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Ivette García González

Ivette García González

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana

Escenario político

Escenario político y límites de la condición humana

por Ivette García González 23 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

El escenario político cubano pone hoy a prueba los límites de la condición humana. Se puja por un nuevo proyecto de país basado en el Estado de derecho y la democracia como principios rectores de toda la sociedad.  

La concentración del poder político en base a un modelo excluyente y estatista se prolongó más allá de la Revolución, capitalizando su legado simbólico. Pudo imaginar, diseñar, institucionalizar, re-institucionalizar y reformar varias veces, pero se mantuvo sobre las mismas bases.  

La sociología de las revoluciones ofrece lecciones útiles. Una es que el liderazgo que sigue a la generación histórica no produce el cambio. Está demasiado comprometido. La reproducción de las mismas fórmulas en contextos y con liderazgos tan diferentes, es uno de los peores errores políticos. Desde los últimos años crecen la represión y el activismo cívico, marchas y contramarchas reformistas, blindaje del gobierno y agudización del conflicto.    

Al parecer, los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis y los costos del atrincheramiento y falta de vocación democrática.

Escenario Político (2)

Los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis. (Foto: Estudios Revolución)

-I-

La condición humana se caracteriza por la estrechez de sus límites en muy diversos ámbitos. Sin embargo, como señala el costarricense Oscar Mas, «la búsqueda de un orden social estable (…) y de la felicidad, son tan propias de la condición del hombre como lo son el dolor y la muerte».

Luchar por una sociedad sobre bases más justas es un escalón superior de la condición humana y es legítimo. Lo enseña la historia de la humanidad y la de Cuba: la permanente inconformidad, la cualidad revolucionaria y los sueños que permitieron forjar la nación.

En momentos críticos se producen bifurcaciones, reagrupamientos e iniciativas de nuevas generaciones, que el orden político puede limitar pero no consigue aplastar. Tales procesos van mostrando una vanguardia política. Parte de la crítica al estado de cosas hasta encontrar caminos para un futuro alternativo.

Es la misión natural de la joven generación, que asume el reto con sus virtudes y defectos. Es más difícil cuando, como en Cuba, quienes detentan el poder se sienten dueños de la verdad y ven a sus críticos como mercenarios o confundidos.

Se trata de aceptar la diferencia e incluso el antagonismo y abrir espacios más plurales en condiciones de libertad y respeto a los derechos que tenemos todos.

-II-

Cuba se encuentra en un momento clímax de su transición, y sin una lectura crítica del pasado-presente no es posible encarar-gestionar el futuro. Hoy es evidente:   

1.- El agotamiento de la esperanza, la ilusión por un futuro mejor y la fe en el liderazgo. Muy lejos quedaron los años de satisfacción real de necesidades ciudadanas y de las promesas de un futuro luminoso. Hace tiempo que no se asimilan los medios triunfalistas, no se apela al futuro sino a la resistencia, se agotan los discursos del «ahora sí» y cunde la desesperanza. Es contrario a la naturaleza humana.

2.- Desgaste de la propaganda política que insiste en pretextos y medias verdades para encarar los fracasos. Entre ellos se encuentra el sentido de la emergencia y la excepcionalidad, el impacto del bloqueo y la respuesta gubernamental. No se puede pretender que la ciudadanía los naturalice contra sus derechos y aspiraciones. Menos, sin el consenso popular y el apego a la ley.

3.- La criminalización de todo disenso y la manipulación. Se confunde pluralidad con pluralismo y el lenguaje se emplea como mecanismo de manipulación política. Las formas de violencia y mecanismos de control social fueron heredados y legitimados como «continuidad» del actual gobierno. Los mítines de repudio son parte de ello y se reafirmaron con tradicionales aplausos en el reciente congreso del PCC. No advirtieron  la complejidad del momento político. Son algunas de las «señales ignoradas», como expresó la Dra. Alina López Hernández.

4.- Las contradicciones de un socialismo que estatiza en vez de socializar, distribuye precariedad en vez de satisfacer necesidades siempre crecientes con arreglo al «de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo»; apela a la gratitud infinita de los ciudadanos y reduce la democracia y los derechos humanos a conveniencia. Tampoco espera que las personas piensen como viven sino como se les pide que piensen.  

5.- Contradicción entre el Gobierno y la Revolución que dice representar. La Revolución nació defendiendo soberanía, democracia, derechos humanos universales y la economía nacional; combatiendo los odios y la división entre cubanos. El gobierno divide a los cubanos en buenos y malos, revolucionarios y contrarrevolucionarios, construye una falsa unidad, secuestra la soberanía popular, reinventa la dependencia y acomoda la democracia a su conveniencia.

Ya aplica políticas de ajuste e invierte más en sectores inmobiliarios y de turismo que en agricultura, salud, seguridad social, educación e innovación. Resultado: Las grandes mayorías no salen de la precariedad y somos un pueblo heroico pero lastimado y fracturado. Casi el veinte por ciento de la nación ha emigrado y a los problemas de la Isla, se suma el envejecimiento demográfico, una exorbitante población penal y un segmento no despreciable que es reprimido de diversos modos.  

Se imponen ante esta realidad preguntas de sentido común: ¿para quiénes ha sido el proyecto?, ¿dónde se manifiestan la Revolución y el socialismo en lo que se hace en Cuba?

Escenario Político (3)

El fotógrafo español Ramón Espinosa, atacado por la policía durante las protestas en Cuba, el 11 de julio de 2021. (Foto: Adalberto Roque/AFP)

-III-

Fe y esperanza —como expresé hace tiempo— ya no son suficientes. Las generaciones de hoy tienen derecho a reivindicar su proyecto de país.

No se puede desconocer la soberanía popular en aras de mantener el poder que se heredó de la generación que hizo la Revolución. El gobierno sabe del resquebrajamiento de la confianza en amplios sectores de la ciudadanía en relación con su gestión y la institucionalidad. El poder en Cuba hoy no es revolucionario ni popular y se desentendió, o convirtió en formalidad, la tradición republicana del país.

La división es tan profunda que la sociedad civil tiene dos partes: una reconocida por el gobierno y otra independiente. La primera, con organizaciones burocratizadas que actúan como élites al servicio del poder;  la segunda, cada vez más diversa y pujante pero no tolerada por el gobierno.  

Los cubanos debemos rescatar ciertos conceptos en su verdadero significado. Ejemplo: Revolución no equivale a Gobierno. Para José Martí[1]: «La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la Revolución».

También debemos naturalizar el ejercicio de los derechos y la importancia del desarrollo democrático. Los derechos humanos son inalienables, por más que se haya vivido de espalda a ellos por desconocimiento, subordinación o porque no sea vocación del gobierno.  

La intolerancia gubernamental llevó a reprimir varias acciones cívicas, en especial la más reciente y masiva del 11-J. Ayer se conoció sobre la solicitud de permiso a las autoridades para una marcha pacífica de la sociedad civil el 20 de noviembre. Las demandas: «contra la violencia», «por el respeto a los derechos de todos los cubanos», «liberación de los presos políticos» y «solución de las contradicciones por vías democráticas y pacíficas».

Es la condición humana en su forma superior, cuando las nuevas generaciones pujan por transformar un país. La Revolución y lo revolucionario están realmente en los irredentos de hoy, en una nueva vanguardia política que emerge. Como escribió «el príncipe de las paradojas»: «a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales».

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] José Martí, OC, Vol. 3, p. 105

23 septiembre 2021 62 comentarios 3k vistas
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Diálogo Nacional (1)

El Diálogo Nacional y el escenario actual

por Ivette García González 16 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

Pensar el Diálogo Nacional como mecanismo de concertación política para resolver el conflicto actual de Cuba y empezar a crear un nuevo contrato social es estratégico. Ello requiere examinar el escenario existente e identificar debilidades, fortalezas, posibles amenazas y consensos. 

El contexto cubano en la Isla y la diáspora es complejo pero no excepcional. En tanto disputa entre dos o más partes, el conflicto[1] en tales escalas es consustancial a cualquier modelo social. Resulta confrontación por desacuerdos entre segmentos de la sociedad civil y política con intereses y aspiraciones contrapuestas.

Para examinarlo conviene descomponerlo en: situación, puntos de vista, posiciones, sentimientos, necesidades o intereses, y reformulaciones que suponen ver el problema desde una perspectiva diferente. Y para resolverlo es preciso no evadirlo, socializar percepciones, grados de afectación, hacerse escuchar, escuchar al otro y ponerse en su situación.

-I-

No se deben perder de vista algunas debilidades internas para encararlo:

1) Profunda crisis económica y sanitaria.

2) Extremismo político con fuerte raíz institucional.

3) Sociedad civil desarticulada y lastimada por la represión, la exclusión y la criminalización del disenso.

4) Insuficiente educación cívica, devenida falta de cultura política y democrática.

5) Daño antropológico a escala social, que incluye fenómenos diversos: despersonalización, apatía, miedo al cambio y mentalidad dependiente.

Diálogo Nacional (2)

La crisis económica y sanitaria es un debilidad para el Diálogo Nacional (Foto: Facebook)

Tampoco se pueden desconocer factores externos que podrían ser amenazas para un eventual Diálogo Nacional:

1) Incremento de la hostilidad del gobierno de EE.UU. —no solo mediante el bloqueo, sino del injerencismo— que, como apuntó el politólogo Jesús Arboleya, podría manifestarse a través de sectores cubanos involucrados.

2) Incremento del activismo entre un sector radical de la emigración asentada en EE.UU.

3) No recuperación del turismo internacional, lo que impactaría más en el país.

4) Eventual conflicto con actores externos a causa del impago de la deuda cubana.

No obstante, el Diálogo Nacional podría ser viable si se comprenden y gestionan adecuadamente esas debilidades y amenazas y se logra articular consenso en su favor. También si se consideran y aprovechan las fortalezas y se asume el Diálogo como oportunidad.

Como principales fortalezas podrían apreciarse:

– Alto nivel de instrucción de la ciudadanía y los emigrados.

– Significado de valores compartidos: patriotismo, soberanía, equidad, dignidad, justicia social.

– Confluencia de varias generaciones y energía que a favor del cambio dejara el 11-J, a pesar de la represión.

– La sociedad civil independiente ha empezado a generar nuevas propuestas y articula consensos acelerando su fortalecimiento.[2]

– Activismo de la emigración mediante fórmulas asociativas propias y articuladas con residentes en la Isla.

– Una Constitución que reconoce en sus artículos 3, 40 y 41 la soberanía popular, la dignidad humana como valor supremo y el carácter universal e interdependiente de los derechos humanos. Que además prohíbe toda discriminación (Art. 42) y consagra —Artículos 52, 53, 54 y 56— los derechos a la libre circulación, información, libertad de pensamiento, conciencia y expresión; así como de reunión, manifestación y asociación.

Diálogo Nacional (3)

Cubano-americanos participan en una manifestación de apoyo a las protestas en Cuba, en Miami, el 17 de julio de 2021. (Foto: EFE)

Tres elementos básicos podrían articular un consenso nacional para el Diálogo:

1) El conflicto es nacional, por tanto debe ser resuelto por los cubanos sin injerencia extranjera alguna y apegado a la soberanía popular.

2) El objetivo común de lograr bienestar para los ciudadanos en un país más inclusivo y democrático, que debe lograrse por vía pacífica y sin represión.

3) Se trata de una crisis sistémica, una fractura del pacto social cuya solución no se alcanza con métodos tradicionales que siempre han excluido a una parte de la ciudadanía.

-II-

Todo Diálogo Nacional requiere determinadas condiciones que deben asegurarse con total transparencia. Algunos intelectuales se han pronunciado al respecto, enfatizo en cuatro que ya deberían considerarse en Cuba: 1) suspender la represión política y reivindicar a las víctimas; 2) cesar la criminalización del disenso y reconocer la legitimidad de las partes; 3) aceptar la fractura de la sociedad civil cubana en grupos que apoyan al gobierno y otros que disienten y 4) generar un proceso de sensibilización dentro y fuera de Cuba respecto al conflicto y al Diálogo Nacional como solución.

Además de lecciones de experiencias anteriores que mencioné en un texto precedente, existen parámetros verificados internacionalmente para un Diálogo Nacional exitoso. Ellos abarcan, entre otros: prerrequisitos, tipos de asesoría, asegurar apoyos y neutralizar obstáculos, procurar medios para dar seguimiento a los acuerdos y rendiciones de cuentas de las partes, medidas para fomentar confianza y necesidad de que las partes cuenten con espacio para operar de manera libre y autónoma.

Recientemente el Dr. Julio Antonio Fernández llamó la atención sobre la importancia que para un diálogo inclusivo en Cuba, reviste la convergencia de la Constitución con la Declaración Universal de los derechos humanos.

Sería conveniente que el gobierno avanzara en las reformas económicas y priorizara en el calendario legislativo las regulaciones del derecho de manifestación y asociación, así como la ley de reclamación de derechos constitucionales. Igualmente, que de acuerdo con el Art. 95, asegurara las garantías previstas para los ciudadanos desde el inicio de los procesos penales: derecho a representación legal, comunicación inmediata con los familiares, prohibición de tratos violentos, físicos o psicológicos, entre otras.

Los Artículos 2 y 13 de la Declaración universal reconocen los derechos de todas las personas sin distinción de su opinión política, así como la libertad de circulación en el país y para entrar o salir de este. También —Artículos 9 y 19—que nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado; que todos gozamos de libertad de opinión y expresión, lo que incluye no ser molestado por esa causa y tampoco por investigar, recibir y difundir opiniones por cualquier vía, siempre que no se vulnere el derecho de otros.  

Diálogo Nacional (4)

(Foto: Vanguardia)

Todo eso se viola hoy en Cuba. Es inadmisible en cualquier circunstancia, pero más siendo de los primeros miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (2006) y actualmente con mandato hasta 2023.

Cuba necesita no solo medidas económicas y paliativas para la crisis que enfrenta. Urge contemplar lo político. Necesitamos un ambiente menos tóxico, represivo y polarizado. Ello ayudaría a despejar el camino hacia la verdadera solución del conflicto que vivimos, lo que constituye una oportunidad para el desarrollo de la sociedad, reafirmar valores e intensificar la participación en la vida social. 

El Diálogo Nacional garantiza la representación de todos los componentes de la nación, reconoce la institucionalidad del país y puede contar con apoyo internacional sin injerencia en los asuntos internos. El camino no es corto ni fácil, pero si, amén de las diferencias, tenemos consenso en que debemos cambiar y luchar por una Cuba mejor, entonces será posible.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Pedro Luis Lorenzo Cadarso: Principales teorías sobre el conflicto social, Norba 15, revista de Historia, Cáceres, 2001. y su libro Fundamentos del conflicto social, Siglo XXI, Madrid, 2001,

[2] Además de la oposición tradicional no reconocida oficialmente —UNPACU, Cuba Plural y otras—existen formas asociativas reivindicativas —Alianza Cubana Manos, Comité Ciudadano por la Integración Racial— e iniciativas como Archipiélago, Cuba Humanista, Cuba Próxima y Cubanos por el Cambio.

16 septiembre 2021 76 comentarios 2k vistas
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Diálogo Nacional

Diálogo Nacional para trascender y refundar

por Ivette García González 9 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

En otro texto llamé la atención sobre el Diálogo Nacional. Socializo ahora las fases del proceso y algunas lecciones de experiencias anteriores, porque entiendo que en el contexto cubano tal mecanismo permitiría trascender el conflicto y empezar a crear un nuevo contrato social.

Como mecanismos extra constitucionales y alternativos a las intervenciones extranjeras, los diálogos nacionales son complejos, esencialmente políticos y reconocidos mundialmente. Permiten llegar a la raíz de los problemas y ofrecer soluciones con garantías.

Voluntad política de las partes, imparcialidad y confianza, soberanía popular, máxima inclusión social y respeto a los principios de no intervención, autodeterminación y solución pacífica de controversias; son sus bases principales.

Se han implementado en países de Europa, África, Medio Oriente y Latinoamérica desde hace décadas. De esas experiencias derivan teorizaciones y protocolos reconocidos por expertos y organismos multilaterales, como el Manual Diálogos Nacionales y el Mecanismo de Montevideo.

Tales procesos se emplean para: transición democrática, fortalecimiento de la democracia y resolver conflictos armados. Ellos favorecen la aproximación y entendimiento de sectores en disputa, contribuyen a gestionar un nuevo proyecto de país, a reconciliar la nación y enrumbar el desarrollo.

Diálogo Nacional (1)

Cuba fue sede de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. En la foto, Raúl Castro, Juan Manuel Santos y Timochenko unen sus manos en La Habana durante las negociaciones de paz. (Foto: Alexandre Meneghini/Reuters)

Las fases del proceso

Organizado por actores nacionales, el Diálogo Nacional es más complejo que otros mecanismos de gestión de conflictos. No existe un modelo o receta, depende del contexto aunque deben observarse ciertas regularidades.

Puede implementarse —casi siempre con participación internacional— para prevenir y gestionar crisis, o lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. Métodos y procesos pueden combinarse e incluso escalar de la primera variante a la segunda.

Sus etapas son:

1. Exploración: supone análisis del conflicto, posibilidades, consultas a las partes, sensibilización, identificación de riesgos, figuras o líderes de opinión, mediadores y promotores que ayuden a persuadir sobre su necesidad, y anuncio oficial del proceso mediante decreto presidencial u otra vía.

2. Preparación: crear las condiciones, preparar a la ciudadanía, la prensa y otros actores, así como definir el marco del proceso. De su calidad depende en buena medida la del diálogo. Generalmente, es de por sí un proceso negociador y lo conduce una Comisión preparatoria integrada por las partes.

De estas primeras fases, que a veces se contemplan como una, derivan el Mandato y/o la Hoja de Ruta, en los que se definen: contexto sociopolítico, preocupaciones de las partes, objetivo fundamental, relación con el gobierno, calendario, cantidad y categoría de representación de las partes y actores internacionales, toma de decisiones, comunicación, reglas y procedimientos, naturaleza e implementación de los acuerdos y logística.

3. Diálogo Nacional: foro principal, funciona con presidencia electa, que debe ser independiente y tener legitimidad. Se desarrolla según la Hoja de Ruta y aprobación de agenda definitiva, reglamento y mecanismos de implementación. Se realiza en plenaria o combinándolo con grupos de trabajo para temas específicos.

Casi siempre la agenda incluye correcciones a la Constitución o elaboración de una provisional como puente hacia procesos ulteriores.[1] Implica transparencia para la ciudadanía y facilitación de su participación en foros, diálogos regionales, sectoriales, sondeos de opinión, etc.  

4. Implementación de resultados: se introducen, monitorean y evalúan los acuerdos, lo que confirma alcance y calidad del Diálogo Nacional. Se perfila lo previsto respecto a ciclos de consulta y retroalimentación, verificación, mecanismos y garantías. El diseño debe ser objetivo, con calendario realista y flexible, privilegiando los diálogos posteriores con ciudadanos y el enfoque transformador, lo que favorece soluciones sostenibles.  

Lecciones para Cuba

El Diálogo Nacional no es un fin en sí mismo, tampoco una fórmula ideal o exclusiva. Es un proceso de transformación estructurado y participativo, cuya viabilidad depende del objetivo, el conflicto que intenta resolver y las características específicas del escenario.

Modalidades, objetivos y «partes» son tan diversos como los contextos, aun en países que muchos asocian, como Cuba y Venezuela. Véase el de este último, que está transcurriendo en México.  

Diálogo Nacional (2)

Gerardo Blyde Pérez, ex alcalde de Caracas, y Jorge Rodríguez Gómez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, firmaron el memorando de entendimiento, junto con Marcelo Ebrard Casaubón, quien se presentó como testigo. (Foto: Karina Hernández / Infobae)

En Cuba, a pesar de las medidas flexibilizadoras recientes y de los diálogos parciales que ha sostenido el gobierno, las bases del conflicto y este en sí mismo se mantienen. Ello se evidencia en el incremento de las protestas,[2] la represión, peligro y grado de transnacionalización del diferendo y el resquebrajamiento de los niveles de confianza.

Ciertas características del modelo cubano también aconsejan un Diálogo Nacional: alta centralización del poder, inexistencia legal de oposición y medios de comunicación, no separación de poderes, carencia de instituciones independientes de defensa ciudadana, así como fuertes y diversos mecanismos de control social.

La nación cubana necesita el Diálogo Nacional para lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. En calidad de «partes» podrían estar el gobierno con sus organizaciones de apoyo y una alianza de la sociedad civil independiente y los emigrados. En ambas existen corrientes y proyectos políticos.

En el camino deberán tomarse en cuenta parámetros internacionales establecidos y lecciones de la experiencia:

  • Importancia de una campaña nacional e internacional de sensibilización y en favor del Diálogo Nacional como solución.
  • Debe contar con apoyo de actores externos con mayor o menor peso en las distintas fases del proceso —promotores, facilitadores, financiadores, observador/testigo/mediador/garante, apoyo técnico y especializado— y con una sede imparcial para la mesa preparatoria y la realización del foro.
  • Ciertas precondiciones generales legítimas funcionan y son saludables como gestos de buena voluntad. Por ejemplo, cese de toda represión y liberación sin cargos para todos los detenidos y encarcelados por sus ideas y/o acciones políticas pacíficas.
  • No existen normas para la cantidad de participantes ni el tiempo de duración, pues se ajusta a posibilidades reales y complejidad del contexto.[3]
  • Su condición extra constitucional favorece la adopción de normas propias, lo que no supone desconocer la Constitución e institucionalidad del país.
  • No implica renunciar a derechos constitucionales, especialmente los de libertad de expresión, asociación y manifestación pacíficas. Al contrario, el desarrollo democrático depende de la lucha cívica como mecanismo de presión y acompañamiento.
  • La elección de representantes debe ser cuidadosa y contemplar equilibradamente lo regional y la presencia de juristas, actores políticos clave, académicos, líderes sociales, mujeres y jóvenes del espectro socio-clasista.
  • La agenda debe ser una construcción colectiva desde el principio y estar basada en demandas ciudadanas.

Hoy la ciudadanía cubana se debate entre la sobrevivencia y la incertidumbre. Denuncia, explora fórmulas para hacer valer sus reivindicaciones y crea nuevos espacios para el debate en las redes.

 

Los diálogos nacionales no son mecanismos perfectos ni resuelven el problema de un plumazo. Siempre existen riesgos, debilidades y fortalezas que abordaré en otro texto. Sin embargo, en las condiciones de Cuba sería el de mayores posibilidades. Países más cerrados, con conflictos armados y fronterizos, divisiones étnicas, bloqueos y contradicciones antagónicas lo han logrado.

El extremismo político y la desesperanza son obstáculos para traducir el malestar ciudadano en estrategia política capaz de articular consensos. Sirva a la reflexión que los cubanos somos eternos inconformes, siempre hemos tenido una nación «real» y  una «soñada». Nos distinguen los sueños, fueron ellos los que abanderaron nuestras mayores epopeyas.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Algunas recomendaciones básicas a la agenda de diálogos nacionales son: no sobrecargarla y que se corresponda con los objetivos fundamentales acordados, debe ser inclusiva, avanzar de los puntos menos conflictivos, dedicar el tiempo necesario a los de mayor complejidad y desacuerdo, valorar pertinencia de usar grupos de trabajo para descomponer y analizar los aspectos más polémicos previo a su presentación en plenario.

[2] Luego de las protestas masivas del 11 y 12 de julio, se han registrado durante el mes de agosto otras 297 a pesar de la represión. Estas integran la cifra de 2,109 registradas desde septiembre del año pasado.

[3] En cuanto a participantes, según modalidad, objetivo y contexto, han oscilado entre diez hasta más de mil, y, en cuanto a duración, ha sido desde diez días hasta dos años.

9 septiembre 2021 70 comentarios 3k vistas
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Diálogo (1)

Controversias sobre el (los) diálogo(s)

por Ivette García González 2 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

Diálogo se ha vuelto palabra recurrente y controversial. Como expresión de la crisis sistémica del país, pareciera que hablamos sin entendernos. Desde la sociedad civil se acuña al gobierno como no dialogante; mientras, este reitera que siempre ha estado dispuesto al diálogo, y de hecho lo hace. ¿Entonces?

En principio, el diálogo es la forma de comunicación entre dos o más personas que exponen e intercambian ideas, una conversación que no implica necesariamente concertar acuerdos. Tiene múltiples variantes, es también mecanismo de resolución de conflictos y recurso fundamental para la convivencia civilizada.

En el ámbito sociopolítico —sean espontáneos, planificados, entre sectores sociales y entre estos y el poder— se emplea para articular consensos y solucionar problemas específicos. Sin embargo, cuando la crisis es general y se quiebra el pacto social, existen partes en disputa y represión; o cuando se pretende transitar de tradiciones autoritarias a una democratización de la sociedad, la experiencia internacional aconseja la convocatoria a un Diálogo Nacional.

Este debe ser inclusivo, sentar a la mesa de negociaciones a las partes en conflicto y derivar acuerdos vinculantes. Cinco reglas probadamente efectivas en escenarios negociadores son: 1) reconocer que todos tenemos percepciones viciadas sobre lo justo; 2) evitar que las tensiones se agraven con amenazas y provocaciones; 3) superar la mentalidad de «nosotros contra ellos» y concentrarse en buscar el objetivo común; 4) develar los problemas ocultos bajo la superficie y 5) separar los temas «sagrados» de los que no lo son en realidad.

Diálogo (2)

La película Oslo, estrenada en la televisión cubana recientemente, ilustra cómo se lleva a cabo un proceso de diálogo entre partes en conflicto, Israel y Palestina en ese caso.

Los diálogos y la crisis

Tres factores evidencian la pertinencia de un Diálogo Nacional en Cuba:

1.- Desgaste e inoperancia de los canales tradicionales de diálogo relacionados con el poder. Han sido diversos entre ciudadanos y componentes del sistema político. El más amplio y decisivo para el desarrollo democrático es el de los órganos del Poder Popular. Desde hace más de tres décadas, o se han vaciado de contenido y eficacia, o no tienen impacto ni credibilidad a escala popular.

2.- Mayor complejidad y riesgos en el escenario actual: crisis económica y social, incremento de las contradicciones internas, ampliación del disenso con alternativas ideopolíticas, acciones cívicas contestatarias  e incremento de la represión. Noviembre 2020 abrió una fase crítica con los sucesos de San Isidro, el MINCULT y sucesivas protestas aisladas, hasta el estallido social del 11-J. Casi todas fueron pacíficas y apelaban en su mayoría al diálogo con la institucionalidad del país, pero fueron reprimidas.

3.- Persistencia de la criminalización del disenso y evasión del diálogo inclusivo a partir de la estimulación del extremismo político y la crisis. Dos ejemplos:

– Sucesos del 27 de noviembre en el MINCULT. Gracias a su magnitud y la sorpresa, se logró un primer diálogo, más que todo una negociación para el siguiente, con algunas decisiones oficiales emergentes para calmar los ánimos. Sin embargo, el gobierno canceló el diálogo e insistió en no hacerlo con personas supuestamente comprometidas con la agenda de los EE.UU. Inició una campaña de criminalización en varios medios y amplió sucesivamente, sin pruebas condenatorias, la lista de excluidos —quienes «apoyan actividades terroristas», o tienen demandas «con un origen en la mentira y el oportunismo»— con los que «no existe opción de conversar».

– Articulación Plebeya, iniciativa con rápida acogida en la sociedad civil y que generó un primer debate público en internet sobre el Diálogo Nacional. Este fue atacado directamente y el proyecto experimentó la criminalización en los medios y la desarticulación por el gobierno. Uno de los textos más agresivos «Ni plebeyos ni patricios: equivocados», se publicó en Cubadebate, con setenta y cinco comentarios del mismo tono, muchos sin conocer la razón del título.

Diálogo (3)

Después del 27 de noviembre y el acuerdo inicial, el gobierno canceló el diálogo e insistió en no hacerlo con personas supuestamente comprometidas con la agenda de los EE.UU (Foto: Yamil Lage/AFP)

No basta reconocer la pluralidad

Esos y otros fracasos similares provocaron frustraciones y reservas respecto a la viabilidad de un Diálogo Nacional. El gobierno, aparentemente dialogante, ha mantenido el discurso polarizante y excluyente. No admite siquiera el derecho a réplica de quienes son desacreditados en medios oficiales. Estos solo encuentran espacio en las redes sociales y la prensa independiente.

Las recientes protestas masivas evidenciaron que no se trata de un sector, demanda o lugar específicos. Es un conflicto nacional que por primera vez replica la emigración en varios países. En la raíz está la fractura del pacto social que había emergido de la Revolución durante los años sesenta. La persistencia de un modelo con rasgos totalitarios y del corporativismo autoritario, agudizó las contradicciones internas que identifican nuestro presente.

Un proceso de diálogo nacional es la mejor vía para conseguir, como expresó el sociólogo cubano Lenier López, «un marco con reglas justas en el cual ninguna de las tantas partes que componen nuestra nación pueda ser avasallada por otra».

Solo los extremos —el sector radical en los EE.UU., que tiene algunos seguidores en Cuba y el gobierno cubano— se han opuesto a ese Diálogo. Ambos sostienen posturas intransigentes y no reconocen legitimidad en los contrarios.

El desconocimiento de la institucionalidad del país y el extremismo contra quienes optan por esa solución pacífica y soberana, no impediría el Diálogo, pero complica el escenario al enrarecer el ambiente para tal proceso. Deberían pensar responsablemente en las condiciones de Cuba y considerar que la violencia y/o cualquier subordinación a una agenda extranjera, los descalifica ante las mayorías.

La responsabilidad del gobierno es alta porque a su cargo está la estabilidad del país y la activación del mecanismo de diálogo nacional. Su actitud es incoherente con la capacidad negociadora que muestra internacionalmente. Una simple evidencia es su papel en los diálogos sobre la paz en Colombia, el proceso para restablecer las relaciones bilaterales con los EE.UU, e incluso con la CIA para cooperar en inteligencia.

Diálogo (4)

La actitud del gobierno es incoherente con la capacidad negociadora que muestra internacionalmente. Una simple evidencia es el proceso para restablecer las relaciones bilaterales con los EE.UU (Foto: Pablo Mayo Cerqueiro/Reuters)

En el ámbito nacional, el Partido/Gobierno/Estado usa el diálogo en la cómoda y tradicional acepción de conversación, de donde pueden derivar o no decisiones oficiales. Con frecuencia se combinan las muestras de «reafirmación revolucionaria» y —desde el compromiso político incondicional— discretas reivindicaciones sectoriales. 

Todos los diálogos son legítimos, pero:

– Los que son al estilo del gobierno ayudan solo momentáneamente porque no resuelven el verdadero conflicto, que se mantiene en los procesos paralelos: agudización de la crisis, medidas paliativas o a destiempo, represión, cascada de leyes y decretos de espaldas al pueblo, algunas de las cuales otorgan ciertos beneficios, pero en lo esencial pretenden blindar más al Estado y ahogar el disenso.

– Existe una profunda asimetría entre las partes. Un Partido/Gobierno/Estado todopoderoso y una sociedad civil débil y violentada sistemáticamente por este. El gobierno es doblemente opresivo y agudiza las contradicciones cuando —a sabiendas de que la mayoría no responde a ninguna agenda extranjera— impide que esa parte en desventaja ejerza el mismo derecho a dialogar y articularse.  

No basta reconocer la pluralidad, es preciso apegarse al pluralismo político como principio para gobernar democráticamente. Estamos en un momento crucial y debemos entendernos. El conflicto es nacional y como tal debe encararse. Un diálogo a esa escala permite alcanzar acuerdos vinculantes y sostenibles para salir de la crisis. Sería un importante paso de avance en el camino para edificar un nuevo proyecto de país.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

2 septiembre 2021 63 comentarios 4k vistas
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Miedo al cambio (1)

El miedo a la incertidumbre y al cambio

por Ivette García González 27 agosto 2021
escrito por Ivette García González

«La clave para el cambio….es dejar ir el miedo».

Rosanne Cash

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El miedo a la incertidumbre asociado al cambio es, como referí en un texto anterior, uno de los tres tipos de miedo más frecuentes en Cuba. Distingue el momento actual y se relaciona con el daño antropológico que padecemos. En torno a él se dirimen contradicciones y posicionamientos políticos, sobre todo desde el estallido social del 11-J.

En sentido general, el miedo sirve para reaccionar y adecuar nuestra conducta a las circunstancias, pero cuando es excesivo y no se sabe gestionar resulta disfuncional y «nos paraliza, nos bloquea emocionalmente».

El que ahora interesa se manifiesta como recelo, suspicacia, desconfianza, intranquilidad, sospecha. Existe cuando nos cuesta visualizar el futuro que queremos, un miedo a lo desconocido que solo se puede evadir o confrontar.

El malestar y las frustraciones, así como el miedo a la incertidumbre, están presentes en el contexto sociopolítico cubano actual. En el gobierno se percibe en las marchas, contramarchas y reiteradas decisiones erráticas. Entre la gente se muestra en el inmovilismo, el escepticismo y las diferentes corrientes ideopolíticas de quienes están convencidos de la urgencia del cambio.

Cambio (1)

Zona de confort

Premisas del miedo al cambio

Estamos habituados a desarrollar nuestra existencia bajo determinadas normas. La rutina que permite organizar la vida con ciertas garantías, el espacio vital que controlamos porque sabemos cómo ocurren las cosas y cómo debemos manejarnos. Es nuestra zona o estado de confort, que no permite superarse, pero sí, al menos, mantenerse.

Al comprobar que esas reglas no funcionan, o están agotadas, se presenta la opción del cambio, que implica salir de la zona de confort. Aparecen entonces las «resistencias», pues no todos asimilamos los cambios, sobre todo porque ellos implican transitar por la incertidumbre.

Con el tiempo crece el arraigo al estado de confort. Por tanto, hay menos disposición para el cambio, sea por la energía que requiere, por compromisos con el pasado o por no poder confrontarlo ya que se asocia al fracaso personal.

La incertidumbre provoca miedo porque no podemos ver ese futuro. La rutina que se deja atrás puede ser negativa, pero es lo conocido y sabemos cómo manejarla. Las causas son diversas y los costos no son iguales para todos.

El intelectual catalán Borja Vilaseca ha enunciado mecanismos que se usan para garantizar la parálisis psicológica de la sociedad. Son graduales, concatenados y conducen a adoptar decisiones y actitudes contrarias a la posibilidad real de un cambio constructivo. De ellos, el miedo es el más utilizado por el statu quo para el control social y la preservación del poder. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos, más deseamos que nos protejan el Estado y sus instituciones.

Por eso el miedo se puede convertir en el peor enemigo de la libertad. El psicoanalista Erich Fromm define tres premisas psicológicas que explican incluso la «extraña» circunstancia de que muchos ciudadanos cedan su libertad y apoyen a gobiernos opresivos:

1. Autoritarismo, abandono del yo para fundirse con lo externo buscando fuerza.

2. Destructividad, eliminación del otro.

3. Conformidad automática, la solución de la mayoría. El individuo deja de ser él, se transforma en el común y se muestra como los demás esperan. Así desaparecen el conflicto entre el yo y el mundo, el temor a la soledad y la impotencia, pero el costo es altísimo: pérdida de la personalidad propia.

Cambio (2)

Erich Fromm

Lectura del contexto

Todos esos elementos se manifiestan en Cuba, pero es importante atender a los procesos psicológicos que se presentan en los ciudadanos cubanos y su relación con el modelo social.

La esfera educativa ha sido fundamental para construir y reproducir nuestro estado de confort, muy conveniente al gobierno. Menciono dos vías adicionales que sobre las mismas pautas siembran el miedo al cambio en la conciencia social desde hace décadas:

1.- Política informativa basada en la censura, la propaganda y el contraste de los éxitos de Cuba frente a lo negativo en el mundo; permanente crítica al enemigo externo, exaltación de apoyos internacionales y silenciamiento de voces críticas nacionales e internacionales.

Esto configura un estado psicológico de atrincheramiento, conformidad, tolerancia y comprensión hacia el gobierno. Por eso muchos identifican solo las causas externas de las crisis, evitan la crítica y hablar de situaciones negativas. Cuando esto último no es posible, acuden al negacionismo, o las minimizan. 

 2.- Discurso político del miedo, que inunda la propaganda política con una enorme carga negativa y pesimista en torno a: intervención de EE.UU., eventuales ajustes de cuentas, pérdida de soberanía, privatización de la salud, educación y recursos del país en perjuicio del pueblo. Esto invade nuestro inconsciente, alimenta el instinto de supervivencia y con ello la resistencia a alterar el orden establecido.

Cómo encarar el miedo a la incertidumbre

La sociedad y sus normas influyen mucho en las personas, pero la libertad individual es derecho y responsabilidad del ciudadano. Vivir con miedo nos hace más vulnerables y la tendencia natural es la búsqueda de seguridad, el bloqueo mental y la resistencia a lo nuevo.

Existen numerosas técnicas psicológicas para superar el miedo al cambio, pero prefiero sugerir algunos recursos que ayudarían a lograr ese objetivo en las condiciones de Cuba:

1. Cuestionar las ideas y conceptos que hasta ahora dominan la mente.

2. Empoderarse individualmente a partir de la toma de decisiones, aunque sean mínimas.

3. Pensar positiva y proactivamente en el cambio con ideas propias. Tener alternativa estimula, convoca y ofrece confianza.

4. Participar en debates con personas que sostengan ideas contrarias a las propias.

5. Intentar contrarrestar los miedos con información objetiva acerca de: invasión extranjera; cómo otros países manejan áreas que nos preocupan —salud, educación, seguridad social—; consecuencias de manejarnos con esquemas mentales; conocimiento de deberes y derechos para ejercerlos.

6. Construir o ayudar a construir un diseño de futuro, que estimula el debate sobre el cambio, disminuye la incertidumbre y permite una visualización mínima del horizonte que se propone o que se aceptaría.

Cambios (3)

El momento actual es convulso, de contracción natural como consecuencia inmediata de la represión del 11-J y días posteriores, pero la energía cívica de ese día sigue convocando. Están en pleno fogueo del debate opciones políticas, proyectos de país, liderazgos, métodos de lucha cívica, estrategias, alianzas, prioridades, fines, y también los miedos que nos acechan.

No obstante, el curso natural de ese proceso, especie de «caos creativo», es que se vaya despejando el contexto y aparezca lo necesario para transitar hacia un nuevo proyecto de país. Tránsito que supone riesgos, implica esfuerzos y nuevos aprendizajes.

En cualquier caso, no cambiar cuando es preciso resulta más costoso; el verdadero peligro es mantenerse en la zona de confort cuando se sabe que el modelo está agotado y pueden acechar peligros mayores. Como expresara el filósofo Eric Hoffer: «En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo, estarán bien equipados para un mundo que ya no existe».

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

27 agosto 2021 64 comentarios 3k vistas
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Represión (1)

Represión del disenso: aislamiento y tortura

por Ivette García González 21 agosto 2021
escrito por Ivette García González

La represión en Cuba tiene diversas formas, que no excluyen la tortura y el aislamiento. Ello se ha exacerbado en los últimos años, y agrava nuestro daño antropológico. Visibilizar y condenar tal situación hace justicia a las víctimas y explica nuevos posicionamientos disidentes posteriores al 11-J.

El aislamiento social, que tiene disímiles causas y formas, va contra la naturaleza del ser humano. Es particularmente nocivo cuando se integra a la violencia institucional en contextos restrictivos de libertad y violaciones de derechos humanos.

La tortura y la amenaza de provocarla son las expresiones más graves de la violencia institucional. Supone causar intencionadamente sufrimiento físico o psicológico a las personas para someterlas, intimidarlas o coaccionarlas, extraerles información, castigarlas por lo que hicieron o por sospechar que así fue. La Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, resalta que la inflige «un funcionario público u otra persona en ejercicio de funciones públicas, a instigación suya o con su consentimiento o aquiescencia».

Aislamiento y tortura en Cuba

Algunos tipos de tortura son: por posición; sexual; por condiciones —celdas muy pequeñas, antihigiénicas o sin atención médica, amenazas e insultos, realización de actos humillantes, acusaciones falsas, amenazas de muerte o de aplicación de otro tipo de torturas, de daños a la familia o personas queridas—; exposición a temperaturas extremas, al hambre o la sed; privación del sueño y aislamiento.

Esta última consiste en la pérdida de contacto con el mundo exterior, ya sea por mantener a la víctima sola, en celda o sala de hospital —aun cuando tenga interacción por corto tiempo con otras personas—, o por privársele de sonidos, luz u otros. Es peligrosa porque facilita la impunidad de las autoridades.

El aislamiento provoca desorientación temporal-espacial y daños físicos y psíquicos que pueden ser irreversibles. Genera el estado psicológico de vivir en soledad, que se asocia a múltiples emociones negativas, de ahí la necesidad de mecanismos compensatorios. Por eso incluso existen regulaciones a nivel penitenciario, donde es frecuente se aplique cuando se trata de delitos políticos.

Represión (2)

El aislamiento provoca desorientación temporal-espacial y daños físicos y psíquicos que pueden ser irreversibles. (Imagen: kaosenlared)

En Cuba la represión pasó de selectiva a masiva. Que sea inferior a la conocida en otros países no le resta importancia, es igualmente violatoria de derechos humanos. Existen numerosos testimonios de prácticas como las mencionadas contra manifestantes del 11-J en unidades policiales y prisiones; y también en momentos anteriores.

Igualmente se sabe de encerramiento de personas en patrulleros bajo el sol y en camiones; reclusión domiciliaria sin causa formada; amenazas a disidentes, familiares y amigos; detenciones arbitrarias sin información a familias ni facilidad para representación legal, y ubicación de presos lejos de sus provincias. Esas y otras prácticas, como el somatón, califican como tortura y evidencian la indefensión ciudadana.

Algunos agravantes

Determinadas circunstancias constituyen agravantes: 

1.- Frecuencia de situaciones problemáticas que pueden derivar en torturas, como la demora y la detención policial. Sobre todo la segunda, que se puede usar para incomunicar al detenido, dilatar o impedirle asistencia legal, demorar revisión médica y visita de familiares. Propicia tratos crueles, vejaminosos o degradantes. 

2.- Insuficiente conciencia cívica, debilidad de la sociedad civil e inmovilismo, que no favorece una respuesta ciudadana eficaz. Muchos optan por callar, no creer, no informarse, mirar hacia afuera o minimizar tales hechos. 

4.- Desinformación, mentira y manipulación en los medios masivos de comunicación, que sustentan la represión y la impunidad. Sirvan dos ejemplos:

-El programa de televisión Hacemos Cuba (16 de junio), en el que Humberto López presentó la «defensa inmediata» como un «mito». Recomiendo la excelente réplica difundida por El Toque, donde el jurista Eloy Viera Cañive argumentó además que Cuba incumple hace décadas las cuatro salvaguardias que constituyen estándares internacionales para prevenir la tortura y los malos tratos.

-El texto sobre los procesos penales relacionados con el 11-J que publicó  Cubadebate (4 de agosto), con información de la Fiscalía General de la República. Sobran contradicciones con múltiples testimonios. Cuando menos resulta extraño que de sesenta y dos procesados, solamente uno fuera absuelto; que apenas el 35.4% tuviera abogado y que en ninguna de las denuncias contra el MININT investigadas, se haya detectado violaciones a la legalidad. 

Para contrarrestar el fenómeno

No es cualquier error, se trata de justicia y derechos humanos. Sería recomendable que el Partido/Gobierno/Estado:

1.- Ratificara los dos pactos principales de derechos humanos: el de derechos económicos y sociales y el de derechos cívicos y políticos.

2.- Hiciera valer su compromiso como Estado Parte de la Convención Contra la Tortura… y firmara también su Protocolo Facultativo, aprobado por la ONU desde 2002.

3.- Reconociera el problema y sustituyera el silencio o el negacionismo por acciones propias y recomendadas en otros países:  

a) Impedir que sus agentes torturen y condenar públicamente cualquier manifestación de este tipo o proclive a ella, así como renunciar al aislamiento de detenidos y ciudadanos en general por su disidencia.

b) Informar al pueblo acerca de sus derechos frente a la detención y la prisión, en particular sobre la presentación de denuncias —con garantías— por malos tratos.

c) Inspeccionar sistemáticamente las unidades policiales y prisiones, y autorizar a organizaciones de la sociedad civil para hacerlo.

d) Responder con urgencia, transparencia y responsabilidad a las denuncias de tortura o malos tratos.

e) Diseñar folletos e implementar programas de capacitación para los miembros de la policía y fuerzas de seguridad sobre estos temas y derechos humanos.

f) Ofrecer asesoramiento jurídico inmediato a los detenidos.

Continuar negando o minimizando la represión en Cuba impide superarla. Veamos tres realidades:

1) En 1958 había en Cuba catorce prisiones y hoy existen más de 300; 2) la emigración no llegaba entonces al 2% y ya pasa del 20, y 3) la escalada represiva se ejerce sobre una ciudadanía con profundos daños psicosociales acumulados e incrementados durante la pandemia.

No valen las comparaciones cuando de represión y violación de derechos se trata. Los actos represivos, incluyendo el aislamiento y otras formas de tortura, son condenables. Ellos laceran profundamente la condición humana, agudizan la tensión social y ahondan el disenso, porque la represión es el límite para cualquier persona honesta. Así no se construye un país, menos un proyecto en nombre de la Revolución y el socialismo.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

21 agosto 2021 80 comentarios 4k vistas
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Extremismo y manipulación

Extremismo político y manipulación. Análisis en un día

por Ivette García González 14 agosto 2021
escrito por Ivette García González

La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica porque destruye los cerebros.

Noam Chomsky

***

Un día y dos acontecimientos pueden ejemplificar el extremismo y la manipulación política en los medios oficiales cubanos. El día es el cuatro de agosto; los sucesos, las protestas del 11-J y la convocatoria de la UJC a la caravana del jueves cinco.

El extremismo político supone la ubicación espacial de las opiniones en los puntos más alejados del ámbito social de consenso. Se identifica según ideologías, métodos y procedimientos, aun cuando sea distinto el ideario político.

En Cuba ha tenido raíces institucionales durante más de medio siglo, por eso ha impregnado a la sociedad, es complejo y difícil de solucionar. Hoy se ha transnacionalizado y sus discursos sirven para justificar e incitar a la violencia y, dentro de Cuba, para mantener el poder y legitimar la represión. Con tales fines, intentan reforzar/confrontar al poder creando —que no formando—, la opinión pública.

El fenómeno mediático es global. La manipulación busca «controlar sutilmente (…) a la sociedad, impidiendo que sus opiniones y actuaciones se desarrollen natural y libremente». Sus mecanismos se facilitan en Cuba porque el Partido/Gobierno tiene el monopolio de los medios masivos y libertad en las redes sociales.

Aquí se verifican las estrategias definidas por Noam Chomsky y las cinco reconocidas como más usadas en lo político: estrategia de la distracción; dirigirse al otro como criatura de poca edad; utilizar la emoción más que el raciocinio; mantener al otro en la ignorancia y la mediocridad, y enredar, confundir y movilizar con el uso del lenguaje.

No se trata de izquierda/derecha, capitalismo/socialismo; se trata del poder. Por eso, prácticas registradas en Guatemala, Chile y otros países —criminalización de las protestas sociales y lavado de imagen de las fuerzas represivas y judiciales, por ejemplo— también se perciben en Cuba.

Medios oficiales y política

La televisión cubana es la máxima expresión negativa en ese ámbito. El cuatro de agosto exhibió, en horario estelar, el programa Las razones de Cuba con el audiovisual «Detrás de la guerra del golpe blando». El mismo aparece en la plataforma Youtube y motivó ciento veinticuatro comentarios.

El material presenta una fuerte carga de violencia y victimización para condicionar «respuestas» políticas. Reproduce matrices de opinión oficiales que van desde el negacionismo hasta el extremismo político en diversas formas. Su énfasis apunta a los peligros del «enemigo» y la posible intervención, lo que omite declaraciones hechas por la parte contraria de la emigración y el gobierno estadounidense. 

Según el programa, el 11-J fue parte de un golpe blando desde EEUU y una operación de redes sociales que, además, amplificó lo ocurrido. A tenor con esto, las causas se presentan externas y lo señalado como crisis interna también obedece a ellas. 

En el minuto 9.11 (de 14.37) se presentan convenientemente supuestas evidencias de vínculos terroristas en EEUU-protestantes en Cuba. Los mensajes de WhatsApp no tienen fecha y los testimonios muestran contactos posteriores al 11-J. Intentan infundir temor/indignación en los receptores, demostrar el condicionamiento externo y convencer del peligro para la soberanía.   

Con toda intención se ocultan las posturas moderadas y se focalizan en las del extremo, tanto en las de dentro del país como del exterior. Solo presentan imágenes de actos vandálicos para criminalizar la protesta, justificar la represión, desviar la atención, manipular y conseguir apoyos.   

En los comentarios se reproducen los códigos del material, acompañados de consignas y minimizando la represión en Cuba frente a la de otros países. Se ofende y descalifica a los emigrados que opinan sobre la Isla. De ellos aparecen críticas a medios oficiales, a la manipulación y la dependencia a las remesas.

Adicionalmente, Granma y Cubadebate merecen un comentario.

El órgano oficial del PCC publicó ese día dos textos de interés político: uno de Iroel Sánchez y otro basado en una entrevista a Teresa Amarelle, secretaria general de la FMC y miembro del Buró Político del Partido.  

El primero, con estilo triunfalista, manipula los hechos del 11-J y los equipara con el Maleconazo. De ese modo, criminaliza las protestas, exalta la figura de Fidel y valoriza la convocatoria de la UJC. Los seis comentarios al texto lo respaldan con expresiones extremistas y consignas tradicionales.

El segundo sigue igual línea, pero enfocada en ratificar que «las mujeres cubanas siempre estarán al lado de la Revolución» y que son una ONG «pero eso no quiere decir que estemos en contra del Gobierno ni de la dirección de la Revolución (…)».

Cubadebate por su parte, divulgó información sobre la marcha de las investigaciones ante las protestas del 11-J. Este texto se dirigió a calmar ansiedades populares, mostrar el supuesto buen manejo de las detenciones y procesos penales, y valorar las quejas y denuncias del pueblo como expresión de confianza en la Fiscalía.

La convocatoria de la UJC en otros medios

Sus consignas reprodujeron prácticas de manipulación que intentan aparentar legitimidad y mayoría y vestir el lenguaje político con estrategias retóricas y «frases humo» que juegan bien con la psicología de las masas y son efectivas para convocar.

Extremismo y manipulación

Telesur replicó la convocatoria y la presentó con dos objetivos: 1) contra la subversión y el golpe blando y 2) «para agradecer» la solidaridad con Cuba; sin embargo, no aparecieron reacciones. El mayor impacto que tuvo ocurrió en medios independientes e internacionales y también en las redes sociales, donde fue severamente criticada.

En Twitter, de los cincuenta comentarios, solo dos fueron de respaldo. Los otros indicaban la irresponsabilidad e incoherencia de realizar ese acto en medio del pico de contagios por Covid-19.

Así sucedió también en Facebook. Aunque en la página UJC NACIONAL no se puede observar porque es privada, se compartió en el grupo Utopía revolucionaria donde recibió diecisiete comentarios críticos.

Lecturas críticas para el cambio

Lo examinado sugiere una insuficiente capacidad del Partido/Gobierno para manejar la crisis y la urgencia de eliminar el extremismo político y la manipulación en el discurso oficial.

Se necesita democratizar el espectro mediático. La subordinación al poder político convierte a los medios en sus voceros. Estos concentran o distribuyen, según convenga, las estrategias de manipulación de las masas; reproducen y saturan con mensajes del mismo cariz y funcionan como factores de movilización política.

Lo reflejado en este análisis sugiere igualmente reflexionar sobre algunos presupuestos:

1.- Se perdió frescura, vitalidad y espontaneidad popular en apoyo al gobierno. Las organizaciones articuladas con este, incluyendo a la UJC, se atribuyen una irreal representación nacional. Y padecen los mismos síntomas: burocratización, separación de sus bases, subordinación acrítica al gobierno y reproducción de tácticas, métodos y estilos caducos.

2.- Amén de campañas del exterior, cada vez más cubanos dentro y fuera de Cuba perciben que el Estado y los medios mienten, desinforman, manipulan, tuercen derechos, no socializan reclamos populares sino mensajes de interés del gobierno y mantienen un estilo triunfalista nocivo para el país. Ellos y el discurso oficial viven y muestran otra Cuba.

3.- Hoy priman la falta de inteligencia política y valoración del contexto para encarar los desafíos del disenso y la fractura de la sociedad cubana. Lo examinado evidencia la poca capacidad del Partido/Gobierno y organizaciones afines, para calcular el costo político de la represión, el voluntarismo y la incoherencia. La convocatoria a la caravana fue errática y pudo rectificarse. Cuba estaba rompiendo récord de contagiados y fallecidos por Covid-19 en esos días y los que han seguido.

El derecho a la comunicación no es de medios ni gobiernos, es de los pueblos. No habrá solución al problema de Cuba si no se encara en su real dimensión; si no se enfoca la mirada hacia adentro; si se sigue pretendiendo engañar a todo el mundo todo el tiempo, y si se continúan estimulando desde el poder el extremismo político y la manipulación que tanto dañan al país.  

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

14 agosto 2021 64 comentarios 4k vistas
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¿Intervención, anexionismo? Comprender y trascender

por Ivette García González 6 agosto 2021
escrito por Ivette García González

«Los pueblos no se unen sino con lazos de fraternidad y amor»

José Martí

***

La mayoría de los cubanos rechaza el anexionismo y la intervención extranjera que son gratos a un sector radical emigrado en los EE.UU. Sin embargo, durante estas semanas, ese y otros fenómenos de la diáspora evidencian la gravedad del conflicto que vivimos. Conviene profundizar, examinar las causas e intentar comprender y trascender.

El anexionismo es una vieja corriente política que sustenta la adición total o parcial del territorio propio a otro Estado. El Derecho Internacional lo consagra cuando se trata de integración voluntaria. Eso no se ajusta a la realidad cubana del último siglo y medio. La única iniciativa que en nuestro tiempo sí corresponde en forma y contenido al anexionismo —llamada «Cubanos anexionistas»—, murió a poco de nacer, en el año 2009.

Sin que implique necesariamente ser anexionistas, pedir la intervención evidencia dos problemas vigentes de nuestra formación nacional: la dependencia y la desconfianza en las capacidades propias, que son rasgos del anexionismo.

La tesis de la intervención se ha sostenido por algunos radicales en EEUU, a pesar de las declaraciones oficiales y los pasos del gobierno estadounidense;[1] y pese a que es minoritaria y contraria incluso a la Fundación Nacional Cubano-Americana. Es un discurso desfasado, por más que parezca coherente con el diseño original de la hostilidad hacia Cuba. Obedece más a un liderazgo tóxico, que se maneja entre conflictos de intereses en la política doméstica y una agenda que medra a costa de la confrontación bilateral.

Algunas características del anexionismo en Cuba

1.- Fue una de las principales corrientes de pensamiento y opciones políticas durante la primera mitad del XIX. Se consolidó respecto a EE.UU. por la convergencia de: contradicciones con la metrópoli española; desarrollo del pensamiento cubano; cercanía e interinfluencias entre ambos territorios y política expansionista de aquel país hasta mediados de siglo.

2.- No fue un cuerpo uniforme ni tuvo base social suficiente para hegemonizar el campo ideológico. Tuvo eco cuando lo respaldó el expansionismo de EE.UU. en aquella época, que se concretó en los intentos de comprar la Isla a España y apoyar expediciones de ese carácter.

3.- Aportó dos de los símbolos nacionales (el escudo, reformado luego, y la bandera), un intenso debate que ayudó a radicalizar posiciones en favor del independentismo, y la táctica de la beligerancia para conseguir la emancipación.

Fue rechazado desde diversas posturas ideológicas. José Antonio Saco, por ejemplo, defendía una «Cuba cubana y no anglosajona», y lo veía como absorción y negación de la nacionalidad insular, que era «como negar la luz del sol a punto de mediodía». Por su parte, Antonio Maceo llegó a decir que «sería el único caso en que tal vez estaría al lado de los españoles».   

4.- Al nacer, la República intervenida cargó en parte con ideas de aquel origen. Con el paradigma de modernidad que representaba EE.UU., el plattismo, la injerencia e incluso la apelación a «la intervención» como mecanismo para contener disensos; nació también el antimperialismo y se renovó la resistencia. Existen múltiples evidencias de reivindicaciones soberanas y oposición a la subordinación, absorción e intervención. Valgan cuatro ejemplos: intensos y públicos debates, rescate de la soberanía sobre Isla de Pinos, derogación de la Enmienda Platt y reacción del entonces diplomático Cosme de la Torriente,[2] cuando se produce la segunda intervención:

« (…) moriría de vergüenza si después del espectáculo que hemos dado ante el mundo me viera obligado a volver a (…) desempeñar mi cargo (…) soy el único de los ministros plenipotenciarios de la República de Cuba que tomó parte en la guerra de independencia (…) con las armas en la mano, por entender que mi pueblo era capaz de regir sus propios destinos, no puedo estar en ninguna nación (…) representando lo que es la negación de las ideas que defendí, (…) la República de Cuba bajo la administración provisional de los Estados Unidos».

Intervención (2)

En el escudo diseñado por Miguel Teurbe Tolón destacan símbolos anexionistas como la bandera de los EE.UU. y la palma con orla de 13 estrellas en referencia a las colonias norteamericanas

Diagnóstico para comprender nuestro tiempo

La Revolución de 1959 enarboló la independencia y la soberanía nacionales, pero no logró solucionar aspectos vinculados con tal problemática y, en algunos casos, los complicó. Entender esta contradicción es clave para comprendernos y trascender la actual confrontación. Algunos de esos problemas son:

1.- La dependencia —que es también mental— y la del paradigma estadounidense, fueron superadas por muy corto tiempo.

2.- La persistencia de un fallido modelo socialista con gran costo social. El incremento exponencial del sistema penitenciario y la emigración son evidencias que niegan el proyecto.  

3.- En términos ideológicos se pasó rápido a una saturación permanente de la propaganda política contra «el enemigo imperialista», que terminó produciendo un efecto indeseado en algunos sectores.

4.- El extremismo político de origen institucional y la incapacidad para gestionar el disenso, al que se le atribuye indiscriminadamente el calificativo de anexionista con intención de criminalizarlo.

5.- La emigración, que si en 1958 no llegaba al dos por ciento de la población, derivó en sangría y tragedia para las familias cubanas. De acuerdo a los registros del MINREX, en 2016 eran más de 2 432 000 (21.34% de la población). Y se sabe que cientos de compatriotas murieron en el intento o fueron retornados al país.

6.- El tratamiento gubernamental hacia los emigrados ha sido errático y lesivo al excluirlos y confrontarlos. Más allá del conflicto inicial con la Revolución, las décadas que siguieron ofrecieron otro panorama que no se supo aquilatar. El gobierno pensó que resolvía un problema con los éxodos inducidos, pero creaba otro mayúsculo a la nación. A pesar de numerosos reclamos y de estudios académicos con propuestas políticas, las rectificaciones y los diálogos han sido pocos y condicionados por el gobierno; mientras, continúan dilatándose sus demandas. Hoy existe mucho resentimiento, frustraciones, heridas y nostalgia en esa emigración, que repercuten en miles de familias en la Isla.

Se cambió en el discurso la perspectiva de una emigración política o económica cuando fue conveniente, sin reconocer el impacto ideo-político en el largo plazo. Una muestra fueron las manifestaciones protagonizadas en diversos países por jóvenes cubanos en solidaridad con las protestas del 11-J, que lanzaron a las calles de la Isla a miles de sus iguales.

Intervención (3)

Hubo manifestaciones protagonizadas en diversos países por jóvenes cubanos en solidaridad con las protestas del 11-J (Foto: CNN)

Propuestas para trascender

La solución de los problemas de Cuba depende, en primer lugar, de la voluntad política del gobierno para gestionarlos con la sociedad civil y la emigración. Los discursos radicales dificultan ese proceso. De acuerdo con la experiencia histórica convendría:  

-Democratizar la sociedad y abrir canales de diálogo con los emigrados. Si el sistema político no deja espacio para dirimir disensos, si se siguen frustrando las reformas y dejando intocable lo político —que incluye la urgencia de regular los derechos de reunión y manifestación— continuarán radicalizándose las posiciones.

-El lenguaje oficial desde el extremismo político debe sustituirse por el reconciliador y democrático. Los medios nacionales, que son importantes para ello, deben ser transparentes y abiertos a sectores de disenso y oposición.

-El anexionismo no es una amenaza para Cuba. Debería abandonarse del discurso oficial porque conduce a la confrontación entre cubanos y desvía la atención de los verdaderos problemas.

-Urge una nueva política hacia la emigración basada en la comprensión, la apertura y lo que nos une.  

-Debemos avanzar hacia un proceso de diálogo nacional y reconciliación histórica que incluya a los emigrados. Tenemos ventajas: fortaleza de nuestra identidad; alto nivel de instrucción, incremento del activismo y fuerte componente joven del espectro contestatario dispuesto a ayudar al país.

La historia de Cuba está cargada de ejemplos anti-anexionistas y contrarios a la intervención, porque se trata de la independencia y la soberanía. Necesitamos desterrar la mentalidad dependiente y reafirmarnos como un pueblo capaz de sanarse y construir un proyecto de país con sus propias fuerzas. Martí nos recordaría hoy que «la patria es ara, no pedestal» y que «es la hora del recuento y de la marcha unida (…)» por el bien de Cuba y los cubanos.

***

[1] Amén de las sanciones recientes, el gobierno está sosteniendo diálogos con diversos sectores de la diáspora y adopta otras medidas de carácter político, como el nombramiento reciente de Ricardo Zúñiga —figura clave del llamado deshielo entre Cuba y los EEUU durante la administración de Barack Obama— como Secretario interino para asuntos del hemisferio occidental. Biden se reúne con cubanoamericanos y reitera sus promesas en cuanto a remesas y acceso a internet | OnCubaNews; Estas son las nuevas medidas de Biden sobre Cuba – Notisia 365; (1437) Las Reuniones de la Casa Blanca – YouTube; ¿Se acerca un nuevo deshielo entre EEUU y Cuba? Biden nombra a funcionario clave del gobierno de Obama (americateve.com)

[2] Fragmento de la carta enviada por Cosme de la Torriente al general William Taft durante la segunda intervención norteamericana (1906-1909). En Félix Lizaso: Cosme de la Torriente un orgullo de Cuba, un ejemplo para los cubanos, Comisión de homenaje nacional, La Habana, 1951, pp. 30-31.

6 agosto 2021 128 comentarios 7k vistas
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