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Javier Ortiz

Javier Ortiz

Periodista cubano, miembro del Sistema Informativo de la Televisión Cubana

Preámbulo a una Reforma Constitucional (2011 – 2018)

por Javier Ortiz 9 junio 2018
escrito por Javier Ortiz

En abril de 2011, el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, habló por primera vez de una eventual reforma a la Constitución cubana. En el VI Congreso del PCC, afirmó que era “parte de las modificaciones requeridas en el plano legal para acompañar la actualización económica.”

Esto conduciría a “proponer, en su debido momento, la introducción de los ajustes pertinentes en la propia Constitución de la República.” En febrero de 2013, al iniciar su segundo mandato como Presidente, Raúl comentó a la Asamblea Nacional del Poder Popular:

“En concordancia con los acuerdos del 6to Congreso, será preciso armonizar los postulados de la Constitución de la República con los cambios asociados a la paulatina implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.”

“Entre las modificaciones que nos proponemos introducir a la Constitución se encuentra la de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años el desempeño de los principales cargos del Estado y del Gobierno y establecer edades máximas para ocupar esas responsabilidades.”

“Al propio tiempo, no resulta saludable estar reformulando continuamente la Carta Magna de la Nación y comoquiera que efectuar una reforma constitucional nos tomará necesariamente un tiempo prudencial, ya que si bien algunas cuestiones pueden modificarse por el propio Parlamento, otras más importantes requieren además la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos en referendo…”

En marzo de 2016, Homero Acosta, Secretario del Consejo de Estado, declaró que había “llegado el momento histórico en que realidad social y texto constitucional estén divorciados, corresponde encarar un proceso de reforma.”

“La reforma no se lleva a cabo por cambios de generación, ni por criterios doctrinales o académicos, sino cuando los umbrales y límites constitucionales son rebasados y no puedan ser resueltos por vía de la interpretación. No es un proceso al que hay que recurrir frecuentemente, pues la norma constitucional está requerida de una alta dosis de permanencia y estabilidad.”

En marzo de 2018, el diputado de la Asamblea Nacional, José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos del parlamento cubano, respondió a una pregunta sobre la reforma a la Constitución en un encuentro entre candidatos y electores.

“Como anunció el General de Ejército, se someterá a un proceso de consulta popular para que toda la población tenga oportunidad de conocer lo que se propone, de dar sus opiniones (…) y después (se) definirá en un referéndum.”

“Hay otros temas que, yo creo, hay que también repensar…digamos, la actual composición de la Asamblea. Para el país, es una Asamblea muy grande. (…) Quizás el país podría tener una más pequeña. Pero eso conlleva que nosotros tenemos que estudiar, si se hace, cómo van a ser entonces los niveles de representatividad.”

Toledo Santander había explicado algunas de estas ideas en una conferencia ofrecida en febrero de 2017 en el Capitolio de La Habana  sobre el sistema político cubano.

En abril de 2018, Raúl Castro anuncia el inicio concreto de la reforma constitucional en los meses venideros, aclarando que “no pretendemos modificar el carácter irrevocable del socialismo en nuestro sistema político y social, ni el papel dirigente del Partido Comunista de Cuba, como vanguardia organizada y fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, como establece el Artículo número 5 de la actual Constitución, y que en la próxima defenderemos que se mantenga el mismo Artículo.”

Tomado de: El Almiquí Político

9 junio 2018 37 comentarios 447 vistas
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Díaz-Canel Presidente

por Javier Ortiz 19 abril 2018
escrito por Javier Ortiz

Un día antes de cumplir 58 años, Miguel Díaz-Canel fue electo Presidente de Cuba. Técnicamente hablando, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, título que la Constitución de 1976 da al jefe de Estado y del gobierno. Es el mismo cargo que ocuparon en su momento Fidel y Raúl Castro.

Su camino hacia el más alto puesto gubernamental estaba señalado por su responsabilidad previa. Tal y como en 1788 Alexander Hamilton explicó cuando escribía la Constitución de Estados Unidos, el propósito de un vice es poder “ocasionalmente convertirse en un sustituto para el Presidente en la suprema magistratura ejecutiva”, pues de una forma similar Raúl Castro presentó en febrero de 2013 a Díaz-Canel como su segundo al mando. Entonces, consideró que “en las circunstancias que vive el país y se ha visto obligado a desenvolverse durante más de medio siglo de Revolución, debe garantizarse en la cúspide del poder estatal y gubernamental la unidad ejecutiva frente a cualquier contingencia por la pérdida del máximo dirigente….”

Inmediatamente después, Raúl señaló la elección del entonces nuevo Primer Vicepresidente como una decisión de particular trascendencia histórica “porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos.”

La incredulidad o ignorancia respecto a estas palabras sombrearon una incógnita innecesaria durante años, incluso cuando la biografía oficial de Raúl Castro se precisa que “la atención de politólogos y especialistas se centra en la figura del primer vicepresidente (…) Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Por su biografía de trabajo y trayectoria, hace pensar en la experiencia de China y Vietnam, donde se promueve a los cargos de responsabilidad a personas forjadas por decenios de trabajo.”

El autor de la biografía, Nikolai Leonov, escribe respecto al entonces Primer Vicepresidente que “en su vida, todo se ha ido formando de manera paulatina, lógica y sólida. Su hoja de servicio no evidencia improvisación profesional.”

No había misterio al respecto de la continuidad, esa misma garantía temida o menospreciada por quienes veían en la desaparición de la generación histórica una oportuna para avanzar en sus versiones particulares del futuro de Cuba.

La palabra clave para entender el 2018 es, precisamente, continuidad. Y no tanto la concatenación de una generación o de unas maneras determinadas de hacer las cosas, sino la continuidad de un sistema político que tiene sus raíces en 1959, y lo que es más importante, la continuidad de sus instituciones.

Díaz-Canel tiene un nivel de experiencia particular en la política cubana, porque en un período de tres décadas incluyó en su biografía el paso por varios niveles de responsabilidad política: Primer Secretario del Partido en dos de las provincias más pobladas de Cuba, miembro del Buró Político, Ministro de Educación Superior y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros. En ese camino se comprimen 23 años de experiencia en la toma de decisiones.

Algo más: a finales de 2012, Díaz-Canel podía tranquilamente permanecer por unos minutos en la entrada de un cine del Vedado habanero, como un cubano más, observado por los demás con la calmada curiosidad que despierta un alto funcionario, pero sin que nadie lo importunara ni se generara alboroto.

 Ese hombre, que era entonces un cubano más, es hoy el Presidente de Cuba.

19 abril 2018 52 comentarios 1k vistas
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Pregúntale a Murillo

por Javier Ortiz 2 marzo 2018
escrito por Javier Ortiz

El cuentapropismo se mantiene. Las licencias suspendidas volverán a ser entregadas… y sí, los impuestos no van a subir. Esas respuestas las obtuvo una cuentapropista habanera de boca del vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba, Marino Murillo Jorge, durante una movida sesión de preguntas y respuestas entre vecinos del municipio Plaza de la Revolución y doce candidatos al Parlamento y la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana.

El jefe de la Comisión que implementa la actualización económica en Cuba tomó el micrófono en cuatro ocasiones para aclarar a la ciudadanía interrogantes sobre la dualidad monetaria, el futuro del pequeño emprendimiento privado y la creación de un mercado mayorista para el sector privado. Con buen ánimo, Murillo habló en el tono distendido y directo al que ha acostumbrado a los cubanos en sus intervenciones televisadas sobre el estado de la economía y los cambios iniciados en 2011.

“Voy a ser categórico: no está previsto subir la carga tributaria a los trabajadores por cuenta propia; por lo menos, en el corto plazo. De eso no se ha hablado” dijo el vicepresidente.

“Las licencias que están paradas se van a volver a autorizar. No ha pensado la dirección del país en dar marcha atrás a la idea original del trabajo por cuenta propia. Lo que pasa es que también se produjeron muchas indisciplinas, mucho desorden. El Estado no fue capaz de controlar a tiempo. Se revisó la política, (ya) está aprobada.”

Murillo explicó que se trata de reajustar al cuentapropismo, precisando que actualmente hay 580 mil personas acogidas a esa forma de empleo. “Están terminadas las normas jurídicas que ponen las nuevas reglas del juego. Tiene el presidente que firmar unos decretos. Terminados los decretos, viene un proceso de capacitación y de encuentro con los trabajadores por cuenta propia, para explicarles en qué consisten las normas.”

Estas afirmaciones se hicieron en la noche del pasado 1 de marzo, en el patio interior de la escuela secundaria Rubén Martínez Villena, de El Vedado. Sus palabras actualizan lo expresado ante la Asamblea Nacional en diciembre de 2017.

Marino Murillo es candidato al Parlamento por el municipio Plaza de la Revolución de la provincia La Habana. Junto a otros nominados, participa en un proceso de presentación con encuentros con los habitantes del municipio, ocasiones que la ciudadanía aprovecha para obtener información de primera mano sobre cuestiones económicas. Murillo dio a entender que esas preguntas han sido habituales durante los recorridos de este año.

Otros candidatos estuvieron presentes: Mariela Castro Espín, quien no tomó la palabra ni recibió preguntas por parte del público, y José Luis Toledo Santander, jefe de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Asamblea Nacional. Este último comentó características del sistema político cubano, en respuesta a una solicitud presentada por uno de los electores, sobre la posibilidad de elecciones universales para el Consejo de Estado, el órgano colegiado cuyo Presidente es el jefe de Estado y de Gobierno de Cuba.

Tomado de: El Almiquí Político

2 marzo 2018 5 comentarios 698 vistas
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Trump a Cuba sin novedades

por Javier Ortiz 20 septiembre 2017
escrito por Javier Ortiz

Si un experimento se repite un número de veces y cada vez ofrece el mismo resultado, es muy probable que lo siga haciendo en el futuro, a menos que cambie uno o varios de los factores.

La política de Donald Trump a Cuba va a fracasar porque, a diferencia de Obama (y hasta de Carter), no es un proceso diferente a lo que han hecho sus antecesores. Olvídense de la bravata política y los análisis hechos a la medida del lector: al dejarse llevar por el senador Marco Rubio, la Administración Trump escogió lo mismo con lo mismo y no obtendrá nada, en especial por hacerle caso a un sujeto tan poco informado sobre Cuba como Rubio.

A la isla le dieron un lugar en la lista de horrores mencionada por Trump en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU. Habló de Venezuela, Irán y Corea del Norte. Mientras el 45º Presidente de los Estados Unidos tomaba el camino viejo, la Comisión Bilateral Cuba EE.UU. sesionaba en Washington. Diplomáticos del ministerio cubano de Relaciones Exteriores y funcionarios del Departamento de Estado se veían una vez más, cara a cara.

Que la referencia a Cuba en el discurso de Trump coincidiera con la reunión de esa Comisión, es un ejemplo de las diferencias entre el pasado y el presente en desarrollo. Mientras funcionarios de los dos gobiernos se ponían de acuerdo para resolver problemas de interés mutuo (como los incidentes que afectaron la salud del personal diplomático estadounidense en La Habana), el Donald recordaba el camino que durante décadas no llevó a ninguna parte.

Donald Trump no le dice a Cuba nada nuevo. En la ONU, el Presidente de los Estados Unidos repitió las líneas de Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush junior. A Raúl Castro y los altos cargos cubanos, Trump les debe sonar a disco rayado. Con otra música bailaron las Administraciones de Carter y Obama, que vieron más allá, pero sin renunciar al veneno retórico.

Cambiar la normalización por más bloqueo es una receta descartada de tozudez bruta. Vender viejas amenazas como una novedad, en un teatro de Miami o en el podio de las Naciones Unidas, es una estafa, un mal negocio para el consumidor: a bad deal.

20 septiembre 2017 60 comentarios 473 vistas
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Un gris tan oscuro

por Javier Ortiz 15 mayo 2017
escrito por Javier Ortiz

Tergiversar la Historia de Cuba es un ejercicio de la guerra no convencional. También es una práctica de quienes necesitan retorcer los acontecimientos, pasados o recientes, para acomodarlos a sus estrecheces. El enemigo manipula el ayer para distorsionar el presente.

En el siglo I, Juan el Evangelista pone en boca de Jesús de Nazaret: “la verdad os hará libres.” Por verdad, entiéndase el conocimiento, esclarecer qué es y que no. En Cuba, discutir y analizar la historia nacional es casi tan importante como hablar del ahora y es aún más importante, después de que Obama nos pidió que la dejáramos atrás.

Abolir la escala de grises y ponerlo todo en blanco y negro es otro recurso para simplificar y engañar. En la Universidad de La Habana, la Historia de Cuba me la enseñaron a todo color, a pecho abierto y sin pelos en la lengua. Imaginen mi asombro cuando una veterana profesora nos habló de un acto político en que Blas Roca, Lázaro Peña y Fulgencio Batista daban discursos muy similares (acerca del entendimiento de los comunistas y el Partido Socialista Popular con el último dictador de Cuba durante los años 40, es suficiente leer lo que explicó Carlos Rafael Rodríguez en su ¿Por qué “ministro de Batista”?).

Qué haría quién en qué circunstancia es una manipulación más, y una de poca monta. En 1965, Fidel dijo: “Por el camino se han juntado todos los hombres dignos de esta tierra, en la larga lucha han muerto muchos hombres dignos de esta tierra. Los primeros no eran marxista-leninistas. Carlos Manuel de Céspedes no lo era, Martí no lo era, porque en la época en que vivió y en las condiciones históricas en que se desenvolvió su magnífica lucha no podía serIo. ¡Nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros! Porque lo que determinó en cada época fue el espíritu revolucionario de nuestro pueblo, la tarea en cada momento de nuestro pueblo.”

Al momento que vive Cuba se le pueden buscar paralelismos históricos, con argumentos o a la fuerza. Lo más sano es tener “sentido del momento histórico”, esa virtud ausente entre, por ejemplo, los conservadores que tristemente compararon la normalización entre Cuba y Estados Unidos con el Pacto del Zanjón.

Si en lugar de diarios de campaña, los próceres de la independencia hubiesen tenido blogs, qué hubiesen pensado los lectores de un post donde Martí escribiera “Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por sus representantes, –y una Secretaría General: la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como secretaría del ejército.”

Las extrapolaciones extremas, como la anterior, le vienen como anillo al dedo a los estafadores, los oportunistas y los rencorosos.  Ver la Historia en toda su profundidad es un ejercicio incómodo para quienes la prostituyen a su antojo.

15 mayo 2017 67 comentarios 381 vistas
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Obama no regaló nada

por Javier Ortiz 19 abril 2017
escrito por Javier Ortiz

La palabra “concesiones” se ha puesto de moda entre los contrarios a la normalización entre Cuba y Estados Unidos. La utilizan peyorativamente para describir las iniciativas decretadas por la Administración Obama a partir de diciembre de 2014. En la imaginación de estos detractores, la Casa Blanca firmaba sin mirar todo lo que sus contrapartes de La Habana le demandaban.

Esa opinión refleja la convicción de quienes esperan que un derrumbe económico se lleve por delante a la Cuba del presente. Es una expresión de enojo e inconformidad, no el resultado del análisis de dos años de cambios, discusiones y evolución.

La agenda de peticiones y exigencias del gobierno cubano no está engavetada en un buró secreto. Completa, punto por punto, está incluida en un documento público, actualizado anualmente y remitido a las Naciones Unidas: el informe de Cuba  sobre daños y perjuicios del bloqueo económico, comercial y financiero.

En la versión 2016 de ese informe, el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores menciona siete medidas que un Presidente de los Estados Unidos puede tomar por su cuenta, sin necesidad de tramitar la aprobación del Congreso. Una de esas facultades es “permitir  las  importaciones  en  los  Estados  Unidos  de  servicios  cubanos  o productos  que  constituyen  rubros  exportables  de  la  economía  cubana,  como  el tabaco,  el  ron, azúcar, productos  de  la  biotecnología,  incluyendo  aquellos productos  manufacturados  en  terceros  países  que  contienen  materias  primas cubanas, como níquel o azúcar.”

En octubre de 2016, los abogados estadounidenses Stephen Heifetz y Peter Jeydel afirmaban que el lenguaje de la Ley Helms-Burton, el núcleo legislativo del bloqueo, permitía al Secretario del Tesoro (entonces Jack Lew) autorizar actividades que la legislación aprobada por el Congreso no prohíbe específicamente. La explicación completa la publicaron en un editorial en el diario parlamentario The Hill, donde comentaron cómo cualquier Presidente de los EE.UU. podría, en el ejercicio de sus poderes constitucionales, abrir el comercio con Cuba.

“Prácticamente todo el embargo se puede deshacer con acciones ejecutivas audaces. Sin duda, la Administración Obama ha trabajado duramente en los últimos años para desbaratar el embargo. Desafortunadamente, este esfuerzo ha resultado en un enredo desordenado de reglas y regulaciones que pone a prueba la paciencia incluso de los abogados que decodifican habitualmente las regulaciones de las sanciones a los negocios” escribieron Heifetz y Jeydel.

Obama y los funcionarios de su Administración no explotaron por completo esa grieta, que les hubiera perdido “vaciar el bloqueo” y dejarlo como un cascarón vacío. Sí se autorizó la posibilidad de comercio con las pequeñas y medianas empresas privadas surgidas producto de la actualización económica en la isla.

Acerca de esto, el ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, reveló haber “explicado a las autoridades reguladoras de Estados Unidos: pueden recibir estos productos, pero tiene que ser a través de nuestras empresas”, señalando “un sesgo discriminatorio hacia las empresas del sector público” con una “orientación específica hacia determinados sectores” en que su opinión, reflejaba propósitos políticos.

El propio presidente de Cuba, Raúl Castro, mencionó qué esperaba de los decretos de su par estadounidense: “A más de tres meses de los anuncios del presidente Obama, el 15 de marzo, de que se eliminaría la prohibición a Cuba para utilizar el dólar en sus transacciones internacionales, lo cierto es que no se ha logrado todavía efectuar pagos ni depósitos en efectivo en esa moneda”.

El General de Ejército hizo ese comentario en un discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) en julio de 2016. Casi un mes antes, la vicepresidenta primera del Banco Central de Cuba, Irma Margarita Martínez, declaraba que esas transacciones requieren que una institución bancaria cubana tenga una cuenta corresponsal en un similar de ese país, asunto que todavía el gobierno norteamericano no ha aut­o­rizado.

Jodi Bond, vicepresidenta para América Latina de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, explicaría que “la incertidumbre todavía rodeada el ambiente regulatorio a ambos lados de la relación entre Cuba y Estados Unidos”, confirmando desde Washington que la banca de la isla aún tenía prohibido la apertura de cuentas corresponsales en instituciones financieras de EE.UU.

Terminado el mandato de Obama, “los bancos cubanos no están generalmente licenciados a abrir tales cuentas en bancos estadounidenses”, según un documento con las respuestas a las preguntas más frecuentes acerca de las sanciones contra la isla, actualizado el 6 de enero de 2017, que se puede encontrar en el “perfil” del bloqueo a Cuba en la página web del Departamento del Tesoro de EE.UU.

Mientras la Administración Trump comenzó su evaluación de las relaciones con Cuba a partir de enero de 2017, sus contrapartes de La Habana habían emitido un juicio al respecto en diciembre de 2016, tras el cuarto Diálogo sobre temas regulatorios, parte del Grupo de Trabajo del Diálogo Económico Bilateral Cuba-EE.UU.

“Se evaluó el alcance de las nuevas medidas emitidas por el gobierno estadounidense para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo a Cuba, que la parte cubana consideró muy limitado, así como su reducido impacto en los vínculos económicos, comerciales y financieros bilaterales” sentenciaba el comunicado emitido tras el encuentro entre funcionarios de ministerios cubanos y departamentos federales como Comercio, Estado y Tesoro.

Una valoración similar puede encontrarse repetida, una y otra vez, en discursos, declaraciones a la prensa, comunicados oficiales y opiniones de expertos a partir de enero de 2015, cuando el gobierno de Estados Unidos inició su cambio por vía ejecutiva de las regulaciones vinculadas con el bloqueo a Cuba.

Cambios positivos, pero insuficientes. La apertura de los viajes de visitantes estadounidenses y el interés internacional por Cuba ayudó al boom turístico que vive el país desde 2015. Pero si la Administración Obama hubiese deseado concederle todos sus deseos a la Plaza de la Revolución, solo habría tenido que escuchar a Josefina Vidal o traducir el lenguaje de los informes del bloqueo en órdenes ejecutivas o modificaciones regulatorias.

Obama no le regaló nada a nadie. En una interesante interpretación de la realidad cubana, la apuesta de su Administración favorecía al cuentapropismo, al sector privado surgido con los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista, en lo que parecía un intento por reorientaran con incentivos externos la política económica del país, basada en la empresa estatal socialista.

Decir que Obama dio “concesiones” no es criticar su política hacia Cuba: hace pública la sensación de derrota que la normalización y sus potenciales beneficios provocan entre quienes, de todo corazón, esperan que la miseria económica propulse su versión del futuro de Cuba.

19 abril 2017 158 comentarios 424 vistas
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Imperialismo Trump

por Javier Ortiz 7 abril 2017
escrito por Javier Ortiz

El escritor Gore Vidal describió en su novela histórica “The Golden Age” cómo transcurrió en Washington el pulso final entre los últimos aislacionistas estadounidenses y la facción globalizadora, dispuesta a entrar en la Segunda Guerra Mundial.

A finales del siglo XVIII, el general que dio nombre a la capital de los EE.UU. pidió en su discurso de despedida aprovechar “nuestra posición separada y distante” para no involucrarse en las controversias o guerras en Europa, ese lugar al otro lado del Atlántico, donde por entonces pasaba casi todo lo que ahora llamamos “política internacional”.

Por cierto, América Latina tuvo menos suerte dentro de esta perspectiva; ni separación, ni distancia.

Donald Trump pareció retomar la bandera del aislacionismo autóctono estadounidense, aunque renegaba la etiqueta. Durante la campaña, en los debates y hasta como Presidente, daba señales de despreciar setenta años de hegemonía global.

“América (Estados Unidos) respeta el derecho de todas las naciones a trazar su propio camino. Mi trabajo no es representar al mundo. Mi trabajo es representa a los Estados Unidos de América” anunció en su primer mensaje al Congreso de EE.UU., en línea con su declarada intención de enfocarse a los asuntos internos de los Estados Unidos.

Como candidato, Trump mostró poco interés, desconocimiento y una interpretación simplista en cuestiones de política exterior. “No podemos ser el policía del mundo” dijo en su primer debate televisado contra la entonces candidata demócrata Hillary Clinton, que si tenía bien aprendida una agenda de participación activa en cada rincón del planeta.

Ya en el poder, con sus palabras y algunos gestos, Trump y varios miembros de su equipo se expresaban y actúan más  como los aislacionistas descritos por Gore Vidal, no como los halcones republicanos con el dedo en el gatillo. Bombardear una base aérea en Siria con misiles sería la reacción propia de un presidente republicano convencional. Un Nixon, un Reagan, un Bush (padre o junior).

¿Le está tomando el magnate neoyorkino el sentido de su cargo? Recientemente, Trump sacó de su Consejo de Seguridad Nacional a su asesor Steve Bannon, uno de sus más cercanos confidentes y una especie de líder de la llamada derecha alternativa, un tanto disidente de la línea maestra (mainstream) del conservadurismo republicano.

El aislacionismo marca Trump ha muerto. El 16 de marzo de 2017, el 45° presidente de EE.UU. presentó un proyecto de presupuesto federal con un recorte a los fondos a los diplomáticos del Departamento de Estado y un aumento generoso a los uniformados del Pentágono…. El 6 de Abril del mismo año, se fue a la guerra.

7 abril 2017 221 comentarios 400 vistas
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Una normalización con Trump

por Javier Ortiz 23 febrero 2017
escrito por Javier Ortiz

En sus primeras semanas en la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha sacudido las relaciones con México, le ha colgado el teléfono al primer ministro de Australia y prohibido vía decreto la entrada de refugiados y de personas procedentes de siete países con población mayoritariamente musulmana. Una de las primeras actividades de su Secretario del Tesoro fue declarar narcotraficante al Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, continuando con la actitud hostil hacia Caracas que caracterizó a su predecesor, Barack Obama.

En medio de ese torbellino de acontecimientos, las relaciones con Cuba solo pasan por una completa revisión y una cena en la Casa Blanca con el senador Marco Rubio: una evaluación en proceso y una comida que ya ha pasado la digestión.

La revisión la confirmó el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, repitiendo lo mencionado por el secretario de Estado Rex Tillerson en su audiencia de confirmación ante en el Senado y sus miembros cubanoamericanos, el propio Rubio y su colega de Nueva Jersey, Bob Menéndez. En una Administración con un primer mes cargado de noticias, decretos y apelaciones, el nombre del archipiélago caribeño no ha cubierto demasiados titulares.

El coste del muro que bordeará el río Grande y el desierto de Arizona se calcula con una exactitud milimétrica, pero los cambios con Cuba siguen vigentes, sin ser cuestionados, hasta donde sabemos.

No deja de ser inquietante que Trump diga ante la prensa que comparte visiones similares con Rubio respecto a Cuba, porque el senador por La Florida no tiene una perspectiva acerca del país donde nacieron sus padres, sino una colección de prejuicios y fantasías que abraza con tozudez.

La normalización abierta en diciembre de 2014 está pasando por la prueba de fuego de una Administración republicana. Vale la pena recordar que, en algún momento de 2015, Trump era uno de los dos candidatos a la nominación presidencial de su partido que apoyaba el restablecimiento de las relaciones con Cuba, una excepción en que era acompañado por el senador republicano Rand Paul (quien para muchos otros asuntos, también actúa como un electrón libre).

Sea quien sea quien esté comprobando qué hizo Obama, no demorará en descubrir que las llamadas “concesiones” no son concesiones en lo absoluto. Los límites de las medidas emitidas por la Administración anterior no son ningún misterio económico: están bien explicados en los informes a la resolución contra el bloqueo que Cuba envió a Naciones Unidas en 2015 y 2016.

Hubo un Trump que apoyó la normalización (y eso lo hizo mientas criticaba el resto de la política exterior de Obama), como antes hubo un Trump que exploró inversiones en Cuba. Hasta su hijo Eric dijo que su padre veía el asunto con Cuba desde una perspectiva empresarial. Pero esa es la perspectiva positiva: el Trump que necesitaba ganar el estado de La Florida era el que prometió revertir el acercamiento y puede ser que ese mismo Trump haya recordado el apoyo electoral de la comunidad cubanoamericana después de su comida con Rubio.

En medio de la cobertura mediática al deceso del Comandante en Jefe Fidel Castro, algunas de las mentes maestras de la Administración Trump no parecían tener mucha prisa en ratificar ante las cámaras algunas de las promesas hechas en La Florida.

En diciembre pasado, el periodista Chris Wallace de FOX News tuvo que preguntarle tres veces al ahora Jefe de Gabinete Reince Priebus si se revertirían las órdenes ejecutivas de Obama respecto a Cuba.

Durante el primer minuto y medio de la entrevista, el ahora jefe de gabinete de Donald Trump quiso apegarse a la propuesta que su jefe predicó durante su primer año de candidatura: hay que conseguir un mejor acuerdo con Cuba. Finalmente tuvo que conceder que habría una reversión, en caso de que la isla no cediera a las demandas de su Administración. En un tono similar, habló a NBC News la asesora presidencial Kellyanne Conway.

La postura del gobierno de La Habana fue enunciada por el presidente Raúl Castro en la V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe: hay voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y el respeto a la soberanía.

Cuba no parece ser una prioridad inmediata en la política exterior de Trump, al menos durante su primer mes. Quedan tres años y once meses por delante. Las primeras semanas de la Administración evidencian que la incertidumbre es la característica con que opera su gobierno. Y en incertidumbre, los cubanos no son los únicos que esperan.

23 febrero 2017 136 comentarios 413 vistas
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