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Autor

Julián Pérez Rodríguez

Julián Pérez Rodríguez

Profesor jubilado

Honda bahía

La honda bahía de la impunidad

por Julián Pérez Rodríguez 18 noviembre 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Pasan los días y no se borra la angustia por los sucesos de Bahía Honda. Estaban escapando, como cientos, como miles, como cientos de miles que en los últimos años han dejado todo, han arriesgado todo —la vida, que es todo—, para intentar salir de la caldera hirviente en forma de Isla.

Nadie tiene derecho a penetrar en espacio jurisdiccional de ningún país para traficar personas. Las salidas y entradas ilegales hacia o desde cualquier nación son comprensiblemente penadas. Todo eso es cierto y hay que defenderlo como normas de convivencia y principios de soberanía. Pero entre razonamientos jurídicos, diplomáticos, políticos… se filtra el simple entender humano. Lo que se siente, o no, por los prójimos.

Y esos prójimos, simplemente, estaban escapando. No habían robado ninguna embarcación. No habían secuestrado a nadie. No habían agredido a nadie. Huían.

Escapar, ya se sabe, irrespeta demasiado a los jerarcas. No puede permitirse.

La nota oficial, ese monumento cotidiano a la nebulosa periodística, esta vez tampoco aclaró nada. “Una lancha rápida procedente de Estados Unidos, que violó el mar territorial de Cuba en una operación de tráfico de personas, se hundió al norte de Bahía Honda, Artemisa, al colisionar con una unidad de superficie de Tropas Guardafronteras durante su identificación, de acuerdo con informaciones preliminares”. Y más adelante, como quien informa de un inventario de almacén: “Fueron rescatadas 23 personas, incluyendo 5 fallecidos (un hombre, tres mujeres y una menor)”.

Nada más para explicar en qué condiciones se produjo la colisión, por qué se produjo, quién la originó. Pero, como siempre, un texto habla más por lo que calla. Cualquier lector mediante informado y sagaz puede imaginarse las líneas que faltan.

¿Provocarían el choque los que solo intentaban huir? ¿Estaba tan congestionada la inmensidad del mar que dos embarcaciones, accidentalmente, tenderían al impacto? ¿Con tantos testimoniantes a mano, de los que iban en una y otra nave, no se podía esclarecer en pocas horas lo sucedido, por simple contraste de fuentes, y delimitar responsabilidades?

Conocemos las respuestas. Y si no bastaran nuestras conclusiones, ahí está el relato de los hundidos, ¿o debo decir, de los embestidos, de los casi ahogados, de los que “partieron al medio” y lanzaron al mar?

Claro, la nota oficial sí se apuró a señalar al único culpable posible: “la política hostil y cruel del gobierno de los Estados Unidos”, “el bloqueo económico, comercial y financiero [que] provoca enormes dificultades a la población”. Y no es que sea menos responsable el gigante del Norte. Es que no es el único. Ni el principal.

***
Vidas. Se trataba de vidas. No de sacos de arena o trastos viejos.

Quien conozca un poco de cómo funcionan las jerarquías y procedimientos en Cuba, máxime en las fuerzas militares, sabe que ninguna decisión, mucho menos las relacionadas con intercepción de naves extranjeras, la determina un trasnochado y negligente capitán de barco guardafrontera. Ni siquiera un jefe de destacamento provincial. Hay una cadena de consultas y disposiciones. Hay órdenes precisas. Hay ejecuciones que solo se autorizan en altísimo nivel.

¿O puede cualquiera violar las “órdenes terminantes de que no se tratara de interceptar nunca una embarcación con personas”, según respondió Fidel Castro a una interrogante de Ignacio Ramonet sobre el Remolcador 13 de Marzo, que también hundieron, al costo de 41 vidas segadas.

Y mi pregunta, la pregunta que no cesa de aguijonearme desde el pasado 29 de octubre, es cómo, con qué estómago, esos, que decidieron, y ordenaron desde la nación, y acataron/ordenaron desde la provincia, y acataron/ordenaron desde la cabina y acataron/ejecutaron desde el timón, cómo esos, repito, no se detuvieron, al menos un segundo, a pensar que iban a hundir, que iban a matar, que iban a asesinar a seres humanos, a compatriotas que solo intentaban irse, sin dañar a nadie, sin robar, irse, escapar, desaparecer hoy y abrir otro día los ojos en una realidad mejor.

Los que así mandaron, y así cumplieron, y así trozaron, ¿son mejores que los que en otras épocas torturaban? ¿Cuándo veremos al primer militar infractor debidamente juzgado? ¿Lo serán alguna vez los que golpearon o indicaron golpear sin compasión el 11 y 12 de julio de 2021? ¿Lo serán alguna vez los que han convertido en caricatura el flamante “Estado de Derecho socialista”?

***
Hay “penas sin nombre”, como nos advirtió José Julián. Familias rotas que nunca más recuperarán su aliento. Solo eso ha de bastar para que nadie olvide.

18 noviembre 2022 11 comentarios 1k vistas
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Noticias

Malas noticias, es decir, cubanas

por Julián Pérez Rodríguez 30 agosto 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Bad news are good news (malas noticias son buenas noticias), reza un viejo precepto periodístico, transmitido en el oficio de generación en generación, según afirman los conocedores. Se basa en la idea de que la felicidad plena, la dicha colectiva, el bienestar imperturbable no generan titulares. Son las catástrofes, los accidentes, la muerte y la desolación las que, por sus consecuencias humanas —máxime si hay personalidades implicadas o grandes masas que las sufren—, dan sustancia de reporte y opinión a los medios de prensa.

Pienso en eso, entre tanta angustia que nos golpea y rezo para mis adentros porque Cuba deje de ser noticia. No más. Unas arrobas de silencio. O, como diría alguna vez Leonardo Padura, un poco de «normalidad».

Pero parece que no es posible. Cada vez más titulares retratan nuestro padecer. Algunos, en exceso sensacionalistas, casi en los predios de la pornomiseria; otros, de medios más rigurosos, ajustados a la magnitud del desastre. Aquellos del conglomerado que responde al bloque PCC/Estado/Gobierno —dizque «públicos»—, envueltos en la aureola infaltable de triunfalismo con la que nos han arrullado por más de medio siglo. Mientras, la Patria se va al despeñadero.

Leo, por ejemplo, que Yipsi Moreno, la campeona olímpica y tres veces monarca mundial, la valerosa mujer y excepcional atleta que tanta gloria dio a esta pequeña Isla, se enteró de su sustitución como Comisionada Nacional de Atletismo… ¡por la televisión!

Yipsi Moreno conoció sobre su sustitución a través de la TV. (Foto: Play-Off Magazine)

Ante una pregunta de la veterana periodista Julia Osendi, la estelar camagüeyana contestó: «Desde el 10 de mayo había solicitado mi liberación y me dicen que permaneciera en el cargo hasta que concluyera el ciclo, que se hubiera cumplido en el campeonato de la NACAC en Bahamas. // Y resulta que vengo a enterarme de mi sustitución por la televisión, sorpresivamente…».

Leo, por ejemplo, en el perfil del reportero y directivo de prensa Lázaro Manuel Alonso, que en el Centro Comercial Boyeros y Camagüey hubo que sacar pomos de pasta de bocadito de la venta, pues «explican los dependientes que fermentó por el calor. Otros dicen que llegó así a la tienda. Mientras, se sigue perdiendo comida en medio de las tensiones tremendas con el abastecimiento de alimentos».

Leo, por ejemplo, que más de la mitad de la provincia de Pinar del Río sufrió afectaciones al fluido eléctrico. Y que, según «Idulvis Acuña Velázquez, directora de la UEB Despacho, de la Empresa Eléctrica», los tiempos de interrupción a los clientes se habían ampliado hasta 12 horas. «La especialista aclara que la tendencia en el horario pico siempre será a aumentar los apagones, por lo que pudieran llegar a 17 horas en relación con las 24 del día, hasta el punto de quedar apagada la provincia en más del 90 por ciento», precisaba el periódico provincial.

Leo, por ejemplo, que, Julio Martínez Roque, coordinador del Gobierno de La Habana, «explicó que debido a atrasos ocurridos con el arribo del trigo y la harina, y los altos precios que tienen hoy en el mercado los servicios marítimos, se ha decidido reducir el consumo de harina en la capital. Ello solo garantiza la canasta familiar normada, la población penal, y un nivel para Salud pública, los niños sin amparo familiar, hogar de ancianos, hospitales psiquiátricos y el de la Cadena cubana del pan.// Agregó Martínez Roque, que esta situación conlleva a que en estos momentos no se pueda garantizar el pan de consumo social de un grupo de organismos, el de la Gastronomía, y de Educación».

Esta noticia, sin embargo, el semanario habanero la encabezó de la siguiente forma: «Avanzan obras de beneficio social en municipios de la capital».

Leo, por último, en este ácido «aperitivo» noticioso, que «Cientos de habaneros concurrieron […] a las Casas de cambio». La información, con foto radiante de una cola, citaba como vox populi a un músico jubilado, quien «acudió con su esposa, a la Cadeca de Belascoín a comprar 100 dólares, pero al explicar su deseo de asistir con ese dinero a las tiendas en MLC se le sugirió adquirir euros u otras divisas, y colocarlos en una tarjeta, pues en esos establecimientos no se admite el dólar y mucho menos en efectivo».

Cola cadeca

Las cadecas de la capital han sido escenarios de colas tras el anuncio de la venta de divisas. (Foto: Canal Habana)

Es decir, que el jubilado, luego de hacer su fila, alcanzar ticket y adquirir su divisa (a razón de más de 125 pesos cubanos por cada euro, cuando una chequera de jubilación no sobrepasa los 4 o 5 mil pesos, siendo muy afortunado), ese anciano, digo, debía serenamente ir a hacer otra cola al banco, para, si había corriente eléctrica y podían atenderlo, poner sus euros en una tarjeta; y después, hacer la cola en la tienda en MLC, para, si había productos y electricidad, adquirir lo que deseaba; y luego, finalmente, quizás hacer otra cola en la parada, para tomar un transporte y llegar a su casa.

Y claro, estas «joyas» de prensa solo una pequeñísima muestra, un bocado de ese alimento putrefacto que condensa nuestro día a día. Cualquiera pudiera pensar que no están relacionadas. Pero dolorosamente son harina (y no de trigo) del mismo costal.

El Poder que irrespeta a una de las glorias deportivas que más crédito internacional le dio y, actuando con total falta de transparencia, la sustituye en un cargo público sin avisarle previamente es el mismo que no vela porque los productos alimenticios se conserven como es debido y, ante un posible deterioro, no es capaz de tomar medidas revolucionarias como entregarlo a personas necesitadas.

Es el mismo que puede llegar a apagar una provincia 17 de las 24 horas del día porque no ha sabido, en décadas, gestionar eficientemente un sistema energético para la Isla; es el mismo que no puede garantizar en calidad y variedad ni siquiera el alimento básico del pan; y tampoco abre las compuertas para que otros actores económicos puedan asumirlo como es debido.

Es el mismo que, intentando «ordenar» un desastre financiero que él mismo creó ha terminado por tener en juego múltiples monedas, la economía parcialmente dolarizada y el valor adquisitivo de la moneda nacional, en la que cobran los cubanos, cada vez más tendiente a una bochornosa nulidad.

Y no, no parece que vayan a cesar las bad news, mientras no tengamos las good news de que ese Poder, finalmente, sometió su trono a la voluntad del pueblo.

30 agosto 2022 31 comentarios 1k vistas
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¿De qué victoria habla el Presidente?

por Julián Pérez Rodríguez 11 agosto 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Fuego. Todo lo consume el fuego. Hasta que ya casi no queda nada por arder en los cuatro enormes tanques de la batería en la terminal de super tanqueros de Matanzas. Y junto a la piel y los trajes, y la vida de los heroicos bomberos —cuyo valor jamás agradeceremos lo suficiente— se quema parte de la poca esperanza que va sobreviviendo en la Isla.

Hay provincias que ven la luz eléctrica como un raro acontecimiento. Doce, catorce, dieciocho horas de apagón. La escasa comida que se consigue, echándose a perder sin remedio. El sueño despedazado entre el calor y los mosquitos. Y al otro día, de nuevo a la lucha, para llegar al trabajo sin transporte, trabajar sin condiciones, ganar una miseria y, después, volver a inventar en la casa qué comer, con qué cocinar, cómo dormir. Ciclo terrible de desgaste y ruina.

En medio de tal panorama aparece, vehemente y locuaz, el Presidente, para decirnos: «Victoria genera victoria». Y no satisfecho con su rotunda máxima, agrega: «Así vamos a seguir venciendo, adversidad tras adversidad, y victoria tras victoria».

Y yo me pregunto, como en aquella reflexión de alguien sobre el sonido de las hienas, semejante a la risa —«si son feas, huelen mal, comen carroña, ¿de qué diablos se reirán?»—: ¿de qué victoria hablará el Presidente?

Incendio en Matanzas

Los cuatro tanques de la base fueron consumidos por las llamas. Foto: Bohemia

¿De la extinción de un fuego que nunca debió llegar a los niveles dantescos que alcanzó, porque si bien los rayos son impredecibles, los sistemas para contenerlos o erradicarlos en los primeros momentos, y evitar sus consecuencias, son perfectamente planificables? ¿Del daño ambiental y económico aún no cuantificado, pero presumiblemente inmenso?

¿De la arrancada de la termoeléctrica Guiteras, celebrada triunfalmente por la 1ra secretaria del PCC en Matanzas: «#FuerzaMatanzas que vamos venciendo. Contamos con un colectivo de trabajadores consagrados y comprometidos con el pueblo y la Revolución»; la misma que a los diecisiete minutos volvió a detenerse?.

💪💪💪Sincronizada la @CteGuiteras #FuerzaMatanzas que vamos venciendo. Contamos con un colectivo de trabajadores consagrados y comprometidos con el pueblo y la Revolución.#MatanzasNoEstaSola #Cuba vencerá ‼️ pic.twitter.com/FGmWE78TMT

— Susely Morfa González (@SuselyMorfaG) August 10, 2022

 

¿De la «Tarea Ordenamiento», que luego de planearse, estudiarse y calcularse por diez años y 10 mil reuniones, ha terminado siendo un fracaso descomunal, con tres monedas activas, una inflación astronómica y el peso cubano cada vez más avergonzado de salir de la billetera?

¿Estará hablando del sistema de salud, en el que ya los médicos y el personal de enfermería no dan abasto a las continuas oleadas: dengue, influenzas, COVID, y no hay reactivos ni para hacer los más simples análisis?

¿Se estará refiriendo al deporte cubano, en el que las mayores carreras y saltos se están dando a través de fronteras cada vez que se produce una oportunidad de emigrar?

¿Pensará acaso en el flamante programa de la vivienda, que no logra despegar y resolver esa crisis agudísima en la que muchos, incluyendo madres con varios hijos, duermen en sobresalto de que les caiga el techo encima?

¿Estará enfocado en las universidades, donde cada vez más la discriminación por motivos ideológicos se ensaña con buenos profesionales y coarta el sagrado deber de pensar y vivir con cabeza propia?

¿Razonará sobre el nuevo código penal que, sin referéndum ni consulta asamblearia mínimamente digna, fue impuesto a la población y cuyas consecuencias ya estamos viendo?

¿O hablará de los costos enormes, desproporcionados, que tienen algunos trámites, como la legalización de títulos, y que constituyen una barrera más a quienes intentan salir a toda costa del desastre y darle un poco de sosiego a sus vidas?

¿Estará elogiando la marcha general de la economía, que según las propias estadísticas oficiales nos ha puesto en 2021 en condiciones de declarar, como apuntaba el profesor Pedro Monreal, una década perdida de crecimiento?

A pesar del mínimo crecimiento de 1,3% del PIB publicado hoy en la estadística oficial cubana de Cuentas Nacionales, se observa una “década perdida” de crecimiento económico reflejada en el retroceso del PIB de 2021 hasta un nivel inferior al PIB registrado en 2013 pic.twitter.com/9KT8KY3d5L

— Pedro Monreal (@pmmonreal) August 9, 2022

¿Cavilará acaso en las fracturas, cada vez mayores, entre familias que se desgajan poco a poco para alcanzar un horizonte de prosperidad que aquí les está negado, aunque trabajen y sufran por 62 mil milenios?

No, Presidente, no hay victoria alguna de la que hablar con fanfarria. Dolor infinito, como habría escrito el Apóstol. Por esos bomberos —algunos prácticamente niños— que pudieron y debieron salvarse si los mecanismos contra incendios hubiesen funcionado como se supone lo hagan. Dolor infinito por esas familias destrozadas. Dolor infinito por los héroes que, como dice un extraordinario poema: sí están muertos/ comencemos a llorarlos.

11 agosto 2022 48 comentarios 3k vistas
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humillación

La humillación y el miedo en un paquete solidario

por Julián Pérez Rodríguez 2 agosto 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Los memes, herederos del sempiterno choteo criollo, hacen más respirable la atmósfera en esa estrategia de supervivencia que consiste en reírnos de todo cuando todo nos duele. Uno que anda por ahí, casi axiomático, reza que «el capitalismo avanza vencido, mientras el socialismo retrocede victoriosamente». «De victoria en victoria», como dicen nuestros mandantes que vamos, cada capítulo del socialismo insular trae nuevos motivos de burla y desconsuelo, como el de la reciente dádiva generosa de la Capital hacia sus vecinas de infortunio, las provincias del interior.

La nota, bodrio de los habituales, apareció en el órgano oficial del PCC capitalino, Tribuna de La Habana, y anunciaba tiernamente en su titular: «Gesto de solidaridad de La Habana para Cuba». En el arranque del texto se avisaba: «En un gesto de solidaridad con el país, La Habana programará cortes eléctricos de cuatro horas, en el horario diurno (de 10 de la mañana a dos de la tarde), en circuitos de la ciudad, con una frecuencia de cada tres días, se anunció en Plenaria de Economía de La Habana».

El cuarto párrafo, citando a la máxima autoridad del Partido en el territorio, ampliaba la información: «Este es el momento de contribuir para que el resto de Cuba tenga menos sufrimiento por los indeseables apagones…no es que a La Habana le van a tocar apagones porque el país no puede, no, es que La Habana se está planteando que se den esos apagones para ayudar al resto del país, siendo justos, solidarios con nuestros hermanos, hermanas, familias, nuestro pueblo, indicó».

humillación

Alarma, molestia y revuelo fueron un relámpago en las redes. Y antes de que terminara la jornada del viernes 29, ya Tribuna había «maquillado» el ladrillo. El titular se sustituyó por uno aséptico, intemporal y, de paso, antiperiodístico: «Actuar con mayor responsabilidad para contribuir a los esfuerzos del país»; digno ejemplar de las sentencias-bostezo que han servido como encabezados en la prensa cubana durante décadas. No dice nada. No se mete con nadie. No informa. No incomoda. No es periodismo, pero los jefes quedan contentos.

La primera frase del cuerpo de texto, aquella del «gesto solidario», desapareció. Y el cuarto párrafo, íntegramente, fue levantado en peso.

Resulta una obviedad decir que el enfoque según el cual La Habana, como si fuese una aristocrática región independiente de Dinamarca, se solidariza con las paupérrimas zonas a oscuras de la Isla en ruinas, cae en el franco terreno de la humillación. Era de elemental tacto político y sentido periodístico no presentarlo así.

Sin embargo, si le metemos el bisturí a la realidad nacional en los últimos meses, para no ir muy lejos, el bloque PCC/Estado/Gobierno, sin ni siquiera dar la más mínima justificación a su pueblo, ha seguido la regla no escrita: «apaguemos todo el país, pero La Habana ni tocarla». ¿Culpa de los habaneros? En lo absoluto. ¿Reflejo de la discriminación históricamente ejercida hacia las provincias del campo? Totalmente. ¿Solución de algún modo a la crisis profunda del sistema electroenergético nacional —y de todos los órdenes y esferas de la vida— que enfrenta Cuba? Ni por asomo.

Pero además, muchas otras cuestiones quedan «flotando en el aire», como diría el célebre Bob Dylan, en este lamentable episodio.

En una administración que se ha especializado durante décadas en repartir la pobreza más que en generar emprendimientos y prosperidad, ¿qué y quién gana con fomentar envidias, fracturas, odios intestinos, regionalismos? ¿A dónde han ido a parar los dineros del pueblo que pudieron invertirse en fortalecer el sistema electroenergético e incorporar vías alternativas de generación de electricidad?

¿Cómo se dilapidó el bono de tiempo que supuestamente dieron los grupos electrógenos instalados hace varios lustros, para que se reconstruyeran las potentes termoeléctricas y hasta se crearan otros bloques generadores capaces de alimentar la red nacional sin sobresaltos por roturas, fenómenos meteorológicos o cualquier otro imprevisto? ¿En verdad deciden las autoridades capitalinas mantener o retirar el servicio eléctrico al territorio habanero en lo que el resto del país sufre apagones hasta de 12 horas diarias, en un tristísimo remake de los sombríos años 90, lo más crudo del Periodo Especial?

En un déficit tan, pero tan grande, y tan multicausal según nos han asegurado —roturas, accidentes, falta de combustible, mantenimientos retrasados, obsolescencia de maquinarias— ¿cómo se logró que el 26 de Julio último no hubiese apagones en la nación, para que ningún cacerolazo indignado empañara el júbilo de la efeméride patriótica? Por otra parte, ¿cuánto habrá de sentimiento solidario en la decisión de marras y no de debacle generalizada, en la que ya no es posible, ni siquiera fundiendo todos los bombillos de la provincias campestres, mantener encendida la lámpara led de La Habana?

Triste farsa en la que el miedo reinante nos torna, a casi todos, actores trágicos.

El dirigente que casi implora y explica a su cuadros subalternos que tendrán unos apagoncitos pequeños, ordenados, insignificantes, cada cuatro días y solo de cuatro horas, para ayudar a nuestros hermanos; el cuadro intermedio que sabe perfectamente que ese dirigente no decide nada y todo viene prediseñado desde el «Palacio de la Revolución» (como ya alguien dijo, ¡vaya oxímoron!); el periodista que, sin cuestionarse ni una coma, reproduce la muela barata; el televidente que culpa al periodista o, un poquito más allá, al cuadro intermedio, pero no dirige sus diatribas a los que en verdad «cortan el bacalao»;  el observador distante que ni siquiera asume ningún rol, pero es captado por el lente como parte de la infausta escenografía.   

Ah, pero también en las tragedias clásicas, muchas veces, los personajes encontraban su destino huyendo de él. Los omnipotentes que, con el interruptor selectivo de la Unión Eléctrica en una mano y el de ETECSA (Internet) en la otra, piensan que se evitarán imágenes como las de la oleada de pueblo que se agolpó frente al Capitolio y bajó por Prado el 11 de julio de 2021. Recuerden que la sangre, cuando hay venas obstruidas, por alguna arteria se derrama.     

2 agosto 2022 16 comentarios 1k vistas
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Morir de risa

Morir de risa

por Julián Pérez Rodríguez 28 julio 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Tengo un sabio amigo que suele repetir: «En política, piensa mal y acertarás». Y ese método, donde el pensar mal no significa hacerlo deficientemente, sino buscando lo no dicho, las costuras del vestido, las venas ocultas en el subsuelo; se lo aplica uno a la realidad cubana y deja lecturas que pueden ir de lo hilarante a lo deprimente en un santiamén.

Mirando así, con el esmeril de las tristes experiencias, uno no puede menos que sospechar que nuestros mandantes, y algunas figuras públicas que les sirven de voceros, lejos de informar, ni mucho menos solidarizarse con la debacle generalizada, parecerían burlarse de todos a mansalva.  

Qué, si no una burla, lucen las recientes declaraciones del viceprimer ministro y  ministro de Economía a nuestros unánimes y exánimes parlamentarios: «En el primer trimestre de 2022 el PIB de Cuba creció un 10.9% con respecto a igual período de 2021, cuando el país estaba prácticamente paralizado […] Es una tasa grande, pero va contra un primer trimestre de 2021 en el que estábamos prácticamente paralizados. En 2021 habíamos decrecido un 12.7».

O sea, que si «crecimos» 10.9%, pero era sobre la base de un decrecimiento de 12.7, todavía andamos por debajo de cero, ¿no? ¡Ah!, pero eso es feo decirlo, es mejor retorcer los números, dorar la píldora hasta el punto de caramelo. Y afirmar incluso, sin que le tiemble la voz siquiera, que mantenemos la aspiración a crecer un 4% para cierre del actual año. ¿Acaso no suena a chiste magistral?

Morir de risa

Es mejor retorcer los números, dorar la píldora hasta el punto de caramelo. (Foto: Portal Cuba.cu)

Dígame usted si no parece también de corte humorístico la reflexión que hiciera el director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, citado por Cubadebate, de que «si bien la cantidad de población es inferior con respecto al cierre de 2021, […] en el primer trimestre de este año se aprecia “cierta recuperación en las tendencias demográficas del país: hay más nacimientos, menos defunciones y las migraciones se mantienen con niveles un tanto estáticos”». Eso, después de conocer, con cifras de la ONEI, que la población nacional en 2021 había decrecido en 68 380 personas; y viendo, a diario, la estampida que ya superó a todos los éxodos masivos de la historia reciente.

Tiene que ser una jubilosa humorada la idea de la Directora del CENESEX y diputada, Mariela Castro Espín —tras una emocionadísima mención a su tío, el Comandante en Jefe, y a su papá, el General de Ejército— de que a su familia le agradecía «la humildad», «la capacidad de escucharnos, de dialogar»; esos valores que no solo les dieron a ellos, sino que «los quieren para todos», es decir, para nos, el pueblo, los Liborios, nosotros. Vaya, no es que se hayan esforzado mucho en demostrárnoslo en las últimas décadas.

También en el terreno de la parodia, para reírse a mandíbula batiente, debe haber estado el discurso del 1er secretario del PCC y Presidente, al cierre del mismo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuando afirmó joyas como estas:

–  «Nuestra lógica socialista es humanista, contraria a las exclusiones. Nos inspira el ideal de una sociedad mejor, donde haya crecimiento económico sí, pero con distribución equitativa de la riqueza. Luchamos por un desarrollo con igualdad social».

– «Hoy batallamos simultáneamente por mantener control sobre la  COVID-19 y enfrentar otra epidemia de dengue; por recuperar la vida económica y social del país; romper el cerco económico y financiero que impide suministros de combustible, insumos productivos, abastecimientos, financiamientos en divisas; estabilizar el sistema electro-energético nacional; […] y garantizar un verano con opciones recreativas al alcance de la mayoría de la población en todo el país».

– «Este país no está detenido. A este país lo quieren detener; pero no estamos detenidos ni nos vamos a detener (Aplausos). Nuestra alternativa está clara y nunca será la rendición».

– «Esta es la tribuna del pueblo consciente de su poder, que exige cambiar todo lo que deba ser cambiado. ¡Y lo haremos!».

Si días atrás, cuando había llamado a la población, es decir, a nos, a «evitar en todo lo posible las picadas de los mosquitos», con los cariñosos apagones de seis, siete, diez horas en el espléndido calor de las noches insulares; en sus conclusiones para la ANPP, se superó en la comicidad.

En el terreno de la parodia, para reírse a mandíbula batiente, debe haber estado el discurso del 1er secretario del PCC y Presidente. (Foto: Ismael Francisco/Cubadebate)

Del mismo tono jaranero debe haberse cargado cuando concibió las palabras centrales pronunciadas en el acto por el 26 de Julio en Cienfuegos. Comparto tres chistes descomunales:

– «Aunque en medio de un lamentable y largo apagón mezclado con el sofocante verano de estos días algunos pueden sentir que nada es peor que la racha de eventos negativos que venimos sufriendo y buscan alivio maldiciendo, en el fondo de sus almas todos comprenden que, ineficiencias aparte, el bloqueo está en la raíz, en el tronco, en las ramas y en los frutos de nuestras dificultades económicas».

– «(…) Tengo muy claros algunos términos: democracia y participación popular, humanismo, voluntad de transformación, creatividad, innovación, compromiso, ideales y pasión revolucionaria».

– «A nuestra generación le corresponde asaltar las fortalezas de la ineficiencia económica, la burocracia, la insensibilidad, el odio. Sobre sus restos construiremos la prosperidad posible».

Definitivamente, las declaraciones políticas del patio son, por mucho, más divertidas que los festivales nacionales Aquelarre o las puestas en escena del Centro Promotor del Humor. Solo que estas bromas, exuberantes, desinhibidas, desternillantes, lejos de causarnos risa, lo único que nos provocan, desde hace demasiado tiempo, es puro llanto.

28 julio 2022 28 comentarios 1k vistas
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desbarrancadero

Desbarrancadero

por Julián Pérez Rodríguez 20 julio 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Muerto. Su niño, que seguía siendo niño a los 26 años por una condición especial de autismo y ceguera, estaba muerto. Necesitaba una ambulancia y no llegó a tiempo. Una doctora se deshizo en gestiones. Ninguna funcionó como debía. En las redes, entre el dolor, la rabia y la frustración, los mensajes sumaban miles. Pero ya nada era reversible. Ni lo será más allá de intentos de explicaciones.

Quien tenga hijos, quien tenga sobrinos, quien haya visto morir un ser amado, quien tan solo ame y sea sensible podrá aquilatar en alguna medida lo que habrá sentido esta madre cubana, habanera, Maritza Barrios, cuando tecleó el mensaje que confirmaba la noticia de la muerte de Andy: «Buenas noches discúlpeme por no contestarles después les daré los detalles pero desgraciadamente mí niño falleció a las 6 dela tarde y les agradezco su preocupación pero acaba de traer y tengo que vestirlo gracias por su preocupación» (sic).

Si uno pudiera alejar los malos pensamientos, si uno pudiera deshacerse de la imagen terrible de una madre vistiendo el cuerpo sin vida de su muchacho, quizá todo sería más fácil. Pero no es posible. No nos es dada esa facultad.

¿En qué realidad viven y gobiernan los que manejan y usufructúan el país? ¿Cuánto se ha dicho y repetido y gritado hasta perder las cuerdas vocales que muchos hospitales están derruidos, que en la bolsa negra hay medicamentos necesarios al precio de miles de pesos que no gana un trabajador promedio; que los médicos, enfermeras y personal paramédico, con todo y su profesionalidad, no pueden lograr milagros? Ya hacen lo extraordinario cuando en consultas donde a veces no tienen ni un jabón para lavarse las manos después de una cura, siguen salvando vidas y dejando en el camino la suya propia.

«Cuba importó 236 tractores en 2020 por 3,907 millones de USD, con un valor promedio de 16,555 USD/tractor. La menor inversión en una habitación de hotel según la Cartera de Negocios es de 165 mil USD/hab. Con el “ahorro” de una habitación de hotel se comprarían 10 tractores», meditaba hace poco el economista Pedro Monreal. Pero se siguen construyendo hoteles. Y no hay tractores, ni ambulancias, ni comida, ni viviendas suficientes.

¿Hoteles para qué, para quiénes? ¿Para los nuevos dueños cuando los altos cuadros partidistas terminen de metamorfosearse en potentados empresarios de la Cuba post-utópica? ¿Para los Meyer Lansky y Lucky Luciano del siglo XXI cuando el proyecto de casino caribeño cancelado en 1959 se retome? Quién sabe. Pero algo intuye Liborio, el soberano sin trono, y tiene claro que esas habitaciones de lujo no serán para él ni en esta ni en la otra era.  

Por eso huye. Junta a su grey y huye lejos del desbarrancadero. En un rapto que amalgama, para muchos, la mayor desesperación con la mayor rebeldía. Como una canción protesta entonada con los pies. A la desbandada, en estampida, sin frenos, a veces sin conciencia clara de hacia dónde van o qué pretenden.

desbarrancadero

Liborio junta a su grey y huye lejos del desbarrancadero. (Foto: ABC)

En nueve meses del año fiscal en curso —desde octubre de 2021—, 157,339 cubanos han arribado por vía terrestre a suelo de Estados Unidos. Cifra que ya destrona los éxodos masivos de Camarioca (1965), el Mariel (1980) o la Crisis de los Balseros (1994). Y en la estadística del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras estadounidense no se cuentan, por supuesto, los que se tragó el mar, los que alguna embarcación retornó antes de que llegaran a tocar tierra norteamericana, los que salieron a instalarse en otros destinos de Latinoamérica, Europa, África, Asia. ¿Cuántos serán en total? ¿200 mil? ¿Un cuarto de millón? Y dentro de ellos, ¿cuántas mujeres con niños pequeños?, ¿cuántos ancianos?, ¿cuántos profesionales?…

También la gente revienta. Sale a la calle a gritarle a puro pulmón a las fuerzas represivas y al que dicta la orden de combate desde su butaca encumbrada, las palabras que en la Isla ofenden más duro. Sucedió en Los Palacios. Aunque para las autoridades municipales y los sitios oficiales de prensa, todo se haya resumido a un leve «incidente», una «inconformidad con prolongado apagón por tormenta local». Rápidamente, y vulnerando a mansalva el derecho a la información, el monopolio ETECSA cumplió su papel cancerbero y apagó o ralentizó el servicio de internet, para que la pólvora de la insurgencia no se expandiera más allá de este terruño pinareño.

Pero esa venda forzosa, que todavía es un arma eficaz en manos del poder, poco a poco se va rasgando. Y hay imágenes que, dolorosamente, se resistirán al olvido.

20 julio 2022 25 comentarios 1k vistas
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Primer objetivo

El primer objetivo

por Julián Pérez Rodríguez 8 julio 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

Uno de mis amigos, sagaz ingeniero, me cuenta con dolor que en la empresa a la que dedicó varios años de trabajo las cosas no han ido bien. Cada día se incumple más el plan laboral, y los nuevos que llegan apenas duran lo suficiente para decepcionarse. Terminan su servicio social y parten. Incluso, a veces se van sin finalizar siquiera esos dos años reglamentarios. Cuando le pregunto, casi en un ejercicio retórico, a qué se debe tal debacle, mi amigo solo señala: «Los directivos de allí todos los días repiten que el primer objetivo a cumplir es político-ideológico. Así, nada se desarrolla».

Aunque pudiera parecer un tanto absoluta la sentencia, cuando uno le mete cabeza al asunto, y lo va cotejando con esferas y sectores de la sociedad que hemos padecido durante décadas, no le falta razón al veterano ingeniero.

La maquinaria burocrática que se empoderó en Cuba luego de la genuina Revolución de 1959, fue poco a poco diseñando un método de funcionamiento social en el que la confiabilidad política, la incondicionalidad militante, el «compromiso» con la causa que desde las alturas se decía defender, constituían las prioridades de todas las instituciones y organizaciones. De ese dogma se derivaban cuanta normativa, estructura y forma de trabajo surgiera.

De tal suerte, lo mismo si usted iba a ser promovido para una dirección científica, estaba propuesto para viajar a un evento o iba a dirigir una cooperativa agropecuaria en la punta de Maisí; el principal parámetro para medirlo era su identificación total con la doctrina de los mandantes. En segundo plano podrían quedar su capacidad de análisis, su talento organizativo, la laboriosidad y profesionalidad de su desempeño. Verifíquenlo. ¿Es confiable? Póngalo en la tarea.

¿Alguien recuerda el nefasto artículo de 2019 de la entonces viceministra de Educación Superior, Martha del Carmen Mesa Valenciano, titulado: «Ser profesor universitario»? En él, la autora comenzaba preguntándose: «¿Se podría ser un profesor en Cuba lejano a las políticas del país? ¿Se podría ser un profesor que no defienda a ultranza cada paso que se da en la Revolución?»; y concluía, sin el mínimo rubor: «El que no se sienta activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas, debe renunciar a ser profesor universitario».

No importa que usted sea el mejor investigador, el más apasionado docente, el más constante tutor de tesis. Si no se siente el «activista» del PCC que se espera, entonces renuncie, o mejor, lo renunciamos, como tan bien ha documentado la prensa alternativa al bloque Estado/Partido/Gobierno.

Primer objetivo

El profesor René Fidel González García fue expulsado de la Universidad de Oriente por motivos políticos (Foto: Facebook / René Fidel González García)

Por supuesto, esta visión totalizadora y dogmática (valga la redundancia), se ha preocupado por blindarse en el ámbito legal. Desde la Constitución que consagra la fuerza del Partido por encima del Parlamento, las leyes y hasta de los dioses si vienen a cuento; hasta cada resolución, decreto e indicación desde arriba, todo está concebido para mantener el conservador y discriminatorio statu quo.

Un buen ejemplo al respecto podría ser el funesto Decreto-Ley no. 35: «De las telecomunicaciones, las tecnologías de la información y la comunicación y el uso del espectro radioeléctrico (2021)», que si bien venía a establecer necesarias delimitaciones, se concibió más como una mordaza y un instrumento represivo que como una normativa para facilitar y ampliar procesos.

En su artículo 3, donde se declaran los objetivos generales de la regulación, el primer inciso reza: «Coadyuvar a que la utilización de los servicios de telecomunicaciones sean un instrumento para la defensa de la Revolución». Y es solo cuatro incisos más tarde que se afirma como meta: «promover el progreso armónico y ordenado de las redes y los servicios de telecomunicaciones/TIC en función del desarrollo de la informatización del país». La realidad nos permite apreciar a simple vista cuán relegado ha estado este último objetivo.  

Tales aires han traído las tormentas que nos azotan. Y, en el turbión de chapucerías, ineficiencias e injusticias, el predominio de máscaras. Así, desde el simple trabajador hasta el encumbrado jefe, comprendieron hace mucho que había que «actuar»; simular en la lucha por la vida, diría el gran José Ingenieros. No importa que la escuela, la fábrica o el estadio deportivo vayan de mal en peor. Si los trabajadores gritan fuerte en el matutino su carácter revolucionario-patriótico-combativo, los «cuadros» asienten satisfechos, inflan planillas de sobrecumplimientos, contentan a los del nivel central y felices todos a seguir construyendo la utopía.

Con el único ligero detalle de que la utopía, cada segundo que transcurre, se cae a pedazos.

8 julio 2022 14 comentarios 2k vistas
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Culpas

Héroes, culpas y el tramposo desenfoque

por Julián Pérez Rodríguez 29 junio 2022
escrito por Julián Pérez Rodríguez

El peso de los años no había mellado su destreza como enfermera. Pero aquel día en particular se veía agotada. Levantada desde las 5:00 a.m. para la jornada de vacunación infantil, eran más de las 11:00 y allí seguía, de pie, sin merienda, sin condiciones de confort en el local donde estaba inyectando. Encima, los padres se comenzaron a quejar por la demora, la cola, la incomodidad de los niños, esperando en un patio en el que no había ni asientos.

Entonces uno de los cuadros de la zona se dirigió, imperativo, categórico, a los protestones. Que parecía mentira, que miraran a esa compañera, sacrificada, impecable en su profesionalidad, y que además debía terminar y salir a vacunar en su casa a menores encamados. Que por favor, no se quejaran más.

La gente, entre apenada y confundida, hizo algo de silencio y trató de tranquilizar a los chiquillos.

***

En la caldera. Estaban dentro de la caldera. Que es como decir, en la misma boca del dragón, limpiando a puro golpe de hierro las incrustaciones que las impurezas del petróleo nacional dejan en los mecanismos de funcionamiento. Hasta allí, entrando por una angosta tubería había llegado el equipo de filmación televisiva. Estos son los obreros de la termoeléctrica, trabajando sin descanso, laborando heroicamente, nos narró el audiovisual.

En paralelo, el discurso del Presidente del país, nos hablaba de eso mismo: del sacrificio, las horas sin dormir, las familias sin atención, el sublime esfuerzo de estos hombres por devolver la corriente eléctrica y atenuar los apagones, ese mal que ya es más cotidiano en la Isla que el insufrible pan de la bodega. «¡Pobrecitos!, —comentó una veterana del barrio—, con esos hombres trabajando así, ¿tenemos derecho a quejarnos?».

***

La parada estaba repleta. Aquella guagua, que apareció más de media hora después de su horario, venía ya bastante cargada. La multitud rugió. Entró como un torrente por la puerta delantera y, cuando ya el animal de hierro parecía no poder digerir más, todavía abajo la gente empujaba, se agarraba a la puerta, metía los codos. Si dejaban ir esa, ya pasadas las 6 de la tarde, ¿cuándo vendría la próxima? ¿Y las madres y padres que debían llegar a hacer comida? ¿Y los trabajadores que estaban de pie desde muy temprano y querían al menos alcanzar un baño y un poco de descanso en el hogar? ¿Y los que tenían que ir, sí o sí, a cuidar a familiares ancianos?…

Sobrevinieron gritos, reclamos, hasta ofensas. El inspector de transporte que intentaba organizar la cola, también a grito limpio, apeló entonces a la conciencia de la multitud, y a que pensaran en el chófer, que posiblemente tuviera que terminar su turno y seguir dando rueda, o que si se le rompía una puerta debía arreglarla él mismo, porque en el taller no había piezas, o que, seguramente, llevaba el día tras el volante sin ni siquiera tomarse un café. Algunos siguieron luchando por subir; otros, medio apenados, se apartaron al fin para que la puerta cerrara.

Culpas

(Foto: Otmaro Rodríguez / OnCuba)

***

Tres situaciones, entresacadas de la pura y dura realidad, que dan cuenta de un mismo fenómeno. Si algún mérito ha tenido la clase política cubana de las últimas décadas, y con ella toda su madeja funcionarial, en cualquier nivel y espacio de la nación, es la capacidad para desenfocar —y, por ende, repeler— hábilmente los reclamos ciudadanos. Hablar de gimnasia cuando se le exige magnesia, encontrar escudos humanos para que reciban las lanzas que a ella y solo a ella corresponden.

Claro que una enfermera veterana que, en complejas condiciones, asume sola y sin descanso la vacunación de decenas de niños, no es responsable por la demora y las incomodidades que deban sufrir los menores y sus padres. Claro que esa mujer, que quizá tiene mil asuntos familiares pendientes y aun así está allí, en su puesto, esforzándose al máximo, no es quien origina ningún mal. Pero al ponerla de resguardo y hacer notar, aunque sea sutilmente, que las críticas van hacia ella, se endilga a quienes reclaman la falta de solidaridad, humanismo y cuantas miserias humanas se quiera. Habrase visto, qué gente más desconsiderada.

Obvio que los obreros de una termoeléctrica, que dejan la piel literalmente dentro de la caldera, que asumen turnos de trabajo excesivos, que, a veces, incluso, al llegar a descansar a su casa —vaya ironía— no tienen fluido eléctrico y ni siquiera pueden dormir con el fresco de un ventilador; clarísimo que ellos no son el blanco de las diatribas ciudadanas. Pero el poder los esgrime, los utiliza, usufructúa su heroísmo como si fuese de él, y nos pide entonces, apelando enfáticamente a nuestro corazón, que no nos lamentemos más.

Por supuesto que un chófer dedicado, que tal vez lleva manejando lustros sin un solo accidente, que debe sortear cada día los cráteres que tenemos por calles y hacer rodar los esperpentos que tenemos por ómnibus, por supuesto que él no debe culpas de la escasez de guaguas y la falta de combustible y el retraso, y el malestar y la parada llena y el obstine, el olímpico obstine que día a día nos sacude al ir y regresar de los centros de trabajo o estudio. Pero los funcionarios del transporte, poniéndolo como muro ante las piedras, se limpian ponciopiláticamente las manos. ¡Es la gente, la culpable es la gente, que es tan insensible!

Y no, estimados políticos-burócratas-cuadros-funcionarios-mandantes-repetidores. No. Algún día —quizá no muy lejano— su turbia estrategia discursiva dejará de convencer a los que aún convence. Ya nadie tragará más esa edulcorada píldora. Porque detrás de la mala organización de una jornada en un vacunatorio, del eternamente ineficaz sistema electro-energético nacional o del cáncer del transporte público, sabemos bien quién está, quien ha estado por décadas. Y por favor, ni intenten referirse otra vez al «recrudecimiento» del «genocida»… ya ustedes saben… A ese habrá que derribarlo. A ustedes, también.

29 junio 2022 19 comentarios 2k vistas
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