En el 9no período de sesiones de la Asamblea Nacional de Cuba, celebrado a finales de julio, se anunciaron numerosas medidas con la intención de influir en algo sobre el modelo económico imperante. El presidente Díaz-Canel, en una intervención del 21 de julio ante la Comisión de Asuntos Económicos, precisó: «Todo lo que vayamos a hacer, será siempre salvando el socialismo, no vendiendo ni privatizando el país; podemos tener ahora privaciones y carencias, pero tenemos dignidad humana y seguridad para vivir, así como conquistas sociales que permiten un acceso gratuito a la Salud y la Educación, para todos, sin distinciones». Con permiso de Díaz-Canel, algunas precisiones se imponen:
Empiezo por comentarle que todo el lenguaje empleado —como se ha venido haciendo desde el VII Congreso— resulta en extremo enredado, difícil de comprender hasta por especialistas; una suerte de neolengua cantinflesca de la que se dificulta aprehender el núcleo central de cada frase o medida y, para colmo, saturada de triunfalismo. No es solo mi criterio, sino el de no pocos economistas y sociólogos. Me limito a citar el juicio responsable de un conocido sociólogo y economista, Carlos García Pleyán, quien ha subrayado: «Es sorprendente y preocupante el nivel de abstracción o la falta de concreción» presente en la mayoría de los documentos presentados.
Si por socialismo entendemos el inoperante modelo de estatización absolutista y de monopólica gestión económica, de escaso parentesco con las ideas de Karl Marx y mucha imitación de las aberrantes fórmulas del estalinismo, agotado ya hace décadas, podemos decir con certeza que ese modelo no merece ser salvado. Las privaciones y carencias han alcanzado un nivel en extremo crítico —como nunca antes—, y eso incluye a los simbólicos servicios de salud y educación, buenos ejemplos del pasado distante.
Nadie sugiere vender ni privatizar el país, aunque sí introducir una remodelación integral del presente modelo y sus chapisteos de hace apenas un año. Se trata de una remodelación multi-estructural, con amplios espacios para los sectores de propiedad privada, inversión extranjera, mixta y estatal; mas no para las calendas griegas, la urgencia se transforma en imperativo a muy corto plazo dada la caótica situación existente.
No creo que chinos y vietnamitas hayan vendido ni privatizado sus países. El socialismo de mercado en una sociedad multi-estructural, es un recurso válido y exitoso en estos tiempos sin apadrinamientos tutelares a lo soviético y en pleno apogeo de la globalización.
En este punto, vale traer a colación lo que no pocos economistas cubanos en la Isla gustan citar pues le reconocen más audiencia y credibilidad: Silvio Rodríguez, el cantor por excelencia de la Revolución cubana, quien ha sido preciso al destacar: «Mi opinión personal es que las experiencias de China y Vietnam son lo mejor hasta ahora: gobiernos socialistas, dirigiendo economías capitalistas. No estoy de hablando de calcar, sino de interpretar. Para mí es obvio que Cuba necesita revolucionar la Revolución».

Para mí es obvio que Cuba necesita revolucionar la Revolución. (Foto: Twitter @elpce)
¿Son las 75 medidas anunciadas la remodelación integral que al país urge? ¡Muy lejos de ello! Es cierto que se anuncian avances en materia de flexibilización de la importación por personas naturales con carácter no comercial (a lo que el Estado estuvo opuesto por más de tres décadas). Así habrá de fluir la pacotilla de no pocos bienes de consumo con más libertad y costos menores para familiares y amigos en Miami y otras latitudes de la emigración cubana, que en menos de un año agrega ya 160 000 personas más.
Otro ángulo no menos positivo, es la formación de un nuevo mercado para la compraventa de divisas, lo que deberá ampliar en medida considerable el sector y actividades vinculados a este proceso, que amplía los niveles de dolarización (aunque ello se niegue por los medios oficiales) tanto para cubanos como para visitantes. Todavía no se han anunciado los tipos de cambio, pero ya ha llegado a su fin el arbitrario e insostenible recurso oficial de 24×1, en tanto en los mercados informales el cambio ha oscilado en 120×1.
No menos importante es el propósito —tantas veces anunciado desde hace décadas— de identificar todas las posibilidades para incrementar los ingresos en divisas e impulsar las producciones nacionales, industriales y agro-pecuarias y procurar el equilibrio financiero del sector presupuestado. Optimismo rampante para un país que muy poco hace para ingresar divisas, superar los déficits presupuestarios que se acumulan, con más de 500 industrias en franca bancarrota por décadas y el grueso de las restantes —como destaca en un trabajo bien documentado el economista José Luis Rodríguez—, clasificadas como «sin avance» o «avance bajo» desde hace décadas.
Brillan por su ausencia políticas y medidas que liberen a una agricultura completamente estancada por las políticas y mecanismos estatales que sigue imponiendo el Estado a los diversos sectores agrícolas (privado, UBPC, cooperativas), por medio de los mecanismos monopolistas que se siguen aplicando por intermedio del nefasto mecanismo de Acopio. Esto sigue erosionando directamente a cuatro de los pilares más apremiantes de la crisis en su situación actual: desayuno, almuerzo, comida y precios (inflación desbocada).
¿Cuántas medidas se promulgaron hace años para liberar las UBPC y dónde fueron a parar? A un fracaso estrepitoso, oficialmente reconocido. ¿Y dónde ha ido a parar la «racionalización» de la industria azucarera del 2002? Al peor desempeño en su historia.

¿Y dónde ha ido a parar la «racionalización» de la industria azucarera del 2002? Al peor desempeño en su historia. (Foto: Oscar Alfonso Sosa)
Otros aspectos clave, cuya ausencia o tratamiento completamente superficial son inexplicables en estas medidas, son los siguientes:
Deuda Externa: el tema es tratado como algo marginal y poco importante, pese a que Cuba logró a mediados de la década pasada la negociación más exitosa que ningún otro país en la etapa (gracias a las expectativas que despertó la coyuntura fallida de la normalización de relaciones con EE.UU.). Pero, como apunta con su buen tino, el economista Juan Triana: «Lamentablemente fue mal aprovechado, y hemos vuelto a caer en una situación insostenible. La deuda eleva el riesgo país, daña las finanzas y enturbia el ambiente de negocios, eleva el costo financiero de cualquier operación mercantil».
Son múltiples los casos de pésima gestión y falta de profesionalismo que ha desembocado en materia de financiamientos, inversiones y proyectos. Se pregunta Triana en este orden de cosas: «Alguien ha sido sancionado por eso, por contribuir a que Cuba pierda miles de millones para su desarrollo? O nos ponemos a tono con el mundo o nos quedamos fuera de él».
Inversión extranjera: se continúa anunciando la cartera de oportunidades desde hace una década, con proyectos evaluados en 3000 o 5000 millones de dólares. El caso que le hacen las grandes empresas, capaces de aportar capital y tecnologías, brilla por su ausencia; a excepción de algunos sectores como: ron, tabaco, níquel y turismo ¿Cuántos se han logrado instrumentar o poner en práctica? Se cuentan hasta ahora poco más de 285 proyectos establecidos, casi todos con empresas extranjeras pequeñas o medianas, excepto algunos que se localizan en la ZDEM (Mariel), en la que operan cuarenta y nueve proyectos y veintinueve reinversiones.
La ZEDM es un proyecto que apenas logra despegar hasta hoy. Ejemplo elocuente es que en el primer semestre del 2022 únicamente se concretaron nueve negocios por veinte millones. Entre 2020 y 2021, solo cuarenta y siete negocios fueron aprobados, pero exclusivamente veinticinco de ellos se han establecido. Todas estas cifras son de una indigencia enorme, con escasa gravitación sobre el desarrollo del país.
El proyecto de dar luz verde a la inversión extranjera en asociación con las MPYMES viene —como es habitual— acompañado de muy diversas restricciones, incluyendo la prerrogativa del Estado de determinar cuáles son las prioridades que le interesan y cuáles no, lo que —una vez más— amarra las manos de las MPYMES en su articulación efectiva con el sector externo. El ministro de Inversión Extranjera y Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, promete nuevamente actualizar la legislación vigente (Ley de Inversión Extranjera del 2014) a «fin de eliminar obstáculos» que limitan el acceso a la inversión extranjera, noción con la que vienen especulando desde hace ocho años sin efectos positivos hasta el momento. El propio Malmierca debió reconocer el pasado diciembre que los resultados deseados «no han sido alcanzados».
La crisis energética por la que atraviesa el país fue objeto de algunas observaciones e ideas de menor importancia (que las personas compren equipos de energía solar, que ni el Estado mismo tiene suficientes para cubrir sus necesidades, o el uso más generalizado de biocombustibles). No hubo un debate medular que indicara el camino. Plantea con razón el economista Triana: «¿Acaso para crecer no hace falta tener un sector energético sólido, moderno, eficiente y estable? Entonces cómo se resuelve la ecuación pollo versus kilowatt/hora?». Conclusión elemental: simple y llanamente, sin semejante sistema, la totalidad del funcionamiento económico y social se estanca, se degrada, paraliza y tiende a colapsar.
El sistema electro-energético nacional (SEN) de Cuba continúa descansando —desde hace más de cinco décadas— en veinte termoeléctricas (y apenas un 5% aportado por otras fuentes). Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que todas ellas, que eran un montón de cacharros de viejas tecnologías ya en el momento de su instalación por la Unión Soviética, hoy están degradadas en extremo.

Se puede afirmar que todas las termoeléctricas, que eran un montón de cacharros de viejas tecnologías ya en el momento de su instalación por la Unión Soviética, hoy están degradadas en extremo. (Foto: Néster Núñez)
Incluso las menos viejas, como Felton, Guiteras y Cienfuegos (tras su remodelación capital aportada por el chavismo), ya se han sumado a este desastroso estado. Excelente juicio al respecto proporciona el experto en la materia y conocedor directo del sistema cubano, Jorge Piñón, al razonar lo siguiente:
«When you keep running the equipment past its capital maintenance scheduled it falls into a downward spiral with no short-term solution» y advierte: «The announced scheduled blackouts are not insolidarity but rather a necessity to avoid a possible total collapse of the system». («Cuando el equipo sigue funcionando más allá de su mantenimiento capital programado, cae en una espiral descendente sin solución a corto plazo» y advierte: «Los apagones programados anunciados no son en solidaridad, sino una necesidad para evitar un posible colapso total del sistema»).
Es cierto también que Cuba ha acudido a Rusia en repetidas ocasiones en los últimos veinte años en búsqueda de las tan necesitadas modernizaciones capitales y nuevas plantas, encontrando solo promesas incumplidas hasta hoy; es verdad que el chavismo prometió villas y castillosen este terreno y apenas cumplió con la reparación de la termoeléctrica de Cienfuegos; y que los chinos han hecho —hasta ahora—, mutis por el foro en tan sensible tema.
No menos importante es destacar que en julio del 2016, Cuba firmó un memorándum de entendimiento con la firma alemana Siemens AG. De acuerdo a este documento, Siemens —en coordinación con las autoridades cubanas—, acometería el desarrollo de proyectos y provisiones de servicios en la generación de energía, transmisión y distribución; proyectos de energía renovable y automatización, además de aportar tecnologías para el suministro de energía y «futuras plantas de energía en Cuba».
Parecería sensacional, pero las autoridades de la Isla no han explicado hasta hoy por qué no se instrumentó semejante acuerdo. Lo mismo —si bien en menor medida— ha ocurrido con firmas británicas y españolas (parques eólicos con 100% de propiedad extranjera). Y, nuevamente, todo se diluyó en el tiempo por la pésima gestión empresarial a la que aludía Triana.
En abril del 2018 se anunciaba un posible acuerdo con la empresa francesa Total S.A. con vistas a re-gasificar (LNG) su SEN por semejante movida hacia el rediseño de una nueva política energética. El especialista Piñón congratulaba a los cubanos por semejante iniciativa. Cuatro años más tarde, ni un solo paso en esta dirección se había dado por Cuba, ni tampoco una explicación coherente. Y así llegamos al presente, donde presenciamos el cuasi colapso del SEN insular. Así se paga ahora este pésimo desempeño en materia de negociación y captación de IE, de capital y tecnologías.
Con estos antecedentes, la conclusión más atinada es la que el reconocido economista Humberto Pérez —asesor económico de Raúl Castro en otros tiempos, miembro del Buró Político y presidente de la Junta Central de Planificación entre 1970 y 1986—extendió en carta personal a Alejandro Gil Fernández, actual ministro de Economía y Planificación:
«Sólo te auguro, sin demasiado riesgo de fallar en este vaticinio, y deseando fallar, que veremos pasar el tiempo con un “cuartico que se mantendrá igualito” en lo fundamental, que nos llevará a valorar a estas 75 medidas actuales como un acumulado más de medidas insuficientes que nos conducen a un gran esfuerzo burocrático, pero que lo hoy aprobado, aunque puede renovar por el momento algunas esperanzas, no ha sido más que “más de lo mismo”, con la consiguiente pérdida sucesiva de cuotas de la confianza política que aún mantiene el gobierno entre la población».