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Ivette García González

Ivette García González

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana

Pobreza (1)

Pobreza y desigualdad en Cuba

por Ivette García González 31 enero 2022
escrito por Ivette García González

La pobreza y la desigualdad en Cuba no existen en el discurso oficial, aunque hace tiempo crecen exponencialmente. Al constituir un efecto no deseado de la Revolución, que tuvo como pilares fundamentales la justicia social, la equidad[1] y el desarrollo humano y social; se opta por el silencio.

Son problemáticas muy complejas para los países subdesarrollados, máxime en las condiciones del nuestro. Desde 2015 Naciones Unidas adoptó diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible a cumplir en 2030. Ellos convocan a eliminar la pobreza, proteger el planeta y garantizar paz y prosperidad para las personas en esa fecha.

La pobreza, de acuerdo con la Dra. Mayra Espina «es un proceso social multidimensional de exclusiones, expropiaciones y carencias múltiples, de imposibilidad de acceder al disfrute de los bienes espirituales y materiales de los cuales dispone una sociedad y, con ello, de desplegar las capacidades humanas individuales y colectivas». De ahí su relación directa con la desigualdad y diversas formas de exclusión social, marginación y grados de vulnerabilidad. Todo ello se manifiesta tanto en sectores sociales específicos, como en los ámbitos laboral, familiar y local. Las consecuencias para la sociedad son múltiples.

Cuba tiene su Plan de Desarrollo al 2030 y un conjunto de documentos rectores de los que se infiere la voluntad política para tratar estos problemas. No obstante, desde antes del 2015 no mejoran los indicadores; por el contrario, se han incrementado el empobrecimiento, los sectores y localidades vulnerables y diversas formas de exclusión.

Pobreza (2)

(Foto: Kaloian Santos / Facebook)

-I-

Hasta los años ochenta, en que contamos con la URSS, Cuba fue un país altamente equitativo. Según expertos, la pobreza como fenómeno social se erradicó. Y lo hizo hasta del lenguaje, en el cual fue sustituida por términos como: «grupos vulnerables», «en desventaja» o «población en riesgo».

El parteaguas, como en muchos otros fenómenos, fue la década del noventa. Entonces colapsó el modelo y sobrevino una profunda crisis, que provocó numerosos impactos económicos y sociales. Cuba no volvería a ser la misma.

Hacia los 2000 la sociedad era más heterogénea y los problemas más agudos. Durante esa primera década del nuevo siglo, el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), identificó entre los problemas que afectaban la equidad a los siguientes: pobreza urbana, marginalización asociada a la migración interna y falta de viviendas, reproducción generacional de desventajas, su concentración a escala espacial, y particular incidencia en mujeres, ancianos, negros y mestizos.

A dicho repertorio se agregaron, de acuerdo con la Dra. María del Carmen Zabala, los relativos a la participación ciudadana; el acceso a un hábitat confortable, a servicios públicos y amparos; la distorsión en cantidad y calidad de la relación trabajo-ingresos y las desventajas para el consumo cultural.

La población urbana en situación de riesgo de pobreza pasó del 6.3 en 1988, al 14.7 en 1996 y al 20% en los 2000; la mayoría con ingresos cercanos a la línea de pobreza. La situación ya era más grave en las zonas rurales y en otras provincias, en particular las orientales.

Tales circunstancias empeoraron desde el 2008, cuando inició el proceso de Actualización del modelo económico y social cubano. Aunque se reconocen algunos impactos positivos, estos son mínimos comparados con los negativos, los cuales abarcan numerosos aspectos en lo económico, social, ambiental, político y cultural. Los ajustes que sobrevinieron entonces funcionaron como detonadores de desigualdades sociales, al profundizar las históricas y generar nuevas.

Pobreza (3)

(Foto: Observatorio de Derechos Sociales)

Vivíamos en una sociedad tan cerrada, que la simple eliminación de algunas prohibiciones absurdas —como la compraventa de casas y carros, alojarse en hoteles, viajar libremente al extranjero o adquirir un celular— aportó una imagen positiva. Sin embargo, a la par, se suprimieron medidas de beneficio social y se inició la tendencia a recortar drásticamente los gastos sociales.

Esas determinaciones afectaron profundamente la equidad e incrementaron la pobreza. Se acrecentó una inmensa brecha entre quienes pudieron aprovechar tales cambios y quienes no tenían ventaja alguna para hacerlo.[2] Un estudio reciente sobre el Centro Histórico de La Habana Vieja, muestra las anomalías y la estratificación a la que se llegó en esa localidad, resultado de la «evasión de las responsabilidades estatales con una población vulnerable».

-II-

No se dispone libremente de estadísticas actualizadas sobre pobreza en Cuba, de modo que los fenómenos asociados son difíciles de medir. No obstante, desde los años ochenta las ciencias sociales cubanas aportan diagnósticos y propuestas de políticas para atenderlos: generales, sectoriales, territoriales y de gestión local, familia, grupos sociales específicos como los jóvenes, personas de la tercera edad y mujeres; así como políticas de equidad.

En varios de los estudios realizados se revelan aspectos que tienen que ver directamente con el modelo de sociedad y constituyen las razones de que en el país se continúe reproduciendo la pobreza: lentitud y falta de integralidad y sincronización de las reformas, limitada descentralización y gestión local, escasa implementación de políticas focalizadas según sectores y regiones vulnerables, así como la persistencia del enfoque asistencialista en lugar del empoderamiento de la ciudadanía. 

En octubre del 2020, el destacado sociólogo cubano Juan Valdés Paz argumentó que en este escenario de reformas nos movemos «hacia un mayor patrón de desigualdad (…) tenemos cada vez más pobres». Según el Coeficiente Gini —herramienta analítica empleada para medir la desigualdad en los ingresos— hemos remontado desde un 0.22-0.25 en 1986, a más del 0.40 en 2019, y para el 2025 se preveía que llegara a no menos de 0.45. No obstante, desde fines del año pasado, algunos expertos estiman que ese valor ya fue superado.

Los ritmos, vaivenes y contenidos de las reformas han sido desfavorables para la ciudadanía y empeoraron desde el 2015. Junto a ello, la no implementación de políticas dirigidas a combatir la pobreza nos hicieron llegar al escenario 2020-2021 en condiciones de crisis y alta vulnerabilidad, como fundamentó recientemente la Dra. Alina López.

Trabajar por la erradicación de la pobreza en Cuba implica llegar a la raíz de los problemas, modificar las relaciones sociales promoviendo democracia desde la economía, con una real participación ciudadana en todos los procesos. Eso incluye transparentar y revisar los gastos del enorme aparato burocrático estatal, partidista, de las organizaciones que sirven al gobierno y de las fuerzas represivas; todos con estructuras verticales que pagamos los ciudadanos.

Hoy los indicadores económicos y sociales van cuesta abajo, mientras la opacidad habitual del gobierno no permite a la ciudadanía estar debidamente informada. Pocos en Cuba conocieron las causas reales del colapso socialista europeo. Otros interpretaron por nosotros y transmitieron sus conclusiones, así, las mayorías no pudieron prever el futuro que nos esperaba. Ya estamos en él.

No asumir tales anomalías, ocultarlas; descubrirlas en visitas gubernamentales y maquillarlas con programas emergentes de un populismo rampante, al calor de acontecimientos políticos indeseados por el gobierno; dilata soluciones verdaderamente sostenibles. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU pretenden «no dejar a nadie atrás»; en Cuba cada día dejamos más personas afuera y detrás.

 

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Durante mucho tiempo en Cuba una de las principales distorsiones estuvo en la asunción de la equidad como igualdad, y en política el conocido «igualitarismo», lo que también provocó numerosos efectos negativos que llegan hasta hoy.

[2] Esta particular coyuntura entre el 2008 y el 2015 aproximadamente, se examinará en textos posteriores como parte del proyecto de La Joven Cuba sobre desigualdades, pobreza y sectores vulnerables.

31 enero 2022 41 comentarios 2.564 vistas
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Espíritu de la Revolución

El espíritu de la Revolución

por Ivette García González 18 enero 2022
escrito por Ivette García González

La tristeza y la desesperanza que inundaron muchos hogares cubanos en este tránsito de año, me hizo meditar sobre el espíritu de la Revolución, aquellas ideas claves que inspiraron y movilizaron a amplios sectores de la sociedad contra una dictadura y por un nuevo proyecto de país.

Han pasado sesenta y tres años desde aquel triunfo de enero. El país ha vivido restructuraciones, rectificaciones, reformas, procesos constitucionales y ordenamientos. El pueblo ha resistido por la Revolución que el gobierno dice representar, aunque hace más de treinta años no ve progreso ni esperanzas; simplemente sobrevive y resiste.   

Todo indica que estamos en un callejón sin salida. Volver al origen puede ofrecer algunas luces para verificar cuánto nos apartamos de aquellos ideales.

-I-

Entre 1953 y 1958 se esbozaron y articularon ideas clave que configuraron el espíritu de la Revolución y permitieron articular la unidad. Estas se encuentran en cinco documentos: La historia me absolverá, la Carta de México, el Manifiesto de la Sierra, el Manifiesto del Movimiento 26 de julio al Pueblo y el Pacto de Caracas, que permitió conformar el Frente Cívico Revolucionario con las principales y diversas fuerzas políticas opositoras.[1]

El primero de ellos —título con el que trascendió el alegato de autodefensa de Fidel en el juicio por los asaltos armados en Santiago de Cuba y Bayamo—, sentó las bases, por la denuncia, el diagnóstico y la integralidad de su visión del cambio.

Espíritu de la Revolución (2)

Fidel Castro cuando fue arrestado en julio de 1953, luego del ataque al cuartel Moncada.

Tales denuncia y diagnóstico contemplaron: la ilegitimidad del gobierno y el pisoteo sistemático de la Constitución; la existencia de «un poder único que ha usurpado y reunido en uno solo los (….) de la nación», en lugar de la separación del legislativo, ejecutivo y judicial,  de modo «que se equilibren y contrapesen unos a otros».

También la represión, falta de libertades públicas, primacía de los militares sobre el derecho, violaciones del debido proceso —aislamiento, obstáculos para asistencia letrada y violaciones de la privacidad abogado-cliente—; juicios cerrados, con poca prensa y fuertemente custodiados por fuerzas militares; lo absurdo de mantener en prisión a intelectuales y las torturas para obtener declaraciones falsas. Igualmente, la desigualdad y pobreza existentes frente a inversiones para favorecer intereses de sectores acomodados y conservadores.  

-II-

La visión del cambio se puede resumir en cuatro pilares expuestos en el primero y ratificados en los otros documentos:

1.- Democracia y preservación de la tradición republicana y civilista de Cuba con apego a la Constitución y las leyes. Garantía absoluta de todos los derechos y libertades públicas consagradas en la Constitución; derecho de rebelión o resistencia al orden existente amparado en la soberanía popular, sin el cual «no puede concebirse la existencia de una colectividad democrática», apego de las instituciones armadas a la Constitución y al pueblo y «el propósito de apartar al Ejército de la política».

2.- Primacía de la soberanía popular, la integridad nacional y el rechazo a toda injerencia de otras naciones en los asuntos internos. Devolver a Cuba el «honor y la integridad nacional», «la paz ansiada y el encauzamiento democrático que conduzcan a nuestro pueblo al desarrollo de su libertad, (…) riqueza y (…) progreso».

3.- El sujeto y destinatario de la Revolución es el pueblo: «la gran masa irredenta (…) que anhela una patria mejor y más digna y más justa», los desempleados, obreros del campo e industriales, agricultores pequeños, maestros y profesores, pequeños comerciantes, profesionales jóvenes «que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida».

4.- Resolver los problemas socioeconómicos fundamentales —tierra, industrialización, vivienda, desempleo, educación y salud—, lograr una «política financiera sana que resguarde nuestra moneda» y eliminar la injusticia, la pobreza y las desigualdades en pos del mejoramiento humano y el progreso.

-III-

¿Cuál es la realidad actual en Cuba? Señalo algunos elementos que evidencian su disonancia con el espíritu de la Revolución.

1.- Tenemos un poder único constitucionalmente, carecemos de mínimos democráticos y contamos con un partido político que está, incluso, por encima de la Constitución. Las instituciones armadas están imbricadas en la política y los poderes públicos, tienen impunidad, invaden la vida ciudadana y concentran el poder económico ensamblado en el poder político.

La Constitución está más en función de defender al Estado y la autoridad del Partido, que a ponerle límites a este y proteger los derechos ciudadanos. En texto reciente, el jurista Eloy Viera Cañive concluyó que el cubano es ante todo un modelo «autocrático en el que la falta de libertades, de toda índole, constituye (…) la base de todo».

Las denuncias de Fidel relativas a violaciones del debido proceso judicial en aquella época, son tímidas comparadas con las de hoy. En redes sociales y medios alternativos pululan denuncias sobre violaciones en tal sentido, celdas de castigo, persecución y hostigamiento a familiares, encarcelamiento de cientos de personas, incluidos menores de edad.

2.- La soberanía popular fue usurpada por una nueva clase, que no rinde cuentas al pueblo y usa la defensa nacional frente a los EE.UU. para asegurarse consenso y justificar vacíos democráticos. El gobierno ha sido eficiente en el control social mediante instituciones armadas y organizaciones sociales y de masas. En consecuencia, no se tolera ningún tipo de disenso o resistencia.

3.- Las medidas implementadas con el triunfo lograron resultados beneficiosos para las mayorías durante las primeras décadas. Invito a repasar los problemas fundamentales de la nación hoy, sus puntos de contacto con los de entonces y a reflexionar cómo resolverlos sin un nuevo proyecto de país. A mediados del 2019, por ejemplo, el economista Omar Everleny examinó el crecimiento de la pobreza y la desigualdad en Cuba. En esa fecha el Coeficiente Gini había ascendido a más del 0.40, lo que evidencia una sociedad muy desigual.

4.- El pueblo de hoy no es el mismo de hace sesenta y ocho años, pero siguiendo la lógica de su definición entonces, al presente tampoco serían los «sectores acomodados y conservadores», sino «la gran masa irredenta», los desempleados, profesionales frustrados, estudiantes, obreros, que vienen protagonizando protestas hace tiempo. Desde octubre de 2020 estas han crecido exponencialmente. Más del 68% por temas de carácter cívico y político, con tendencia a ser individuales o de pocos implicados por la ola de terror impuesta en el país. En diciembre pasado fueron el doble respecto a ese mes del año anterior, sobre todo a causa de la injusticia que se comete contra los manifestantes del 11-J.

Los listados de la Comisión Justicia 11-J, Prissioner Defenders muestran datos alarmantes. El Informe más reciente de esta última —que contiene testimonios de encarcelados—, reconoce 842 prisioneros políticos en diferentes categorías. Además, otros 11.000 jóvenes civiles no pertenecientes a organizaciones opositoras, la mayoría convictos, y más de 2.000 con penas de dos años y  diez meses de cárcel por «conductas pre-delictivas».

Cuando menos, sobresaltan las condenas de 1953 [2] por asaltos armados comparadas con las de hoy. Las numerosas y arbitrarias sanciones por las protestas de julio del año pasado y el incremento de la represión, caen como cubos de hielo sobre el espíritu de la Revolución. ¿Se le puede invocar cuando el país se hunde económicamente, miles emigran a cualquier parte, otros van presos y los que mejor salen pierden el trabajo y reciben por respuesta la muerte civil en su país?

La represión y el incremento de destierros y exilios no frenarán indefinidamente la protesta, expandirán el disenso y radicalizarán posiciones. Porque, como ocurrió en los cincuenta del pasado siglo y bien expresó el mexicano Ricardo Flores Magón: «No son los rebeldes los que crean los problemas del mundo, son los problemas del mundo los que crean a los rebeldes».

El espíritu de la Revolución puede ayudar a refundar la esperanza. Necesitamos un nuevo proyecto de país donde la soberanía popular y nacional, la democracia, la justicia social, el progreso, la tradición republicana y civilista con apego al Estado de derecho sean una realidad. Vuelvo a aquel alegato cívico de 1953: «Cuba debería ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo».

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] Excepto el Partido Socialista Popular (comunista) que apoyó luego la lucha sumándose a la unidad.

[2] Los 32 juzgados recibieron condenas de entre 7 meses y 15 años que fue la máxima impuesta a Fidel. Los de 3 años y más solo cumplieron 22 meses. En mayo de 1955 todos los asaltantes fueron amnistiados por el dictador Fulgencio Batista  en virtud de la presión popular encabezada por amigos, familiares y sobre todo, las madres. 

18 enero 2022 41 comentarios 3.490 vistas
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Ser (1)

El dilema de ser y parecer en Cuba

por Ivette García González 23 diciembre 2021
escrito por Ivette García González

La relación entre ser y parecer, en política, es un dilema que puede devenir conflicto de alto costo. En Cuba invade todos los ámbitos porque el gobierno, desde hace años, opta por «parecer». Eso explica ciertas reacciones a mi texto anterior sobre el terrorismo de Estado en la Isla y me impulsa a socializar una experiencia reciente.

Es que, como expresé luego del 11-J, los cubanos tenemos que hablar más claro, denunciar y demostrar lo que ocurre. Desde esa fecha, la represión ha aumentado hasta llegar a convertirse en una política de terror.

A pesar de los cientos de detenidos, maltratados y encarcelados a raíz del estallido social, pronto surgió una nueva iniciativa cívica —Archipiélago— y un intento de marcha pacífica para noviembre. Era un desafío para el Partido/Gobierno/Estado, para el pueblo y los jóvenes promotores.

Estos enfrentamientos también han confirmado que la clase política impulsó la Constitución de 2019 para blindarse a sí misma, no para establecer un marco capaz de proteger derechos ciudadanos. De ahí la escalada de violencia en total impunidad.

-I-

La imposibilidad de funcionar normalmente dentro del país, obligó a Archipiélago a constituir en octubre una Comisión de Apoyo a los Manifestantes 15-N, que fue a la vez su representación en el exterior. Su primer objetivo fue sensibilizar a la comunidad internacional con lo que ocurría en Cuba, para que esta conminara al gobierno a cesar la represión y evitar que se reprodujera en mayor grado lo ocurrido en julio.

Ser (2)

La misma funcionó hasta el 20 de noviembre y estuvo integrada por profesionales cubanos residentes y/o de tránsito en varios países, además de una red de apoyo de igual origen. Realizó un monitoreo de la represión en la Isla contrastando fuentes y en base a denuncias de los ciudadanos con evidencias, rastreo en las redes sociales y medios independientes.  

Entre el 24 de octubre y el cierre se elaboraron seis informes, que fueron enviados a medios cubanos independientes e internacionales, fuerzas políticas en diversas naciones, organizaciones de la sociedad civil internacional y organismos multilaterales.

Cada denuncia incluía evidencias de violaciones a los derechos fundamentales contra personas de todas las edades, especialmente jóvenes. Y solo era parte de lo que ocurría; muchos temían denunciar y otros lo hacían pidiendo discreción.

-II-

Los informes incluyeron valoración del contexto e implicaciones nacionales e internacionales. En el primero, del 25 de octubre al 6 de noviembre, se registraron dieciséis prácticas represivas y disímiles violaciones en las denuncias, provenientes de casi todas las provincias del país.

Ellas fueron:

  1. Despidos laborales.
  2. Amedrentamiento de personas para que no se sumaran a Archipiélago o la marcha.
  3. Exigencia de firmas bajo compromisos de no involucramiento en la marcha, so pena de represión.
  4. Amenazas con: despido laboral, publicar detalles de la vida íntima de las personas, encauzarlas por delitos comunes, la muerte (velada o abierta) si participaba en la marcha, largas condenas de prisión, a familiares y vigilancia laboral e investigación.
  5. Persecución por posicionamientos críticos o por dar un «me gusta» en las redes.
  6. Vigilancia policial o de la Seguridad del Estado frente a las viviendas.
  7. Imposición de reclusión domiciliaria sin causa formada.
  8. Detenciones arbitrarias.
  9. Vigilancia e investigación sobre familias y amistades de personas involucradas en la marcha pacífica, o que se sospechaba lo estaban.
  10. Mítines de repudio.
  11. Compulsión en los interrogatorios para servir de informantes a la Seguridad del Estado.
  12. Interrupción de los servicios de internet.
  13. Secuestros, a veces con encapuchamiento y combinados con detenciones arbitrarias y conducción a locales no policiales.
  14. Campañas de difamación y criminalización de líderes de la marcha pacífica a través de los medios oficiales.
  15. Acoso a las familias de quienes se vincularon con la organización de la marcha pacífica o se conocía que pensaban participar.
  16. Imposición de multas reiteradas e injustificadas como forma de hostigamiento.

Dichos métodos se implementaron contra ciudadanos firmantes de cartas de apoyo a la marcha, figuras principales de Archipiélago, e incluso contra disidentes y miembros de la oposición tradicional no vinculados con los promotores de la iniciativa cívica. También hacia jóvenes universitarios, periodistas independientes, figuras eclesiásticas, miembros de organizaciones de la sociedad civil independiente, etc.

Como se expresó entonces, tales prácticas «tienen consecuencias nocivas para la condición humana. Implican daño físico y moral, psíquico, (…) para el proyecto de vida personal y familiar». Hubo jóvenes expulsados de sus hogares, familias impedidas de continuar viviendo juntas y padres acosados que decidieron dejar protegidos a sus hijos con otros para huir de la represión.

Ser (3)

Yunior García sufrió imposición de reclusión domiciliaria sin causa formada el 14 de noviembre. (Foto: STR/AFP)

Según la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, actuaciones como las descritas constituyen violaciones de los derechos humanos y califican en no pocos casos como formas de tortura y/o creación de condiciones favorables a ella. También vulneran la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la cual, como de la anterior, Cuba es firmante.

A cargo de esas actuaciones estuvieron el Ministerio del Interior (MININT) —Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y Órganos de la Seguridad del Estado (OSE)— y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en particular con jóvenes del Servicio Militar Obligatorio (SMO); así como las direcciones de Contrainteligencia de ambos organismos.

Fueron sumados igualmente a la estrategia represiva grupos paraestatales, integrados por miembros de organizaciones políticas, sociales y de masas al servicio del poder: Partido Comunista (PCC), Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), Comités de Defensa de la Revolución (CDR), Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y Federación de Mujeres Cubanas (FMC), entre otras.

La Comisión denunció que el gobierno preparaba respuestas violentas desde instituciones estatales. Un documento oficial del día 26 constató la preparación de dirigentes y trabajadores de una empresa de comercio en Holguín para ello.

Su área de «Seguridad y protección», bajo la dirección del Consejo de Defensa municipal, se encargó de diseñar el «Plan de contingencias». Este contempló —en lenguaje típico de la Seguridad del Estado— planes de aviso, descripción de la entidad, colindancias, grupos con misiones específicas y otros aspectos. El más numeroso era el de la Brigada de Respuesta Rápida (BRR), que hace años protege la imagen de las fuerzas represivas al aparentar que se trata de «acciones espontáneas» del pueblo contrapuestas a los «desestabilizadores» y «contrarrevolucionarios».

En el mismo documento, se indica emplear para el enfrentamiento «medios rústicos de madera, tubos u otros materiales preparados y ubicados convenientemente al alcance del personal». Se orienta procurar «cooperación» —mediante compromisos en actas oficiales— de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) más cercanos y también del MININT.  

En la evaluación psicológica correspondiente al contexto, el informe fundamentó que el «incremento de la represión masiva y el silencio consecuente, tiene efectos físicos y también psicológicos en una población que desde hace tiempo padece daños psicosociales por diversas causas. El clímax de todo ese proceso es muy preocupante porque facilita, entre otros comportamientos, actos extremos como el suicidio y la hetero-agresividad en las personas».

Todo eso y mucho más ocurrió en apenas una semana. En virtud de «la indefensión que padecen los ciudadanos en Cuba, debido al sistema de gobierno centralizado, sin separación de poderes ni aceptación de instancias independientes que puedan servir de contrapesos (…) y protección ciudadana», solo quedaba recabar apoyo de la comunidad internacional.

Lo terrible es que esta respuesta desmesurada se haya desplegado por el anuncio de una marcha pacífica. Como se demostró entonces, al gobierno cubano no le interesa ser, sino parecer. En el ser, sus métodos y prácticas llegan a extremos de crueldad con efectos duraderos, sin que necesite para ello derramamiento de sangre a la luz pública.

El gobierno cree que con el terror desatado, las exorbitantes condenas a manifestantes pacíficos, y las alternativas migratoria y carcelaria está cerrando un ciclo. Se equivoca, con la represión crece la indignación de la ciudadanía.

Hablar más claro hoy implica responsabilidad con la denuncia y colocarse al lado de las víctimas. Lo revolucionario hoy no está en el gobierno y sus bases, sino en la sociedad civil y especialmente en los jóvenes que luchan por un mejor país. El gobierno es anacrónico e irreformable. Tiene un serio dilema entre el ser y el parecer, y el costo político de esta dicotomía continúa incrementándose. Sigue intentando parecer, pero cada vez se conoce más lo que es, aun cuando a algunos le resulten todavía demasiado fuertes las palabras dictadura, totalitarismo, autoritarismo y terrorismo de Estado.

23 diciembre 2021 51 comentarios 3.111 vistas
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Terrorismo de Estado (1)

¿Terrorismo de Estado en Cuba?

por Ivette García González 14 diciembre 2021
escrito por Ivette García González

El término «terrorismo de Estado» pareciera inaplicable o exagerado para el caso cubano, sobre todo para quienes apoyan acríticamente al gobierno, ignoran lo que ocurre en el país, o se basan en la «proporcionalidad» comparando nuestra realidad con otras experiencias. Sin embargo, conviene examinar el tema con rigor y tomar nota de un contexto que puede afectar mucho más a la ciudadanía.

Todavía respiramos el aire del Día Internacional de los Derechos Humanos. Cuba parecía tranquila y la víspera únicamente Juventud Rebelde publicó una noticia. El viernes, el tema se trató con la habitual referencia a los éxitos del gobierno a pesar del bloqueo. La mayoría de las personas en la Isla y quienes en el mundo acceden a Cubavisión Internacional quizás solo vieron eso.

No obstante, fue una reedición del contraste entre la Cuba real y la virtual. La dirigencia cubana parece confiar en que si no habla de algo, ese algo no existe, o, en que si lo presenta con falsedades a la ciudadanía, toda ella, o al menos la mayoría, le creerá.

La aparente tranquilidad resulta de la ola represiva del gobierno desde julio, cuando ocurrieron las protestas sociales. Así se logró también impedir la proyectada manifestación del 15-N. No es simple represión del disenso, es un verdadero estado de terror que permanece.

Terrorismo de Estado (2)

La aparente tranquilidad resulta de la ola represiva del gobierno desde julio, cuando ocurrieron las protestas sociales. (Foto: AFP)

-I-

El terrorismo de Estado no ha sido definido por ningún instrumento internacional. No obstante, de acuerdo con el jurista y profesor Raúl Carnevali Rodríguez, expresa un «contexto especial» donde «el uso de la violencia en contra de su población la realiza el propio Estado, ya sea a través de organismos propios o de grupos paraestatales, es decir, los que —sin formar parte del aparato institucional— cooperan en este propósito».

Desconocer cómo se gesta e instala en tanto práctica política —pues ante los ojos de la ciudadanía no se muestra en toda su crudeza— es algo que debe evitarse.

Un excelente análisis sobre el fenómeno lo ofrece la historiadora chilena Ximena Vanessa Goecke en un texto del 2014, basado en la experiencia de dictaduras que existieron en el Cono Sur de América Latina.

En la génesis, «la defensa de la nación» necesitaba hacerse a partir de una lógica de guerra. Detrás de ella estaba en definitiva la confrontación entre las tendencias proclives al cambio y las orientadas supuestamente «a promover el orden y la paz social», que realmente significaba el continuismo de la razón despótica.

En consecuencia, el conflicto se asumía como «una lucha por la sobrevivencia, lo que suponía necesariamente la búsqueda del exterminio del opositor, como única forma válida de asegurar la supresión de toda amenaza». Esa lógica, en un Estado militarizado y dogmático, justificaba la aplicación de violencia política dirigida desde el aparato estatal contra la población civil «reduciendo el número de bajas posibles».

De tales experiencias se derivan algunas «regularidades del terrorismo de Estado»: 

1. El miedo como un «recurso ordenador»[1] válido. La violencia estatal, organizada y sistemática, se despliega con acciones preventivas y otras represivas focalizadas.

2. La prácticas represivas y disciplinadoras se ejecutan por aparatos estatales (policiales, militares, judiciales y administrativos), y paraestatales, con respaldo o encubrimiento estatal. Sus ejecutores actúan muchas veces en plena ilegalidad, sin seguir protocolos de detención ni reconocer los hechos, a veces sin identidad, clandestinamente y siempre con garantizada impunidad.

3. Los detenidos eran llevados a prisiones clandestinas y tratados con toda suerte de vejámenes, agresiones físicas y psíquicas, ya fuera durante horas, días, semanas, meses o años.

4. Dado el control estatal de las fuentes de información, tales prácticas luego se acompañan de «un juego continuo de negación de la verdad, de ocultamiento». Al mismo tiempo, difusión de hechos para generar rumores que infundan miedo en las personas y así conseguir «la paralización de toda movilización ajena a los intereses del Estado».

El saldo de tal política[2] es «una población de víctimas a la que se ha despojado (cuando no de la vida) de la libertad, de la integridad corporal, de la identidad, del honor, de la seguridad, de los vínculos familiares, de la camaradería y del proyecto vital».

-II-

En diciembre del 2020 Cuba festejó el Día de los Derechos Humanos, y la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) expresaban preocupaciones y críticas al gobierno por lo que ocurría en esa materia en la Isla.

En la actualidad el gobierno sigue ufanándose de sus «conquistas», mientras, las voces críticas se han multiplicado dentro y fuera de Cuba. Recientemente, más de cuarenta organizaciones internacionales de distintas ideologías y perfiles, además de organismos internacionales, manifestaron preocupación y condenaron las violaciones en tal sentido. 

La Comisión Justicia 11-J —iniciativa cívica ante la falta de información y transparencia de las autoridades— ha realizado un trabajo significativo desde el estallido. Una labor minuciosa de investigación pública, identificación de menores de edad, adultos mayores, detalles de las detenciones, maltratos físicos y psicológicos recibidos durante las detenciones y encarcelamientos; todo eso gracias a la ayuda de la ciudadanía y los familiares de las víctimas. Cuba, como ha demostrado el Grupo de Trabajo, se ha convertido en el país de la región con más presos políticos.

Por su parte, el Informe Mundial 2021, treinta y una edición de la revisión anual de Human Rights Watch acerca de las prácticas y tendencias de derechos humanos durante el año anterior en más de cien países, contiene un registro altamente negativo sobre Cuba. Se ratifica también lo manifestado en un informe del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ): la Isla tiene el «clima más restringido para el ejercicio del periodismo de América».

Las personas que quieran acercarse al país real, deben procurar los medios independientes y las redes sociales. Comprobarían que este 10 de diciembre correspondía denunciar y reclamar al gobierno por las violaciones cometidas. Incluso las del mismo día, cuando activistas y periodistas independientes fueron impedidos de salir de sus casas, hubo detenciones arbitrarias, cortes de internet selectivos y otras acciones represivas.

Varias iniciativas cívicas se difundieron en esa fecha por organizaciones y plataformas, en forma de comunicados, reclamos por los presos políticos, el boicot a la Bienal de La Habana y otras.

EL TOQUE dedicó un programa al tema, que fue moderado por el abogado Eloy Viera Cañive. Intervinieron periodistas independientes, se informó acerca de investigaciones sobre violencia de género y otras arbitrariedades atinentes a los derechos humanos.

Bajo el título «Hablan las familias de los Presos Políticos en Cuba»,  se realizó un evento en línea que contó con los testimonios de diecisiete familias que han decidido denunciar a pesar de las amenazas oficiales. Fue organizado con el apoyo de CubaSpaces y varios canales de Youtube.

También hubo exposiciones del Movimiento San Isidro, que tiene a varios jóvenes presos, la Comisión Justicia 11J, abogados sobre diversos temas relacionados y promotores de proyectos internacionales para apoyar a presos y activistas con sus familias. Particularmente conmovedores e indignantes resultaron los testimonios sobre los menores de edad. El gobierno los mantiene presos violando los estándares de la Convención internacional de los derechos del niño, de la cual Cuba es signataria.

Los nombres no lo dicen todo, pero permiten identificar procesos y extraer lecciones. El Terrorismo de Estado aplica al caso cubano, aunque se hagan las adecuaciones al contexto, como las tuvo el modelo estalinista copiado hace décadas. Pueden ser diferentes las magnitudes y algunos rasgos, pero el fenómeno es evidente. Conviene identificarlo y tomar las debidas precauciones antes de que sea tarde.

Estos procesos represivos, organizados con toda intencionalidad desde el Estado, pueden agudizarse ante otras protestas sociales, que —visto el deterioro de la situación económica y la poca eficacia de las medidas gubernamentales— no se pueden descartar como posibles.  

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

[1] El concepto lo formuló hace años el sociólogo guatemalteco Edelberto Torres Rivas en “Tras la violencia y el miedo, la democracia: notas sobre el terror político en América Latina”, Sistema, n° 132/133, 1996, tal como menciona en su artículo Ximena Vanessa Goecke. 

[2] La profesora Ximena Vanessa suscribe la valoración de E. Lira y E. Weinstein en: Psicoterapia y Represión Política, Siglo XXI, México, 1984, pág. 5.

14 diciembre 2021 72 comentarios 2.759 vistas
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Derechos humanos (1)

Derechos humanos: conmemorar o festejar un aniversario

por Ivette García González 10 diciembre 2021
escrito por Ivette García González

No es lo mismo conmemorar que celebrar o festejar. El gobierno cubano conmemora a veces lo que debía celebrar y festeja lo que hoy solo merece conmemorar. Es el caso del Día Internacional de los Derechos Humanos, por la aprobación, el 10 de diciembre de 1948, de la Declaración Universal.

En realidad el tema estuvo ausente de la agenda doméstica durante décadas, de ahí que gran parte de la población cubana no lo dominara, ni siquiera a través del sistema educativo, mucho menos de los medios oficiales. Formó parte de la agenda exterior, donde se construyó una imagen triunfalista, disociada en parte de la realidad interna.

Durante los últimos años el gobierno modificó tal rutina de silencio interno y convirtió la fecha en celebración. Se apoya en la propaganda a través de los medios, sus instituciones y la red de organizaciones sociales, políticas y de masas que al subordinársele son legales. 

No hay dudas de que se trata de uno de las más importantes conquistas de la humanidad. La Revolución cubana, al triunfar, respondió a demandas de las mayorías que reivindicaban derechos conculcados por la tiranía de Fulgencio Batista, de ahí su inicial carácter liberador. Con lo que esas mayorías no contaban era con el costo que habrían de pagar en materia de derechos fundamentales. Tampoco con el rédito político que dejaría aquel impulso emancipador a los gobiernos sucesivos hasta hoy, cuando en su nombre se violentan con impunidad.  

Derechos humanos (2)

El gobierno cubano conmemora a veces lo que debía celebrar y festeja lo que hoy solo merece conmemorar. (Fotos: Abel Rojas Barallobre)

  -I-

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada sin votos en contra (Res. 217), fue expresión del mejor espíritu de la época. Surgió en un contexto convulso y contradictorio: salida de la Segunda Guerra Mundial, fundación de la ONU, reconfiguración de las esferas de influencia de las grandes potencias y diseño de la Guerra Fría, que signaría la política internacional durante décadas.

Cuba, miembro fundador de la ONU, tuvo una presencia y actuación sobresalientes en ese proceso. Ocurrió bajo el gobierno de Ramón Grau San Martín, que del reformismo y el nacionalismo —que lo hizo confrontar los dictados de Washington en varias ocasiones— fue derivando a estado de corrupción escandaloso, con un ascenso de la violencia política, la represión y el gansterismo a su servicio, inspirados en el ideal anticomunista liderado por los EE.UU.

Aun cuando el marco de relaciones de Cuba con otros países estaba limitado a América, Europa y algunas naciones de Asia, su cuerpo diplomático se había profesionalizado y contaba con figuras reconocidas dentro y fuera de la Isla y con experiencia en la diplomacia multilateral, como Cosme de la Torriente (1872-1956) y Ernesto Dihigo y López-Trigo (1896-1991).

Este último sirvió en la comisión que elaboró la Declaración Universal entre 1946 y 1948. Su proyecto fue uno de los primeros considerados cuando la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la ONU comenzó a sesionar en 1946. También promovió que la Organización de Estados Americanos (OEA) adoptara su propia Declaración y estableciera el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.

La Declaración fue y es trascendental por los valores que consagró y porque se ha ido complementando e influyendo en el desarrollo jurídico, social y político, tanto a niveles nacionales como internacionalmente, de ahí que sea el documento más traducido en la historia. De ella derivó la Carta Internacional de Derechos Humanos, que la incluye junto con los pactos de derechos económicos, sociales y culturales y el de derechos cívicos y políticos, que entraron en vigor en 1976. Cuenta con tratados vinculantes e instrumentos para temas específicos.

En la Edición ilustrada del 2015, el entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, enfatizó en su pertinencia por el hecho de que consagra de modo claro «los derechos y las libertades a los que todo ser humano puede aspirar de manera inalienable y en condiciones de igualdad». También apuntó: «Ha pasado a ser la referencia para medir lo que está bien y lo que está mal (…) No son una recompensa por un buen comportamiento. No son específicos de un país concreto (…). Son los derechos inalienables de todas las personas, en todo momento y en todo lugar (…)».

Al establecer o consagrar derechos y libertades a todos los seres humanos y continuar actualizándose, propició que el tema adquiriera visibilidad. En la región latinoamericana se incluyó en la agenda política en la segunda mitad del siglo XX, período en que se sucedieron varias dictaduras.

Derechos humanos (3)

Ernesto Dihigo y López-Trigo (1896-1991)

Cuba más bien se vio obligada a incorporar el tema a su discurso externo cuando comenzó a ser interpelada. El nacionalismo y la presencia de un enemigo externo —fuera el comunismo o los EE.UU.—, sirvió, y todavía se utiliza, para violentar derechos y pretender la aceptación de tal sistema de dominación por las mayorías. 

El tema siempre concita debates en torno a su aplicación, fiscalización, enunciación y enfoque; que pueden ser: historicista, jerárquico o, como es frecuente, de acuerdo a las Tres Generaciones de derechos, que combina mejor todas las perspectivas para su protección.

Los de primera generación son los más antiguos y emanan del legado de la Revolución francesa. Comprenden los derechos civiles y políticos de todas las personas en cualquier modelo social. Al Estado corresponde respetarlos y al individuo reclamarlos. Incluye derechos y libertades fundamentales y derechos de ese tipo, entre ellos: circulación y residencia, asociación y reunión, igualdad ante la ley, participación en el gobierno, no ser detenido arbitrariamente, preso ni desterrado, presunción de inocencia, etc.

Los de segunda generación son los colectivos: económicos, sociales y culturales, que amplían las responsabilidades del Estado para elevar la calidad de vida de las personas que son titulares de tales derechos. Se contemplan al respecto: el derecho a salario justo, al trabajo, libertad de sindicalización, a disfrutar y formar parte de la vida cultural del país, salud, educación, etc. 

Los de tercera generación surgen como respuesta a la necesidad de colaboración entre naciones. Son proclamados como derechos de los pueblos y engloban aspiraciones y acciones en relación con la paz, el desarrollo y el medioambiente: autodeterminación, cooperación internacional y regional, paz, coexistencia pacífica, independencia económica y política, medioambiente, al patrimonio común de la humanidad, a la identidad nacional y cultural, y otros.

El gobierno cubano muestra en sus discursos una visión amplia, pero en realidad asume los del tercer grupo y parte de los segundos con reservas. Pone énfasis allí donde tiene más holgura y facilidad para el triunfalismo.

Firma pactos en la materia, incluida la Convención contra la tortura, como abordé en un texto anterior, pero no ratifica o suscribe aquellos que lo obligarían a aceptar mecanismos de verificaciones imparciales o independientes. Más allá de las simulaciones del presidente y el Canciller, están las medias verdades y sobre todo las omisiones, fórmula que en términos de manipulación política ha dado muchos frutos a través de la historia.

Es cierto que los derechos son interdependientes y universales, que no son una receta perfecta; es verdad igualmente que no todos los cumplen y que no debería existir un trato selectivo. También que el país obtuvo logros en materia social y cultural principalmente. Es real que el bloqueo afecta la realización plena de ciertos derechos económicos y sociales porque la ciudadanía tiene una altísima dependencia del Partido/Estado/Gobierno. Pero esa no es siquiera la mínima parte del problema.  

-II-

Hace dos años, en esta fecha, la agencia EFE describió los festejos en el país por el Día de los Derechos humanos, organizados en medio de críticas por la represión.

En un tuit del 2020, el presidente aseguró que «la obra de la Revolución es la principal garantía para los derechos humanos», y el canciller afirmó que Cuba «continuará defendiendo la necesidad de preservar los principios de objetividad, no selectividad y universalidad al abordar los DDHH y de privilegiar la cooperación internacional y el diálogo respetuoso».

La obra de la Revolución es la principal garantía para los derechos humanos en Cuba #SomosCuba #SomosContinuidad https://t.co/Jjga9biHLR Via @Granma_Digital

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) December 10, 2020

De cara a la conmemoración de hoy, el Estado carga con violaciones cometidas contra artistas, intelectuales y ciudadanos en general, tras la ola represiva iniciada desde el estallido social del 11-J. Una buena noticia en esta fecha sería la aprobación por el Parlamento de leyes urgentes y de interés para la ciudadanía, como las del derecho de reunión y manifestación y la de reclamación de derechos constitucionales.

Ambas quedaron pendientes desde el año pasado en el calendario legislativo, y la segunda se reubicó para este diciembre pero tampoco será respetado el plazo. Como en otros temas que atañen a derechos fundamentales, se dilatan a conveniencia del poder. Sin embargo, ya se anunció la próxima aprobación de normativas referidas a los tribunales militares o al ordenamiento territorial, por ejemplo.

No se puede celebrar la fecha cuando no solo se violentan derechos cívicos y políticos, sino también económicos y sociales. Tampoco cuando durante los últimos doce meses —según Informe de Prisoners Defenders del pasado 7 de diciembre—, han formado parte de la lista 805 prisioneros políticos en Cuba. Y no es lo único.

Tolerar las violaciones de derechos humanos bajo cualquier pretexto del gobierno, no hace más que amparar la impunidad y empeorar el problema. Invito a verificarlo releyendo un análisis de la Dra. Alina López publicado en diciembre de 2019, y contrastándolo desde el prisma actual, incluidos los comentarios de entonces.

La política exterior debería corresponder con los valores que se defienden en la agenda interna. Pero no siempre es así. Políticas muy condenables en el plano doméstico conviven con posturas externas que pueden pasar incluso por altruistas. Así ocurrió cuando el gobierno de Grau San Martín que firmó la Declaración y así ocurre hoy. La política exterior sirve para proteger la imagen del gobierno actual, que irrespeta los derechos humanos de su ciudadanía con impunidad.

Se trata de un gobierno que ocupa nuevamente un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y cuyas organizaciones, llamadas «sociedad civil socialista», como los CDR y la FMC son usadas para reprimir. Así como esta última no debería tener estatus consultivo en Naciones Unidas en calidad de ONG, ni ser beneficiaria de mecanismos de cooperación internacional; tampoco el gobierno debería continuar con mandato hasta el 2023 en el Consejo de Derechos Humanos.

El problema de Cuba no es de izquierda, derecha o centro, políticamente hablando. Es de derechos humanos, de humanidad y decencia. No es para celebrar sino para llamar la atención de los cubanos y del mundo ante la indefensión que padecen los ciudadanos en la Isla. Es una vergüenza nacional ante la cual «todo espectador —al decir de Franz Fanon—, es un cobarde o un traidor». 

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

10 diciembre 2021 52 comentarios 2.144 vistas
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Paz de los sepulcros

Cuba y la paz de los sepulcros

por Ivette García González 3 diciembre 2021
escrito por Ivette García González

La paz y tranquilidad ciudadanas de que se habla en Cuba, es la paz de los sepulcros. Tomo prestado ese título del escritor mexicano Jorge Volpi (1968) para resignificarlo. Aquello que en su novela constituye el hilo central —la corrupción—, en la Isla es apenas un rasgo. Nuestro problema es más serio.

La sociedad cubana está corroída en todas sus esferas. El modelo social no solo quebró sino que, en su agonía, muestra a un gobierno que miente con desfachatez, se aferra a lo que queda de sus bases cautivas y reprime con impunidad cualquier disenso. Tanto los cautivos —cada vez menos— y los que disienten —que se incrementan—, como los que optan por el silencio y voltean la mirada para sobrevivir, estamos en los sepulcros.  

«Paz y tranquilidad ciudadanas» ha sido una expresión recurrente durante las últimas semanas como recurso para criminalizar la protesta en Cuba. Lo repiten el gobierno y sus bases: medios de comunicación tradicionales y alternativos, dirigentes en diversos niveles vestidos de pueblo para la ocasión, ciudadanos organizados a su favor, y otros reproductores acríticos del continuismo.

Parte de los ciudadanos que forman las supuestas bases de apoyo al poder están siendo usados, incluso en prácticas con ribetes fascistas. Se hacen notar y crean alarma no solo por los simbolismos que asumen —pañuelos rojos mediante—, sino porque sirven directa e indirectamente al ejercicio de la violencia política y son ensalzados oficialmente.

Se saltan a diario los límites de la honestidad y la decencia. Ejemplos hay de sobra, como una carta pública del 15 de noviembre difundida el 17 por el grupo Mayabeque team vs Fake New bajo el título «Respuesta popular ante las acciones del sacerdote Kenny Fernández Delgado».

Paz de los sepulcros (2)

Padre Kenny Fernández Delgado

Es del poblado de Aguacate, municipio Madruga, provincia Mayabeque. Está dirigida al cardenal de la Iglesia Católica en Cuba y rechaza la postura del Padre Kenny, cuyo delito fue caminar por las calles obsequiando flores blancas. Ha tenido escaso eco y, salvo un comentario que la avala, en el resto se aprecia el rechazo a la misiva, la solidaridad con el sacerdote y la certeza de que no es el pueblo sino la fórmula habitual del Partido/Gobierno/Estado para hacer pasar por «iniciativas populares» sus decisiones.     

-I-

Cuando Cuba reabrió sus puertas al turismo e inició el curso escolar el lunes 15 de noviembre, un espectáculo esperaba a los turistas y al pueblo. Actividades culturales en espacios públicos; fiestas; un presidente rozagante, junto a su esposa, dándose un baño de pueblo joven (con pañuelos rojos) en el Parque Central, al pie de la estatua del Apóstol; música en calles y plazas; actividades infantiles subvertidas por histéricos mítines de «reafirmación revolucionaria», venta de comestibles en parques y otras coloridas festividades.

No pude menos que recordar algunos filmes y series —Queridos camaradas, Good Bye Lenin y Chernóbil, por ejemplo—, que guardan para la historia ese mal congénito de la hipocresía y el ocultamiento de la realidad del llamado «socialismo real», en variante tropicalizada.

Aunque ya es difícil vivir en la Isla y no enterarse de las cosas que pasan en el país real, todavía es posible cierto camuflaje dadas las enormes capacidades de un gobierno que controla la vida privada de las personas.

Influyen en ello varios factores, no solo el limitado acceso a internet y su control por el Estado. También se evidencian efectos psicológicos adicionales en los reprimidos. El aislamiento social y el cariz fascista de la violencia política inducen a los ciudadanos —a veces de modo inconsciente— a retraerse y perjudicarse más: para evitar nuevos rechazos, no parecer que influyen en las ideas de otros, o no complicar a los demás y evitar sentimientos de culpa.

Paz de los sepulcros (3)

Pañuelos rojos en el Parque Central (Foto: http://www.marxist.com)

   -II-

Si Cuba sigue mostrando —sobre todo para quienes añoran verla— la imagen de un pueblo feliz y heroico en los medios nacionales e internacionales, a los turistas y brigadas de solidaridad que vienen una vez al año por dos o tres semanas; es por la combinación de la naturaleza represiva y manipuladora del poder, largamente entrenado.

Todos los visitantes hubieran visto a cientos de cubanos manifestarse pacíficamente contra la violencia, reclamando derechos para todos, libertad para los presos políticos y solución de las diferencias por vías pacíficas y democráticas. El gobierno no podía permitirse semejante espectáculo. Había que mantener la fachada a como diera lugar. Ahí estaban el enemigo imperialista, la CIA y el bloqueo, que también —según Silvio Rodríguez en reciente entrevista— justifica que los cubanos tengamos que aceptar vivir bajos tales condiciones.

Haciendo gala del carácter despótico y abusivo mostrado sin disimulo desde el estallido del 11-J, la represión en Cuba mostró métodos tradicionales, pero inéditos para la mayoría de la población. Dejó de ser selectiva para ser masiva y comenzó a perfilar mecanismos perversos que se incrementan cada día.

Todavía de esas jornadas guardan prisión cientos de jóvenes y no tan jóvenes en las cárceles, hemos visto desde fabricación insólita de delitos hasta violaciones de derechos humanos multiplicadas.

Solo como muestra refiero —de la ingente labor del equipo multidisciplinario femenino Justicia 11-J—, la develación de muchos casos que han podido rastrearse a pesar de la habitual falta de transparencia del gobierno. Uno que se hace viral en las redes y debería ser una vergüenza y una preocupación para todos los cubanos, es el de los niños presos del 11-J. Al parecer, de poco ha servido el reclamo a las autoridades cubanas por parte de UNICEF.

UNICEF está preocupado por los presuntos casos de detenciones de niños y niñas reportados en Cuba.
Hacemos un llamado a las autoridades cubanas para que proporcionen información adicional verificada sobre niños y niñas presuntamente en esta situación.

(1/2) pic.twitter.com/mqAekNkV6H

— UNICEF Latin America (@uniceflac) November 19, 2021

La escalada represiva se incrementó sobremanera desde que los promotores de la marcha pacífica convocada para el 15-N la comunicaran al gobierno. En virtud de la situación, Archipiélago decidió constituir, el 24 de octubre, una Comisión de Apoyo y Protección a los Manifestantes 15N, que funcionó como representación suya en el exterior.

Una de sus principales labores fue monitorear la represión y emitir informes periódicos dirigidos a organismos internacionales, medios de comunicación, fuerzas políticas y organizaciones de la sociedad civil internacional. Sobre esto escribiré con mayor detalle próximamente, pero adelanto que el estado de terror impuesto por el Partido/Gobierno/Estado resulta hoy más evidente para una parte significativa de la ciudadanía y la comunidad internacional.

Esa fórmula es finita, solo prolonga la agonía de ciudadanas y ciudadanos, no por convicciones o ideologías, sino por la naturaleza opresiva del modelo y los intereses de la clase en el poder.

El mensaje político de la novela de Volpi tiene dos partes y ambas se pueden leer desde Cuba, una para confirmar y otra para subvertir. La primera: «la inevitable sospecha (certeza) de que todos nos mienten», arraiga cada vez más en la ciudadanía. La segunda: «en política siempre ganan los malos», que es el consejo del padre al periodista (personaje principal de la trama); está por ver. Nos hallamos en un punto de no retorno. La paz de los sepulcros nunca ha sido aceptable para nadie.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

3 diciembre 2021 55 comentarios 3.006 vistas
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Político (2)

El costo político de prohibir un derecho

por Ivette García González 6 noviembre 2021
escrito por Ivette García González

El escenario político cubano es cada vez más conflictivo y tóxico. La prohibición gubernamental de la marcha pacífica convocada para el 15 de noviembre por ciudadanos de varias provincias y la capital, empeoró la situación. Los promotores reivindican con energía el ejercicio de ese derecho. Las actuaciones posteriores del gobierno son preocupantes y sus consecuencias pueden ser lamentables.

Durante décadas, las contradicciones y disensos no han podido gestionarse con mínimos democráticos. Hoy eclosionan en nuevas fórmulas de aglutinamiento y activismo cívico encabezado por jóvenes. El gobierno no sabe lidiar con eso.

Aun quienes disienten desde posiciones socialistas son un reto al poder. Se trata de un modelo centralizado, burocrático y opresivo que no tolera el disenso. Nunca se ha visto obligado a rendir cuentas, pudo reprimir selectivamente hasta hace poco y ha manipulado a la ciudadanía de múltiples maneras.  

Las demandas de la marcha estuvieron claras desde el inicio: «contra la violencia, para exigir que se respeten todos los derechos de todos los cubanos, por la liberación de los presos políticos y la solución de nuestras diferencias a través de vías democráticas y pacíficas».  

El gobierno conoce que existen muchas otras demandas por las que se podría marchar en Cuba, pero admitirlas implicaría una postura autocrítica que no le es propia. Sabe que está violando derechos inalienables reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en su Constitución.

En «Activando alarmas contra una marcha cívica», resalté la importancia de naturalizar «el ejercicio de los derechos cívicos y políticos», así como «disminuir las tensiones y eliminar el discurso amenazante y excluyente». Expresé que: «Lo más inteligente y acertado políticamente sería autorizar y garantizar la seguridad y protección a los manifestantes».

Nada de eso ha ocurrido. Al contrario, el gobierno opta por atrincherarse, violentar la soberanía popular y el ordenamiento constitucional. Reboza demagogia al sustentar su discurso en nombre de la Revolución y el Socialismo, pero la realidad evidencia que ni una cosa ni la otra existen en Cuba hace tiempo. En consecuencia, el conflicto sigue escalando.

-II-

La violencia política no es nueva entre nosotros. Sin embargo, ha crecido exponencialmente durante los últimos años, en la medida que se complejiza el conflicto y se amplía el espectro contestatario. Hoy la represión es masiva. Las fórmulas son diversas y cada vez menos razonadas, sin medir su impacto sociopolítico. Todas sirven para amedrentar y justificar mayor violencia. Para el 15-N se repitió la orden de combate del 11-J, actualizada y preparada con tiempo.

Con el fin de manipular a la ciudadanía se emplean diversos recursos en los medios masivos de comunicación. Se intenta criminalizar a los principales activistas, a la protesta y profundizar el miedo en las familias para evitar que se sumen. También para que se comprometan a apoyar al gobierno, que otra vez se victimiza.

Numerosas y reiteradas citaciones exprés a «entrevistas», son aprovechadas para acusar y calumniar a promotores de la marcha, compulsar a los ciudadanos a ser delatores y amenazarlos en caso de que decidan asistir. Se intimida con vigilancia, llamadas —anónimas o no— a los ciudadanos y sus familias, e incluso a sus parientes emigrados. Han retomado las expulsiones laborales y la vigilancia a los ciudadanos que firmaron alguna carta, o que se presume podrían manifestarse. 

La ética es cardinal para la vida, incluso en la guerra. El fin no debe justificar los medios. En política, mentir para lograr sometimiento a como dé lugar, complica el conflicto, indigna más a los opuestos y erosiona las bases sociales propias. Los discursos recientes del presidente/primer secretario del PCC y del Jefe del Departamento ideológico en el Comité Central son evidencias.

También es infame el papel de los medios oficiales —como el programa de TV del pasado lunes—,en simultáneo con otras acciones represivas. Son parte de la ofensiva gubernamental que involucra a instituciones y organizaciones de apoyo, contra algunos de los líderes y activistas principales, víctimas de mítines de repudio y otros deleznables actos.

Al parecer, se olvida a conveniencia que Revolución es «sentido del momento histórico; (…) es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; (…) es no mentir jamás ni violar principios éticos (…)». Tanto eso, como el amor, la tolerancia y la justicia que enarbolan los medios oficiales, son contrarios a la realidad de muchos cubanos.

-III-

Se precisa identificar algunos factores que, directa o indirectamente, influyen en el conflicto cubano.

En el ámbito interno:

1.- El diferendo es de carácter nacional, por el fracaso de un modelo ajeno a mínimos democráticos que realicen la soberanía popular. Únicamente se acepta tocar de modo limitado el ámbito económico, donde también es conservador a pesar de los intentos de reforma, y se usa el factor externo como justificación de reiterados fracasos de sus políticas.

2.- Politólogos, economistas y la ciudadanía en redes sociales, reclaman hace años por reformas reales. Expertos han alertado hasta el cansancio sobre el agotamiento del tiempo para implementarlas con el menor costo social y político. Se demuestra en esos análisis que la crisis del modelo económico es muy anterior a las sanciones trumpistas y que la mayoría de las reformas no dependen del bloqueo.

3.- Los paquetes de medidas de los últimos años con el nuevo gobierno han sido impopulares, con errores desde el diseño y las consabidas consecuencias sociales. En todos faltó participación popular y han servido para blindar más al Estado. Hoy las afectaciones a los derechos humanos —económicos, sociales, cívicos y políticos— son constatables.

4.- No obstante, llegada la agudización del conflicto, se mantiene una zona de silencio en muchos actores que podrían influir en el curso de los acontecimientos. El reformismo cubano —alineado o no con el gobierno—, hace malabares teóricos y prácticos para desviar la atención, respaldar en última instancia la postura oficial y deslegitimar y contrarrestar la iniciativa ciudadana. Como si fuera una marcha la que ahora impidiera o limitara las reformas y los buenos oficios e intenciones del gobierno y el Parlamento. Es la dicotomía que en otras épocas de nuestra historia se ha vivido: reforma vs revolución.

5.- Decía José Martí, que «en política lo real es lo que no se ve». Detrás de la desproporcionada respuesta gubernamental contra la marcha cívica, están los anteriores elementos de fondo, y otros. El gobierno intenta desviar la atención de la raíz de los problemas y la persistencia en políticas erráticas. Prepara a la opinión pública —con sus habituales recursos— para que acepte y participe en la represión, vistiendo de pueblo la violencia institucional bajo el entendido de que es en defensa de la Revolución, «contra el enemigo externo» y sus «operadores internos».

6.- Lo real es que por primera vez ha surgido en Cuba un movimiento cívico contestatario de la joven generación, sin compromisos previos, con liderazgo horizontal y reivindicaciones propias. Con una línea que trae hasta nuestro tiempo lo mejor de la tradición cívica y patriótica cubana en diversas expresiones. Es lógico que atraiga a miles de ciudadanos.

Político (2)

Foto: Reuters

En el ámbito externo:

1.- Muchas de las demandas del movimiento cívico cubano son comunes a sus similares de otros países. Sin embargo, el acallamiento permanente del disenso, la construcción oficial durante años de una imagen de excepcionalidad ante el mundo y el activismo de la política exterior gubernamental con iguales fines, dificultan la comprensión de lo que realmente está ocurriendo en la Isla. 

2.- El pueblo de Cuba siempre ha sido rehén del conflicto bilateral entre su gobierno y el de los EE.UU. Hoy, a pesar de las diferencias, ambos poderes gravitan negativamente sobre el movimiento cívico cubano.

El primero, con su afán de perpetuar a la nueva clase en el poder, se afana en destruirlo de cualquier modo y lo viste con el ropaje del «mercenarismo» que tanto rechaza gran parte del pueblo. El segundo, tiene sus propios intereses geopolíticos, una tradición de injerencismo en Cuba muy anterior a 1959 y de franca hostilidad desde esa fecha.

Ahora se muestra solidario con el nuevo disenso y amenazante con el gobierno de la Isla. Por más que el contenido pueda parecer justo, es una solidaridad hipócrita al tratarse de un gobierno hostil, que persiste en dictar pautas para la transición democrática y cuyo bloqueo extraterritorial ha perjudicado por décadas a la ciudadanía cubana sobre todo.

Su identificación y acercamiento a quienes articulan un nuevo movimiento cívico en Cuba, a la larga los perjudica, y beneficia al gobierno porque le facilita arremeter contra este movimiento y criminalizarlo.   

3.- La emigración. La mayor parte se identifica con las reivindicaciones de sus compatriotas en la Isla y, sea para regresar o no, también sueña con una Cuba democrática, de ahí su activismo creciente. La complicación está en que una parte de la asentada en EE.UU ha estimulado el endurecimiento de las posturas gubernamentales de ese país. No todo su espectro es el llamado exilio histórico y no todo está asociado directamente con la oposición tradicional cubana.

Como resultado de las erróneas políticas migratorias del gobierno hasta hoy —a pesar de algunas reformas— y de usar la emigración como válvula de escape para librarse del disenso, tenemos actualmente una diáspora nostálgica y resentida, que en EE.UU. ha sido muy bien acogida, ganando espacios en el entramado político de ese país. A ello se agrega la transnacionalización del extremismo político en que nos formamos durante años, cuya expresión más notoria se manifiesta en el sector radical de esa comunidad.

4.- El complejo escenario para la solidaridad del mundo con la causa cívica de la Isla. Aunque pudiera parecer simple y legítimo, también es complicado. Recientemente se han hecho llamados de ciudadanos cubanos y del mundo al Consejo de Derechos Humanos de la ONU y otros organismos internacionales, así como de la sociedad civil internacional, incluidos líderes de opinión.

Sin embargo, las ideas y derechos que defiende el movimiento cívico liderado por la nueva generación cubana, deberían ser principalmente apoyados por la izquierda mundial. Y aunque desde los sucesos del 11-J se registran algunas reacciones positivas a nivel global y regional, todavía  predomina el silencio dañino, que confirma lo dicho hace más de diez años por el intelectual luso Boaventura de Sousa: «Cuba se ha vuelto un problema difícil para la izquierda».

Lo cierto es que la izquierda tradicional comparte ciertos rasgos de la cubana oficial, en parte por la común raíz estalinista. En consecuencia, dan a Cuba un tratamiento selectivo, identificando pueblo con gobierno y priorizando su lucha contra el capitalismo y los EE.UU. Así, prefieren una Cuba inmolada a perder el referente de la Isla irredenta ante el imperialismo, útil para la lucha política en sus países.

Algunos prefieren preservar sus intereses económicos y compromisos con el gobierno cubano, o ver el conflicto como lo presenta la narrativa oficial: Cuba vs EE.UU. Por tanto, se alinean con el poder, reproducen sus discursos y a veces sus prácticas, e ignoran reclamos cívicos que, en sus países, son o fueron banderas de sus propias luchas.   

-III-

Aun con un contexto adverso, muchos cubanos, esencialmente jóvenes, persisten en tener su 15-N, convocado por Archipiélago, plataforma ciudadana que derivó del 11-J. Con su lema «Por una Cuba plural, con todos y para el bien de todos», atrajo rápidamente a miles de residentes en la Isla y la diáspora.

En este complejo escenario tendrá que abrirse paso el nuevo movimiento cívico insular. Cada vez gana más receptividad en diversos sectores sociales y cuenta con acompañamiento de actores de la sociedad civil y la diáspora. Hoy se están preparando manifestaciones de cubanos en más de sesenta ciudades del mundo.

El gobierno está en un momento político muy complejo. No comprende, o no acepta, que la protesta obedezca a exigencias que excedan las carencias materiales o influencia externa. Hay una toma de conciencia, una emergente vanguardia política, que perdió la confianza en el gobierno y está dispuesta a luchar por sus derechos.

Una buena parte de estos problemas se hubiera evitado el Estado de aceptar la iniciativa ciudadana y protegerla como corresponde. Pero sigue contando con recursos de antaño en un contexto totalmente diferente, con lo cual confirma su anacronismo. Es preciso gestionar políticamente el conflicto, respetar la soberanía popular, aceptar el disenso y el ejercicio de derechos constitucionales por los ciudadanos. 

Las prohibiciones y prácticas contra derechos en la sociedad cubana actual son muy dañinas al país y, como afirmó el escritor ruso Isaac Asimov: «la violencia es el último recurso del incompetente».

La represión es el límite de tolerancia de muchas personas. Solo consigue resultados efímeros; los principales y duraderos son la indignación y ampliación del disenso y del conflicto. Llegados a este punto, y de cara al 15N, no se trata de posturas, compromisos y militancias políticas. Se trata de las nuevas generaciones de cubanos; de derechos, civismo y humanidad. Las reacciones son todavía avances del costo político de violentar derechos, pero las consecuencias pueden ser lamentables.

6 noviembre 2021 69 comentarios 3.763 vistas
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Familias

Cuba: familias y conflicto nacional

por Ivette García González 22 octubre 2021
escrito por Ivette García González

Las familias cubanas son víctimas del conflicto nacional de muy variadas maneras. Muchas sufren fracturas por posiciones políticas divergentes, emigración, intolerancia gubernamental frente al disenso y represión. Esta se ejerce contra personas, su entorno familiar y afectivo.

Una parte de ese dolor se lleva por dentro y en ámbitos privados. Ni las redes sociales ni la gravedad de la crisis compensan en su totalidad el miedo a empeorar las cosas denunciando injusticias.

El fenómeno no es nuevo, pero sí más agudo y masivo, aun cuando los medios oficiales lo ignoren o muestren lo contrario. Dos puestas recientes en televisión —Palabra precisa y Canción de Barrio— dan cuenta de los contrastes entre la idealización de la familia y la realidad de tantos problemas acumulados.

La familia cubana fue beneficiaria directa de las primeras medidas de justicia social luego de 1959. Pero pronto se dividió, polarizó, distanció y fracturó. Las causas están en el modelo social asumido y el permanente conflicto bilateral con los EE.UU.

-I-

La vocación estatista, ideologizada y centralizada de los procesos económicos, sociales y políticos provocó que —más allá de discursos y documentos rectores— la familia sea uno de nuestros grandes problemas.  

La mayoría ha sufrido el permanente deterioro de sus condiciones de vida, la separación y reproducción de la dependencia: del Estado, de otros países y finalmente de sus familiares emigrados. Esos que antes fueron repudiados, llamados traidores, gusanos, escoria; quienes siguen viendo sus derechos conculcados. Muchas de esas familias se rompieron durante décadas; algunas no lograron reencontrarse.

En nombre de la Revolución y el futuro, los gobiernos convirtieron al individuo en masa, acrítico y desgajado de la familia. Esta vio afectado su rol y fue también víctima de poderosos mecanismos de control social, desde los CDR hasta los medios de comunicación y la Seguridad del Estado. En particular, esa última instancia invadió los espacios privados, expandió la represión y delación incluso entre sus miembros. No obstante, como fundamenté en mi texto anterior, ello no fue igual para todos.

No llegamos a una historia tipo Pavlik Morosov, el niño soviético asesinado por sus parientes por denunciar a su padre de contrarrevolucionario, y a quien el Estado convirtió en héroe, ejemplo de conducta del hombre nuevo en la URSS. Sin embargo, sobran testimonios de niños convertidos en informantes, familias divididas y otras prácticas que nos han sembrado una profunda desconfianza hacia los demás.

Diversas expresiones artísticas y literarias dan cuenta del fenómeno. «Informe contra mí mismo», de Eliseo Alberto Diego, y el documental En un rincón del alma, del cineasta cubano-salvadoreño Jorge Dalton, son apenas dos ejemplos de cuán viejos y oscuros son los métodos de la Seguridad del Estado y cuánto desgarramiento han provocado en la intelectualidad.

En una caracterización de la familia cubana de fines de los ochenta, se identificaron nueve factores obstaculizadores del ejercicio de sus funciones y diez tendencias no deseadas. Entre los primeros: dificultades para poner límites y normas a la conducta, enfrentamientos intergeneracionales, pérdida de tradiciones familiares y resquebrajamiento de valores cívicos. Entre las segundas: maternidad soltera, altas cifras de divorcio temprano, bajos niveles de fecundidad, problemas de convivencia y limitado acceso a la vivienda.

Todas las dificultades se incrementaron durante los noventa. Lo político nos consumió al punto de distanciarnos de valores y conquistas relacionadas con la naturaleza y la condición humana. Se agudizaron fenómenos sociales negativos y emergieron estrategias familiares para sobrevivir, entre ellas la emigración.

Los desafíos planteados entonces se mantienen sin solución, en particular la cuestión habitacional.  Pero desde esos duros años se mira más hacia dentro de casa y se produce una reaproximación y revalorización de la familia. En difíciles condiciones ella continúa viviendo entre el fraccionamiento y el fortalecimiento, en la medida que trasciende y comprende que sus lazos están por encima de lo político.

-II-

Llegamos al 2020-2021 con familias material y psicológicamente lastimadas lidiando con el conflicto. Esas dimensiones del drama nacional están en su peor momento. Cuentan la agudización de la crisis, la pandemia, la permanencia de las sanciones de los EE.UU. y el pulseo entre ambos gobiernos.

A eso se suma la implementación de políticas de ajuste impopulares y la continuidad de una tendencia a discriminar la agricultura, la salud, la educación, la innovación tecnológica y la seguridad social en materia de inversiones.

Aun así, el gobierno sigue invocando Revolución y Socialismo. Ahora espera también que los ciudadanos acepten la violencia política. La represión se conoce solo por las denuncias en las redes y la prensa independiente. Es tema vedado para los medios oficiales y el gobierno la oculta o enmascara. Se llegó a límites impensables: estallido social del 11-J, prohibición de marcha pacífica para el 15-N, incremento exponencial de encarcelamientos y medidas de terror contra muchos ciudadanos.

No solo es la vigilancia colectiva habitual. Se siembra el terror a través de los medios de comunicación, incluido internet, y de los aparatos represivos. Existen múltiples testimonios y denuncias de jóvenes que por ejercer derechos cívicos, son acosados, reprimidos, violentadas sus vidas privadas, sometidos a interrogatorios constantes para amedrentarlos. Y con ellos, sin ningún pudor, se amenaza a familiares y amigos.

Varias de esas protestas incluyen contrastes y críticas a la hipocresía de programas como Con Filo. Con toda razón una joven periodista expresó que al invocar el amor y la tolerancia, lo que hacen el programa y el gobierno es «burlarse sin piedad (…) de la gente más oprimida de Cuba». «Se burlan de las familias que están desesperadas con seres queridos presos, o enfermos y sin medicamentos, o acosados por la policía en sus casas, o exiliados sin poder volver a su tierra».

Es una violencia que traspasa fronteras. Existen evidencias de censura y represión hacia los emigrados y sus familiares en la Isla. «A nuestros padres», carta de una emigrada cubana que circuló en las redes desde diciembre del pasado año, es ejemplo de ello.

Sin embargo, un interesante estudio sobre las familias migrantes confirmó que en el contexto pandémico «la connotación social de la migración se mueve hacia la aceptación de vínculos más cercanos, armónicos y dinámicos, compulsada por la defensa de la familia en situaciones límites de la vida».

Se afirma que 2020 fue «un año para reconstruir y fortalecer vínculos (…) Reconocer que la familia y los afectos no tienen límites territoriales ni temporales». El contexto de emergencia sanitaria «ha significado un paliativo para mantener, retomar, profundizar y transformar los vínculos migratorios familiares».

Es lógico que eso impacte en el conflicto nacional. Ejemplo, la activación y militancia de emigrados solidarios en diversos países con el movimiento cívico en Cuba, y las ayudas de diverso tipo a familias propias y de otros en la Isla. Hoy existe una sinergia entre el movimiento cívico en la Isla y sus compatriotas de la diáspora, como ocurrió en épocas pasadas.

El gobierno debería tomar nota —en sentido humanista y político— de que detrás de cada preso y reprimido hay una familia y una red de afectos.

Dentro del país muchas familias sufren, pero también cada vez hay más acompañamiento. Inés Casal, madre de uno de los jóvenes del 27-N y de Archipiélago, Julio Llópiz Casal, es hoy admirada por muchos cubanos. En su página de Facebook se encuentran ideas como estas:

 «Yo siento el mismo miedo que han sentido (y sienten) cientos de miles de madres cubanas (…) La única diferencia (…) es que me convencí hace tiempo que si eduqué a mi hijo en el decoro y la dignidad, no voy a exigirle ahora que se convierta en un miserable».

Ella hace suyas las palabras del padre Alberto Reyes: «Y entonces sucede algo mágico y hermoso: pasa de mamá protectora a compañera de vuelo (…)».

«A todas las madres cubanas que hoy se encuentran en alguna situación similar a la mía: desde cualquier lugar en donde nos encontremos, no nos quedemos calladas. Que no tengamos que decir alguna vez: “Tendríamos que haber gritado”».

El silencio y la tolerancia también tienen sus límites. La familia debería ser sagrada en la sociedad. Tal como expresó la joven periodista Mónica Baró: «A quien no le duela el dolor de las madres que lloran a sus hijas e hijos encarcelados, no le duele Cuba».

Para contactar a la autora: garciagonzalezivette4@gmail.com

22 octubre 2021 21 comentarios 2.582 vistas
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