La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
Autor

Ivette García González

Ivette García González

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana

proyecto

Repensar el proyecto de país

por Ivette García González 25 agosto 2020
escrito por Ivette García González

“Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar es un idiota, quien no se atreve a pensar es un cobarde”.

Sr. Francis Bacon (1561-1626)

Los cubanos solemos convivir siempre con una nación real y otra soñada. Somos seres racionales pero también pasionales e inconformes. Por eso, y para bien, cada cierto tiempo se vive una coyuntura especial donde el foco se sitúa en repensar el proyecto de país para superarlo.

Estamos en uno de esos momentos críticos. El debate desde diversas corrientes de pensamiento acerca de variados tópicos de la vida en Cuba y el proyecto de la Revolución se ha incrementado. El acceso a internet, a pesar de su elevado costo, ha permitido más socialización de ideas y participación cívica.

La avidez por la información, muy limitada en los medios de comunicación oficiales, que fueron los únicos hasta hace poco, favoreció descubrir sucesos y asuntos silenciados, controversiales e incluso historias inéditas en redes sociales y fuentes alternativas. De ahí a emitir criterios no iba nada. Se trata de una población instruida, afectada por crisis económicas recurrentes, cuyo escenario es de desgaste institucional  y erosión del consenso en torno al liderazgo político.

Pero como diría Albert Einsten (1879-1955) “Es en la crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”. Y en nuestro caso está la ventaja, por primera vez, de que coinciden ahora tres grupos generacionales con experiencias diferentes y muy ricas dentro de la Revolución.

Tres generaciones con capacidad de pensar, debatir y aportar a un nuevo proyecto.

Los últimos 20 años han sido de marchas y contramarchas, empantanamiento e inmovilismo. Sin embargo, los trazos generales del modelo (económico) y los cambios fueron acuerdos de los congresos VI (2011) y VII (2016) del Partido Comunista (PC), plasmados en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución (2011), la Conceptualización del Modelo Económico y Social (2016) y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social al 2030 (2016). En consecuencia, el país ha retornado al estado de crisis más agudo luego de los 90, una crisis estructural del modelo, agotado hace más de 10 años.

Ahora, en medio del escenario más complejo –crisis económica + Covid19  + endurecimiento del bloqueo estadounidense-, el gobierno ha lanzado un paquete de medidas que estratégicamente responde a aquellos pendientes. Sin embargo, las primeras implementadas y no previstas han generado, por su impopularidad, una mayor tensión social.

A pesar de todas las limitaciones, la sociedad civil se ha diversificado y ampliado durante estos años. Las voces del debate que emana de ella, encuentran receptividad y acompañamiento de la gente, desde diversos orígenes (de dentro y fuera de la Isla, también por primera vez), edades y posiciones socioclasistas. Cuadro que invita a promover algo más, un ciclo de debates y talleres temáticos, o foros acerca del país que queremos, por ejemplo. A través de fórmulas participativas, de debate abierto, respetuoso y constructivo, de lo cual es ejemplo La Joven Cuba, se podrían ir construyendo consensos que contribuyan a la transformación que demanda la nación.

Muchos son los tópicos que se han puesto sobre la mesa. Convendría ir sistematizándolos en campos de reflexión y análisis, develando sus dicotomías  y su relación con él, o los, proyectos de país que piensan los cubanos hoy.

1.- Transformaciones económicas.

La apertura económica no está en discusión, pero sí el qué, cómo y hasta dónde. Algunas cuestiones básicas de consenso en la sociedad civil son: el respeto, estímulo, ampliación y reconocimiento jurídico de las diversas formas de propiedad y gestión de las micro, pequeñas y medianas empresas. La prioridad del sector agropecuario y pesquero, el plan alimentario y su convergencia estratégica con la soberanía alimentaria.

Sigue siendo legítimo y urgente la ley general de empresas, el redimensionamiento del sector estatal y la autonomía de sus empresas, la descentralización del comercio exterior sin que para los actores no estatales tenga que mediar el Estado, y una mayor apertura del sector externo a todas las formas de gestión. También la reforma del sistema fiscal que estimule a productores y empresarios, y la complementariedad de las diversas formas de gestión estatal y no estatal (privadas y cooperativas). Asimismo, la unificación monetaria y cambiaria, ahora más complicada con las recientes medidas. Una vez más se prioriza la succión de la ahorros ciudadanos, lo recaudatorio, que genera más tensión y no decide la salida de la crisis al no tocar la esfera productiva.

Junto con lo anterior tendrán que encararse distorsiones del modelo que afectan la naturaleza del sistema y frenan las mejores intenciones de los cambios: la estatalización por la socialización, que se arrastra desde 1960 y que en la Constitución vigente se reitera expresando que la propiedad socialista es la estatal en representación del pueblo, cuando en realidad debería ser la cooperativa; la primacía de los mecanismos administrativos y burocráticos en lugar de los económicos y financieros en los procesos de ese carácter; la competencia desleal entre actores económicos en base al ejercicio del poder político y no a la eficiencia; la sangría financiera que representa la hiperbolización del aparato del Estado y el PC y, la persistencia en seguir apostando por una fórmula de socialismo vulgar donde la redistribución es el eje que define al sistema.

2.- Quiérase o no, el ámbito de lo político es parte de lo que debe ser cambiado.

A pesar de que en lo económico nos va la vida, es el político un ámbito más conflictivo y definitorio en el mediano y largo plazo. Se necesita voluntad política para implementar los cambios económicos,  y para que no se puedan paralizar una vez más cuando salgamos de la emergencia. Además, el modelo político también necesita actualizarse al tiempo que vivimos. No es un debate nuevo, los procesos de reforma en otros países socialistas ofrecen lecciones respecto a esta resistencia que vemos en Cuba.

La importancia de aligerar el aparato del Estado y el Partido también tiene repercusión política. La burocracia que han producido es cada vez más perjudicial al avance de las reformas y pone en peligro la preservación del sistema. Por otro lado, urge debatir sobre temas que afloran con frecuencia y que hasta ahora no han tenido cambios si no para más atrincheramiento del pensamiento conservador en los sectores de poder y para más control social. Entre ellos la función del PC en la sociedad, la legitimidad de los derechos y libertades de expresión, prensa, asociación incluyendo lo político, reunión y manifestación, el reconocimiento explícito a la no discriminación por preferencias políticas, la pena de muerte, la necesidad de un tribunal constitucional, la democracia, el sistema electoral y la pertinencia de incorporar fórmulas de democracia directa que puedan hacerse efectivas.

El Socialismo, en tanto sistema que sucede y se alterna con el capitalismo desde el siglo pasado, y que es la expresión más sólida, radical y actual de la izquierda internacional, debe ser próspero y sostenible, pero también democrático. Hace unos meses decía López-Levy “Para la izquierda no hay mejor política que el apego a la democracia como principio”. Y como diría el colega Víctor Rolando Bellido: “(…) las estructuras verticalistas no sirven para crear la nueva sociedad. Son pura opresión (…) aunque enmascarada con cosméticos muy eficientes y eficaces. El camino es la red, la construcción horizontal de las interacciones, de los vínculos democráticos desde las bases, con transparencia, cercanía, honestidad y rendiciones de cuenta continuas y constantes.”

3.- La Habana y las provincias: la problemática regional y la unidad de los cubanos.

Solo con el proyecto de justicia social de la Revolución a partir de 1959 se priorizó resolver los desequilibrios regionales. Sin embargo, es fenómeno de matriz colonial que no se soluciona en plazos cortos. Hoy es un problema que requiere atención por sus diversas implicaciones, incluida la del incremento de una cierta animadversión entre capitalinos y compatriotas de otras provincias. De este tipo de discriminación no se habla, o se habla muy poco en Cuba. Sin embargo, es muy lacerante para quienes la sufren y perjudica sobremanera la unidad nacional.

Las recurrentes graves crisis y fenómenos sociales conexos comienzan y terminan en las provincias. Y a eso se suman las consecuencias de la verticalización del sistema, la centralización y el inmovilismo conveniente a algunos sectores de poder, que no favorecen una vida más autónoma y próspera a los municipios. Los procesos de descentralización local, con mayor o menor acierto, diversos ritmos e impactos, se vienen implementando en el resto de América Latina y forman parte del debate en Cuba hace años. Ojalá se abra paso pronto la “Política para impulsar el desarrollo territorial”, aprobada recientemente en el Consejo de Ministros.

En las regiones fuera de La Habana, sin embargo, impresionan el talento, la limpieza y hospitalidad. La falta de oportunidades que empuja a emigrar en busca de mejores condiciones de vida en una capital deteriorada, y la implementación de determinadas políticas de efectos negativos para unos y otros, son elementos de base lamentables. La inmigración inducida por el Estado para emplear fuerza de trabajo procedente de las provincias orientales sobre todo, en labores de muy baja calificación y en los cuerpos represivos, caso de la PNR, es una de ellas. La implementación del Decreto Ley 217 (1997), que violenta el derecho de cualquier ciudadano a la libertad de movimiento y  a establecerse en cualquier parte de su país, es la otra, a pesar de las mínimas adecuaciones que se hicieron luego en el 293 de 29 de octubre del 2011.

4.- La cuestión migratoria: cubanos somos todos.

Este ha sido un tema que ha provocado una dolorosa ruptura en la familia y la sociedad cubanas, tanto de la que vive fuera de la Isla  -1.654.684 emigrantes (14,59%)- como de la que está dentro, 11,338.138 habitantes. La debida sanación de heridas no se ha producido, aunque se han dado pasos importantes. Es fenómeno que roza lo político en todos los tiempos, a pesar del empeño en decir que es una emigración económica. Su incremento sucesivo tiene implicaciones muy serias en lo demográfico y económico para el país. Y también alcanza lo sociocultural, la psicología individual y colectiva de los que quedan viviendo en la isla y los que viven en otros países.

El asunto requiere un profundo debate. Que los intereses de los emigrados no sean solo cuestión de ellos, que los diálogos gubernamentales con esa emigración no estén condicionados a su posición política respecto al modelo de socialismo que rige en la isla. Se trata de derechos, de que esos emigrados son tan cubanos como los que estamos dentro. En realidad, el hecho de que muchos cubanos busquen su realización profesional y personal en otros países, pone en tela de juicio la legitimidad del proyecto y del modelo socioeconómico y político implementado, aun con el bloqueo estadounidense.

Reformas al modelo vs naturaleza del sistema socialista… sin tapujos.

En el fondo de todos los debates está la disyuntiva de hasta dónde las reformas cuestionan el socialismo como sistema. Ignorar o subestimar los derechos individuales por los colectivos, sustituir la explotación del hombre por el hombre por la explotación del hombre por el Estado y apelar a la infinita gratitud del pueblo por los derechos que conquistó y que ante él se les muestran como concedidos, no son prácticas consustanciales del sistema, sino distorsiones del modelo.

Con esas prácticas se le niega al soberano, el pueblo, su capacidad y legítima autoridad para el discernimiento, elección y escrutinio de todo lo público. Al mismo tiempo, se vulgariza al socialismo, que como sistema muy joven necesita inevitablemente de la retroalimentación constante y el pensamiento crítico.

No sería ocioso el debate sobre los modelos de socialismo que se han implementado  desde 1917. En Cuba increíblemente no es un conocimiento extendido. Incluso se habla siempre del modelo “económico” y no del “social”, que contempla todas las demás dimensiones, política y social incluyendo lo cultural e ideológico. Si se quiere transformar el modelo social preservando el socialismo, hay que ir al fondo sin tapujos ni esquemas teóricos preconcebidos.

Y también se precisa repensar el socialismo. Tiene que ser próspero, sostenible y democrático, pero el discurso oficial omite, de la frase, precisamente esta última cualidad. Se ha dicho incluso que es una redundancia porque si es socialismo tiene que ser democrático. ¡Pero resulta que no es así! La experiencia de la mayoría de los modelos de socialismo que han existido evidencia lo contrario. Pareciera que esa falla es un problema consustancial o una regularidad. Por tanto, con más razón requiere con urgencia un análisis a fondo y con la mayor transparencia.

El debate de nuestro tiempo en torno al proyecto de país tiene que ser verdaderamente revolucionario. Requiere una mirada holística, crítica y propositiva que asegure preservar indiscutibles conquistas y transformar todo lo que sea necesario. Para eso son fundamentales: el contexto actual con las ventajas consustanciales de las crisis, el nivel de debate existente y la energía incomparable de  la sociedad civil, alejados de todo esquematismo mental y preconceptos caducos. No olvidemos que, como expresó Octavio Paz (1914-1998) “La ceguera biológica impide ver, la ceguera ideológica impide pensar”.

25 agosto 2020 45 comentarios 1k vistas
1 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
shame

The sense of shame

por Ivette García González 8 agosto 2020
escrito por Ivette García González

“The most terrible of all feelings is the feeling of one’s hope having died.” Federico García Lorca (1898-1936)

I clearly remember the family debates, especially with my brothers, back in the ‘90s, at the beginning of the so-called ‘Special Period’, one of the most original euphemisms of the Spanish spoken in the island.

I was very young, though still the eldest sibling. Like my contemporaries, I was very close to the paradigm of Soviet socialism, which we imagined was perfect and then suddenly collapsed. I irradiated enthusiasm, lots of hope, and a sacrifice mentality ready to be put to the test, along with my inclination for debate, controversy, and leadership.

The stubbornness of my parents, revolutionary fighters in the mountains, the plains, and a number of internationalist missions I can’t even remember, was also invariable. They were military types for whom the smallest concern in our minds could be seen as hypercriticism, challenge, ideological subversion, and so on, as it happened in the block, at school, and at the workplace.

One day in 1993, the worst of those years, I snapped. In a near uproar, I told my mother that you couldn’t eat dignity; that I felt frustrated because I had done everything they’d taught me in order to be a successful woman, or at least someone with a job and a future, and yet… That, to make matters worse, they hadn’t even taught me to be a believer, so I could then find spiritual refuge in the church and get some of the help (food and hygiene products) that they distributed in various places. Just like that, I blew up!

It was an outburst, not at all my usual behavior.

But it was only good to let off steam. I ended up feeling worse, crushed, when she said to me with a vacant look and tears in her eyes: ‘but daughter, then what’s left to say for us, who sacrificed so much, including, like me, even the raising of my children? …But we have to remain strong! Remember that communists die with their boots on as your father says.’

My attitude was understandable, she knew that. About six hours earlier I had left my house, on the other side of the bay, carrying my four-year-old son and a bag with the milk bottle. I was exhausted after carrying water all morning and worried that the milk would turn, as it often happened. I had spent more than two hours in line to board the small ferry boat that crosses the bay from Casablanca. Then I had walked (there was no transportation) from the Avenida del Puerto to the 20-story building where my mother lived in Centro Habana, close to Infanta, only to find when I got there that there was a power cut. That meant going 16 floors up the stairs carrying all that, bursting into the apartment to boil the milk, and bathing and feeding the child before dark because we didn’t have anything to give us light either. And then… surprise! There was no gas for the cooker either! And that’s when I went ballistic.

But, I repeat, it happened because we’re human and I reached a breaking point. In spite of all the difficulties, I lived with lots of optimism, debating with my brothers, who had recently graduated in Medicine and Accounting. Those were formidable encounters. I felt I had the possibility and the responsibility of responding to their concerns and dissatisfactions, especially since I was the eldest, worked in the social sciences, and was a militant communist.

I defended everything passionately and with arguments: that the social pyramid in Cuba would straighten out and professionals would once again occupy our rightful place; that the situation was momentary and was caused by external factors: the collapse of socialism in the USSR and the US blockade; that we all had a personal project and a collective project, which was the Revolution, and that we should choose the latter; that the problems – thinking of the growing migration that they considered an option – would not be solved from elsewhere, but from within Cuba; that we had to be a part of it, that such was the true measure of a revolutionary, that it was our commitment. The whole shebang!

I remember that when I ran out of arguments faced with so much criticism for problems that truly were happening, I would say to them: ‘you know what? I have no more answers. It’s a matter of faith if you will. I know we’ll get ahead.’

My speeches were futile, they went with their personal projects, I stayed in Cuba by myself and they started to jokingly call me ‘la cubanísima’ (‘the top Cuban’). I made sacrifices and moved on without giving up my profession or my ideas, and without asking for or living off remittances! I’ve taken pride in that and lived with a clear conscience, although it’s been hard. I’m not an exception, that’s the story of many Cubans of my generation and of others too, though every time we look around we painfully notice a lot of absence.

30 years have gone by.

And now, 30 years on, we go back to the most radical changes, which at their root and in their effects resemble those made in the ‘90s. Profound reforms in critical moments, when we’re on the brink of collapse. And then, the memories again…

I remember Esteban Morales, who was my professor, saying more than once: ‘It’s a mistake that in the political discourse we keep saying that these are changes we’re forced to implement, that we would prefer not to apply them, etc. That doesn’t show conviction, or permanence, or stability. On the contrary, it sows uncertainty, etc…’

In these 30 years, we came out of the ‘Special Period’, such as it was: a situation of the extreme shortage of everything, basic or not, of maximum austerity and with no chance to even stick to a plan; it was survival, we depended on solidarity and on a ship to dock with rice so we could eat. In 1993 that fall was completed when the GDP dropped by -14.9%, and the next year we began to have a discreet growth of 0.7%, although that could still not be perceived in the small economy, it was growth. There was light at the end of the tunnel.

Ten years later, in 2004, the growth was 5.8%. Of course, sometimes the number was misleading because behind it was the non-payment of external debt. In short, the annual data of the Cuban GDP during that time show such high volatility that reading tendencies in them is pointless, as Dr. Tania García has adequately put. But it did grow, until 2016 when the recession began; yielding every year a percentage lower than what was planned, which even brings into question the objectivity of the plans and the planners. At the close of 2019, the bottom line of 2016 repeated: 0.5% growth! And if we add to that, according to Benavides, that 37.3% of the working-age population is unemployed, the scenario is one of chaos and the crisis is structural and permanent.[1]

Actually, since the light at the end of the tunnel came closer and the economy improved, the reforms of the ‘90s were reined in, especially the ones concerning private enterprise and decentralization. There came Venezuela, the CUC, and the tax on the US dollar, in addition to an amicable and extraordinarily generous international policy, with services and products that we often didn’t have in Cuba. Those were the times of the ‘I’ll move to Bolivia’ or ‘I’ll move to Venezuela’ jokes.

What’s happened since the last third of the ‘90s and brought us to this point, fixed in the social psychology the material shortages – which for the people never disappeared – in direct association with the Special Period, though strictly speaking, they were no longer part of that extraordinary situation. They are the consequence of the erratic domestic policies and the successive practices, of the inability of the State to manage the empire it appropriated by keeping under its control what really should have become social many years ago, and of the predominance of a conservative, dogmatic and bureaucratized thought in the making and implementation of decisions. And to all of that, we must always add the US blockade, which along with COVID-19, are now cropping up as the (always external) causes of the current crisis.

I then bring to 2020 what some professors and friends used to say when we looked at our skinny selves in the ‘90s: ‘having been here and having survived those years gives me an unquestionable right to speak, at least!’ Because 30 years is a lot of time in the life cycle of a person! Because all of us who believed in success with faith and commitment in the ‘90s saw our best years slip by! Because it’s no longer possible to continue with only faith and commitment.

Faith and commitment are not enough.

It is known that the majority of the measures announced last July 16 had been approved and listed in guiding documents years ago. Not the dollarization, of course, let’s not get confused, but the wholesale market, for example, had already turned 12 since it was announced with the Party guidelines. All of them had long been repeatedly demanded by economists, entrepreneurs, and people with common sense. Yet they are adopted now when the domestic scenario, the blockade and everything else are at their worst; when, like in the ‘90s, the pressure cooker’s about to blow and we have to let the steam out somehow.

It’s not enough that the package has arrived with respective declarations and that, in terms of strategy, it’s both correct and bold. In reality, they owed it to us and most of it remains only a headline. Only three of the measures are clear and in effect. One was the people’s dream: the elimination of the tax on the US dollar. Another, the creation of the shops in FCC (Freely Convertible Currency), which include the retail market and the widely demanded wholesale marked for private businesses – which was never conceived that way –, could be an ‘indispensable’ or ‘necessary evil’ today for the State and its institutions, but it’s still a desperate and unpopular measure, and an insult to these self-sacrificing people, whose dreams of social justice brought us here.

Then, compatriots of the government and the Communist Party, after 30 years faith and commitment are not enough because: 1) we at the bottom are not the ones responsible for the failed policies implemented and for the reforms that weren’t made at the right time; 2) we were in a nosedive long before the pandemic and 3) the blockade can’t be blamed for everything that goes wrong in Cuba; on the contrary, most of what hasn’t been done or has been done wrong have nothing to do with it, but with the political will of the government and the Party instead.

In the face of these new measures, I’d like to be able to say what Félix Sautié wrote a few days ago in an essay, and which I share in theory: ‘It’s necessary to give them a period of grace for their effectiveness to lead to success.’ But that would take that we were talking about Cyprus, that I had the faith of the ‘90s, and that the life cycle of humans was longer! How long will the period of grace be this time?

Come on, 30 years is a long time. During the last eight, practice and political discourse at the highest level contradicted each other on a number of issues: 1) the tax on the dollar, which would remain for as long as there were financial persecution against Cuba, and today, when it’s more intense, it’s eliminated; 2) the use of the shops in FCC, which we wouldn’t have for anything in the world and now we have 72 to begin with, and not only for high-end products, but for food and basic essentials; 3) the increase of prices, which wasn’t allowed for private businesses and now the State carries on, as before, with outrageous prices; 4) centralized planning, the crown jewel of the reforms for the allocation of resources according to the guidelines and now exactly the opposite and 5) the SMEs, recognized in theory, but hardly mentioned and tolerated throughout the years, to the point of being unofficially bundled with self-employment, upbraided in Granma a very short time ago, by the way, and now promoted even for the government sector.

Therefore, accepting that what’s been said is the strategy and what’s been done (the partial dollarization) is a necessary and momentary evil, in addition to not being the main thing in the mid and long term, it would be advisable to clarify and reach a consensus, carefully and with transparency, in a more participatory exercise, on key issues about which nothing has been said or which have been left as simple statements of theory:

  • How will each measure be implemented;
  • What’s the timetable for de-dollarization;
  • Which are the compensatory measures that by means of redistribution will mitigate the negative effects of the approved actions;
  • What’s the policy to be followed with the most vulnerable sectors;
  • How and in what period of time will the strategy be applied so that, by way of the indispensable decentralization, benefits may really come to the country’s municipalities, in most of which today there’s no awareness or implementation of the absurdly low 1% that companies working in their respective territories must contribute to the local budget;
  • What’s the period of time for reporting the collection of FCC and for its redistribution in socioeconomic benefits to the rest of the people who have no access to such currencies;

A matter of dignity and a sense of shame.

My parents are no longer with us and I’m still in Cuba by myself, with my children who – go figure! – have the same dissatisfactions my brothers had 30 years ago. Once again, as some of us said in the ‘90s, émigrés (until then traitors), or the Cubans in the island who have family abroad sending remittances, become more useful in practice because they can contribute to the country, while the rest of us on this side then had, and will have today (?), the mission of holding out, becoming parasites or remaining dignified and proud, yet causing in others a painful mixture of admiration and pity.

However, same as back then I didn’t become a believer so I could get donations of hygiene products or food through a church or lived off family remittances, I will not do so today. There’s no way I will live in Cuba with the dollars of my émigré family. It’s a matter of dignity and a sense of shame.

‘We’re in the Lord’s hands’, as religious people say. And since in Cuba we do get a choice in that and the spectrum is quite varied, perhaps now I will turn to religion, at least to find some spiritual peace and satisfaction.

Contact the author at ivettegarciagonzalez@gmail.com

[1] These unemployed are people who do not work in any of the formal and legally recognized activities despite being of working age. See by Joaquín Benavides Rodríguez: ‘Población, empleo, coleros, especulación y delincuencia’, in Habana Insider, issue 137, July 28, 2020, Havana, Cuba, p. 7, at https://www.facebook.com/abelardo.mena.75; https://www.facebook.com/Habana-Insider-103018817721449/

Translated from the original

8 agosto 2020 0 comentario 518 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
verguenza

El sentido de la vergüenza

por Ivette García González 3 agosto 2020
escrito por Ivette García González

“El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”. Federico García Lorca (1898-1936)

Recuerdo con nitidez los debates en familia, sobre todo con mis hermanos, allá por los años 90 cuando inició el llamado “Período especial”, uno de los más novedosos eufemismos del castellano que se habla en la Isla.

Era yo muy joven, aunque la mayor de los chicos en casa. Tenía muy cerquita, como mis contemporáneos, el referente del socialismo soviético que suponíamos perfecto y de repente se derrumbó. Irradiaba ímpetu, muchas ilusiones y una mentalidad de sacrificio lista para ponerse a prueba, junto con mi inclinación por el debate, la polémica y el liderazgo.

La obstinación de mis padres, combatientes de la Sierra, el llano y ni recuerdo cuántas misiones internacionalistas, también era invariable. Militares para quienes la más mínima inquietud nuestra podía verse como hipercriticismo, cuestionamiento, diversionismo ideológico y un largo etcétera, como ocurría en la cuadra, la escuela y el trabajo.

Un día de 1993, el peor de aquellos años, estallé. Casi escandalizando le dije a mi madre que la dignidad no se comía; que me sentía frustrada porque había hecho de todo lo que me enseñaron para ser una mujer exitosa, o por lo menos integrada y con futuro, y sin embargo….. Que, para colmo, ni siquiera me había enseñado a ser creyente y así en ese momento poder encontrar refugio espiritual en la iglesia y que me dieran ayudas (alimentos y aseo) de las que distribuían en diversos lugares. Así, ¡de cuajo!

Había sido un exabrupto, no era mi comportamiento habitual.

Pero solo sirvió para desahogarme. Quedé peor, aplastada, cuando la vi impávida y diciéndome con lágrimas en los ojos: “pero hija ¿y qué diremos nosotros entonces, que tanto sacrificamos, incluyendo, como es mi caso, hasta la crianza de los hijos?…¡Pero hay que ser firmes!, recuerda que los comunistas se mueren con las botas puestas, como dice tu padre.”

Mi actitud era comprensible, ella lo sabía. Unas seis horas antes había salido de mi casa, al otro lado de la bahía, con mi niño de 4 años a cuestas y un bolso con el litro de leche. Iba agotada de cargar agua toda una mañana y con la preocupación de que se echara a perder esa leche, como tantas veces ocurría. Más de 2 horas en una cola para abordar la lancha que cruza la bahía desde Casablanca. Después caminando (no había transporte) desde la Avenida del Puerto hasta el edificio 20 plantas donde vivía mi madre, en Centro Habana llegando a Infanta, para encontrarme al llegar que no había electricidad.

Subir entonces con todo aquello los 16 pisos para entrar corriendo a la casa a hervir la leche, bañar y dar de comer al niño antes de que oscureciera, porque tampoco teníamos con qué alumbrarnos. Y entonces…. ¡sorpresa!, ¡tampoco había gas!. Ahí fue que exploté.

Pero repito, me ocurrió porque somos humanos y llegué al tope. A pesar de todas las dificultades vivía con mucho optimismo debatiendo con mis hermanos, recién graduados de medicina y contabilidad. Eran encuentros tremendos. Me sentía en posibilidad y con la responsabilidad de atender a sus inquietudes e insatisfacciones, especialmente por ser la mayor, del área de ciencias sociales y militante comunista.

Defendía todo apasionadamente y con argumentos: que la pirámide social en Cuba se enderezaría y los profesionales volveríamos a tener el lugar correspondiente; que la situación era coyuntural y tenía por causa factores externos: el derrumbe del socialismo en la URSS y el bloqueo de los EEUU; que todos teníamos un proyecto personal y uno colectivo que era el de la Revolución y que debíamos optar por el segundo; que los problemas –ante la emigración que crecía y ellos valoraban como opción- no se resolverían desde otro lugar sino dentro de Cuba, que había que ser parte de eso, que así se medían los revolucionarios, que era nuestro compromiso, ¡!!en fin!!……

Recuerdo que cuando ya me quedaba sin argumentos frente a tantas críticas por problemas que ciertamente estaban ocurriendo, les decía: “¿saben qué?, no tengo más respuestas, si quieren, es una cuestión de fe, yo sé que saldremos adelante.”

De nada sirvieron mis arengas, ellos optaron por el proyecto personal, yo me quedé sola en Cuba y empezaron a llamarme en broma “la cubanísima”. Me sacrifiqué y salí adelante sin renunciar a mi profesión ni a mis ideas, ¡y sin pedir ni vivir de remesas!. He vivido orgullosa de eso y con la conciencia limpia, aunque ha sido duro. No soy una excepción, es la historia de muchísimos cubanos de mi generación y de otras, aunque cada vez que damos media vuelta notamos con dolor muchísimas ausencias.

Han pasado 30 años.

Y ahora, 30 años después, volvemos a los cambios más radicales, que en sus raíces y manifestaciones se topan con los de aquellos años 90. Reformas profundas en momentos críticos, cuando estamos al borde del colapso. Y entonces, otra vez la memoria….

Recuerdo a Esteban Morales,  quien era mi profesor, diciendo más de una vez: “Es un error que en el discurso político se siga diciendo que son cambios que nos vemos obligados a implementar, que no nos gustarían, etc.. Eso no trasluce convicción, ni permanencia, ni estabilidad y por el contrario, crea incertidumbre, etc…..”

En estos 30 años salimos del “Período Especial”, tal como fue: una situación de extrema carencia de todo, lo básico y lo que no lo era, de máxima austeridad  y sin que se pudiera siquiera seguir un plan; era sobrevivir, dependíamos de la solidaridad y de que llegara el barco con arroz para comer. En 1993 se completó aquella caída cuando el % del PIB fue de -14.9 y al año siguiente empezamos a crecer discretamente con un 0.7%, aunque todavía no se percibía en la microeconomía, pero ya crecíamos, había una luz al final del túnel.

Diez años después, en 2004, el crecimiento fue de 5.8%. Claro, a veces era un dato engañoso porque tenía detrás el no pago de la deuda externa. En definitiva los registros anuales del PIB cubano durante ese lapso evidencian una volatilidad tan alta, que no merece la menor confianza una lectura de tendencias, como  bien ha dicho la Dra. Tania García. Pero algo creció, hasta el 2016 cuando inició la recesión, arrojando cada año un % por debajo de lo planificado, lo cual cuestiona hasta la objetividad de la planificación y los planificadores. Al cierre de 2019 se repitió el resultado del 2016: ¡0.5% de crecimiento!. Y si a eso le sumamos que los desocupados, según Benavides, constituyen el 37.3% de la población en edad laboral, el escenario es de caos y la crisis, estructural y permanente.[1]

En realidad desde que la luz del túnel se acercó y la economía mejoró, se recogió cordel a las reformas de los 90, sobre todo respecto a la iniciativa privada y la descentralización. Aparecieron Venezuela, el CUC y el gravamen, más una política internacional solidaria y extraordinariamente generosa, con servicios y productos de los que muchas veces se carecía en Cuba. Tiempos de aquellas bromas “permuto para Bolivia”, “permuto para Venezuela”…

Lo ocurrido desde el último tercio de los 90 y que nos trajo hasta aquí, fijó en la psicología social las carencias materiales -que para el pueblo nunca desaparecieron- en asociación directa con el Período Especial, aunque en rigor, ya no eran parte de aquella situación extraordinaria. Son consecuencias de las erráticas políticas domésticas y las prácticas sucesivas, de la incapacidad del Estado para gestionar el imperio del que se apropió manteniendo estatalizado lo que realmente debió pasar a ser social hace muchos años, y el predominio de un pensamiento conservador, dogmático y burocratizado en la toma de decisiones y su implementación. Y a todo eso siempre hay que agregar al bloqueo de los EEUU, que junto con la COVID-19, aparecen ahora como las causas (externas siempre) de la actual crisis.

Traigo entonces al 2020 lo que algunos profes y amigos decíamos cuando nos mirábamos todos delgadísimos en aquellos años 90: “estar aquí y haber sobrevivido a esos años, me da un incuestionable derecho a hablar, ¡por lo menos!.” ¡!Porque 30 años es mucho tiempo en el ciclo vital de una persona!!!! ¡Porque a todos los que apostamos con fe y compromiso en los 90, se nos fueron nuestros mejores años!!! Porque ya con fe y compromiso solamente, es imposible.

La fe y el compromiso no bastan.

Es sabido que la mayoría de las medidas anunciadas el pasado 16 de julio estaban aprobadas y recogidas en los documentos programáticos hace años. No la dolarización claro, no nos confundamos, pero el mercado mayorista, por ejemplo, cumplió 12 desde que se anunció con los lineamientos. Todas fueron reclamadas reiteradamente hace tantísimo por economistas, emprendedores y gente con sentido común. Pero se adoptan ahora cuando el escenario interno, el bloqueo y todo lo demás están en su peor momento; cuando, como en los 90, la olla está al explotar y hay que descompresionar de alguna forma.

No basta con que el paquete haya llegado con sendas declaraciones y que en términos de estrategia sea correcto y audaz. En realidad, lo debían y todavía la mayoría no pasa de ser un titular. Solo tres de ellas están claras y en acción. Con una soñaba por el pueblo: la eliminación del gravamen al dólar. La otra, las tiendas en MLC que incluyen el mercado minorista y el tan reclamado mayorista para los privados –que nunca se pensó de esa manera-, podrá ser “un mal necesario” o “imprescindible” para el Estado y sus instituciones hoy, pero no deja de ser una medida desesperada e impopular, y un insulto a este pueblo sacrificado, cuyos sueños de justicia social nos trajeron hasta aquí.

Entonces, compatriotas del gobierno y el Partido Comunista, al cabo de 30 años la fe y el compromiso no bastan porque: 1) no somos los de abajo los responsables de las erróneas políticas implementadas y de las reformas que no se hicieron desde que correspondían; 2) ya estábamos más que en picada mucho antes de la pandemia y 3) tampoco es culpa del bloqueo todo lo que pasa en Cuba; al contrario, la mayor parte de lo que no se ha hecho o se ha hecho mal, nada tiene que ver con eso sino con la voluntad política del gobierno y el Partido.

Frente a estas nuevas medidas quisiera poder decir lo que hace unos días escribió Félix Sautié en un comentario  que en teoría  comparto: “Es necesario un tiempo de gracia para la efectividad que conduzca al éxito”. Pero necesitaría que estuviéramos hablando de Chipre, que yo tuviera la fe de los 90 ¡y que el ciclo vital de los humanos fuera más largo!!!! ¿Cuánto sería esta vez el tiempo de gracia?

Vamos, que 30 años es mucho. Durante los ocho últimos, práctica y discurso político en el más alto nivel se contradijeron en varios tópicos: 1) el gravamen, que estaría mientras hubiera persecución financiera contra Cuba y hoy, cuando hay más, se elimina; 2) el uso de las tiendas en MLC, que por nada del mundo se pondrían y ahora tenemos en principio 72, ya no solo para productos de alta gama sino para alimentos y artículos de primera necesidad; 3) el incremento de los precios, que no se permitirían a los privados y ahora el Estado campea, como antes, con precios escandalosos; 4) la planificación centralizada, joya de las reformas para la asignación de recursos según los lineamientos y ahora exactamente lo contrario y 5) las pymes, reconocidas teóricamente pero de difícil mención y tolerancia a través de los años, al punto de quedar extraoficialmente dentro de los trabajadores por cuenta propia, fustigadas en el Granma hace muy poco, por cierto, y ahora promovidas incluso para el sector estatal.

Por tanto, aceptando que lo dicho es la estrategia y que lo hecho (la dolarización parcial) es un mal necesario y transitorio, además de que no es lo fundamental en el mediano y largo plazo, convendría clarificar y consensuar con cuidado y transparencia, en un ejercicio más participativo, cuestiones claves sobre las cuales no se ha dicho nada, o no han pasado de formulaciones teóricas:

  • Cómo se implementará cada medida;
  • Cuál es el plazo para la desdolarización;
  • Cuáles son las medidas compensatorias que por vía de la redistribución paliarán los efectos negativos de las acciones aprobadas;
  • Cuál es la política a seguir para los sectores más vulnerables;
  • Cómo y en qué plazo se aplicará la estrategia para que por vía de la imprescindible descentralización se beneficien realmente los municipios del país, en la mayoría de los cuales hoy ni siquiera se conoce o se ha implementado el irrisorio 1% que deben aportarles las empresas que funcionan en sus respectivos territorios.
  • Cuál es el plazo para rendir cuentas de la recaudación de MLC y su redistribución en beneficios socioeconómicos para el resto del pueblo que no tiene acceso a dichas divisas.

Una cuestión de dignidad y vergüenza.

Ya mis padres no están y sigo sola en Cuba, con mis hijos que ¡ni imaginármelo!, tienen las mismas insatisfacciones que hace 30 años tenían mis hermanos. Nuevamente, como decíamos algunos en los 90, los emigrados (hasta entonces traidores), o los cubanos de la isla que tienen familia en el exterior (FE) enviando remesas, se vuelven en la práctica más útiles porque pueden aportar al país, mientras los demás del lado de acá teníamos entonces  y ¿tendremos? hoy la misión de resistir, volvernos parásitos o mantenernos dignos y orgullosos, pero provocando una dolorosa mezcla de admiración y lástima en los otros.

Sin embargo, así como entonces no me hice creyente para que me dieran donaciones de aseo o comida en una iglesia, ni viví de remesas familiares, hoy tampoco lo haré. Por nada del mundo viviré en Cuba con los dólares de mi familia emigrada. Es una cuestión de dignidad y vergüenza.

“Que sea lo que Dios quiera”, como dicen los religiosos. Y como eso sí se puede elegir en Cuba y el espectro es bastante amplio, tal vez ahora sí me vaya a la religión, al menos para encontrar satisfacción y paz espiritual.

[1] Significa que la persona no trabaja en ninguna de las actividades formales y legalmente reconocidas a pesar de estar en edad laboral. Ver de Joaquín Benavides Rodríguez: “Población, empleo, coleros, especulación y delincuencia”, en Habana Insider, edición 137, julio 28, 2020, La Habana, Cuba, p. 7, en https://www.facebook.com/Habana-Insider-103018817721449/

3 agosto 2020 89 comentarios 1k vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Liderazgo, discurso político y Revolución

por Ivette García González 15 julio 2020
escrito por Ivette García González

El discurso político de los grandes líderes tiene diversos usos y lecturas según la época y el interés de quien lo lee. Sirve para ilustrar, comprender épocas y procesos, pero también se emplea a veces para cerrar o evadir un debate, extraer frases, unas veces bien empleadas, otras sacadas de contexto y otras mutiladas hasta donde dice lo que sirve a alguien interesado en legitimar determinada postura. Ocurre en cualquier parte, en Cuba, sobre todo, con los de José Martí, Ernesto Guevara y Fidel Castro.

En estos días volví a leer, luego de más de 20 años de haber trabajado procesando documentos de la autoría de Fidel Castro en el Instituto de Historia de Cuba, dos importantes discursos que pronunció el entonces Primer Ministro en 1960: el del 13 de marzo en la escalinata de la Universidad de La Habana y el del 23 de junio en Río Cristal.

Dos razones movieron mi interés. Una, la reacción de algunos intelectuales y combatientes al tratamiento que dio la Mesa Redonda del 13 de marzo al asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, ocurrido en esa fecha de 1957, descalificando la heroicidad del hecho y cuestionando la fidelidad al Pacto de México entre las dos organizaciones más importantes de la insurrección.

Durante casi tres meses se estuvo reivindicando a través de las redes el significado de esos hechos, la importancia de la organización que lo protagonizó –el Directorio Revolucionario (DR) fundado un año antes y devenido en DR 13 de Marzo (DR 13/3)-, en el movimiento insurreccional de los años 50 contra la tiranía de Fulgencio Batista, así como los sucesos que cobraron las vidas de muchos de aquellos jóvenes. El tono de los reclamantes terminó de subir frente a la indiferencia de los medios oficiales ante el fallecimiento, el 8 de mayo pasado, de Guillermo Jiménez Soler, Jimenito, una de las figuras más reconocidas de aquella organización. Lamentablemente, no hubo desde esos medios ni siquiera digitales, rectificación, contrarréplica, o disposición al debate sobre los asuntos cuestionados.

A diferencia de otras organizaciones, respecto al DR 13/3 subsiste en algunos intelectuales y combatientes la percepción de que, a pesar del heroísmo y las posturas unitarias que protagonizó con el Movimiento 26 de julio (M-26-7) liderado por Fidel, los exponentes suyos que llegaron al triunfo del 1º de enero de 1959, no fueron ubicados ni entonces ni después en puestos relevantes de confianza en la dirección de la Revolución. También, que no se les ha dado el espacio y reconocimiento que merecen en la historiografía nacional ni en la práctica política, a diferencia del posicionamiento que rápidamente alcanzó el Partido Socialista Popular (PSP), la otra de las tres fuerzas políticas de oposición al batistato.

Poco después de las insatisfacciones mostradas, Cubadebate publicó el discurso que Fidel pronunció en junio de 1960 ante el Directorio de 1930. Aunque no era ese Directorio el que había movido los reclamos en las redes, valía la pena releer el discurso publicitado para conocer si contenía algún mensaje de interés sobre el tema. En definitiva, no lo había ni en ese ni en el que no se publicó del 13 de marzo. No obstante, alcanzaron para pensar el discurso político como documento histórico, a través de esos dos ejemplos del importantísimo año 1960.

“Nosotros hemos recogido los frutos del esfuerzo que han realizado todas las generaciones anteriores”.    Foto: Perfecto Romero/Cubadebate

Mirar al pasado desde el ahora y a través de ese tipo de fuente posibilita pensar la historia más sosegadamente desde la distancia y los compromisos epocales. Las diferencias entre ese ayer y el hoy de Cuba son como de la noche al día. Los primeros años luego del triunfo de enero de 1959 fueron de una extraordinaria ebullición, como suelen ser las revoluciones: grandes manifestaciones, consultas populares recurrentes, traiciones, realineamientos, desgarraduras, confrontación, ilusión, pasión y hasta euforia. Solo en ese primer semestre de 1960 fueron 21 discursos, casi todos en grandes concentraciones populares espontáneas. Fue ese lapso identificado como de “histeria colectiva”, fenómeno socio psicológico que se emplea mucho en la salud pero que en el plano sociopolítico comprende la manifestación de los mismos comportamientos y estados de ánimo por parte de muchas personas cuando están agrupadas.[i]

Los discursos de Fidel Castro de aquellos años dan para comprobar ese estado. En su publicación original reproducen incluso los diálogos del líder con grupos e individuos asistentes, expresiones que corea la gente, aclamaciones reiteradas agradeciéndole los cambios y secundando todas sus propuestas. Y era una escena particularmente frecuente, todo un fenómeno sociopolítico: locaciones diversas, generalmente amplísimas, que se repletaban con hombres, mujeres y muchas veces niños apoyando enardecidos ante aquellas palabras argumentadas, viriles y cargadas también de emoción. Era, como diría el Che, “esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro”, en un escenario muy fértil.

Una lectura adecuada de tales documentos a la altura de los 60 años transcurridos, no puede obviar tres aspectos básicos: el tipo de documento que se trata con sus ventajas y desventajas, sus contenidos básicos e ideas rectoras, quién es el orador y cuáles son sus  propósitos y el contexto específico y general en que se produce el discurso.

Lo primero es que se trata de un “discurso político”, documento expresamente público desde que se concibe, aunque fuera mentalmente porque Fidel solía improvisar. Que se dirige a grandes masas o, a un auditorio o segmento de personas de interés y responde siempre a determinados objetivos e intereses políticos que el líder pretende estimular o neutralizar. Lo segundo es que el orador es el máximo dirigente de la Revolución, se conduce con el poder que le asiste pero también a sabiendas de la trascendencia de sus palabras, consciente de la importancia que tiene ganar toda la legitimidad posible en esos primeros tiempos, como garantía para la profundización de los cambios y la defensa del proyecto.

Todo eso iba acompañado de procesos políticos importantes y muy diversos. Eran tiempos de reacomodo de fuerzas políticas, de aprovechar las fortalezas de las principales fuerzas de la insurrección, mediar en las inevitables contradicciones y procurar la unidad para avanzar con el mayor respaldo posible. En los nuevos posicionamientos políticos, era lógico que los combatientes de las diversas organizaciones de la resistencia, estuvieran interesados en escuchar de primera voz el curso de los acontecimientos y las perspectivas, y que estuvieran también observando la distribución de funciones y puestos de confianza en la nueva Cuba. También que la contrarrevolución, como hija natural de la revolución, se incrementara y terminara de estructurar ese año, con una composición diversa y tratando de reeditar la fórmula insurreccional que había dado la victoria de enero de 1959.

Los dos discursos que interesan ahora se pronunciaron en momentos que precedieron y en el que daba inicio a la escalada de  medidas y contramedidas económicas y políticas, que radicalizaron el proceso entre fines de junio y de octubre de ese año. Cada una de esas intervenciones públicas se identifica con sucesos específicos, auditorios diferentes, objetivos concretos y líneas de mensaje fundamentales, en algunos casos coincidentes y de continuidad hasta hoy.

El del 13 de marzo en la escalinata de la Universidad de La Habana era el segundo que conmemoraba desde el triunfo y esta vez en su tercer aniversario, uno de los hechos más audaces y heroicos de las luchas cubanas del siglo XX, encabezado por José Antonio Echeverría, también líder de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Fidel discursó para todo un pueblo aunque más enfocado en los jóvenes. La conmemoración se mantendría de esa forma de manera ininterrumpida hasta 1968.

Estaba muy fresco el sabotaje al vapor La Coubre y el sepelio de las víctimas, con una impresionante concentración en la que Fidel pronunció por primera vez la consigna ¡Patria o Muerte!. EEUU aceleraba sus planes agresivos contra la isla, desde las incursiones aéreas, presiones económicas y otras contempladas en lo que 30 años después se hizo público como el “Plan de acciones encubiertas contra Cuba” aprobado cuatro días después de ese masivo acto. Poco antes, en febrero, se había producido la visita del Vicepremier Ministro de la URSS, Anastas Mikoyan.

Algunos aspectos que distinguen este discurso son: 1) Fue menos exhaustivo que el del año anterior en cuanto a los hechos del pasado que conmemoraba, incluso en cuanto a la organización líder de aquellos sucesos. Se centró más en el presente y futuro de la Revolución y el lugar de los jóvenes; 2) Crítica al pasado republicano y la debilidad de la economía cubana por la dependencia, lo que usa EEUU para presionar y castigar, por ejemplo con la reducción de la cuota azucarera; 3) el apoyo a las prioridades de los jóvenes: la edificación de  la Ciudad Universitaria con el nombre de José Antonio Echeverría”[iii], el monumento a los mártires y la reforma universitaria.

El discurso ante el Directorio del 30 ocurre tres meses después, cuando se han restablecido en mayo las relaciones con la URSS y se ha firmado el primer acuerdo comercial de suministros de azúcar y petróleo con ese país. Mientras, EEUU a través de sus empresas petroleras suspendía el envío de hidrocarburos a la Isla y prohibía a sus refinerías procesar los que procedieran de otras fuentes.  Al mes siguiente reduciría la compra de la cuota azucarera cubana. Se pronunció en un espacio más reducido, con un auditorio más limitado y centrado en el ámbito político. Un almuerzo ofrecido por esa organización política de los años 30, al que asistieron miembros y dirigentes de la misma y también la madre de Rafael Trejo, símbolo de las luchas de aquel Directorio contra la dictadura de Gerardo Machado.

Como en el anterior, el único tema importante del contexto de esos meses que Fidel no incluye en su intervención pública es el de las relaciones con la URSS. Algunos asuntos abordados el 13 de marzo los retoma, expandiéndose con otros argumentos. Otros, que allá fueron marginales ocupan ahora el centro de atención. Acaso el tópico más novedoso y a tono con un auditorio políticamente selecto, a muchos de los cuales no conocía más que por referencias, es el referido a las diferencias entre un momento revolucionario, cuando diversas organizaciones estaban en la lucha incluso con contradicciones, y un momento político como ese, luego del triunfo, en que las prioridades son otras en bien del entendimiento para el país.

Otros tres temas, que están relacionados y se manejan con muy diferentes profundidades en los dos encuentros, son los relativos a: el enemigo externo, la unidad y la contrarrevolución interna. El primero es el más reiterado. Ocupa buena parte de su intervención de marzo, destacando los enormes peligros que impone al país ese enemigo externo con las agresiones económicas, políticas y armadas, para todo lo cual avisa que hay que destinar recursos y prepararse, tanto para la defensa como para resistir las carencias económicas que sobrevendrán. Lo retoma varias veces y asocia esa capacidad de resistencia con el patriotismo, la valentía y usando como ejemplo lo vivido durante la lucha en la Sierra Maestra. También lo vincula al sentido de las conmemoraciones, que en su visión son especialmente para “afianzar ese espíritu de sacrificio, fortalecer ese estado de ánimo de quienes están dispuestos a todo (…) renunciar a todo egoísmo, renunciar a las comodidades si es necesario, para estar dispuestos a dar también nuestra cuota de sacrificio cuando la ocasión se presente.”

En el discurso de junio este mensaje está presente pero en otro tono, además de que se nota un esfuerzo importante en rechazar las acusaciones de que la Revolución se ha excedido y en que tampoco podrán culparla de eso en lo adelante porque ha sido hostilizada desde el inicio, a pesar de lo cual todavía hay intereses estadounidenses en la Isla. Adelanta y a la vez tantea el nivel de respaldo para lo que se iniciará en unos días con las grandes nacionalizaciones, de ahí que expresiones como “no nos quedaremos impasibles ante las agresiones económicas,” aparezcan en varios momentos del texto, con un mensaje sobre todo para los EEUU y también para el capital nacional.

Esboza el escenario venidero mucho menos dramático: “en los meses venideros estamos enfrentados a momentos trascendentales; (…) los acontecimientos se van precipitando; (…) se acercan meses, y tal vez años, de prueba.” Y en la alerta incluye que además de agresiones económicas podrán venir otras de tipo militar desde los EEUU. Desde fines de ese mes se dio una acelerada radicalización de las transformaciones económicas. Sobrevinieron las nacionalizaciones contra el capital extranjero, básicamente estadounidense y en principio contra las refinerías de ese país y luego de otras empresas hasta eliminar las últimas 166 en octubre, a lo que responde EEUU con la primera declaratoria de embargo a las exportaciones cubanas, a excepción de alimentos y medicinas que se agregan dos años después. Aquel ciclo de octubre del 60 se cierra con intervenciones y confiscaciones de otras muchas empresas de todo tipo pertenecientes al capital nacional, desde bancos hasta perfumerías, textiles, productos lácteos, molinos de arroz, tiendas por departamentos, circuitos cinematográficos y almacenes de la economía.

La unidad es una preocupación constante. Se argumenta siempre en sentido afirmativo y como recurso imprescindible para enfrentar los desafíos, en particular los que impone el enemigo externo. En el primero de los discursos la unidad tiene un enfoque más amplio y comprometido, insistiendo en la necesidad de asegurarla junto con el respaldo de la mayoría del pueblo, por lo que “todo lo que divida (…) es tratar de restarle fuerzas a esa mayoría (…) tenemos que mantenerla, (…) debemos saber rechazar con energía a todo aquello que pretenda debilitar las fuerzas de nuestro pueblo”. En el otro discurso, el manejo del asunto es diferente, más persuasivo y menos emotivo. Sus expresiones “Hoy nos hemos sentado todos en la misma mesa (…) y a ninguno de nosotros nos ha invadido la menor duda de que estamos sinceramente unidos”, o que el encuentro “no lo ha promovido ningún interés”,  resultan interesantes e ilustrativas de lo que aquí interesa. Hay una evidente intencionalidad política en esas frases, que responden más al “deber ser” o el “estado deseado” que a la realidad y evidencian la prioridad de lograr respaldo de las demás organizaciones de la sociedad civil cubana, que también se está revolucionando.

El tema de la contrarrevolución interna tuvo realmente peso en el segundo discurso examinado. En el primero fue secundario, se menciona solo una vez y para decir que es débil y sustentada por el enemigo externo, que sí es poderoso, de lo contrario no existiría. Pero en junio este no es un tema simple. La insistente referencia a traiciones que se habían estado produciendo desde el triunfo no es casual, aunque a la luz del tiempo y de la ciencia se sabe que ese fenómeno de reconfiguración de fuerzas y posiciones políticas que articulan una contrarrevolución, es una regularidad de las revoluciones. Así como el campo revolucionario se ensanchaba con los que se beneficiaban directamente de las medidas implementadas, que era la mayoría, en el de la oposición ocurría algo parecido al integrar a los afectados y a otros que, siendo del campo revolucionario, tenían contradicciones con el rumbo que iba tomando el proyecto, que a su juicio se estaba desviando de la plataforma que los había incorporado en otro tiempo a la lucha, lo que significaba que estaba cruzando la línea hacia el socialismo, o al “comunismo” como más se decía entonces. Se basaban en general en la radicalidad de las medidas, el acercamiento a la URSS y la apreciación de posiciones sectarias estalinistas en algunos socialistas populares en el poder. En la segunda mitad del año, solo en La Habana habían más de 40 organizaciones contrarrevolucionarias y dos de las más fuertes se identificaban como Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR).

En los dos momentos se evidencia la intención del 1er. Ministro de usar esos encuentros para transmitir informaciones de interés político general y específico para los diferentes auditorios, interactuar con el pueblo y escrutar la reacción popular y de grupos políticos, compulsar el respaldo de la gente y la unidad frente a un escenario que avizora complejo y cargado de desafíos. Todos esos aspectos complicados y muchos conflictivos, los aborda en un lenguaje muy afirmativo, optimista, de seguridad en la victoria y tocando la sensible fibra de la idiosincrasia y la identidad nacional en las personas.

La historia en su función educativa y como recurso para legitimar el proyecto y su liderazgo está presente también en las dos intervenciones, pero de modo diferente. En marzo, ante tanto pueblo y muchos jóvenes, es muy amplio y asociado a las consecuencias de la presencia de ese enemigo externo para Cuba desde fines del siglo XIX en lo económico, lo político y en sus afectaciones a la identidad nacional y las luchas cubanas. En junio, ante el Directorio del 30, la cuestión generacional en la historia de las luchas ocupa el centro del repaso histórico. Su objetivo es persuadir y lograr apoyo de ese segmento político a la Revolución. Así que se extiende en las diferencias entre las generaciones, en particular las de 1868, la del 30 allí presente y la suya propia. Reitera su reconocimiento al aporte de las anteriores, en particular la que está presente y el ejemplo que representan para la lucha de la del 50, más comprometida con el proceso porque con menos tiempo pudo ver coronado el triunfo.

Varios discursos de esos primeros tiempos tuvieron una tónica similar. Examinando el contexto permiten comprender la prioridad que tuvo la casi omnipresencia y oratoria de Fidel en la marcha de los procesos y la reafirmación de su liderazgo, coronado al año siguiente con la victoria en Playa Girón. Lo excepcional no está tanto en los temas y los recursos del líder para convencer y articular consensos a través de gigantescas y enardecidas movilizaciones populares espontáneas, cuyo centro fueron sus discursos y un inédito ejercicio de democracia directa. La mayoría de esos temas principales y recursos los mantuvo durante décadas. Lo realmente relevante está en la novedad que representaron entonces y que correspondieron al extraordinario y definitorio momento en que toda la fortaleza, energía y capacidad creadora (arriba y abajo) se desplegaban al máximo por una nueva Cuba.

Todo y más de lo que se avizoraba, e incluso lo que se temía durante aquellos meses del primer semestre de 1960, ocurrió a seguidas. A fines de octubre el Programa del Moncada se había sobre cumplido y había avanzado de modo notorio la unidad política de las bases sociales en torno al proyecto.  Aunque el carácter socialista de la Revolución no se declara oficialmente hasta abril del año siguiente y hasta casi tres meses no surge la primera organización política única y rectora -Organizaciones Revolucionarias Integradas, ORI, que al año siguiente se convertiría en Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, PURSC, mismo que desde 1965 asumiría el nombre de Partido Comunista de Cuba, PCC-, desde el último trimestre de 1960 quedaron a la vista dos rasgos fundamentales que siguen definiendo al socialismo cubano.

El primero, la estatización por socialización en la economía, siendo ya de propiedad estatal -salvo en la agricultura que era el 37%- más del 80% en indicadores  fundamentales: comercio exterior, banca y comercio mayorista 100%, construcción e industria 82.5% y transporte 92%.[iv] El segundo, la fórmula de organizaciones unitarias desde la base hasta la máxima conducción política ideológica del proyecto, que también funcionarían como mecanismos de control social. Se había estrenado el año anterior con las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y se amplió durante 1960: en enero los niños y jóvenes en la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), en agosto las mujeres en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y en septiembre los ciudadanos a nivel de barrios en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).

El titular con que Cubadebate divulgó el discurso ante el Directorio del 30 (“Cuando se hable de la Revolución, se hablará de una sola generación”) es casi la frase que Fidel dijo ese día: “Cuando en el futuro se hable de esta obra revolucionaria, se hablará de una sola generación.” Esa ligera imprecisión en la cita da para volver a la intencionalidad política del documento y los diversos acercamientos y usos posteriores aludidos al inicio. En Fidel fue la necesidad de persuadir respecto a la unidad que necesitaba ese momento político y la oportunidad que les ofrecía para que, de cara al futuro y la historia, fueran ellos también actores directos del cambio que en ese minuto ofrecía la “generación nueva” -como la llamaban los veteranos del 30- encabezada por Fidel. En los editores, pasados 60 años, muestra el interés por extraer y sintetizar una idea en forma de consigna, que resalte en la palabra del líder un mensaje de ausencia de contradicciones y de imperativo de la unidad, en un momento en que ese tema parece preocupar mucho y ocupar muy poco.

[i] Ver de Andre Clement Decoufle: Sociología de las revoluciones, OIKOS-TAU S.A, Barcelona, 1975

[ii] También españolas, francesas, suizas, británicas y canadienses

[iii] La CUJAE, que más tarde pasó a denominarse Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”, se fundó el 2 de diciembre de 1964.

[iv] José Luis Rodríguez García: Estrategia del desarrollo económico de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 23

15 julio 2020 16 comentarios 1k vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • …
  • 7
  • 8
  • 9

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...