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Autor

Ely Justiniani Pérez

Ely Justiniani Pérez

Periodista cubana, artemiseña, amante de los animales

creer

Jugando a creer

por Ely Justiniani Pérez 18 septiembre 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Me llamo Elianys de la Caridad. Esa mención a la Virgen fue el punto de entendimiento entre mi madre católica y mi padre dirigente: “si no la vamos a bautizar, por lo menos que lleve ese nombre”- acordaron.

Ambos eran militantes del Partido, y para que nadie se atreviera a señalar algún “desvío ideológico” en ellos, llegaron a una especie de pacto que implicaba reservar la religión para puertas adentro de casa. Es así como crecí alejada de la Iglesia, pero no de la Fe, combinando discursos de Fidel con oraciones a San Luis Beltrán que mi madre leía al pie de mi cama cada vez que me enfermaba.

Con el tiempo, mis padres han admitido que la causa de esa decisión no fue una prohibición, sino el miedo.

Ya en 1995 -cuando nací- apenas se hablaba de gente expulsada del trabajo debido a sus creencias, y no existían ya los campamentos de las UMAP, donde décadas antes llevaban -entre otros grupos- a los religiosos para ser “reeducados”. Sin embargo, todavía en el último quinquenio del siglo XX, se percibía el tufillo de esa discriminación; el temor a aquella avalancha que se precipitó sobre los creyentes en los 60, cuando un crucifijo en el pecho, podía representar una pesada cruz a cuestas.

No hablaré de esos años. Creo que de ellos ya hemos tenido bastantes testimonios y no es mi intención ahondar en esa herida. Prefiero celebrar que esas tensiones se hayan relajado hace mucho y que cada día se ejerza con mayor libertad la religión en Cuba, donde coexisten con bastante respeto los protestantes, católicos,  yorubas, abakuás y minorías como los judíos, budistas y musulmanes.

Sin embargo, el perdón no significa olvido.

Aunque se haya llegado a la comprensión de que un toque de santos o un culto evangélico no tienen por qué estar divorciados de la fiesta del CDR, me rehuso a aceptar las crecientes incoherencias de quienes aún no han pedido disculpas por daños cometidos, y hoy se presentan como hijos devotos de “las once mil vírgenes” en el intento de reescribir una historia que aún duele.

Felicitar a los fieles en el día de sus santos, apoyar y elogiar las festividades, o resaltar a la Virgen de la Caridad como patrona de Cuba, e incluso mostrarse como sus seguidores, es un acto generoso, y políticamente inteligente. Pero simular que de repente el chip fue reseteado, y creerse con la facultad de enunciar de quién aceptará ofrendas o no una santa, no es solo bastante risible: es la segunda parte de una mala película que tiende a rozar el ridículo.

Que el Estado busque en la religión una tribuna para su discurso, muestra que no está tan alejado de esos a los que llama enemigos.

La diferencia radica más bien en el tacto detrás de la comunicación política: mientras unos convocan a colgarse un girasol en la solapa, los otros, con su sutileza de corral, intentan excluir a “mercenarios” y “vendepatrias” de una Fe que admite a todos. Lejos de interesarse por quiénes son aceptados en cada dogma, el gobierno cubano debería resolver asuntos pendientes para asegurar que el ya alcanzado ejercicio abierto de la religión, no interfiera con los derechos de la ciudadanía en general, ya sean creyentes o no.

Pudiéramos comenzar por exigir que nuestras avenidas y espacios públicos no se conviertan en repositorios de ofrendas y sacrificios animales, y que se reserven estas actividades para lugares apartados; o por garantizar que los protestantes construyan sus templos en sitios despejados, donde puedan cantar y alabar con su alegría de costumbre, sin que el ruido o la aglomeración diaria de personas, moleste a la comunidad.

Un Estado que garantice derechos de todo tipo.

Sería coherente con los principios de un Estado laico, el evitar que la presión religiosa respecto a algunos asuntos, medie en las decisiones tomadas por país, y hasta ahora hemos mostrado algunos puntos flacos en este sentido, como la propuesta de llevar a plebiscito el matrimonio igualitario, a sabiendas de que algunos grupos, por sus creencias, podrían tronchar a otros este derecho.

Creo que si en algo coincide una gran parte del pueblo, ateos o creyentes, es en la necesidad de tener dirigentes comprometidos con los derechos de todos y todas, que unan y no separen, que dejen de interpretar papeles absurdos, y asuman posturas lúcidas e inteligentes para favorecer al país. El tiempo pasa… para qué perderlo jugando a creer cuando aún hay tanto por arreglar.

18 septiembre 2020 33 comentarios 696 vistas
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animal

La Isla y el filtro animal

por Ely Justiniani Pérez 2 septiembre 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Ciento cuarenta cadáveres. Manuel Litran los tendió uno a uno sobre el asfalto hasta que en la carretera Magny-Cours los cuerpos se mezclaron con el horizonte. Entonces el fotógrafo capturó el escenario: aquel cementerio de perros que podría interpretarse también como el fruto de la infinita arrogancia humana.

La imagen, publicada en 1980 en la revista Paris Match, contenía a todos los canes sacrificados en las perreras de la capital francesa durante solo dos días, luego de que sus dueños los abandonaran a su suerte para irse de vacaciones. “La foto de la vergüenza”, no era más que el reflejo de una fórmula repetida cada verano, una que desgraciadamente aún sucede.

Manuel Litran/Paris Match

El abando de mascotas, el daño físico, la caza furtiva, la reproducción forzada y la experimentación científica con roedores o simios, son solo algunas de las tantas expresiones de crueldad en un mundo cada vez más violento, donde los animales son blancos fáciles. El maltrato animal no es exclusivo de un país o una época. Existió y persiste. Comenzó el día en que los humanos nos creímos con mayor privilegio sobre el planeta que la golondrina, el leopardo o el delfín.

Pese a esto, hace varios años se viene legislando sobre dichas cuestiones desde todas las latitudes. También en América Latina se han visto cambios significativos en el marco jurídico debido a las exigencias populares. 

En algunos países de la región, las penas por abandono o maltrato derivado en la muerte del animal oscilan entre costosas multas y privación de libertad de uno a cinco años. Brasil fue el primer país de la región en convertir a un animal en sujeto de derecho, mientras que Paraguay y Argentina fueron pioneros, desde 1953, en aprobar leyes que contemplaban la represión a los actos de crueldad a las especies, tanto domésticas o domesticadas, como silvestres o exóticas en cautividad. Medidas similares fueron introducidas en la legislación hondureña a partir de 2017.

En Colombia y Bolivia las multas por actos de crueldad y violencia cuestan hasta 60 salarios mínimos y de uno a tres años de carcel. México propone hasta 5 años de prisión a quien participe de alguna manera en peleas de perros, y hasta 9 años a quien dañe, mate o comercialice con determinadas especies salvajes. Estas sentencias se incrementan si el infractor es un funcionario del gobierno. Perú procede de manera similar en estos casos, y además sanciona a quien venda productos de consumo animal que estén falsificados, corrompidos o dañados, poniendo en peligro la vida, salud o la integridad física de los mismos.

Chile, desde 2009 aplica medidas para la tenencia responsable de mascotas y diseñó un registro de cría y venta de animales de compañía. Por su parte, Costa Rica, en 2014, prohibió las peleas de perro y desde 2017 aprobó una Ley para el Bienestar Animal que devino en el fin de la caza deportiva y el cierre de los zoológicos estatales. Ese mismo año, Guatemala declaró inadmisibles la experimentación en animales para fines cosméticos, la explotación de los mismos en circos y la zoofilia, actividades que también son vedadas en la República Dominicana.

Algunas naciones latinoamericanas como Ecuador o El Salvador, no comprenden al animal como un ser sintiente, sino como mueble, cosa o pertenencia de los humanos, o se centran solamente en proteger a los animales de compañía. No obstante, en casi todos es una constante la prohibición de actos de crueldad, la creación de refugios, la mención de derechos y obligaciones de los ciudadanos para con sus mascotas o rebaños, así como las regulaciones para la transportación, cría, caza y comercio. 

Aunque los combates entre animales son vedados en casi todos los países, las peleas de gallos y corridas de toros o espectáculos animales constituyen una excepción en las actividades prohibidas en algunas naciones, por considerarse parte del patrimonio cultural, no obstante, existe una tendencia cada vez mayor a reducir o eliminar estas prácticas. No siempre lo tradicional es hermoso o correcto.

La aprobación o aplicación de leyes que amparen a los animales no constituye una fórmula instántanea para erradicar el maltrato, pero se traduce en la voluntad política del gobiernos para con estos o para atender a un pueblo que cada vez ejerce mayor presión en búsqueda de respeto hacia otros seres sintientes. El marco social está cambiando. Hoy, cualquier Estado que pretenda seguir una línea progresista sin falsedades, debe abarcar políticas que velen, entre otras cosas, por la protección ambiental y el bienestar de los animales. No hay progreso con impunidad.

DERECHOS DE LOS ANIMALES: UN TEMA PENDIENTE EN CUBA

Mahatma Gandhi expresó que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que son tratados sus animales”. Cuba tiene, en este sentido, una moral bastante disociada. Si bien existen normativas referentes al trato y cuidado de los animales para el consumo o los que habitan en áreas protegidas, desde hace varios años la agenda pública demanda la aplicación de un sistema integral de leyes enfocado en la protección de todas las especies, y que penalice los actos de crueldad contra ellos.

La Isla llega bastante rezagada a la legislación relativa a los animales en el continente,  y no hace precisamente una entrada triunfal. En un contexto donde ya se viene hablando de estos seres como sujetos de derecho, capaces de experimentar felicidad y dolor, el país apunta a la adopción de disposiciones que enfocan el bienestar animal desde las necesidades y deberes de los ciudadanos, sin tener en cuenta realmente los intereses de los animales, y no se ha publicado de manera detallada el destino que tendrán los animales utilizados para el trabajo, consumo o experimentación. 

Actualmente se elabora un proyecto de ley que, según Maria Gloria Vidal Rivalta, presidenta del Comité Nacional de Bienestar Animal de Cuba, “contempla a casi todas las especies e incluye el derecho a la atención, cuidados y protección, el no sometimiento a actos crueles y, en caso de ser necesaria la muerte, su realización de manera instantánea, indolora y sin generar angustia. Además, se prohíben explícitamente las peleas o enfrentamiento entre todas las especies, se regula la comercialización de animales vivos y se estipulan sanciones como multas y privación de libertad en casos puntuales para quienes incumplan con lo reglamentado”.

Representantes del Ministerio de Agricultura y el Centro Nacional de Sanidad Animal han informado a medios oficiales del país que la aprobación de esta nueva política tendrá lugar en noviembre próximo. Aunque la comisión encargada de elaborar el documento está integrada por 42 especialistas del sector estatal y asociaciones oficialmente aprobadas, se extrañan en este grupo a activistas, creadores y responsables de refugios, protectores y representantes de organizaciones que desempeñan una ardua labor animalista a pesar de no ser reconocidos por el Estado Cubano y transitar por un camino muchas veces escabroso para el desarrollo de su trabajo.

Con anteroridad a este, dos proyectos similares habían sido expuestos al Ministerio de Agricultura en 2003 y 2007. El primero fue rechazado por no cumplir con las cuestiones técnicas necesarias, y el segundo, ya mejor elaborado en estos aspectos, también recibió la negativa para su presentación a la Asamblea Nacional. Los motivos reales de este rechazo solo se notificaron de manera informal y sin ofrecer ningún argumento, lo que conduce a entender que el impedimento fue la total ausencia de interés y conocimiento sobre el tema por parte de los encargados de revisar dicha propuesta. Se espera que triunfe la regla universal de vencer a la tercera y que este proyecto que se construye llegue a mejor término.

Las propuestas de cambios arriban en un marco en el que paradójicamente las organizaciones de Flora y Fauna del país dialogan sobre la amplificación de vallas estatales de gallos; un contexto donde el crecimiento de la actividad turística previa a la Covid-19 devino en aumento de la explotación no controlada a los caballos en función de los paseos de los visitantes, y donde, ante recientes crisis de combustible y transporte, el presidente de la República ha llamado a intensificar el uso de los medios de tracción animal y la fuerza animal para la producción agrícola.

En los últimos años Cuba ha sido blanco de varias críticas por no cumplir con la obligatoriedad de adaptar leyes de carácter internacional al sistema jurídico interno. Si bien pertenecemos a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OEI) desde 1972 -lo que presupone la adopción de sus principios y estatutos-, la legislación referente a los animales en la Isla ha permanecido petrificada por décadas.

Uno de los ejemplos más ilustrativos de la incoherencia con las normas de instituciones foráneas a las que estamos afiliados, es el Programa Nacional de Prevención y Control de Rabia, vigente desde 1997, y llevado a cabo por el departamento de Zoonosis del Ministerio de Salud Pública. Dicho programa, a pesar de su importancia en la prevención de enfermedades, se centra solo en gatos, perros y mangostas y aplica métodos que distan mucho de los estipulados a nivel mundial para la captura, manipulación, trato, alojamiento y muerte de los animales.

Los sacrificios que lleva a cabo Zoonosis en un plazo de tres días, si no es reclamado el animal, se han realizado a través de métodos inadmisibles a nivel mundial como la electrocución, la cámara de gas y el evenenamiento por estricnina, que es ahora la sentencia de moda.

En un mundo que aboga por la eutanasia para animales de compañía solo en cuestiones necesarias y a través de métodos rápidos y compasivos, el mejor amigo del hombre y alguno que otro felino atrapado por zoonosis mueren en instalaciones precarias de Cuba después de varias horas de sufrimiento, convulsiones y en medio de la sinfonía de horror de muchos aullidos.

Por otra parte, el sistema educativo y los medios de comunicación carecen de estrategias que sensibilicen a los ciudadanos sobre su relación con los animales, y muchas veces las personas encargadas de su manejo, o de hacer cumplir determinadas leyes, no son precisamente los que más se conmueven ante estos temas.

¿Y DESPUÉS DE LA LEY?

El secretismo tradicional solo nos ha dejado ver el nuevo proyecto a través de una persiana, por lo que aún no podemos afirmar si las próximas medidas serán lo suficientemente abarcadoras, pero no cabe duda de que las leyes representan un instrumento primordial en la resolución de los problemas, cuando no son letra muerta.

No obstante, más allá de lo jurídico y el impulso gubernamental necesario, se requiere de conciencia social y un cambio real en nuestra cultura de relación con los animales. Se necesita un mayor concurso de los ciudadanos en el rescate, esterilización y adopción de animales domésticos, más gente que cree, apoye o colabore con los refugios en la medida de sus posibilidades.

De poco servirá un país lleno de reglas si no están llenas sus calles de personas capaces de sentir empatía por los más débiles y denunciar las manifestaciones de crueldad, o si no están llenas las escuelas y casas de maestros y padres que enseñen a las generaciones a ser piadosas. 

También nuestros medios y profesionales de la comunicación deberían ser portadores de mensajes de bien público que muestren a los animales como seres capaces de sentir, y que denuncien la violencia hacia ellos, que es también la antesala de la violencia social.

Las instituciones veterinarias requerirán de especialistas y ténicos más altruistas, y por supuesto, de que se les garantice mejores condiciones de trabajo y un mayor suministro de medicamentos que hasta ahora no se producen o importan en cantidades suficientes, y solo se pueden adquirir en el mercado negro, sin garantías de calidad.

Quien decida tener una mascota debe ser respaldado ante casos de robo o daño por parte de terceros, pero también debe responder ante su sufrimiento, el daño que este pueda infligir a otros, y sus desechos en las áreas públicas.

Los funcionarios encargados de la venta, distribución e importación de aquello que consumimos, así como las normativas que regulen estas actividades, deberían priorizar que los productos comercializados en el país sean libres de crueldad animal: dígase rechazar la circulación maquillajes y cremas que sean testadas en animales, o evitar la compra-venta de alimentos cuyos productores no cumplan con procedimientos de sacrificio indoloro y cría o tenencia en condiciones adecuadas.

Reza un dicho que “si quieres conocer realmente a alguien, debes mirar la forma en la que trata a un camarero, a un anciano, a un niño y a un animal”. Los animales son, sin dudas, filtros para reconocer a las buenas personas. Cubanos y cubanas aun debemos trabajar nuestra sensibilidad para con estos seres que no tienen voz. El hecho de que puedan sentir debería ser motivo suficiente para garantizarles una vida con decoro.

Un intento por dibujar nuestra relación actual con los animales no distaría mucho de aquella terrible imagen de Manuel Litrán en la Francia de 1980, y no creo que una imagen patria tan nefasta sea algo que debamos permitir. Borremos el horror y transformemos esta nación en una de las que verdaderamente velan por los animales; que las nuevas leyes no sean una mera excusa para salir de la lista de los que no protegen. Hagamos de Cuba un país de mejores personas.

2 septiembre 2020 6 comentarios 876 vistas
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falda

El país de falda corta

por Ely Justiniani Pérez 17 agosto 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Cuba es un país machista. No importa que tengamos trescientas, quinientas, mil mujeres en cargos de poder. Mientras sigamos discriminando por la identidad sexual, achacando el trabajo doméstico al sexo femenino y los congresos de la FMC hablen de producción agrícola y bloqueo pero no de asuntos que afectan particularmente a las mujeres, seguiremos siendo una nación donde el discurso y el enfoque de género caminan en pañales.

Cada vez somos más l@s cuban@s que nos acercamos al feminismo y al género desde una perspectiva crítica, por eso no son de extrañar las frecuentes polémicas ante manifestaciones que resultan misóginas. No nos engañemos, el machismo, como el dinosaurio de Monterroso, estaba ahí, no es nuevo, no llegó con las redes sociales, solo que no reparábamos en él. Ha pasado de una generación a otra, junto con la receta del lechón asado y la yuca con mojo. Lo hemos masticado, tragado y hasta saboreado.

El machismo en la isla es esencialmente cultural.

A mi entender ese es el más peligroso, porque la cultura es parte intrínseca de las personas, y las personas habitan las calles, las casas o la alta dirección de un país. Y aunque es cierto que tenemos políticas públicas progresistas en este sentido, la visión triunfalista nos hace aceptar, normalizar y hasta banalizar expresiones de maltrato.

El aborto, que en Cuba es legal desde 1965, se sigue viendo como “un pecado”, una opción vergonzosa de la cual nadie a nuestro alrededor se debe enterar. Las parejas gays, lésbicas, o las madres solteras, aun no pueden acceder a tratamientos de reproducción asistida, adopción, casarse o heredar bienes del otro en caso de muerte. La inserción de personas trans en espacios laborales, las operaciones de reasignación de sexo y el otorgamiento de una nueva identidad, llevan un andar demasiado lento. Y las leyes contra la violencia de género han quedado a la espera, mientras el acoso y los abusos se hacen cada vez más comunes. ¿No son estos, temas de los que aún deberíamos ocuparnos?

Creer que se ha logrado la igualdad entre mujeres y hombres, que se ha erradicado el racismo o que las personas homosexuales o trans tienen sus derechos garantizados, no es más que abono para la violencia. Con frecuencia vemos chistes y comentarios de mal gusto sobre personas obesas, negras, discapacitadas, homosexuales, con identidades diversas, sobre el acoso, el abuso sexual y l@s que no cumplen con los roles tradicionales de cada sexo.  Con el pretexto de que “vivimos en igualdad” asumimos como bromas o casos aislados algo que no tiene otro nombre que discriminación. Y algunos entienden como “libertad de expresión” la posibilidad de segregar a otros.

El ámbito político no escapa a esta realidad. A pesar de ser un gobierno de izquierda, se pueden apreciar posturas bastante conservadoras que alimentan la  falta de sensibilidad respecto a estos temas. Nuestro gobierno, que no aplica la pena de muerte y supuestamente protege a los ciudadanos homosexuales, bi o trans, se ha abstenido en reiteradas ocasiones ante propuestas de la ONU para la eliminación de la pena de muerte por orientación sexual. Y más recientemente ha aprobado una constitución que incluye al matrimonio igualitario, pero exige una votación popular que respalde dicha ley, como si fuéramos un país que somete todas las decisiones a consulta ciudadana.

Los derechos humanos no requieren plebiscito.

El parlamento, por otra parte, a pesar de tener una composición mayoritariamente femenina, no había aprobado antes de la reciente constitución, una ley que tuviera relación directa con las mujeres, desde las debatidas en el Código de Familia de 1975. Y no da muestras tampoco de que este porciento mayoritario en la representación del país, implique el tratamiento más recurrente de los temas que nos afectan.

Productos comunicativos que refuerzan cánones patriarcales, el hecho de que en pleno 2020 censuremos besos gays y “voces platinadas”, así como la falta de campañas de bien público con perspectiva antirracista y de género, solo nos dan la medida del largo trecho que debemos recorrer.

Trabajar, respetar y educar, son las claves fundamentales para lograr equidad. Necesitamos más sensibilidad y menos alarde de triunfos incompletos. Defender a los más vulnerables un día, y al siguiente abandonarlos a su suerte, no nos hace mejores, solo nos convierte, -como se diría en términos machistas- en una sociedad de moral distraída, de doble cara, de falda corta. Ese no es el país que merecemos.

17 agosto 2020 22 comentarios 660 vistas
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change

When change arrives

por Ely Justiniani Pérez 25 julio 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Before learning that the word REVOLUTION meant change, I used to think it was a noun exclusively used to refer to the Cuban government. Years later, and no longer a child, I can’t quite settle on whether this system picked the right ‘name’ or not, because while some transformations seem to arrive by our slow-moving train, in other respects we are excessively variable, unstable.

What today is a crime may be applauded tomorrow, what one month is the law is repealed the next. Older friends tell me about the people who went to prison years ago for having dollars; about how when someone left the country the best they could hope for was being called gusano (maggot), and in the worst of cases they’d get eggs thrown at their backs.

Today the green bills turn out to be the solution, and the old defectors who send them are the heroes who save the party, because –for those who still don’t know it– remittances represent, along with tourism and services, one of the three main sources of income for the Cuban economy. At the moment, it’s the main one.

Remittances are now the main source of income for the Cuban economy.

And so we live through changes that are sometimes crazy, sometimes sane, and sometimes inexplicable.

  • The intentions of a few months ago of unifying the currencies has mutated into the existence of not one, but three different currencies.
  • The tax imposed when depositing dollars into cards (which was supposedly applied because of the blockade and so on) disappears (fortunately) without the external blockade having been ended.
  • The shops that until yesterday were empty due to a lack of prime materials and the siege laid on ships, are today filled as if by magic in ways we’ve rarely seen, but it’s been made clear that only those with dollars will be able to enjoy them.

Personally, it pains me to see some so empty and others so full of food. It pains me because since I was a child I was taught that ‘you don’t fool around with food’, and I heard countless times that ‘in this country, we’re all the same’.

It pains me because you don’t buy a TV set or a washing machine every day, but you do buy food, and I can’t comprehend that a large part of the working people of this country should have to consume (after much trouble and standing in lines) only low-quality products, because those in the middle and top ranges are destined exclusively for people with dollars. It doesn’t matter if you’ve worked your whole life if you have a master’s degree or a doctorate if you’re a prominent surgeon or a retired senior citizen; it doesn’t even matter if you have a little money saved in your own currency.

As a friend says, what matters now is having FA: Family Abroad.

I can’t help feeling distrust for rulers and measures that are so variable, but, on the other hand, I must reluctantly recognize that the current proposals, by now, are practically the only option left for the Cuban state to breathe some life into an economy that’s been deformed for years by inefficient management, generalized corruption, the US blockade –which is often an excuse but does exist–, the harassment of our neighbor’s retard in chief and, in the last few months, to boot, COVID-19, which locked tourists away in their houses and announced that things would be grim for quite some time.

We can’t just sit around and kick the dog, saying that those strategies had to be applied earlier and that the lemon took too long to have an effect on the president because we’ve all known for a long time that we had to open up small and medium enterprise and decentralize government control. The dog would have to take the kicks because they’re deserved. But one can also choose to help the dog do better differently, and see if the kicks make it change, improve, or bite.

It seems to me that the new regulations respond to the current and highly complex necessities of the country, and that, though they might to some extent piss us off, they are the oxygen this nearly sunken submarine needed.

The new regulations are the oxygen the economy needed right now, like a submarine that’s about to sink.

All that’s left now is to demand that the collections of these ‘wonder shops’ be used to stock the others, and so make the lives of those of us who don’t get remittances a little easier… that the sacrifice lasts as little as possible. Let’s hope that the opening up of the small and medium enterprise and their importing capabilities not be used by the State to make more profit than the producers themselves (as it’s usually the case), but rather that they become the mechanism for economic growth which has been so fruitful for other countries with socialist systems, like China or Vietnam.

It would also be very good that, if the Cuban community abroad is practically saving the economy, we keep that in mind and extend a friendly hand: let us reduce the exorbitant cost of passports and their extensions, and stop setting conditions on the time citizens remain abroad. Let us respect and recognize, not create divisions.

Let us eliminate bureaucratic obstructions for the establishment of businesses, and with the same force that we persecute onion dealers, let us control the government officials who traffic with our resources, the policemen and auditors who fail to do their jobs and all those who cause that Cubans lack quality products and services.

Let us make sure that Revolution doesn’t mean change for the sake of change, but rather change with logic, change for good. Let’s make sure that the necessary changes don’t take decades, and arrive in one of those fast trains that exist elsewhere and that, like many other things, haven’t gotten here yet. Let’s make it so that FA doesn’t mean FAMILY ABROAD, but Faith and Aspiration that everything will be alright; a trust to be deposited on someone deserving. Let’s earn that trust!

Translated from the original

25 julio 2020 0 comentario 424 vistas
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cambio

Cuando el cambio viene en tren

por Ely Justiniani Pérez 21 julio 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Antes de aprender que la palabra REVOLUCIÓN significa cambio, pensaba que era un sustantivo para designar exclusivamente al gobierno cubano. Años después, ya no tan niña, no logro decidir si este sistema ha escogido o no el “nombre” correcto, porque mientras algunas transformaciones parecen llegar en nuestro lentísimo tren, en otros puntos somos excesivamente cambiantes, inestables.

Lo que hoy es un delito mañana puede ser aplaudido, lo que un mes es ley en otro mes se deroga. Amigos mayores me cuentan de la gente que fue presa hace años por tener dólares; de cómo cuando alguien se iba recibía en el mejor de los casos el calificativo de gusano, y en el peor de los casos un huevazo en la espalda.

Hoy los billetes verdes resultan ser la solución, y los antiguos apátridas que los envían son los héroes que salvan la fiesta, pues -para quien aún no lo sepa- las remesas representan, junto al turismo y los servicios, una de las tres fuentes principales de la economía cubana. En estos momentos la primera.

Y así vamos viviendo cambios unas veces locos, otros cuerdos, otros inexplicables.
  • Las intenciones de hace unos meses de unificar las monedas han mutado a la tenencia de no una, sino tres monedas diferentes.
  • El gravamen impuesto al depositar el dólar en las tarjetas (que se aplicaba supuestamente a causa del bloqueo y etc.) desaparece (por suerte) sin que desde fuera hayan puesto fin al embargo;
  • Las tiendas que hasta ayer estaban vacías por falta de materias primas, y el cerco impuesto a los barcos, hoy se llenan por arte de magia como pocas veces hemos visto, pero dejando claro que solo los que tengan dólares podrán disfrutarlas.

A mí me duele particularmente ver unas tan vacías y otras tan repletas de alimentos, el cambio es grande. Me duele porque desde niña me enseñaron que “con la comida no se juega” y me repitieron infinitamente que en “este país todos somos iguales”.

Me duele porque un televisor o una lavadora no la compras todos los días, pero el alimento sí, y no puedo concebir que una buena parte de la gente trabajadora de este país tenga que consumir (después de colas y disgustos) solo productos de baja calidad, porque los de alta y media gama están destinados solo a los que tienen dólares. No importa si has trabajado toda tu vida, si eres Máster o Doctor, si eres un cirujano prominente o un anciano retirado; no importa siquiera que tengas dinerito ahorrado en tu propia moneda.

Como dice una amiga, lo que importa es tener FE: Familia en el Exterior.

No puedo evitar desconfiar en mandatarios y medidas tan cambiantes, pero, por otra parte, debo reconocer con recelo que las propuestas actuales, a estas alturas, son la casi única opción que tiene el Estado cubano para sacar adelante una economía que lleva años deformada por la ineficiencia de gestión, la corrupción generalizada, el bloqueo americano que muchas veces es excusa, pero que también existe, el agobio del señor mongólico de al frente y en los últimos meses, para rematar, la Covid-19, que encerró a los turistas en sus casas y avisó que la cosa estaría fea en un buen tiempo. El cambio fue rápido y grande.

Nos podemos sentar a dar palos al burro, a decir que dichas estrategias tenían que haberse tomado antes y que al presidente el limón le hizo efecto tarde, porque todos sabíamos hace tiempo que había que abrir la pequeña y mediana empresa y descentralizar el control del Estado. El burro tendría que aguantar los palos, porque se los dan con razón. Pero un@ también puede elegir si ayuda al burro a levantarse de otra manera, y si usa los palos para hacer leña, repartir golpes o para construir una casa.

Me parece que las nuevas regulaciones responden a las necesidades actuales y complejísimas que vive el país, y que aunque por una parte nos encabronen, son el oxígeno que necesitaba este submarino al borde del naufragio.

Las nuevas regulaciones son el oxígeno que necesitaba la economía en estos momentos, cual submarino al borde del naufragio.

Ahora solo nos queda exigir que los resultados de esas “tiendas maravillosas” sean puestos en función de abastecer las otras, y facilitar un poco la vida de aquellos que no recibimos remesas,… que el sacrificio dure el menor tiempo posible. Esperemos que la apertura de la pequeña y mediana empresa y sus posibilidades de importar y exportar no sean utilizadas por el Estado para ganar más que los propios productores (como suele suceder), sino como un mecanismo de crecimiento económico que ha dado buenos frutos en otros países de corte socialista como China o Vietnam.

Sería muy bueno también que si la comunidad cubana en el exterior está prácticamente salvando la economía, lo tengamos en cuenta y les extendamos un brazo más flexible: haya un cambio en el exorbitante costo de los pasaportes y sus prórrogas, no condicionemos los tiempos de permanencia en el exterior, respetemos, y reconozcamos, no creemos divisiones.

Eliminemos trabas burócraticas para la realización de negocios, y con la misma fuerza que se persigue al vendedor de cebollas, controlemos a los funcionarios estatales que trafican con nuestros recursos, a los policías y auditores que incumplen con sus funciones y a todos aquellos causantes de que los cubanos no tengan productos y servicios de calidad.

Que Revolución no sea cambio por cambiar, sino cambiar con lógica, cambiar para bien. Que los cambios necesarios no demoren décadas, que vengan en un tren de esos rápidos que existen en otros lugares, y que como tantas otras cosas, aquí no han llegado. Que FE no sea FAMILIA EN EL EXTERIOR, sino confianza o esperanza en que todo saldrá bien, una confianza a depositar en alguien que la merezca. ¡A ganarse esa confianza!

21 julio 2020 23 comentarios 373 vistas
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