Una sociedad consumista se construye desde la corteza más profunda; a partir de la elaboración de símbolos de un estatus quo para la vida contemporánea. ¡Beba agua Evian, no hay agua más fresca! ¡Protégete de la mediocridad: usa I-Phone! En una realidad histórica, donde la competencia económica traza las señales lumínicas a seguir y te ofrece veinte versiones de un tenedor, cuando con tres a lo máximo basta y, tal vez, con suerte, te lleves una cuchara gratis. ¿Cuál es el rol de las relaciones públicas y la prensa como gestoras de este delirio?
Quien se vende bien, vende más. Las empresas para tener un comercio exitoso necesitan una imagen corporativa: una visualidad y textualidad atrayente que haga de carnada para la heterogeneidad de peces en el mercado. La prensa aúna las audiencias dispersas, protegidas por el canon de objetividad y su aceptación en los marcos de lo tradicional. Por esa razón, los relacionistas públicos buscan el apoyo de los medios como una forma de catapultarse a la conciencia colectiva.
Tal vez, el objetivo fundamental de la prensa sea informar; pero es innegable que las grandes generaciones de prensa vienen acompañada con el desarrollo de la publicidad: desde la prensa de centavos, a Joseph Pulitzer y Randolph Hearst, hasta el surgimiento de la radio y la televisión. Es una hermandad, ambas con funciones diferentes, pero con el mismo objetivo, el lucro. ¿Estarán tan imbricadas estas dos manifestaciones de la comunicación que separarlas será como aislar el sol de la luz?
La prensa responde a los intereses de la clase en el poder. Por ejemplo, en Cuba la función publicista de la misma se extirpó como el miedo al catarro del consumismo capitalista y se limitó a su función de intérprete de la realidad y apoyo al sistema. ¿Ahora, con la vuelta del negocio particular volverá la moquera? ¿Esta será necesaria para impulsar la economía cubana? ¿Dónde está el límite entre lo útil y lo enfermizo?
Durante, cincuenta años el periodismo cubano subsistió alejado de la maquinaria de la McDonald, más cercana a las campañas contra el colesterol. El Estado financia las actividades de la prensa y crea una relación de dependencia económica. La publicidad brilla como un reductor de este vínculo, pero a la vez contraría las estructuras culturales y éticas desarrolladas durante cinco décadas.
La elaboración de normativas entre los medios de comunicación y la publicidad es una cuestión pendiente para la sociedad cubana. No quiero un país donde sus habitantes mueran por un jacuzzi o por un par de Nike con algún artilugio espacial. El consumismo es la adicción de las necesidades vanas y la prensa tendría que ser el martillo de los dioses de lo imprescindible.