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Ivette García González

Ivette García González

Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana

Derechos humanos

Derechos humanos: triste aniversario para Cuba

por Ivette García González 12 diciembre 2022
escrito por Ivette García González

Crecí con el sello distintivo de la lucha por la justicia y la libertad.

Las almas de los poetas no pueden revolotear con alas de mentira.

María Cristina Garrido, escritora prisionera política,

Carta desde la cárcel, La Habana, Cuba.

***

El pasado 10 de diciembre —Día Internacional de los Derechos Humanos— se cumplieron setenta y cuatro años de la Declaración Universal aprobada por Naciones Unidas. Junto al sistema de instrumentos y tratados que conforman hoy el derecho internacional de los derechos humanos, constituye una de las principales conquistas de la humanidad. Sin embargo, en Cuba es un aniversario signado por violaciones y retrocesos. Constituye una de las razones principales de la crisis sistémica y del conflicto entre diversos sectores sociales y la diáspora, con el Estado.

La Declaración fue y sigue siendo trascendente por los valores que consagra, y porque se ha ido complementando e influyendo en el desarrollo jurídico, social y político, a nivel nacional e internacional. De ahí la defensa de la integralidad, el carácter progresivo e inalienable de ese conjunto de derechos civiles y políticos; económicos, sociales y culturales y los de tercera generación, en busca de un mundo mejor. Los Estados deben respetar dicho sistema normativo e institucional y contemplarlos asimismo en su política doméstica y exterior.

No es un sistema perfecto, como evidencian los retrocesos en ese ámbito a nivel mundial. Un libro publicado recientemente por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) examina sus limitaciones y desafíos actuales. Entre ellos la diferencia entre lo declarativo de los gobiernos y la realidad, el liderazgo de la sociedad civil y la solidaridad democrática internacional en la promoción y defensa de los derechos humanos, su relación con la soberanía, esgrimida muchas veces para evadir responsabilidades gubernamentales.    

Como hicieron ahora y para esta fecha del año pasado, el gobierno y los medios oficiales cubanos celebran. Una Mesa Redonda dedicada al tema hacía lo habitual: criticar a EE.UU. y al bloqueo, denunciar violaciones de derechos humanos en otros países, resaltar la supuesta ejemplaridad de Cuba y rechazar injustas campañas de descrédito desde el exterior.

En el texto que escribí para la ocasión, enfaticé en varios tópicos historiográficos y del contexto. Habían pasado solo cinco meses del estallido social del 11-12J. Se evidenciaba una escalada represiva contra activistas, periodistas independientes, artistas, intelectuales, estudiantes, trabajadores y ciudadanos en general. Por ello insistí en violaciones y agravantes propias del momento y presenté algunas recomendaciones para subsanar agravios y evitar el empeoramiento de la situación.

-I-

Un año después, el listado de violaciones de derechos, e incluso de retrocesos en cualquiera de los ámbitos, sería extenso para este espacio. Referiré apenas algunos ejemplos, relacionados con preocupaciones que consideré entonces.

  • Tras casi cuarenta y cuatro meses de puesta en vigor la Constitución de 2019 —y aunque ella estipulaba la obligatoriedad de aprobar las leyes habilitantes en los dieciocho meses posteriores—, se siguen desconociendo derechos de asociación, reunión, expresión, circulación, manifestación y manteniendo una relación conflictiva con el amplio espectro de la sociedad civil cubana que no se le subordina. Tema álgido y reiterado por organismos de derechos humanos al gobierno cubano.
  • Únicamente ha sido aprobada, tras larga demora, la Ley de Amparo de los Derechos Constitucionales, una plataforma jurídica para la defensa de los derechos frente a violaciones de los mismos; no obstante, ya se percibe que existen factores normativos y extra normativos que afectan su eficacia. Lo confirma, por ejemplo, el caso del profesor René Fidel González García, que presentó una demanda amparada en dicha ley contra el presidente Miguel Díaz Canel y la fiscal general Yamila Peña Ojeda y tampoco recibe respuesta.
  • Por el contrario, el gobierno se ha blindado y llega a este aniversario con un nuevo Código Penal, que a pesar de ciertos avances en materia de familia y protección a minorías sexuales, criminaliza el disenso, incrementa la pena de muerte y garantiza la impunidad para las fuerzas represivas y quienes actúan a su servicio,un verdadero retroceso en materia de derechos humanos.
  • Continúa siendo una realidad negativa el empleo de organizaciones sociales y de masas articuladas al Partido/Gobierno/Estado, como los CDR y la FMC, para reprimir a la ciudadanía. Algunas del ámbito intelectual, como la UNEAC, cumplieron el rol de negar la represión y respaldar al  gobierno procurando apoyo de sus homólogos en otros países.

Derechos humanos

  • A la tradicional violación de derechos cívicos y políticos, se ha sumado de manera notoria la de derechos económicos, sociales y culturales. Es consecuencia de las políticas de choque implementadas por el gobierno, la expansión de la desigualdad y la pobreza y las enormes brechas territoriales con sus efectos concatenantes.  
  • Incremento sustancial de la represión en diversas variantes. Es meticulosa, personalizada e incluye redes de familiares, amigos y colegas de activistas y presos políticos. Han sido notorias, por ejemplo, detenciones arbitrarias, secuestros express, golpizas a personas indefensas, convertidas luego para la víctima en delito de atentado, cárcel, acoso, compulsión del exilio, destierro de activistas y persecución al periodismo independiente.
  • Aumento de los presos políticos y de conciencia. En diciembre de 2021 eran 805, al cierre de noviembre pasado la cifra alcanzaba 1.034, de acuerdo con registros de Prissoner Defenders, entre ellos 34 menores y 122 mujeres.Ha sido un año destacado en protestas pacíficas y juicios amañados, sin transparencia ni supervisión independiente, sin garantías para los ciudadanos que intentan ejercer derechos.
  • Más de diez patrones de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes se han documentado a partir de denuncias realizadas por presos, familiares, activistas dentro y fuera de Cuba, y actores de la sociedad civil internacional; tanto en redes sociales como por organismos internacionales, incluidos casos relativos a menores de edad. Estos se han incrementado en centros de detención, especialmente en las prisiones.

Esos y otros pormenores fueron registrados en las evaluaciones sobre Cuba que tuvieron lugar ante el Comité Contra la Tortura (CAT) y el de los Derechos del Niño. Entre otros incidentes se destacan —particularmente dentro de los centros penitenciarios— violaciones de derechos a la alimentación; no acceso, o dilación de este, a servicios médicos; no atención a enfermedades contagiosas por las deplorables condiciones sanitarias, falta de acceso al agua potable, reclusión en celdas de castigo en solitario por tiempo prolongado, maltratos físicos y psicológicos, muertes sin suficiente esclarecimiento y otras prácticas lesivas a la condición humana. 

  • El gobierno ignora tanto las denuncias como las recomendaciones que recibe de diversas instancias. Mantiene una visión restringida y manipuladora del tema en lo interno y lo internacional, así como una postura negacionista cuando se le interpela. En las instancias mencionadas, sus respuestas carecieron de argumentaciones y evidencias, y a veces acudieron a la falsedad, al afirmar por ejemplo el carácter voluntario del Servicio Militar Obligatorio. También fueron dejados sin respuesta señalamientos y recomendaciones añejas que se reiteran y otras nuevas.
  • En política internacional se suman dos actuaciones lamentables del gobierno cubano en la etapa: frente a Rusia y su guerra de agresión contra Ucrania, y en reciente sesión extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos de la ONU por graves violaciones en Irán.

-II-

El discurso oficial ignora estas realidades y mantiene desinformada a la ciudadanía. El artículo publicado esta vez en Granma a propósito de la fecha es lamentable. Sigue la misma lógica, enfocado en la crítica a los EE.UU., la victimización del gobierno y argüir su ejemplaridad en el tema.

Ejemplaridad que no es posible constatar porque —aun cuando durante décadas se le ha solicitado y recomendado en organismos internacionales—, no permite mecanismos de verificación, u observadores independientes nacionales ni internacionales relacionados con estos temas. Solo que actualmente es su palabra contra incontables testimonios e investigaciones independientes. Menciono apenas dos ejemplos:

  1. Varias organizaciones de la sociedad civil independiente en la Isla, y ONG internacionales están dando seguimiento a las violaciones de derechos humanos en Cuba, reclamando la liberación de presos políticos y el respeto a los derechos humanos. Entre ellas, Justicia 11J, Archipiélago, MSI, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, Cubalex, Amnistía Internacional, Prissoner Defenders, PEN Internacional, e instancias multilaterales como la Unión Europea.
  2. La joven Federación Hispano Cubana de Exiliados por la Libertad (FEXCU) desarrolló, entre el 9 y el 11, las primeras Jornadas Cívicas Conjuntas«Por la libertad de los presos políticos cubanos», con exponentes radicados en varios países y en Cuba, que incluye testimonios mayoritariamente de residentes en la Isla, tanto en calidad de familiares de presos como de activistas, encargados de presentar los casos, junto a otras iniciativas diversas que están en las redes sociales.

En poco menos de un año, Cuba deberá someterse nuevamente al Examen Periódico Universal (EPU) para evaluar el estado de los derechos humanos en el país. El repertorio para esta etapa que se evaluará (2018-2022), ya se está documentando en informes independientes al gobierno.

En lo referente a los últimos doce meses, el balance es negativo e indica un retroceso, lo cual impacta todas las esferas de la sociedad y la vida de los ciudadanos. Pero no hay señales de mejoría por voluntad del gobierno, que ha mostrado más de una vez que sus prioridades no son las de la ciudadanía. Así lo confirman el triunfalismo y el tratamiento de estos temas en el V Pleno del Comité Central del PCC y la cobertura del Granma.

La defensa de los derechos humanos es y será objetivo supremo de la sociedad civil. Ellos son el horizonte, parte de la lucha por la democracia y un recurso invaluable para la transición cubana.  Las violaciones de hoy son la causa de conflictos actuales y futuros. Que este aniversario, cuando menos triste para Cuba, compulse nuevos esfuerzos que nos permitan resarcir injusticias, transformar y legar un mejor país a las futuras generaciones. 

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

12 diciembre 2022 35 comentarios 1k vistas
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Crisis cubana y consenso

La crisis cubana y la urgencia de consensos

por Ivette García González 8 noviembre 2022
escrito por Ivette García González

El agotamiento del modelo social y la fractura del pacto social derivado de la Revolución en Cuba son reales desde hace años. Pocos dudan hoy que la crisis es sistémica, el conflicto nacional y que estamos en un callejón sin salida. Sin embargo, la represión sustituye a la gestión política e incrementa la polarización. Los riesgos son enormes e indican la urgencia de articular consensos.

Precisamos edificar un nuevo proyecto de país en base a un nuevo pacto social. Es difícil pero no imposible, como ha demostrado la historia en diversas geografías. Los humanos somos seres racionales, estamos en permanente negociación para convivir, de ahí que la sociedad evolucione a través de múltiples consensos. 

Es tema a evaluar con transparencia y responsabilidad. Nada resuelven enfoques simplistas, como el publicado por Cubadebate, que sustituye argumentos por consignas o afirma que en Cuba el consenso es una construcción de siglos —amalgama oficial que coloca Patria, historia y gobierno como equivalentes— cuando ninguno de ellos son estáticos ni se heredan.

Tampoco dogmatizando que existe «consenso sobre el proyecto social socialista», a pesar de que se conoce que incluso sectores socialistas interpelan hace años al sistema político; o que la Constitución y la masividad de un desfile muestran un «consenso colectivo, masivo y libre».   

En el ámbito político, y particularmente en escenarios de crisis, el consenso supone la capacidad de lograr acuerdos entre distintos actores sociales con intereses diversos e incluso contrapuestos. Sin eso —que es lo opuesto al uso de la fuerza o la coacción empleadas por el gobierno— no es posible resolver demandas ni lograr los cambios que necesita la sociedad. 

Ellos implican diálogo y negociación, escuchar, ser escuchado y ceder en aquello que no sea fundamental y pueda bloquear la intención. Requiere examinar contexto; pluralidad social; cambios generacionales; contradicciones; posturas en cuánto a qué se busca y cómo; estar dispuestos a encarar riesgos, no verlo como unanimidad acrítica sino como oportunidad de procurar la gradual convergencia de ciertos puntos compartidos.

Son tan importantes que en situaciones muy complejas para transiciones, por ejemplo, se pactan previamente variantes de consenso —activo, pasivo,  general, suficiente o cualificado—, como modo de asegurar la gestión y los resultados de acuerdo con las condiciones del escenario y los actores.  

Crisis cubana y consenso

El consenso supone la capacidad de lograr acuerdos entre distintos actores sociales con intereses diversos e incluso contrapuestos.

-I-

En varios textos he sugerido el diálogo nacional como mecanismo de concertación política para la transición en Cuba. Las condiciones no lo favorecen a corto plazo dados la ausencia de mínimos democráticos para confrontar ideas y posturas; el ejercicio de la política mediante la coerción; la emigración o el destierro de fuerzas vivas de la nación y un ambiente tóxico derivado del extremismo político.

En algunos casos también influyen el desconocimiento, ciertas experiencias fallidas, la intolerancia del gobierno que desvirtúa y manipula el tema, y las desventajas de sus contrapartes. Tanto en la Isla como en la emigración, ello es resultado de las profundas y longevas asimetrías en las relaciones de poder, y del radicalismo político que en ambos extremos rechaza la fórmula.

No obstante, al interior de la sociedad civil independiente, la emigración y entre ambas, se intentan acuerdos mínimos. Ellos deben acompañarse de acciones cívicas y empoderamiento ciudadano en pos de reivindicaciones democráticas y articulación de alianzas que permitan modificar en lo posible el desbalance actual. Esto permitiría generar suficiente impulso político —nacional e internacionalmente— como para que la negociación en esa escala sea una necesidad para todas las partes.  

La formación de conciencia cívica está en función de ello, pues la realización de conquistas democráticas no provendrá de sectores dominantes. Como indicara Juan Valdés Paz, a lo largo de la historia «la realización de los ideales democráticos ha sido el resultado de las luchas populares (…) es el pueblo, el soberano, los ciudadanos, los actores fundamentales llamados a realizar la democracia y eventualmente, alcanzar un mayor desarrollo democrático».

También en la Isla en cierto modo ha sido una realidad. Desde los años noventa el diseño original de nuestro totalitarismo fue subvertido. La puja sobre el poder derivada de consensos a escala de la sociedad civil fue importante en los cambios, aun cuando no transformaron la institucionalidad política ni la esencia del modelo. Hasta hoy, el Partido/Gobierno/Estado ha podido maniobrar con cambios cosméticos o que descompresionan la situación emergente sin alterar el estatus quo.

-II-

Hoy el escenario es muy diferente. Estamos ante una crisis sistémica, se han ampliado las áreas de disenso desde diversos sectores y los cambios en la dinámica política son acelerados. Una mirada a cómo han variado las preocupaciones y certezas en torno a los consensos y sus fracturas entre el 2019 y el 2022, con el estallido social del 11-12J por medio, da cuenta de ello. Sugiero leer y contrastar al respecto el dossier de Alma Mater y la contestación de  El Toque.

La sociedad civil independiente —quebrantada recurrentemente por la represión— se reinventa, procura conectar generaciones y agendas articulando consensos en favor de una transición democrática desde los años noventa. Varios tópicos son convergentes, entre ellos: apertura económica; primacía de factores internos en causas y soluciones del conflicto; autonomía de la esfera pública; libertad de prensa; separación de poderes; reconocimiento de los cubanos —donde quiera que estén— como parte de la nación; pluralismo político; naturalización del disenso; liberación de los presos políticos y fin de la represión; derechos humanos, democracia y sanación de la sociedad.

Con aciertos y desaciertos, algunas formas asociativas de los últimos años han intentado articular consensos atendiendo a prioridades, desde el respeto al pluralismo político. Entre ellos: Movimiento San Isidro (MSI), la efímera Articulación Plebeya, Archipiélago, Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) y Cuba Próxima. 

Más recientemente, el Frente Democrático de Concertación (D Frente), que agrupa a varias organizaciones, se plantea la refundación de la República y se orienta en base a seis principios fundamentales y una hoja de ruta. En ellos existen diversas posturas y corrientes de pensamiento; también diferencias en cuanto a modos, profundidad de ciertos cambios y solución del diferendo con los EE.UU.

No obstante, en el amplio ecosistema del disenso —dentro y fuera de la Isla— persisten la dispersión y dificultades para lograr acuerdos, a veces por falta de experiencia y madurez política y por los efectos permanentes de  la represión y la criminalización de agendas, membresías y liderazgos por parte del gobierno. Ello no ha permitido socializar lo necesario ni lograr proyecto(s) contrahegemónico(s) con arraigo en las mayorías.

De otra parte, el Partido/Gobierno/Estado tiene ante sí una ciudadanía más demandante y agotada. Acumuló rápidamente fracasos económicos y el costo social de sus impopulares medidas; no ha podido construir sus propios consensos ni resolver la inoperancia de los mecanismos de participación ciudadana. Enfrenta una creciente desconfianza política y gobierna en base a la coerción y ciertos falsos consensos, ignorando incluso a veteranos de la propia Revolución que ya no están en las estructuras del poder pero intentan aportar.

Durante los últimos cuatro años ha mantenido fórmulas anacrónicas de diálogos con sus bases: sindicatos, organizaciones sociales de masas, políticas y profesionales, todas bajo su control. Parte de ellas se han quebrado, pero prevalecen segmentos militantes no despreciables y una amplia franja de silencio que incluye a víctimas, resignados y leales incondicionales.

Como afirmó en entrevista reciente el abogado y politólogo Roberto Veiga,  hay una significativa «carencia de gestión y sensibilidad política». De ahí el predominio de la represión contra un pueblo que le ha dado todas las  oportunidades  posibles a su gobierno «para una transformación en paz y para la paz». Con tal actitud, «el propio gobierno se empeora su escenario».  

-III-

No obstante las limitaciones, diferencias y crispación política, la sociedad cubana tiene algunas ventajas que podrían favorecer la articulación gradual de consensos para la democratización. Entre ellas: alto nivel de instrucción; importantes valores compartidos; confluencia de varias generaciones; energía que dejó el 11-J a su favor; emergencia de nuevas iniciativas desde la sociedad civil; activismo de la emigración y el soporte que todavía representan varios principios y derechos plasmados en la Constitución.

A ello se suman otras dos singularidades del contexto actual. Una es que la prensa independiente es ya un actor importante dentro del espectro político. A pesar de la intolerancia oficial y la represión, consigue aportar a la socialización de ideas, demandas y posturas, a la formación de conciencia cívica y la articulación de consensos entre diversos actores. La otra es que algunos tópicos convergentes del mapa crítico y opositor son compartidos por sectores reformistas y otros considerados afines al gobierno pero que en realidad integran una amplia zona de silencio.

Crisis cubana y consenso

(Ilustración: Rafael Alejandro García/CubaNet)

Estamos en un punto de no retorno. Para cualquiera de los escenarios probables de la transición se necesitan consensos, como dejó ver recientemente uno de los fundadores del Movimiento Cubano de Reflexión (MCR).

El más viable para convertirse en ruta crítica es el que derive del avance del movimiento pro-democracia y su eventual capacidad para articular el descontento manifiesto en las protestas sociales, que junto a la pérdida gradual del miedo es fenómeno social novedoso en la Cuba actual.

Necesitamos encarar el conflicto y exigir un ambiente menos tóxico, represivo y polarizado, que permita gestionar diferencias antes de que sobrevenga otro estallido social y derivemos a un caos del que todos —menos ciertas oligarquías en ascenso— saldremos como perdedores. Y con nosotros el país.

Algunas ideas ya ampliamente aceptadas deberían también favorecerlo: 1) El conflicto es nacional, debe ser resuelto por los cubanos sin injerencia extranjera y apegados a la soberanía popular; 2) el modelo de sociedad se agotó y los intentos de reformas derivaron en mayor inequidad social, pobreza y represión; 3) necesitamos un país democrático y soberano que garantice bienestar ciudadano en primer lugar y 4) tales aspiraciones deben lograrse por vía pacífica.

La magnitud de los riesgos que encaramos hoy debe recordarnos que los consensos son necesarios, posibles y urgen. Cuba necesita democratizarse en todos los ámbitos y para ello también precisamos fomentar una cultura dialógica, cívica, política y democrática en la esfera pública. Sobra polarización y apremia sustituir la represión por una gestión política del conflicto, por el pensar y actuar con responsabilidad, inteligencia, creatividad y patriotismo.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com 

8 noviembre 2022 52 comentarios 1k vistas
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declaraciones

De compromisos y declaraciones al ruedo

por Ivette García González 24 octubre 2022
escrito por Ivette García González

Durante estos días circularon y se contrapusieron en el espacio público cubano dos declaraciones de intelectuales y artistas. Los textos en sí mismos y las enconadas reacciones en las redes sociales dan cuenta de la conflictividad del escenario político, el papel de ese sector en la sociedad y cómo se van clarificando, radicalizando y confrontando posicionamientos y compromisos.

El Mensaje de educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos a sus colegas de otros países se publicó el 5 de octubre. Es de apoyo incondicional al Partido/Gobierno/Estado y procura atraer a sus homólogos foráneos. La otra carta —en respuesta a la anterior— vio la luz cinco días después bajo el título De artistas e intelectuales cubanos a la ciudadanía cubana y la opinión pública internacional. Ella es crítica con el gobierno, la situación del país y su antecesora.

Intelectuales, artistas y otros sectores de la llamada «sociedad civil socialista» han ofrecido declaraciones similares durante décadas, tanto sobre asuntos internos como internacionales de interés político. El cambio lo hace el contexto, hoy sumamente conflictivo. Existe en la actualidad un empeoramiento de la crisis sistémica y, al menos para las mayorías, Cuba se ha vuelto un país invivible. La represión y la tensión social se han multiplicado con creces en la medida en que lo ha hecho la protesta, que es evidente incluso en el éxodo masivo de miles de cubanos hacia cualquier parte.

De tal escenario forman parten también los choques frontales entre lo nuevo/viejo-cambio/continuidad-reforma/revolución. Una ciudadanía despierta y busca ocupar espacios públicos haciendo valer su derecho a tener derechos. Como consecuencia de esos factores, que colisionan sin horizonte a la vista, se han resentido las bases de apoyo del gobierno y se expande el disenso, que usando vías alternativas logra reacciones y adhesiones.

Declaraciones

-I-

La intelectualidad es sector minoritario pero siempre preocupante para el poder, y de particular control en modelos totalitarios como el cubano, derivado del «socialismo real». También dentro de él se profundizan fisuras y rupturas, depuraciones y clarificación de compromisos. Las diferencias entre las referidas declaraciones públicas lo hacen evidente. Sugiero una mirada a tres aspectos que las distinguen:

Contenido/forma: El lenguaje del Mensaje es ideologizado y manipulador, al estilo de la propaganda tradicional del PCC. Se posiciona en la retórica de «independencia», «soberanía» y «antimperialismo», sin correspondencia con el actual contexto; atribuye asimismo la responsabilidad máxima al factor externo —«la creciente y sostenida agresión del gobierno de los Estados Unidos»— en el problema de Cuba.

El de su contraparte, por el contrario, es ajeno a la propaganda y argumentativo. Caracteriza la crisis nacional, sus causas internas que —sin desconocer factores externos— evidencian «falta de voluntad política» para encarar las demandas y la «creciente depauperación de la vida»; la sangría de la emigración y las erráticas políticas gubernamentales, así como la magnitud de la represión.  

Compromisos: En ambos, los compromisos son explícitos y de consecuencias éticas. El primero con el gobierno, actitud que equiparan con tener «ideales y principios patrióticos». Su incondicionalidad los lleva al extremo de faltar a la verdad, al negar la represión ante el mundo. Finalmente es elitista, porque ni se dirige ni habla del pueblo, a no ser para decir que sufren «el malestar de la ciudadanía».

El compromiso de la declaración-respuesta, por el contrario, es con la ciudadanía. A ella se dirigen en primera instancia; se reivindican sus carencias y derechos y se condenan la represión y los injustos encarcelamientos que entristecen hoy a cientos de familias. El final es enfático, al señalar que quienes firmaron aquel Mensaje eligieron «apoyar la represión ejercida contra su pueblo. Nosotros, en cambio, la denunciamos».

Promoventes/adherentes: El Mensaje lo encabezaron personalidades de la cultura y la ciencia, diputados, dirigentes y funcionarios de estructuras como el Ministerio de Cultura (Mincult) y de organizaciones claves de la «sociedad civil socialista», como la Uneac, la UPEC y la Asociación de Pedagogos, y parte de la membresía de dichas instancias.

Su contraparte contó con exponentes del sector alejados de los ámbitos administrativos del Partido/Estado/Gobierno. Entre ellos politólogos, dramaturgos, artistas, historiadores, periodistas, escritores, profesores, etc. Incluye algunos miembros de la Uneac y otros que trabajan en dependencias estatales, más compatriotas del gremio que residen en el exterior. Conocidos y reconocidos dentro y fuera de Cuba por el ejercicio de su especialidad; en muchos casos también por ser parte del disenso para un país mejor.

-III-

El ámbito mediático es muy significativo. La vía de difusión de cada declaración es un aspecto diferenciador y coherente con lo anteriormente identificado: el Mensaje vio la luz en La Jiribilla, revista del Mincult; en tanto la respuesta lo hizo en un medio independiente como El Toque. 

La reacción a las declaraciones en redes sociales fue inmediata. El Mensaje fue rechazado especialmente por: la negación de la represión, el alineamiento con el gobierno y la lista de firmantes. Se difundieron declaraciones individuales de protesta, cuestionamiento de firmas; críticas y renuncias a la Uneac.  Por el contrario, la de respuesta recibió elogios de la ciudadanía que puede usar esas vías. En los comentarios a cada texto se pueden apreciar reacciones y constatar el tipo de intelectual/discurso que integra una y otra iniciativa.

Declaraciones

Sin embargo, las redes no son Cuba y la asimetría en las relaciones de poder es mayúscula también en este caso. La Declaración crítica al gobierno solo ha podido usar vías alternativas, mientras la otra dispuso —además de las vías digitales—, de los medios masivos (oficiales) y su capacidad de influencia en todo ese sector que es parte de la institucionalidad del país.

Como es costumbre, el programa televisivo Con Filo hizo su parte al ensalzar el documento oficialista y a sus más encumbrados firmantes —sin leer el contenido—, en tanto manipuló, criminalizó y difamó la declaración respuesta, sus promotores y al medio que la difundió, calificados siempre de «contrarrevolucionarios».

Al cierre del día 16, el Mensaje tenía más de mil cien firmas de cubanos y noventa de extranjeros, lo que rápidamente movilizó cobertura elogiosa del Presidente, Cubadebate  y Granma digital. La Declaración en respuesta tenía 314 firmantes. Dirigentes y medios oficiales ensalzaron el documento «a favor de Cuba y su soberanía», al que elogiaban pues «expresa el sentir de la sociedad civil cubana»; mientras, se referían a los otros como «unos pocos contrarrevolucionarios».

Cierto que los márgenes de tiempo no son los mismos, y que de todos modos los resultados no sorprenden; como diría una amiga: «aquí todo está previsto». Pero nada de eso parece lo más importante. Por múltiples factores, pueden ser muchas más las firmas del texto oficialista y también los cuestionamientos. Menciono dos que por lo menos indican poca seriedad:

1) entre «educadores, periodistas, escritores y científicos», como titulan el documento, incluyen a funcionarios del Partido/Estado/Gobierno, ingenieros, diplomáticos, trabajadores  administrativos, contadores, electricistas, etc.; 2) la lista no tiene orden alfabético ni de otro tipo, se modifica regular y arbitrariamente y no facilita contrastación alguna.

Lo notable en realidad es que, a pesar de todo, la Declaración oficialista no fue la única, y que más de trescientas personas se han atrevido a firmar abiertamente una misiva que la interpela. Por ejercer derechos como ese la mayoría de los firmantes cubanos de ambas declaraciones sabe cuáles pueden ser las consecuencias. Así que el mérito está en existir.

Aunque algunos nombres duelen, enorgullecen las dignas ausencias y, como alegara el joven historiador Leonardo Fernández: «podrán firmar mil personas la carta, pero el grito de libertad de la ciudadanía en las calles lo dice todo».

-IV-

La represión existe y está a la vista de quien desee verla, no hay cómo  desconocerla. Solo hay, como expresó recientemente el jurista Eloy Viera, quien «ha decidido negar una realidad que tiene ante sus ojos y prefiere ser cómplice de la barbarie».

Sobran los ejemplos de profesores, artistas, estudiantes, obreros, escritores, mujeres y un largo etcétera de ciudadanos reprimidos. Organizaciones independientes como Justicia 11J, Cubalex y Prissoner Defenders atesoran múltiples testimonios. Están documentadas numerosas denuncias ante el Comité contra la Tortura y el de los Derechos del Niño, testimonios de prensa oficial acreditada en la Isla, etc. La crisis continúa, las protestas y la represión también.

Nota número 13 del ODC sobre la #detención del artista plástico y tatuador José Adalberto Fernández, quien además fue #golpeado durante la #manifestación ocurrida en las cercanías del Hotel Presidente la noche del 1/10/2022. https://t.co/WyOqJi9oFA pic.twitter.com/wJGQSsxXFP

— Observatorio de Derechos Culturales (@CubaODC) October 3, 2022

Bajo el título «Hasta cuándo el abuso», sucedió hace poco un debate en línea con familiares de presos, activistas y también intelectuales. Se escucharon testimonios sobre violaciones de derechos y tratos crueles en prisiones contra reclusos y familiares. Se han denunciado también la impunidad de las fuerzas represivas, incluidas las Brigadas de Respuesta Rápida.

El profesor Domingo Amuchástegui rememoraba recientemente la expresión: «tener que gobernar en minoría», pronunciada por un miembro del Buró Político en medio de la crisis y tensión social de los noventa. Recordé lo que una profesora amiga me comentó en aquel tiempo porque esa idea derivó  orientación a la militancia partidista.

En privado ella reaccionó asombrada al cuestionar: «¿pero qué significa, y el pueblo?» Ambas anécdotas sugieren que esta escalada represiva que vivimos estaba prevista al menos desde aquella época, sencillamente hasta ahora se había podido evitar llegar a tales y evidentes extremos.  

Declaraciones y reacciones confirman la gravedad del contexto sociopolítico que vivimos, la ruptura de consensos en los más diversos ámbitos de la sociedad, incluido el intelectual y, con ella, de parte de las bases sociales que  sustentaron al poder durante décadas. Es inherente también a la confrontación generacional y muestra que la propia agudización de contradicciones determina posiciones y clarifica compromisos.

Con el primer documento sentí vergüenza; con el segundo orgullo. La respuesta al oficialismo me recordó varios pasajes de nuestro devenir, porque se difundió un 10 de octubre, reivindicó la verdad con valentía política y salvó también la honra y postura de una parte de la intelectualidad cubana que no claudica con la represión ni da la espalda al pueblo del cual forma parte. La historia se encargará de poner las cosas en su sitio.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

24 octubre 2022 46 comentarios 1k vistas
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Experimento

Experimento social y régimen de Cuba

por Ivette García González 11 octubre 2022
escrito por Ivette García González

El tipo de régimen existente en Cuba sería tema de debate tan controversial como útil, pero es de los perjudiciales silencios en la Isla. Es lógico, hace más de medio siglo somos un experimento social totalitario demasiadas veces reciclado desde arriba y sin horizonte a la vista.

Nuestra neolengua ha emanado de manipulaciones, extremismos y pensamiento binario fomentados institucionalmente. Domina la propaganda, incluso con insultos a la inteligencia. Casi todos hemos sido víctimas. Señalo apenas dos ejemplos:

1) Dirigentes y medios oficiales repiten que somos revolución y socialismo y el gobierno su encarnación; de ahí las convenientes derivaciones extremas de revolucionario y contrarrevolucionario, pero ni se argumentan ni soportan contraste alguno con la ciencia y la realidad.

2) Sustentar —como hizo Cubadebate—, que no somos dictadura porque miles de personas van a la Plaza el 1º de mayo y nadie protesta a pesar de la «poca policía», puede engañar solamente a extraños o fanáticos. Se conocen los métodos del gobierno para lograr tales resultados —entre ellos presiones laborales y control de los sindicatos— y que junto a policías uniformados, cientos de agentes de civil controlan a los ciudadanos antes, durante y después de los desfiles.

Podría objetarse también a este argumento que disponer de cotas de apoyo popular no es sinónimo de buen gobierno, ni de estabilidad política o paz social. Sobran ejemplos, las dictaduras casi siempre tienen apoyos, además, regímenes totalitarios tan diferentes como Italia, Alemania y la URSS los tuvieron y dejaron para la historia desfiles espectaculares.

Detrás de esas puestas en escena suele existir un drama social y político que el poder invisibiliza. De Cuba menciono tres realidades camufladas tras el último desfile, que solo han empeorado desde entonces: 1) más de mil presos políticos; 2) represión contra sus familiares y cientos de ciudadanos por expresarse en disonancia con el poder; y 3) apenas dos días antes del acto en la capital un activista clamó —como  intentaron otros que enfrentan cárcel, exilio o insilio— por la libertad de los presos políticos y el derecho de todos los cubanos a participar en la vida política.

Experimento

-II-

No es lo que afirme el discurso oficial y sus seguidores, porque los conceptos nacen de la realidad, no a la inversa; tampoco es lo mismo «opinión» que «ciencia constituida». Desde diversas ramas de ella el modelo cubano ha sido identificado con autocracia, autoritarismo, dictadura y totalitarismo. 

Intente el lector marcar Verdadero o Falso en rasgos de cada uno de esos regímenes políticos y se sorprenderá con las coincidencias, aunque le duela y le ponga mil peros y matices. Sin embargo, ninguna como la última de esas definiciones resume las esencias y evolución del experimento cubano.

El totalitarismo tiene un poco de todos ellos pero se distingue. Al igual que dichas modalidades antidemocráticos, ha mutado —aunque las sociedades no siempre se percatan— desde sus orígenes en los años veinte-treinta del siglo pasado y sus modelos clásicos, estudiados por la filósofa alemana-estadounidense Hannah Arendt.

Aun con sus adaptaciones a tiempos, escenarios y culturas, el modelo totalitario cuenta con rasgos básicos que han trascendido: un gran líder que es incuestionable; Partido e ideología únicos; no se admiten una sociedad civil independiente ni oposición; Estado fuertemente centralista, con carácter monopólico u oligopólico y desmedido sector público, que facilita dirigir y controlar las mayorías; fuertes y múltiples mecanismos de control social; sociedad ideologizada; febril propaganda política, censura, control de los medios de comunicación y manipulación de la opinión pública; movilización extensa, pérdida de poder real del Parlamento y control policial con fuerzas represivas altamente especializadas. 

Cuando tal sistema de dominación se prolonga demasiado y empiezan a subvertirse sus elementos distintivos, inicia un ciclo de quiebre del modelo. Prevalecen la crisis, el aferramiento de la clase política al poder, la represión multiplicada y ciertos ajustes en variantes consideradas postotalitarias.

Experimento

Paramilitares armados de estacas reprimiendo a manifestantes pacíficos. (Foto: Reuters)

-III-

La Revolución cubana —una de las más importantes del siglo pasado—, derivó modelo verticalmente dirigido desde los años sesenta. Se fue moldeando con ciertos rasgos autoritarios y sobre todo autocráticos hasta dejar configurado el experimento totalitario mediante la  «dictadura del proletariado». La nueva modalidad de dictadura emanaba del «socialismo real» al estilo de la URSS. Como allá y en otras partes donde se implantó sería realmente «sobre el proletariado»; o «de la burocracia», con poder vertical y absoluto desde la cúpula del Partido.

Cierto que un gran peso lo tuvieron el protagonismo y la personalidad de Fidel Castro como líder. Su aparente indefinición ideológica, que negó inicialmente la comunista, y determinados rasgos de la tradición caudillista latinoamericana, le permitieron incluso restringir con rapidez  —contando con amplio apoyo popular y de sus núcleos cercanos—, derechos políticos, libertades civiles y mínimos democráticos. Todo bajo el manto de una transformación radical revolucionaria por y para los humildes.

Sin embargo, otros factores también confluyeron para determinar ese resultado:

  • Las circunstancias específicas de Cuba en plena Guerra Fría.
  • La existencia de una sociedad agotada y fracturada por años de dictadura batistiana.
  • Los efectos positivos de las primeras medidas revolucionarias para las grandes mayorías.
  • El contexto de euforia inicial propio de las revoluciones.
  • La hostilidad de los EE.UU. y el recurso del enemigo externo y la unidad en torno al gobierno para defender la soberanía.
  • La emigración y los fracasos de quienes intentaron revertir el triunfo o evitar el desenlace que ya suponían.

Líder y élite estuvieron por encima de las leyes y sin control democrático durante más de treinta años. Se renunció al pluralismo político, separación de poderes y elecciones libres. Asimismo, bajo el manto de la unidad se estableció el control cada vez más totalizante del Estado sobre la sociedad. Proceso que contempló la propiedad, institucionalidad, medios y organizaciones políticas, sociales y de masas.

Los quince años que Cuba vivió bajo una insólita provisionalidad sirvieron para articular un nivel de consenso —acompañado de depuración del disenso o lo que podría serlo— que permitiera institucionalizar el régimen totalitario. El impulso final se produjo entre 1968, con la Ofensiva Revolucionaria —cuyo alcance se puede comprender volviendo al discurso de Fidel—,  y 1976 con la nueva Constitución. 

Amplios sectores de la ciudadanía lo aceptaron, atrapados en el contexto antes descrito o creyendo que era el mejor, o tal vez el único camino para el futuro soñado que el liderazgo prometía. Varias generaciones nacimos en él y parecía que era, aun con problemas, el mejor de los mundos posibles y garantía de la trilogía Patria-Revolución-Socialismo. Sin dudas, al experimento le faltó siempre el «consentimiento informado».

Experimento

-IV-

Ha pasado más de medio siglo. La persistencia del modelo, la muerte de Fidel y la crisis estructural y simbólica que vive el país desde los años noventa, explican nuestro «post-totalitarismo», que atendiendo a las variantes del politólogo español Juan Linz, está entre «congelado» y «maduro».

El régimen está estancado por envejecimiento, falta de reacción de la élite partidaria que ha perdido capacidad de articular consensos y, al parecer, también por la purga de quienes intentan reformarlo. Junto al desgaste, se incrementa el debate público con voces disonantes al poder, que a pesar de la represión encuentran eco en parte de la ciudadanía.

Las aspiraciones de amplios segmentos del pueblo son incompatibles con el modelo totalitario que la clase política cubana defiende hace décadas sin llamarlo por su nombre. Entre ellas, las profundas transformaciones que requiere la economía y los reclamos insatisfechos de democracia y respeto a la sociedad civil independiente. Frente a eso se plantan la orgullosa defensa del poder unificado; la altiva pose de Raúl Castro y su negativa a ciertas reformas; el incremento de la represión y la impunidad, ahora respaldados con el nuevo Código Penal.

Superar el totalitarismo, tan bien establecido en Cuba, es difícil pero no imposible. Por un lado, se ha deteriorado el discurso del enemigo externo y del bloqueo como causante de todos los males, asimismo ocurre con la proclamada superioridad del Partido, o del disenso visto íntegramente como mercenario y contrarrevolucionario, y con la tesis de que el tipo de socialismo que existe es el único modo de preservar la soberanía.

Por otro, aunque los métodos para manejar la situación son similares a los de hace décadas, la crisis actual es más profunda y estructural, el desgaste del modelo es también simbólico; el contexto es muy diferente y más complejo —nuevas generaciones incluidas—, y ya no está el líder.

Hemos sido un experimento social sin real consentimiento informado. Las generaciones y problemáticas actuales son resultado de eso. La historia no vuelve atrás pero siempre abre oportunidades, mejor decir como Miguel de Unamuno: «Procuremos más ser padres de nuestro futuro que hijos de nuestro pasado». 

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

11 octubre 2022 51 comentarios 2k vistas
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Desigualdades, pobreza y posicionamientos políticos

Desigualdades, pobreza y posicionamientos políticos

por Ivette García González 7 octubre 2022
escrito por Ivette García González

El incremento exponencial de las desigualdades y la pobreza en Cuba durante las últimas décadas, condiciona posicionamientos/radicalizaciones políticas frente al poder. Es inaceptable, muestra la incoherencia discurso oficial-realidad, la demagogia del gobierno y la enorme distancia entre este y las mayorías.

Ante ellas el Partido/Estado/Gobierno se presenta como encarnación y «continuidad» de una Revolución «de los humildes, por los humildes y para los humildes», pero hace tiempo la realidad niega todo eso. El costo político tiene que ser alto, porque en el imaginario que creó esa Revolución —y el socialismo asumido—, la justicia y las políticas sociales (educación, salud, cultura, deporte, seguridad social, pleno empleo, asistencia social) fueron claves y aseguraron el consenso político.

Si el gobierno derivado de ella venció enormes desafíos, lo que incluye que los ciudadanos aceptaran una y otra vez el sacrificio y renunciaran al ejercicio de derechos y libertades individuales, fue porque las políticas sociales satisfacían necesidades de esas mayorías. Ellas se movilizaban con la esperanza y confianza en el liderazgo y en el futuro, que sería promisorio.  

No obstante, desde hace años nuestra crisis es sistémica. Todo apunta a que las inequidades, la pobreza y la precariedad, a escala territorial y de la ciudadanía, seguirán incrementándose. El reciente proyecto «Visibilizar el cambio: pobreza y sectores vulnerables en Cuba», desarrollado por un equipo multidisciplinario de La Joven Cuba, examinó diversas aristas del problema y ofreció diagnósticos y soluciones que nuevamente parecen ir al vacío.   

-II-

No es este un fenómeno nuevo, sino ocultado por «indeseado» e inconveniente para la imagen oficial del país, de lo cual fue tal vez pionero el inconcluso «Proyecto Cuba» (1969-1970). Se aceleró durante los años noventa, pero nada se compara con lo ocurrido desde 2008, cuando se inició la llamada Actualización del modelo económico y social cubano.

Como parte del proceso comenzaron a abandonarse las salvaguardas de la política social, lo que se muestra en la disminución sistemática del gasto social respecto al PIB e igual tendencia en las inversiones. A tenor con ello, desde antes de la pandemia Cuba es un país muy desigual, con amplias brechas de equidad en todos los órdenes, ensanchamiento permanente de la pobreza e incremento de la vulnerabilidad social y del país. 

En el registro más reciente de la ONEI, tal desequilibrio en las inversiones resulta escandaloso: 36.4% para servicios empresariales, actividades inmobiliarias, de alquiler y hoteles; frente a 2.6% para agricultura, ganadería y silvicultura;  2.0 para salud pública y asistencia social; 0.9 para educación; 1.2 para cultura y deporte y 0.7 para ciencia e innovación.

Desigualdades, pobreza y posicionamientos políticos

A pesar de las numerosas críticas, reclamos y recomendaciones, y aun cuando la propia estrategia gubernamental del 2020 definiera como prioridad la agricultura y alimentación, tal rumbo se mantiene. Y no estamos hablando de un gobierno neoliberal con políticas de choque que merece protestas sociales. Es uno que se autoproclama «socialista» y «revolucionario», pero que no rinde cuentas, no paga el costo de sus errores y cree no merecer siquiera la crítica, mucho menos la protesta. 

Algunas condicionantes verificadas en el Proyecto son:  

1.- Lentitud, falta de secuencialidad, sistematicidad, coherencia, sincronización y eficacia de las reformas económicas, incompletas cuando no erráticas y casi siempre impopulares. La reciente referida al dólar —como avizoraron expertos—, incrementó la inflación, profundizó la marginalización de amplios sectores, atentó contra la capacidad adquisitiva de miles de personas y está lanzando a cientos de ciudadanos a la pobreza. Resultado: récords en escasez crónica de bienes y servicios, apartheid económico, ampliación de la pobreza e inflación incontrolada.

2.- Se han ampliado los sectores sociales empobrecidos, profundizado diversos niveles de exclusión y recrudecido fenómenos como el desempleo, la violencia y el racismo, por ejemplo. Mujeres, ancianos, negros y mestizos son los más afectados por falta de oportunidades, carencia de condiciones básicas para la vida, pensiones deprimidas y abandono institucional.

3.- Empeoramiento de problemáticas que gravitan sobre estos fenómenos, entre ellas: vivienda, transporte, abasto de agua y servicio eléctrico. Dichos ámbitos también han sido víctimas del voluntarismo y exhiben costos de viejas políticas fallidas que el actual gobierno recicla.

4.- Proliferación de barrios empobrecidos y marginales en todo el país. En ellos colisionan todas las anomalías. Como en otros, pero más evidente en estos, prevalecen la poca participación ciudadana y la falta de confianza en las instituciones. El gobierno reacciona con salpicaduras de medidas cosméticas.

5.- Profundización de los desequilibrios regionales entre la capital y el resto del país —sobre todo el oriente— y retrocesos en el desarrollo local. Las inequidades territoriales están en: pobreza y déficits en servicios, seguridad, inversiones, problemas ambientales, empleo, salarios, conectividad, identidad, inserción social, viviendas, recursos comunicacionales y tecnológicos.

Desigualdades, pobreza y posicionamientos políticos

Se han ampliado los sectores sociales empobrecidos, profundizado diversos niveles de exclusión y recrudecido fenómenos como el desempleo, la violencia y el racismo, por ejemplo. (Foto: AméricaTevé)

-III-

En el proyecto de LJC y otros se han propuesto numerosas soluciones. Entre ellas: transformaciones económicas reales y estructurales, políticas públicas pro equidad y contra la pobreza, políticas «afirmativas» hacia sectores marginalizados, sistema de pensiones, vivienda, descentralización y otras de empoderamiento ciudadano. 

El Partido/Gobierno/Estado sabe que la crisis es estructural, pero es incapaz de resolverla ni gestionar las demandas populares; menos de favorecer el empoderamiento ciudadano. Gana tiempo descompresionando un poco en lo económico, blindándose jurídicamente frente a la ciudadanía e incrementando la represión, último recurso de su incompetencia.

Estamos en el límite y sin retorno. Llamo la atención sobre: 

1.-El problema de fondo es político, por eso llevamos más de treinta años sin lograr siquiera las reformas económicas requeridas. La opacidad habitual del poder y la ausencia de democracia no permiten a la ciudadanía informarse; menos participar en la toma de decisiones y controlar la gestión gubernamental. Resultado: junto a inequidades, pobreza y exclusiones; se agravan la indolencia de las instituciones y la escasa capacidad de gerencia de la sociedad civil.

2.-Existe una evidente disonancia entre los intereses y prioridades de la clase política y los de la ciudadanía. Camuflada de «Revolución» y «Socialismo» gana fuerza la opresión, en tanto la «continuidad» nos mantiene en un callejón sin salida. Analícese cualquier ámbito, «todos los caminos conducen a Roma»: el modelo. Asumimos la peor variante de socialismo: políticamente totalitario, económicamente inviable y socialmente empobrecedor.

3.-Otra vez se pide a la ciudadanía sacrificio, confianza, ahorro y altruismo; seguir creyendo que la culpa de todo es del enemigo externo y que el gobierno hace todo lo que puede. Pero, por ejemplo, ¿por qué no se transparenta la gestión oficial, se revisan, ordenan y depuran los gastos del enorme aparato burocrático estatal, partidista, de las organizaciones afines y de las fuerzas represivas? Todas ellas estructuras verticales y ampulosas que pagamos los ciudadanos.

4.-Tenemos una problemática demográfica gravísima con efectos múltiples que el gobierno ignora, o empeora, en lugar de encararla. Más de la mitad de la población rebasa los cincuenta años. La combinación de envejecimiento, permanente reducción de la natalidad y récord de emigración masiva ya muestran crisis de remplazo, carencia de fuerza de trabajo y despoblamiento.  

-IV-

Contrario al discurso oficial, la Cuba real es negación de los ideales revolucionarios y de las otrora políticas sociales, aun con sus debilidades y condicionamientos. Una mirada en el tiempo muestra que muy pronto la igualdad para las mayorías se desvirtuó y acompañó de enormes restricciones a los derechos y libertades individuales.

El nuevo proyecto de país socializó y expandió la precariedad como forma de vida. El deterioro sistemático de las condiciones de existencia, visto de una década a otra en ciclos que se repiten, ha vuelto este fenómeno crónico y estructural, con consecuencias a nivel psicológico y conductual que recuerdan la llamada «cultura de la pobreza»: orientación hacia lo inmediato, poca capacidad para planear el futuro, sentimientos de impotencia,  auto marginación de espacios públicos,  inercia y desconfianza en las instituciones, sensación de pérdida de esfuerzos e irreverencia.

Actualmente afloran fenómenos derivados de reconfiguraciones socio-clasistas devenidas antagónicas, del voluntarismo en el ejercicio del poder y el ocultamiento de fenómenos como el de la pobreza. A las tradicionales violaciones de derechos cívicos y políticos, se suman hoy las de carácter económico, social y cultural. A ello se agrega la falta de legitimidad del gobierno, la existencia de generaciones con demandas que no encuentran espacio para ser gestionadas y el incremento de la tensión y protesta social desde 2020. 

Resolver el problema de Cuba implica, en primerísimo lugar, democratizar la sociedad, pero eso es incompatible con el modelo y los intereses de la clase que detenta el poder y goza de enormes privilegios. He ahí la contradicción principal que augura serios peligros para la nación.

Hace unos años Juan Valdés Paz alertaba respecto al riesgo de continuar con recortes sociales, porque quitando los defectos de nuestro «socialismo real», «lo que nos queda es la política social». Pero si ya ni eso tenemos: ¿qué se defiende entonces?, ¿sobre qué bases puede el gobierno de la «continuidad» articular el consenso político?

Con el desplome de las garantías sociales y la expansión de las desigualdades y la pobreza, se ha dado un tiro de gracia a la Revolución y al Socialismo que siguieron las mayorías. Eso, más la intolerancia, incapacidad e irresponsabilidad política del Partido/Estado/Gobierno, explican tres importantes rasgos del contexto y los posicionamientos políticos actuales: 1) evidente cisma en sus bases sociales, donde prima el silencio pero cunden la frustración, inercia y desesperanza; 2) incremento de la tensión social y el extremismo político y 3) el corrimiento de posturas reformistas a rupturistas.

El camino recorrido confirma que solo transitando a la democracia y apegados a la soberanía popular podrán lograrse las transformaciones que el país necesita y asegurar políticas sociales sostenibles por la riqueza creada en condiciones de libertad.

Para contactar a la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com 

7 octubre 2022 77 comentarios 2k vistas
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Tortura

Insistir sobre el tema de la tortura en Cuba

por Ivette García González 26 mayo 2022
escrito por Ivette García González

Volver a afrontar el tema de la tortura en Cuba es necesario. Recién fue examinado nuevamente en Naciones Unidas. En un texto de agosto de 2021 referí algunas prácticas de las que muchos cubanos tuvimos evidencias por primera vez. Derivaron de la represión y primeros testimonios de manifestantes del 11-12J, pero no eran inéditas. 

Dicho tema es tabú en la Isla, donde el gobierno ha asumido históricamente una postura negacionista y manipuladora frente a tópicos que —al igual que este— contradicen la Cuba ideal que es presentada al pueblo y al mundo.

La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, aprobada por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1984, define la «tortura» como:

(…) todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.  

Se trata de uno de los principales tratados de derechos humanos, que establece obligaciones en la materia para los «Estados Parte». Se ampara en la Declaración Universal, la Carta de las Naciones Unidas y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. De ella derivó el Comité contra la Tortura (1) (CAT, por sus siglas en inglés) —órgano encargado de velar por su cumplimiento en los 156 países adherentes— y desde 2006 su Protocolo Facultativo, que compromete a los gobiernos a recibir visitas de observadores internacionales independientes.

Los «Estados Parte» deben presentar ante el CAT informes periódicos sobre cómo se realizan en su territorio los derechos que consagra el Tratado —un año después de adherirse y luego cada cuatro— y comparecer a examen, donde también pueden participar organizaciones de la sociedad civil internacional, por ejemplo. Cuba no ha suscrito el Protocolo, pero se adhirió a la Convención en 1995 —once años después de aprobada— y ha presentado hasta el momento solo tres informes (1996, 2010 y 2018).

Tortura-I-

Casi todas las prácticas de tortura y malos tratos que referí en mi texto del año pasado tienen un largo historial. A fines de los noventa, investigaciones de Human Right Watch (2) daban cuenta, entre otras, de las siguientes prácticas: palizas, abusos sexuales, aislamiento prolongado, falta de atención médica, limitación de visitas, hostigamiento a los familiares, privaciones sensoriales (luz, ventilación), retirar camas o colchones, requisar ropa o pertenencias, prohibir la comunicación entre presos, reducir alimentos y agua, y desorientación inducida.

Hacia el 2012 se reiteraron y/o agregaron denuncias, incluidas las de la Organización Mundial Contra la Tortura, que presentó un informe alternativo al segundo de Cuba. Se fundamentó el incremento de detenciones de corta duración sin orden judicial contra opositores políticos, activistas de derechos humanos y periodistas independientes, restricciones a la libertad de circulación, operativos de vigilancia invasiva, agresiones físicas y otros actos de intimidación y hostigamiento por agentes de la PNR y miembros de la Seguridad del Estado.

Asimismo, continuidad de «actos de repudio», uso de métodos coercitivos en interrogatorios (privación del sueño, reclusión en aislamiento, exposición a cambios bruscos de temperatura), violaciones en arrestos, detenciones y diligencias penales en particular contra los «disidentes»; detención preventiva prolongada —a veces indefinida por delitos contra la seguridad del Estado—, y excarcelaciones bajo «licencia extrapenal» con restricciones arbitrarias.

Respecto a las prisiones, se señalaron varias dificultades: hacinamiento, malnutrición, falta de higiene y atención médica inadecuada, limitaciones injustificadas a visitas de familiares, traslados a prisiones alejadas del entorno familiar y social del detenido, internamiento en celdas de aislamiento en condiciones degradantes y abusos físicos y verbales a los reclusos.  

-II-

El Comité ha coincidido con el gobierno cubano en que el embargo/bloqueo de los EE.UU. impacta sobre la salud y alimentación de los presos. Pero también transmitió durante todos esos años numerosas y reiteradas preocupaciones (3) derivadas de las denuncias, que aludían a factores internos y a su gestión. Ellas giraron en torno a los siguientes tópicos:    

1.- Incremento permanente de la represión y riesgo para los actores de la sociedad civil, así como de las malas condiciones y violaciones en los centros de detención. El gobierno lo niega, pero no provee información sobre población penal, muertes en prisiones y sus causas; tampoco respecto a denuncias de tortura y otros tratos inhumanos y degradantes. A tenor con ello, no responde a las alegaciones presentadas a sus informes y se rehúsa a visitas de organizaciones de derechos humanos internacionales y nacionales independientes.

2.- En la legislación interna se mantuvieron: la no tipificación del delito de tortura; definición nebulosa de figuras penales para justificar medidas de seguridad; delitos con los que se intenta limitar la libertad de los ciudadanos; y pena de muerte para un elevado número de delitos, algunos de vaga formulación relacionados con la seguridad del Estado.

3.- Sobre la institucionalidad relacionada con el tema: falta de independencia de los poderes ejecutivo y legislativo, tanto de la judicatura como de la función de los abogados; inexistencia de mecanismos independientes y eficaces para recibir denuncias, realizar investigaciones rápidas e imparciales y sancionar debidamente a los responsables; falta de garantías o salvaguardias procesales fundamentales para detenidos por motivos presuntamente políticos (4); inexistencia de una institución nacional de derechos humanos conforme a los Principios de París.

Tortura

-III-

De lo anterior derivaron recomendaciones (5) al Estado cubano, en su mayoría reiteradas. Entre ellas:

1. Examinar urgentemente las quejas de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes señaladas, tomar medidas según obligaciones contraídas por la Convención e informar los resultados.

2. Adoptar las medidas necesarias para que cesen las formas de represión, intimidación y hostigamiento contra actores de la sociedad civil. Garantizar que todas las personas estén protegidas de la intimidación y la violencia por sus actividades o el simple ejercicio de sus libertades de opinión y expresión y sus derechos de asociación y reunión pacífica, lo que supone también autorizar la inscripción de las ONGs de derechos humanos nacionales que así lo soliciten.

3. Adoptar medidas legislativas para garantizar la independencia del poder judicial, adecuando sus reglas a los principios rectores de la ONU en la materia. En tal escenario, crear un procedimiento y órgano permanente, transparente e independiente para recibir quejas, que sean examinadas con prontitud y juzgados los responsables.

4. Establecer vigilancia e inspección a los lugares de detención, así como permitir la visita de verificadores internacionales y nacionales independientes y cooperar con ellos.

5. Adoptar las medidas necesarias a fin de que las condiciones en instituciones penitenciarias y otros centros de detención se ajusten a las reglas mínimas establecidas por la ONU para el tratamiento de los reclusos y las reclusas.

6. Crear un registro centralizado de datos estadísticos sobre muertes en prisión, quejas, encuestas asociadas, duración y diligencias penales a que hayan dado lugar, así como sus resultados.

7. Elaborar un programa global de educación y formación del personal encargado de aplicar las leyes, y de toda persona con alguna función en el interrogatorio, la detención o el trato de cualquier ciudadano arrestado, detenido o encarcelado.

8. Ratificar los tratados fundamentales de derechos humanos de la ONU, en particular el Protocolo Facultativo de la Convención, con miras a crear un sistema de visitas periódicas sin notificación previa de observadores nacionales e internacionales.

Tortura

(Imagen: Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo)

-IV-

Las denuncias y preocupaciones en relación con los derechos humanos, y concretamente con prácticas que califican como torturas, tratos crueles, inhumanos o degradantes, confirman a lo largo de esos años que el Estado cubano tiene un historial de violaciones en la materia, en especial contra opositores, disidentes y personas inconformes con el sistema que lo expresan de algún modo.  

Las negativas del gobierno respecto a la existencia de presos políticos y a las violaciones expuestas, contrastan con su silencio en asuntos cruciales y  con su resistencia a la verificación. Siguen apostando a que los ciudadanos crean que solo el Partido/Gobierno/Estado dice la verdad; todos los demás —presos, familiares, activistas, detenidos, relatores especiales, organizaciones y prensa independientes y organismos internacionales— mienten.

Recientemente concluyó el período de sesiones del CAT, donde fue examinado y debatido el tercer informe de Cuba. Nunca tema y gobierno estuvieron en peores condiciones. Junto a la crisis sistémica y al crecimiento del acceso a Internet, desde 2018 se han incrementado las protestas, devenidas estallido social en julio de 2021, y, en consecuencia, así mismo lo han hecho la represión y la violencia política, incluso contra menores de edad.

Las prácticas de tortura y otros tratos y penas crueles, inhumanas y degradantes son inaceptables. Cuando asuntos como este se conocen y describen, unos se asombran, otros se ofenden y otros reclaman que siempre existió. El dolor e indignación de quienes se entregaron durante décadas al proyecto de la Revolución se cuadruplica: por las víctimas, por la inocencia, por la terrible sensación de sentirse engañado y utilizado, y por el espíritu de aquella Revolución, que se perdió en el camino. Es duro aceptarlo, pero peor sería callar o hacer que no vemos o no sabemos.  

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

***

(1) El Comité sesiona regularmente dos veces al año y recibe informes periódicos de los gobiernos Al examen y debate correspondiente pueden ser invitados otros actores, como organismos de la ONU, organizaciones intergubernamentales y ONGs con estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas; Folleto informativo no.17, Comité contra la Tortura.  

(2) La investigación de Human Right Watch (HRW) se basó en testimonios de docenas de ex presos y familiares, encarcelados en esa fecha y activistas de derechos humanos del país, además de información sobre veinticuatro de las prisiones de máxima seguridad y numerosos centros de detención (estaciones de policía y oficinas de la seguridad estatal).  

(3) Compilación de observaciones finales del Comité contra la Tortura sobre países de América Latina y el Caribe (1988-2005), Santiago de Chile, 2005.   y Observaciones finales del Comité contra la Tortura Cuba, CAT/C/CUB/CO/2, 25 de junio 2012. Comité contra la Tortura, 48.º período de sesiones 7 de mayo a 1.º de junio de 2012. 

(4) Tales como: pronto acceso a un abogado y examen médico independiente, notificación de la detención a un familiar, información sobre sus derechos y cargos en su contra y a comparecer inmediatamente ante un Juez, y derecho a un recurso inmediato para impugnar la legalidad de su detención.

(5) La Maquinaria Represiva de Cuba: Los Derechos Humanos Cuarenta Años Después de la Revolución, 1999; Compilación de observaciones finales del Comité contra la Tortura sobre países de América Latina y el Caribe (1988-2005), Santiago de Chile, 2005. y Observaciones finales del Comité contra la Tortura Cuba, CAT/C/CUB/CO/2, 25 de junio 2012. Comité contra la Tortura, 48.º período de sesiones 7 de mayo a 1.º de junio de 2012. 

26 mayo 2022 28 comentarios 2k vistas
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Cultura política

Cultura política, discriminación y cambio en Cuba

por Ivette García González 10 mayo 2022
escrito por Ivette García González

El incremento de la discriminación política y la represión, así como la tolerancia y participación de una parte de los ciudadanos en esas prácticas, están muy relacionados con la cultura política dominante en Cuba. Una compleja problemática e importante obstáculo para el cambio.

Las personas discriminadas y reprimidas por sus ideas políticas constituyen un sector vulnerable cada vez más amplio, sobre el cual recae todo el peso del Estado. No es un fenómeno nuevo, pero sí más visible durante los últimos años.

A lo largo de décadas, tal fenómeno se fue naturalizando hasta convertirse en una cultura de la discriminación política. Su origen estructural —indica el sociólogo Roberto Gutiérrez—, está en la «asimilación de tradiciones, prejuicios, miedos, manipulaciones ideológicas y esquemas de organización de la vida social» que han sido hegemónicos en el entorno formativo de grupos e individuos.

Tal cualidad supone su conexión directa con la cultura política. A escala de la sociedad, ella constituye una «síntesis heterogénea y en ocasiones contradictoria de valores, creencias, juicios y expectativas que conforman la identidad política de los individuos, los grupos sociales o las organizaciones políticas y la manera de representar, imaginar, legitimar y proyectar a futuro el mundo de la política».

Cultura política

Roberto Javier Gutiérrez López (Foto: Luis Humberto González)

-I-

En la cultura política se manifiestan la relación Estado-Sociedad, las dinámicas estabilidad-cambio y consenso-disenso, y la conexión pasado-presente-futuro. Está muy vinculada a la legitimidad del poder y su capacidad de fomentar obediencia y consensos a través de realizaciones concretas e incentivos.

Desde América Latina ella se entiende a partir de la diversidad y divergencia, y alude a la(s) cultura(s) política(s). Puede ser más o menos rica, diversa y conflictiva según el contexto, el régimen imperante y la libertad de los individuos para formar sus propias valoraciones y traducirlas en comportamientos. Su formación transcurre a través de un proceso de socialización en el que intervienen como actores claves: familia, escuela, grupos generacionales, movimientos, partidos y medios de comunicación. A través de la comunicación política se generan matrices e ideas básicas para la relación entre los individuos y el entorno político.

La crisis sistémica que vive Cuba hace años, la quiebra del consenso, así como la erosión de la institucionalidad y la represión política agotan cada vez más la capacidad de obediencia y legitiman la resistencia. Ello se relaciona con tres dimensiones de la cultura política que se mueven entre lo que existe y lo que se desea que exista: poder político (capacidad de construir un entorno y existencia deseados), sueños políticos (esperanzas de poder construir algo distinto, nuevo y mejor) y desafección política (alejamiento de los ciudadanos respecto al sistema y falta de confianza en la acción colectiva).

-II-

En la formación de la cultura política hegemónica en Cuba han intervenido durante más de medio siglo: el sistema educativo, la demagogia, la propaganda y la reiteración de un discurso tóxico en los medios, así como la justificación de los fracasos gubernamentales y de la falta de incentivos y realizaciones ciudadanas. La intención ha sido reforzar el status quo, justificar el rechazo, la discriminación y represión de los diferentes y ganar apoyos «conscientes» o «disciplinados».

La intolerancia, estigmatización y exclusión de personas y grupos, se fomentan a través del tiempo e impactan en la cultura política. Las instituciones y normas de funcionamiento del sistema dan cabida, e incluso estimulan, esos fenómenos, por eso se ha se ha expandido y arraigado, muchas veces sin que las personas se percaten.

Cultura política

(Foto: Logan Mock-Bunting / GTRES)

Casi todos los actores clave que intervienen en la formación de la cultura política están supeditados en Cuba al Partido/Gobierno/Estado. Por ello, ciertas ideas  y matrices de opinión están incorporadas a la conciencia social en amplios segmentos de la ciudadanía: la Revolución es el Gobierno; revolucionario es quien lo apoya y contrarrevolucionario quien disiente; Patria equivale a Revolución y Socialismo; la entrega al Partido y al líder es incondicional; los críticos son enemigos o sirven al enemigo externo; toda información no conveniente es falsa o está manipulada por el enemigo y sus acólitos; el derecho de la Revolución a existir y defenderse es incontestable y hay que apoyarlo; los problemas de Cuba obedecen a la política del enemigo externo, ante lo cual es imprescindible la unidad en torno al gobierno.  

Otras son la supeditación e incluso la renuncia al ejercicio de derechos individuales y mínimos democráticos en aras de un supuesto bien colectivo y de unidad, y la noción de soberanía restringida frente a los EE.UU.

En la práctica política sobreviven de ese modo, por ejemplo, las «Brigadas de Respuesta Rápida» y los «mítines de repudio», así como el contubernio de los «factores» en las instituciones para violar derechos laborales de quienes disienten. Cuentan también la orfandad cívica de amplios sectores, lo que a veces pareciera Síndrome de Estocolmo en política, la autocensura y hasta la «resignación revolucionaria» ante la represión y violaciones flagrantes de los derechos humanos que se cometen a diario en Cuba.

Es una construcción cultural en la cual el liderazgo de Fidel Castro fue esencial. En su discurso por la constitución del Comité Central del PCC (octubre de 1965) se encuentran ideas claves:

(…) solo hay un tipo de revolucionario, Una nueva época (…), una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido (…) marcharemos hacia formas administrativas y políticas que implicarán la constante participación (…) a través de los organismos idóneos, a través del Partido, en todos los niveles. E iremos (…) creando la conciencia y los hábitos (…) con un partido que deberá dirigir, que deberá atender todos los frentes (…) Nuestro Partido educará a las masas (…). Entiéndase bien: ¡Nuestro Partido! ¡Ningún otro partido, sino nuestro Partido (…)! Y la prerrogativa de educar y orientar a las masas revolucionarias es una prerrogativa irrenunciable de nuestro Partido, y seremos muy celosos defensores de ese derecho. Y en materia ideológica será el Partido quien diga lo que debe decir. Y todo material de tipo político, excepto que se trate de enemigos, solo podrá llegar al pueblo a través de nuestro Partido en el momento y en la oportunidad en que nuestro Partido lo determine.

-III-

Varias generaciones de cubanos recordamos que aquellos discursos, que fueron cientos, se ponían en cadena por televisión y luego se retransmitían, se publicaban en periódicos y además se orientaban para ser estudiados en barrios, colectivos laborales, núcleos del PCC, la UJC, etc., mientras, no existían otras fuentes de información.

Nunca olvidaré lo dicho por una instructora municipal del PCC a inicios de los noventa en un encuentro de mi zona de residencia para que viéramos un video de Fidel que muchos habíamos visto dos veces: «Ya sabemos que muchos de ustedes han visto este video, eso no importa, recuerden que nuestra ideología tiene un carácter repetitivo». Me sorprendí y recriminé a mí misma por recordar los principios de la propaganda nazi de Goebbels.

En la Cuba de hoy, fenómenos como la indiferencia de tantos ciudadanos hacia lo político, la renuncia al ejercicio de derechos y libertades fundamentales, la tolerancia —cuando no participación— frente a actos represivos y de extremismo político institucional, son evidencias de la cultura política fomentada durante décadas por el Partido/Gobierno/Estado. Sus códigos principales se han inoculado en el tejido social con la intención de mantener el poder y un modelo de sociedad que necesita súbditos, no ciudadanos.  

Sin embargo, vivimos en otro tiempo, la naturaleza diversa y dinámica de la cultura política asociada a las diferencias generacionales, clasistas y existenciales, revelan significativas fisuras en el diseño hegemónico. Dos recientes reportajes de CHV Noticias son ilustrativos al respecto.

Los cubanos convivimos hoy con cuatro realidades que muestran cambios en el escenario y la cultura política: reducción de las bases sociales de apoyo del gobierno frente a nuevas demandas y grupos, cuya actuación política choca con las normas tradicionales; pérdida de legitimidad y capacidad integradora de las instituciones estatales; ensanchamiento de las brechas sociales y, con ello, de los pilares que garantizaban consenso; profundas insatisfacciones respecto a la gestión gubernamental y el discurso oficial, cada vez menos creíble; emergencia de nuevas formas de participación política por grupos sociales emergentes, que no encajan en las estructuras existentes y también socavan el apoyo al gobierno.

A pesar de la falta de realizaciones e incentivos desde hace décadas, el poder se ha sostenido en Cuba gracias a la represión, pero, sobre todo, por la persistencia de una cultura política funcional al totalitarismo en amplios segmentos de la ciudadanía, que se queda a la deriva sin alternativas. Eso ha comenzado a cambiar, pero es un problema mayúsculo, un serio obstáculo para el presente y futuro de la nación. El reto continua siendo cómo encararlo, si desde la desafección y la apatía, o haciendo valer los sueños de un mejor país.

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com 

10 mayo 2022 58 comentarios 3k vistas
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Discriminación política

Discriminación política en Cuba

por Ivette García González 26 abril 2022
escrito por Ivette García González

La discriminación política es posiblemente la más generalizada e institucionalizada en Cuba. Su base está en la fusión Partido/Gobierno/Estado para regir los destinos del país. Existe desde los años sesenta, pero en el lapso 2019-2022 se ha recrudecido. No es iluso pensar que empeorará con las nuevas normas jurídicas aprobadas o por aprobar en estos meses.

En la Isla suele asociarse la discriminación a ciertas identidades; pero en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ella alude a: 

«(…) toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se basen en determinados motivos como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición social y que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas».

En todas sus formas y expresiones, es uno de los modos más comunes de violación de derechos humanos. Todo un desafío para la humanidad, de ahí que exista un marco jurídico internacional  correspondiente. La Carta de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, más diversos pactos regionales y tratados globales refrendan tales derechos, recogen el espíritu de la humanidad y el compromiso de los estados. 

-I-

La discriminación política se expresa en el tratamiento desigual y lesivo hacia personas por las ideas políticas que profesan. Sus orígenes se encuentran en pugnas éticas, culturales, convicciones políticas, religiosas, etc.

Como en otras variantes, existen formas de canalizarla y materializarla. La jurista Alda Facio argumenta la «distinción, exclusión y restricción». Puede ser directa, indirecta y deviene estructural cuando el propio sistema mantiene en desventaja a ciertos grupos de personas. En ese caso —afirma el sociólogo Fred Pincus—  el elemento clave es «el efecto de mantener a los grupos minoritarios en una posición subordinada».

Discriminación política

(Imagen: Wimar Verdecia / Tremenda Nota)

En Cuba, tal discriminación —relacionada con la intolerancia y la violencia—, se manifiesta en todas esas fórmulas y vías. Y además, deviene «interseccional» cuando con ella se combinan otras actitudes discriminatorias. Por ejemplo, cuando los disidentes son personas negras o mestizas, LGBTIQ+ y mujeres.

En sentido general, este fue por décadas un tema tabú en Cuba. No obstante, la sociedad civil ha logrado denunciar y visibilizar en la agenda pública variantes como las mencionadas. En consecuencia, el gobierno implementa hace algún tiempo ciertas medidas para paliarlas.  

La relacionada con ideas políticas, sin embargo, ha sido ignorada y se recrudece según crece el disenso entre la ciudadanía. Sin duda, es mucho más conflictiva para el poder y tiene una raíz profunda en el modelo totalitario imperante.

Puede producirse en diferentes momentos de la existencia de un derecho. Su reconocimiento en la ley es el primer paso, pero dentro de ella misma puede subvertirse o hacerse inviable. Luego también puede ocurrir en otras dos etapas: el «goce» (necesidades que se satisfacen) y el «ejercicio» (aspecto activo del derecho) que supone la existencia de algún mecanismo para denunciar su violación y lograr resarcimiento. 

-II-

Entre 2019 y 2022 la discriminación política en Cuba ha escalado en todo sentido. La Constitución reconoce derechos pero es esencialmente discriminatoria y contradictoria en tal sentido. Responde a la dominación del Partido Comunista (Artículo 5) por encima de ella inclusive. Véanse los artículos que privilegian a su organización juvenil (6), los fines del Estado (13, inciso f), las organizaciones permitidas (14) y la exclusión de la discriminación política (42). Las libertades de pensamiento, conciencia, expresión y prensa (54 y 55) quedan atrapadas por la superioridad del PC y su fusión Gobierno/Estado, como se ha verificado en la práctica.

Posiblemente no haya existido antes un calendario legislativo tan lesivo para la ciudadanía como el actual. En particular para quienes disienten, a pesar de que las nuevas leyes contienen aspectos más a tono con exigencias internacionales sobre derechos humanos realizadas al Estado. Menciono cuatro que han sido de difícil o nulo acceso para los ciudadanos: Ley del proceso penal, los proyectos de leyes del nuevo Código Penal,  el de expropiación por razones de utilidad pública e interés social y el de la Ley de amparo de los derechos constitucionales.

Discriminación política

Tales normas amplían las facultades del Estado en detrimento de los derechos ciudadanos, prácticamente penalizan el disenso, aseguran mayor impunidad para represores y apoyantes y contravienen varios derechos constitucionales. Todo el espectro crítico de la sociedad resulta más vulnerable a la represión. Como es habitual, solo la prensa independiente asume un enfoque crítico.   

El peso de la discriminación política es tan grave que incluso el proyecto de nuevo Código de las Familias, que tiene aspectos positivos e incluye garantías a personas discriminadas, también activó alarmas en la sociedad civil. No es difícil imaginar que los sectores beneficiados lo serán mientras no se muestren críticos del gobierno. Si cruzan esa línea, caerá sobre ellos la discriminación política combinada con otras supuestamente proscritas, como ha ocurrido en no pocos casos desde el 11-12J.

Son leyes que se han preparado en un contexto de crisis nacional e incremento de las acciones represivas del Estado —muchas al margen de la ley— contra todo disenso o sospecha de este. En redes sociales y medios independientes sobresalen testimonios y denuncias.

Sobran los ejemplos de personas críticas privadas de empleo —mediante expulsión o porque no son admitidas— en el sector estatal y privado; impedidas del trabajo por cuenta propia, de salir de sus casas, de entrar o salir del país, desterrados, vejados durante las detenciones, imposibilitados de rentarse con particulares y violados sus derechos al debido proceso. Mientras, reina la impunidad de las fuerzas represivas y quienes apoyan al gobierno. En breve, con la unanimidad conocida del Parlamento, el Partido/Gobierno/Estado tendrá la mesa servida.

Discriminación política

(Foto: Irene Pérez/ Cubadebate)

-III-

Como sostiene Amnistía Internacional, la discriminación perpetúa la desigualdad y ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano. Los discriminados sufren la crueldad solo por pertenecer a un grupo «diferente» de quienes están en posiciones de privilegio o poder. Dado el elemental sentido de la justicia —que es un valor cívico fundamental— y la supremacía de los derechos humanos, esta situación debería preocupar y ocupar a la sociedad en su conjunto.

El Partido/Gobierno/Estado es cada vez más discriminatorio. En Cuba, con la discriminación política se violan aspectos medulares de la «Carta» y la «Declaración» mencionadas al inicio. También de los Pactos de derechos civiles y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales; convenciones sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, contra la mujer, sobre los derechos del niño, contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, y el Convenio relativo a la discriminación en materia de empleo y ocupación. 

El drama que viven hoy más de mil familias cubanas a causa de tener a uno o varios de sus miembros injustamente encarcelados como consecuencia de la crisis política, en especial desde julio 2021, es notorio. El que se sufre y narra desde las prisiones es un ultraje y una vergüenza nacional.

Sus consecuencias son enormes. No es un problema más, sino una limitación fundamental y un peligro para el futuro de la nación. Si de ir a la raíz de los problemas se trata, el fenómeno podrá atenuarse con el empoderamiento y presión ciudadanos; eliminarse, únicamente si cambian la naturaleza y condiciones que sustentan al modelo actual de sociedad.  

Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com

26 abril 2022 9 comentarios 2k vistas
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