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Gabriela Mejías Gispert

Gabriela Mejías Gispert

Psicológa cubana, femista, escritora

mercantilismo

Humanidad vs mercantilismo

por Gabriela Mejías Gispert 9 mayo 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

No es novedad que los medios hegemónicos recorten la realidad. Seleccionan qué parte mostrar acorde a sus intereses, mientras desvirtúan otros fenómenos. Para este tipo de medios, lo fundamental no es construir un sujeto crítico sino subjetividades. Las notas van dirigidas a la audiencia de consumidores y la realidad que reflejan va dirigida a sus accionistas. Muestran la cotidianidad de forma que los sujetos actúen acorde a sus intereses.

Recientemente algunos diarios se han hecho eco de una campaña mediática hacia las brigadas médicas cubanas. En Argentina, una serie de notas comenzaron a generarse ante la posibilidad de que una brigada con 200 médicos arribara al país. Clarín, Infobae, La Nación, entre otros, alegan que es una importación inexplicable, peligrosa incluso para el prestigio del sistema de salud nacional, entre otras barbaridades.

Estos medios, algunos de ellos multinacionales, son los mismo que encarnaron el lawfare en la Argentina durante los últimos años. Tienen negocios en conjunto y asociaciones con empresas estadounidenses. El grupo Clarín, sin ir más lejos, incorpora como socio minoritario a Goldman Sachs (The Goldman Sachs Group, Inc.) en 1999, uno de los grupos de banca de inversión más grandes del mundo. Entonces sabemos a qué intereses responden, no sorprende su lenguaje macartista cuando abrimos las tapas de noticias de dichos diarios. Sin embargo resulta inquietante que algunas corporaciones médicas se hagan eco del mismo mensaje.

El descrédito sobre nuestra idoneidad como profesionales de la salud, la fantasía acerca de una colonización comunista, el delirio generado en torno a la retribución monetaria  y la autocomplacencia al afirmar que se menosprecia al personal de salud argentino, resulta ridícula en boca de profesionales formados. Demuestra cuán hondo han calado las cruzadas anticomunistas en nuestra América, gravemente exacerbadas con la llegada al poder de Trump y el auge de presidentes de derecha como Bolsonaro, Macri y Piñera. Pero más que eso, demuestra el carácter elitista de algunos sectores de la comunidad médica argentina. Los argumentos casi infantiles, solo esconden el temor ante la posibilidad de mostrar una manera más humana de ejercer.

La corporación Médica Argentina es un actor social y económico importante en este país; nos comenta Noelia Poggi especialista en medicina integral y graduada de la ELAM. “Está íntimamente vinculada con todo lo que hace el mercantilismo de la Salud, hablamos de una corporación que utiliza la enfermedad como forma de acumular capital y se oponen a quienes muestran que otra forma de abordar la salud es posible. Creo que esta campaña dirigida a la medicina cubana tiene una intencionalidad política, pues Cuba representan un modelo que amenaza el imperante en Argentina. La medicina es la misma en todo el mundo, la diferencia es cómo se aplica, la mirada desde donde se abordan los problemas de salud”, afirma.

La brigada médica llegaría al país en el momento más crítico de la pandemia.

Esta decisión del gobernador de la provincia de Buenos Aires, se basa en la situación crítica que poseen zonas vulnerables, específicamente el cono urbano bonaerense. Ante las opiniones antes mencionadas, el Ministro de Salud de la Provincia, Daniel Gollan, declaró a A24 que esta posibilidad toma mayor auge al constatar que de 500 médicos generalistas inscritos para asistir a la Provincia ante la emergencia del Covid-19; el 70% desistieron al saber las condiciones: no están dispuestos a trabajar en hospitales públicos de zonas sensibles de la ciudad como es La Matanza, municipio con mayor cantidad de habitantes y vulnerabilidad; su altruismo es selectivo.

Voces de múltiples sectores firmaron una proclama dando a conocer su apoyo a los médicos de la isla. Entre quienes se encuentran la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; la escritora Stella Calloni, el sociólogo Atilio Borón, el senador nacional por Chubut Alfredo Luenzo, las actrices Cecilia Roth y Cristina Banegas, etc. En la proclama “Nunca más a la politización de la salud” afirmaron: “el rechazo a la sola posibilidad de que vengan médicos cubanos se alinea con la campaña de Estados Unidos contra la colaboración médica cubana en el mundo. Que hoy es parte de la agresividad y recrudecimiento del bloqueo contra ese hermano país”

De igual forma emitió un comunicado la Federación Argentina de Medicina General (FAMG) “rechazando toda forma de discriminación y descalificación a los colegas extranjeros, que en estas circunstancias especiales, podrían sumarse a trabajar en la emergencia Covid-19”. Se manifestaron también miles de graduados argentinos en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y afirmaron que no ven más que excusas políticas ante un apoyo solidario.

“Nos une la identidad y la integralidad como profesionales” cuenta Paula Artesi Herrera, referenta de la Agrupación Argentina de Graduados en Cuba, conformada en el año 2010. Desde su creación se fueron sumando profesionales de distintas especializaciones y provincias; más de 1300 Argentinos son graduados en la Isla. Los espacios que abarcan actualmente son disímiles: gestión pública, secretaría de deporte, proyectos comunitarios, proyectos laborales integrales, asesoramiento a nuevos egresados, congresos. Médicos y médicas argentinas que formaron parte de la brigada “Henry Reeve”, asistiendo ante la emergencia del terremoto de Haití y que hoy se encuentran muchos en la primera línea de ayuda ante esta pandemia.

“A veces nos dicen: ahí vienen las cubanas y es que nuestra forma de práctica profesional es muy similar aunque somos de distintas carreras y se lo debemos a nuestra formación” afirma Paula. La red creada por quienes se graduaron en Cuba recorre la Argentina, justamente en aquellas áreas donde las corporaciones no asisten. Su labor engloba desde programas nacionales del Ministerio de Salud como “el tren sanitario”, los dispositivos de salud móviles y articulaciones entre la Secretaría de Deporte para construir playones comunitarios, hasta labores en el Ministerio de Desarrollo Social.

Libia Tujuayliya Gea Zamora, médica de origen Wichí, formada en la ELAM en Cuba, habló en el programa “Voces del Mundo” sobre su experiencia: “siempre tuvimos presente que nos formábamos para volver a nuestras comunidades, el internacionalismo en nuestra formación se convierte en una aspiración profesional”. En la misma también calificó de ridículo el cuestionamiento acerca de la idoneidad de los médicos cubanos.

Al hablar de su preparación, Noelia Poggi comenta que además de las enseñanzas teóricas, agradece haber tenido mucha práctica y ejemplos sobre cómo actuar en situaciones de emergencia donde a veces los recursos escasean. “En nuestra formación tuvimos conocimientos sobre epidemiología, prevención, protocolos de estudio y atención ante este tipo de situaciones, así como cursos intersemestrales para situaciones de emergencia y desastre. Elementos que son base de nuestra formación e imprescindibles en estos momentos”, afirma.

Actualmente 23 brigadas médicas “Henry Reeve“ y aproximadamente 1400 profesionales cubanos de la salud atienden pacientes de Covid-19 en naciones de Europa, África, Medio Oriente , América Latina y el Caribe.

Brigadas que desde su creación en 2005 han asistido en casos de desastres y pandemias a distintos países; siendo reconocido su trabajo por varios gobiernos e organizaciones internacionales. Labor por la cual en el año 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) le otorgó el Premio de Salud Pública en Memoria al Dr. Lee Jong Wook, en reconocimiento a los 250 especialistas que ayudaron en África a luchar contra el ébola.

Ante este panorama solo puedo afirmar que ojalá no sean necesarios nuestros médicos en Argentina, ojalá el trabajo de prevención hecho hasta la fecha sea suficiente. Pero de no serlo, sé que se escucharán los aplausos de bienvenida por encima de los alaridos mercantilistas.

9 mayo 2020 15 comentarios 526 vistas
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pandemia

Una pandemia sin vacuna

por Gabriela Mejías Gispert 25 abril 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Desde hace unos meses el mundo modifica su forma de relacionarse. Como albañiles en apuros, desde que se declaró pandemia al COVID-19, los gobiernos ponen andamios de soporte para que no se desplome el mundo tal y como lo conocemos. Somos 4000 millones de personas en confinamiento. Junto al coronavirus, las mujeres también visualizamos con temor el aumento de otra pandemia: la violencia de género.

Y digo pandemia porque el saldo de muertes anuales en todo el mundo son considerables, al menos 3000 mujeres han sido víctima de femicidio en América Latina durante el 2019. Es por esta razón que el Secretario General de la ONU ha pedido a los gobiernos que la prevención al aumento de la misma sea considerada dentro de las estrategias durante el aislamiento.

pandemia

Campaña de la ONU “La pandemia en la sombra”

¿Qué sucede cuando la casa es el lugar donde se está en peligro?

En América Latina, en promedio 1 de cada 3 mujeres ha padecido violencia física o sexual en una relación íntima a lo largo de su vida y advierten que una de las principales estrategias de control de los perpetradores de violencia doméstica es la de aislar a la víctima. A pesar de las medidas tomadas, las denuncias a través de las líneas telefónicas y el funcionamiento de los refugios para contrarrestar la violencia doméstica tuvieron un incremento considerable.

Los femicidios lamentablemente también. Los países de la Unión Europea alertaron sobre este comportamiento al comenzar la pandemia y en América Latina sabíamos que debíamos tener especial cuidado por las características de la violencia de género en nuestra región. En Argentina, en un mes de cuarentena obligatoria se han cometido veintidós femicidios. Similares han sido los casos en México, Chile y Colombia.

Ante esta situación los gobiernos, ONG’s, organizaciones de masa e incluso la sociedad civil han tomado ciertas medidas. Se ampliaron el horario de las línea de atención a mujeres víctimas de violencia. Colombia (155), El Salvador (2510-4300), Chile (1455), Costa Rica (911), Argentina (144), Paraguay (137), Guatemala (1572), Perú (100), México (01 800 422 5256), Panamá (5006172), Bolivia (800 14 0348) y Brasil (180); además de Uruguay (0800 4141 o *4141 desde celular) y Ecuador (09 992 8032).

Se lanzaron campañas en conjunto con las farmacéuticas para que aquellas mujeres imposibilitadas de llamar sin ser escuchadas, pudiesen acercarse a la farmacia y pedir un barbijo específico como código de ayuda, activando de esta forma el protocolo de atención.

El aislamiento provoca tensiones y efectos psicológicos ante una situación de tensión como es la cuarentena obligatoria. Propicia el sometimiento, el maltrato físico y psicológico, así como la dificultad de pedir ayuda o denunciar debido al confinamiento. En Cuba, si bien no tenemos una línea gubernamental para la atención a víctimas de violencia, se han potenciado vías de ayuda ya vigentes: Se encuentran a disposición las 174 Casas de Atención a la Mujer y la Familia de la Federación de Mujeres Cubanas, que funcionan en todas las provincias.

La campaña Evoluciona, mantiene un llamado de atención sobre la sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado en tiempos de confinamiento, agravante que sufren nuestras mujeres. Así como pone a disposición una consejería vía mail.

Foto: Evoluciona. Campaña Cubana por la NO Violencia hacia Mujeres

En estos momentos, se hacen vitales también las redes sociales que seamos capaces de generar para prevenir, orientar y socorrer de ser necesario a las mujeres que sufren de violencia. Desde la plataforma digital Yo si te creo en Cuba se difunde una línea telefónica para asesoramiento legal y psicológico, así como un protocolo de acompañamiento para saber cómo proceder si no tenemos acceso a estos medios.

Nuestra herramienta más potente será siempre la empatía y la sororidad. Quizás en estos momentos lo tomemos como una urgencia; sin embargo constituye un aprendizaje ante la necesidad de cambiar la forma en que vemos socialmente la violencia en nuestro país. La violencia doméstica es minimizada y legitimada cada vez que miramos a un costado cuando escuchamos que alguna vecina o conocida puede estar siendo violentada.

Contextualizarla como un hecho frecuente del que pocas veces somos conscientes y ante el cual nunca debemos ser cómplices por la escucha pasiva o la mirada evasiva, nos hará sentir más seguras y atentas. Tenemos una pandemia que no cesa con vacunas y donde nuestra única posibilidad es un cambio de paradigma.

25 abril 2020 6 comentarios 865 vistas
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estado

La vez que nos salvó el Estado

por Gabriela Mejías Gispert 31 marzo 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

A lo largo de la historia hemos transitado muchas pandemias. Entre las más letales podríamos citar: la viruela, sarampión, la peste negra , VIH, las diferentes influenzas y más recientemente el corononavirus. Ya casi ninguna reconocidas por las personas de este siglo, fueron controladas gracias a vacunas y avances médicos que permiten su prevención. En épocas pasadas, donde la medicina tenía carácter de contingencia, estas pandemias resultaban incontrolables. Sólo el sarampión eliminó entre el 3 y 6% de la población mundial.

Lejos estamos de tener en estos momento dicho panorama de salud. Sin embargo la rapidez con que se ha propagado el virus y la suma de muertes ha sido considerable: 34.610 a la fecha. Paradójicamente, los países con mayor número de víctimas son también los más desarrollados. A todos nos sorprende y preocupa en diverso grado la crisis. En Latinoamérica vemos con preocupación las cifras. Suponemos a nuestro continente más frágil ante la pandemia, por poseer una economía menos estable. Sin embargo a lo largo de estos días de cuarentena; hasta el más lego puede notar que son otras las variables que definen cuán vulnerables nos encontramos.

Cada noticiero o diario que abrimos, vaticina una repercusión enorme para la economía mundial. La economía de mercado que mueve el engranaje global puso en jaque a gran parte del mundo. Nos encuentra con sistemas de salud en bancarrota producto de acuerdos con instituciones multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial; así como sanciones en el caso de Cuba, Venezuela y Siria. Tenemos deficiencias de atención primaria, privatización del sector salud, aumento sustancial de los costos de medicamentos y atención médica. Se suma el escaso financiamiento a los centros de investigación y los monopolios de grupos farmacéuticos. De este panorama no escapa ni el propio EE.UU, donde existen 87 millones de personas sin seguro social o seguro insuficiente; según afirmaba el candidato presidencial Bernie Sanders hace pocos días en el sur de Seattle.

El doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, portavoz del CADTM Internacional y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia, Eric Toussaint, lo cataloga como una crisis del sistema capitalista; donde el COVID-19 no ha hecho más que detonar la crisis de un modelo ya en decadencia. Sin entrar en detalles bursátiles, que podrán leer de su propia pluma, diré que no me sorprende su afirmación. Quienes soñamos con asistir al sepelio del neoliberalismo, vemos las imágenes de estos días con un dolor ambivalente. No queda duda de que tenemos que probar otras formas más humanas de hacer política.

La sucesión de gobiernos neoliberales de los últimos años, nos ha dejado sin herramientas para sostener las medidas necesarias ante una pandemia de este calibre. Las pujas políticas y el cuidado de la economía se continúa anteponiendo al cuidado de la vida. Tengamos en claro algo, el peligro nos llega a todos, pero el acceso a los cuidados para evitar contagiarse constituye un privilegio de clase: la cuarentena es un privilegio de clase.

La importancia del Estado ha quedado sobre el tapete.

No se trata de existencialismos en tiempos de crisis; hay que ver el mapa geopolítico en toda su amplitud para entender qué sectores han sido siempre los más vulnerables y lo son hoy, cuando se magnifica el peligro. Quiénes no perciben un salario mensual bajo contrato, quiénes viven de una jubilación escasa, quiénes no tienen obra social o acceso a salud gratuita, quiénes cobran por hora, quiénes viven en la calle y no pueden acceder siquiera al tan afamado alcohol (sea en gel o al 0.1 %) La lista es larga y angustiante.

Muchos mandatarios, como Macron, parecen haber descubierto el agua tibia hace poco al afirmar la importancia del Estado en la salud pública, universal y gratuita. Otros, como Bolsonaro y Trump , siguen jugando a que nada sucede y tienen todo bajo control. Algunos aterrados, como Piñera o Duque temen que el pueblo se les lance a la calle, cansado de tanto atropello. En estos momentos solo tengo dos faros, que me atrevo a decir sin chovinismo alguno: la diplomacia médica cubana y el recién electo presidente de Argentina. Es probable que sus medidas proteccionistas sean la garantía de que este virus se lleve menos vidas en ambos países.

Aún quedan unas semanas para el pico máximo en la curva de contagio. Cuando las aguas se calmen habrá preocupaciones del cotidiano de los días que nos asalten nuevamente; espero que el mundo no se olvide lo aprendido: de lo intangible de la vida. Las medidas que sean tomadas en lo adelante serán decisivas, ya no tanto para preserva  nuestra economía, pero si nuestra dignidad como humanidad.

31 marzo 2020 25 comentarios 496 vistas
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mujeres

Mujeres por cuenta propia

por Gabriela Mejías Gispert 17 febrero 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales,

humanamente diferentes y totalmente libres”

Rosa Luxemburgo

El último año en Cuba se ha caracterizado por grandes cambios estructurales, en busca de dinamizar la sociedad y formalizar la economía en sus transformaciones. Conseguir mayor productividad, beneficiar el sector financiero, rentabilidad e independencia del sector cuentapropista; se han enlazado con la necesidad de contemplar jurídicamente aspectos tales como la seguridad social y derechos de trabajo de quienes incursionan en este sector.

Según encuestas realizadas existen cerca de 600 mil trabajadores por cuenta propia hasta finales del año pasado. Cifras oficiales del Ministerio de trabajo y Seguridad Social, afirman que un 32% son jóvenes y un 36% mujeres. He aquí un dato interesante, a pesar de que las mujeres cubanas llevamos cinco decenios participando activamente en el mercado laboral, la desigualdad de género y su construcción social en este ámbito, se han visibilizado más notoriamente durante los cambios económicos fundamentales en las últimas décadas.

Momentos de quiebre fueron las depresiones económicas que surgen a partir de 1989, donde se agudiza una pirámide invertida en la cual las mujeres se vieron profundamente afectadas; siendo estas quienes en mayor número dejaron el trabajo remunerado para ocupar espacios de cuidado de la casa y de personas dependientes. Otro punto contrastante, fue la reapertura en 2010 de los empleos por cuenta propia. Las féminas constituyen un porciento mínimo de las licencias solicitadas, no llegando a alcanzar siquiera el 40% del total de los empleos privados, incluso en las últimas estadísticas del 2019.

¿Serán menos emprendedoras las mujeres que los hombres?

Quizás la respuesta haya que buscarla en la relación entre la base estructural de la desigualdad de género y la construcción social de las relaciones individuales.

Sobre las bases de tres elementos fundamentales, se van permeando las relaciones interpersonales que iluminan muchos aspectos que componen las sociedades modernas tal como las percibimos: El Estado, La familia y El mercado. A través del Estado se regula la participación, la voz y los intercambios de poder a partir de la ciudadanía. La familia suele contemplar la vida emocional, la herencia, la reproducción y la identidad a partir del contrato conyugal. Mientras, el mercado regula los intercambios económicos y la valorización del capital humano.

A esta definición de Teresa Inchaústegui yo agregaría La Educación como otro pilar fundamental, más importante en el caso de Cuba, donde el sistema educativo llega a todas las personas con un plan de estudios unificado. Corremos con una ventaja hermosa, que debemos saber aprovechar.

Teniendo en cuenta la relación dialéctica de estos elementos y su importancia como formadores de sentido en la identidad ciudadana, intentaré encontrar respuesta a mi interrogante desde estas pautas.

Si hacemos un pequeño recorrido por las actividades aprobadas para el sector cuentapropista, vemos que en su gran mayoría están redactadas en masculino. Un pequeño detalle no menos significativo si hablamos de promover voces diversas en este sector. De igual forma se aprecia una falta importante de propuestas profesionales a desarrollar.

En este sentido entra en juego otro factor: los oficios como salida laboral poseen una carga machista dentro del imaginario social. Como en los juegos de la infancia, parecieran divididos en “cosas de niñas y cosas de niños”. Yo al menos no conozco carpinteras, plomeras, electricistas, aunque muchas saben hacerlo a la perfección.  ¿Por qué no formamos parte de ese sector tan bien pagado en Cuba?

Desde otra mirada de análisis, vemos cómo la mayoría de las tareas de menor rédito económico dentro de la paleta de empleos privados, son las que suelen emprender las féminas. Asociadas a roles de cuidado, atención al público o trabajos relacionados con las tareas domésticas.

Tomado de: Statista

Quizás muchas de las “normas” con las que crecimos nos han jugado una mala pasada: sabemos dirigir, somos mayoría de graduadas universitarias, pulpo a cuatro manos para cumplir una doble jornada; pero nos educaron fuera de la competencia laboral porque el hombre es quien siempre cumplía el rol de proveedor fundamental de la familia. No lo digo como un generalidad, si como una construcción patriarcal muy arraigada; al tal punto que a las madres solteras suelen decirles que han sido mamá y papá, como si necesitaran una existencia binaria que complemente.

Por otro lado, los proyectos de economía, no contemplan el trabajo no remunerado cubierto usualmente desde el hogar. Dentro de la jerarquía del mercado, las actividades que forman parte de la vida cotidiana poseen un reconocimiento menor, aunque a los efectos de bienestar social e incluso económico, suponen un valor cualitativo igual de necesario que el trabajo remunerado. Una tradición patriarcal liberal, de la cual Cuba no está exenta.

Según un análisis de la Encuesta sobre igualdad de género (ENIG,2016) existen diferencias significativas por sexo en el tiempo dedicado al trabajo no remunerado. Las mujeres emplean 14hs semanales en estas tareas, por encima de su contraparte masculina. Sin embargo, en cuanto al trabajo remunerado, ambos dedican similar cantidad de horas.

Esto constituye una doble jornada no reconocida, enmascarada de un lado tierno y de cuidado que supuestamente es inherente a la feminidad.  Donde ser “buena madre, esposa e incluso hija” implica resetear nuestro organismo luego de las 4 de la tarde; devolverlo a cero y enfrentar otra jornada. Capacidad biológica que supuestamente viene con nuestro sexo asignado al nacer.  Esta diferencia se duplica cuando vemos los resultados de la encuesta en personas que no se encuentran vinculadas laboralmente.

Por consiguiente, existe desigualdad en la carga laboral; condicionada por un conjunto de roles asignados, que a pesar de tantos logros siguen influyendo negativamente en la economía y la calidad de vida de las mujeres cubanas.

Pensemos qué sucede cuando una mujer decide dedicar más tiempo a actividades de desarrollo personal o recreativas. En primer lugar, gran parte de ellas puede alcanzarlo cuando les hijes ya crecieron; aunque esto nos las exenta de comentarios machistas sobre “estar desatendiendo el hogar” (comprendiendo hogar como familia, pareja, cuidado de la casa, adultos mayores, etc.)

En segundo lugar, quienes consiguen no emplear tiempo libre en estas tareas, suelen tener la posibilidad de que otra persona las realice: generalmente otra mujer. Basta con ver los anuncios de solicitud de trabajo de algunas páginas o revisar quién cuida al abuelo durante el día o limpia nuestra casa, si es que tenemos la posibilidad de pagarlo. Una cadena infinita, donde a través de generaciones se legitima la mano de obra femenina desde una mirada estigmatizada y menos valorizada en el mercado. Esta mirada se exacerba con la apertura del sector cuentapropista.

Respondiendo la pregunta inicial: Una doble jornada limita la disposición del tiempo para emprender un proyecto propio. La falta de una base monetaria, creada por esta misma dependencia económica, ya sea mayor o menor, lo asevera. Los estereotipos persistentes y la falta de versatilidad en las propuestas reducen las posibilidades: así si respondes a estos estereotipos de belleza, no tienes hijos, eres soltera y preferiblemente joven, quizás te contraten en buen empleo como adorno imprescindible.

Estamos sin dudas de acuerdo con Marx cuando señala el carácter económico de la producción doméstica como generador de valores de uso por medio de un trabajo. De una actividad humana transformadora. ¿Pero quién paga este trabajo? También cuando lo coloca en el foco de las relaciones de producción capitalistas, como sector explotado en detrimento del mercado.

Bien aplicamos sus tesis, al defender que la liberación de la mujer y su inserción en trabajos fuera del hogar, como elementos fundamentales dentro de la lucha de clases desde inicios de la revolución. Sin embargo, nuestro modelo nos ha demostrado que el patriarcado y sus formas de dominación, persisten aún sin el capitalismo. Es hora agrandar los postulados. Las relaciones de mercado cambiaron al abrir el juego y es necesario contemplar en las legislaciones futuras las garantías necesarias para que sea con todes y para el bien de todes.

17 febrero 2020 14 comentarios 556 vistas
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dispersa

La ley dispersa

por Gabriela Mejías Gispert 9 enero 2020
escrito por Gabriela Mejías Gispert

En el IV período de sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (ANPP) celebrados los días 20 y 21 de diciembre de 2019, se aprobó un cronograma legislativo ambicioso. Las expectativas generales ante los resultados de este debate eran altas. El deseo de diagramar una labor legislativa acorde a la nueva constitución y las crecientes transformaciones de la sociedad cubana, se convirtieron en una realidad.

En este marco, el 21 de noviembre del mismo año, 40 mujeres cubanas entregaron una Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género a la ANPP. El objetivo era que dicho reclamo fuera tenido en cuenta en las sesiones ordinarias. Una propuesta con una fundamentación rigurosa: Detalla antecedentes legislativos en materia de políticas públicas y acuerdos internacionales, así como datos estadísticos de la reproducción de la violencia de género en nuestra sociedad; brindados por la Encuesta Nacional de Igualdad de Género (ENIG) realizada en 2016.

A día de hoy 900 personas han colocado su firma junto a las 40 iniciales, en apoyo a la solicitud. Sin embargo, no existe una respuesta formal a la iniciativa ciudadana; si una de facto: La ley no se encuentra dentro de las 107 previstas a aprobar en los próximos 8 años.

En el discurso de clausura de la Asamblea, el presidente de la república habló sobre la importancia de legislar sobre este tema, lo cual implica un reconocimiento de la dirigencia ante la problemática. Lleva entonces a preguntarnos qué criterios son los manejados para no tener en cuenta la solicitud presentada.

Una actualización del código de familia y del código penal vigente se encuentran dentro de las programadas en los próximos períodos asamblearios. Con esto podríamos suponer que dentro de ellas se encontrarán reformas para tratar el tema a nivel legislativo y jurídico.

Supongamos que se incluyan los términos correspondientes en el código penal y la tipificación del delito tantas veces solicitado, el cual debe ser abordado en toda su amplitud: la violencia de género y el crimen de odio afecta tanto a las mujeres, niñas, adolescentes, gays, trans y personas con identidades no binarias.

Supongamos también, que se contempla la violencia familiar dentro del nuevo código: es preciso diferenciarla de la violencia de género en tanto constituye solo uno de los ámbitos vulnerables en el entramado. Siendo más optimistas; supongamos que, dentro del conjunto de leyes propuestas, la mayoría abordarán el tema en algunos artículos medulares. Sin embargo:

¿Serán analizados los proyectos con una perspectiva de género?

El organismo designado como encargado de velar por los adelantos de la mujer en Cuba es la FMC. No ahondaré en el tema en esta ocasión, pero su carácter de ONG forma parte de las razones por las cuales seguimos sin tener una política transversal de género en Cuba.

Desde 1977, año en que se adoptó el Plan de Acción Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina, se ha reconocido la necesidad de leyes específicas para tratar este tipo de violencia. En disímiles encuentros –de los cuales Cuba ha sido partícipe— se ha destacado la necesidad de enfocar las políticas desde un lugar que permita la capacitación, el seguimiento de las políticas y resultados concretos. Entonces desconcierta cuando en un marco de reestructuración tan importante estos aspectos no son tenidos en cuenta.

Encarar políticas públicas que incidan de forma efectiva ante los mecanismos de reproducción de la violencia, comienza por comprender y abordar todas sus aristas. El código penal, constituye un conjunto de regulaciones que contienen las normas unificadas y sistematizadas de una nación. Uno de sus principios fundamentales es ser utilizado como último recurso al que una sociedad debería apelar.

Debe intervenir cuando sea estrictamente necesario en términos de preservar una integridad social general, pues su función reside en juzgar hechos acaecidos. Dado su carácter punitivo, el alcance del derecho penal queda en lo último de la cadena de violencia: su respuesta tiene límites. Sin instrumentos institucionales que lo apoyen, se convierte en un dispenser de penas que no tiene otro camino que esperar, con las manos atadas a que la situación llegue a su jurisdicción. Por ende, esta modificación no sería suficiente por sí misma.

Promover leyes que prevengan y sancionen la escalada es lo que pretende una ley integral. En esta díada radica la efectividad de una perspectiva más amplia para abordar la violencia de género, que de otro modo queda dispersa en muchas normas con agujeros legales difíciles de tapar.

Las organizaciones no gubernamentales y los esfuerzos de la ciudadanía no son suficientes. El Estado debe disponer de una institucionalidad que acompañe estos esfuerzos. Se necesita mayor número de consejerías y un funcionamiento adecuado de las casas de orientación: estas solo sirven de escucha pasiva sin un asesoramiento jurídico que acompañe el proceso. Además, se necesita un contacto directo que solucione el desamparo en los momentos de urgencia: una línea de apoyo las 24hs, casas de acogida a las víctimas de violencias, estadísticas reales y confiables, así como una transversalización de dichas políticas en todos los sectores.

En mi criterio, sin una ley específica hacia la violencia de género el tratamiento resulta reduccionista. Un paliativo a una problemática por largo tiempo invisibilizada y subestimada en la Isla. Una ley integral y transversal es lo exigido por razones evidentemente más exhaustivas, que no resolverán parches jurídicos.

¿Cuáles son los caminos para lograr incluir una perspectiva de género dentro de las leyes venideras?

El tipo de ley propuesta, se sustenta en cuatro pilares fundamentales: prevenir, sancionar, prestar asistencia a las víctimas y erradicar de violencia de género. Cada uno de ellos contiene un abanico extenso que abarca la economía, la salud, el mercado laboral, la esfera familiar, las formas de relacionarse, los medios, la integridad física y psicológica, entre otras cuestiones.

Cuba tiene un amplio recorrido en instrumentos encaminados a prevenir este tipo de violencia; pero al estar ausentes el resto de los elementos, los esfuerzos han sido insuficientes para un logro efectivo de su objetivo. Si no se tienen en cuenta, corremos el riesgo de que los mecanismos de reproducción de la violencia continúen transcribiéndose cotidianamente en la educación, la distribución del trabajo y en las relaciones interpersonales.

Las leyes regentes, deben poner en funcionamiento políticas con un mirada interseccional, con instrumentos transversales que permitan legislar hacia una sociedad más equitativa. La interseccionalidad dentro de una política pública; parte del reconocimiento de la coexistencia de distintos sistemas de dominación, que configuran estructuras históricamente situadas.

Pensar una ley con esta mirada, involucra reconocer la necesidad de intervenciones diferenciadas a través de acciones positivas. Para ello es necesario desterrar la visión homogeneizadora de la sociedad que por tanto tiempo ha regido la política de nuestro país. La preparación y la responsabilidad de cada uno de los organismos resultará fundamental para mirar una sociedad que ha cambiado y necesita legislaciones acordes.

La respuesta formal podría llegar en las próximas 72 horas, según una citación recibida esta semana por varias de las firmantes de la Solicitud de la Ley Integral contra la violencia de género. La reunión tendría lugar el 10 de enero de 2020, en la Oficina de Atención a la Población de la ANPP.

Hoy solo podemos afirmar que conocemos parte de ella, como diría una colega: “la ley se lleva el premio flaco” en este ejercicio sin precedentes. Si la respuesta fuera una mirada transversal en las leyes venideras, cabría cuestionarse de igual modo la necesidad de una ley que reglamentara, acompañara y controlara el proceso. Aún quedan muchas interrogantes por responder y varias transformaciones durante los próximos nueve años; en los cuales la participación activa de la sociedad tendrá un peso fundamental. Será nuestra tarea ubicar y hacer valer nuestro lugar en el “cronograma” de la Revolución.

Para contactar con la autora: gamgispert@gmail.com

Si quieres apoyar la Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba, envía un mensaje a cubaleyviolenciadegenero@gmail.com con tu nombre y apellidos.

9 enero 2020 23 comentarios 595 vistas
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vindication

The struggles for vindication

por Gabriela Mejías Gispert 1 diciembre 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Recently, a photo of Mon Laferte at the red carpet of the Latin Grammys seeking vindication for women circulated in the social networks. The artist and singer denounced the violence that’s been escalating in her country for several weeks now. Chilean singer Álex Anwandter also protested, by posing with a sign in front of the cameras. Two Chilean sportspeople from different disciplines used their time on the winners’ podium to make the same statement as they received their medals: they covered their eyes for the official photograph, asking for justice for the people who have lost them because of the bullets and the teargas. A similar gesture can be seen in images of different artists, who have used their personal accounts to spread a patent truth which the media manipulate.

‘They are killing, raping and torturing us’ were the words written by the singer, the same phrase visible in the flag held by the athletes and on Álex’s sign. However, the latter images I speak of are not known by many. Mon Laferte’s photo monopolized the headlines, and none of them made emphasis on the loudest words the artist uttered without moving her lips: they kill, they torture, they rape.

The choice of location was not random. ‘The plan, precisely, was to make a public condemnation in a place where it could receive a lot of attention’, she confessed to Europa Press. It wasn’t only the media that shifted the focus of attention. Laferte received all sorts of reactions on her social network profiles. Her protest garnered expressions of pride, admiration and a fair share of rejection. What’s true is that the double standard surrounding the singer’s denunciation raised many questions to be considered.

What’s upsetting in Mon Laferte’s statement? Is it her breasts or the violation of human rights in Chile?

Unintentionally, the singer put many truths on her body, which went beyond the words used. A woman’s body as merchandise is not offensive, see-through dresses and ‘sensual’ poses address no one. But words on the body of a woman who’s not used as an object of desire bring out opinions galore.

The length of the dress or the choice to become a mother are still in dispute. Chile doesn’t have legislation to guarantee legal and free abortions, let alone safe ones. The scarf around her neck is another claim of the Chilean women who have taken to the streets. It’s a scarf raised for all those who have died because of backstreet abortions or have served sentences for having refused to give birth. Is this not a violation of human rights?

The female body has been the ground of historical dispute, not only when we refer to the beauty canons that mean to shape it, but also in the coarsest, most grotesque situations. Violating the body of the wives of soldiers in the ancient wars was a way to assert power, intrusion, and domination.

In the words of Rita Segato, the female body is the frame or canvas on which the moral defeat of the enemy is written.

On the other hand, objectifying an opponent is the only subjective way of losing touch with the part of human condition that shuns violence. Language, in its role of mediator, becomes dehumanizing, and the one attacked is displayed as a threat to a truth one feels it’s within one’s right to safeguard.

In modern-day disputes, forced nakedness, lacerations and violations of women have an intention that goes beyond political conflict. Women bear a doubly meaningful load within the violence of a conflict, and their bodies constitute another ‘truth’ that feels threatened in the midst of political dispute.

Mon Laferte showed her bare torso as an analogy of several territories in dispute. Her Chilean, female body, adorned by nothing more than a green scarf and the words that both Chile and violated Chilean women cry out.

(Translated from the original)

1 diciembre 2019 0 comentario 536 vistas
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lucha

Las luchas por las reivindicaciones

por Gabriela Mejías Gispert 26 noviembre 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Recientemente circuló por las redes sociales una foto de Mon Laferte en la alfombra roja de los Latin Grammy en un gesto de lucha. La artista y cantante, denunció la violencia en escalada que viene aconteciendo en su país, desde hace varias semanas. También lo hicieron Álex Anwandter, cantante chileno, quien posó con una pancarta ante las cámaras. Dos deportistas de distintas disciplinas, de igual nacionalidad, aprovecharon el podio al recibir las medallas para patentar el mismo reclamo: Cubrieron sus ojos para la foto oficial, pidiendo justicia por las personas que los han perdido a causa de las balas y los gases lacrimógenos. Similar gesto se repite en las fotos de diversos artistas, que han utilizado sus cuentas personales para difundir una verdad a voces que los medios manipulan.
“Nos matan, violan y torturan” fueron las palabras escritas por la cantante; las mismas que se observan en la bandera que levantaron los deportistas y en la pancarta de Alex. Sin embargo poco se conocen del resto de las imágenes de las que les hablo. La foto de Mon Laferte acaparó los titulares y ninguno ​hacía​ énfasis en las palabras más fuertes que gritó la artista sin abrir la boca: matan, torturan, violan.
No fue casual la elección del lugar “El plan era precisamente hacer una denuncia pública en un lugar donde podía llamar muchísimo la atención”, confiesa a Europa Press. No solo los medios movieron el foco de atención. Laferte recibió todo tipo de reacciones es sus redes. Su protesta cosechó expresiones de orgullo, admiración y otras tantas de rechazo. Lo cierto es que la doble moral alrededor de las denuncias de la cantante generó muchas interrogantes en las cuales pensar.
¿Qué enoja de las demandas de Mon Laferte, sus pechos o las violaciones de los derechos humanos en Chile?
Sin proponérselo la cantante puso sobre su cuerpo muchas verdades, que traspasaron las palabras usadas. El cuerpo de la mujer como merchandising no ofende, las transparencias en los vestidos con poses “sensuales” no interpelan a nadie. Pero sobre el cuerpo de una mujer, que no es usado como objeto de deseo, muchos se opina.
El largo del vestido o la decisión de ser madre aún están en disputa. Chile no tiene ley aborto legal, gratuito y mucho menos seguro. El pañuelo en su cuello es también uno de los reclamos de las mujeres chilenas que hoy se encuentran en las calles. Un pañuelo alzado por todas las que han muerto a causa de abortos clandestinos o cumplido condena por no querer ser madres. ¿No constituye esto una violación de derechos?
El cuerpo de la mujer ha sido territorio de disputa históricamente. No solo cuando señalamos los cánones que apuntan a moldearlo; sino también en su forma más burda y grotesca. Violentar el cuerpo de las mujeres de los soldados en antiguas guerras, constituía una forma de demostrar poderío, intervención, dominio.
Al decir de Rita Segato, el cuerpo de la mujer es el bastidor o soporte en que se​ escribe la derrota moral del enemigo​.
Por otro lado, cosificar a un contrario es la única forma subjetiva de perder contacto con la condición humana que evita la violencia. El lenguaje en su papel de mediador deshumaniza y el violentado se vuelve objeto amenazador, de una verdad que se cree con derecho a salvaguardar.
En las disputas de la actualidad, la desnudez forzada, las laceraciones y las violaciones a las mujeres poseen una intencionalidad, que va más allá del conflicto político. Las mujeres poseen la carga doblemente significativa ante la violencia en un conflicto y su cuerpo constituye otra “verdad”, que se siente amenazada ante la disputa política.
Mon Laferte, mostró su torso desnudo como analogía de varios territorios en disputa. Su cuerpo chileno, de mujer, sin más adorno que un pañuelo verde y las palabras que sangran tanto Chile como las mujeres chilenas violadas.

26 noviembre 2019 31 comentarios 727 vistas
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desmontando

Desmontando mitos

por Gabriela Mejías Gispert 18 octubre 2019
escrito por Gabriela Mejías Gispert

Recientemente me han acusado de promover la ideología de género dentro de mis textos y por ende en la Revolución. Nuestra revista abre una puerta al debate, por tanto, me siento en la obligación de comenzar desmontando ciertos mitos y aclarar ciertos conceptos para que ese debate tenga una base coherente.

La ideología, desde la filosofía, sería el estudio de las ideas. Podemos decir que constituye un sistema de ellas, que crean una visión del mundo y una moral social particular.

Desde las ciencias sociales, se reconoce la ideología como un sistema de ideas y valores de la clase dominante, así como al discurso destinado a legitimar y mantener dicho dominio. En particular imponiéndose a sí mismo como discurso de la verdad.

Por otro lado, género es un término específico de las ciencias sociales: alude al conjunto de características diferentes que cada sociedad asigna a hombres y mujeres.

Entonces; ideología de género más allá de un argumento sexista, constituye una incongruencia.

En la década de los 70, comienzan a instaurarse formalmente dentro de la academia “Los estudios de género”. Se realizan publicaciones desde diversas universidades que abordan el término como una herramienta analítica. En los años ochenta el vocablo se vuelve de uso corriente; al punto de utilizar sexo o género indistintamente, incluso en el lenguaje coloquial.

A este panorama se suma la inclusión de la categoría “género” en las Conferencias Internacionales a favor de los derechos de las mujeres. En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) conocida como “El Cairo 1994”, se define por primera vez el reconocimiento internacional del derecho a la “planificación familiar”. Su Programa de Acción exhorta a los gobiernos a considerar que los abortos en condiciones de riesgo, son una causa importante de mortalidad materna.

Posteriormente, en la IV Conferencia Internacional de la Mujer de las Naciones Unidas –realizada en Beijing en 1995— se reconocen los derechos reproductivos vinculados con la salud de las mujeres.

Sectores conservadores intentaron modificar la inclusión del término, generando “estudios” sobre cómo estos acercamientos, denominados “feminismos radicales”, rompían con el orden natural de la sociedad.

Esta concepción de “inminente peligro” comienza a ser patente en 2004, cuando el Pontificio Consejo para la Familia escribió una carta a los Obispos de la Iglesia Católica, resaltando el potencial del “género” en la destrucción de los valores femeninos importantes para la iglesia, refutando la distinción natural y jerarquía entre los hombre y las mujeres, en los cuales se basa la familia y la vida social.

Desde entonces ha tomado popularidad entre los defensores del orden “natural y/o “religioso” de la vida. “La ideología de género” se esgrime como una estrategia de comunicación y persuasión. Una amenaza fantasmal donde depositar todos los argumentos conservadores, sin poner al descubierto construcciones patriarcales que ya no son bien vistas.

Estos sectores, generalmente de derecha, han colocado la mal llamada “ideología de género” como caballo de Troya, a punto de romper lo considerado “normal” y aceptable dentro del orden social. La posibilidad de concebir el género como una construcción cultural, la cual puede ser diferente del sexo asignado al nacer, hizo poner los pelos de punta a muchos.

Como afirmara la senadora colombiana Claudia López: “La ideología de género no existe en la ciencia o en la academia; pero si en el lenguaje y en la política”.

Este término ha tomado cierto auge en nuestro país a partir de un creciente pensamiento entorno a la construcción de género. Más notoriamente durante el referéndum constitucional que planteaba la necesidad de otorgar los mismos derechos a todas las personas.

¿Qué abarca entonces este invento llamado “ideología de género”?

  1. Las teorías feministas: cuyo objetivo radica en la comprensión de las desigualdades y la opresión histórica de las mujeres, dentro del orden eminentemente patriarcal.
  2. Los estudios de género; que centran su atención en los procesos de construcción social de la identidades femeninas y masculinas, así como los estudios sobre las personas Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Intersexuales y Queers (LGTBIQ).
  3. Movimientos feministas; que abogan porque las mujeres posean las mismas oportunidades y derechos que los hombres, en el marco de una sociedad menos sexista y más igualitaria.
  4. Los movimientos por los derechos de las personas LGTBIQ; en busca del reconocimiento pleno de sus derechos humanos y el derecho a la dignidad.

Se han visibilizado en las últimas décadas durante manifestaciones, como argumento en contra de los derechos humanos, la educación sexual y el aborto no punible. En países donde existe un movimiento feminista y LGTBIQ visibles, esta consigna polula entre algunos medios, miembros de la iglesia y sectores conservadores de la política. La ideología de género solo existe en los carteles de los antiderechos.

Si miramos detenidamente, la teoría de género no posee nada diabólico ni adoctrinador. Aboga por una sociedad más equitativa donde sean respetadas las individualidades, los derechos humanos y la dignidad.

Aquellos que temen a una sociedad más igualitaria, se encuentran más cercanos a un derechista y homófobo como Agustín Laje Arrigoni o Jair Bolsonaro, que a Nuestra Revolución. No seamos eco de manuscritos sin fundamentos.

18 octubre 2019 48 comentarios 756 vistas
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