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Autor

José Manuel González Rubines

José Manuel González Rubines

Periodista y profesor

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar y el suicidio de un hombre de otra época

por José Manuel González Rubines 7 enero 2023
escrito por José Manuel González Rubines

Juan Pin Vilar sabe claramente cómo quiere matarse. Nunca echaría mano a una escopeta para terminar estampando sus sesos en una de las paredes de su apartamento del Vedado; tampoco se colgaría de una soga hasta quedar como una lámpara de techo azul y deslenguada. Esos métodos laboriosos y rudos, son demasiado tradicionales para alguien tan heterodoxo como este realizador audiovisual.

Con una personalidad como la suya —mezcla de guapo de barrio, patriota e intelectual agudo, y Don Juan criollo—, si cometiera uno de esos suicidios comunes, alguno de sus muchos amigos tendría la sospecha de que esa no fue obra suya, sino la vulgar adaptación de otro director.

Juan Pin se iría de este mundo después de tomar hasta el fondo del vaso un batido de mango bien frío, cargado con ciento veinte pastillas de meprobamato.

Sin embargo, aunque afirme que solo por sus hijos no se quitó la vida el día que se descubrió convertido en un hombre del ayer, y pese a que quizás nadie se lo ha dicho, todos saben que miente: él nunca se mataría, porque si bien asegura vivir en el pasado, hablar del futuro le moja los ojos. Con tal «debilidad» no podría privarse de participar en la construcción del mañana.

Es difícil imaginar, además, que un tipo que admira a Quintín Banderas y a Fructuoso Rodríguez, recurra a un mango empastillado para irse sin dolor al otro barrio, sobre todo si está seguro, como gritó hace algún tiempo, que «este país se acabó, se fue a la mierda y no va a levantar ni a jodía».

No, Juan Pin no se va a matar. Lo más probable es que continúe apegado al consejo que dio a su hija e intente acumular «todos los méritos posibles para no subir al cielo, porque seguramente es el lugar más aburrido del planeta».

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar con sus hijas y su madre. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Has dedicado tu vida a la dirección de materiales para la televisión y documentales, y te han censurado en no pocas ocasiones. ¿Cómo influye en un creador sufrir censura?

Estoy acostumbrado a la censura desde niño porque mi padre, Juan Vilar, fue censurado. Por tanto, llego a ella sabiendo qué es y quiénes la ejercen, aunque cambien las personas. El Partido es el mismo, por eso es inmortal. En Cuba uno se pasa la vida creyendo que quien censura es la Seguridad del Estado, y es cierto que interviene en algunas cosas, como decirte que no vas a salir de tu casa o del país; pero es el Partido quien elabora el pensamiento que forma al censor.

Hay dos tipos de censores: uno que cree realmente en Dios y otro que lo que quiere es el vino y la harina para hacer las hostias. No obstante, el segundo se va a comportar exactamente como el primero, porque no hay nada más etéreo que Dios. «Dios dice…», ese recurso lo inventaron los curas para asegurar que algo viene de arriba y está más allá de nuestro alcance, porque de qué modo podrías encontrarte con Dios para cuestionar lo que otro dijo en su nombre. Igualito funciona la censura.

Desde el punto de vista del creador, es lastrante, porque en la imaginación hay un proceso que lleva a elaborar la idea de una obra —un cuadro, un texto, una canción o un documental. A partir de eso y a través del lenguaje, encuentras la forma de comunicar lo que quieres al espectador. Cuando te censuran, siempre lo hacen por la imaginación de otros, por lo que otros piensan que debe ser, alguien que dice representar lo mismo que posiblemente tú quieres representar y que, sin embargo, te censura.

Pero más allá de esto, pienso que lo importante no es la censura en sí misma, sino la actitud ante ella. Una vez me llamó una amiga y me dijo: «Juan Pi, tengo un muchacho que canta de madre, se llama Tony Ávila, y en el programa de trova que hace el Canal Habana no lo dejan cantar una obra suya que se llama Mi Casa.cu». Yo nunca la había escuchado, pero por principios siempre respondo lo mismo y nunca me he equivocado: «Venga para donde estoy yo y cante». ¿Quién dice que alguien no puede hacer algo así?

El dueño de la Coca Cola es el dueño de la Coca Cola, pero si aquí la televisión está al servicio del pueblo, ¿en dueño de qué se erige quien censura? ¿Dónde está la opinión del pueblo que dice que Micasa.cu no puede salir? Eso no existe, está basado en la opinión de alguien. Allá quien se deje poner un asesor. Yo solo trabajo con quienes me aporten y me digan que lo que creía que era una rumba, realmente es un guaguancó. Ese conocimiento sí lo reconozco y aprecio, lo otro no lo quiero.

¿Has aplicado tú la censura?

Nunca en mi vida. Al contrario, he pecado por no hacerlo. Pero sí le he dicho a alguien: «No me cojas el programa para cantar eso porque sé que si lo haces no va a salir y esto no es mío». En Coppelia podemos sentarnos y hacer cualquier cosa, pero no voy a dejarte en mi programa cantar una canción que diga «¡Abajo Fidel Castro!».

¿Acaso usarla para protegerse no es el componente práctico de la censura?

No, es el componente responsable porque sabes que estás participando de un proyecto que no es tuyo. Eso no lo pagué yo, podrías decir algo así si lo pagara yo y quisiera que lo dijeras. Pero en el caso de la televisión cubana, eso no es mío, no lo pago yo y hay personas que dependen de ese trabajo y quién soy para privarlos del sustento. Además, hay que tener poca imaginación para querer decir «¡Abajo Fidel Castro!» y decirlo de ese modo.

En el mundo está definido quién es el dueño, pero aquí el problema es precisamente la indefinición. Ahí, en la indefinición, está el Partido, que es lo peor que tiene este país, construyendo un imaginario para la cultura. El Partido es el lastre más grande que ha habido, en cierto sentido.

¿Por qué en cierto sentido?

Porque el Partido también es quien ha organizado las escuelas de arte, es el que ha hecho que el arte llegue a lugares donde en otros países no llega. Lo que hay que quitarle al Partido es la posibilidad de interpretar la Biblia, haciendo un paralelismo. ¿Cuál es tu aporte en este campo para censurarme?

No todo el mundo tiene las mismas interpretaciones y, si vamos a hablar de algo, pues hay que hacerlo en serio y con base. La comprensión del marxismo que tiene Lukács no es la de Machado Ventura. Lo que no puede pasar es que te subas sobre Lukács y Foucault y elijas cuál es el que tiene razón según tu criterio.

El mayor censor que yo he conocido en el cine cubano se llamó Alfredo Guevara. Nadie censuró más que él en este país. Ni el Partido. Decidía qué guion se filmaba y cuál no. Tenía dos o tres subordinados que le hacían el paripé y se echaban las culpas, pero él era el tipo. Lo mismo te trataba como Emilio Azcárraga, presidente de Televisa —«Oye, te dije que esa película no va»—, que si te consideraba, entablaba una discusión contigo y en esa discusión había una interpretación sólida. ¿Me comprendes?

Ahora viene uno y te dice que esto o aquello es así porque es lo que está establecido. ¡Ey, ey, ey, not problem! ¿Quién lo estableció? Si vamos a creer en lo establecido nos hubiéramos quedado en 1902, que ya todo estaba establecido.

¿Crees que el socialismo tiene una necesidad especial de censurar, más que otros sistemas?

Sí, la tiene.

¿Por qué?

Porque el socialismo es el único sistema que sostiene una burocracia de partido único, portadora de una sola línea de pensamiento. Eso no quiere decir que en las mil formas de capitalismo o en el neoliberalismo —que no se aplica igual en Chile que en Costa Rica—, no existan las mismas reglas del juego, pero tienen líneas de pensamiento diferentes y grupos de poder que se concretan en un fin.

Aquí no hay grupos de poder, aquí hay grupos de burócratas que aspiran al Lada que les toca, al apartamento que les van a dar, a la gasolina, a los dos viajes al año, y si mejoras un poquito, puedes aspirar a tener otro tipo de relación que ofrece otras posibilidades. Da igual ahora que en el 60. Hay una sola línea a la que todos los grupos de poder se van subordinando porque les va la vida.

El socialismo no crea bienes materiales que alimenten la espiritualidad que una sociedad de consumo vende.

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar: «Polanco, Díaz-Canel, Marrero, todos saben que de lo que se trata es de no ser pueblo. Está cabrón ser pueblo, da lo mismo si es ahora que en el 83 con los mercados libres». (Foto: Cortesía del entrevistado)

Eso hace que la gente dependa más del sistema.

Ahí es donde está el gran lío.

O la gran clave que lo hace funcionar.

Sí, también puede ser la clave. Polanco, Díaz-Canel, Marrero, todos saben que de lo que se trata es de no ser pueblo. Está cabrón ser pueblo, da lo mismo si es ahora que en el 83 con los mercados libres.

Un día estaba celebrando un cumpleaños y uno de los invitados, un personaje, me pidió un trago. Yo cogí una botella de Havana Club añejo siete años y le preparé un doble, con dos hielos y un vaso de agua mineral con gas y limón. Cuando le llevé el trago, me señaló para otra habitación donde había un grupo tomando whisky y me dijo: «Lo que yo quiero es aquello. Verdad que tú naciste después del 59».

Mi generación, los normales, y mucho más allá de los normales, conocíamos el Havana Club; pero había gente en Cuba que conocía el J&B y Chivas Regal. Ese era el socialismo en un mundo cerradito.

La primera vez que Jimenito [Comandante del Ejército Rebelde Guillermo Jiménez Soler], fue a la Unión Soviética como alto oficial del Ministerio del Interior, me contó que cuando te reunías con uno, te ponía tres tipos de vodka y cuatro salamis; subías de nivel y te brindaba tres tipos de vodka, un whisky y un coñac, además de los salamis y también un chorizo español. «Y así iba subiendo hasta que al final llegabas a un lugar, Juanpi, que era infinito», me decía.

¿De eso se trata lo que defiende la burocracia, la superación dentro del sistema hasta llegar al infinito?

Exacto, de eso se trata. En el socialismo el infinito no depende de tu salario, depende de posibilidades, de relaciones; no de dinero. En el capitalismo, salvo por algunos temas clasificados, cualquier funcionario da clases en Harvard y hay un cheque gordo una vez al año para que el tipo cuente cómo vio la Crisis de Octubre desde la base de Fort Lauderdale; aquí estoy esperando por un General que se atreva a hablar en un preuniversitario algo que no sea cuándo conoció a Frank País.

El capitalismo tiene otras reglas, que si te sales de esas también te mueres, y para eso están las series de Hollywood, para ver cómo te mueres porque contaste lo que no debías contar.

Ya que hablamos de contar, sé que tuviste una relación muy cercana con Papito Serguera, personaje muy polémico de la vida política y cultural cubana, que pasó a la historia como censor. ¿Cómo un censurado admira a un censor?

Primero, porque nunca negó que fuera un censor, y segundo, porque explicaba esto que yo te dije. Te voy a hacer una anécdota. De ella está vivo Eliseo Altunaga, mi papá murió. Ellos hicieron un teatro testimonio sobre las Panteras Negras, con actores declamando y demás. Fue una de las primeras cosas que hizo Estela Bravo aquí. Cuando terminaron, llegó Mayita, secretaria de Papito, y le dijo a mi papá: «Juanito, dice Papito que subas».

Allá fueron, al despacho. «Siéntense ahí. Taba bueno eso, bueno. Muy inteligente, chico». Él hablaba con el dejo de los santiagueros. Rin, rin, sonó el teléfono. «Sí, pónmelo. Es Almeida, un momento», les dijo. «Sí, sí, Juan, tamos en eso». Colgó: «Llamó el negro, tienen uno a favor». Rin, rin, otra vez el teléfono. «Sí, pónmelo. No, no, Montané, yo no estoy de acuerdo contigo pero si tú lo dices… No, no estamos de acuerdo, pero si es una orden, es una orden». Colgó: «Está uno a uno. Así es como se gobierna en este país. Estas son las reglas del juego de la censura. Si llama Celia se jodieron».

Papito era sincero, auténtico, así se sentía. Eso no quiere decir que no fuera un hombre de su época: todos eran homofóbicos, empezando por Fidel Castro. Eran así porque su época era así.

¿Eso quiere decir que le tocó ser el chivo expiatorio?

De muchas más cosas, no solo de esas, esa es la parte bonita casi. Papito fue un hombre del poder. Alfredo Guevara era un empleado del poder.

Juan Pin Vilar

Comandante Jorge «Papito» Serguera en uno de los juicios televisados contra los criminales de la dictadura de Batista, La Habana, 1959.

¿Cuál es la diferencia?

El empleado del poder es alguien a quien, en la retórica revolucionaria cubana, le falta lo principal. Con toda la historia que pueda tener Alfredo, no estoy seguro de que a Ramiro Valdés, a Lussón o a Arnaldo Ochoa, les hubiera gustado mucho. Existía porque estaba Fidel Castro en el poder. Eso no niega sus valores personales e intelectuales. Pero todo ese ideario es parte de la cultura del machismo y del poder en este país.

En cambio, Papito tenía vuelo autónomo porque fue el abogado de Frank País, salió en la primera manifestación, se encaramó en una loma y tiró tiros como un salvaje. Por tanto, los que ganaron, los que vieron en Fresa y chocolate un peligro, veían a Papito como un igual.

¿Esta misma podría ser parte de la explicación de la crisis del poder en Cuba?

Sí, también puede ser parte de esa explicación, nunca lo había pensado de ese modo. En la medida que la época cambió, los valores cambiaron y el poder entró en crisis porque quiso permanecer con los mismos valores, la misma retórica, y viendo el mundo de la misma forma.

Fidel murió viejo y decrépito y el poder quiere seguir diciéndole a los jóvenes: «Ahí está el Comandante invicto». ¿A quién se le ocurre eso? La imagen no es la de alguien invicto. Quien único creía eso era el propio Fidel porque tenía alrededor a los aduladores de la Batalla de ideas. «Qué lindo e inteligente es el abuelito. Tengo el carro roto». Dupont hizo algo más o menos parecido: cuando se puso viejo llenaba la casa de muchachos y muchachas desnudos y creía que estaba en el bosque cazando.

Por supuesto, Fidel no hizo eso, él era como un cura, un cura con su sotana verde olivo. Juan Pablo II dijo que Fidel fue el presidente que mejor lo atendió, que mejor se preparó para una visita suya. Esas conversaciones no pueden haber sido solo sobre el poder, me extraña. Deben haber sido sobre la posteridad. Para no creer en Dios ante la muerte hay que ser guapo.

Esa idea de posteridad es lo que diferencia a Fidel del resto.

De todos los que estaban en sus alrededores, Fidel estaba más allá. Se sabía en la posteridad. Tanto fue así, que recuerdo que en uno de sus últimos viajes a Estados Unidos, un periodista muy famoso de la CNN le preguntó qué sucedería cuando él no estuviera, y Fidel más o menos le respondió: «No voy a estar, cómo voy a saberlo». Igual que Luis XIV: «Después de mí, el diluvio». Hay que sentirse grande para decir que no sabes qué pasará después de ti. Si se hubiera muerto ese día, todavía estaríamos desconcertados velándolo, pero se demoró.

¿Crees que «demorarse» fue un error político? 

Fue un error de vanidad. Fidel tenía una ventaja sobre el mundo inmaterial: quiso que se lo dieran todo en vida. Él diseñó que lo enterraran en una piedra, pero no en cualquier piedra o en cualquier lugar. Quiso estar donde están el Padre de la Patria, la Madre de la Patria y el Apóstol. «Aquí están ellos y yo. Se cerró el ciclo». Es lo mismo que hizo Napoleón con el Arco de Triunfo y lo que hacían los faraones con sus pirámides. Franco se metió en el Valle de los Caídos. Es como que un emperador romano se enterrara al lado de Rómulo y Remo.

Juan Pin Vilar

Monolito donde reposan las cenizas de Fidel Castro en el Cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba. (Foto: Andrey Viarens / Blog Bajo La Estrella)

Por esto que dices parece que hay tres Fidel: el grande, el anciano y el trascendental. Me llama la atención que la transición de poder de él a Raúl se presentó como un proceso de continuidad, pero cambiaron muchas cosas.

En mi opinión, la personalidad de Raúl es muy interesante. Supo que su sobrevivencia dependía de la modestia. Tuvo claro que era el Dos y que lo mejor era que el Uno no se fijara mucho en él.

De hecho, el Uno lo quitó públicamente en los últimos años de su vida. Nadie se acuerda ya de eso, pero una vez un periodista extranjero preguntó por la sucesión, quién vendría después, y Fidel mencionó a Lage, a Felipe, a Carlitos Valenciaga, todos futuros cadáveres. El periodista siguió preguntando por alguien de la generación histórica y Fidel respondió: «Ahí está Alarcón». A eso Raúl Castro contestó por la tarde en un recorrido: «El que nomina es el Partido, lo demás es hablar catibía, por no decir otra cosa».

¿Entonces crees que Raúl llegó al poder por el Partido?

Esa es su estructura, es su base.

Pero el Partido era Fidel.

No, no metas a Fidel en una estructura. El socialismo lo único que da son diplomas, estrellitas y medallas, así iguala y diferencia. ¿Tú viste a Fidel coger estrellitas alguna vez? Ni siquiera es Héroe de la República de Cuba. Esa es la muestra de que se sabía en el Olimpo, mientras los otros estaban al principio de la montaña.

«Yo soy Fidel», esa es la más clara consigna de todas. Fíjate que esa idea está desde el principio del proceso: «Esta es tu casa, Fidel». No dice «Esta es tu casa, Partido», ni «Esta es tu casa, Revolución». Todo cuanto se hizo estuvo destinado a alimentar de la manera más sofisticada esa idea. «El Estado soy yo» es demasiado terrenal. «Yo soy Fidel» es superior.

Entonces, volviendo a la pregunta inicial, ¿cómo se transita de un sistema con alguien así en su centro, a otro diferente?

Hay que romper todos los esquemas, todas las estructuras.

¿Crees que Raúl lo hizo?

Hizo lo que pudo. Raúl dio el paso más osado que se ha dado en las relaciones con Estados Unidos en la historia de Cuba. De hecho, dio el paso dos veces. La primera, por una idea de Papito Serguera. Fue con la operación antiaérea del Segundo Frente. Para frenar los bombardeos a las montañas y zonas liberadas, secuestraron al cónsul de Estados Unidos. Eso no se estudia porque es una historia de Raúl, no de Fidel; pero fue lo que frenó los bombardeos y originó un cambio en la manera de ver la guerra.

Por tanto, cuando Raúl asumió, los americanos sabían que era un hombre con quien se podía hablar. Ya lo habían hecho sesenta años atrás. Y de nuevo se sentó con los americanos, logró un acercamiento y salió airoso. Obama vino a La Habana y, aun cuando ya este era un país vencido y destruido, dijo que la política del embargo había fracasado. Eso es lo mismo que reconocer que la política de los gobiernos de Estados Unidos, el Imperio, contra una islita minúscula, no había servido.

Es evidente que cuando Fidel estaba en retirada, a Raúl le tiraron a matar. Si alguien cree que la Guerra de los mails es una casualidad, no ha entendido nada.

¿Cuál es tu teoría?

Que muchos de los que participaron lo hicieron de buena fe, pero también estoy seguro de que algunas de las matrices que se manejaron fueron montadas o, por lo menos sembradas, como hacen normalmente las agencias de inteligencia.

¿Por qué?

Porque hubo quien se aterrorizó, no sabían qué podía pasar con la salida de Fidel. Y hay mucha gente aquí que tiene muertos escondidos en el closet. Todos vieron La vida de los otros y a nadie le gusta terminar rayado.

Estaban realmente preocupados. Escuché a hombres, como el propio Papito, decir que «el AK estaba oyendo la conversación», y a otros que veían frente a La Habana un portaaviones de Estados Unidos preparado para invadir. A ese nivel estaba el terror.

Me llama la atención tanta incertidumbre si, aparentemente, todo quedaba en familia.

Pero eso no se sabía en el momento, nadie estaba seguro de por dónde podría venir el ramalazo. ¿Tú no viste Juego de Tronos? Ahí todo el mundo es familia. Es normal que los reyes sacrifiquen peones.

¿Cómo un rey neutraliza a otro?

Yo no creo que Raúl lo haya podido neutralizar, creo que intentó sobrevivir. Le tiraron con todo y sobrevivió. Dispararon con algo muy fuerte: los intelectuales. Los textos iban contra el Partido y las Fuerzas Armadas, e inclusive, algunos unían a tres personas que no tenían que ver entre ellas: Luis Pavón Tamayo, Armando Quesada y Papito Serguera.

Recuerda que tuve un palco especial para ver esos sucesos, desde los análisis de personas como el propio Papito, Jimenito y Juan Valdés Paz, por solo mencionarte tres cerebros brillantes. Los vi analizar uno a uno los emails: quiénes los escribían, las líneas que defendían, las rutas de información. Verlos era un lujo: tres mentes que conocían el poder porque se formaron dentro de él, tenían valores auténticos y habían sido tronados.

Juan Pin Vilar

Juan Valdés Paz y Guillermo Jiménez Soler, Jimenito. (Foto – frag.: Julio César Guanche / Facebook)

Hablando de grandeza, hace un tiempo escribiste sobre las grandes causas, con una visión pesimista. ¿Cuál crees que sea la gran causa de Cuba?

Una de las grandes causas de Cuba es su real independencia de Estados Unidos. Lograrla y sostenerla, aunque sea en el hilo de un capullo de mariposa, es imprescindible, porque lo que se muere aquí es la nación.

No se acaba la Revolución cubana, esa se acabó hace mucho tiempo. No se acaba el Socialismo porque qué significa esa palabra cuando no hay ni comida ni medicinas, a eso puedes ponerle el nombre que te dé la gana. No se acaba la historia, la Biblioteca de Alejandría se quemó con todos sus documentos y la gente siguió escribiendo y contando historias hasta hoy. Aquí lo que se acaba es la nación, que es otra cosa.

Una cosa irreversible.

Si se pierde, no tiene remedio. ¡La nación! La nación es independiente de los poderes económicos, pero los poderes económicos se sustentan en una nación, aunque por detrás se coman unos a otros.

¡La nación! La gran causa cubana sigue siendo, aunque sea en el hilo de un capullo de mariposa, la independencia.

¿Y no fue esa la gran causa que nos trajo hasta aquí?

Sí, esa fue. Pero cuando esa gran causa cayó en manos de intereses políticos y partidistas menores, y de gente bruta que no entiende que son la nación y la nacionalidad, que creen que el antiimperialismo es la causa política y no la defensa de la nación; entonces sucede todo esto. Cuando no comprendes eso, terminas perdiendo la nación aunque tengas un himno, una bandera y el español siga siendo idioma oficial.

Las grandes causas han servido para que la gente deje de ver los problemas, los matices y las cosas profundas que hay que defender, y resolver, en aras de algo tan efímero como el poder, o tan fugaz como un partido. ¿Brézhnev podía decir que su partido era el de Lenin? ¿Se puede decir que este Partido es el de Blás Roca, aunque los comportamientos sean similares?

¡La nación, eso! Ahí yo creo que está lo que los Castros han defendido a su forma, igual que lo defendió Agramonte, Céspedes, Maceo o lo que entregó Blás Roca y aquel Partido en los treinta a Batista: la nación. En 1959 la gran mayoría de los centrales azucareros eran cubanos, hombres como Julio Lobo habían comprado muchos. ¿Por qué? Por interés económico, pero también por la nación.

Nada funciona ni sirve si no es robusta la nación. Mira sino la historia de los libertadores de América y el resultado de los procesos en muchos grandes países: Televisa. Aunque los mexicanos griten «¡Viva Morelos!», ahí está Televisa. Los hombres que hicieron la Revolución cubana, en esencia, entendían eso; no sé si estos que están ahora entiendan algo. 

También una gran causa puede terminar siendo una cortina de humo.

Lo fue, lo ha sido.

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar: «Nada funciona ni sirve si no es robusta la nación». (Foto: Cortesía del entrevistado)

¿Eso no las pervierte?

Sí, claro.

¿Cree que a las oligarquías le interesan las grandes causas?

A veces no, porque ellas en sí mismas son una causa, pero hay oligarquías de verdad a las que sí. La oligarquía que llevó a Miami las frituras de bacalao, el pastelito de guayaba, los chicharrones y los frijoles negros, no era anticubana en su esencia. Era proyanqui, pero cubana en sus costumbres. Estoy seguro que al viejo Bacardí no le hubieran gustado los hijos de los generales cubanos de ahora, aunque fueran a reírle la gracia y a decirle que le iban a devolver sus fábricas. Puede que por intereses políticos o económicos apoyen la Helms-Burton, pero en su casa se come arroz con frijoles. ¡Esa es la clave, esa es la clave!

Aquí todo el mundo quiere parecerse ahora a lo que sale en el Canal 41, esa es la gran derrota de todo el aparato ideológico de este sistema. No ha sido una operación de la CIA, sino de la Seguridad y todos sus asociados, que han confundido el antiimperialismo con una causa política cuando la verdadera causa es la defensa de la nación.

Entretenidos en eso, perdieron la gran causa.

¡Exactamente! Aunque ganen en lo político, han perdido. Están parados hablando boberías todo el tiempo, pero los muchachos siguen queriendo ser como lo que sale en Televisa. Ahí no hay un problema de recursos, sino de cultura.

¿Cómo se soluciona eso?

¡Ah, eso no lo sé! Cuando este país se reconstruya va a ser la envidia de muchos de nuevo, pero mi hija no sabrá lo que es una friturita de bacalao. Hay cosas que no se recuperan porque lleva muchos años construirlas, y rehacerlas no es fácil. ¡Hay que ser irresponsable para defender el poder sabiendo que lo que está costando es la nación!

Es un poco paradójico.

Pensar en eso me da una tristeza absoluta. Hombres a quienes he respetado muchísimo, ¿cómo pudieron hacer esto?, ¿cómo pudieron traicionar la nación? Eso es terrible, terrible. Quiero pensar que se equivocaron y no que lo hicieron conscientemente. Si no se equivocaron, entonces todo es más perverso de lo que uno pueda imaginarse.

¿Crees que ellos se cuestionen estas cosas?

No lo creo, porque si se las cuestionaran en un plano íntimo y secreto hubieran dicho: «Llámame a Alina Bárbara, que quiero conocerla»; «De aquí no se puede ir Julio Antonio Fernández Estrada. Regúlenlo, pero no dejen que se vaya y miren a ver cómo pueden hacer que coincidamos en algún parque para decirle algo»; «Llamen a Gustavo Arcos con cualquier excusa, sin que el rector del ISA se entere, pero tengo que hablar con él». No hacer eso es imperdonable.

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar, Alina Bárbara López Hernández, el autor y Gustavo Arcos, La Habana, 2022.

Se hubieran sentado en el contén de la acera aquel 27 de noviembre.

Si determinado protocolo político no permitía que alguno de ellos estuviera ahí, inclusive si no pudieran darnos la razón a quienes estábamos ahí, hay cosas que se pueden hacer para acercar si realmente hay interés.

Estamos muy lejos de eso.

Han asumido la supuesta causa del antiimperialismo como acción política e ideológica, en lugar del sostenimiento de la nación. La dependencia de Estados Unidos no es económica. Puerto Rico está mejor que nosotros, pero nosotros podemos mañana estar mucho mejor que ellos, sin embargo, se acaba Martí, se acaba de verdad.

Los descendientes de los cubanos que emigraron en los sesenta no saben quién es Ignacio Agramonte, ni tienen porqué. Se educaron allí, su país es aquel y a lo mejor conocen a Washington, Jefferson, Lincoln.

Lo que están haciendo de este lado es crear bandos, y esto no es de bandos. Al final van a ganar los que más dinero tienen. ¿Para qué quieren el poder? ¿Para eso? El poder sin nación es un cascarón vacío.

Están haciendo que se pierda gente muy valiosa.

Exacto, y no debería importar que no estén con ellos, es gente valiosa igual aunque difieran.

Estamos hablando de la gran causa, esa es gente valiosa para la gran causa.

Y la han perdido por gusto. ¿Hay gente de su lado que valga la pena, más allá de los estériles de Con Filo? Sí, claro, lo que a muchos no los conocemos. ¿Qué hacer entonces? Muy simple: sentarlos frente a frente para que se conozcan unos a otros. Quizá no estemos de acuerdo en nada, pero reconocemos que algunas ideas del otro son interesantes, y todo lo que es interesante mueve el pensamiento. Que no pase eso es increíble, lastrante y terrible, y es lo que me hizo ir al Ministerio de Cultura ese 27 de noviembre.

¿Crees que una de las termitas que se está comiendo ese edificio es la corrupción?

La corrupción tiene que ver con la base material. Si el champú estuviera en la esquina a dos pesos, no tienes lío para lavarte la cabeza.

Los corruptos no están para grandes causas, sino para acaparar champú, siguiendo tu metáfora.

Justamente, Jimenito los llamaba «comedores de puelco». ¿Te acuerdas de la anécdota del ron Havana Club y el whisky? Estos son tomadores de Havana Club, y muchos de los hombres del principio veían en el antiimperialismo una causa para defender la nación, aunque tomaban el whisky porque no está en él el problema, como quieren hacer ver los ideólogos, que terminan siempre en la estupidez.

Eso es humo.

Así mismo, ¡eso es humo!

Nada hay más corruptible que un mediocre, escribiste hace un tiempo.

Así lo creo, porque puedo incluso entender que haya gente que se corrompa por cosas muy grandes, pero aquí, como te dije hace un momento, hay quien se corrompe por una jaba con un champú. Eso es penoso, muy penoso.

La otra pieza son las oligarquías, como hablamos hace un rato.

Las oligarquías van a defender siempre sus posibilidades económicas, eso está claro. Ya no es un problema de apellidos; de hecho, la mayoría de los apellidos del mundo europeo son otros, aunque quedan algunos antiguos. Los descendientes de Luis XIV, aunque tengan dinero, tienen menos que cualquier multimillonario americano. Lo que más me preocupa de nuestra oligarquía es la entrega del capital material del país, conteniendo la nación. 

Por eso es que no entienden la causa del bloqueo, para ellos es una cifra. Esa es la razón por la cual hace poco un viceministro de Relaciones Exteriores dijo que Cuba no se opondría a la flexibilización del bloqueo aunque sea solo para beneficiar al sector privado. Todo lo relacionado con el bloqueo se resuelve en un chasquido, lo que no se resuelve fácil es la mirada colonial de un país sobre otro.

Eso trasciende la mirada económica y política.

¡Claro, esa es mi gran bronca! Puerto Rico está mejor que nosotros, como te dije, pero la solución que encontraron más de cien años después, fue pedir que les dieran los mismos derechos que tienen los americanos. No son una nación, aunque estén ahí.

Yo no quiero tener el mismo social security que un newyorkino, yo quiero el mío; pero que, aunque nos miren por arriba del hombro, no puedan tratarnos como a inferiores. En el sur de Estados Unidos los blancos siguen rechazando a los negros, pero no pueden hacer nada porque están protegidos por la ley.

¿Crees que están ganando las oligarquías?

Sí, claro. ¿Tú no viste lo que dijo el vicecanciller? El sector privado es minoritario en Cuba y le ponen trabas todo el tiempo. Entonces, ¿quiénes son los que ganan con esa supuesta flexibilización? La casta divina, porque esto no es Qatar, donde los ciudadanos están por arriba de cualquier europeo, aquí un licenciado en Historia va a tener que mendigar un puesto de parqueador en La Piragua, a ver si se lo dan. Siguen viendo el bloqueo como una cifra, porque de lo que pase siempre serán beneficiarios.

¿Qué se puede hacer para revertir eso?

Fácil: tiene que triunfar la revolución. Un estado revolucionario tiene que solucionar eso y que la gente valiosa de la que hablamos hace un rato tenga el poder. Hay que volver al momento en que mi mamá trabajaba en Bienestar Social y tenía las llaves de todas las residencias de los batistianos y no se llevó una pluma.

Juan Pin Vilar

Juan Pin Vilar y su madre, Marta Hernández, durante la filmación del documental La Habana de Fito. (Foto: Cortesía del entrevistado)

¿Te parece que algo como eso sea posible?

No sé si es posible, pero vale la pena tenerlo en la mente. La bronca con las oligarquías es eterna. Eliseo Diego decía que la poesía debe escribirse con las mismas palabras con las que se insultan las vecinas. Hay que lograr que la gente comprenda la importancia de las frituras de bacalao y del pastelito de guayaba. Esa es la resistencia ante el avance de esas oligarquías que quieren vendernos.

Hay un artículo de Roa que se titula « ¿A dónde va Cuba?», que escribió en 1958, otro momento terrible de la historia de este país. Yo quisiera hacerte esa pregunta: ¿a dónde crees que va Cuba?

Al abismo. ¡Coño, no debiste preguntarme eso!

Te voy a leer lo que publicaré el día que cumpla sesenta años, lo escribí el 20 de noviembre:

«Si yo no tuviera hijos me hubiera suicidado el mismo instante en que comprendí que el mundo al que pertenezco en cuerpo y alma, es el mundo de ayer. No tengo noción del futuro, tampoco aspiración de alcanzarlo un segundo más allá de este instante, ni siquiera puedo imaginarlo dentro de un país que se fue al demonio.

El suicidio duele. No existe modo de evitarlo cuando el mundo al que perteneciste colapsó, al igual que una estrella enana. Ser del pasado atormenta, aunque no define. Siempre existirá un bar que necesite un buen conversador en la entrada o sentado detrás de la mesita de aseo frente a la puerta del baño. El país no necesita héroes, solo monstruos levantan sus paredes. Felicidades to me. Sesenta años».

Como te dije, si no tuviera hijos me hubiera suicidado hace bastante. Duele mucho este país.

Te pregunté hacia dónde iba Cuba, ahora quiero preguntarte: ¿hacia dónde quisieras que fuera?

A Cuba, compadre. Cuba no se parece a Cuba.

Dicen que quienes se dedican a los audiovisuales siempre piensan en imágenes. Si te pido que pienses en una imagen que encierre lo que para ti es Cuba, ¿qué imagen sería esa?

Quintín Banderas comiendo frituritas de bacalao y, si queremos ir más allá, en un buen restaurante.

7 enero 2023 19 comentarios 2k vistas
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Gira

¿Mucha gira y pocas nueces?

por José Manuel González Rubines 7 diciembre 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Uno de los viajes más peculiares de un mandatario que la historia recuerde, fue el de Mansa Musa I, monarca de Tombuctú, a La Meca. Se cuenta que el rey era tan rico y generoso, que a su paso por El Cairo dio oro en limosnas en tal medida, que causó una masiva inflación. En las antípodas de ese relato podría ubicarse la reciente gira del presidente Miguel Díaz-Canel por Argelia, Rusia, Turquía y China.

Su periplo, en el Airbus 340-600, matrícula YV3535 de la aerolínea estatal venezolana Conviasa, ha sido catalogado por la prensa estatal como un «viaje a la luz»; otros, por el contrario, lo califican como la «gira de las limosnas» o «de la misericordia».

Un análisis de las declaraciones realizadas en cada país, permite develar las motivaciones que transversalizan el viaje: renegociar una vez más la deuda cubana —que según el último informe publicado en 2019 ascendía a 19.6 mil millones de dólares—; pedir ayuda para resolver la desesperada crisis energética y atraer inversiones a los pocos sectores clave medianamente atractivos.

Determinar lo realmente conseguido es complejo, pues la opacidad y la inexactitud se ciernen sobre muchos de los acuerdos. Según la periodista Arleen Rodríguez Derivet, quien reseñó en cinco melosos textos el periplo, ello tiene una explicación: «Desde José Martí y la Guerra Necesaria hasta estos largos años de guerra económica sin frenos, “hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…”».

Más allá del secretismo, que ya es práctica acostumbrada por estos lares, ¿qué se sabe o puede inferirse del mediático viaje?

Primera parada: Argelia (16 – 19 de noviembre)

Tras 4482 kilómetros y nueve horas de vuelo, la comitiva arribó a las 22:00 a Argel, capital de la economía número 58 del mundo por volumen de PIB. Sobre la visita a esta nación, primera en su calidad de Jefe de Estado, el presidente Díaz-Canel aseguró el 17 de noviembre, en un tuit de felicitación a los estudiantes cubanos: «logramos excelentes acuerdos para nuestra economía con hermanos argelinos».

Algunos de esos arreglos se resumen en la reestructuración de la deuda de Cuba con Argelia —cuyo monto se desconoce—, así como la eliminación del pago de todos los intereses atrasados y el aplazamiento de su reembolso «para otro momento», con el fin de «aliviar un poco el contexto económico cubano», dijo benévolo el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune.

Asimismo se habló de la donación a La Habana de un parque de energía solar a través de una empresa mixta; de reanudar el envío de combustible para abastecer las termoeléctricas, de ampliar la colaboración médica y del trabajo conjunto en la producción azucarera, tema en el que no se profundizó más allá de la enunciación.

El presidente Tebboune congratuló que se retomara la cooperación con Cuba, «lamentablemente interrumpida en 2019», según dijo sin ofrecer otras explicaciones. No obstante, es evidente que la interrupción coincidió con el fin de las dos décadas de mandato de su predecesor, Abdelaziz Bouteflika, que a los ochenta y dos años debió abandonar las intenciones de reelegirse por quinta vez debido a manifestaciones populares de oposición.

Gira

Miguel Díaz-Canel y Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia. (Foto: Al Mayadeen Net)

Las relaciones entre ambos estados en materia energética se remontan a 2016. Una nota publicada el 9 de septiembre de ese año en el periódico argelino Echorouk, aseguraba que por primera vez en la historia, la petrolera nacional Sonatrach llevaría crudo a la Isla, con el fin de compensar la falta de abastecimiento producida por la crisis de Venezuela.

También sobre el tema energético, debe ponerse en contexto —despojado de los habituales triunfalismos— lo que representaría en términos prácticos la donación de un parque fotovoltaico que se instalará en La Habana, pero que, según el ministro de Energía y Minas, «estará interconectado al Sistema Electroenergético Nacional y beneficiará a todo el pueblo de Cuba, desde Pinar del Río hasta Guantánamo».

Las dimensiones de dicho parque no han trascendido, sin embargo, una de las principales centrales solares de Argelia es la de El Kheneg, compuesta por 240 000 módulos y con una capacidad de 60 megawatts pico. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, La Habana consumió entre enero y diciembre de 2021, 3320.6 gigawatts hora. Por lo que, suponiendo que el parque solar donado sea similar al de El Kheneg —uno de los mayores del país donante—, lo que genere no representaría un aporte vital para satisfacer la demanda de la capital, menos la del país. 

En cuanto a las cuestiones relativas a los temas de salud, los vínculos son bastante más antiguos y datan de la década del sesenta. De hecho, actualmente se encuentran en las zonas menos desarrolladas de Argelia 882 colaboradores cubanos, por cuyos servicios se desconoce cuánto ingresa la Isla.

No obstante, el Diario Oficial de la República Democrática Popular de Argelia, homólogo de nuestra Gaceta Oficial, publicó el 21 de mayo de 2020 el decreto regulador de principios de la colaboración médica cubana. El texto detalla, entre otros aspectos, los montos del pago por servicios para un año de actividad en campos como la salud materno-infantil, urología, oncología y oftalmología. En total, el Estado cubano debía embolsarse 61 millones 707 367,53 euros por ese acuerdo.

A tenor con todo lo planteado, pese a que ciertamente puede haber algunas novedades en lo tocante a intercambio e inversión, la visita a Argelia supuso más el reinicio de relaciones económicas detenidas en 2019, y el perdón de los pagos de la deuda eterna que parece tener la Isla con numerosos países.

Segunda parada: Rusia (19 – 22 de noviembre)

A contrapelo de la mencionada opacidad del discurso político, más si este tiene como plataforma la brevedad de Twitter, el paso de la comitiva presidencial por Rusia, exceptuando gestos como la inauguración de una estatua de Fidel Castro en Moscú, tuvo cierto tufo gélido, y no solo porque el gigante euroasiático estuviera empezando su temido invierno.

Al aeropuerto internacional moscovita Vnùkovo 2, fue a recibir a Díaz-Canel el viceministro de Relaciones Exteriores, Serguèi Riabkov, el mismo que a inicios de año se refiriera a los intereses militares de su país sobre Cuba y Venezuela. De hecho, respecto a ese tema el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, informó que durante la visita los presidentes también examinarían la cooperación en la esfera militar. Hasta el momento, nada sobre el tema se ha hecho público.

El mandatario cubano tuvo interesantes encuentros en Rusia, nación sancionada por Occidente tras su invasión a Ucrania. Uno de ellos fue con el oligarca Igor Sechin, director ejecutivo de la empresa petrolera Rosneft, a quien agradeció «los gestos que ha tenido hacia Cuba y que han marcado soluciones en tiempos difíciles». Sechin, considerado una eminencia gris tras el trono ruso, y uno de los hombres más ricos del país, dirige la segunda empresa que más petróleo produce en el mundo.

🤝| El presidente @DiazCanelB también sostuvo un encuentro este lunes con Igor Sechin, director ejecutivo de la empresa petrolera rusa Rosneft, a quien agradeció por los gestos que ha tenido hacia #Cuba y que han marcado soluciones en tiempos difíciles. #DíazCanelEnRusia 🇨🇺 🇷🇺 pic.twitter.com/RFILaMljTR

— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 21, 2022

Otra reunión fue la desarrollada con el Patriarca Kirill. El religioso —a quien el periódico opositor Novaya Gazeta, del Nobel de la Paz Dimitri Muratov, calculaba en 2019 una fortuna de entre 3.800 y 7.600 millones de euros, con importantes negocios en petróleo, industria automovilística o joyería—; ha estado en el foco de atención por su apoyo a la invasión a Ucrania y sus posturas homofóbicas.

Independientemente de las abstenciones de la Isla en las votaciones en la ONU que exigían el cese inmediato de hostilidades en Ucrania y la condena al «intento de anexión ilegal» de territorios ucranianos, el presidente cubano aseguró que «Rusia sabe que podrá seguir contando con Cuba».

Sobre la deuda, Díaz-Canel dijo durante una reunión con la presidenta del Senado, Valentina Matviyenko, que se respetarían las obligaciones financieras «en cuanto la situación económica se alivie un poco y eso sea posible». Es importante recordar que en 2014 el Parlamento ruso ratificó un acuerdo por el cual se condonó el 90% de los 35.000 millones de dólares que Cuba debía a la Unión Soviética, y en febrero pasado el mismo órgano realizó la última reestructuración de los adeudos.

Respecto a resultados concretos de la visita, no trascendió demasiado de las más de dos horas que estuvieron reunidos los presidentes. El ministro Malmierca, a su arribo a Turquía, señaló que, entre otros temas, se había llegado a acuerdos en la modernización de Antillana de Acero, inversiones en el yacimiento petrolero de Boca de Jaruco, rehabilitación de la Planta Mecánica de Santa Clara, y puesta en funcionamiento de un centro de diagnóstico y mantenimiento de equipos Kamaz en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel.

Lo curioso es que, del mismo modo que sucedió con algunos de los temas abordados en Argelia, muchos de esos proyectos no son nuevos. Por ejemplo, la inversión en la Antillana de Acero, inicialmente de 165 millones de dólares a ejecutar en dos partes, data de 2018; las de Boca de Jaruco y la Planta Mecánica de Santa Clara ya habían sido presentadas en la pasada Feria Internacional de La Habana, y el establecimiento de centros de la productora de camiones Kamaz en la ZEDM, es un hecho desde 2019.

Esta parte de la gira no fue calificada por Díaz-Canel, aunque afirmó sentirse feliz por lo logrado. También la despedida presidencial en Twitter fue bastante menos efusiva que la dedicada a su estancia anterior: «Hasta luego, querida #Rusia. Jamás olvidaremos tu mano extendida cada vez que la necesitamos. Ni estas breves pero intensas jornadas en #Moscú. Gracias».

Tercera parada: Turquía (22 – 24 / 26 de noviembre)

En contraste con el frío eslavo, la visita a la nación del Bósforo parece haber sido mucho más satisfactoria. Pese a que solo se hicieron públicas cuestiones generales, se conocen los acuerdos logrados con el gobierno turco, aunque no lo conversado en el encuentro con empresarios organizado por la Junta de Relaciones Económicas Exteriores (DEIK), organismo especializado en diplomacia empresarial que agrupa al sector privado.

Según Recep Tayyip Erdoğan —que desde 2003 detenta el poder, inicialmente como Primer Ministro (2003-2014) y luego como Presidente—, Cuba es de sus principales socios en la región de América Latina y el Caribe. Por ello, uno de los acuerdos fue aumentar el volumen del comercio bilateral a 200 millones de dólares anuales, en consonancia con la política exterior que ha incrementado el comercio entre Turquía y LATAM de mil millones de dólares en 2002, a 15 mil millones en 2021, señaló el periódico turco Daily Sabah.

De los intercambios con el sonriente mandatario otomano, resultaron seis documentos. Las áreas identificadas de mayor interés mutuo fueron: biotecnología, energías renovables, turismo y agricultura. Si bien del encuentro con empresarios no ha trascendido demasiado, se sabe que estaban representantes de Karadeniz Holding AS, propietaria de treinta y seis buques de generación eléctrica, siete de los cuales se encuentran en Cuba.

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El Presidente cubano con Recep Tayyip Erdogan, mandatario turco. (Foto: Twitter/ @DiazCanelB)

Curiosamente, muchos de los quince destinos donde opera la referida compañía son algunas de las naciones más pobres del mundo: Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Mozambique, Senegal, Costa de Marfil o Sierra Leona.

No fue mencionada durante la visita la Global Ports Holding (GPH), mayor compañía del mundo operadora de puertos para cruceros, que en 2018 firmó un acuerdo que le permite gestionar durante tres lustros la terminal habanera.

Esperemos que la ejecución de lo pactado en este acto de amor turco no sea como las novelas de ese país que trae el Paquete semanal y que han invadido el consumo cultural de muchas casas cubanas: vitrinas hermosas e infinitas de contenidos vacíos.

China (24 – 25 de noviembre)

Muy destacable resulta que la parada más corta de la gira presidencial haya sido justamente en el país considerado segundo socio comercial de Cuba en los últimos quince años. Ankara y Pekín están separadas por 6 833 kilómetros, por lo que el Airbus 340-600 que trasladó la comitiva, tardaría alrededor de ocho horas en cubrir el trayecto, para una estancia que se aproximó a las veinticuatro horas.

En su encuentro con el mandatario chino, Díaz-Canel reconoció que se había incumplido con el pago de la deuda a causa de la situación económico-financiera del país, sobre todo a partir del año 2019. Igualmente, señaló que, aunque ha habido comunicaciones, «no es lo mismo cuando uno puede hablar, cuando uno puede explicar».

Frente a estas declaraciones es importante recordar que, en mayo de 2021, el ICBC Standard Bank Plc, con sede en Londres, presentó una demanda ante los tribunales contra el Banco Nacional de Cuba y el Gobierno de la República de Cuba, por aproximadamente 224.8 millones de dólares, que incluye unos intereses de mora que ascienden a 1.120 millones. El demandante es, nada más y nada menos, que la filial londinense del estatal Banco Industrial y Comercial de China, el mayor del país oriental.

Con una suma tan considerable de dinero y una demanda de por medio, es presumible que las sentimentales justificaciones del presidente cubano fueron recibidas con atención y agradecimiento por el pragmático dirigente chino.

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Xi Jinping y MIguel Díaz-Canel posan para las fotos junto a sus esposas. (Foto: Infobae)

Las conversaciones dieron como resultado la firma de doce documentos, entre los que resaltan los relacionados con intercambio comercial y ciberseguridad, tema este último identificado como prioridad para Cuba  debido al mentado contexto de guerra no convencional. Incluye también, entre otros elementos, donativos de cien millones de dólares, alimentos e insumos médicos, así como uniformes escolares y utensilios de cocina.

Asimismo, según el ministro de Economía y Planificación, se planteó la reapertura de viejas inversiones detenidas: la de 34 millones de dólares del dique flotante que llegó a Cuba en octubre de 2019; la reconversión de la prensa, iniciada a mediados de 2018 y que se previó duraría solo un año; y el parque eólico de Herradura, al norte de Las Tunas, cuyas obras comenzaron a principio de 2018; entre otras.

Respecto a estos acuerdos, el presidente cubano alertó: «tiene que cumplirse bien el compromiso nuestro, de cómo hacemos bien las cosas, de cómo aprovechamos las oportunidades, cómo somos eficientes, cómo no malgastamos los recursos…». Si esas son las condiciones, dadas nuestras prácticas, malos son los augurios.

Regreso a casa

Para reforzar el simbolismo en torno al viaje del Jefe de Estado, su retorno coincidió con la celebración de elecciones para delegados a las asambleas municipales del Poder Popular. El resultado de los comicios evidenciaría una paradoja: el gobierno cubano intenta relanzar sus vínculos con el mundo, al tiempo que desoye y descalifica las demandas de una parte cada vez más creciente de su ciudadanía. Como un David suplicante se muestra al exterior, en tanto se comporta cual Goliat con sus connacionales.

Gira

(Gráficos: Proyecto Inventario)

Pese a la fe monacal de los medios estatales y seguidores acríticos del gobierno en la concreción de los acuerdos; el hecho de que la mayor parte de ellos se reduzca a la reactivación de viejas inversiones detenidas o a postergaciones de los pagos de la deuda eterna que aparentemente tenemos con tantos, hacen que prevalezca en muchos la incredulidad o la indiferencia.

«Por sus frutos los conoceréis», dice Jesús en el Evangelio de Mateo. Siguiendo esa lógica, entre los permanentes errores internos, los efectos del bloqueo, las medidas de Trump y las consecuencias de la pandemia de Covid-19, parece que nuestro árbol es artificial, porque en él solo florecen explicaciones y estrategias desacertadas.

Mientras los viajes, negociaciones, acuerdos y memorandos no se traduzcan en mejoras concretas de la calidad de vida de la gente, la sensación generalizada de zozobra y la necesidad de escapar a cualquier precio del barco que se hunde, permanecerán. Un pueblo no puede vivir en permanente estado de precariedad y resistencia, por muy creativa que la pinten; un país no se desarrolla con donaciones y migajas, por bienintencionadas que estas sean.

7 diciembre 2022 25 comentarios 2k vistas
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Derechos, cascabeles y espejos

Derechos, cascabeles y espejos

por José Manuel González Rubines 27 septiembre 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Finalmente, ¡habemus Codex! Después de una de las campañas más agresivas que puedo recordar —sobresaturación se le llama en el argot de la comunicación—, el Código de las Familias ha sido aprobado. Como dice una de las muchas consignas que ha acompañado el proceso, ciertamente Cuba es hoy un país mejor.

Para muchos, esta es una de las pocas buenas noticias en materia política y jurídica de los últimos tiempos; para otros, tiene el tufo sulfuroso de los fogones del Averno. No obstante, más allá de las opiniones polarizadas y de las ganancias en materia de derechos que trae para los cubanos este texto, cuanto lo ha rodeado deja algunas lecturas que no debemos desatender.

1. Se ha llevado a referendo popular una ley inclusiva y justa, por tanto, se ha sometido a la opinión de las mayorías algo tan importante como que determinados grupos sociales deban o no tener derechos que hasta el momento les eran negados.

Sin embargo, un Código Penal que parece escrito por Hammurabi fue también aprobado sin que a la ciudadanía se le preguntara demasiado. En él se establece por ejemplo, la pena de muerte como castigo a veinticuatro figuras delictivas, casi todas relacionadas con crímenes contra la seguridad del Estado.

2. Entre los resultados de la votación en la Asamblea Nacional del Poder Popular y los del referendo del pasado domingo existen diferencias abrumadoras. Mientras en el máximo órgano de poder del Estado, donde supuestamente descansa la voluntad del pueblo, no hubo objeciones destacables, como es costumbre en ese monocromático foro, el referendo arrojó que solo el 46.6% de los ciudadanos con derecho al voto, lo hicieron por el Sí.

¿Dónde está la representación de ese millón 950 090 que votó No y cuya opinión no fue defendida en el legislativo por ninguno de los más de seiscientos diputados? ¿Por qué dos millones 195 681 ciudadanos decidieron no votar en un país donde tradicionalmente los índices de participación han sido altos? ¿Están representados en algún sitio —puesto que obviamente no es en la Asamblea Nacional— esos casi cuatro millones de personas?

Derechos, cascabeles y espejos

3. Por otro lado, más allá de lo referido a la representación, es llamativo que el 25% de los registrados para votar no acudiera a las urnas. La lectura común que se hace en casos como estos, que suceden en los procesos electorales de todo el mundo, es de desentendimiento, crítica negativa, incredulidad, falta de atracción, o desencanto. La no participación es una forma de participación en sí, del mismo modo que el silencio es una respuesta.

4. Igualmente muy sugerente ha resultado la campaña comunicacional desplegada por favor de las dos opciones. De un lado, el aparato estatal —incluidos medios que, según cuenta la leyenda, son públicos— en apoyo únicamente al Sí; por el otro, medios, organizaciones y perfiles en redes sociales llamando al No.

Sin embargo, lo que me ha parecido digno de resaltar es el hecho de que representantes de sectores históricamente oprimidos y que denuncian el autoritarismo y las prácticas excluyentes del Gobierno/Estado —miembros de la comunidad LGBTIQ+ o religiosos, por ejemplo—, asumieran posturas muy similares a las que critican.

Vi a personas tachar de ignorantes y mojigatos a quienes, haciendo uso de su derecho, votaban No; también a otros que, pretendiendo ofender, etiquetaban de homosexuales o pervertidos a quienes, ejerciendo el mismo derecho que los anteriores, votaban Sí. Ataques de esa naturaleza, más si vienen de personas que han sufrido discriminación, son una triste muestra de las carencias cívicas que tenemos. Democracia es escoger libremente entre opciones o incluso, decidir no participar.

Al margen de estas lecturas, queda una realidad: el nuevo Código de las Familias es la fachada de una casa que requiere ser (re) construida. Sus habitaciones abarcan realidades muy diferentes, por lo que la obra no es ni remotamente sencilla.

Por ejemplo, la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo no implica que de golpe se erradiquen los prejuicios contra la comunidad LGBTIQ+. Que la legalidad sirva de amparo es un paso de considerable importancia pero requiere el apoyo de un sistema educativo que instruya en el respeto a la diversidad —no solo de preferencias sexuales o identidad, sino también política, étnica, religiosa—, algo que evidentemente falta.

Ese sistema, que se debe a nuestros niños, adolescentes y jóvenes —protegidos por el Código—, ha recibido desde 2014 hasta 2021 como promedio solamente el 1% de las inversiones que se han realizado en el país, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). No extrañan entonces sus condiciones generalmente malas.

Derechos, cascabeles y espejos

(Fuente: ONEI)

Tampoco las de los hospitales a los que acudimos cuantos estamos al amparo de tan novedosa legislación, pues el sistema de salud pública y asistencia social ha recibido como promedio en el mismo período el 2% de las inversiones. Asimismo, no debe sorprender la falta de alimentos en muchas de las mesas de quienes votamos porque «el amor se hiciera ley», pues en agricultura, ganadería y silvicultura en similar lapsus se ha dejado aproximadamente un penoso 5.73% de lo gastado.

Si la preocupación por las familias y el deseo de resolver las situaciones que las perjudican es genuino, debería revisarse, además de la estructura de las inversiones que poco las benefician, la política de prohibir la entrada a Cuba a los médicos que abandonen sus misiones en el extranjero o a activistas que se oponen al Gobierno. También podrían implementarse medidas acertadas que frenen el éxodo que ha llevado a aproximadamente 180 mil cubanos a la frontera sur de Estados Unidos en más o menos un año, con la consecuente fractura de afectos que eso implica.

Por otro lado, es muy positivo que esté codificada la protección a los ancianos, pero, ¿es esta real y no solo en papeles si del casi un millón 700 mil pensionados, más de la mitad recibe la jubilación mínima, o sea 1 528 CUP que al cambio en el mercado negro (200 CUP por 1 USD) son unos míseros 7.64 USD? Intentar vivir durante un mes con esa cantidad de dinero, es estar tan protegidos como caminar desnudos bajo el sol del Sahara.

Con el salario medio, fuente de subsistencia de tantos núcleos familiares, sucede algo muy parecido. ¿Puede vivir al menos una persona —no se diga ya varias— con el salario medio de 3830 CUP (19.15 USD) al mes? No es necesaria una respuesta. Con tales pensiones y salarios es imposible que una familia pueda tener una cena digna o disfrute en sus vacaciones de los numerosos hoteles que se construyen por doquier y a los cuales les hemos (han) destinado desde 2014 hasta 2021 como promedio un desmesurado 32.35% del dinero de las arcas de la República.

La casa cuya fachada ha sido remozada con la aprobación del Código de las Familias tiene muchas más estancias que las mencionadas. La desatención, la crisis y los contextos adversos de los últimos años las han dañado casi hasta la ruina, en su mayoría. Esta ley que los cubanos nos hemos dado es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, que como a los nobles aborígenes que poblaban estas tierras, no nos entretengan demasiado el tintinear de los cascabeles y los rostros en los espejos.  

27 septiembre 2022 30 comentarios 2k vistas
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Virgen de la Caridad

Las tormentas de los hijos de la Caridad

por José Manuel González Rubines 8 septiembre 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Cuando hace once años la imagen de la Virgen de la Caridad recorrió gran parte de la Isla con motivo de los cuatro siglos de su hallazgo, Cuba era un país muy diferente. Con esa costumbre tan nuestra de exagerar el pasado, para endulzarlo o acidificarlo, según convenga, mi abuela llama a aquellos días —que son los de antes de la Coyuntura, la pandemia y el Ordenamiento— los «tiempos de la abundancia».

De acuerdo con la austeridad cuasi franciscana a la que está acostumbrado el pueblo del que ella y la mayoría somos parte, esa «abundancia» no es otra cosa que tener electricidad, medicamentos en la farmacia, carne en la mesa alguna vez a la semana, y otros pequeños lujos por el estilo.

En 1914, el sabio español José Ortega y Gasset acuñó en sus Meditaciones del Quijote, una muy debatida frase: «Yo soy yo y mi circunstancia». Según la Real Academia de la Lengua Española, la tercera acepción de la última palabra de esa máxima, asegura que es el «conjunto de lo que está en torno a alguien, el mundo en cuanto mundo de alguien».

Hoy, 8 de septiembre, cuando muchos celebran a la Patrona de Cuba, pienso en cuánto nuestras circunstancias influyen en las lecturas que damos a ese símbolo, puesto que uno de los elementos que históricamente ha contribuido a su arraigo entre los cubanos, poco dados a iglesias y dogmas, es el hecho de que en su imagen se materializan dos ideas acaso confluyentes: la Madre y Cuba como hogar, al cual se pertenece aun más allá de sus fronteras.

Virgen de la Caridad

Obra Santísima composición con bote #2, de Sergio Lastres.

Bajo la mirada serena con que los artistas han representado a la Virgen de la Caridad, ruegan tres de sus hijos de diferente origen étnico, que se debaten sobre un pequeño bote en medio de un mar permanentemente tormentoso. Es ese relato de padecimiento y salvación, el de un amor mutuo signado por la dificultad, como ha sido gran parte de la historia de Cuba y los cubanos.

Hoy los ruegos no son los de aquellos tres Juanes. Sin embargo, las preguntas que nos atormentan —más allá de los apagones y la falta de alimentos—, son igual de importantes, ya que en la respuesta que les demos y en el modo en que gestionemos sus resultados, va la vida del país.

¿Cómo solucionar el conflicto que enfrenta a compatriotas ubicados en diferentes puntos del espectro político y cuyas posturas se han radicalizado peligrosamente? ¿De qué forma resolver sin violencias, con civismo, el diferendo entre una parte del pueblo y el gobierno —expresado en forma de protestas y actos de sabotaje? ¿Sobre qué principios, legítimos para todos, emprender un proceso de reconciliación nacional que tenga en cuenta a quienes viven dentro y fuera de los límites geográficos del país? ¿Cómo neutralizar a las fuerzas que se oponen a esa reconciliación y que lucran con el conflicto de un lado u otro del tablero político?

¿Cómo desarrollar la economía sin desmantelar o abandonar —como se ha venido haciendo en los últimos años, según puede verse en la estructura de las inversiones— los logros sociales que alguna vez alcanzamos? ¿Qué mecanismos de control, transparencia y rendición de cuentas deberían implementarse para empoderar al pueblo, soberano de la República y víctima tanto de estrategias mal concebidas y chapuceramente implementadas, como de burócratas que mientras alzan las banderas del socialismo se llenan los bolsillos?

1/3 La inversión sectorial de Cuba mantuvo en el primer semestre de 2021 una estructura deformada. “Servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler” concentraron 45,5% de la inversión total, frente a 3,1% el agro, 0,8% la salud y 0,6% la ciencia e innovación pic.twitter.com/ytCVdl1yfG

— Pedro Monreal (@pmmonreal) September 8, 2021

¿Qué hacer para detener la sangría migratoria que ha llevado a la frontera sur de Estados Unidos a alrededor de 180 mil cubanos en solo unos meses? ¿Cómo proteger a los ancianos que se han quedado solos de este lado del Estrecho de la Florida? ¿Cuál puede ser la estrategia para, sin prohibiciones ni limitación de derechos, asegurar la permanencia en el país de esa parte de su población calificada y laboralmente activa, que es la que en su mayoría ha emigrado? ¿Se resolverá con medidas económicas la crisis espiritual y de expectativas que sufren muchos jóvenes?

El tema migratorio nos pone ante otras interrogantes también con respuestas complejas: ¿Quiénes están comprando las propiedades que venden los que se van? ¿Qué pretenden hacer con ellas? ¿Cómo gestionará el gobierno los probables intereses económicos y políticos que sobre la Isla puedan tener dentro de algunos años esos cubanos que hoy se han ido? ¿De qué forma influirá en la política exterior de los Estados Unidos una comunidad de cubanos en permanente y considerable aumento? ¿Hasta cuándo se coartarán los derechos políticos de los emigrados? ¿Cuál será su papel en la Cuba del futuro?

Para algunas de las interrogantes que he planteado tengo mis propias respuestas; para otras, solo dudas y miedos, que en este día, como aquellos que luchaban por su vida en la barca batida por las aguas de la bahía de Nipe, pongo a los pies de la Virgen de la Caridad. Lo hago junto con el deseo contenido en las estrofas de uno de sus himnos: «Todos tus hijos a ti clamamos: ¡Virgen mambisa, que seamos hermanos!».

8 septiembre 2022 27 comentarios 1k vistas
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palabras

Palabras con doble filo

por José Manuel González Rubines 21 julio 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Mientras el agua helada del Atlántico Norte llenaba el interior del buque aquella noche, la Wallace Hartley Band no dejó de tocar. En medio de la catástrofe, los músicos se empeñaron en transmitir con sus acordes calma, normalidad y esperanza. Cuando entonaron las notas del himno Nearer, My God, to Thee, estaban seguros de que morirían. Esa fue su última plegaria: los ocho integrantes de la orquesta del RMS Titanic, junto a cientos de personas más, perecieron la madrugada del 15 de abril de 1912.

Acercarse a mucho de lo que se hace en materia de periodismo en y sobre Cuba —especialmente en los últimos dos años—, genera una sensación similar a la que debieron sentir los hombres y mujeres que viajaban en el mítico barco cuando escuchaban la música con la certeza de que no verían otro amanecer.

Como elemento fundamental de estrategia política, la comunicación periodística es la arena donde se libra uno de los combates más encarnizados entre actores diversos. Enfocarse en ellos priorizando una perspectiva que apunte a los extremos contrapuestos, sería errar en el análisis y perder de vista el espectro de posturas intermedias. No obstante, para desgracia del debate público, son esas fuerzas reaccionarias las más visibles. Después del estallido social del 11 de julio de 2021, sus posturas se han radicalizado considerablemente y, con ello, sus prácticas.

-I-

La espiral de radicalización comenzó en los medios cubanos bajo control del PCC mucho antes de la fecha de las protestas. Aunque el espacio no tenía tintes propiamente políticos, el uso de métodos que se han mantenido —difusión de chats de WhatsApp u otras plataformas, desprotección a la identidad de los involucrados, exposición pública de cuestiones privadas—, puede ubicarse en los denominados popularmente Tras la huella del Noticiero Estelar de televisión, en los inicios de la pandemia. Allí fueron mostradas operaciones contra personas que cometieron presuntos delitos, económicos sobre todo.

Aquellos reportajes, que llegaban de diferentes provincias y eran generalmente anunciados con entusiasmo por el periodista Yunior Smith, dieron lugar, ya con el Movimiento San Isidro actuando y en medio de un escenario político mucho más crispado, a la entrada sobre las tablas del abogado Humberto López.

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Humberto López durante una comparecencia en el NTV. (Foto: Canal Caribe)

Con ilimitada ironía, quien sería merecedor del Premio a la Dignidad de la UPEC y de un escaño en el Comité Central del PCC, llevó a plenitud prácticas más que cuestionables, ilegales algunas, con el fin de neutralizar el activismo político que por aquellos días tuvo un auge inusitado, en especial después de los sucesos del 27 de noviembre de 2020 frente al Mincult.

Cuando se combinaron la crisis estructural que ya se arrastraba, con la generada por la pandemia, las sanciones de Estados Unidos y la sempiterna mala gestión como telón de fondo; la crispación política aumentó. Dos elementos demuestran que desde el poder se percibió el fracaso de la campaña mediática: 1. al ocurrir las protestas de julio, ya el espacio había disminuido su frecuencia, y 2. tras el Congreso del PCC, en abril de 2021, fue designado Rogelio Polanco frente al Departamento Ideológico del Comité Central, y en su primera intervención en el espacio Mesa Redonda anunció un viraje —que a la postre no sucedió— al referirse a «la disposición a escuchar a los otros, la profundización en los estudios teóricos, acudir a nuestras ciencias sociales». 

Desde la otra orilla, con prácticas que parecen salidas del mismo manual, el influencer Alexander Otaola, el hombre de Trump en Miami, atizaba los ánimos de un sector de la emigración en esa ciudad. Para ello recurre igualmente a los asesinatos de reputación y la manipulación de pruebas y declaraciones. A él se suman, como en el caso de su contraparte insular, personajes, medios y espacios que contribuyen, con su permanente disposición al conflicto, a ofrecer las justificaciones adecuadas para que, de este lado, la vida siga igual.

Quien lo dude solo debe verificar los fondos destinados a este tipo de proyectos —aunque no todos son de ese cariz. «Por sus obras los conoceréis», como dijo Jesús en el Sermón de la Montaña— publicados por la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés). La radicalización del espectro político cubano es costeada allá con los dólares del contribuyente norteamericano y aquí con los magros fondos de las arcas de la República.

Como pitbulls que muerden los extremos de una soga, juegan estos radicales mientras, en medio, el pueblo de la Isla sufre los errores de políticas internas y el peso de las medidas de la primera potencia mundial. La intención de ambos extremos, para ser exitosos, es que sus adeptos vean solamente una de las caras de la moneda.

-II-

Como en otros aspectos de la vida nacional, el 11-J llevó la comunicación a terrenos inhóspitos. Para pensar cómo moverse en ellos, el Jefe del Estado y primer secretario del PCC se reunió con representantes de la prensa en fecha tan temprana como el 24 de agosto, poco más de un mes después del estallido. Algunas intervenciones diagnosticaron con precisión las afecciones y propusieron tratamientos. No obstante, casi un año después, está claro que igual que sucedió con lo dicho en los congresos de la UPEC, el diagnóstico no gustó y los planteamientos cayeron en saco roto.

Pese a que se alertó en ese encuentro acerca de los peligros de la radicalización, este año se ha visto como, desde lo formal, el discurso mediático ha permeado de palabras e ideas de origen militar o, en casos extremos, ha echado mano incluso a frases de la jerga de guapería barrial.

Desde el propio título de los programas —televisivos, radiales u otros—, se explicita una predisposición a la confrontación y la amenaza. Espacios como Con filo, Chapeando bajito, El ojo que te ve, o la peña de la Pupila Asombrada, que se nombra la Pupila Afilada, son algunos ejemplos. En la mayoría de los casos se evidencia una recurrencia casi fetichista a las imágenes del machete o el cuchillo como armas aguzadas para herir al oponente, o al ojo como símbolo de vigilancia.

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Igualmente, existe en muchos de estos programas un deseo de capitalizar «la verdad», enunciado también desde los títulos: Hacemos Cuba, Palabra Precisa, Las razones de Cuba.

Una característica compartida por ambos extremos del espectro comunicacional, es el que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania Nazi, situaría como el primero de sus once principios: «el de simplificación y enemigo único». Individualizar al adversario es un recurso útil para atacarlo. Mercenario o ciberclaria, contrarrevolucionario o comunista; son cómodas etiquetas para matar al mensajero sin necesidad de introducirse en el mensaje.

Más allá de los medios en sus versiones tradicionales, las redes sociales han desempeñado en este último año un rol central. No solo son el foro de debates en torno a temas acuciantes y profundos, o el espacio para denunciar y visibilizar cuestiones que interesan a la ciudadanía, sino también han hecho gala de su dimensión lúdica.

A esto último ha contribuido la irrupción de personajes como la primera dama, con sus tuits ubicados a kilómetros del sentido común; u otros más esporádicos, como el héroe que alaba, desde un pullover, el miembro viril del presidente de la República. Gracias a ellos, y junto a frecuentes errores y meteduras de pata de los dirigentes, un enorme ejército de memeros tiene el pan de cada día asegurado.

La risa es una herramienta poderosa, lo sabía el monje que envenenó los libros de la abadía a la que nos traslada Umberto Eco en El nombre de la Rosa. La burla es un instrumento que desarma, y la democratización que implica la masividad de las redes sociales hace que sea casi imposible controlar la incursión en ellas de actores políticos y ciudadanos.

-III-

El 11 de julio pasado se publicó el anteproyecto de Ley de Comunicación Social, un sueño largamente anhelado por el gremio. Su artículo 5 consigna que «el Instituto de Información y Comunicación Social es el encargado, como organismo de la Administración Central del Estado, de articular la gestión del sistema de comunicación social en el país».

Muchos han visto en este cambio de manos, del Partido al Estado, una respuesta a la observación que hiciera el periodista y académico cubano Julio García Luis en su libro Revolución, Socialismo, Periodismo: «las pretensiones de arbitrar contenidos han tenido históricamente resultados paralizantes y desastrosos».

¿Seremos testigos del nacimiento del observatorio crítico que requiere el socialismo y al que aludiera el presidente de la UPEC en la convocatoria al XI Congreso de esa organización, bautizado con optimismo de la Transformación? Sin embargo, para responder tal interrogante no puedo evitar recordar la conocida frase del Rey Sol: «L’État, c’est moi». Aclimatándola al artículo 5 de nuestra Constitución, sería: Sobre el Estado, estoy yo.

La confluencia discursiva propiciada por el monopolio de propiedad estatal/partidista, contrasta con la línea generalmente crítica de los otros medios. Estas posturas contribuyen al binarismo del debate político, que divide a los cubanos en grupos permanentemente enfrentados, sin puentes que permitan algún tipo de acercamiento.

Hace algunos días, la Cinemateca de Cuba y el proyecto Aguacero abrieron un nuevo espacio con la película alemana Good bye, Lenin. Un hijo que ama a su madre enferma debe presentarle el tránsito de dos Alemanias a una. Sin embargo, termina representando no solo para ella, sino para sí mismo la obra de cómo él hubiera deseado que fuera el proceso. A los cubanos nos deja lecciones que no deberíamos ignorar.  

En la emisión final de su inventado noticiero, el cosmonauta Sigmund Jähn, devenido secretario general del Partido, lanza una idea hermosa y cardinal: «El socialismo no significa amurallarse sino acercarse al otro, vivir con el otro». ¿Es para los cubanos ubicados en los extremos del espectro y usufructuarios de una parte considerable del poder, tan difícil pasar por sobre sus diferencias y construir una nación en la que quepamos todos? Como en el Titanic, cuando suene Nearer, My God, to Thee, ya será tarde.

21 julio 2022 13 comentarios 2k vistas
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Libertad

¡Libertad!

por José Manuel González Rubines 8 junio 2022
escrito por José Manuel González Rubines

En algún sitio de la gran biblioteca que albergue la historia de estos tiempos, seguramente habrá un estante reservado a las rarezas cubanas. Puedo imaginar el asombro del investigador del futuro que se tropiece con los tuits de quien sin ser la Primera Dama asiste a recepciones de Estado y se le estropaja el corazón con apagones que no sufre; o con la canción del rapero que paralizaría Cuba —sin el más remoto éxito— con su deseo de compartir bendiciones con sus panas y andar en un lamborghini por Varadero.

Me parece ver su rostro estupefacto cuando se cruce con la noticia de que un promedio de 100 mm de lluvia en un día provocaron alrededor de 150 derrumbes en La Habana e inundaciones en muchas zonas —¿cómo resolverán el problema los habitantes de Mawsynram, en la India?—;  asimismo, le será difícil digerir que un senador de la Florida vea, con la preocupación de un gato agazapado, que en la administración Biden haya personas que podrían querer, nada más y nada menos, suavizar las medidas de aquel país contra el de sus padres.

Intuyo, sin embargo, que probablemente no se genere demasiada sorpresa en él cuando se tope con la imagen del concierto del trovador Carlos Varela, algunas de cuyas canciones fueron coreadas por enardecidos gritos de «¡Libertad!». ¿Qué propiciaría que el incidente fuera una noticia? ¿Cuál es la razón para que de un lado y otro se le dedicara tanta atención? ¿Por qué libertad se clamó a gritos aquella noche?

A lo largo de los siglos, cada generación de cubanos ha luchado por una libertad diferente. Cuando en 1959 triunfó la Revolución, el 92.9% de los habitantes había nacido durante la República, por tanto, sus luchas no eran contra un sistema esclavista y colonial, como fueron las de sus padres y abuelos del siglo XIX.

Para aquellas personas, el referente de opresión del que ansiaban liberarse era un régimen inconstitucional y asesino, que tenía sumidos a muchos en la pobreza y entregada una buena parte de la riqueza nacional al capital extranjero. Las botas de los militares golpistas del 10 de marzo debieron ser barridas, como lo habían sido las de la última generación de mambises políticos gracias a la Revolución del Treinta.

La generación que se congregó en las calles para vitorear a la Caravana de la Libertad —el nombre no es casual ni inmerecido—, estaba tan feliz por lo conquistado y segura de que sus anhelos se materializarían en un tiempo cercano o medio, que llenó de hijos las casas de Cuba. Así, para 1970 el 27.6% de la población tenía nueve años o menos (hoy en ese grupo está apenas el 10.2%). Aquel Baby Boom fue una demostración de confianza, como las oleadas migratorias posteriores lo han sido de decepción.

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¿Por qué libertad se clamó a gritos aquella noche? (Foto: Facebook / Carlos Varela)

Del mismo modo que para los cubanos del 59, los días oscuros de la esclavitud y la Reconcentración de Weyler eran historias lejanas y trascendidas, lo son el capitalismo republicano y la dictadura de Batista para el 83.5% de los actuales, nacidos durante la Revolución. De esos, el público en el concierto de Varela estaba compuesto en su mayoría por el 40.4% que ha conocido únicamente al Período Especial, pues llegó al mundo después de 1990. Entonces, ¿por qué libertad clamaron esas personas, nacidas en un socialismo supuestamente emancipador? ¿Cuáles son sus referentes de opresión?

Hace algunos días ví los instantes finales de la transmisión en que la activista Sahily González —con cuyas opiniones políticas no estoy familiarizado, pero que son tan legítimas como las de cualquier militante de la UJC, la Asociación Católica o el Partido Verde—, era parcialmente ahorcada por el más inepto de los agentes de la Seguridad del Estado. Al percibirlo con tanta nitidez, recordé la escena del Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, en que la esposa del oftalmólogo le dice al matón que nunca olvidaría su cara. Varias páginas después lo asesinó de un tijeretazo.

El hombre creado por el escritor portugués —física y moralmente ciego—, es la representación del opresor; ella, que decide matarlo aun cuando con eso trasgrede sus más asentados límites, lo hace compulsada por la necesidad de sobrevivir en libertad pese al caos que la circundaba. «Donde hay poder, hay resistencia», dice Foucault.   

Lo sucedido a la activista González es un botón de muestra. Dado que por obvio no requiere un análisis ético, cabe preguntarse desde el pragmatismo político: ¿sirve para algo? ¿Cuál es la relación costo/beneficio en acciones como esa? La represión violenta, las persecuciones, la prisión, los despidos laborales, el acoso o los linchamientos mediáticos; funcionan tan bien a largo plazo como el alcantarillado habanero con 100 mm de lluvia. La historia de Cuba tiene ejemplos sobrados que lo ilustran.

La libertad es tan intrínsecamente humana que quienes la reprimen han debido despojar primero a sus víctimas de cualquier atisbo de humanidad. Bárbaros, negros, rebeldes, gusanos, mercenarios, comunistas, maricones, ciberclarias, son algunas de las herramientas del idioma utilizadas para tal fin. La palabra es la mano que moldea el barro del pensamiento, y del mismo modo que forja la empatía en las relaciones sociales, también puede malograrla hasta el fratricidio.

Sentenciaba Rosa Luxemburgo, con el acierto de una profetisa, que «la libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido, por muy numerosos que sean, no es libertad en absoluto». Sin embargo, como condición inherente a los hombres, la libertad encontrará su sitio natural a cualquier precio, como río que recupera el cauce pese a la urbanización.

Los jóvenes congregados alrededor de Carlos Varela clamaban por el derecho a gritar «¡Libertad!» sin que ello constituya un acto subversivo o noticioso, y menos en un país constitucionalmente socialista, puesto que socialismo debiera ser libertad en todas sus dimensiones. Recuperar los sueños que unieron a nuestros abuelos en torno al proyecto de aquella caravana, hace más de sesenta años, no es trabajo ajeno sino de cada ciudadano. Unos pocos no pueden ser usufructuarios de lo que es de todos, pues, como dice el poeta, «la libertad nació sin dueño».

8 junio 2022 19 comentarios 2k vistas
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Alma de dinosaurio

El Alma rota del dinosaurio

por José Manuel González Rubines 3 mayo 2022
escrito por José Manuel González Rubines

«Cuando despertó, una semana después, ya nadie se acordaba del dinosaurio», podría ser la mutación del famoso microrrelato de Augusto Monterroso si lo adaptamos al contexto cubano actual. Hace exactamente siete días, en una nota de veinticuatro palabras, la revista Alma Mater anunciaba la «liberación de funciones» de quien fuera su director, el periodista Armando Franco Senén.

La publicación —que hasta ayer había generado poco más de mil seiscientas reacciones, mil trescientos comentarios y fue compartida 259 veces— prendió fuego a la pradera. Las siglas blancas AM sobre un fondo de luctuoso negro, se propagaron por todas partes en señal de duelo ante la decisión de un inmaterial Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. El suceso, y los acontecimientos asociados, dejaron señales interesantes.

La primera de ellas da cuenta del nivel del periodismo en los medios estatales cubanos y de cómo es percibido por los públicos. Según muchas de las opiniones, la salida del director de AM y su equipo marcó el fin de uno de los pocos espacios donde se hacía «periodismo crítico». No obstante, si bien la revista trató con seriedad determinados temas ausentes del discurso de sus homólogos —aunque no del de varios medios independientes—, esta idea habla más de la aridez del panorama mediático que la rodea que de la calidad de la publicación en sí.

Alma de dinosaurio

Algunos de sus éxitos —como la interesante serie Desafíos del consenso, que examinó desde diferentes ámbitos del saber el estallido social del 11 de julio, por poner un ejemplo—, son muestra de buen hacer, pero nada más. Cosas como esas serían lo normal en tanto análisis de la realidad; no es normal, sin embargo, que la mayoría de sus congéneres mediáticos guardaran silencio o se vistieran de la propaganda gastada de siempre ante aquellos hechos.

En AM se hizo periodismo bueno y malo, como en cualquier medio. La mayoría de las reacciones de apoyo, entre las cuales se cuenta la mía, muestran respeto por lo positivo. Pero de ahí a presentarla como el non plus ultra de las publicaciones insulares, es una evidencia más de las tremendas carencias del periodismo estatal cubano en cuyo ecosistema la revista se inserta, y del bajo nivel de los referentes del público. En un batey atiborrado de bohíos de guano, una casa de ladrillos es un palacio.

La segunda cuestión interesante se relaciona con la reacción de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) al suceso. Ante la separación de funciones —sin previa justificación— del director de un medio de prensa y la renuncia de casi todo su equipo, ¿cuál fue la respuesta de la UPEC? En un post críptico en su perfil personal en Facebook —una hora y media después de que se pronunciara el Partido a través de uno de sus funcionarios—, el presidente de la asociación manifestó, en esencia, que la decisión «lo entristecía».

No obstante, es válido preguntarse, ¿qué podría hacer el presidente de la UPEC frente a una decisión de la UJC, organización hija del Partido que es, a su vez, órgano superior de la sociedad y el Estado? ¿Pueden tanto los medios como la ciudadanía o las organizaciones, manifestarse contra una orden emanada de un ente superior —y/o sus asociados— no electivo ni sometido a control popular alguno? ¿Podemos nosotros, simples mortales, rozar siquiera la sandalia del Ser Superior?

Lo único correcto, tanto en posiciones de representatividad como desde la ciudadanía, es plantar cara a la arbitrariedad del absolutismo, pero no todo el mundo lleva en su alma a un Martí, un Mella o un Guiteras. Ante la inexistencia de mecanismos institucionales eficientes y efectivos, la mayoría prefiere derramar alguna lágrima —si es discreta, mejor— y lamerse las heridas mientras marcha feliz por tantos logros obreros el Primero de Mayo.

Al final, lo más que consiguieron las reacciones salidas desde las redes sociales —cómodo foro que habita nuestra ciudadanía entre perfiles falsos y fotos de gatos—, fue que quienes mandan nos recordaran que mandan. Por ejemplo, la secretaria de la UJC reconoció que puede que se hayan cometido algunos errores en el tratamiento del tema, pero que es competencia del Comité Nacional decidir sobre los directivos de medios como AM. Ella y otros funcionarios repartieron elogios, se reunieron con este y con aquel, pero la decisión no se ha echado atrás. Como dicen mis abuelos: cuando Dios no quiere, ni los santos pueden.

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Si el directivo sacado de su puesto tiene tantas cualidades, ¿por qué fue «liberado» de ese modo? ¿Así es como se trata a un «periodista joven y talentoso, quien tiene mucho que aportar»? ¿Por qué no se dio el tratamiento adecuado para que el equipo de la revista no renunciara en masa? ¿Hasta cuándo va a ser dirigida la prensa por personas ajenas a ella?

En muchas de las publicaciones y comentarios, se percibe una visión casi de escatología cristiana: la decisión es arbitraria e injusta, pero debemos aceptarla con resignación revolucionaria. Y no puedo evitar preguntarme, ¿hay algo de revolucionario en acatar una arbitrariedad?

¿Puede un funcionario —desde el Buró de la UJC o cualquier otro— cometer una injusticia y por levantar el blasón de la Revolución, la misma debe ser aceptada o perdonada? ¿Alguno de los manuales por los que se estudia en las Escuelas de cuadros prohíbe expresamente reconocer un error, pedir perdón por él y resarcir los daños? ¿Es que acaso la Infalibilidad Papal tocó la puerta de la Ñico López?

Como el Señor Oscuro Sauron, los hálitos tóxicos del Quinquenio Gris se empeñan en volver y parecen fortalecidos. Sus jinetes cabalgan y si bien Alma Mater no es la primera víctima de sus cacerías, es la más sonora de los últimos tiempos. Circunscribir el conflicto en Cuba a lo que está dentro o fuera de la Revolución, es no ver la magnitud de un fenómeno de décadas de antigüedad. La puja es entre las fuerzas que deciden esos límites. Lo que hoy es revolucionario, mañana puede no serlo; quien hoy es un «cuadro» confiable, mañana puede ser un hipercrítico o un confundido.

Que la reacción con tintes estalinistas sea una amenaza permanente y ejerza su poder, habla de un sistema deformado, como un dinosaurio enfermo, que necesita cambios urgentes y radicales. Lo peor es que el diagnóstico está dado desde hace mucho tiempo, pero una y otra vez se posterga el tratamiento. Al final, tanta soberbia puede que termine resumida en aquel viejo estribillo: Murió como Chacumbele, él mismito se mató.

3 mayo 2022 32 comentarios 5k vistas
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Socialistas

¿Socialistas?

por José Manuel González Rubines 25 abril 2022
escrito por José Manuel González Rubines

Las colas y el transporte público son auténticas piscinas de inmersión sociológica: hay pocos espacios más propicios para saber qué piensa la gente. Hace algunos días recorría una populosa ruta habanera en un pisicorre abarrotado. Como de costumbre, motivados por cualquier escena vista al pasar, se empezó a hablar del tema que siempre está en el tintero de casi toda conversación entre cubanos: «la cosa».

Tras enumerar algunas de las cuentas de su rosario de desdichas cotidianas, una señora afirmó con desconsuelo que «en los tiempos de Fidel esto no sucedía». «Él tenía muchos defectos y aquí siempre se ha pasado trabajo, pero vivíamos con la certeza de que no nos iba a dejar solos», dijo.

Inmediatamente recordé la exposición de la doctora Ana Teresa Badía en la reunión de los periodistas con el presidente hace algunos meses. Según la académica, entre los términos más repetidos en las opiniones obtenidas de la población estaba «huérfanos sin Fidel».

«¿Qué usted dice, señora? Este país solo estuvo bien en el tiempo de los americanos. Este carro y todo lo que se construyó es de esa etapa, después lo único que se ha hecho es destruir», le respondió el muchacho sentado a mi lado. Finalmente, como para cerrar el debate con todo el pesimismo posible, el grupo de cinco personas congregadas allí por el azar, concluyó que la mejor solución era, sencillamente, irse de Cuba.

De lo dicho, dos elementos me parecieron ilustrativos en tanto representan líneas de pensamiento más o menos populares: uno reza que todo tiempo pasado fue mejor; el otro, que quien quiera vivir con algo de comodidad debe emigrar.

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Una señora afirmó con desconsuelo que «en los tiempos de Fidel esto no sucedía». (Foto: Cristóbal Herrera / AP)

La romantización del pasado es un fenómeno perfectamente comprensible cuando la vida se desarrolla en medio de crisis permanentes tan profundas y abarcadoras como las nuestras. La memoria selecciona lo positivo y tiende a ignorar lo negativo. Es por ello que las estampas de la República que más calan no son las que constantemente machaca la enseñanza oficial, sino las del desarrollo y el glamour de los cincuenta. Aquella época no fue, ni tan oscura como nos han contado, ni tan luminosa como se ve en las postales.

Por otro lado, también se entiende la nostalgia de lo que podría llamarse «tiempos de Fidel». Según las encuestas anuales del Centro Levada, alrededor del 50% de los rusos lamenta el colapso de la Unión Soviética. De aquellos días, ellos y nosotros extrañamos, entre otras cosas, la extensión de los servicios sociales y la sensación de igualdad —muchas veces en medio de cierta precariedad—, que imperaba en ambas sociedades y que fungían como ejes rectores de lo que se llamó «socialismo».

«¿Por qué habla en pasado al referirse a Cuba?», pensará el lector que ha tenido la paciencia de llegar hasta este punto. Porque afirmar que se es «continuidad» no significa que lo seamos realmente. Basta un análisis somero para descubrir cómo —sin demasiado ruido—, se han desmontado las bases de lo que fuera el proyecto de la Revolución y sobre las cuales se asentara durante décadas el pacto social en torno al que se generó un evidente consenso. Es, parafraseando a Carpentier con Chomsky, la consagración de la estrategia de la gradualidad.

¿Puede llamarse socialista a la implementación de tiendas en monedas extranjeras —solo accesibles en el mercado negro a precios de escándalo, o de manos de aquellos a quienes en los ochenta «no queríamos, no necesitábamos»— a las que debemos recurrir para comprar desde materiales de construcción hasta alimentos y objetos de aseo? No porque sean cotidianos, dejan de ser ofensivos esos establecimientos, que nacieron para supuestamente proveer a un mercado en CUP que nunca ha vuelto a estar abastecido.

¿Es socialismo que los jefes de cadenas de tiendas y otras entidades comercializadoras tengan la facultad, en medio del proceso inflacionario que sufrimos, de aprobar precios minoristas en pesos cubanos (CUP)?

¿Puede decirse que es socialismo cuando la estructura de las inversiones de enero a septiembre de 2021 —últimas publicadas por la ONEI— muestra cómo se gastó el 42.3% del dinero público en construir hoteles que permanecen vacíos y a los cuales no tenemos acceso la mayoría de los cubanos, mientras que a la agricultura, ganadería, caza y silvicultura solo se destinó el 3.3%; a la construcción, el 2.0%; a educación, el 0.5%; y a salud pública y asistencia social, el 1.0%? Valga aclarar para los distraídos, que en el arbitraje del destino de esas inversiones nada tiene que ver el bloqueo de Estados Unidos.

¿Es socialismo que el conglomerado de empresas militares que desarrolla los servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler a los que se dedica ese 42.3% de nuestras inversiones —13 308,4 millones de pesos que no nos sobran—, no rinda cuenta de su gestión ante órgano estatal alguno? La oscuridad es el sitio donde mora la corrupción. De ahí nacerán los oligarcas que campearán felices en la Cuba futura, cuando el proceso de desmontaje se haya completado.

¿Es socialismo que 127 ciudadanos hayan sido condenados a un total de 1916 años, algunos por actos de vandalismo, pero otros solo por manifestarse en las calles o grabar con su celular lo que sucedía? ¿Es socialismo el que personas sean expulsadas de sus trabajos por formular críticas contra la gestión de un gobierno incapaz de encontrar salida a la crisis?

Socialismo sería si, como hizo Vietnam, se implementaran recursos efectivos para el desarrollo y se dejara de culpar a Estados Unidos por un bloqueo tan nocivo como salvador. Gobierno del pueblo, de los humildes y para los humildes, solo existiría si se pudiera sacar de sus puestos a los servidores públicos ineptos e incapaces de cumplir con el cometido para el cual ocupan cargos. En una República, como expresa la Constitución que es la nuestra, el soberano debiera ser el pueblo, no el gobierno.

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¿Es socialismo que 127 ciudadanos hayan sido condenados a un total de 1916 años por los sucesos del 11J?  (Foto: Eliana Aponte / AP)

¿Por qué mucha gente extraña los tiempos lejanos de la República o los de Fidel? ¿Por qué otros ven en la emigración el único camino para cumplir sus legítimas expectativas? Porque de entre las muchas cosas que nos faltan, carecemos de una estrategia que nos saque del lodazal en el que hace años nos ahogamos y de un liderazgo que busque la conciliación y el diálogo, en lugar de la falsa unanimidad y el enfrentamiento.

Un texto publicado en Granma días atrás aseguraba, después de una cacofónica lista de asuntos pendientes ancestrales, que la «hora de los mameyes» había llegado, que era tiempo de hacer más y decir menos.

¿Cuánto hay que esperar para que nuestra economía se desarrolle de un modo sostenible que no implique depender de gobiernos amigos —que pueden desaparecer en la próxima elección— o del humor del ocupante de turno del Despacho Oval? ¿Es real la soberanía de la que tanto se habla, si para lograr cualquier objetivo debemos estar pendientes de lo que otras naciones decidan?

¿Seremos de verdad socialistas? ¿Seremos realmente soberanos? ¿Cuándo le tocará a este pueblo dejar de resistir para empezar a vivir?

25 abril 2022 53 comentarios 3k vistas
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