problemas fundamentales de la filosofía criolla: desayuno, almuerzo y comida.

Desfiles de balseros, caravanistas centroamericanos, negociantes con los coyotes, o cualquiera de las especies de emigrantes que han ido lamentablemente retoñando en el país, porque irse es el mejor y casi el único horizonte que jóvenes y no tan jóvenes encuentran como proyecto de vida.

Desfiles de ancianos derruidos, cada cual con más abandono, frustrados tras haber dado la existencia a un sueño que los traicionó, o mejor dicho, una utopía cuyos adalides resultaron ser mafiosos en toda regla, que se cargaron la patria mientras pedían sacrificio, austeridad y heroísmo.

Desfiles (en carro) de dirigentes, que han pretendido que les creamos son iguales que nosotros, ciudadanos de a pie, pero que desde la A a la Z son «más iguales» que el resto de sus compatriotas, y sus hijos no integran los contingentes de sinsueños que integran los nuestros y sus refrigeradores no enfrentan la anemia crónica que los de nosotros; y sus familiares no fallecen sin oxígeno ni tienen que pagar miles de pesos por una pastilla de azitromicina.

Desfiles, en fin, de desesperanzas, de ganas de hundirnos en el mar luego de ver cómo se mancilló la gloria que nos creímos.

Y claro, de tanto desfilar —los de abajo—, ya rompimos las piedras con las piedras de nuestros callos; y casi que solo nos alienta la vaga ilusión de que algún día, por fin, los dueños, exprimido el hollejo de la Isla hasta el tuétano, inicien su marcha definitiva —en primera clase y seguramente con las maletas llenas—, a otro paraíso «fermoso» que ojos humanos hayan visto.

Si a alguien le quedan fuerzas, entonces, comenzaremos a levantar los escombros.

22 febrero 2022 11 comentarios 1.372 vistas
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Liborio

La memoria de Liborio

por Julián Pérez Rodríguez 12 febrero 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Liborio, que siempre ha sido rápido y brillante para condensar en una frase o imagen los hondos pesares, ya inventó una sigla para referirse a la realidad cubana que nos machaca: «DPEPDPE». Intraducible en estas líneas, por ruda, su esencia, sin embargo, nos pasa por la mente o la voz en tantas ocasiones a diario. A veces en forma de tristeza o decepción; otras, como ganas enormes de abandonarlo todo, empezando por la Isla; algunas, incluso, como simple y peligrosa rabia.

«Qué clase de crimen debe cometer un adolescente de 17 años para ser condenado a más años en prisión que los que ha vivido. ¿A cuántas personas debe matar?// Rowland Castillo Castro, de 17 años, está siendo juzgado en La Habana, y la Fiscalía le pide 23 años de privación de libertad por su participación en las protestas del 11 de julio», razonaba en Facebook el periodista Mario Luis Reyes.

«Hasta donde yo sé, en las protestas del 11J solo murió una persona, Diubis Laurencio, y el policía que le disparó por la espalda no ha sido juzgado.// […] ¿A quién mató Rowland? ¿Qué daño hizo para merecer 23 años de cárcel? ¿Existe un Fiscal, un abogado, o sencillamente un ser humano con sentido común que me pueda explicar esto?», cuestionaba el reportero.

Otras voces se alzaban en ágora digital —la plaza más democrática con que cuentan los cubanos— para clamar por las madres que fueron reprimidas mientras exigían libertad para sus familiares envueltos en procesos jurídicos politizados a raíz de la explosión social.

«El lunes 31 de enero, luego de las violentas detenciones frente al Tribunal de 10 de Octubre, donde ocurrían los juicios de los manifestantes de Toyo, la seguridad del Estado me dio 48 horas para salir.// Me hicieron saber que, de no hacerlo, serían instruidos por el delito de desorden público las madres detenidas y los activistas que las acompañaban», narraba la historiadora del arte y activista Carolina Barrero, ya casi en vuelo hacia España.

Liborio (2)

Carolina Barrero

Un texto reciente sobre los actos de discriminación laboral por motivos políticos, referenciaba varias historias personales truncas por esa iniquidad: «A Edel Carrero le dijeron que no era “confiable” para trabajar como informático por haber ido a una manifestación. A Elvisley González le preguntaron en un interrogatorio: “¿tú eres revolucionario o no eres revolucionario?”, y luego lo despidieron. Al profesor David Alejandro Martínez le dijeron que ya no podría dar clases “por pérdida de la ejemplaridad, prestigio y requisitos para el cargo como profesor universitario”. Él era uno de los moderadores de la plataforma Archipiélago».

Otro reportaje ahondaba en el infortunio de Roberto Pérez Fonseca, un joven que cumple una condena de 10 años de privación de libertad, y cuyo mayor pecado (travestido hábilmente con los nombres legales de «desacato», «atentado», «instigación a delinquir» y «desórdenes públicos»), parece haber sido romper en público una imagen de Fidel Castro.

DPEPDPE, masculla Liborio.

Pero quizá ni siquiera esa frase cruda le alcanzaría para manifestar su descontento al ver que Granma, el órgano oficial del Partido/Estado/Gobierno, se pregunta en voz de un «filoso» articulista: «¿Presos políticos en Cuba?».

¿Qué realidad observa este diario? ¿Qué imagen del presente intenta construirnos? Debe ser la misma que pretenden vendernos la Fiscalía General de la República y sus voceros cuando en las escasas, tardías e incompletas comunicaciones sobre los procesos penales en torno al 11J, para titular los textos siempre usan la palabra «disturbios» (jamás estallido, protesta u explosión social); pero para fundamentar la magnitud de las largas cadenas solicitadas y el empleo de cargos como «sedición», recurren a que los manifestantes «atentaron contra el orden constitucional» y «pusieron en grave riesgo la estabilidad de la nación» y «de nuestro Estado socialista» (signifique lo que signifique esa última frase).

DPEPDPE, escupe Liborio.

Y no será todo.

No lo será, porque cada familia fracturada, cada joven decepcionado, cada grupo de amigos que se unen en su rechazo a la infamia, cada cubano que tiene que asumir para sí o su tribu la crudeza de la diáspora; cada instancia de la auténtica sociedad civil golpeada en su funcionamiento; cada parte de Isla que los autotitulados dueños de la Isla maltratan, humillan, pisotean en su dignidad, es una bomba de memoria que algún día, no muy lejano, estallará irremediablemente.

«Todo está guardado en la memoria/ Sueño de la vida y de la historia/ La memoria despierta para herir/ A los pueblos dormidos/ Que no la dejan vivir/ Libre como el viento», canta la voz inconfundible de León Gieco.

Y Liborio, que sabe tanto el lenguaje durísimo de la calle como el de la alta poesía, tararea la música seguro de que la encarnará.

12 febrero 2022 20 comentarios 2.321 vistas
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Sandino (1)

La otra muerte de Sandino

por Julián Pérez Rodríguez 12 noviembre 2021
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Apenas tenía 22 años y era, según cuenta Gabriel García Márquez, «una muchacha muy bella, tímida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le hubieran servido para cualquier cosa grande en la vida». Lo más grande que decidió, y por lo que dejó la carrera de Medicina, fue la lucha guerrillera.

Aquel 22 de agosto de 1978 formó parte del comando de veinticinco militantes sandinistas que ejecutaron con precisión milimétrica el asalto y toma del Palacio Nacional de Managua, lograron mantener a los allí reunidos como rehenes y, más de cuarenta horas después, que el tirano Anastasio Somoza Debayle liberara a los presos políticos del país.

Para la acción su seudónimo fue Comandanta Dos, tercera en la escala de mando luego de Cero y Uno. Aquel «disparate magistral» del asalto y otras muchas osadías, la consagraron como heroína. Tras el triunfo sandinista se convertiría en Ministra de Salud. Su nombre: Dora María Téllez. El mismo que destelló en titulares de prensa el pasado 13 de junio de 2021 cuando fuera arrestada en su finca por las fuerzas represivas del régimen de su otrora compañero de armas y sueños: Daniel Ortega Saavedra.

Sandino (2)

Dora María Téllez (Foto: Carlos Herrera/Confidencial)

***

El mensaje, breve y contundente como un mazazo, le dio la vuelta al mundo, el pasado 8 de septiembre:

La dictadura de la familia Ortega me ha acusado a través de su propia fiscalía, y ante sus propios jueces, de los mismos delitos de incitación al odio y la violencia, menoscabo de la integridad nacional, y otros que no he tenido tiempo de leer, acusaciones por las que se encuentran presos en las mazmorras de la misma familia muchos nicaragüenses dignos y valientes.

No es la primera vez que ocurre en mi vida. En el año de 1977 la familia Somoza me acusó por medio de su propia fiscalía, y ante sus propios jueces, de delitos parecidos a los de ahora: terrorismo, asociación ilícita para delinquir, y atentar contra el orden y la paz, cuando yo luchaba contra esa dictadura igual que lucho ahora contra esta otra.

Escribió desde el exilio, porque ya su país, en el que edificó una literatura que le valió el Premio Cervantes, no era tierra segura. Su nombre: Sergio Ramírez. Su represor: aquel presidente, del cual fue vice en los lejanos y hermosos tiempos de la Revolución Sandinista: Daniel Ortega Saavedra.

Sandino (3)

Sergio Ramírez (AP Foto)

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No tengo dónde vivir./ Escogí las palabras./ Allá quedan mis libros/ Mi casa./ El jardín, sus colibríes. (…) Me fui con las palabras bajo el brazo/ Ellas son mi delito, mi pecado/ Ni Dios me haría tragármelas de nuevo. (…) Me fui con mis palabras a la calle/ Las abrazo, las escojo/ Soy libre/ Aunque no tenga nada.

Si solo fuera un poema, un imaginativo ejercicio lírico, tendría motivos para conmover. Pero en el caso de esta mujer, el poema es su vida. La primera vez que se exilió, por combatir a la dictadura somocista, tenía 25 años de edad; ahora cuenta 72. Tomó el camino del exilio —casi podría decirse del destierro— ante la «reciente redada de treinta y seis opositores y de otros 140 prisioneros políticos», denunció. 

«A los más recientes les han impuesto una modalidad carcelaria violatoria de sus derechos humanos en extremo: llevan más de 100 días incomunicados en celdas, con luces que no se apagan por la noche, con escaso alimento e interrogatorios intempestivos a diario. No les han permitido un libro, ni un papel, ni un lápiz. La mayoría lucen famélicos».

Se llama Gioconda Belli, sus poemas de amor y desamor han recorrido Hispanoamérica. El Presidente Daniel Ortega Saavedra parece no haberlos leído.

Sandino (4)

Gioconda Belli (Foto: Oscar González)

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Antes de que lo apresaran, previsoramente, el general filmó un video de denuncia. «La dictadura de los Somoza no logró encarcelarme. Luchamos duro, murieron muchos compañeros. Tengo 73 años, nunca pensé que en esta etapa de mi vida iba a estar luchando de forma cívica y pacífica contra una nueva dictadura», dijo.

En el mítico Asalto al Palacio (casa de los chanchos), ocupó el puesto de Comandante Uno. Ya para ese momento era —a juicio de García Márquez—, un «veterano guerrillero de treinta años, con una formación política tan eficiente como su formación militar».

Sobre sus espaldas pesaba entonces una condena en ausencia de treinta años de cárcel por haber participado en otra célebre operación guerrillera: el secuestro de una fiesta de familiares de Somoza en 1974. Aquella temeraria acción, en la que Hugo Torres Jiménez también fue el Comandante Uno, pretendía lo mismo que la toma de la Chanchera cuatro años más tarde: la liberación de los presos políticos del régimen, entre ellos, un joven que llevaba más de un lustro en cautiverio: Daniel Ortega Saavedra.

Sandino (5)

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Elecciones. Así llaman a eso que sucedió en Nicaragua el pasado domingo 7 de noviembre, en lo que cualquier observador con un mínimo de raciocinio y pudor, podría ver otra cosa. Otra cosa turbia, macabra, más cercana a un circo o un gran teatro, que a un legítimo proceso en democracia.

«Con los principales aspirantes a la Presidencia encarcelados —Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Madariaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena, Noel Vidaurre y Berenice Quezada—, más que un proceso de expresión de la voluntad popular, lo ocurrido ayer fue una nueva sima en la degradación de la institucionalidad nicaragüense y un espectáculo de simulación que no engaña a propios ni a extraños», señaló el periódico La Jornada, de histórica filiación izquierdista.

«Por su absoluta falta de legitimidad y legalidad, la previsible relección de Ortega [finalmente consumada] amenaza con reavivar el descontento social hacia su gobierno y relanzar al movimiento de protesta que en 2018 aglutinó a los más diversos sectores, una verdadera irrupción ciudadana que la autocracia orteguista sólo consiguió sofocar al costo de más de 300 muertos, la creación de grupos de choque paramilitares y la instauración de un verdadero Estado policial», detalló el diario mexicano.

Mientras desde muchos países se alzaron voces de condena a semejante espectáculo electoral, desde Cuba, el NTV, Cubadebate, Con Filo y otros espacios oficiales, informaron con jolgorio del triunfo de la pareja presidencial —el Presidente y su esposa y vice presidenta Rosario— y su más del 75% de los votos. «Estos comicios han demostrado que la mayor parte del pueblo nicaragüense continúa confiando en el mandatario (…) tras cuatro períodos presidenciales y múltiples intentos desestabilizadores perpetrados en su contra», resumió Cubadebate, con información de Telesur.   

No era de extrañar, cuando el Presidente y primer secretario del Partido Comunista de Cuba tuiteó: «Felicidades al hermano pueblo de #Nicaragua, a Daniel Ortega y a Rosario Murillo, por el resultado de las elecciones de este domingo, que fueron una demostración de soberanía y civismo ante la cruel campaña mediática que sufren. Cuenten siempre con el apoyo de #Cuba. Un abrazo».

Felicidades al hermano pueblo de #Nicaragua, a Daniel Ortega y a Rosario Murillo, por el resultado de las elecciones de este domingo, que fueron una demostración de soberanía y civismo ante la cruel campaña mediática que sufren. Cuenten siempre con el apoyo de #Cuba. Un abrazo. pic.twitter.com/FkDzQUac3U

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) November 8, 2021

***

De odio y de bala murió Sandino. También de confiar en la palabra de algunos hombres que resultaron poco más que alimañas. Su «pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio», como lo eternizó Gabriela Mistral, combatió no solo una profusa tropa terrestre, sino la metralla constante de los aviones estadounidenses. En una época en que se calcula que había unos seiscientos aviones en todo el mundo, EEUU llegó a concentrar en los bombardeos a sandinistas hasta setenta de estos aparatos, refiere Gregorio Selser.

El «general de hombres libres», que tanto inspiró a revolucionarios cubanos como Pablo de la Torriente Brau, logró con su tropa en harapos expulsar a los gringos de tierra nica en 1933, en la que constituyó la auténtica primera derrota del Imperialismo en América. Pero antes de partir, los yanquis habían plantado la semilla de la tiranía, una Guardia «Nacional» encabezada por Anastasio (Tacho) Somoza García.

La revolución finalmente masacrada, inspiró la otra, gestada en las décadas del sesenta y setenta, cuando otro joven —Carlos Fonseca Amador— sistematizó el pensamiento de Augusto César y organizó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fuerza que entraría triunfante en Managua el 19 de julio de 1979.

Dora María, Sergio, Gioconda y Hugo fueron parte de aquella legendaria victoria y de los empeños subsiguientes por construir una patria justa y digna.

Daniel y Rosario también lo fueron.

Pero su madera, hoy lo sabemos, era de otra calaña.

12 noviembre 2021 18 comentarios 2.183 vistas
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Valeriano (1)

Los bisnietos de Valeriano

por Julián Pérez Rodríguez 29 octubre 2021
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Mi viejo amigo RS, pedagogo de los pies a la brillosa calva, solía comparar en clases los legados de Arsenio Martínez Campos y Valeriano Weyler para la Historia de Cuba. Martínez Campos pacificó el país, fue hábil para aprovechar el desgaste de las tropas mambisas tras diez años de desigual guerra, y llegó a pactos que construyeron la paz del Zanjón y le salvaron de forma temporal la posesión a España. Admiró a los grandes militares cubanos del momento y no permitió que fuesen tramposamente asesinados mientras se negociaba el desarme (como mismo hicieron ellos respecto a él). Era un gran político.

Weyler, en tanto, solo entendía de fuerza bruta. Aplicó la sanguinaria estrategia de la Reconcentración y diezmó a golpe de hambre, bala y enfermedades a las tropas y a la población civil de la Antilla Mayor. Pero no logró con ello apaciguar el ánimo independentista. Al contrario, cada familia que perdía un miembro, se convencía de que el camino era la lucha, costara lo que costara. El marqués de Tenerife era, simplemente, un salvaje.

La represión atroz, concluía a grandes rasgos RS, es siempre el camino más corto a la derrota.

Valeriano (2)

General Arsenio Martínez Campos (1831-1900)

Pienso en aquella comparación tras conocer de algunas condenas o peticiones de condena que las autoridades judiciales han ido descargando sobre los manifestantes del estallido social de julio pasado; y de las cuales, como es costumbre, solo se sabe a través de testimonios directos de los afectados, en las redes, o reportes de la prensa alternativa; mientras el sistema de medios estatales (que presumen de públicos) guarda un vergonzoso y antiperiodístico silencio.

Diez meses de prisión para el joven que salió, completamente solo, en el poblado holguinero de Gibara; gritó en un parque su descontento con el gobierno y sus ansias de libertad, no ofendió a ningún dirigente ni lanzó una piedra. Siete años pedidos para aquel otro, estudiante del Instituto Superior de Arte, que se manifestó en Bejucal (Mayabeque) y junto a cientos de lugareños corearon consignas frente a la estación de Policía del poblado.

Y diez, doce, quince y hasta más de veinte años solicitados para otros, en dependencia del nivel de rebelión que implicó su protesta. Con lo cual, los que fueron liberados semanas después del estallido bajo multas de miles de pesos casi tuvieron buena suerte. Dicho sea de paso, más de tres meses han pasado de la explosión y aún el Gobierno cubano no ha ofrecido a la opinión pública una lista oficial de detenidos. ¿Lo harán? ¿Cuándo?

Los presuntos delitos en los que se fundan estas aplastantes proyecciones de castigo van desde el llevado y traído desacato, la incitación a delinquir, el desorden público hasta la sedición. El juez supremo (léase monarca, emperador, Dios Sol o cualquier otro egregio calificativo) hace la ley, la interpreta y la aplica. Y al que no guste…que le pese.

Ante la disyuntiva de actuar como Arsenio o como Valeriano —salvando todas las distancias del caso— los regentes cubanos parecen tener clara su opción. No miran a largo plazo. No ven al doblar de la empoderada soberbia. Simplemente creen que lo que funcionó en una Isla analógica con un genio autoritario y carismático definiéndolo todo —desde la política exterior hasta la olla de cocinar en las casas—; podrá seguir funcionando en una isla digital interconectada, donde el bloque Partido/Estado/Gobierno cada día debe apretar más las tuercas del miedo para lograr ser acatado.

Llega a extremos de risa el mundo que se fabrican estos mandantes, en el que —a decir del primer secretario del PCC, en su discurso del reciente 2do pleno partidista—, «los llamados sucesos del 11 de julio, […] no fueron más que provocaciones y hechos vandálicos como parte de toda esta estrategia de la Guerra No Convencional y del “golpe suave” contra nuestra Revolución».

Valeriano (3)

«¿Próspera? ¿Socialista? ¿Democrática? ¿Desarrollo a largo plazo?» (Foto: Estudios Revolución)

Universo paralelo a la Cuba real, en el cual «hay soluciones para cada uno de los problemas», «se ha sembrado también patriotismo y heroísmo, se ha sembrado y se cosecha compromiso». Galaxia ilusoria donde «nuestra Visión de la Nación nos define como una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, mediante el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social a largo plazo y otras acciones para consolidarlo».   

¿Próspera? ¿Socialista? ¿Democrática? ¿Desarrollo a largo plazo?… Quimeras militantes que se derrumban cuando sobre la tarima de las angustias diarias se mosquea una libra de carne de cerdo a 150 pesos o una pastilla de azitromizina a mil.

Sin embargo, lo que no captan los bisnietos de Valeriano es que el rebaño un día deja de ser rebaño y se convierte en rugido, en jauría, en lava.

Los sistemas físicos complejos, como advierten los estudiosos, guiados por «la paradoja de la simplicidad», pueden variar su curso en un tris. «Una señal de girar, normalmente comenzada por un pájaro del extrarradio, puede correr por una bandada de 400 pájaros en medio segundo».

Como la pólvora. Como la luz. Como el valor, que ante el peligro o la desesperación se incendia y estalla.

No lo olviden, marqueses.

29 octubre 2021 64 comentarios 3.464 vistas
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Fecalismo al vacío

Fecalismo al vacío

por Julián Pérez Rodríguez 16 octubre 2021
escrito por Julián Pérez Rodríguez

La frase que da título a estas líneas me la regaló el maestro Esteban Llorach en alguna de las charlas que sostuvimos y de las que tanto aprendí. Aquel día, llegaba Esteban de una de las reuniones a las que frecuentemente lo invitaban, para debatir problemas comunitarios y acciones culturales que podrían ayudar a mejorar los durísimos entornos del hacinado municipio Centro Habana.

En cierto momento de la reunión —contaba Llorach— salió el fétido tema del «fecalismo al vacío», manera en que llamaba un compañero de la presidencia a una práctica de varias familias residentes en cuarterías semiderruidas, con escasa agua y cuyos sistemas sanitarios habían colapsado. Los lugareños hacían sus necesidades fecales en una bolsa de nailon y después las arrojaban a los alrededores del edificio. La ley de gravedad y el viento cumplían su parte y al otro día, en aceras, patios, espacios comunes o plena vía pública amanecían los «fragantes» mazacotes.

El término, otra joya del lenguaje eufemístico-burocrático cubano (haya sido o no una creación original suya), me vino a la memoria luego de ver el conmovedor documental Canción de Barrio, de Alejandro Ramírez Anderson, en torno a la gira artística de Silvio Rodríguez y su grupo por sitios marginados de La Habana.

Terminado de producir en 2014, el audiovisual logra trenzar en un cuerpo palpitante, el recorrido y la música del trovador y su conjunto, los entornos golpeados de la ciudad a los que accedieron en los dos primeros años de conciertos, y la vida, la simple y estremecedora vida de la gente común que, aun en medio de mil angustias cotidianas, se deleitó con una bocanada gratis de acordes y poesía.

La realidad, ya lo han dicho grandes literatos, siempre supera a la ficción. El trozo de realidad que condensó magistralmente Ramírez Anderson en una hora y 20 minutos de imagen y sonido, estruja el alma.

Gente luchadora, «metedora de cuerpo», como dice uno de los entrevistados. Gente que coge la corriente eléctrica de donde puede cuando no se la dan. Que no tienen libreta de abastecimientos ni documentos de identidad legalizados. Que sobrenada entre tupiciones, goteras y albañales. Que construye ranchitos de madera con trozos de cajas de muerto. Que le dice a la cámara: «En este país del salario no se puede vivir: te mueres de hambre». Que se pregunta: «Si el café lo cosechamos aquí […], ¿por qué nosotros tenemos que tomar más chícharos que café?». O reflexiona: «Esto pa’ cambiarlo… esto es candela»; «la necesidad aquí es permanente».

Ancianas enjutas, niños con más guapería que tamaño, «aseres» y «aseras», que no han tenido más papeletas que vivir del invento, de la lucha. Madres con ojos gastados y una idea fija: «Cuando uno tiene un hijo es para a’lante… a lo que venga».

Y ahora hay muchos sorprendidos, o mejor, «perpletónitos» (neologismo que creó el inmortal Zumbado mezclando atónitos y perplejos) porque esos barrios, esas historias, esa pobreza y desaliento estaban ahí, esperando que les llegara algo más que el tremendísimo gesto poético de Silvio y quienes le apoyaron.

La TV nacional —que se dice pública y la pagamos todos de nuestro bolsillo— se preocupó exhaustivamente por evitarnos el «mal rato» y llevaba al menos seis años con el documental disponible sin proyectarlo. Seis años en los que —no hay que ser adivino para sospecharlo— algunas de esas pobres personas terminaron de morir lo que les restaba; otros, quizá, con temeridad y buena suerte se largaron en una balsa y llegaron a algún destino; y acaso la mayoría siguió «metiendo el cuerpo», más vieja, extorsionada y maltrecha que antes.

«He aprendido que la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba. Y bueno, eso es una manera de conectarse con la realidad de tu país, de seguir constatando las cosas como son», comentó Silvio en una magnífica entrevista, también de 2014. Y en el propio documental dice dudar de que esos entornos cambien, al menos radicalmente, en lo que le queda a él de vida; y que por eso la gira no va a terminar nunca.

Fecalismo (1)

«He aprendido que la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba. Y bueno, eso es una manera de conectarse con la realidad de tu país, de seguir constatando las cosas como son».

Ah, pero algunos perpletónitos se cuestionan todavía cómo es posible que en la Isla de los derechos, y las conquistas, y el ejemplo revolucionario de América Latina, donde no pasan dos horas sin que la TV nos ponga un programa patriótico o una cita de algún líder, donde los noticieros comienzan por lo que tuiteó o visitó o recomendó ese día el Presidente aunque caigan —literalmente— meteoritos en alguna parte del archipiélago; algunos se cuestionan, digo, cómo ese minúsculo fallo, esa breve manchita en el radiante Sol que es la patria, pudo existir sin que la viéramos y solucionáramos.

Y claro, rápido se consuelan diciéndose que no, que ya los programas sociales activados en más de 60 comunidades vulnerables —casualmente después del estallido social del 11 de julio último— deben haber colmado, con su militante abundancia, las carencias de dichos hogares.

¿Dije «estallido social»? Disculpen. Fue el mercenario corrector de textos. En verdad debí poner pequeños y aislados disturbios causados por una turba de delincuentes, de barrios conflictivos, financiados por el Imperialismo. Seguramente los mismos que ahora andan entregando carticas para marchar dizque pacíficamente el próximo 15 de noviembre. Vendepatrias y lacayos que no dejaremos circular ni en el portal de su casa, como es lógico.

Ah, pero para esos perpletónitos hay dos o tres malas noticias: Canción de barrio, con todo y su excelencia, no descubrió nada. El dinosaurio de esa miseria estaba hacía décadas allí y aún goza de una envidiable salud. En esta islita ejemplar se sigue practicando el fecalismo al vacío. Lástima que nuestros burócratas no acierten al menos a pasar en hora por las calles precisas para que del cielo les caiga la mejor muestra de lo que han hecho.

16 octubre 2021 29 comentarios 3.156 vistas
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Primer Secretario

¿Dónde está el primer secretario?

por Julián Pérez Rodríguez 25 septiembre 2021
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Un viejo amigo pinareño, profesor de Historia de Cuba que conocí en La Habana en un postgrado, solía narrar esta anécdota con el orgullo que le ponía la gente a los cuentos —siempre victoriosos— del carismático líder. Resulta que un potente huracán amenazaba a una de las localidades más occidentales de Cuba, en Pinar del Río, y Fidel sobre un helicóptero militar se dirigía hacia ese territorio, a comprobar in situ los preparativos para enfrentar el fenómeno atmosférico.

Al aterrizar lo fue a recibir el Primer Secretario del Partido en el municipio, elegantemente vestido, con camisa de mangas largas metida por dentro del pantalón, zapatos impecables, todo pulcro y lisonjero.

Cuando lo vio, el Comandante en Jefe le preguntó a quemarropa que dónde estaba el primer secretario de aquella zona. «Seguramente no es usted, porque a esta hora, esperando un ciclón, el líder del partido aquí debe andar vestido de verde olivo, con su traje de presidente del Consejo de Defensa en la localidad, botas enfangadas y verificando que no haya el más mínimo problema», dicen que le dijo. El hombre, pálido y desconcertado, no hallaba palmo de tierra donde meterse.

Cuenta la leyenda popular que Fidel realizó la visita de trabajo, verificó lo que correspondía, dio órdenes en ráfaga, como solía hacer, tomó nuevamente su helicóptero y retornó a La Habana. Ese mismo día, al más puro estilo autoritario que tipificaba al Comandante, el dirigente local de marras quedó sustituido de su cargo.

Primer secretario

Fidel, con todos los defectos que pueda señalársele, sabía el valor político de tocar con sus manos los problemas.

Cierta o no, aunque perfectamente verosímil, la historia devela no pocos matices de cómo se construyó el orden de cosas que hoy nos agobia: verticalismo atroz, mando de campamento donde debiera imperar poder colegiado de república; devoción y miedo permanentes al todopoderoso Jefe; funcionamiento de las instituciones no por mecanismos eficientes de trabajo colectivo, sino por personalismos rampantes…

Pero también evidencia que Fidel, con todos los defectos que pueda señalársele, sabía el valor político de tocar con sus manos los problemas, estar allí donde la gente padecía y, al menos con su palabra, contribuir al alivio y la esperanza. Cuando salió de la escena y arrancaron los 12 años de regencia de su hermano menor, ese estilo varió sustancialmente. Raúl comenzó a gobernar a distancia, en la sombra, y esto tampoco representó que las instituciones funcionaran por sí mismas.

Con Díaz-Canel al mando, desde 2018, el Gobierno ha intentado recuperar aquella tradición de interactuar con la gente, palpar los problemas en las localidades y poner la mano en el hombro necesitado. Sin embargo, esto ni ha llegado a concretarse en su necesaria magnitud, ni se ha traducido en estrategias eficientes de desarrollo, ni ha podido evitar el colapso en que las múltiples pandemias (no solo la de Covid-19) tienen sumida a la Isla.

La reflexión me viene a cuento tras leer en redes y escuchar de boca de varios amigos que viven en la antigua Vueltabajo, desgarradores relatos de lo que allí acontece. ¿Cómo se explica que en la provincia de mayor reserva forestal de la nación, que incluso envía camas de madera a otros territorios, no exista la imprescindible disponibilidad de ataúdes y los cadáveres (con sus familias custodiándolos) se amontonen en las morgues 6, 8, 10 horas, en espera de esos tristes cajones fúnebres?

¿En qué lógica puede concebirse que el Estado, que es dueño y administra en nuestro nombre las tiendas en MLC y los hospitales, no pueda disponer de cinco split de las primeras para armar una sala de emergencia en los segundos?

Pues no, tienen que conmoverse cuatro campesinos tabacaleros, donar el dinero de su sudor, y que otro cuentapropista compre los aires acondicionados; y que otros más los instalen a toda velocidad; porque el administrador plenipotenciario de los centros médicos tampoco parece disponer ni siquiera de un transporte o de una brigada de mantenimiento para estas labores. La historia, en la que es de destacar el espíritu solidario de los lugareños, también tiene ribetes ridículos si uno la mira con detenimiento.

¿Cómo es posible que ninguno de los dirigentes locales advierta la relación directamente proporcional entre las medidas restrictivas en la provincia que, por ejemplo, lleva más de siete meses sin transporte público y ha tenido hasta toque de queda alas 2:00 pm, y el ascenso desmedido de los casos de contagio? ¿Acaso no se ve que si las tiendas y demás entidades solo trabajan de 8:00 a 12m (medida que ya por suerte se rectificó), las colas y aglomeraciones lejos de disminuir van a aumentar, y con ellas, los enfermos?

Primer secretario (2)

¿Acaso no se ve que si las tiendas y demás entidades solo trabajan de 8:00 a 12m (medida que ya por suerte se rectificó), las colas y aglomeraciones lejos de disminuir van a aumentar, y con ellas, los enfermos?

¿Dónde quedó aquel slogan de que esta provincia había pasado de Cenicienta a Princesa con el triunfo de la Revolución? ¿Una princesa de la que nadie se ocupa, a la que nadie le «pone corazón», para decirlo a tono con la propaganda de turno? ¿Una Alteza donde 2500 familias afectadas por huracanes esperan soluciones de vivienda desde hace 19 años? ¿Una soberana a la que le aplican hasta 8 horas de apagón, para que, encima de sus ya trágicas condiciones, siga «disfrutando de lo lindo»?

Los muertos vueltabajeros, como los de toda Cuba, se seguirán subdeclarando. El SARS-CoV-2, cuando ya no tenga más habitantes que infectar, porque en cada cuadra, en cada familia, tiene su comité, terminará bajando los niveles de agresividad. Y cuando eso pase, en el NTV nos dirán que ha sido gracias a las certeras medidas de nuestro monolítico Estado/Partido/Gobierno. El 15 de noviembre se abrirán los aeropuertos. Y, como dice el jocoso (ahora dramático) refrán: «el muerto al hoyo y el vivo al pollo».

Pero la gente, la tan machacada gente que ya no digiere más promesas y discursos, ante cada nuevo dislate se seguirá preguntando cada día en voz más alta: ¿dónde diablos está el Primer Secretario?

25 septiembre 2021 34 comentarios 3.234 vistas
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