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Delio Orozco González

Delio Orozco González

Licenciado en Historia. Especialista del Archivo Histórico de Manzanillo.

trumpismo

Cuatro años de trumpismo y elecciones 2020

por Delio Orozco González 12 noviembre 2020
escrito por Delio Orozco González

El homo sapiens es una especie biopsicosocial y los norteamericanos forman parte de ella. Así pues, todo análisis sobre la problemática en EEUU debe partir de una evaluación que abarque esas tres variables.

Después de un ejercicio de observación directa y participante en dos momentos diferentes de un período de seis meses, y de lecturas sobre historia y actualidad estadounidense, he elaborado algunas ideas sobre lo ocurrido, en líneas generales, desde 2016 hasta hoy.

Resultan entonces, meditaciones que tienen como referente un único universo cognoscitivo, condición que las hace falibles por su falta de generalización. Sin embargo, no debe pasarse por alto que toda gran generalización –por lo menos en las ciencias sociales–, constituye también una gran equivocación.

I

Donald ganó las elecciones en 2016 porque aprovechó una base electoral que perdieron los demócratas, representantes del capitalismo especulativo y neoliberal.

En el afán de obtener ganancias, estos capitalistas migran desde EEUU –fundamentalmente a países del Asia donde la mano de obra es barata; el control medioambiental, un asco; y los políticos locales, en no pocas ocasiones, corruptos mayúsculos–, y dejan entonces sin empleo al obrero blanco que, en muchos casos, es religiosamente conservador; en otros, también racista y con una cultura de dudosa reputación –niega la existencia de los dinosaurios, acepta que en las escuelas se enseñe el origen del hombre a partir del pasaje bíblico de Adán y Eva, y se agrupan en torno a teorías extremas como que la tierra es plana–.

Era entonces solo cuestión de tiempo que un hombre venido del espectáculo televisivo –gran parte de la cultura norteamericana, especialmente la de masas, nace, crece y vive del espectáculo– se diera cuenta de la oportunidad que tenía entre sus manos y la aprovechara como lo hizo. De ahí su lema de campaña: «Make America Great Again», lo que se traduce al español como «Haz América –Estados Unidos– grande otra vez».

Si esto no se entiende, sería imposible explicar por qué el cinturón industrial, inclinado históricamente al Partido Demócrata, votó como castigo a unos políticos que los abandonaron y cómo un grupo de trumpistas gritaba en una calle estadounidense: «El neoliberalismo es un cáncer».

II

¿Por qué entonces un discurso ultramontano, por xenófobo, racista, misógino y otras malas hierbas, no hizo mella en su base electoral? En primer lugar, porque algunos de ellos compartían y aún comparten dicho discurso.

Recuérdese: no solo de pan vive el hombre. Y hablando de pan, ya sea herencia del gobierno de Obama, resultado de sus políticas proteccionistas o por el privilegio de aumentar la deuda pública a límites insospechables, abroquelado en la capacidad de emitir dólares sin respaldo en oro –en tanto, patrón y moneda de referencia mundial o una combinación de ellas–, la economía para aquel que vive de un pequeño negocio o emprendimiento privado, repuntó.

Las cifras macroeconómicas poco importan al norteamericano medio si puede ir a comprar, hacer una parrillada el fin de semana, tomar cerveza y vivir en la tierra de la libertad, aunque lo haga agobiado de deudas. Es así porque el mito de la «excepcionalidad norteamericana», a pesar de los pesares, todavía está en pie. Tanto ha afectado la psiquis de la gente la letanía de que el triunfo –dinero y vida cómoda– se obtiene solo a partir del esfuerzo individual, que un gran número de personas que antes tenían un puesto decoroso, han debido volverse errantes para conseguir un trabajo.

Sin embargo, para ellos la causa de tal situación no está en las falencias estructurales, sino en que no han trabajado lo suficientemente duro para mantener lo que tenían.

III

Trump es un hombre del concreto, no del silicio. O sea, su fortuna viene del área de los negocios de bienes raíces, modelo que hizo agua a finales de la primera década del presente siglo con la explosión de la burbuja inmobiliaria, y, por mucho que quiera, le resulta muy difícil o casi imposible mudarse hacia una nueva área de ingresos, las tecnologías, sector que ha crecido a cuentas de una expansión planetaria impresionante. De hecho, millones de personas en el mundo pueden no tener y no tienen vivienda propia, seguro médico, trabajo fijo, acceso a bienes y servicios indispensables, pero tienen un celular y están atentos al último grito de la moda en el campo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs).

Esta es, entre otras razones, la causa del repudio de Trump a la internacionalización de la economía y la vuelta a un jingoísmo que recuerda oscuros momentos de la historia universal. Y es que una vivienda media en EEUU –no hablo de una de sus torres de concreto–, puede costar hasta medio millón de dólares, mucho, mucho más de lo que cuesta el último IPhone.

Es imposible pasar por alto que el actual presidente tiene deudas millonarias y aunque dice que son nada comparadas con su fortuna, no está al nivel de los zares de la tecnología. En un mundo donde lo que cuenta es lo que se tiene y no lo que se es, no tener suficiente puede avergonzar, y el narcisismo es enemigo del escarnio.

Quizá por ello sus críticas al clan de Silicon Valley, plantado –no se desestime ello–, en California, nicho históricamente demócrata y liberal, con la mayor cantidad de votos electorales en EEUU y considerado la cuarta economía del mundo. No por gusto en ese estado, Joe Biden obtuvo 10 millones 339 mil 277 votos, contra 5 millones 415 mil 568 que se llevó Trump.

No obstante, a pesar de sus críticas al sector, ha hecho uso, como nadie en el gobierno de Estados Unidos, de las herramientas informáticas, a tal punto que puede hablarse de un gobierno en Twitter, plataforma que le ha servido para hacer declaraciones y anuncios desde asuntos triviales hasta temas de estado. Trump comprendió, o sus asesores le hicieron ver, que hemos pasado de una época a otra: abandonamos la época de Gutenberg y entramos en la de Zuckerberg.

Como buen negociante, aprovechó la oportunidad y el potencial que tienen las plataformas digitales para sembrar matrices de opinión, generar dudas e inclinar la balanza a un lado u otro. Imposible olvidar el affairs ruso en las elecciones de 2016, tema por el que fue sometido a un juicio y por el cual, si bien no fue condenado, tampoco quedó totalmente absuelto.  

Sus posturas aislacionistas y el abandono de pactos internacionales en asuntos de cambio climático, responden a la apuesta hacia sectores tradicionales en el constructo histórico de Norteamérica, especialmente el petrolero, dando nuevos aires a la producción de crudo, especialmente el obtenido a partir del fracking, sin importar la contaminación de las aguas y la destrucción del entorno. Es que está haciendo grande a América otra vez.

No extraña entonces que en Oklahoma, Texas y Louisiana –estados donde se produce el West Texas Intermediate (WTI) y el Light Louisiana Sweet (LLS), las corrientes más importantes de crudo en EEUU– ganara las elecciones de 2020 con una cantidad abrumadora de votos respecto a su contrincante Biden.

IV

Cualquiera podría pensar que un presidente como Donald Trump incendiaría el mundo con conflictos bélicos, pero, para suerte de la paz y de los hombres, el Comandante en Jefe de las fuerzas armadas de la primera potencia militar del planeta, no dio inicio a ninguna guerra. Eso sí, ha sido incapaz de culminar alguna de las que heredó, aunque entró en contradicciones con la OTAN, el mayor bloque militar de la actualidad, criticó a los halcones del Pentágono y anunció la retirada o disminución de efectivos en algunos lugares.

Esa posición, aparentemente ambigua para un regente conservador, puede explicarse porque este hombre se nos dibuja no como político, sino como un negociante con poder que evita aquello que pueda restar base a su popularidad y estabilidad como presidente.

Sin embargo, la retirada unilateral del Pacto con Irán y, más peligroso que ello, el no prorrogar el Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance, conocido como Tratado INF, con Rusia, abre las puertas a una nueva carrera armamentística de consecuencias incalculables a partir de un rearme en un mundo cada vez menos unipolar, donde las otras potencias y poseedores de armas nucleares no están dispuestas a ser rendidas por la presión.

Si bien es cierto que no ha iniciado ninguna guerra, sus decisiones han estimulado el mantenimiento de otras –el conflicto Sirio, por ejemplo-– y con su postura aislacionista ha entusiasmado los hornos del complejo militar industrial, cuyos frutos finales no serán expuestos en vidrieras, sino llevados al campo de batalla. Por ello, algunos politólogos hablaban de que, si en esta contienda electoral Trump no salía reelecto, los efectos de su mandato se harán sentir por largo tiempo en los EEUU. Tal es el caso del sistema judicial, esfera a la cual ha logrado llevar figuras jóvenes –y son vitalicios– de franca postura conservadora.

V

Su slogan de campaña, tanto en 2016 como en 2020, hace un reconocimiento tácito: Estados Unidos ha dejado de ser grande. Empero, es preciso fijar en qué sentido lo ha dejado de ser y para quién o quiénes.

A no dudarlo, la hegemonía ostentada por los EEUU hasta finales del siglo XX ha resultado erosionada por diferentes causas: 1) el posicionamiento de China como segunda potencia mundial; 2) la recomposición rusa tras la disolución de la URSS que, a pesar de la declarada admiración de Trump por Putin, le abrió otro frente en Europa; 3) la breve temporada del progresismo en América Latina, que logró debilitar la influencia estadounidense en el área; 4) la grave crisis financiera de 2008 y sus repercusiones, que cuestionó severamente la efectividad y capacidad de la especulación financiera como motor de la economía; y 5) la extensión de la conciencia universal sobre los serios problemas que en el orden medioambiental afectan al mundo, provocados por un modelo insostenible llevado adelante por los estados industrializados.

Así pues, su estampa y modelo comenzaba a dejar de ser canon y referencia absoluta de progreso y libertad; empero, erosionado quiere decir lastimado, no destruido, y a curar esas heridas se dedicó Trump con efectividad para sus huestes. De otro modo no puede explicarse que haya obtenido 217 votos electorales y que por él hayan votado 72 millones 47 mil 893 ciudadanos, lo que lo convierte en el segundo candidato presidencial con más votos recibidos en la historia de EEUU, después de su contrincante Joe Biden que conquistó 290 votos electorales y 77 millones 162 mil 528 populares.

Tal polarización demuestra la supervivencia de atavismos raciales, de género, de superioridad étnica, de frustración socio-económica y una rabia contenida que, a partir de la monumental cantidad de armas de fuego en manos de los ciudadanos, hizo que algunos temieran el estallido de una guerra civil o la aparición de incidentes violentos durante las elecciones. Por suerte para los norteamericanos y una parte del mundo –ya que no se habla de una república bananera–, la cordura se ha impuesto y no se han reportado graves disturbios.

VI

El gran contrincante y vencedor de Donald Trump no fue Joe Biden, sino, un ejército de microscópicos virus causantes de la Covid-19, enfermedad que ha cobrado la vida de más de 220 mil estadounidenses y que también aniquiló su punto de apoyo: la economía.

Así pues, la recesión, el decrecimiento y el desempleo se coaligaron para hacerle doblar la rodilla. Él lo sabía y por tanto hizo todo lo que pudo para minimizar su impacto, evitando la cuarentena y reactivando la producción y los servicios. De haberlo logrado, quizás de nuevo hubiera sido electo presidente. Sin embargo, la táctica para ello constituyó dislate superlativo: burlarse del virus, deslegitimar las orientaciones médicas, abandonar la Organización Mundial de la Salud y culpar a China de la pandemia.

El ingrediente final en la conformación de la tormenta perfecta en su contra fue y es un sistema de salud que, dirigido desde el mercado, no estaba preparado para enfrentar una epidemia de tal magnitud. Se entiende entonces que el arma principal de los demócratas no fuera un programa de gobierno distintivo al suyo o atrayente para otros, sino la crítica al manejo de la pandemia. A fin de cuentas, por muy ególatra o hedonista que sea una sociedad, la vida siempre será la vida.

¿Y las destacadas figuras del Partido Republicano que públicamente se deslindaron de él? Quizá estaban de acuerdo con sus proyecciones, pero no con sus métodos. Algo fundamental: la política, entendida como arte de dominación, no tiene sentimientos, solo intereses. Para un sistema consolidado como el norteamericano, si un representante pone en peligro su estabilidad, es descartado sin el menor miramiento, no importa que se llame Donald Trump. 

VII

El período presidencial de Trump , el trumpismo como movimiento y las elecciones que dieron inicio por correo antes del 3 de noviembre de 2020 en Estados Unidos dejan muchas lecturas. En primer lugar, un país que, a pesar de haber crecido en los órdenes económico, militar, tecnológico y demográfico, aún alberga enormes diferencias sociales entre una masa creciente cada vez menos próspera y un reducido sector cada vez más opulento; que tiene grandes deudas con su población negra y los inmigrantes, componentes humanos que han contribuido decididamente a su esplendor; que solo acudiendo a la razón de la fuerza, en el plano externo, puede presentarse como paradigma de la libertad y los derechos humanos; una nación donde el rédito económico, la más de las veces, se superpone a cualquier otra condición.

Las elecciones, por otro lado, han concitado el interés del mayor número de votantes en la historia de ese país. A pesar de los pesares, el pueblo en mayoría, entendiendo lo torcido del camino elegido hacía cuatro años, decidió rectificarlo con su voto. Son enormes los retos que aguardan al presidente recién electo Joe Biden. Al felicitarlo por su triunfo; Barack Obama los resumió al decir: «[…] cuando ingrese a la Casa Blanca en enero, enfrentará una serie de desafíos extraordinarios que ningún presidente entrante ha enfrentado jamás: una pandemia furiosa, una economía y un sistema de justicia desiguales, una democracia en riesgo y un clima en peligro».

Manzanillo de Cuba, noviembre de 2020

12 noviembre 2020 10 comentarios 757 vistas
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cartas

Tres cartas para servir a Cuba

por Delio Orozco González 25 julio 2020
escrito por Delio Orozco González

El 11 de junio del año en curso, el blog La Joven Cuba publicó el artículo «El Día Cero y una carta al Presidente»; antes, lo había enviado a mis contactos vía correo electrónico.

Más de uno me hizo llegar sus opiniones; empero, ninguno como el compatriota MDE quien haciendo uso de un derecho inalienable no solo se adhirió a las ideas generales del documento; sino, que me llamó la atención sobre el uso incorrecto del verbo “palear” en el sentido que quise darle y, lo más importante, disintió de una afirmación hecha por mi en la misiva a Díaz-Canel. Sus cartas y mi respuesta constituyen el núcleo de este intercambio de ideas.

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Guáimaro, 5 de mayo de 2020

Estimado amigo, Delio Orozco:

Hoy tuve la satisfacción de recibir y leer su mensaje “El Día Cero y una carta al Presidente”, lectura que me dejó la impresión saludable de que hay no pocos buenos cubanos sintiendo, pensando y actuando por el bien de todos; y a uno de ellos he tenido el gusto de conocerlo: usted.

Por mi parte, no he podido acceder al citado video que, versando sobre temas tan calientes y cruciales, usted pudo conocer. Igual, no pude ver otros videos que han sido “dirigidos” a los “cenáculos” privilegiados de los que, usted bien dice: cuando la información y la participación se quedan en ellos como patrimonio exclusivo (deviniendo así mecanismo excluyente), solo resulcae con mucha frecuencia en la cuenta de “tan emanaciones amargas.

No obstante, gracias a su mensaje, me entero –desde aquí, mi Guáimaro, Nación Minúscula y matria entrañable– de esos procesos y de sus sinceras inquietudes al respecto. Le agradezco como cubano, de corazón, su actitud y proactividad martianas.

Los mensajes, muy bien escritos y con la elocuencia que ya usted nos ha probado en su oratoria de manzanillero cabal, punzan y empujan a mover el cerebro y la mano. Apenas si, en la escritura que se deja adivinar febril y urgente, se salta una letra u otro signo, sin que ello baste a manchar ni lastimar la elegancia del texto y, sobre todo, sin demeritar su poder de convocatoria.

Quizá deba revisar un verbo: “palear”, que usted empleó un par de veces, cuando creo que debió escribir “paliar”, cuya entrada en el Diccionario Actual de la Lengua Española acabo de revisar y aquí le copio:

paliar (del lat. palliare, tapar) tr. Encubrir, disimular. || Mitigar, atenuar la violencia de ciertas enfermedades graves.

Pero, a un detalle que mucho importa: sí me pinchó, con savia urticante, una afirmación suya que pudiera (y debiera) impugnarse, y la cito: “… de nada sirve denunciar o alertar si no se ofrecen remedios”… (El subrayado, mío, es la punta de marabú). La frase dice algo que no es verdad, ni a medias.

No lo digo yo, que lo juro; lo han dicho otros más sabios y profundos intelectuales, pensadores, gente poeta como usted mismo. Me lo confirman mis estudios de ciencias, de los que también he sacado algunas verdades: el primer paso para poner remedio a un error, es descubrir (quitar la cubierta, denunciar, alertar) su carácter falso, errático, y sin ese primer paso es casi imposible adelantar hacia el remedio necesario. Claro, lo ideal, lo más completo y útil, es dar alarma y presentar de inmediato el arma de combate.

Pero, aun cuando no se tenga la solución a mano, ¡la denuncia del problema es vital! y no debe nunca desecharse porque no se tenga todo el trabajo hecho de una buena vez. Los grandes problemas, en un mundo como es: más y más complejo a cada instante, casi nunca son formulados junto con las soluciones deseables. Y no por eso deben desestimarse las denuncias, las alertas, sobre dichos problemas.

Y le digo, poniéndome la mano en el corazón: yo he visto, desde muy joven, en ciertas reuniones (“cenáculos”, “conciliábulos”) donde se analizan y debaten problemas de nuestra realidad sociopolítica, emplear ese argumento que usted mismo esgrimió y quien lo ha esgrimido con afilado cinismo, espera y casi siempre consigue vetar las exposiciones críticas, los criterios alarmados, las inquietudes sinceras vertidas antes de la formulación de soluciones, respuestas que, en el mejor de los casos, tarde o temprano sobrevendrán.

Usted disculpe mi crítica al respecto, pero hay líneas deslizadas ya en nuestros mejores discursos, que deben repensarse detenidamente, cuestionarse con honradez, hasta revelar su fondo. Eso también, y sé que usted lo comprende y practica, contribuye a afincar el grano limpio de la idea en el surco patrio. Entonces, con respeto y cariño le enmiendo: “… siempre será útil denunciar o alertar los problemas, mucho mejor aún si con el toque de alarma se ofrecen remedios”.

Le quiere y abraza, por razones de historia, complicidad de matrias y compañerismo de viaje, desde Guáimaro,

MDE.

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Manzanillo de Cuba, 17 de julio del 2020.
«Año de la Covid-19»

Mi querido M:

Burlarse sana y responsablemente de la muerte nos ayuda a vivir; así pues, empieza esta respuesta parodiando un hábito que, felizmente, ha ido perdiendo terreno entre nosotros porque es un absurdo creer que los años han de llamarse por los intentos de proezas o los aniversarios de triunfos; aunque, preciso es reconocerlo, esa costumbre no la inventaron los hombres vinculados a la Revolución del 1ro. de enero en Cuba; resulta herencia de otro cambio violento: la Revolución Francesa.

Agradezco por más de una razón su carta y créame, el aliento poético y la manera cariñosa en que señala los yerros y expone criterios ejerció sobre mi tal efecto apaciguador -las palabras suaves aplacan la ira, dicen los evangelios-, que estuve a punto de no responderle; empero, mi salvaje naturaleza, independiente e indomeñada, me anima a responder sus líneas en idéntica tesitura, como si fuera un hermano que escribe a otro, que aquellos que han peleado en la oscuridad, aunque no se conozcan, son hermanos.

Su misiva alegra, primero, porque confirma que entre los cubanos de hoy existe tropa suficiente para el honor; segundo, porque la prosa del “regaño” demuestra que podemos opinar, discutir e incluso disentir sin injuriar o lastimar; tercero, porque emplearé la carta (sin mencionar el remitente), para exponer en intercambio público que sostengo en la UNEAC, ideas y propuestas públicas que desde hace años blando en nombre del procomún (el espacio se titula «Verbo, letra y más…») y cuarto, porque brinda en bandeja de plata la oportunidad de explicitar, no ripostar ni contradecir, las ideas que me enmiendas en la plana.

M…, del mismo modo que los meteoritos troquelan cráteres en la luna, parece que el equívoco de reemplazar el verbo “paliar” por “palear” está grabado en mi subconsciente, como si no supiera yo que palear es trabajar con una pala; y es que en más de una ocasión he cometido ese gazapo y más de uno lo ha señalado.

Parece que la urgencia por dar clarinada y evitar la implementación de medidas que dañarían a no pocos cubanos puede explicar el equívoco; pero no lo justifica, del mismo modo que no puede disculparse la poesía por ser patriótica; pues, toda vez que es arte, debe ser brillante como el bronce y sonora como la porcelana.

Agradezco entonces tu llamado de atención a ver si de una bendita vez acabo de “palear” tierra sobre el uso incorrecto del verbo “paliar” y entierro el error gramatical que puede servir de excusa a los adversarios porque en verdad, solo escribe claro quien piensa claro.

Toda palabra que se respete ha de tener filo y punta, así corta y penetra. No quise yo que, como el marabú, mi aserto hubiera rasgado tu sensibilidad y si bien es cierto que para curar es preciso conocer y en el caso que nos ocupa criticar, denunciar o alertar, nada más pasivo que dicha postura. El asunto no estriba en interpretar el mundo; sino, en transformarlo y la transformación es acción, no parlamento.

Permíteme una vulgarización para que entiendas el punto de vista al cual me adhiero: de nada sirve que vayas al médico con una dolencia y este diagnostique tu enfermedad para luego retornarte a la casa sin tratamiento alguno, tal proceder no aliviará tus males y estoy seguro preferirás no acierte en el diagnóstico; pero, aunque sea por carambola, indique un medicamento capaz de devolverte la salud. Lo mismo sucede en el cuerpo social, por lo menos así piensan y sienten quienes sufren la historia.

Enrique José Varona, ilustre camagüeyano y mentor de la juventud cubana hacedora de la Revolución de los años 30, mejor poeta, pensador, filósofo y educador que tu y que yo juntos, dijo: “Piensa mal y acertarás”. Esa máxima acompaña mis batallas ciudadanas porque sé cumplidamente que las estructuras de poder, para evitar salirse de su zona de confort, acostumbran tildar al libre pensador, al hombre que vive sin precio, al patriota, de francotirador, de subversivo, de problemático.

Por tanto, para restar fuerza a sus falacias, junto a la denuncia de los males que nos asedian, ofrezco soluciones para intentar quebrarles el hábito de deslegitimar la crítica buscando segundas intenciones, veladas acechanzas o torcidos propósitos en ideas que tienen una sola lectura: servir, que será siempre más hermoso que brillar.

Ese mismo cubano, avezado conocedor de la naturaleza humana, también sentenció: “Todo el mundo anuncia catástrofes, pero nadie ofrece soluciones” Es pues, esta norma del sentido común -lamentablemente el sentido que más comúnmente falta a los hombres-, la que impulsa mi acción ciudadana. Por cierto, la frase aparece en libro «Con el eslabón», publicado por la editorial El Arte de Manzanillo bajo el sello de la Biblioteca Martí.

Y de José Martí, el hombre que más me ha dado después del Cristo y guía de mis obsesiones por Cuba, quien entendió como nadie a los hombres de su tiempo,  he aprendido más de una lección en cosas de gobiernos.

Es cierto, su tiempo no es el nuestro, empero los hombres siguen siendo los mismos, cargados de pasiones, miedos, sueños y ambiciones y se ha de aprender a adivinarles el alma y espolearles la honra para que desempeñen su puesto en el gobierno de la mejor forma posible; además, y no pierdas de vista esto, la respuesta a un problema no es única y si estamos interesados en un tipo de solución específica, debemos hacérsela ver para después evitar las lamentaciones acusándolos de haber implementado la peor solución o una que no satisface nuestras expectativas.

Decía el más querido de los cubanos en el mayo mexicano de 1875: “Si el gobierno yerra, se le advierte, se le indica el error, se le señala el remedio, se le razona y se le explica […]” como puedes ver, son ambas cosas al mismo tiempo, látigo y cascabel, y como si predijera que hablaríamos de esto casi siglo y medio después, explana en junio de ese mismo año: “Cuando el acto de una administración es malo, no ha de corregirse con injuriar al que es responsable de él, sino con señalar sus defectos, y enseñar la manera con que el que lo censura lo corregiría”.

Al poder de tal carga pedagógica solo puede oponérsele la razón de la fuerza y en el caso de los gobernantes cubanos actuales, esa estrategia no le es dable.

Mi caro compatriota, no desestimo para nada tu propuesta; de hecho, la considero óptima, pero como tal situación no deviene regla mas bien excepción, entonces denuncio, porque elaborar una crítica sin ofrecer remedio o denunciar un mal sin proponer cura, viene a ser como mercancía sin realización o acto sexual sin orgasmo; o sea, algo sin o con muy poca utilidad y nosotros, empeñados en el servicio a nuestros semejantes, tenemos la obligación de ofrecer soluciones, no es hora del diagnóstico, es tiempo de la cura, mucho se ha padecido y padece, crueldad sería seguir hablando de la llaga cuando el dolor nos come cual fiera el costado.

Recibe un abrazo en Cuba y el sincero deseo de Paz y Salud para ti y tus seres amados, estén donde estén.

25 julio 2020 8 comentarios 508 vistas
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carta

El Día Cero y una carta al Presidente

por Delio Orozco González 11 junio 2020
escrito por Delio Orozco González

A finales de febrero del presente año, muchos manzanilleros habían visto ya un vídeo relativo a la discusión en el Consejo de Ministros sobre la unificación monetaria, la reforma salarial y el impacto que tales medidas habrían de tener en los cubanos residentes en la isla; pues, el mismo había llegado a sus manos como generalmente llegan las cosas en estos tiempos: de mano en mano.

Después de visionar dos veces el material audiovisual y en soberano e impostergable ejercicio ciudadano, escribí y envié al regente nacional, a través de su cuenta de correo electrónico, mis consideraciones sobre el material; empero, la crisis desatada por la COVID-19 no solo suspendió, felizmente, lo que parecía inminente; sino, la atención que las autoridades daban a dichos temas. Era lógico, el sentido común indicaba que atender prioritariamente la inusual coyuntura era “sentido del momento histórico”.

Sin embargo, tres meses después y como quiera que el escenario al cual estará abocado el país, a posteriori de la situación actual, llevará de la mano a enfrentar este y otros desafíos, es preciso una proactiva acción ciudadana no solo porque las propuestas necesitan evidentes ajustes antes de su puesta en práctica; sino, miradas y evaluaciones que traspasen lo meramente económico, ámbito que elevado en la actualidad a condición «demiúrgica» parece obnubilar el hecho de que este es creación humana y no a la inversa.

Ni ira ni abulia, ha de ser la máxima cívica frente a monumentales retos que conducen a la implicación de todos los ciudadanos con capacidad para ello, porque en verdad la diversidad de variables directas, indirectas e intervinientes, exigen mucho más que la discusión en cenáculos estatales; los cuales, por las dimensiones y amplitud de los factores que inciden en la vida social actual se verán sobrepasados. La experiencia histórica humana demuestra cuán amargo resultan las emanaciones desde tales conciliábulos.

No es que falte confianza, es que la gobernanza moderna requiere, si quiere perdurar, participación efectiva, inclusión verdadera y transparencia incuestionable, máxime cuando lo que está en juego son los medios y modos para reproducir la vida de manera digna y ello solo podrá lograrse con la implicación consciente de los afectados porque nadie puede ponerse en el lugar del otro; además, el  altruismo o el sentimiento de justicia emanado desde las estructuras de poder estará siempre mediada por una circunstancia vital: los hombre piensan como viven, no viven como piensan.

Es cierto, del mismo modo que la historia total resulta quimera, la justicia absoluta deviene ensoñación; empero, podríase esquivar el imposible acudiendo a una elección hipocrática: si no se puede hacer bien, tampoco debe hacerse daño.

La líneas, convertidas en carta al presidente cubano, son, como ejercicio intelectual y ciudadano, expresión de una creencia hecha pública en más de un sitio: la Revolución cubana y su experiencia gobernativa resultante, vista en perspectiva histórica, son lo menos malo que le ha sucedido al país; sin embargo, ello no puede hacernos perder el horizonte porque “lo malo”, en su condición gangrenante, posee capacidad invasiva y puede terminar destruyendo todo el organismo.

Por tanto, ofrecer remedios y soluciones para mejorar y desestancar el medio: la Revolución, es una contribución directa al País: el fin, entidad existente antes de la revolución y que seguirá existiendo después de ella; no obstante, como dijera José Martí: “No debe abandonarse por descuido lo que luego habrá de reconquistarse a gran costa”. Si es que logra reconquistarse.

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Manzanillo de Cuba, jueves 5 de marzo de 2020.
Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.
Presidente de la República de Cuba.
Su Despacho

Presidente:

A mis manos llegó un vídeo que ya circula profusamente, por lo menos aquí en Manzanillo, sobre las medidas a adoptar para el saneamiento de la economía y el intento de hacer del trabajo la única fuente cierta, perdurable y constante de riqueza.  La reunión, presidida por el Vice-Presidente de la República Salvador Valdés Mesa y Marino Murillo Jorge, Presidente de la Comisión Permanente para la Implemetación y Desarrollo, se basó en diapositivas y las intervenciones principales de Betsy Díaz Velázquez, Ministra de Comercio Interior y de Margarita González Fernández, Ministra de Trabajo y Seguridad Social.

La Ministra de Comercio Interior expuso el estudio realizado para llegar a fijar la Canasta Básica de Bienes y Servicios de Referencia (CBBR) y el monto en dinero (1,528.00 Pesos Cubanos) para que una persona en la Cuba de hoy pueda cubrir las necesidades básicas con el objeto de reproducir su fuerza de trabajo y de media persona más, en el caso de los que trabajan; quienes soportan sobre sus espaldas, como bien dice el estudio, un peso extraordinario, pues deben, a veces, sostener a dos o tres personas más.

La Ministra de Trabajo y Seguridad Social, por su parte, abordó el tema de la transformación en los ingresos, especialmente el salario, pensiones y prestaciones, las condiciones básicas sobre las cuales estos se van a fijar y las afectaciones que, sin duda alguna, se van a sentir en algunos segmentos de la población cubana al eliminar subsidios y gratuidades; también las medidas y el procedimiento para paliar los efectos de las decisiones que se han de tomar a partir del llamado “Día cero”.

Durante las 2 horas y 18 minutos que duró el material audiovisual, se escucharon intervenciones aclaratorias de Marino Murillo y del Vice-Presidente Valdés Mesa, las de este último relacionadas con los seminarios, la capacitación y que se seguirían buscando experiencias en América Latina, Europa y otros países.

Como cubano, comprometido con el destino de mi país y mi país, en este caso específico, son los hombres y mujeres que lo habitan, tengo dos preocupaciones y dos propuestas, ideas aderezadas con soluciones y posibles beneficios porque de nada sirve denunciar o alertar si no se ofrecen remedios.

PRIMERA PREOCUPACIÓN: Las medidas para paliar las afectaciones a más de un millón de personas, principalmente a mujeres amas de casa que realizan un trabajo extraordinario; pues, si las mismas se decidieran a hacer una huelga el país quiebra porque no habría quien lavara, quien preparara los niños para la escuela, quien cocinara, quien atendiera a ancianos y niños, ya enfermos o sin Círculo Infantil, etc… se deja a un mecanismo que, en teoría, debe dar una respuesta en 72 horas.

La experiencia cubana -no me interesa la de otros países en tanto deviene consuelo de tontos-, demuestra lo robusta y eficiente que es nuestra burocracia. El botón de muestra de un campesino que presentó su jubilación en enero del 2019 y murió en noviembre de ese mismo año sin poder disfrutar un derecho justamente ganado, habla de la ineficiencia e indolencia de un aparato sobre el cual ha de recaer, de sopetón, un aluvión de solicitudes y creo, ojalá me equivoque, este no cuenta con la actitud (voluntad) para hacerlo.

La experiencia es maestra de la pedagogía y no tenemos por qué creer que ahora será distinto.

SOLUCIÓN  A LA PRIMERA PREOCUPACIÓN: Es preciso engrasar y muy bien el mecanismo para dar solución, no respuesta, a un problema que tiene que ver con la vida de las personas. Cualquier dilación, indolencia, demora o negligencia es un acto contra la nación, su seguridad y pervivencia y en consecuencia debe ser juzgado.

SEGUNDA PREOCUPACIÓN: Estoy consciente que demorar es agravar; pero, la discusión del anteproyecto constitucional devino muestra de participación ciudadana. ¿Por qué no incluir en las consultas a economistas cubanos, sociólogos, politólogos, intelectuales y no solo de La Habana; sino, de otras partes del país para escuchar su parecer y tomar algunas ideas que puedan ser de utilidad? A fin de cuentas, se trata de decisiones que afectarán su vida y destino y no deben dejarse a un grupo de personas, por muy bien intencionados que sean.

SOLUCIÓN A LA SEGUNDA PREOCUPACIÓN: Ampliar a otros cubanos la discusión de las medidas a tomar; pues, esta pluralidad de opiniones, ideas y sugerencias, no solo puede dar más trigo y oportunidad de dar en el blanco; sino, involucrar a más personas con el natural componente de responsabilidad compartida, cualidad básica del gobierno colegiado.

PRIMERA PROPUESTA:  Subsidiar la canasta básica a niños y jóvenes hasta la mayoría de edad; o sea, los 16 años y pagar solo al trabajador lo que corresponde a la reproducción de su fuerza de trabajo; pues, si en su familia existiese alguien imposibilitado de trabajar, se le asistiría. Luego, si el hijo o los hijos acceden a la universidad, pagar, durante el tiempo que el hijo o los hijos estudien, el medio salario para ayudarlo a sostener al hijo o hijos que serán los futuros profesionales que demanda el país.

Esta decisión podría:

1.-Ser un estímulo a la maternidad en tanto aliviaría la tensión de los padres; quienes, solo podrán mantener con los nuevos salarios a 1,5 personas; o sea, a él mismo y sólo medio hijo.
2.-Si no se subvenciona la infancia y la juventud, estarán esperando, si ya no se hace, llegar a la mayoría de edad para empezar a trabajar y olvidarse de los estudios porque lo que hace falta es “ganar dinero”, no prepararse para el futuro.
3.-Es esta una manera concreta de proteger personas y no productos, además de resultar una apuesta clara por el futuro y seguir demostrando el carácter humanitario y justiciero de Cuba.

SEGUNDA PROPUESTA: Mantener la actual tarifa de consumo de energía eléctrica para el sector residencial hasta los 500 KW; en tanto este es un bien vital para la sociedad moderna y porque en Cuba:

1.-La electricidad es la principal fuente de cocción de alimentos; además, en una casa no solo se cocinan alimentos, también se calienta o hierve agua por diferentes razones, básicamente sanitarias.
2.-Gran parte del solaz y entretenimiento del cubano está vinculado a la televisión, el vídeo o la escucha de música con dispositivos cuya alimentación es la electricidad.
3.-Diversas tareas hogareñas como el lavado, planchado y la limpieza (uso de turbinas) demandan del consumo de energía eléctrica.

No soy ajeno a la situación que atraviesa el país -vivo en él hace 53 años-, pero ello no turba mi vista ni mi razón y apuesto decididamente al postulado de una economía al servicio del hombre, no el hombre esclavizado por la economía.

11 junio 2020 7 comentarios 703 vistas
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bloqueo

Tres preguntas cardinales sobre el bloqueo

por Delio Orozco González 3 mayo 2020
escrito por Delio Orozco González

Calificado por las autoridades cubanas como “bloqueo económico” y por los gobernantes estadounidenses como “embargo”, esta anomalía de las relaciones bilaterales entre ambas naciones nació como medio de presión para liquidar la Revolución del 1ro. de enero de 1959. Y era explicable, una nación como Estados Unidos, primera potencia mundial, no podía permitir, por lo menos en su área de influencia más cercana, la aparición de un electrón libre que, además de escapar de su redil, pudiera infectar o servir de ejemplo a otros países dañando sus intereses. Por eso, mucho antes de las nacionalizaciones de octubre de 1960; las cuales, directamente expropiaron gruesos intereses empresariales norteamericanos en la isla, los norteños tomaron el camino directo de la presión económica para ahogar una isla atada a ellos en este sector desde finales del siglo XIX.

Hubiera sido muy difícil a Cuba resistir la montaña que se le venía encima de no contar con el apoyo brindado por la URSS, apoyo que -preciso es reconocerlo-, pretendía, además de la solidaridad internacionalista, extender el área de influencia socialista al clavar una pica a 90 millas de su adversario más recio. Y fue este apoyo, junto con la aplicación de una política de justicia social, efectiva gestión de control ciudadano y una proyección humanista internacional, la que hizo posible que la resistencia insular pareciera un remedo del relato bíblico de David contra Goliat; pues, cuando implosiona la URSS y el sistema socialista que esta aupaba, la mayor de las Antillas siguió moviéndose a su aire y resistiendo la fuerza de gravedad generada por Estados Unidos. Sin embargo, las reglas habían cambiado y ya no podía gobernarse como antes; entonces, hacia adentro, comienza un lento proceso de “democratización” que tendría su culmen teórico cuando en el 2000 Fidel Castro señala en su concepto de Revolución que esta es, entre otras cosas: libertad y justicia plena para todos; o sea, incorpora a la teoría de la Revolución Social un concepto que hasta ese momento resultaba herético -por lo menos el de la libertad plena- para el canon marxista ortodoxo implementado en la ex-Unión Soviética y el desaparecido campo socialista.

En el plano externo, con la terminación de las misiones marciales en África, la política exterior cubana tomará vuelo extraordinario, ahora no serán militares; sino, envío de médicos, maestros, constructores, artistas y deportistas. Esta diplomacia humanista resultó efectiva en un mundo interconectado y realmente necesitado de edificadores y no de soldados. El in-crescendo de los votos en la ONU a favor de Cuba y en contra del bloqueo desde 1992 demostraron el acierto de dicha diplomacia y el aislamiento, en ese sentido, de EUA. Pero las cosas no cambiaron solo para Cuba, también lo hicieron para USA. La oleada progresista que invadió América Latina en la primera década del presente siglo y plantó cara a la exclusión cubana, la elección de un afronorteamericano para dirigir los destinos estadounidenses y un Papa argentino, convergieron cual triángulo equilátero para cambiar el rumbo de la política norteña, no por generosidad y si por sentido común; pues, como decía Einstein, resulta locura querer obtener resultados diferentes si se sigue haciendo lo mismo. La mayoría de los cubanos vieron con buenos ojos los cambios acaecidos, a fin de cuentas, una normalización de las relaciones con Estados Unidos era deseada desde inicios de la década de 1990; en tanto, hasta esa fecha, el impacto del bloqueo era mitigado en gran medida por el apoyo soviético; empero, a partir de la desaparición del aliado socialista, la isla quedó, desde el punta de vista económico, al pairo.

La realidad que comienza a vivirse en Cuba a partir del 17 de diciembre de 2014 contribuye a generar una visión diferente, especialmente en el soberano, sobre el gobierno estadounidense. Claro, a toda acción corresponde una reacción y si aumentan las remesas, se abre la embajada, se facilitan los viajes, crecen las visas, llegan los turistas, mejoran las comunicaciones y se produce un aflojamiento de las tensiones, “los yanquis no son tan malos”. En las estructuras de poder y sus voceros se perciben dos tendencias, una que ve con más preocupación que beneficio el acercamiento porque el cambio de política tiene para ellos, como objetivo indirecto, la destrucción de la Revolución por otros medios, dedicándose entonces a descalificar a aquellos que aplauden la distensión y critican los errores de la construcción social cubana como elemento real de la erosión ideológica, espiritual y sentimental en el proyecto de vida  insular. Otra, aunque no dejaba de reconocer los riesgos, acepta el reto porque sabe que se puede convivir respetando diferencias y entiende que nunca hubo buena guerra.

Un giro de 180 grados se produce en 2016 con la elección presidencial de Donald Trump, negociante, no político; quien, anula casi todo logrado por su antecesor y vuelve a llevar las relaciones al áspero estado anterior. Para lograrlo, el actual mandatario norteamericano echa mano a las herramientas que le brinda el bloqueo y es aquí donde resulta preciso evaluar, aunque sea brevemente, el tema a través de tres preguntas:

1.-¿Puede el bloqueo norteamericano hacer cambiar el sistema socio-político de Cuba?

En realidad comenzó a sentirse con fuerza hace 30 años y aunque la solidaridad de gobiernos de Latinoamérica al día de hoy ha disminuido por la inclinación de algunos hacia la derecha y las presiones estadounidenses, la diversificación de las relaciones con otros países y la incorporación de nuevos mecanismos económicos, pone la nación en mejores condiciones para sortear presiones, mientras su sostenida política exterior de solidaridad le sigue granjeando amigos y buena voluntad. El número de países que le apoyaron en la última votación de la ONU (183) lo hace sentirse acompañado y da sostén moral a la resistencia, especialmente al gobierno. El valor pedagógico de esta resistencia es una carta exhibida por Cuba a los cuatro vientos y no sin razón, más de diez administraciones no han podido hacerle variar el rumbo y, si le ha dado resultado, seguirá haciéndolo.

2.-¿El bloqueo afecta más al gobierno y partido cubanos que al pueblo?

En todo tiempo, lugar y sistema, quienes detentan el poder están en mejores condiciones de sortear problemas y dificultades diarias. No obstante, y más allá de una idea de servicio al pueblo, la dirigencia cubana sabe que la práctica y tolerancia de los actos de corrupción, imposibles de ocultar en una época como la actual, resultan más peligrosos que los marines, puesto que restarían credibilidad y confianza a su gestión otorgando razón a sus adversarios políticos. No es que no haya, es que no son tan groseros, ni estimulados y como la distribución de la riqueza se hace a través de productos y servicios, la mayor parte de ellos subsidiados, el peso de las carencias cae sobre la población, no sobre el grupo dirigente; el cual, no se cansa de decirlo y más importante que ello, demostrarlo. Es difícil, muy difícil creer en la buena voluntad y deseos de un gobernante de traer libertad y progreso a un país cuando en medio de una pandemia le niega medios y recursos para obtener medicamentos y salvar vidas. Desde los evangelios se dice que los hombres, como los árboles, se conocerán por sus frutos.

3.-¿Es el bloqueo, como dice el gobierno cubano, el principal obstáculo al desarrollo cubano?

Los hechos, los obstinados hechos, parecen darle la razón al gobierno cubano; pues, cuando en virtud del bloqueo no se pueden obtener medicamentos, materias primas, equipamientos o acceder a fuentes de financiamiento, cuando se amedrentan inversores o es preciso buscar los elementos para sostener el país en sitios alejados encareciendo su precio, nadie, en su sano juicio, podría argumentar que el bloqueo no es rémora ni obstáculo al desarrollo del país. Finalmente, el bloqueo no solo entorpece el desarrollo económico y social; también el democrático del país; pues, en la medida que privan al país de recursos, le ofrece en bandeja de plata a los extremistas de izquierda, a los intolerantes, a los que no hacen bien su trabajo, a los que viven del puesto y a los negligentes los argumentos que necesitan para barrer bajo la alfombra sus falencias y responsabilizar al bloqueo de sus yerros. El bloqueo debilita la labor cívica del pensamiento honrado y la denuncia ciudadana porque es muy complicado, estando en una misma trinchera, denunciar a quien robó tres litros de aceite o cinco libras de harina, de los cuales, a lo mejor, te da uno del primero y dos libras de la última, cuando el que está enfrente y dice ser amigo, niega medicinas al herido, comida al hambriento y medios para el progreso humano.

3 mayo 2020 19 comentarios 563 vistas
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