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Consejo Editorial

Consejo Editorial

El Consejo Editorial está compuesto por periodistas e intelectuales con responsabilidades editoriales en La Joven Cuba

2021

¡Adiós, 2021!

por Consejo Editorial 31 diciembre 2021
escrito por Consejo Editorial

Estimados lectores:

¡Finalmente hemos llegado al último día de este largo 2021! Que ha sido un año difícil, lo sabemos; que 2022 probablemente también lo sea, lo imaginamos. Pero aunque este 31 de diciembre no todas las familias cubanas puedan estar juntas, o falte el tradicional lechón asado en muchas mesas, lo importante es que, efectivamente, ¡aquí estamos a pesar de los obstáculos!

En este día de cierre, nuestro equipo quiere agradecer a sus lectores por el acompañamiento fiel, el apoyo cálido, la crítica oportuna, los encuentros y desencuentros. A todos —lectores, colaboradores, críticos y simpatizantes, compatriotas— les deseamos que 2022 traiga salud, prosperidad, lucidez y paz. Nosotros aquí seguiremos.

Reciban un afectuoso abrazo,

Equipo editorial de La Joven Cuba

***

Ponemos a su disposición este listado con los veinte textos más leídos del año:

Un alarido – Leonardo Padura

Abusos a manifestantes en Cuba: necesidad de una Comisión de Verdad y Reconciliación – Consejo Editorial

Carta Abierta al presidente Joseph R. Biden, Jr. – Consejo Editorial

Estallido social en Cuba: las señales ignoradas – Alina Bárbara López Hernández

Los jubilados de la Revolución – Mauricio De Miranda Parrondo

Testimonio desde la Zona Roja – Redacción de LJC

«Nunca vamos a renunciar al derecho a conquistar nuestros derechos» – Redacción de LJC

Yunior García Aguilera o el valor de la coherencia – Alina Bárbara López Hernández

Partido único y democracia en Cuba – Ivette García González

Las tribulaciones del dólar en Cuba – Mauricio De Miranda Parrondo

El caballo de Troya de la burocracia – Alina Bárbara López Hernández

Ellos y nosotros, sus hijos y los nuestros… – Ivette García González

Leonardo y yo – Norma Normand Cabrera

Ideología y derechos humanos. El caso de Luis Manuel Otero Alcántara – Alina Bárbara López Hernández

Los culpables – Alina Bárbara López Hernández

Antimperialismo en Cuba: reflexión en dos tiempos – Alina Bárbara López Hernández

Interpelación sobre la democracia – Ivette García González

Palabras que devoran las palabras – Gustavo Arcos Fernández-Britto

La hoguera de San Isidro – José Manuel González Rubines

«Yo soy cubano» – José Manuel González Rubines

31 diciembre 2021 34 comentarios 2,7K vistas
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Mensaje navideño

Mensaje navideño

por Consejo Editorial 25 diciembre 2021
escrito por Consejo Editorial

Queridos lectores:

Aun cuando en no todos los casos la fe religiosa es el centro de la celebración de este día, la Navidad es en Cuba, como en casi todo el mundo occidental, una fecha para encuentros entre familia y amigos.

La de 2021 es especialmente difícil, tanto como el año que la ha precedido. En las mesas de muchos cubanos escaseará el buen alimento, así como habrá no pocas sillas vacías. En estos meses hemos visto partir a personas muy queridas, cuyas pérdidas ensombrecen ese espíritu navideño; también las carencias económicas que nos acechan hacen que cada vez esté más lejos el ideal de vida digna y medianamente confortable con el que todos soñamos.

Nuestro equipo quiere mostrar su cercanía con las familias de los presos políticos que hoy añoran estar juntas, así como con aquellas que desde la zozobra esperan tener noticias del hijo que ha emigrado. Igualmente, queremos agradecer a los científicos, médicos, enfermeras, personal de salud y colaboradores que durante todo el año no han abandonado sus puestos de trabajo ni se han rendido ante el dolor.

Pese a que hoy vivimos días difíciles, no perdamos la esperanza en un futuro mejor para nuestra Patria, construido con todos y para el bien de todos. Reunámonos en estos días a celebrar la vida, tomemos un descanso de tantos sinsabores y preparémonos para empezar un 2022 que, sin lugar a dudas, vendrá lleno de sorpresas. ¡Aquí seguiremos!

Con mucho cariño los abraza,

Equipo de La Joven Cuba

25 diciembre 2021 31 comentarios 2,2K vistas
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Desigualdad

Las promesas rotas de Biden

por Consejo Editorial 22 diciembre 2021
escrito por Consejo Editorial

Durante la campaña presidencial estadounidense de 2020, todos y cada uno de los candidatos demócratas prometieron un cambio de política hacia Cuba. Un año después de la victoria electoral de Joe Biden, la relación bilateral es aún peor y la retórica de los demócratas en el poder parece emular a las administraciones republicanas. Nuevamente los intereses electorales pesan más que los valores que presume la Casa Blanca en su relación con la Isla.

Millones de cubanos sufren una crisis económica y humanitaria comparable con las secuelas del derrumbe soviético a inicios de los noventa. A pesar del alto volumen de propaganda política, narrativas simplistas y desinformación, la evidencia apunta a una crisis creada por tres actores principales: la pandemia global, el gobierno cubano y las administraciones Trump-Biden.

Esta situación de responsabilidades compartidas pocas veces se analiza en su complejidad en la esfera pública cubana, cada día más partidista y polarizada. Mucho menos se reconoce así en la retórica de ambos gobiernos, siempre gustosos de culpar al otro de todos los males en la Isla.

Durante la primera mitad de este año, la Casa Blanca se sintió cómoda al seguir provocando miseria económica a los cubanos. Con esa actitud evadía enojar a los cubanoamericanos que apoyaron las políticas trumpistas y reinstauraba la dinámica de confrontación que el presidente Obama había condenado. Se utilizaron las consecuencias socioeconómicas de la pandemia en su política de cambio de régimen hacia la Isla y no hubo un ofrecimiento incondicional de ayuda humanitaria. Fue una oportunidad perdida y un fallo de empatía de enormes proporciones.

El estallido del 11 de julio fue el grito desesperado de los cubanos a una crisis nacional en la que la política de Estados Unidos también tiene responsabilidad. Las declaraciones posteriores del Departamento de Estado y las sanciones que han aplicado desde entonces dejan claro que sí hay tiempo para Cuba en su lista de prioridades, pero que prefieren regodearse en la retórica hostil y aplicar sanciones simbólicas que tienen cero efecto en los gobernantes cubanos, con tal de emocionar al electorado de la Florida. Es el mismo manual que escribió el trumpismo para Cuba, salvo que sus sanciones no solo eran simbólicas sino muy reales y hoy siguen vigentes con la complicidad demócrata.

Poner en pausa la revisión de las políticas del trumpismo, en la práctica significa contribuir a la miseria de este pueblo. Joe Biden puede priorizar los intereses de la comunidad radical de la Florida, siempre deseosa de sacrificar a sus coterráneos, o mostrar empatía con millones de cubanos en la Isla; pero no puede hacer ambas cosas a la vez.

Joseph Robinette Biden Jr., 46 presidente de Estados Unidos. (Imagen: Left Voice)

Si algo han demostrado los últimos siete años, es que hay un sector de emigrados que se acomodan a la política oficial de Estados Unidos hacia Cuba, más cuando perciben que esta provoca cambios en la inercia bilateral. Que la Casa Blanca renuncie a dictar los términos de su relación con la isla y la entregue al antojo de congresistas y senadores cubanoamericanos, indica falta de iniciativa propia.

Varias encuestas realizadas en Cuba develan consenso en la condena a las sanciones estadounidenses. Algunos medios y actores radicales intentan ocultar esta realidad a través de acciones de agitación política y propaganda que influyan en la Casa Blanca, al parecer con éxito.

La Joven Cuba dirigió una carta abierta al presidente Biden en febrero de este año que insiste en el carácter contraproducente de las sanciones. Entre los firmantes hay varios líderes opositores. En vísperas de las protestas anunciadas para el pasado 15 de noviembre, en entrevista con el líder del grupo Archipiélago Yunior García, este recalcó que las sanciones «afectan a la familia cubana, a los emprendedores y al pueblo en general». Las autoridades estadounidenses hicieron caso omiso a esas declaraciones, seleccionando los reclamos de su interés y silenciando los que son críticos con su política exterior.

Existe poca evidencia que sustente un compromiso real de Estados Unidos con la democracia en Cuba. En su lugar ha prevalecido el empoderamiento de sectores afines a los intereses de Washington en la Isla, los cubanos favoritos, como si el resto no lo fueran. Este comportamiento selectivo es similar al que aplica el gobierno cubano, siempre visibilizando los intereses de sus seguidores y silenciando al resto.

El respeto a la democracia, la voluntad de la mayoría y las decisiones por consenso, se ven constantemente socavados por ambos gobiernos y sus políticas poseen efecto polarizador en la sociedad insular. Cuba no necesita padrinazgos y el estadounidense es el menos apropiado después de una historia de intervenciones de todo tipo en nuestro país. Si buscáramos modelos democráticos tampoco sería el estadounidense, defectuoso como han demostrado los últimos años de su política doméstica. No necesitamos que guíen a nuestra sociedad civil, que cada día se organiza más para, en nuestros términos, lograr cambios democráticos. Lo que necesitamos es que dejen de convertir a nuestro pueblo en el daño colateral de una pelea entre gobiernos.

Esta administración demócrata ha escogido priorizar sus intereses por encima de sus valores; nuestro pueblo ya la juzga en consecuencia. No es tarde para emprender un nuevo camino, como hizo Obama. Hasta ahora nuestro diagnóstico del primer año de gobierno de Biden es sencillo: mucho oportunismo político, poco coraje moral y falta de empatía con millones de compatriotas en la Isla.

22 diciembre 2021 23 comentarios 3,K vistas
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La Joven Cuba (1)

La Joven Cuba sí les cree

por Consejo Editorial 13 diciembre 2021
escrito por Consejo Editorial

La reciente publicación en El Estornudo del texto «Fernando Bécquer: Cinco denuncias de abusos sexuales», de la autoría del periodista Mario Luis Reyes, ha traído al espacio público un tema inusual en Cuba: acusaciones por acoso sexual.

Las historias de cinco mujeres que refleja el texto se han multiplicado en otras que permanecieron en el doloroso silencio de las víctimas durante años. Una de ellas, la de la reconocida escritora Elaine Vilar Madruga, se convirtió además en denuncia formal ante la Fiscalía y ha recibido el apoyo y acompañamiento de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

En torno al tema, las reacciones han variado considerablemente. Al inicio fueron politizadas al afirmar que tenían el objetivo de atacar a la Revolución, recurso al que recurrió incluso el propio Bécquer. Sin embargo, con el paso de los días se sumaron declaraciones de apoyo a las víctimas, no solo de artistas, personalidades, medios y ciudadanos, sino también de instituciones como el Centro Cultural Pablo de la Torriente y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

La Joven Cuba (2)

(Imagen: Horizontes Blog)

Lo sucedido refleja la importancia cardinal del periodismo en la sociedad. Ya sean estatales o independientes, de izquierda, centro o derecha; los medios tienen entre sus funciones la de visibilizar problemas de la ciudadanía a fin de que sean atendidos. Desconocer una denuncia por el lugar en que fue publicada, es como matar el mensajero que trae en sus manos una carta que requiere toda la atención. En este caso, aun cuando muchos flechazos fueron dirigidos en su contra, el mensajero cumplió su misión.

Trascender el esquema maniqueo de enemigos/amigos, es un imperativo de nuestras instituciones y organizaciones, así como una muestra de madurez cívica. Por otro lado, intentar politizar algo tan delicado como una denuncia de acoso sexual o violación, refleja una insensibilidad y oportunismo dignos de todo rechazo.

No obstante, son varios los actores políticos que han intentado ideologizar la denuncia, desde los que la descalificaron por su publicación de origen hasta quienes tratan de utilizarla para una agenda opositora. Ambas conductas son reprochables y desvían la atención de aquellas que deben ser escuchadas y acompañadas en este proceso de acusación pública: las víctimas.

También hacemos notar la selectividad con que nuestra esfera pública y algunos medios priorizan unos casos de acoso sexual sobre otros. Esta no es la primera figura con acusaciones similares y tal escrutinio debería extenderse a otros casos. La credibilidad de los medios que en el futuro profundicen este tema depende de su capacidad de evitar sectarismos e investigar a todos los acosadores, independientemente de sus preferencias políticas.

Al texto publicado debe reconocérsele no solo la oportunidad que brinda a las víctimas para que se haga justicia, sino también poner este tema en el ojo público y permitir una conversación largamente pospuesta.

La Joven Cuba (3)

Fernando Bécquer

Como en otras ocasiones, La Joven Cuba se coloca al lado de las víctimas. Esperamos que las instancias constitucionalmente encargadas de llevar a cabo las investigaciones lo hagan con independencia de cuestionamientos ideológicos y que la justicia se imparta del único modo posible: sin condicionamiento alguno y como dictan las leyes de la República.

La justicia en lo legal y la solidaridad en lo espiritual, son lo único que puede, en parte, resarcir el daño ocasionado. Ni las instituciones, la ciudadanía, o la sociedad civil; ninguno de nosotros puede estar de espaldas a un tema tan sensible. Investigar a fondo lo ocurrido, frenar el acoso, castigar a los culpables y acompañar a las víctimas es responsabilidad de todos si queremos un mejor país.

A las víctimas, La Joven Cuba sí les cree.

13 diciembre 2021 37 comentarios 2,5K vistas
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La Joven Cuba (1)

Todos los derechos para todos los cubanos

por Consejo Editorial 16 noviembre 2021
escrito por Consejo Editorial

Un fantasma recorre Cuba: el fantasma de la represión. Su brutalidad y torpeza ubica a años luz la posibilidad de que el sueño de una nación «con todos y para el bien de todos», de un proyecto social «de los humildes, por los humildes y para los humildes», se materialice. Botas embarradas con la tinta de la Constitución de la República han profundizado estos días la fractura que escinde a los cubanos en bandos aparentemente irreconciliables.

Hemos visto con vergüenza y horror que en muchos puntos del territorio nacional acontecieron actos de repudio contra personas que deseaban ejercer el derecho a manifestarse pacíficamente. Los videos y denuncias inundan las redes. Los gritos, consignas y móviles son los mismos de años atrás; los repudiantes, sin embargo, son menos en cantidad y en no pocas ocasiones han debido ser trasladados desde lugares distantes para injuriar a personas que ni siquiera conocían.

Se ha privado a ciudadanos de su derecho a circular libremente, sin que medien órdenes judiciales ni causas legales. Otros han sido detenidos por llevar prendas de ropa y una flor blancas, como si fuera un delito. Incluso, representantes de la prensa extranjera acreditada fueron privados de sus credenciales para ejercer el periodismo.

Todo esto, agudizado en los últimos dos días, estuvo precedido por una campaña de intimidación iniciada casi en la misma fecha en que fuera lanzada por la plataforma Archipiélago la convocatoria a una marcha pacífica, fijada primero para el 20 de noviembre y movida para el 15 después de anunciados ejercicios militares por parte del gobierno. Despidos laborales, acoso policial, citatorios constantes, asesinatos de reputación en los medios oficiales, han constituido algunas de las acciones de esta operación.

Derechos (2)

Todo ha sido un ejercicio de terror de Estado, materializado por un poder cuasi absoluto contra los ciudadanos que disienten. Para analizarlo no son válidos los recursos de la lógica, la legalidad o la ética.

Que el gobierno y sus seguidores acríticos asuman esa actitud contra sus propios compatriotas, aleja la posibilidad de que la actual crisis económica, social y política que atraviesa Cuba se resuelva. Con ello no solo dañan, quizás de manera irreversible, la imagen del socialismo —que es percibido por muchas personas como un sistema naturalmente represivo—, sino que también evidencian una actitud francamente reaccionaria.

Los jóvenes que ofrendaron o arriesgaron sus vidas en los años cincuenta por la Revolución, no lo hicieron para que sucedieran estas cosas. Los revolucionarios no son hoy quienes se arropan de rojo; la reacción puede pintarse de cualquier color. Abusar de otros cuando se tienen todo el poder y respaldo, por muy en desacuerdo que se esté con el pensamiento de esos otros, es una actitud cobarde e inmoral que cubre de ignominia a quienes la ejercitan.

Si existen pruebas concretas para demostrar los vínculos de esa convocatoria con acciones financiadas y coordinadas por el gobierno de Estados Unidos y sus programas de cambio de régimen, las soluciones no debieran ser actos de repudio, detenciones arbitrarias, o acciones extrajudiciales.

Supuestamente es Cuba un Estado de Derecho, con leyes y procedimientos que pueden ser aplicados; entonces, hágase como la ley lo estipula, con justicia y verdad. De lo contrario, se indica la falsedad de las acusaciones y el irrespeto a la legalidad por parte de aquellos que deben protegerla. Actuando así, parecemos uno de esos pueblos sin ley de los western de Hollywood.

Esta espiral represiva es, además, leña para la hoguera de quienes piden más sanciones contra el pueblo cubano. Las amenazas han sido formuladas desde hace mucho y la demostración de que las apetencias imperialistas siguen presentes no hay que buscarlas más allá de los cientos de miles de dólares que destina cada año el gobierno de Estados Unidos para subvertir el orden en Cuba. No verlo es desconocer una parte importante del problema.

Desde cualquier perspectiva de análisis, lo sucedido estos últimos días tiene resultados nefastos para el país. La represión solo silencia las voces por un tiempo, la ciudadanía ha despertado y exige ser escuchada.

Con su desempeño el Gobierno reveló desesperación por impedir que sea visible el alto nivel de desaprobación ciudadana con que cuenta hoy; algo que debe conocer muy bien pues durante el 8vo Congreso del PCC, en abril pasado, fue discutido por el Buró Político un «Estudio del clima sociopolítico de la sociedad cubana», que jamás ha trascendido en su contenido a la opinión pública.

Apenas tres meses después acaeció el estallido social del 11-J. La marcha anunciada para el 15 de noviembre permitió que las autoridades se prepararan. El mensaje que han transmitido es confuso y peligroso: ¿se prefieren acciones incontrolables al margen de la ley antes que acciones negociadas y autorizadas? 

Una vez más consideramos que la única salida posible para la crisis actual es la realización de un diálogo nacional, sin injerencias externas ni autoritarismos internos. Cuba es de todos los cubanos, no es feudo de unos para oprimir a otros. Si el camino asumido no se revierte y las políticas represivas no se rectifican, el desenlace puede ser terrible. Y un país fracturado y débil es presa fácil, como lo fue a finales del siglo XIX después de terminada la Guerra de Independencia. Rectifíquese a tiempo esta ruta hacia el abismo, el punto de no retorno está cerca.

Todos los cubanos debemos tener todos los derechos.

16 noviembre 2021 60 comentarios 3,6K vistas
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Donaciones (1)

¡Estamos abiertos a donaciones!

por Consejo Editorial 2 noviembre 2021
escrito por Consejo Editorial

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2 noviembre 2021 10 comentarios 2,3K vistas
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País (6)

Se ha hecho caso omiso a nuestros reclamos: un universitario el 11 de julio

por Consejo Editorial 11 agosto 2021
escrito por Consejo Editorial

Al cumplirse un mes de las manifestaciones del 11 de julio, les ofrecemos a nuestros lectores esta entrevista a Alexander Hall Lujardo, estudiante de Historia y activista afrodescendiente de ideas socialistas, que participó en aquellos sucesos.

¿Alexander, por qué decidiste conceder esta entrevista a La Joven Cuba?

Desde que salí de prisión, había recibido solicitudes de varios medios para que brindara mi testimonio; sin embargo, entendí que debía hacerlo a la revista Alma Mater, pues su versión digital se ha caracterizado por la crítica objetiva de determinadas problemáticas de nuestra realidad que no se abordan en otros espacios oficiales, además de ser el órgano del estudiantado cubano.

Luego de varias semanas de concedida la entrevista, y no obstante prometer su publicación, el silencio de ese medio se torna preocupante. En el intervalo, numerosas personas, incluyendo líderes de la FEU y la UJC de distintas facultades, han cuestionado la veracidad de los testimonios de varios jóvenes que estuvieron en prisión. Esto incluye a estudiantes universitarios que padecieron los rigores de la represión policial y han concedido declaraciones a medios independientes en las cuáles se distancian obviamente de la visión que ha tratado de imponer la prensa oficial.

Pensé que Alma Mater se sensibilizaría y daría a conocer los testimonios de varios de los universitarios detenidos, cuya análoga condición y coincidencia espacial, nos hizo establecer cercanas relaciones de amistad, como las que sostuve con Leonardo Romero Negrín, Carlos Vilá, Marcos Antonio Pérez Fernández y Jorge Alfonso Pita, entre otros.

Este último, al momento de su arresto, era miembro del equipo de Alma Mater. Su nombre había sido abordado con discreción para evitar represalias en su centro; sin embargo, por motivos personales que probablemente esclarecerá en su momento, Pita decidió renunciar a su desempeño en la revista.

En resumen, el silencio del órgano en el que inicialmente confiamos (Leonardo, Pita, Hall), sumado a la campaña de descrédito hacia los que padecimos excesos por parte de las autoridades, y la falta de solidaridad de varios líderes de organizaciones que nos dicen representar; han sido las razones fundamentales que decidieron esta entrevista a La Joven Cuba, que es además un sitio que analiza con rigurosidad, desde posicionamientos de izquierda, las problemáticas que padece la nación, y promueven así la pluralidad de voces que conforman el tejido social cubano.

¿Qué hacías el 11 de julio antes de llegar al lugar de los hechos?

Me encontraba en mi casa de Buenavista, municipio Playa, viendo el partido de la final de la Eurocopa entre los equipos de Italia e Inglaterra. En el medio tiempo del juego se produce la alocución en cadena televisiva del presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la que explicaba la ocurrencia de protestas contra el gobierno en San Antonio de los Baños.

En ese momento recibí la llamada de un colega de la Facultad, que me informó de manifestaciones en Malecón y otros lugares de la capital. Decidí trasladarme entonces hacia mi otra residencia en Centro Habana, sita en calle Jovellar y Hospital, para velar por su seguridad. Al llegar a esa zona me percaté de que los alrededores se encontraban en calma, por lo que me dirigí hacia el lugar de las protestas, específicamente en calle Galiano, donde se encontraba un grupo relativamente pequeño que manifestaba su apoyo al gobierno.

Pocos minutos después, ese grupo se trasladó por una de las calles perpendiculares a Galiano (Neptuno) y se dirigió hacia el Capitolio, donde había una mayor cantidad de personas. En ese lugar se estaban produciendo enfrentamientos, gritos e improperios por defensores y detractores del sistema político; sin embargo, no vi ningún tipo de violencia física entre los representantes de ambos bandos.

¿En qué momento tuviste algún tipo de enfrentamiento con la policía?

Aclaro que durante mi estancia en el lugar de las protestas, no tuve enfrentamiento personal alguno con la policía. Siguiendo la narrativa de los hechos, me desplazo hacia Malecón, luego de que se dispersaran los distintos grupos por motivo de la intervención de las autoridades. El grueso de los protestantes se desplazaba en dirección norte, atravesando Prado, y me dirigí en esa trayectoria.

Por momentos, la policía establecía cordones para impedir el paso de los manifestantes, pero la gente recorrió y sobrepasó los límites establecidos, atajando por calles transversales, hasta que finalmente lograron llegar a Malecón, específicamente hasta el monumento a Máximo Gómez.

Una vez ahí, comenzaron a llegar en camiones las «brigadas de respuesta rápida», vestidos de civil, armados con palos y otros objetos contundentes; además de jóvenes soldados de las FAR, los que evidentemente se encontraban en edad de servicio militar. Estas fuerzas comienzan a replegar a los presentes con el objetivo de evitar cualquier tipo de manifestación en contra del gobierno.

11 de julio (2)

Alexander Hall es estudiante de Historia de la Universidad de La Habana (Foto: Cortesía del entrevistado)

A mí me detienen exactamente en el Parque 13 de marzo, a pocos pasos del monumento a Martí, cuando la mayoría de las personas se encontraba en retirada. El motivo de la detención se debió a un altercado entre las autoridades y un grupo de manifestantes cercanos a mí, lo que provocó empujones por ambas partes como resultado de los cuales caí próximo a uno de los cordones establecidos por la policía, de modo que procedieron a mi arresto, me llevaron a una patrulla y me condujeron esposado hasta la estación de Zanja.

A mi lado se encontraba, en idéntica condición, una persona que se identificó como Isidro Méndez, que aseguraba ser un agente de protección contratado en la Oficina del Historiador.

¿En la estación de Zanja te encontraste con Marcos Antonio Pérez Fernández o Leonardo Romero Negrín? ¿En qué condiciones físicas se hallaba Leonardo?

Exacto, en Zanja identifiqué rápidamente a Leonardo, pues tenía conocimiento de lo ocurrido a raíz de los hechos de Obispo que lo habían convertido en una figura mediática. Su situación la conocía bien porque firmé un documento público reclamando su liberación y me entrevisté con el presidente de la FEU de mi facultad para aclarar su situación, así como explicar las razones que habían motivado mi firma.

Al llegar a la celda me presenté ante Leonardo, intercambiamos saludos y sostuvimos una cálida conversación. Él me explicó las razones de su detención, al tratar de interceder por la integridad física de su alumno Marcos Antonio (Marquitos), que también se encontraba allí y a quien tuve la oportunidad de conocer.

Leonardo estaba muy golpeado, tenía heridas en la nariz y moretones en las costillas de las cuales se quejaba mucho, pues afirmaba que le ocasionaban dificultades para respirar y le dolía cuando realizaba algún tipo de movimiento brusco; tenía también una herida en la pierna, la cual contaba fue resultado de un tablazo que le propinaron, además de tener el antebrazo visiblemente hinchado. Me explicó que esas lesiones las sufrió en el intento de defender a su alumno, al que las autoridades le descargaban una andanada de golpes.

¿Cómo fue el traslado hacia «Jóvenes del Cotorro»?

El traslado fue extremadamente violento, nos trataron como a terroristas, pues nos dirigieron a un camión con la cabeza inclinada a pocos centímetros del suelo, impidiéndonos la visibilidad hacia los lados y al frente. Estuvimos en ese espacio herméticamente cerrado durante alrededor de una hora. El calor era tan intenso que las paredes del vehículo sudaban, hecho que provocó el desmayo de varios compañeros.

Éramos cuarenta personas en un área que carecía de ventilación, algunos incluso se encontraban esposados, lo que restringía doblemente su movilidad. Ante esa situación, golpeamos con fuerza el techo y los laterales para pedir asistencia médica, pero se hizo caso omiso a nuestros reclamos.

Al llegar a la unidad del Cotorro, nos trasladaron violentamente del camión hacia el interior del centro penitenciario. Al bajar del vehículo, pude ver como previamente se establecieron filas de oficiales a la derecha y a la izquierda, indicándonos el camino por el que debíamos transitar. Dichos guardias estaban vestidos con ropa del Ministerio del Interior y usaban bastones de goma, con los que indistintamente golpeaban a los que recorríamos el trayecto. Este procedimiento, después supe por comentarios de otros reclusos, es conocido como «somatón», lo que indica el ejercicio de una práctica habitual por parte de las autoridades.

Al llegar al penal usaba una camisa azul con el dorsal número 10 del equipo Cuba de béisbol, y un capitán —que después se identificó como político de la unidad—, me ordenó que me la quitara, pues a su entender yo hacía un uso «no patriótico» de la vestimenta. Casi a continuación, me quitó de la mochila una bandera cubana, y advirtió que no me sería devuelta, ya que como resultado de mi arresto mancillaba el honor del atributo.

Sin embargo, al momento de mi liberación exigí el retorno de estas pertenencias, que no fueron señaladas en el libro de registros, de modo que procedieron a su devolución.

¿Cómo describirías la situación sanitaria y los cuidados ante la Covid-19 en los dos lugares donde estuviste detenido?

En el caso de Zanja existía una excesiva aglomeración. Me encontraba recluido con alrededor de treinta personas en un calabozo que no superaba los cinco metros de largo por ancho; es decir, se trataba de un lugar extremadamente pequeño para la gran cantidad de detenidos.

En el Cotorro las condiciones higiénico-sanitarias eran pésimas, pues al tratarse de un centro penitenciario que se encontraba desactivado, no cumplía los requisitos para albergar al gran número de personas que fueron enviadas. En el colectivo 6, que era la galera donde me ubicaron, varias tazas estaban tupidas, al igual que la totalidad de las duchas. Teníamos acceso al agua pocas veces al día, y por tiempo estrictamente limitado, que por lo general nunca superaba los treinta minutos.

11 de julio (2)

(…) me dirigí hacia el lugar de las protestas, específicamente en calle Galiano, donde se encontraba un grupo relativamente pequeño que manifestaba su apoyo al gobierno. (Foto: EFE)

No fue hasta el cuarto día de nuestra estancia que se nos permitió el acceso al patio para bañarnos, con el agua restringida por las razones que ya mencioné. Carecíamos de todo tipo de insumos para la higiene, como jabón, papel sanitario, pasta dental, cepillo de dientes, desodorantes, etc., por lo que permanecimos durante días en precarias condiciones higiénicas hasta que se repartieron algunos de estos materiales.

En el caso de los nasobucos, varios de los detenidos los perdieron durante la protesta como efecto de la represión, de modo que se entregó un nasobuco a cada uno de los presentes. Con respecto a la prevención de la Covid-19, se nos hizo una prueba de PCR al segundo día de nuestra estancia, y varios reclusos del colectivo resultaron evidentemente positivos por lo que fueron aislados del resto.

¿Presenciaste algún tipo de violencia, física o psicológica, al interior de la unidad «Jóvenes del Cotorro»?

Debo decir que nadie, absolutamente nadie, estuvo exento de la violencia que ejercían las fuerzas del orden contra los reclusos, en sus diversas expresiones. Muestra de ello eran las constantes ofensas sexuadas, las amenazas mediante el empleo de adjetivos denigrantes —se le dice de modo recurrente a los detenidos que son unos «maricones», «hijos de puta», entre otros calificativos cuya intención es humillar su integridad—.

También el uso del bastón como elemento intimidatorio, el acto de desnudarnos durante un tiempo relativamente prolongado, las agresiones esporádicas a los detenidos, la violación de la privacidad individual al ocuparse los teléfonos celulares y exigir bajo amenazas las claves secretas, entre otras prácticas que denotan el uso constante de la violencia como elemento naturalizado en ese tipo de espacios.

Entre las más vulneradas se encontraban aquellas personas visiblemente golpeadas, que tenían heridas en su cuerpo; sin embargo, especial ensañamiento sufrió un vendedor ambulante de Centro Habana conocido como Jose el panadero, a quien anteriormente había visto en reiteradas ocasiones en sus ventas en el barrio de Cayo Hueso. Aunque en realidad no lo conocía personalmente, intercambiamos saludos a mi llegada a Zanja.

En el traslado, Jose se encontraba doblemente esposado —con acero y plástico—, por lo que las autoridades supusieron que se trataba de una persona que había tenido algún altercado con las fuerzas del orden; además, llevaba como vestimenta una camiseta con la bandera cubana que intentaron quitarle de manera infructuosa. Pude ver como lo golpeaban repetidamente, pues se estaba delante de mí en la fila cuando nos dirigíamos al comedor, en el que se nos hizo la inspección y donde estuvimos parados de frente a una pared por alrededor de dos horas.

Su actitud, que desafiaba con la mirada la agresividad de los oficiales, hizo aumentar el odio y ensañamiento contra él, por lo que los golpes, bastonazos y piñazos, propinados por todas partes, arreciaron. Era posible percibir en su mirada el asombro ante tanta violencia, acompañado de una impotencia absoluta al verse incapacitado para efectuar cualquier tipo de movimiento defensivo. No supimos más de él, a pesar de preguntarles a detenidos de otros colectivos, por lo que supusimos que fue enviado a una celda de castigo.

Volvamos a tu relación con Leonardo Romero Negrín al interior del penal ¿Los identificaba algún tipo de concepciones políticas?

Con Leonardo hablé muchísimo, no solamente en Zanja, sino la mayor parte del tiempo de reclusión en el Cotorro. Conversamos ampliamente sobre ideas políticas, ideales socialistas, literatura, historia, entre otros temas. Su figura sobresalía por encima del resto. Recuerdo que improvisó una tribuna para recitar a viva voz poemas de José Martí, seguido de canciones de reconocidos trovadores como Santiago Feliú, Frank Delgado y Silvio Rodríguez.

Intercambiamos sobre problemáticas de nuestra realidad y debatimos con personas de otras tendencias que se manifestaban favorables a la intervención norteamericana como vía de solución a la crisis que había motivado las protestas. Es importante aclarar que otros estudiantes también formaron parte del debate y sostenían posturas similares a las nuestras.

Leonardo es una persona que gusta del debate y la polémica sobre temas políticos; a mí también, de modo que esto nos hizo establecer una fuerte empatía. Además, existía una enorme coincidencia de ideas entre nosotros, debido al carácter antimperialista de nuestra condición política, de nuestro pensamiento socialista como concepción filosófica.

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(…) identifiqué rápidamente a Leonardo, pues tenía conocimiento de lo ocurrido a raíz de los hechos de Obispo que lo habían convertido en una figura mediática.

Ambos consideramos la pertinencia de esa concepción para la resolución de los problemas socioeconómicos que afronta la humanidad en el presente, teniendo en cuenta el carácter imperial del capitalismo salvaje, que oprime e invade a otros pueblos considerados inferiores como justificación ideológica, para saquear sus recursos naturales impulsado por la lógica del capital; al tiempo que su funcionamiento sistémico deshumaniza la existencia del hombre, al tratar de naturalizar actitudes egoístas, individualistas, consumistas, desiguales e irracionales como vía para su sostenimiento.

Sobre esa realidad, entendemos la necesidad de fundar nuevas concepciones epistémicas, democráticas, filosóficas, políticas y socioeconómicas que permitan la conformación de un sistema social más adecuado para el desarrollo armónico de la vida en el planeta, y sostenemos que la tradición científica del pensamiento marxista se adecua perfectamente a esas necesidades del ser humano.

Eso nos convierte en simpatizantes de la izquierda socialista, así como de las distintas alternativas del pensamiento y la praxis política que en el presente se están produciendo en el mundo, como son las disidencias sexuales, las alternativas ecosocialistas, el freudomarxismo, el antirracismo, el feminismo progresista, las corrientes neo y posmarxistas, entre otras formas de producción intelectual que incorporan la tradición del pensamiento revolucionario en la contemporaneidad y que es necesario introducir en nuestro país de forma crítica y renovada.

A lo anterior se añade el carácter martiano y patriótico de nuestras ideas para el establecimiento de una sociedad basada en la justicia social.

Además, entendemos que la solución de los problemas en Cuba requiere del fortalecimiento de la democracia, la participación ciudadana, así como en la capacidad de decisión de la ciudadanía, por ende, nos oponemos a la intervención de un gobierno extranjero, así como a la injerencia de cualquier otra nación en los asuntos internos del país. Estos temas se convirtieron en materia recurrente de las conversaciones diarias, así como de numerosas pláticas, debates y discusiones entre nosotros.

¿Tuviste conocimiento de la historia que Leonardo Romero Negrín publicó en LJC respecto a todo lo que sufrió desde su arresto hasta su estancia en la prisión?

Así es, tuve no solamente la oportunidad de leer su historia, sino también de escuchar el podcast que la acompañaba. Reafirmo en esta entrevista, y asumo las consecuencias de mis palabras, que no hay una sola mentira contenida en ese relato, en lo que concierne a los hechos narrados por Leonardo sobre su estancia en la unidad de Zanja y posterior traslado hacia la prisión «Jóvenes del Cotorro», teniendo en cuenta que son escenas que pude constatar a partir de mi propia experiencia.

Resalto este punto debido al intento de desacreditar esa declaración por parte de los medios oficiales, así como de sus voceros en múltiples plataformas. Parte de mi interés en conceder esta entrevista consiste en potenciar la necesidad de crear una comisión multidisciplinar encargada de investigar seriamente estos hechos. Ese trabajo ya ha sido iniciado por Fiscalía Militar, órgano al que varios de nosotros hemos dado declaraciones que explicitan las violaciones e irregularidades cometidas en nuestro proceso de detención.

Aún nos encontramos a la espera de los resultados de esas investigaciones, así como de la notificación de cualquier medida que se haya tomado contra los responsables, y nos hallamos en total disposición para el esclarecimiento de esos eventos, como dictan las leyes y los órganos de justicia.

¿Existió otro tipo de irregularidades por parte de las fuerzas del orden que no hayas mencionado?

Quisiera resaltar el tema de la incomunicación, porque se ha dicho reiteradamente que las listas de desaparecidos no tienen ningún fundamento real. Sin embargo, en mi caso, mi familia y amigos no tuvieron conocimiento de mi paradero hasta después de cuatro días. Desde el momento de mi arresto en horas de la tarde del domingo 11 de julio de 2021, hasta la madrugada del jueves 15, nadie tenía conocimiento de mi ubicación, lo que demuestra que las autoridades pertinentes no informaron según dicta la ley.

Debido a esa situación, pasadas las 72 horas, como está establecido, mis familiares procedieron a la denuncia y circularon la noticia de mi desaparición en redes sociales, razones por las que mi nombre aparece en varias de las enunciadas listas. Como evidencia de mis palabras, poseo el acta de la denuncia realizada a las autoridades policiales.

Es importante reivindicar esos listados en tanto estrategias de búsqueda alternativa en diferentes grupos y plataformas digitales, asumidas por los familiares de los detenidos que no tenían conocimiento de sus seres queridos, así como de las condiciones físicas en que se encontraban. Por ello, es inaceptable que se les valore en calidad de instrumentos de manipulación contra el gobierno.

Esa falta de información hacia los familiares de los detenidos, demuestra los desacertados procedimientos llevados a cabo por las fuerzas del Ministerio del Interior, así como las flagrantes violaciones a los derechos constitucionales de las personas que se encontraban bajo arresto.

¿Cómo valoras, desde tu condición de activista afrodescendiente, la participación de la población negra en las protestas del 11-J?

Debo decir que llamó poderosamente mi atención el fuerte protagonismo de la población negra en las protestas del 11 de julio. Ello se podía notar en el gran número de afrodescendientes que tuvieron participación directa en esos eventos, sumado a su numerosa presencia en las celdas de Zanja y en el resto de los colectivos que integraban las galeras del Cotorro.

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Debo decir que llamó poderosamente mi atención el fuerte protagonismo de la población negra en las protestas del 11 de julio. (Foto: Jorge Luis Baños/IPS)

Pude presenciar también, durante el desarrollo de las protestas, la fuerte carga discriminatoria que los agentes y simpatizantes del gobierno utilizaban para repeler la acción de los manifestantes, al lanzar frases como: «ustedes los negros deben estar agradecidos de esta Revolución», «la Revolución hizo a los negros personas», entre otras expresiones que creía superadas.

Semejantes planteamientos reafirman la escasa cultura sobre la temática en el país, lo que demuestra, además, la naturalización de expresiones racistas en las esferas que componen los cuerpos de seguridad de la nación. De igual modo constaté, al interior del penal, que la mayor parte de los guardias de cargos inferiores eran negros, mientras los primeros oficiales resultaban ser blancos, superando en representación a sus similares de pigmentación oscura.

A mi salida noté, además, el gran número de lecturas racializadas que desde los medios oficiales se ha hecho sobre la participación de personas negras en la movilización. Ellas han sido tachadas de «marginales», «delincuentes», «criminales», entre otros calificativos que desconocen las causales históricas, económicas y sociales que motivan semejantes comportamientos.

Los estudios desarrollados por numerosos sociólogos, historiadores, antropólogos y especialistas en el asunto —cuyas publicaciones han sido engavetadas, desestimadas o silenciadas por las instancias educativas y gubernamentales durante años—, explican que tales comportamientos muestran que el racismo se encuentra enquistado en la sociedad y continúa evidenciando expresiones que reclaman de un abordaje integral e inclusivo entre todos los actores, con el fin de lograr su visibilidad y eliminación del tejido social cubano.

Por último, ¿qué valoración general tienes de los hechos del 11-J?

Insisto en que muchos jóvenes hemos tenido participación en los hechos del 11 de julio de diversa forma, y a todos nos ha tocado vivirlos de una manera singular. Esto demuestra una inconformidad creciente en distintos sectores de la sociedad, entre los que se encuentra una parte del estudiantado universitario que no se siente identificado con la retórica anquilosada y anacrónica del liderazgo estudiantil, atado en su capacidad de decisión a las políticas gubernamentales.

Nos sumamos así a los históricos reclamos invisibilizados de la sociedad civil cubana, que ha manifestado su inconformidad de forma iracunda, desordenada y desarticulada, y cuyas expresiones populares son resultado de una crisis económico-social profunda que no ha resuelto numerosos problemas estructurales de la sociedad, atravesada por un desgaste de sus formas democráticas, así como de la fosilización de las organizaciones políticas y de masas.

En este contexto, es justo mencionar que como catalizador de las protestas han servido las sanciones que los Estados Unidos ha impuesto contra Cuba, así como los efectos socio-económicos de la pandemia de Covid-19. Pero insisto en la urgente necesidad de un fortalecimiento de la participación ciudadana en las decisiones políticas, de una democratización de la sociedad, así como de la creación de nuevos espacios de diálogo entre las instituciones gubernamentales y los diversos sectores de la sociedad civil. Ello deberá incluir a los futuros profesionales del país que hoy cursan estudios universitarios y demuestran su inconformidad con el actual modelo de gobierno.

11 agosto 2021 33 comentarios 6,K vistas
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manifestantes

Abusos a manifestantes en Cuba: necesidad de una Comisión de Verdad y Reconciliación

por Consejo Editorial 19 julio 2021
escrito por Consejo Editorial

«Contra la injerencia extraña la virtud doméstica», era la máxima de la vieja mentalidad republicana. «En plaza sitiada cualquier disidencia es traición», nos repiten en Cuba hasta la saciedad. Pero ocurre que en el camino de guardar silencio para no dar armas al enemigo externo, se pueden extraviar la virtud y la justicia.

El testimonio que aquí se narra es demasiado grave, pero lejos de atizar pasiones políticas de cualquier signo ideológico, debemos serenarnos y poner, como ciudadanía, la vergüenza, la indignación y el desconcierto, al servicio del decoro y la decencia.

LJC solicita al gobierno cubano, primero que todo, garantías para la seguridad de Leonardo Romero Negrín; y segundo, el establecimiento de una Comisión de Verdad y Reconciliación que de manera transparente investigue estos hechos y otros que pueden haber ocurrido durante y después del 11-7.

***

¿Cuál es tu condición legal en este momento?

Estoy en reclusión domiciliaria, a la espera de un juicio por desorden público.

¿Por qué te cogieron preso en la manifestación del 11 de julio?

Estaba caminando y vi a un alumno mío en medio de la manifestación. Él tenía una cámara y estaba grabando. Lo sostuve por el brazo para evitar que alguien se lo llevara o que un tumulto de gente viniera y le diera golpes. Estábamos exactamente debajo de la cámara del hotel Saratoga; de hecho, le dije a los oficiales que si me negaba a declarar lo único que podrían usar era la grabación de esa cámara que muestra punto por punto lo que allí sucedió.

Estaba con mi alumno en la acera del hotel, viendo lo que pasaba. No me atreví a tomar partido en ese momento, a pesar de que vi atrocidades de todo tipo. Sabía que estaba en un proceso anterior por la manifestación de Obispo y no me podía meter en nada para no complicarme.

Manifestantes (2)

Leonardo Romero fue uno de los manifestantes detenidos el 30 de abril en la calle Obispo. Portaba un cartel con la frase «Socialismo sí, represión no».

De pronto, cuando miré hacia el lado, vi que a mi alumno le estaban dando golpes cuatro civiles. Él estaba tirado en el piso en posición fetal, para proteger la cámara, y estas personas le daban golpes y pisotones. Lo único que hice fue tirarme sobre él para que no lo golpearan más. Me cogieron varios oficiales, me hicieron una llave, me dieron golpes, pero no fue ahí donde me golpearon de verdad.

Me llevaron a la estación de Dragones, que está exactamente a una cuadra, y cuando entramos me tiraron en el piso de un estrallón y entre cuatro personas me cayeron a patadas por todas partes. Me cubrí la cara con los antebrazos y siguieron dándome patadas, por eso tengo un antebrazo hinchado, un médico lo vio. También una costilla me duele, no llegó a fracturarse, pero me duele y eso el médico también lo vio.

Después me llevaron para un patiecito. Un oficial fue con una tabla de madera blanca y una cámara en la otra mano, que era de un periodista estatal que estaba ahí y lo vio todo. No quiero involucrarlo, pero es un periodista de Alma Mater que vio exactamente todo lo que me hicieron. El oficial me dio varios tablazos por las piernas, todavía tengo las cicatrices.

Cuando iba a salir de allí vino otro oficial, el 03912 de la estación de Dragones, y le dijo a dos personas que me aguantaran, me cogió con las dos manos por el pelo y me dijo: «¡Por mercenario!». Me dio un cabezazo por la nariz, casi me desmayé, y siguieron dándome golpes antes de trasladarme a la estación de Zanja.

Ya no tienes tantas marcas en el cuerpo, precisamente porque ha pasado el tiempo, llevas casi una semana recluido.

Eso es una cosa, cuando llegamos a la estación las personas no querían que los médicos los vieran, porque sabían que si tenían golpes los iban a demorar para que se les bajara la hinchazón y entonces soltarlos.

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Detención el 11 de julio (Foto: Yamil Lage/AFP)

A todos los que estuvieron en Ivanov —nombre con el que comúnmente se conoce a la prisión para menores del Cotorro— los pueden interrogar por separado, ponerles el polígrafo, que cada uno va a decir lo mismo sobre los golpes que yo tenía: un antebrazo completamente hinchado —el médico lo notificó—, la nariz con un hematoma, golpes detrás de la pierna, y la costilla.

Cuando nos llevaron al médico, le estaba explicando del golpe que tenía en la nariz, y mientras le decía del que tengo en el antebrazo, llegó un oficial que estaba fuera, me llevó y me dijo que ya no tenía nada que hacer ahí. Yo le había preguntado al médico si era civil o militar, me dijo que civil; entonces le pregunté: «¿A qué respondes, a un poder o al Juramento Hipocrático?». Me respondió que al Juramento. Entonces le dije: «Mira las marcas cuáles son» —yo tenía el nasobuco bien arriba para que no se me viera lo de la nariz—, y cuando le empecé a enseñar los golpes fue que el oficial me sacó.

Había un mayor sentado afuera que era el que procesaba si alguien quería quejarse. En ese momento que me estaban llevando le pregunté si con él era con quien tenía que hacer la denuncia, porque quería hacerla. Respondió: «Yo no tengo nada que hablar contigo». Me llevaron arrastrado hasta el colectivo 6, que era donde estábamos.

Lo que me hicieron a mí fue poco. Había gente que tenía un moretón en el ojo, la cara hinchada, otros con yeso, con dedos fracturados. A un viejito lo trajeron el viernes, lo fueron a buscar a su casa porque lo vieron en una cámara. Lo bajaron en Ivanov esposado y lo hicieron pasar por algo que se conoce como Somatón. ¿Qué es eso? Pues los bajan del camión y hay una hilera de militares a la izquierda y otra a la derecha, y tienen que pasar todos los reclusos por el medio de esas dos hileras para que les caigan a tonfazos [golpes propinados con las tonfas, arma contundente reglamentaria].

Esas personas no estaban haciendo nada, solo caminando esposados y les cayeron a golpes. Ese viejito de 74 años tiene un hematoma en toda la barriga, en las costillas. Por eso digo que lo que me hicieron no fue nada en comparación con lo de otros. A mí el brazo me duele, pero no tengo tanta hinchazón, lo de la nariz casi no se nota, pero tengo la cicatriz detrás de la pierna y el dolor en la costilla.

Manifestantes (3)

Leonardo (primero a la izquierda) festajado con amigos

Cuando me estaban interrogando le pregunté al instructor su nombre y le pedí que trajera al oficial de guardia. Eso fue al segundo día. Le dije que quería denunciar a todos los que estaban dando golpes ahí y me respondieron que yo estaba en medio de un proceso, que no podía hacer una denuncia. Entonces les dije: «Sépanlo todos ustedes, que a lo mejor ninguno lo sabe, estos dan golpes». Y los señalé, ellos negaron que dieran golpes, lo que es totalmente falso. Allí tienen total impunidad por las noches, cuando no hay ningún oficial.

Por ejemplo, a la hora de dormir uno se sentó en la cama porque le dolía la espalda y no quería acostarse. Le dijeron que se tenía que acostar, él explicó que tenía dolor. Le dijeron horrores, entraron y se lo llevaron. Todo el mundo lo vio. Era un muchacho rubio. Le cayeron a tonfazos y a golpes delante de todos, la unidad se despertó. Como ese caso se dieron más.

Cuando llegamos a la unidad nos desnudaron a todos. Nos decían que nosotros éramos unos maricones, chupa p… y que nos iban a coger el c…. Nos tuvieron contra la pared durante dos horas, llevábamos cuarenta minutos desnudos esperando, venían por detrás y me halaban el pelo —lo tengo largo—, y me decían: «Chinita, con este pelito se puede hacer tremendo peluquín». Me tocaban las nalgas, a mí y a otros también.

En una ocasión dieron con una tonfa en la mesa, José, el panadero, se viró asustado y le dijeron que qué miraba. Le cayeron a galletas. Él estaba esposado y solo gritaba: «¡Yo no he hecho nada!». Ellos le decía: «¡Cállate y no me mires la cara!». Eso lo vieron todas las personas del colectivo 5 y 6 de Ivanov, ellos pueden contar exactamente lo mismo. Como ese ejemplo hay más, pero no conozco los nombres.

¿Cuál es tu situación procesal?

Me notificaron que estoy en reclusión domiciliaria, como estaba antes por lo de Obispo pero con un nuevo proceso.

¿De qué se te acusa?

De desorden público, pero yo les dije que no desordené nada. En la cámara del Saratoga está todo, cuadro por cuadro. Yo solo estaba parado, ni siquiera grité aunque hubiera querido hacerlo pero no lo hice por lo del proceso anterior. Lo único que hice fue ponerme arriba de mi alumno para que no le dieran golpes.

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Yo venía desde el barrio de Jesús María, y cuando crucé la calle Monte vi un tumulto de personas corriendo, gente gritando. Fui hacía la derecha, al Saratoga. No me metí, pero ganas no me faltaron de hacerlo porque vi manifestantes con la cabeza partida, recibiendo golpes, gente que se estaba manifestando pacíficamente y lo decía: «¿Por qué nos llevan si nos estamos manifestando pacíficamente?». Muchos auxiliaban a los que se estaban llevando y mientras se los llevaban les caían a golpes por la cara. Cuatro inmovilizaban y otros golpeaban.

Me pegué para la esquina de hotel Saratoga. Allí sucedieron varios eventos. Un señor, que parece que tenía una colostomía, se le fue la venda, se le salieron las tripas y empezó a gritar. Yo estuve todo el tiempo con mi alumno de la mano para que no le pasara nada.

Delante de mí le dieron golpes a un muchachito y pasó una escena que nunca voy a olvidar: vino un viejito que parece que duerme en la calle y se acostó al lado del muchacho que tenían tirado en el piso y le dijo a los policías que si se lo llevaban tenían que llevárselo a él también. Al viejito evidentemente lo estrujaron y lo montaron en una patrulla.

Minutos después de que pasara eso sucedió lo de mi alumno, le cayeron a golpes entre cuatro personas. Él solo estaba grabando, no gritó porque una de las cosas que le dije fue que no se complicara por ser menor de edad. Su nombre es Marcos Antonio Pérez Fernández, fue alumno mío cuando estaba en décimo grado, yo estudiaba en la universidad y daba clases.

Él fue acusado de desorden público, salió libre sin ningún cargo y con una multa de dos mil pesos. Ahí están los videos de cuando le quería quitar la cámara y le cayeron a golpes.

***

Escuche este testimonio en la propia voz de Leonardo Romero Negrín

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