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Ivette García González

Ivette García González

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana

Ellos

Ellos y nosotros, sus hijos y los nuestros…

por Ivette García González 14 octubre 2021
escrito por Ivette García González

La incoherencia entre discurso oficial/realidad y la certeza de que existe un «ellos» y un «nosotros», aumenta la frustración de muchos cubanos. Nunca fuimos iguales, nunca sus hijos fueron como los nuestros. Pero no sabíamos cuán hondo era el abismo. Mi generación creció bebiendo de la épica, la esperanza y los discursos oficiales. Apostamos una y otra vez y sacrificamos a nuestros hijos en aras de la entrega «revolucionaria».

La mayoría vivía despreocupada de la vida privada de los dirigentes. Entendía que estaba bien que no fuera pública y que tuvieran muchos respaldos por su seguridad y responsabilidad. Ignorábamos que el «socialismo realmente existente» que nos incorporaron generaba el fenómeno nomenklatura. Como expresara el historiador francés Jean Elleinstein en el prólogo[1] al libro homónimo de su colega soviético Michael Voslensky:

La Nomenklatura (…) no desea que se le conozca. No se asume como tal. No vive más que de noche. Odia la luz. (…) Enmascara sus privilegios. Está en contradicción total con las ideas que inculca a los ciudadanos de su país. Rara vez el pozo ha sido tan profundo entre lo que una clase dominante dice y lo que hace, entre el ideal que ella dice realizar y la realidad de su dominación. Es esto lo que hace particularmente peligrosa a la Nomenklatura y, al mismo tiempo, tan vulnerable […] Ella es nacionalista y habla de internacionalismo. Es racista y habla contra el racismo. Es privilegiada y habla contra los privilegios (…).

-I-

Nosotros depositamos una confianza extrema en el liderazgo político, cual si fuéramos feligreses. Ellos reivindicaron de la Historia únicamente lo conveniente. Así, por ejemplo, conocimos solo en parte a Martí, el Che y Fidel.

El Apóstol había advertido desde 1883 que: «Todo poder amplia y prolongadamente ejercido degenera en castas. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas, las castas se entrebuscan y hombrean unas a otras».

Ellos (2)

«Todo poder amplia y prolongadamente ejercido degenera en castas. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas, las castas se entrebuscan y hombrean unas a otras». (Imagen: Nestor Lominchar)

Y al año siguiente auguró que el socialismo de Estado sería «la futura esclavitud»: «Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios (…) lo iría perdiendo el pueblo (…) De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas (…) iría a ser esclavo de los funcionarios». 

Ningún dirigente o maestro invocó el incómodo concepto guevariano de contrarrevolucionario:

(…) aquel que lucha contra la Revolución (…) pero también (…) el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue dos carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no lo ostenta pero lo tiene. (…) El que utiliza sus influencias buenas o malas para su provecho personal o de sus amistades.

Y nadie, ni Fidel Castro, volvió sobre su concepto de revolucionario (1961) entendido como «(…) una actitud ante la vida, (…) ante la realidad existente.  (…) hay hombres que no se pueden resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla: por eso son revolucionarios (…). Es precisamente el hombre, (…) la redención de su semejante (…) el objetivo de los revolucionarios».

Tampoco conocimos las alertas sobre lo que era el modelo socialista asumido. Durante esas décadas circularon obras como Rebelión en la granja y 1984, de George Orwel; La nueva clase de Milovan Djilas y Camino a la servidumbre de F.A. von Hayek, entre otras. Unas se retiraron pronto de la circulación y otras ni pudieron entrar al país.

Supimos lo que permitieron. Cuando constatamos algo de sus privilegios, dijimos que lo merecían porque lucharon, porque tenían mucho trabajo y responsabilidades. Y luego elogiábamos a los hijos que, por lo menos, no ostentaban esas ventajas.

La permisibilidad fue pasando por generaciones. Así dejamos conformarse la casta y nos convertimos en siervos. Aprendimos a aceptar las incoherencias y a callarlas para no favorecer al enemigo o dañar la imagen de la Revolución.

Hoy las evidencias pululan, pero algunos continúan justificando los privilegios de los descendientes y salvando la responsabilidad de los padres. Dicen que hacen lo mismo que otros, que eso no es la Revolución ni define al dirigente, o que no miremos esas pequeñas manchas sino la obra.

En «La historia cobra los silencios», llamé la atención sobre el hecho de que muchos no condenen el fenómeno, sino el que este salga a la luz. Prefieren que quede en los bautizos de la inteligencia popular: «los hijos de los pinchos», «los hijos de papá», «somos iguales pero algunos somos más iguales que otros», etc.

Cedimos tanto que nos vaciaron y, peor aún, dejaron desiertas y sin referentes a las nuevas generaciones. «Los nietos de la Revolución», de hace una década, incluyendo su tema musical final, es una buena muestra.

-II-

Ante nuestros ojos se formó una minoría aristocrática cuya riqueza proviene del poder político y la ascendencia, como ocurrió en Europa. Véanse en los libros mencionados: tipos de privilegios, familias extendidas, nepotismo, corrupción, lo que representa la casta y cómo se va constituyendo.

No hay que buscar al verdadero poder en el Partido, el Ejército, la Seguridad del Estado o la economía. Actores de todos esos ámbitos constituyen la nueva clase dominante.

Ni de sus hijos ni de los nuestros nació el hombre nuevo. Nacieron personas hijas de su tiempo y circunstancias, pero eso sí, muy desiguales. Los suyos han disfrutado siempre de clínicas exclusivas, casas de descanso, carreras universitarias dentro y fuera de Cuba y viajes de turismo a lugares exóticos.

No tienen escuelas especiales pero son especiales en las escuelas, no fueron expuestos en zonas de guerra de misiones internacionalistas a las que sí fueron los nuestros, ascienden vertiginosamente en las instituciones militares y, por «racionalidad política», no los desenmascaran cuando aparecen involucrados en hechos de corrupción.

Para ellos las playas y las embarcaciones de cualquier porte están listas, asimismo las mejores casas y servicios en polos turísticos; tienen autos lujosos, se mezclan entre ellos y se protegen. A pesar del bloqueo y las carencias, sus gustos son capitalistas, sin embargo, para los nuestros eran inclinaciones y desviaciones burguesas.

Aun así también emigran, pero en condiciones especiales. No tienen que huir en balsas, ni vender todo el patrimonio para costear un viaje por fronteras, selvas y mares; están a salvo de peligrosas travesías. No los verán en las interminables colas o buscando medicamentos. Tampoco reprimidos por ejercer derechos cívicos, ni en actos «revolucionarios». Todo eso es para los nuestros.

Salvo alguna excepción, no hacen política ni son muy públicos fuera de Cuba. Prefieren prosperar pasando inadvertidos y pueden entrar y salir libremente al país, lo que está vedado para muchos de los nuestros.

Hoy tienen prósperos negocios privados en Cuba y otros países, sobre todo en EE.UU. Solo cuando llegan a ese país por vía irregular —lo que pocas veces ocurre—, somos iguales: tienen que declarar persecución, pasar la prueba del «miedo creíble» y, pasado un año, también se benefician de la ley de ajuste cubano, considerada «asesina» por el gobierno de la Isla.

-III-

Para quienes creyeron que esa era la generación histórica, también el velo ha caído. Los nuevos reproducen el fenómeno. También de ellos sobran evidencias.

El problema no es de sus hijos. Es de la hipocresía y demagogia consustancial al modelo de socialismo implantado, que se sostiene creando y protegiendo a la casta y reprimiendo todo disenso.

Una clase que no rinde cuentas, que no declara su patrimonio personal, que tiene un enemigo externo al que puede culpar de todo, que controla los medios, mantiene oculta su vida privada y no precisa del voto popular; no siente compromiso más que con ella misma. Puede construir un capitalismo de la peor especie y vestirse con desfachatez de socialista para la escena pública.

El principal impacto del fenómeno es la profunda erosión en las bases sociales del gobierno, porque todo eso se hace mientras se pide al pueblo más y más sacrificios. Perdieron con esa actitud autoridad moral y confianza política de amplios sectores.

El ejemplo y la coherencia entre discurso y práctica son vitales para la legitimidad y el consenso. Después de haberlos leído y escuchado hablar tanto de ejemplaridad, contra la corrupción y el nepotismo, es imposible callar. Ni enemigo ni bloqueo, es la naturaleza del modelo la que no permite ni rozar el poder de la casta retenido hace años. Son ellos, esa nueva clase, el peligro para la nación; seremos nosotros y nuestros hijos la salvación de Cuba.

***

[1] Fuente: Jean Elleinstein, prólogo al libro La Nomenklatura, del historiador Michael Voslensky.

14 octubre 2021 129 comentarios 8.777 vistas
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Imagina

Imaginar o soñar un nuevo proyecto de país

por Ivette García González 8 octubre 2021
escrito por Ivette García González

Soñar con Cuba es legítimo, pero prefiero imaginar un nuevo proyecto de país. Socializar esa representación mental es útil porque el futuro saldrá, no de una pretensión individual más o menos coherente y viable, sino de la inteligencia colectiva de los cubanos y de la soberanía popular.

Los sueños y la imaginación difieren en significados internos y connotaciones, aunque ambos conectan con experiencias. La imaginación política es actividad consciente y se relaciona con la sociológica[1] que definiera el estadounidense W. Mills. Comienza con la certeza de que existe un problema, que las cosas podrían ser de otro modo, cuál sería el escenario o modelo deseado y cuáles sus posibilidades.

Hace un año expresé en un texto que «los cubanos solemos convivir siempre con una nación real y otra soñada», y que estamos en una coyuntura donde se repiensa el proyecto de país para superarnos. Luego, refiriéndome al miedo a la incertidumbre, enfaticé en la importancia de clarificar los futuros posibles como vía para disminuir temores y ayudar al tránsito que implica el cambio.

-II-

Las marchas y contramarchas de los últimos treinta años han provocado una agudización de la crisis sistémica del modelo social, que complejiza el escenario actual en todos los órdenes. En consecuencia, se han definido posiciones e, incluso, posturas reformistas se han movido hacia posicionamientos más radicales.  

En aras de la síntesis obvio profundizar en el diagnóstico, referido en artículos precedentes. En uno de ellos señalé algunas problemáticas en cuatro campos de reflexión —economía, cambios en lo político, desequilibrios regionales y emigración— y su relación con los proyectos de país existentes. Ninguna de las alertas y propuestas ha sido atendida; al contrario, han empeorado los problemas y las injusticias.

La falta de voluntad política de quienes deciden los cambios en Cuba, obliga a repensar todo e ir más allá. En amplios sectores de la sociedad se constatan las limitaciones de las reformas emprendidas, el blindaje del Estado, el mismo verticalismo, la represión y el camino infinito de transformaciones que nunca se concretan en su totalidad ni en los plazos acordados. Los niveles de confianza en la estructura del poder se han erosionado demasiado, casi se puede predecir la repetición del ciclo crisis-reforma-represión que hemos vivido antes.

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Los niveles de confianza en la estructura del poder se han erosionado demasiado. (Fotos: Estudios Revolución)

-III-

La Cuba que imagino tendría estos rasgos básicos:

En lo político:

1. Democracia como principio rector de la sociedad en todas las esferas y respeto al pluralismo político para gobernar en la República.

2. Separación de poderes y Estado laico, de estricta función reguladora y transparencia en su gestión.

3. Democracia «participativa», atendiendo a todas las formas o momentos efectivos de la participación popular en el ejercicio y control del poder, acompañada de modalidades de democracia directa con relativa frecuencia y según la escala —nacional, provincial o municipal— e impacto de las decisiones.

4. Correlación «ciudadano-territorio» como principio fundamental en todo proceso electoral para alcanzar un desarrollo democrático en elecciones libres y plurales desde la base. Pluripartidismo/unipartidismo no garantizan por sí solos la democracia.

5. En las elecciones, los candidatos se presentan con un programa de gobierno para la solución de los problemas nacionales a pesar del bloqueo. El electo debe ser capaz de negociar —con el apoyo de los cubanos residentes en los EE.UU. y la comunidad internacional— su desmantelamiento.

6. Autonomía municipal, que incluiría la fijación de un impuesto —no inferior al 5%— a favor del desarrollo local por parte de las empresas instaladas en el territorio, y prioridad a sus pobladores para todos los empleos.

En lo económico:

1. Economía mixta y desmilitarizada, sostenible y amigable con el medioambiente; que reconozca todas las formas de propiedad (cooperativa, privada y pública encargada al Estado) e impulse la agricultura familiar, pesca y ganadería como garantías de la soberanía alimentaria.

2. Política redistributiva y fiscal progresiva, que respalde los programas sociales en pos de la equidad y la justicia social.

3. Libertad para el comercio exterior de todos los actores económicos; estímulo a la inversión sin menoscabo de la soberanía y dando prioridad a los cubanos, residentes o no en Cuba.

4. Plena soberanía de la moneda nacional en todas las transacciones domésticas.

5. Estímulo a la industria y la producción nacionales, con un programa temporal de exención de impuestos para nuevos emprendimientos y aquellos que tienen una presencia mínima en el espacio económico.

6. El Estado respalda particularmente a las cooperativas como forma de propiedad de mayor grado de socialización y economía solidaria.

7. Que aquellos sectores o instituciones públicas que el Estado administre o gestione, funcionen bajo control obrero y tiendan a la autogestión.

8.Solo los renglones y funciones estratégicas por su carácter público —defensa y orden interior subordinados a la Constitución y su respectivo objeto social; subsuelo; servicios públicos básicos y política exterior— estarán en manos del Estado, que también ejercerá una adecuada regulación del mercado.

Particular atención y responsabilidad tendrá con las políticas públicas y protección a la salud, educación, cultura y seguridad social públicas, e incluso sobre formas privadas, garantizando en todas el respeto a los derechos laborales.

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Particular atención y responsabilidad tendrá con las políticas públicas y protección a la salud, educación, cultura y seguridad social públicas. (Foto: Alexandre Meneghini – Reuters)

En lo social:

1. Justicia social, acceso universal y gratuito a la educación, la salud y la seguridad social e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, con independencia de que existan iniciativas privadas.

2. Restitución de todos los derechos de los emigrados como ciudadanos cubanos.

3. Programa especial de atención a los desequilibrios regionales en materia económica, medioambiental, de desigualdad y dignificación de la vida humana. También de protección a los sectores vulnerables.

4. Libertad de conciencia, asociación, pensamiento, expresión, información, prensa, circulación, y políticas específicas para evitar todo tipo de discriminación, incluyendo la territorial y por ideas políticas.

5. Respeto y protección a todos los derechos humanos con el respaldo jurídico correspondiente y la existencia de una Defensoría del Pueblo.

6. Estímulo al empoderamiento ciudadano y la existencia de una sociedad civil diversa y vigorosa.

En política exterior:

1. Independiente, soberana y solidaria, sin que esto último implique dejar desprovisto al pueblo cubano de recursos básicos.

2. Comprometida con la autodeterminación de los pueblos, el multilateralismo, no intervención y no injerencia en los asuntos internos de otros países.

3. Ratificación de los pactos internacionales de derechos humanos, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional —en vigor desde el 2002 y que cuenta con 123 países miembros—  y el Protocolo a la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes de la cual Cuba es parte y funciona desde igual fecha.

4. Coherencia absoluta con la política doméstica y apegada también a la soberanía y el control popular.

Otros muchos aspectos podrían agregarse o debatirse. Es obvio que se necesitaría un proceso controlado de transición democrática, basado en el respeto a la soberanía popular en lo interno, y nacional frente al sistema mundial. Los cómo quedan para otro texto. Por ahora, bienvenido sea el debate.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] C. Wright Mills: La Imaginación Sociológica, Oxford University Press, 1959.

8 octubre 2021 65 comentarios 3.322 vistas
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marcha

Activando alarmas contra una marcha cívica

por Ivette García González 29 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

Una marcha cívica es noticia corriente en el mundo y debe protegerse como ejercicio de derechos humanos fundamentales. En Cuba, sin embargo, la convocatoria no lo es para la prensa nacional oficial y se activan enseguida alarmas con enfoque represivo.

El pasado día 20, veinte ciudadanos, casi todos jóvenes, presentaron a las autoridades de la Capital una solicitud —basada en los artículos 56 de la Constitución y 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos— para marchar pacíficamente el 20 de noviembre. Anunciaron sus demandas: contra la violencia, por los derechos de todos los cubanos, liberación de los presos políticos y solución de las diferencias por vías democráticas y pacíficas. Piden protección al Estado y mantener la conexión a internet.

Otra vez los medios masivos de comunicación insulares —subordinados al Partido/Gobierno/Estado— demoran o no informan. Siguen la fórmula tradicional de esperar orientaciones para contrarrestar sin informar, preparar respuestas e interpretaciones convenientes sin que el pueblo conozca el contenido original. Se rigen por la infantilización y manipulación de los ciudadanos con un fin político.

La prensa independiente y las redes sociales —donde también tiene espacio el oficialismo—, son los únicos ámbitos en que se informan quienes pueden acceder a internet. En ellos se suscitan debates, también a riesgo de la represión que ahora el gobierno incrementa apoyado en su Decreto- Ley 35.

-I-

Medios y sitios oficiales en la red de redes, activaron mecanismos en los primeros cinco días posteriores a la entrega de la referida carta.

Cubadebate publicó el viernes un texto de Fabián Escalante Font, general de división (retirado) del MININT, fundador de la Seguridad del Estado y jefe del departamento homónimo durante veinte años.

Con apenas seiscientas palabras, el artículo es alarmista, calumnioso y amenazante. Intenta manipular con el propósito evidente de desarmar-aislar a los inconformes y sembrar el temor en el resto de las personas. Repite mensajes y estilos usados durante décadas: cero mención al hecho y contenido original del documento, lo cita desde un «periodiquillo miamense» para transmitir la idea de supeditación al enemigo externo; son «contrarrevolucionarios» como los medios «afines» (léase alternativos); es una «masiva actividad contrarrevolucionaria»; un plan «estructurado por la CIA» que financia  a «estos líderes» para «crear un ambiente de desestabilización».

El nombre de Yunior García no es mencionado, se alude a él como «uno de los participantes», viejo estilo —cuando al menos había inteligencia— para no visibilizar liderazgos ante la ciudadanía.

El cierre también es añejo, pero ahora desde su autoridad y expresión de continuidad. Convoca a «no subestimar al enemigo», «pasar a la contraofensiva» porque se pretende «propinar el golpe final a la Revolución, en tanto nos suponen débiles» y «aunque a algunos no les guste: la calle es de los revolucionarios, como alertara Díaz-Canel. Entonces, ¡Al COMBATE!»

El post generó ese día treinta comentarios, casi todos elogiosos y del mismo corte. Llamados al combate, consignas, acusaciones de «mercenarios» y «confundidos», exhortaciones a no autorizar o a confrontar la marcha, incitaciones a incrementar la represión, afirmaciones de que no será pacífica, invocación del derecho del gobierno a defenderse y amenazas de que «van a tener respuesta como las del Contingente Blas Roca» porque así «nos enseñó Fidel».

Cinco comentaristas marcaron la diferencia al expresarse con convicciones y honestidad. Uno sugirió:«dialoguemos con respeto pero públicamente, en vivo por ambas partes para que no puedan manipular el dialogo y la marcha». Otro afirmó que «manifestarse en contra de lo que sea de forma pacífica es un derecho, los revolucionarios deberíamos ser los primeros en respetar, recuerden el por qué se hizo la Revolución».

Félix Sautié Mederos, sociólogo, laico y ex funcionario del gobierno y del PCC, puso un comentario en su blog. Lo ilustró con una imagen de Cuba amenazada por aviones de combate y lo tituló: «¿Sería pacífica? una manifestación contra la apertura del turismo en Cuba en noviembre 2021…Algunos «olvidan»; que estamos en una plaza sitiada…». Concluyó con «la guerra de cuarta generación» y el llamado «A luchar».

Ambas figuras pertenecen a la generación histórica. Aunque profesional y teóricamente tienen enormes diferencias, comparten y reproducen en sus discursos la noción de «plaza sitiada»; para los dos revolución es gobierno; todo disenso es contrarrevolución y mercenarismo en pro del enemigo, por tanto debe ser aplastado.

-II-

En el medio oficial digital Las razones de Cuba aparecieron dos textos los días 22 y 23: «Yunior García Aguilera, el “patriota preocupado”» de Marco Velázquez Cristo —que con otro título lo publicó también en PostCuba— y «Un nuevo Mesías y una democracia raptada», de Fernando Grass.

Tales escritos tienen rasgos similares: criminalizadores, con autores de identidad cuestionable y vulgaridad rampante. A diferencia de la vieja guardia, arremeten violentamente contra el joven dramaturgo, participante en los sucesos del MINCULT, miembro del 27N y líder de Archipiélago, nuevo grupo que ha logrado sumar miles de miembros en poco tiempo.

No aparece alusión alguna a las ideas y opiniones de Yunior García, ni a la marcha en sí. Se le ataca sinofrecer pruebas que evidencien su mercenarismo, afán de protagonismo o conducta cívica indebida. Velázquez y Grass actúan como voceros de lo peor del dogmatismo y el extremismo político nacional.

Se califica con infames epítetos, se apela a la consabida gratitud infinita de los mortales que nacimos en la Cuba post 1959, invaden su vida privada y propagan sospechas en el lector acerca de la existencia de otros detalles. Contra semejante práctica no parecen contar la Constitución, la Declaración universal ni el Decreto-Ley 35.

Comparten además el típico negacionismo: no hubo represión, no hay presos políticos, los detenidos tienen un proceso adecuado y ninguno es por causa política sino por delitos comunes. Grass desafía a marchar por las vacunas, contra el bloqueo y por remesas. Asegura que la «marchita» no será pacífica porque está al servicio de la «revolución de colores» y porque sus promotores son «afines a medios independientes financiados».

¿Quiénes son Cristo y Grass? Aparecen como autores en publicaciones de sitios oficiales, pero son figuras desconocidas en la realidad y en internet. Así que se los presento según clasificación de la Dra. Alina López: Agentes Cubanos del Ciberespacio (ACCE).

-II-

La reedición de métodos y estilos de épocas pasadas, en contexto y con sujetos políticos muy diferentes, son lamentables. Todavía funcionan, pero solo en parte.

Pueden atemorizar a muchos, empezar a extender la opinión  del peligro que provocará la marcha, de los costos humanos que podría significar, de la imprudencia, de que la Revolución (léase gobierno) tiene derecho a defenderse (¿frente al pueblo desarmado?), de usar otros métodos o esperar por los frutos de los diálogos que está sosteniendo el gobierno, o seguir solicitando que las reformas, por fin, corrijan sus falencias.

Nada de eso resta legitimidad a una marcha cívica, máxime cuando existen cientos de presos y familias perjudicadas por la represión, cuando el destierro es habitual y público, cuando la violencia sigue sustituyendo al civismo y la indefensión ciudadana se naturaliza.

Los textos examinados amenazan la integridad de las personas y los derechos humanos. Lo interesante es que, fuera del de Escalante, que tuvo comentarios en el propio medio, los otros no provocaron ni eso, y el primero inclusive no trascendió a Cubadebate.

Solo los dedicados a Yunior García repercutieron ampliamente, a partir de ser confrontados, en las redes y medios independientes. Como resultado, se generaron numerosos comentarios de apoyo al ofendido, cada vez más conocido y admirado.

Estas prácticas, además de provocar repulsa en los lectores, generan un efecto no deseado: solidaridad,porque «los muertos que vos matáis, gozan de buena salud».

-III-

Faltan casi dos meses, la capacidad y vocación represiva está fresca. Sería ingenuo pensar que no habrá otras acciones contra promotores y participantes.  Sin embargo, debería reconocerse que:

  1. En Cuba debe naturalizarse el ejercicio de los derechos cívicos y políticos.
  2. Urge disminuir las tensiones y eliminar el discurso amenazante y excluyente.
  3. Lo más inteligente y acertado políticamente sería autorizar y garantizar la seguridad y protección a los manifestantes. Derechos tienen, tanto quienes apoyan al gobierno como quienes lo adversan.
  4. El viejo discurso de que es «el pueblo» el que enfrenta a los que disienten ya pocos lo creen. Se ha comprobado que ese pueblo, e incluso las fuerzas represivas, no actúan violentamente si no son convocados a hacerlo.
  5. La Constitución es inviolable y el Estado es responsable del control de la violencia. Si no es capaz de lograrlo, es disfuncional.

La manifestación pacífica es una de las formas concretas de la libertad de expresión, y la del 20N es la mejor iniciativa cívica de las últimas décadas. El Estado tiene la obligación de protegerla como un derecho humano, como a la vida, la integridad y dignidad humana, la libre circulación y otros.

La prensa nacional oficial tendrá ocasión de mostrar si su reciente diálogo con el presidente fue efectivo. Significaría asumir la marcha como noticia en desarrollo y darle cobertura ese día. Veremos si ocurre y si también podrán reportar los hechos la prensa alternativa y la internacional.

Prohibir la marcha cívica solo perjudicará al Partido/Gobierno/Estado; reprimirla tendrá un alto costo político para el gobierno y autorizarla será una oportunidad para todos. Debemos acostumbrarnos a la diferencia y comprender que —como expresara el jurisconsulto Benjamín Cardoso— «la libertad de expresión es la matriz, la condición indispensable de casi cualquier otra forma de libertad».

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

29 septiembre 2021 68 comentarios 6.017 vistas
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Escenario político

Escenario político y límites de la condición humana

por Ivette García González 23 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

El escenario político cubano pone hoy a prueba los límites de la condición humana. Se puja por un nuevo proyecto de país basado en el Estado de derecho y la democracia como principios rectores de toda la sociedad.  

La concentración del poder político en base a un modelo excluyente y estatista se prolongó más allá de la Revolución, capitalizando su legado simbólico. Pudo imaginar, diseñar, institucionalizar, re-institucionalizar y reformar varias veces, pero se mantuvo sobre las mismas bases.  

La sociología de las revoluciones ofrece lecciones útiles. Una es que el liderazgo que sigue a la generación histórica no produce el cambio. Está demasiado comprometido. La reproducción de las mismas fórmulas en contextos y con liderazgos tan diferentes, es uno de los peores errores políticos. Desde los últimos años crecen la represión y el activismo cívico, marchas y contramarchas reformistas, blindaje del gobierno y agudización del conflicto.    

Al parecer, los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis y los costos del atrincheramiento y falta de vocación democrática.

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Los sectores conservadores, especialmente los que integran las estructuras superiores del Partido/Gobierno/Estado, no aquilatan la dimensión de la crisis. (Foto: Estudios Revolución)

-I-

La condición humana se caracteriza por la estrechez de sus límites en muy diversos ámbitos. Sin embargo, como señala el costarricense Oscar Mas, «la búsqueda de un orden social estable (…) y de la felicidad, son tan propias de la condición del hombre como lo son el dolor y la muerte».

Luchar por una sociedad sobre bases más justas es un escalón superior de la condición humana y es legítimo. Lo enseña la historia de la humanidad y la de Cuba: la permanente inconformidad, la cualidad revolucionaria y los sueños que permitieron forjar la nación.

En momentos críticos se producen bifurcaciones, reagrupamientos e iniciativas de nuevas generaciones, que el orden político puede limitar pero no consigue aplastar. Tales procesos van mostrando una vanguardia política. Parte de la crítica al estado de cosas hasta encontrar caminos para un futuro alternativo.

Es la misión natural de la joven generación, que asume el reto con sus virtudes y defectos. Es más difícil cuando, como en Cuba, quienes detentan el poder se sienten dueños de la verdad y ven a sus críticos como mercenarios o confundidos.

Se trata de aceptar la diferencia e incluso el antagonismo y abrir espacios más plurales en condiciones de libertad y respeto a los derechos que tenemos todos.

-II-

Cuba se encuentra en un momento clímax de su transición, y sin una lectura crítica del pasado-presente no es posible encarar-gestionar el futuro. Hoy es evidente:   

1.- El agotamiento de la esperanza, la ilusión por un futuro mejor y la fe en el liderazgo. Muy lejos quedaron los años de satisfacción real de necesidades ciudadanas y de las promesas de un futuro luminoso. Hace tiempo que no se asimilan los medios triunfalistas, no se apela al futuro sino a la resistencia, se agotan los discursos del «ahora sí» y cunde la desesperanza. Es contrario a la naturaleza humana.

2.- Desgaste de la propaganda política que insiste en pretextos y medias verdades para encarar los fracasos. Entre ellos se encuentra el sentido de la emergencia y la excepcionalidad, el impacto del bloqueo y la respuesta gubernamental. No se puede pretender que la ciudadanía los naturalice contra sus derechos y aspiraciones. Menos, sin el consenso popular y el apego a la ley.

3.- La criminalización de todo disenso y la manipulación. Se confunde pluralidad con pluralismo y el lenguaje se emplea como mecanismo de manipulación política. Las formas de violencia y mecanismos de control social fueron heredados y legitimados como «continuidad» del actual gobierno. Los mítines de repudio son parte de ello y se reafirmaron con tradicionales aplausos en el reciente congreso del PCC. No advirtieron  la complejidad del momento político. Son algunas de las «señales ignoradas», como expresó la Dra. Alina López Hernández.

4.- Las contradicciones de un socialismo que estatiza en vez de socializar, distribuye precariedad en vez de satisfacer necesidades siempre crecientes con arreglo al «de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo»; apela a la gratitud infinita de los ciudadanos y reduce la democracia y los derechos humanos a conveniencia. Tampoco espera que las personas piensen como viven sino como se les pide que piensen.  

5.- Contradicción entre el Gobierno y la Revolución que dice representar. La Revolución nació defendiendo soberanía, democracia, derechos humanos universales y la economía nacional; combatiendo los odios y la división entre cubanos. El gobierno divide a los cubanos en buenos y malos, revolucionarios y contrarrevolucionarios, construye una falsa unidad, secuestra la soberanía popular, reinventa la dependencia y acomoda la democracia a su conveniencia.

Ya aplica políticas de ajuste e invierte más en sectores inmobiliarios y de turismo que en agricultura, salud, seguridad social, educación e innovación. Resultado: Las grandes mayorías no salen de la precariedad y somos un pueblo heroico pero lastimado y fracturado. Casi el veinte por ciento de la nación ha emigrado y a los problemas de la Isla, se suma el envejecimiento demográfico, una exorbitante población penal y un segmento no despreciable que es reprimido de diversos modos.  

Se imponen ante esta realidad preguntas de sentido común: ¿para quiénes ha sido el proyecto?, ¿dónde se manifiestan la Revolución y el socialismo en lo que se hace en Cuba?

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El fotógrafo español Ramón Espinosa, atacado por la policía durante las protestas en Cuba, el 11 de julio de 2021. (Foto: Adalberto Roque/AFP)

-III-

Fe y esperanza —como expresé hace tiempo— ya no son suficientes. Las generaciones de hoy tienen derecho a reivindicar su proyecto de país.

No se puede desconocer la soberanía popular en aras de mantener el poder que se heredó de la generación que hizo la Revolución. El gobierno sabe del resquebrajamiento de la confianza en amplios sectores de la ciudadanía en relación con su gestión y la institucionalidad. El poder en Cuba hoy no es revolucionario ni popular y se desentendió, o convirtió en formalidad, la tradición republicana del país.

La división es tan profunda que la sociedad civil tiene dos partes: una reconocida por el gobierno y otra independiente. La primera, con organizaciones burocratizadas que actúan como élites al servicio del poder;  la segunda, cada vez más diversa y pujante pero no tolerada por el gobierno.  

Los cubanos debemos rescatar ciertos conceptos en su verdadero significado. Ejemplo: Revolución no equivale a Gobierno. Para José Martí[1]: «La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la Revolución».

También debemos naturalizar el ejercicio de los derechos y la importancia del desarrollo democrático. Los derechos humanos son inalienables, por más que se haya vivido de espalda a ellos por desconocimiento, subordinación o porque no sea vocación del gobierno.  

La intolerancia gubernamental llevó a reprimir varias acciones cívicas, en especial la más reciente y masiva del 11-J. Ayer se conoció sobre la solicitud de permiso a las autoridades para una marcha pacífica de la sociedad civil el 20 de noviembre. Las demandas: «contra la violencia», «por el respeto a los derechos de todos los cubanos», «liberación de los presos políticos» y «solución de las contradicciones por vías democráticas y pacíficas».

Es la condición humana en su forma superior, cuando las nuevas generaciones pujan por transformar un país. La Revolución y lo revolucionario están realmente en los irredentos de hoy, en una nueva vanguardia política que emerge. Como escribió «el príncipe de las paradojas»: «a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales».

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

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[1] José Martí, OC, Vol. 3, p. 105

23 septiembre 2021 62 comentarios 3.585 vistas
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Diálogo Nacional (1)

El Diálogo Nacional y el escenario actual

por Ivette García González 16 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

Pensar el Diálogo Nacional como mecanismo de concertación política para resolver el conflicto actual de Cuba y empezar a crear un nuevo contrato social es estratégico. Ello requiere examinar el escenario existente e identificar debilidades, fortalezas, posibles amenazas y consensos. 

El contexto cubano en la Isla y la diáspora es complejo pero no excepcional. En tanto disputa entre dos o más partes, el conflicto[1] en tales escalas es consustancial a cualquier modelo social. Resulta confrontación por desacuerdos entre segmentos de la sociedad civil y política con intereses y aspiraciones contrapuestas.

Para examinarlo conviene descomponerlo en: situación, puntos de vista, posiciones, sentimientos, necesidades o intereses, y reformulaciones que suponen ver el problema desde una perspectiva diferente. Y para resolverlo es preciso no evadirlo, socializar percepciones, grados de afectación, hacerse escuchar, escuchar al otro y ponerse en su situación.

-I-

No se deben perder de vista algunas debilidades internas para encararlo:

1) Profunda crisis económica y sanitaria.

2) Extremismo político con fuerte raíz institucional.

3) Sociedad civil desarticulada y lastimada por la represión, la exclusión y la criminalización del disenso.

4) Insuficiente educación cívica, devenida falta de cultura política y democrática.

5) Daño antropológico a escala social, que incluye fenómenos diversos: despersonalización, apatía, miedo al cambio y mentalidad dependiente.

Diálogo Nacional (2)

La crisis económica y sanitaria es un debilidad para el Diálogo Nacional (Foto: Facebook)

Tampoco se pueden desconocer factores externos que podrían ser amenazas para un eventual Diálogo Nacional:

1) Incremento de la hostilidad del gobierno de EE.UU. —no solo mediante el bloqueo, sino del injerencismo— que, como apuntó el politólogo Jesús Arboleya, podría manifestarse a través de sectores cubanos involucrados.

2) Incremento del activismo entre un sector radical de la emigración asentada en EE.UU.

3) No recuperación del turismo internacional, lo que impactaría más en el país.

4) Eventual conflicto con actores externos a causa del impago de la deuda cubana.

No obstante, el Diálogo Nacional podría ser viable si se comprenden y gestionan adecuadamente esas debilidades y amenazas y se logra articular consenso en su favor. También si se consideran y aprovechan las fortalezas y se asume el Diálogo como oportunidad.

Como principales fortalezas podrían apreciarse:

– Alto nivel de instrucción de la ciudadanía y los emigrados.

– Significado de valores compartidos: patriotismo, soberanía, equidad, dignidad, justicia social.

– Confluencia de varias generaciones y energía que a favor del cambio dejara el 11-J, a pesar de la represión.

– La sociedad civil independiente ha empezado a generar nuevas propuestas y articula consensos acelerando su fortalecimiento.[2]

– Activismo de la emigración mediante fórmulas asociativas propias y articuladas con residentes en la Isla.

– Una Constitución que reconoce en sus artículos 3, 40 y 41 la soberanía popular, la dignidad humana como valor supremo y el carácter universal e interdependiente de los derechos humanos. Que además prohíbe toda discriminación (Art. 42) y consagra —Artículos 52, 53, 54 y 56— los derechos a la libre circulación, información, libertad de pensamiento, conciencia y expresión; así como de reunión, manifestación y asociación.

Diálogo Nacional (3)

Cubano-americanos participan en una manifestación de apoyo a las protestas en Cuba, en Miami, el 17 de julio de 2021. (Foto: EFE)

Tres elementos básicos podrían articular un consenso nacional para el Diálogo:

1) El conflicto es nacional, por tanto debe ser resuelto por los cubanos sin injerencia extranjera alguna y apegado a la soberanía popular.

2) El objetivo común de lograr bienestar para los ciudadanos en un país más inclusivo y democrático, que debe lograrse por vía pacífica y sin represión.

3) Se trata de una crisis sistémica, una fractura del pacto social cuya solución no se alcanza con métodos tradicionales que siempre han excluido a una parte de la ciudadanía.

-II-

Todo Diálogo Nacional requiere determinadas condiciones que deben asegurarse con total transparencia. Algunos intelectuales se han pronunciado al respecto, enfatizo en cuatro que ya deberían considerarse en Cuba: 1) suspender la represión política y reivindicar a las víctimas; 2) cesar la criminalización del disenso y reconocer la legitimidad de las partes; 3) aceptar la fractura de la sociedad civil cubana en grupos que apoyan al gobierno y otros que disienten y 4) generar un proceso de sensibilización dentro y fuera de Cuba respecto al conflicto y al Diálogo Nacional como solución.

Además de lecciones de experiencias anteriores que mencioné en un texto precedente, existen parámetros verificados internacionalmente para un Diálogo Nacional exitoso. Ellos abarcan, entre otros: prerrequisitos, tipos de asesoría, asegurar apoyos y neutralizar obstáculos, procurar medios para dar seguimiento a los acuerdos y rendiciones de cuentas de las partes, medidas para fomentar confianza y necesidad de que las partes cuenten con espacio para operar de manera libre y autónoma.

Recientemente el Dr. Julio Antonio Fernández llamó la atención sobre la importancia que para un diálogo inclusivo en Cuba, reviste la convergencia de la Constitución con la Declaración Universal de los derechos humanos.

Sería conveniente que el gobierno avanzara en las reformas económicas y priorizara en el calendario legislativo las regulaciones del derecho de manifestación y asociación, así como la ley de reclamación de derechos constitucionales. Igualmente, que de acuerdo con el Art. 95, asegurara las garantías previstas para los ciudadanos desde el inicio de los procesos penales: derecho a representación legal, comunicación inmediata con los familiares, prohibición de tratos violentos, físicos o psicológicos, entre otras.

Los Artículos 2 y 13 de la Declaración universal reconocen los derechos de todas las personas sin distinción de su opinión política, así como la libertad de circulación en el país y para entrar o salir de este. También —Artículos 9 y 19—que nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado; que todos gozamos de libertad de opinión y expresión, lo que incluye no ser molestado por esa causa y tampoco por investigar, recibir y difundir opiniones por cualquier vía, siempre que no se vulnere el derecho de otros.  

Diálogo Nacional (4)

(Foto: Vanguardia)

Todo eso se viola hoy en Cuba. Es inadmisible en cualquier circunstancia, pero más siendo de los primeros miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (2006) y actualmente con mandato hasta 2023.

Cuba necesita no solo medidas económicas y paliativas para la crisis que enfrenta. Urge contemplar lo político. Necesitamos un ambiente menos tóxico, represivo y polarizado. Ello ayudaría a despejar el camino hacia la verdadera solución del conflicto que vivimos, lo que constituye una oportunidad para el desarrollo de la sociedad, reafirmar valores e intensificar la participación en la vida social. 

El Diálogo Nacional garantiza la representación de todos los componentes de la nación, reconoce la institucionalidad del país y puede contar con apoyo internacional sin injerencia en los asuntos internos. El camino no es corto ni fácil, pero si, amén de las diferencias, tenemos consenso en que debemos cambiar y luchar por una Cuba mejor, entonces será posible.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

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[1] Pedro Luis Lorenzo Cadarso: Principales teorías sobre el conflicto social, Norba 15, revista de Historia, Cáceres, 2001. y su libro Fundamentos del conflicto social, Siglo XXI, Madrid, 2001,

[2] Además de la oposición tradicional no reconocida oficialmente —UNPACU, Cuba Plural y otras—existen formas asociativas reivindicativas —Alianza Cubana Manos, Comité Ciudadano por la Integración Racial— e iniciativas como Archipiélago, Cuba Humanista, Cuba Próxima y Cubanos por el Cambio.

16 septiembre 2021 76 comentarios 2.430 vistas
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Diálogo Nacional

Diálogo Nacional para trascender y refundar

por Ivette García González 9 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

En otro texto llamé la atención sobre el Diálogo Nacional. Socializo ahora las fases del proceso y algunas lecciones de experiencias anteriores, porque entiendo que en el contexto cubano tal mecanismo permitiría trascender el conflicto y empezar a crear un nuevo contrato social.

Como mecanismos extra constitucionales y alternativos a las intervenciones extranjeras, los diálogos nacionales son complejos, esencialmente políticos y reconocidos mundialmente. Permiten llegar a la raíz de los problemas y ofrecer soluciones con garantías.

Voluntad política de las partes, imparcialidad y confianza, soberanía popular, máxima inclusión social y respeto a los principios de no intervención, autodeterminación y solución pacífica de controversias; son sus bases principales.

Se han implementado en países de Europa, África, Medio Oriente y Latinoamérica desde hace décadas. De esas experiencias derivan teorizaciones y protocolos reconocidos por expertos y organismos multilaterales, como el Manual Diálogos Nacionales y el Mecanismo de Montevideo.

Tales procesos se emplean para: transición democrática, fortalecimiento de la democracia y resolver conflictos armados. Ellos favorecen la aproximación y entendimiento de sectores en disputa, contribuyen a gestionar un nuevo proyecto de país, a reconciliar la nación y enrumbar el desarrollo.

Diálogo Nacional (1)

Cuba fue sede de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP. En la foto, Raúl Castro, Juan Manuel Santos y Timochenko unen sus manos en La Habana durante las negociaciones de paz. (Foto: Alexandre Meneghini/Reuters)

Las fases del proceso

Organizado por actores nacionales, el Diálogo Nacional es más complejo que otros mecanismos de gestión de conflictos. No existe un modelo o receta, depende del contexto aunque deben observarse ciertas regularidades.

Puede implementarse —casi siempre con participación internacional— para prevenir y gestionar crisis, o lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. Métodos y procesos pueden combinarse e incluso escalar de la primera variante a la segunda.

Sus etapas son:

1. Exploración: supone análisis del conflicto, posibilidades, consultas a las partes, sensibilización, identificación de riesgos, figuras o líderes de opinión, mediadores y promotores que ayuden a persuadir sobre su necesidad, y anuncio oficial del proceso mediante decreto presidencial u otra vía.

2. Preparación: crear las condiciones, preparar a la ciudadanía, la prensa y otros actores, así como definir el marco del proceso. De su calidad depende en buena medida la del diálogo. Generalmente, es de por sí un proceso negociador y lo conduce una Comisión preparatoria integrada por las partes.

De estas primeras fases, que a veces se contemplan como una, derivan el Mandato y/o la Hoja de Ruta, en los que se definen: contexto sociopolítico, preocupaciones de las partes, objetivo fundamental, relación con el gobierno, calendario, cantidad y categoría de representación de las partes y actores internacionales, toma de decisiones, comunicación, reglas y procedimientos, naturaleza e implementación de los acuerdos y logística.

3. Diálogo Nacional: foro principal, funciona con presidencia electa, que debe ser independiente y tener legitimidad. Se desarrolla según la Hoja de Ruta y aprobación de agenda definitiva, reglamento y mecanismos de implementación. Se realiza en plenaria o combinándolo con grupos de trabajo para temas específicos.

Casi siempre la agenda incluye correcciones a la Constitución o elaboración de una provisional como puente hacia procesos ulteriores.[1] Implica transparencia para la ciudadanía y facilitación de su participación en foros, diálogos regionales, sectoriales, sondeos de opinión, etc.  

4. Implementación de resultados: se introducen, monitorean y evalúan los acuerdos, lo que confirma alcance y calidad del Diálogo Nacional. Se perfila lo previsto respecto a ciclos de consulta y retroalimentación, verificación, mecanismos y garantías. El diseño debe ser objetivo, con calendario realista y flexible, privilegiando los diálogos posteriores con ciudadanos y el enfoque transformador, lo que favorece soluciones sostenibles.  

Lecciones para Cuba

El Diálogo Nacional no es un fin en sí mismo, tampoco una fórmula ideal o exclusiva. Es un proceso de transformación estructurado y participativo, cuya viabilidad depende del objetivo, el conflicto que intenta resolver y las características específicas del escenario.

Modalidades, objetivos y «partes» son tan diversos como los contextos, aun en países que muchos asocian, como Cuba y Venezuela. Véase el de este último, que está transcurriendo en México.  

Diálogo Nacional (2)

Gerardo Blyde Pérez, ex alcalde de Caracas, y Jorge Rodríguez Gómez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, firmaron el memorando de entendimiento, junto con Marcelo Ebrard Casaubón, quien se presentó como testigo. (Foto: Karina Hernández / Infobae)

En Cuba, a pesar de las medidas flexibilizadoras recientes y de los diálogos parciales que ha sostenido el gobierno, las bases del conflicto y este en sí mismo se mantienen. Ello se evidencia en el incremento de las protestas,[2] la represión, peligro y grado de transnacionalización del diferendo y el resquebrajamiento de los niveles de confianza.

Ciertas características del modelo cubano también aconsejan un Diálogo Nacional: alta centralización del poder, inexistencia legal de oposición y medios de comunicación, no separación de poderes, carencia de instituciones independientes de defensa ciudadana, así como fuertes y diversos mecanismos de control social.

La nación cubana necesita el Diálogo Nacional para lograr un cambio fundamental, un nuevo contrato social. En calidad de «partes» podrían estar el gobierno con sus organizaciones de apoyo y una alianza de la sociedad civil independiente y los emigrados. En ambas existen corrientes y proyectos políticos.

En el camino deberán tomarse en cuenta parámetros internacionales establecidos y lecciones de la experiencia:

  • Importancia de una campaña nacional e internacional de sensibilización y en favor del Diálogo Nacional como solución.
  • Debe contar con apoyo de actores externos con mayor o menor peso en las distintas fases del proceso —promotores, facilitadores, financiadores, observador/testigo/mediador/garante, apoyo técnico y especializado— y con una sede imparcial para la mesa preparatoria y la realización del foro.
  • Ciertas precondiciones generales legítimas funcionan y son saludables como gestos de buena voluntad. Por ejemplo, cese de toda represión y liberación sin cargos para todos los detenidos y encarcelados por sus ideas y/o acciones políticas pacíficas.
  • No existen normas para la cantidad de participantes ni el tiempo de duración, pues se ajusta a posibilidades reales y complejidad del contexto.[3]
  • Su condición extra constitucional favorece la adopción de normas propias, lo que no supone desconocer la Constitución e institucionalidad del país.
  • No implica renunciar a derechos constitucionales, especialmente los de libertad de expresión, asociación y manifestación pacíficas. Al contrario, el desarrollo democrático depende de la lucha cívica como mecanismo de presión y acompañamiento.
  • La elección de representantes debe ser cuidadosa y contemplar equilibradamente lo regional y la presencia de juristas, actores políticos clave, académicos, líderes sociales, mujeres y jóvenes del espectro socio-clasista.
  • La agenda debe ser una construcción colectiva desde el principio y estar basada en demandas ciudadanas.

Hoy la ciudadanía cubana se debate entre la sobrevivencia y la incertidumbre. Denuncia, explora fórmulas para hacer valer sus reivindicaciones y crea nuevos espacios para el debate en las redes.

 

Los diálogos nacionales no son mecanismos perfectos ni resuelven el problema de un plumazo. Siempre existen riesgos, debilidades y fortalezas que abordaré en otro texto. Sin embargo, en las condiciones de Cuba sería el de mayores posibilidades. Países más cerrados, con conflictos armados y fronterizos, divisiones étnicas, bloqueos y contradicciones antagónicas lo han logrado.

El extremismo político y la desesperanza son obstáculos para traducir el malestar ciudadano en estrategia política capaz de articular consensos. Sirva a la reflexión que los cubanos somos eternos inconformes, siempre hemos tenido una nación «real» y  una «soñada». Nos distinguen los sueños, fueron ellos los que abanderaron nuestras mayores epopeyas.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

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[1] Algunas recomendaciones básicas a la agenda de diálogos nacionales son: no sobrecargarla y que se corresponda con los objetivos fundamentales acordados, debe ser inclusiva, avanzar de los puntos menos conflictivos, dedicar el tiempo necesario a los de mayor complejidad y desacuerdo, valorar pertinencia de usar grupos de trabajo para descomponer y analizar los aspectos más polémicos previo a su presentación en plenario.

[2] Luego de las protestas masivas del 11 y 12 de julio, se han registrado durante el mes de agosto otras 297 a pesar de la represión. Estas integran la cifra de 2,109 registradas desde septiembre del año pasado.

[3] En cuanto a participantes, según modalidad, objetivo y contexto, han oscilado entre diez hasta más de mil, y, en cuanto a duración, ha sido desde diez días hasta dos años.

9 septiembre 2021 70 comentarios 3.171 vistas
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Diálogo (1)

Controversias sobre el (los) diálogo(s)

por Ivette García González 2 septiembre 2021
escrito por Ivette García González

Diálogo se ha vuelto palabra recurrente y controversial. Como expresión de la crisis sistémica del país, pareciera que hablamos sin entendernos. Desde la sociedad civil se acuña al gobierno como no dialogante; mientras, este reitera que siempre ha estado dispuesto al diálogo, y de hecho lo hace. ¿Entonces?

En principio, el diálogo es la forma de comunicación entre dos o más personas que exponen e intercambian ideas, una conversación que no implica necesariamente concertar acuerdos. Tiene múltiples variantes, es también mecanismo de resolución de conflictos y recurso fundamental para la convivencia civilizada.

En el ámbito sociopolítico —sean espontáneos, planificados, entre sectores sociales y entre estos y el poder— se emplea para articular consensos y solucionar problemas específicos. Sin embargo, cuando la crisis es general y se quiebra el pacto social, existen partes en disputa y represión; o cuando se pretende transitar de tradiciones autoritarias a una democratización de la sociedad, la experiencia internacional aconseja la convocatoria a un Diálogo Nacional.

Este debe ser inclusivo, sentar a la mesa de negociaciones a las partes en conflicto y derivar acuerdos vinculantes. Cinco reglas probadamente efectivas en escenarios negociadores son: 1) reconocer que todos tenemos percepciones viciadas sobre lo justo; 2) evitar que las tensiones se agraven con amenazas y provocaciones; 3) superar la mentalidad de «nosotros contra ellos» y concentrarse en buscar el objetivo común; 4) develar los problemas ocultos bajo la superficie y 5) separar los temas «sagrados» de los que no lo son en realidad.

Diálogo (2)

La película Oslo, estrenada en la televisión cubana recientemente, ilustra cómo se lleva a cabo un proceso de diálogo entre partes en conflicto, Israel y Palestina en ese caso.

Los diálogos y la crisis

Tres factores evidencian la pertinencia de un Diálogo Nacional en Cuba:

1.- Desgaste e inoperancia de los canales tradicionales de diálogo relacionados con el poder. Han sido diversos entre ciudadanos y componentes del sistema político. El más amplio y decisivo para el desarrollo democrático es el de los órganos del Poder Popular. Desde hace más de tres décadas, o se han vaciado de contenido y eficacia, o no tienen impacto ni credibilidad a escala popular.

2.- Mayor complejidad y riesgos en el escenario actual: crisis económica y social, incremento de las contradicciones internas, ampliación del disenso con alternativas ideopolíticas, acciones cívicas contestatarias  e incremento de la represión. Noviembre 2020 abrió una fase crítica con los sucesos de San Isidro, el MINCULT y sucesivas protestas aisladas, hasta el estallido social del 11-J. Casi todas fueron pacíficas y apelaban en su mayoría al diálogo con la institucionalidad del país, pero fueron reprimidas.

3.- Persistencia de la criminalización del disenso y evasión del diálogo inclusivo a partir de la estimulación del extremismo político y la crisis. Dos ejemplos:

– Sucesos del 27 de noviembre en el MINCULT. Gracias a su magnitud y la sorpresa, se logró un primer diálogo, más que todo una negociación para el siguiente, con algunas decisiones oficiales emergentes para calmar los ánimos. Sin embargo, el gobierno canceló el diálogo e insistió en no hacerlo con personas supuestamente comprometidas con la agenda de los EE.UU. Inició una campaña de criminalización en varios medios y amplió sucesivamente, sin pruebas condenatorias, la lista de excluidos —quienes «apoyan actividades terroristas», o tienen demandas «con un origen en la mentira y el oportunismo»— con los que «no existe opción de conversar».

– Articulación Plebeya, iniciativa con rápida acogida en la sociedad civil y que generó un primer debate público en internet sobre el Diálogo Nacional. Este fue atacado directamente y el proyecto experimentó la criminalización en los medios y la desarticulación por el gobierno. Uno de los textos más agresivos «Ni plebeyos ni patricios: equivocados», se publicó en Cubadebate, con setenta y cinco comentarios del mismo tono, muchos sin conocer la razón del título.

Diálogo (3)

Después del 27 de noviembre y el acuerdo inicial, el gobierno canceló el diálogo e insistió en no hacerlo con personas supuestamente comprometidas con la agenda de los EE.UU (Foto: Yamil Lage/AFP)

No basta reconocer la pluralidad

Esos y otros fracasos similares provocaron frustraciones y reservas respecto a la viabilidad de un Diálogo Nacional. El gobierno, aparentemente dialogante, ha mantenido el discurso polarizante y excluyente. No admite siquiera el derecho a réplica de quienes son desacreditados en medios oficiales. Estos solo encuentran espacio en las redes sociales y la prensa independiente.

Las recientes protestas masivas evidenciaron que no se trata de un sector, demanda o lugar específicos. Es un conflicto nacional que por primera vez replica la emigración en varios países. En la raíz está la fractura del pacto social que había emergido de la Revolución durante los años sesenta. La persistencia de un modelo con rasgos totalitarios y del corporativismo autoritario, agudizó las contradicciones internas que identifican nuestro presente.

Un proceso de diálogo nacional es la mejor vía para conseguir, como expresó el sociólogo cubano Lenier López, «un marco con reglas justas en el cual ninguna de las tantas partes que componen nuestra nación pueda ser avasallada por otra».

Solo los extremos —el sector radical en los EE.UU., que tiene algunos seguidores en Cuba y el gobierno cubano— se han opuesto a ese Diálogo. Ambos sostienen posturas intransigentes y no reconocen legitimidad en los contrarios.

El desconocimiento de la institucionalidad del país y el extremismo contra quienes optan por esa solución pacífica y soberana, no impediría el Diálogo, pero complica el escenario al enrarecer el ambiente para tal proceso. Deberían pensar responsablemente en las condiciones de Cuba y considerar que la violencia y/o cualquier subordinación a una agenda extranjera, los descalifica ante las mayorías.

La responsabilidad del gobierno es alta porque a su cargo está la estabilidad del país y la activación del mecanismo de diálogo nacional. Su actitud es incoherente con la capacidad negociadora que muestra internacionalmente. Una simple evidencia es su papel en los diálogos sobre la paz en Colombia, el proceso para restablecer las relaciones bilaterales con los EE.UU, e incluso con la CIA para cooperar en inteligencia.

Diálogo (4)

La actitud del gobierno es incoherente con la capacidad negociadora que muestra internacionalmente. Una simple evidencia es el proceso para restablecer las relaciones bilaterales con los EE.UU (Foto: Pablo Mayo Cerqueiro/Reuters)

En el ámbito nacional, el Partido/Gobierno/Estado usa el diálogo en la cómoda y tradicional acepción de conversación, de donde pueden derivar o no decisiones oficiales. Con frecuencia se combinan las muestras de «reafirmación revolucionaria» y —desde el compromiso político incondicional— discretas reivindicaciones sectoriales. 

Todos los diálogos son legítimos, pero:

– Los que son al estilo del gobierno ayudan solo momentáneamente porque no resuelven el verdadero conflicto, que se mantiene en los procesos paralelos: agudización de la crisis, medidas paliativas o a destiempo, represión, cascada de leyes y decretos de espaldas al pueblo, algunas de las cuales otorgan ciertos beneficios, pero en lo esencial pretenden blindar más al Estado y ahogar el disenso.

– Existe una profunda asimetría entre las partes. Un Partido/Gobierno/Estado todopoderoso y una sociedad civil débil y violentada sistemáticamente por este. El gobierno es doblemente opresivo y agudiza las contradicciones cuando —a sabiendas de que la mayoría no responde a ninguna agenda extranjera— impide que esa parte en desventaja ejerza el mismo derecho a dialogar y articularse.  

No basta reconocer la pluralidad, es preciso apegarse al pluralismo político como principio para gobernar democráticamente. Estamos en un momento crucial y debemos entendernos. El conflicto es nacional y como tal debe encararse. Un diálogo a esa escala permite alcanzar acuerdos vinculantes y sostenibles para salir de la crisis. Sería un importante paso de avance en el camino para edificar un nuevo proyecto de país.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

2 septiembre 2021 63 comentarios 3.862 vistas
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Miedo al cambio (1)

El miedo a la incertidumbre y al cambio

por Ivette García González 27 agosto 2021
escrito por Ivette García González

«La clave para el cambio….es dejar ir el miedo».

Rosanne Cash

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El miedo a la incertidumbre asociado al cambio es, como referí en un texto anterior, uno de los tres tipos de miedo más frecuentes en Cuba. Distingue el momento actual y se relaciona con el daño antropológico que padecemos. En torno a él se dirimen contradicciones y posicionamientos políticos, sobre todo desde el estallido social del 11-J.

En sentido general, el miedo sirve para reaccionar y adecuar nuestra conducta a las circunstancias, pero cuando es excesivo y no se sabe gestionar resulta disfuncional y «nos paraliza, nos bloquea emocionalmente».

El que ahora interesa se manifiesta como recelo, suspicacia, desconfianza, intranquilidad, sospecha. Existe cuando nos cuesta visualizar el futuro que queremos, un miedo a lo desconocido que solo se puede evadir o confrontar.

El malestar y las frustraciones, así como el miedo a la incertidumbre, están presentes en el contexto sociopolítico cubano actual. En el gobierno se percibe en las marchas, contramarchas y reiteradas decisiones erráticas. Entre la gente se muestra en el inmovilismo, el escepticismo y las diferentes corrientes ideopolíticas de quienes están convencidos de la urgencia del cambio.

Cambio (1)

Zona de confort

Premisas del miedo al cambio

Estamos habituados a desarrollar nuestra existencia bajo determinadas normas. La rutina que permite organizar la vida con ciertas garantías, el espacio vital que controlamos porque sabemos cómo ocurren las cosas y cómo debemos manejarnos. Es nuestra zona o estado de confort, que no permite superarse, pero sí, al menos, mantenerse.

Al comprobar que esas reglas no funcionan, o están agotadas, se presenta la opción del cambio, que implica salir de la zona de confort. Aparecen entonces las «resistencias», pues no todos asimilamos los cambios, sobre todo porque ellos implican transitar por la incertidumbre.

Con el tiempo crece el arraigo al estado de confort. Por tanto, hay menos disposición para el cambio, sea por la energía que requiere, por compromisos con el pasado o por no poder confrontarlo ya que se asocia al fracaso personal.

La incertidumbre provoca miedo porque no podemos ver ese futuro. La rutina que se deja atrás puede ser negativa, pero es lo conocido y sabemos cómo manejarla. Las causas son diversas y los costos no son iguales para todos.

El intelectual catalán Borja Vilaseca ha enunciado mecanismos que se usan para garantizar la parálisis psicológica de la sociedad. Son graduales, concatenados y conducen a adoptar decisiones y actitudes contrarias a la posibilidad real de un cambio constructivo. De ellos, el miedo es el más utilizado por el statu quo para el control social y la preservación del poder. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos, más deseamos que nos protejan el Estado y sus instituciones.

Por eso el miedo se puede convertir en el peor enemigo de la libertad. El psicoanalista Erich Fromm define tres premisas psicológicas que explican incluso la «extraña» circunstancia de que muchos ciudadanos cedan su libertad y apoyen a gobiernos opresivos:

1. Autoritarismo, abandono del yo para fundirse con lo externo buscando fuerza.

2. Destructividad, eliminación del otro.

3. Conformidad automática, la solución de la mayoría. El individuo deja de ser él, se transforma en el común y se muestra como los demás esperan. Así desaparecen el conflicto entre el yo y el mundo, el temor a la soledad y la impotencia, pero el costo es altísimo: pérdida de la personalidad propia.

Cambio (2)

Erich Fromm

Lectura del contexto

Todos esos elementos se manifiestan en Cuba, pero es importante atender a los procesos psicológicos que se presentan en los ciudadanos cubanos y su relación con el modelo social.

La esfera educativa ha sido fundamental para construir y reproducir nuestro estado de confort, muy conveniente al gobierno. Menciono dos vías adicionales que sobre las mismas pautas siembran el miedo al cambio en la conciencia social desde hace décadas:

1.- Política informativa basada en la censura, la propaganda y el contraste de los éxitos de Cuba frente a lo negativo en el mundo; permanente crítica al enemigo externo, exaltación de apoyos internacionales y silenciamiento de voces críticas nacionales e internacionales.

Esto configura un estado psicológico de atrincheramiento, conformidad, tolerancia y comprensión hacia el gobierno. Por eso muchos identifican solo las causas externas de las crisis, evitan la crítica y hablar de situaciones negativas. Cuando esto último no es posible, acuden al negacionismo, o las minimizan. 

 2.- Discurso político del miedo, que inunda la propaganda política con una enorme carga negativa y pesimista en torno a: intervención de EE.UU., eventuales ajustes de cuentas, pérdida de soberanía, privatización de la salud, educación y recursos del país en perjuicio del pueblo. Esto invade nuestro inconsciente, alimenta el instinto de supervivencia y con ello la resistencia a alterar el orden establecido.

Cómo encarar el miedo a la incertidumbre

La sociedad y sus normas influyen mucho en las personas, pero la libertad individual es derecho y responsabilidad del ciudadano. Vivir con miedo nos hace más vulnerables y la tendencia natural es la búsqueda de seguridad, el bloqueo mental y la resistencia a lo nuevo.

Existen numerosas técnicas psicológicas para superar el miedo al cambio, pero prefiero sugerir algunos recursos que ayudarían a lograr ese objetivo en las condiciones de Cuba:

1. Cuestionar las ideas y conceptos que hasta ahora dominan la mente.

2. Empoderarse individualmente a partir de la toma de decisiones, aunque sean mínimas.

3. Pensar positiva y proactivamente en el cambio con ideas propias. Tener alternativa estimula, convoca y ofrece confianza.

4. Participar en debates con personas que sostengan ideas contrarias a las propias.

5. Intentar contrarrestar los miedos con información objetiva acerca de: invasión extranjera; cómo otros países manejan áreas que nos preocupan —salud, educación, seguridad social—; consecuencias de manejarnos con esquemas mentales; conocimiento de deberes y derechos para ejercerlos.

6. Construir o ayudar a construir un diseño de futuro, que estimula el debate sobre el cambio, disminuye la incertidumbre y permite una visualización mínima del horizonte que se propone o que se aceptaría.

Cambios (3)

El momento actual es convulso, de contracción natural como consecuencia inmediata de la represión del 11-J y días posteriores, pero la energía cívica de ese día sigue convocando. Están en pleno fogueo del debate opciones políticas, proyectos de país, liderazgos, métodos de lucha cívica, estrategias, alianzas, prioridades, fines, y también los miedos que nos acechan.

No obstante, el curso natural de ese proceso, especie de «caos creativo», es que se vaya despejando el contexto y aparezca lo necesario para transitar hacia un nuevo proyecto de país. Tránsito que supone riesgos, implica esfuerzos y nuevos aprendizajes.

En cualquier caso, no cambiar cuando es preciso resulta más costoso; el verdadero peligro es mantenerse en la zona de confort cuando se sabe que el modelo está agotado y pueden acechar peligros mayores. Como expresara el filósofo Eric Hoffer: «En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo, estarán bien equipados para un mundo que ya no existe».

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

27 agosto 2021 64 comentarios 3.320 vistas
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