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Autor

Carlos Alzugaray Treto

Carlos Alzugaray Treto

Embajador y Profesor Titular retirado, analista internacional independiente y ensayista

Milei
OpiniónDemocracia

La victoria de Milei

por Carlos Alzugaray Treto 20 noviembre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

La victoria electoral de Javier Milei por un margen tan amplio como de 11 puntos significa un giro a la extrema derecha de la política argentina. Significa asimismo un fracaso del gobierno de Alberto Fernández y de la coalición peronista que se formó hace cuatro años alrededor de su figura y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Aunque en esta ocasión la victoria fue amplia, no se puede asumir como un apoyo popular a las posiciones radicales pro liberalismo «puro y duro» del candidato de «La Libertad Avanza». En los últimos días de la campaña electoral recibió el apoyo de las fuerzas de otra derecha, menos radical, representada por el ex Presidente Mauricio Macri, derrotado por Fernández hace cuatro años.

La derrota de la coalición peronista-radical era fácilmente predecible en un país con más del 140% de inflación y crecientes cotas de pobreza y de inseguridad. Sin embargo, de alguna manera es sorprendente que Sergio Massa, el candidato de esa coalición, haya ganado en primera vuelta a pesar de ser el ministro de economía del gobierno que carga la culpa de toda esta situación y que, en segunda vuelta, haya obtenido el 44%.

Ello es muestra de la fortaleza tradicional del peronismo, además del temor que causa Milei, y permite prever la reconstrucción de una posible nueva coalición de ese signo en el medio plazo, como ha sucedido antes.

Milei no cuenta con suficiente apoyo en el Congreso para llevar a cabo su programa radical de reforma que, además, inevitablemente afectará a muchos de los que lo votaron.

Finalmente, la victoria de Milei tendrá repercusiones negativas en toda América Latina y el Caribe, donde se estaba creando y fortaleciendo una alianza de gobiernos de izquierda encabezado por los presidentes Lula y Petro. El nuevo presidente argentino se inscribe claramente en una especie de Internacional de las Derechas que se formó inicialmente alrededor de Donald Trump cuando fue presidente de Estados Unidos. De ahí la alegría con la que el futuro candidato a la Casa Blanca por el Partido Republicano norteamericano acogió la noticia.

Quizás quieras leer: Gabriel Solano: «América Latina solo se puede unir sobre la base de gobiernos de los trabajadores»

20 noviembre 2023 16 comentarios
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Bloqueo
Economía

Cinco preguntas incómodas sobre el ¿bloqueo?

por Carlos Alzugaray Treto 9 noviembre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

Nota del Editor:

Luego de las votaciones en la ONU, de las cuales Cuba sale habitualmente victoriosa, es común encontrar en redes sociales y algunos medios de la oposición una reacción a los resultados.

Por otro lado, los medios de comunicación estatales tienden a evitar preguntas incómodas y a culpar a las medidas unilaterales coercitivas de problemas internos o sobredimensionar sus efectos. Esto no ayuda a tener una visión compleja sobre el asunto.

Por esta razón, La Joven Cuba pidió a uno de sus expertos en el tema que respondiera a los argumentos y preguntas que habitualmente se mueven en el espacio público para arrojar luz sobre el asunto.  

Bloqueo - sanciones - ONU

Votaciones históricas ONU

  1. ¿Es embargo o bloqueo?

A mi criterio, si fuéramos a ser técnicamente precisos, los términos que habría que usar serían uno de estos tres: sanciones económicas, comerciales y financieras; medidas coercitivas unilaterales; o guerra económica. Tanto las categorías «embargo» como «bloqueo» son imprecisas, pero una lo es más que la otra. Las razones son las siguientes:

  • Bloqueo es el término que aparece en la Resolución que acaba de aprobar por 32da. vez la Asamblea Nacional de Naciones Unidas. Se viene haciendo desde 1992 por mayorías casi unánimes. Desde el punto de vista del Derecho Internacional eso da legitimidad al término.
  • Las medidas coercitivas contra Cuba, trascienden las funciones, objetivos y alcance de un embargo, son una compleja y abarcadora madeja de Proclamas presidenciales, decretos y leyes que prohíben o entorpecen toda relación económica, comercial y financiera entre Estados Unidos y la Isla, incluso afectan a terceros países. Son unilaterales porque no las ha adoptado ningún otro país ni están refrendadas por ningún organismo internacional capacitado para ello. Y, por añadidura, son extraterritoriales porque Estados Unidos prohíbe esas actividades por parte de subsidiarias de empresas norteamericanas en terceros países —ignorando así las leyes de estos— para que se abstengan de realizar cualquier actividad económica, comercial y financiera con la Isla.
  • Las medidas coercitivas han sido dilatadas en el tiempo, pero sobre todo vinculadas a una estrategia agresiva de «cambio de régimen». Datan de 1962 (hace 61 años), pero fueron adoptadas después de un proceso más o menos largo de elaboración en 1959, 1960 y 1961 con las administraciones de Dwight Eisenhower y John F. Kennedy. Han sido integradas con otras de carácter bélico (Playa Girón), diplomático (intentos de aislamiento de Cuba), político (formación y apoyo a organizaciones de oposición) y propagandístico (creación de Radio Swan[i]). Asimismo, han sido fortalecidas con las de carácter financiero como la inclusión de Cuba como «Estado Promotor del Terrorismo» en la Lista que a tales efectos publica el Departamento de Estado y que tiene un impacto directo en las transacciones bancarias que puedan hacerse para o desde Cuba.
  • Aunque dirigidas contra el gobierno por elevación, su blanco inmediato es el pueblo cubano. En su elaboración tuvieron una influencia decisiva los argumentos desarrollados en el Memorándum del Secretario Adjunto de Estado Lester Mallory del 6 de abril de 1960. En este documento se aboga por el uso de instrumentos económicos, comerciales y financieros con el fin de restarle apoyo al gobierno cubano «a través del desencanto y el descontento basados en la insatisfacción y las penurias económicas».
  • La literatura especializada actual considera las sanciones como una forma de guerra: guerra económica. Para aplicarlas, el presidente Kennedy tuvo que invocar la «Ley de Comercio con el Enemigo de 1917» e incluir a Cuba en esta, a pesar de que Estados Unidos no estaba formalmente en guerra con ningún otro Estado, mucho menos con Cuba. Esa es la ley que creó la llamada Office of Foreign Assests Control, más conocida como OFAC, que tiene como misión supervisar toda actividad económica, comercial y financiera con Cuba, único país incluido en ese instrumento que debe ser renovado anualmente por el presidente norteamericano.

En la literatura especializada se entiende por embargo la medida de suspender el comercio, mas ello no abarca otras actividades económicas de las relaciones internacionales como las económicas y financieras que se aplican a Cuba.

Los elementos antes mencionados demuestran que utilizar esa etiqueta es un intento de minimizar el carácter agresivo y excesivamente hostil de las medidas. El gobierno norteamericano ha utilizado esta táctica en otros momentos, por ejemplo, en 1962, cuando la Crisis de Octubre, Kennedy estableció un bloqueo naval alrededor de Cuba, pero al elaborar su proclama decidió llamarle «cuarentena», un término correspondiente más al terreno de la salud que a una medida de guerra.  

  1. ¿El gobierno cubano puede importar medicamentos y alimentos de Estados Unidos?

Teóricamente sí, pero en la práctica resulta muy complejo y engorroso. Es necesario contextualizar el asunto. A Cuba se le prohibió comprar alimentos y medicinas en Estados Unidos desde la proclamación de las primeras sanciones en febrero de 1962. La autorización para que lo pudiera hacer data del año 2000, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó el título IX de la Ley de Reforma de Sanciones y de Mejora de Exportaciones (Trade Sanction Reform and Export Enhancement Act (Title [X]) por el cual se permitió la venta a Cuba, de manera restringida y solamente previo pago en efectivo, de ciertas productos alimenticios y farmacéuticos, especificados en una lista que emitió la OFAC.

Esto no tuvo nada que ver concretamente con Cuba. Se trataba de que en el Congreso había crecido el sentir de que era inhumano incluir alimentos y medicinas en las medidas coercitivas unilaterales de manera general contra cualquier país.

No obstante a ello, los congresistas y senadores partidarios de las sanciones lograron introducir enmiendas que obligaron a que estas compras sólo podrían hacerse mediante licencias aprobadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), pagando en efectivo incluso antes de que se embarcaran los productos y siempre evitando que las instituciones bancarias norteamericanas fueran parte de la transacción. Esto es sumamente inusual en el comercio internacional, donde se ha establecido como norma que estas compras se hagan mediante cartas de créditos establecidas entre instituciones bancarias y que el pago se haga efectivo mediante transferencias al recibo de la mercancía por el importador.

Uno de los temas que siempre llama la atención es que uno de los productos que más importa Cuba de Estados Unidos sea precisamente el pollo, sin dudas la carne más importante de la canasta básica en la Isla. Ello se explica en gran medida porque Estados Unidos es el segundo mayor exportador de dicho producto del mundo gracias a sus precios competitivos.

El vecino del norte realiza el 16% de la producción mundial de pollo y sus exportaciones alcanzan 4.4 mil millones de dólares anuales. Por tanto, no tendría sentido que Cuba renunciara a importar el producto. Ahora bien, de lo que sí se puede estar seguro que las importaciones están afectadas por las limitaciones de las que se hablaba arriba sobre el pago en efectivo por adelantado, a precios competitivos, pero superiores a los que pagan otros países. También se la han llevado a cabo por las presiones de los productores norteamericanos por ser Cuba un gran comprador.

Unido a esto, los barcos la mayoría de las veces deben irse vacíos del puerto cubano por las limitaciones a comprarle productos a la Isla, lo cual encarece grandemente la transportación y dificulta encontrar navieras que quieran hacer la operación. 

Adicionalmente, la venta de medicinas está sujeta a una regulación específica que establece que sólo se puede vender si la entidad cubana importadora acepta una cláusula en el contrato que permita a inspectores norteamericanos escudriñar el uso final «in situ», o sea en los hospitales cubanos, que se le dé a los medicamentos, lo cual obviamente es inaceptable para un Estado soberano, no solo por humillante, sino porque implicaría reconocer y autorizar la injerencia de otro Estado en los asuntos internos.

  1. Últimamente se han visto productos cubanos en supermercados de Europa y Estados Unidos, también empresas norteamericanas que operan en Cuba ¿Esto significa que no existen o no afectan las sanciones?

Realmente esto es poco relevante. Habría que investigar de dónde se importan esas mercancías y como llegan a esos mercados y si esa exportación es permanente y sostenible y no un caso aislado, lo cual siempre puede pasar. Que aparezcan en Europa no es ningún problema. De hecho uno de las empresas internacionales que opera en Cuba es el consorcio de licores francés Pernod-Ricard, que ha invertido en la producción y comercialización del Ron Havana Club, con el cual le ha presentado batalla a Bacardí, empresa originalmente asentada en Santiago de Cuba, que hoy tiene su casa central en Bahamas y que mayoreó la producción y exportación del ron de esa marca. De ahí el pleito entre esas dos firmas por el derecho a usar la marca en Estados Unidos.

Por cierto, se sabe que Bacardí logró que en la Ley Helms-Burton se incluyera una cláusula que le permitiera a las empresas propiedad de ciudadanos originalmente cubanos que se convirtieron en norteamericanos llegar a acuerdos con inversionistas extranjeros en Cuba para que le pagaran ciertas cantidades a cambio de no demandarlas ante tribunales estadounidenses bajo el amparo del Título III de la Ley Helms Burton.

  1. Cada país tiene derecho a poner reglas a sus empresas para el comercio. Por tanto ¿las sanciones violan el derecho internacional o son medidas soberanas?

La idea del libre comercio es consustancial con el desarrollo del capitalismo y ha sido particularmente importante para Estados Unidos, el que ha defendido el concepto de que nada debe interferir con el flujo internacional de mercancías. De hecho, cuando el capitalismo norteamericano comenzó a expandirse hacia otras tierras más allá de las Américas y Europa a fines del siglo XIX, se encontró con que los demás países capitalistas desarrollados habían copado el comercio con China, el más grande mercado de esa época. Estas naciones se habían dividido el mercado chino y habían establecido zonas de influencia en las que no permitían el comercio de sus competidores. Estados Unidos había llegado tarde y ya los principales puertos de China estaban «ocupados». Como resultado, el gobierno norteamericano enunció «la política de puertas abiertas», que defendía que todos debían tener acceso al mercado del gigante asiático sin corta pisas.

La defensa del libre comercio estuvo en el centro de muchas de las disputas de la década de 1930 del siglo pasado. Algunos argumentan que esa fue la causa profunda de la Gran Depresión y, posteriormente, de la Segunda Guerra Mundial.

En 1945, después de terminada la conflagración, se creó el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio, más conocido por sus siglas en inglés: GATT. El objetivo principal del GATT fue la eliminación de barreras al comercio mundial. Los miembros del GATT, Cuba uno de ellos, se comprometieron a eliminar cualquier cortapisa al intercambio de mercancías. Sin embargo, esto resultó muy difícil debido a que los países y grupos de países establecieron todo tipo de trabas.

Para resolver esos problemas se creó a fines de la década de 1990 un nuevo organismo internacional, la Organización Mundial de Comercio o WTO (por sus siglas en inglés). El principio rector de la WTO es el libre comercio, defendido por igual por todos pero particularmente por Estados Unidos. Las sanciones contra Cuba, y especialmente su carácter extraterritorial, constituyen una grave violación de ese principio.

En un mundo globalizado, en el cual todas las economías están interconectadas, ningún país se puede arrogar el derecho de limitar a otros el ejercicio de sus derechos comerciales. No es un principio del derecho internacional, sino una regla que está implícita en el sistema de arbitraje de la OMC o WTO. De ahí que la comunidad internacional condene el bloqueo contra Cuba porque se trata de un conjunto de medidas coercitivas unilaterales que van contra el principio de que no se pueden aplicar sanciones con carácter extraterritorial.

  1. ¿Las sanciones han impulsado el desarrollo de la democracia en Cuba?

Esa es una pregunta viciada de origen porque presupone que el verdadero objetivo de las sanciones es promover la democracia en Cuba. Y eso es totalmente falso. Cualquier estudio de la política general de sanciones norteamericanas demuestra que la democracia no tiene nada que ver con la aplicación de este tipo de medidas coercitivas unilaterales. Estados Unidos no ha sancionado a países que están bien alejados de las prácticas democráticas.

Lo que prima en la política de sanciones estadounidense son intereses de seguridad nacional. Se aplican según convenga a esos intereses sin tener en cuenta el carácter del sistema político.

El Irán del Shah, por ejemplo, nunca fue sancionado a pesar de que se sabía que era una tiranía basada en el poder de Mohamed Reza Pahlevi. Las dictaduras latinoamericanas y caribeñas de derecha favorables a Estados Unidos jamás fueron sancionadas. No hay tampoco ningún país al que se le haya impuesto un régimen de sanciones tan abarcador y prolongado como Cuba.

Quizás sea interesante estudiar el caso de la Sudáfrica del régimen del apartheid.

Se ha dicho falsamente y se repite a menudo que las sanciones de los países occidentales jugaron un papel en el derrocamiento de ese régimen anti democrático. La evidencia no soporta ese hipótesis. Las sanciones contra el régimen de Pretoria tardaron mucho en llegar y su aplicación dejó mucho que desear. En 1962, las Naciones Unidas adoptaron una Resolución instando a los países occidentales a imponerle sanciones a Sudáfrica, pero estas no comenzaron a materializarse sino hasta más de 20 años después.

Estados Unidos, por ejemplo, no vino a aplicar una Ley de Sanciones contra el Apartheid hasta 1986, cuando ya el régimen estaba llegando a su fin gracias al efecto combinado de la lucha armada del Congreso Nacional Africano, encabezado por Nelson Mandela desde la prisión, y a las derrotas que sufrió su Ejército en Angola. De ahí que el propio Mandela se quejara de que cuando pidió ayuda nadie se la dio, a diferencia de Cuba, que siempre se solidarizó con las luchas anti coloniales, anti neocoloniales y anti apartheid de África.

Personalmente tuve la oportunidad de comprobar esta actitud ambigua en 1994 cuando participé, junto a otros 19 cubanos, en la Misión Observadora de las Naciones Unidas en Sudáfrica (UNOMSA) que supervisó las primeras elecciones libres en esa nación después de la caída del régimen de Pretoria. Nos alojamos en hoteles de la cadena Holiday Inn que se veían llevaba tiempo establecida en ese país y nos movimos en automóviles BMW ensamblados en una fábrica que tenía esa empresa alemana occidental en el país.

A pesar de todos estos argumentos que cuestionan el verdadero objetivo de las sanciones estadounidenses y su aplicación de manera imparcial y justa, me gustaría hacer algunos comentarios sobre el tema, suponiendo que fuera cierto que el objetivo de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba fuera realmente el de «promover la democracia».

Creo que el propio Memorándum Mallory de abril de 1960 pone en evidencia la esencia realmente anti-democrática de las sanciones cuando afirma «la mayoría de los cubanos apoya a Castro (la cifra más baja que he visto es de 50%)» para añadir a continuación: «El único medio previsible para alienar el apoyo interno es a través del desencanto y el descontento basados en la insatisfacción y las penurias económicas». O sea, las sanciones estaban diseñadas para restarle el apoyo popular a la Revolución y así revertirla.

Pero si venimos al presente, lo que ha pasado en los últimos 61 años, y especialmente después del 2019, es que Estados Unidos ha basado su política hacia Cuba en dos carriles: aplicar sanciones para promover la insatisfacción y el descontento y así la oposición al gobierno cubano; y financiar esa oposición de cualquier signo con fondos millonarios. Eso «per se» es anti democrático.

Pero hay algo más, esas políticas convierten a Estados Unidos en un actor que domina el campo de la oposición y, por ende, deslegitima a toda oposición. Le da la razón al gobierno cubano en argumentar que Cuba es un país asediado por un enemigo poderoso y a utilizar el argumento que «en toda plaza sitiada la disidencia es traición», además de ofrecerle en bandeja de plata un «chivo expiatorio» que sirve para justificar las penurias por las que pasamos como el resultado único y total del «bloqueo».

[i] Emisora dedicada a la propagación de noticias falsas sobre el gobierno cubano

9 noviembre 2023 12 comentarios
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El lanzamiento de dos cócteles Molotov contra el edificio de la Cancillería de la Embajada de Cuba en Washington el 24 de septiembre, me hizo recordar las numerosas ocasiones en que el terrorismo contra nuestros diplomáticos me afectó personalmente.
Relaciones internacionales

El terrorismo contra misiones diplomáticas cubanas

por Carlos Alzugaray Treto 2 octubre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

El lanzamiento de dos cócteles Molotov contra el edificio de la Cancillería de la Embajada de Cuba en Washington el 24 de septiembre, me hizo recordar las numerosas ocasiones en que el terrorismo contra nuestros diplomáticos me afectó personalmente en los 35 años que trabajé en el Servicio Exterior. Fue algo que se hizo normal para muchos de nosotros, sobre todo en las décadas de 1970 y 1980. Amenazas, lanzamientos de bombas, amigos asesinados y todo eso en condiciones en que a veces nuestros hijos también corrieron peligro.

Era común acuartelarnos durante semanas. Cada salida a la calle podía convertirse en un calvario. Pero debo decir que siempre vi a los diplomáticos cubanos comportarse con entereza, dispuestos a correr todos los riesgos necesarios para que se realizara un trabajo que considerábamos muy importante.

Quizás a algunos cubanos les sorprenda saber que una de las científicas que trabajó denodadamente para crear las vacunas que nos ayudaron a superar la COVID pudo no haber nacido o haber perdido a su madre cuando era todavía una niñita. En una campaña de bombas enviadas por correo a Embajadas cubanas en 1975-76, uno de los artefactos casi explota cuando su madre, entonces secretaria de un embajador cubano en un país de América Latina, abría un paquete que supuestamente llevaba un libro. Por suerte, sólo explotó el fulminante, pero eso bastó para que se quemara toda la cara.

Por eso me afectó tanto un hecho que ocurrió un 11 de septiembre, fecha fatídica para mí por el golpe de estado en Chile en 1973 y por los atentados a las Torres Gemelas en el 2001, pero de 1980. Ese día fue asesinado en Nueva York Félix García. Nuestro vínculo en el Minsterio de Relaciones Exteriores (MINREX) fue más que el de colegas, fuimos amigos muy hermanados. En 1970-1973 era visita asidua de la casa que compartía con mi esposa, María Teresa Rodríguez, en Calzada entre E y F, a unas cuadras del nombrado Ministerio.

Félix García asesinado el 11 de septiembre de 1980.

Félix García asesinado el 11 de septiembre de 1980. / Foto: Cubadebate

Su misión en Nueva York, que consistía fundamentalmente en ocuparse de las relaciones públicas de la Misión, coincidió con la mía al frente del Consulado General de Cuba en Montreal, ciudad de tránsito obligatorio para los funcionarios cubanos en Estados Unidos —tanto en la ONU en Nueva York como en la Sección de Intereses en Washington—. En esos tránsitos, Félix se quedaba en mi apartamento del 1212 Avenue des Pines. Muchas veces hablamos de los peligros que corría. Yo sabía de su intensa actividad pública en la Gran Manzana. Pero para Félix trabajar era una fiesta —como dijo Carlos Rafael Rodríguez en su homilía el día de su entierro— y no le importaban los riesgos. Su asesinato fue no sólo terrorismo, sino un cobarde acto de barbarie contra una persona decente e inocente.

La mano del terrorismo cubanoamericano, instigado a partir de la década de los 60 por las agencias de inteligencia norteamericanas, había andado «suelto y sin vacunar» desde mucho antes. Aunque ya se habían abandonado las prácticas presentes en las operaciones específicas de la CIA contra Cuba como el Plan de Acciones Encubiertas para Derrocar al Régimen de Castro en Cuba (Bahía de Cochinos o Playa Girón) o Mangosta, los terroristas cubanoamericanos, que se habían entrenado en el marco de esos programas, actuaban bajo la idea, prevaleciente incluso en sectores gubernamentales del norte, de que «against Cuba anything goes».

La década de 1970 fue particularmente terrible. Estos asesinos actuaron confiados en su impunidad y produjeron actos tales como el atentado terrorista contra el vuelo de Cubana en Barbados en 1976 o las bombas contra la Embajada de Cuba en Portugal (ese mismo año) o el Consulado General en Montreal (1972), por mencionar sólo los más connotados que causaron numerosas víctimas entre cubanos inocentes.

Hubo decenas de ataques, algunos fallidos, como los acaecidos contra Embajadores cubanos: Emilio Aragonés en Buenos Aires en 1975, o Raúl Roa Kourí en Nueva York en 1980, o inoperantes como dos nuevas bombas contra el Consulado de Cuba en Montreal en 1980. Sin embargo, en 1976 dos funcionarios de la Embajada en Buenos Aires fueron secuestrados, desaparecidos y asesinados en una acción terrorista realizada en contubernio entre terroristas cubanoamericanos y escuadrones de la muerte argentinos.

Raúl Roa Kouri / Foto: Ecured

Los terroristas cubanoamericanos, basándose en su inexplicable impunidad, alentada por la pasividad de las autoridades norteamericanas ante sus crímenes, los llevaron incluso a colaborar con agentes de la DINA chilena, bestial instrumento de la represión pinochetista, en el impúdico asesinato del ex ministro de defensa del presidente Allende, Orlando Letenier, y de su asistente norteamericana, Ronnie Moffitt, en el famoso Sheridan Circle, cerca de Embassy Row en plena capital norteamericana, el 21 de septiembre de 1976. Era el terrorismo cubanoamericano al servicio del Plan Cóndor.

No sólo estuve cerca de muchos asesinatos como éstos —por ejemplo, conocí a la viuda de Letelier en un acto de solidaridad con Chile en Montreal— si no que en 1977 las autoridades canadienses me avisaron de sospechas de intentos de asesinato contra mi persona y tuve que estar varios días bajo protección personal de agentes de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP).

Pero lo que realmente me espantaba era que lanzaran una bomba contra uno de los flancos más vulnerables del Consulado, un jardín del tamaño de un terreno de voleibol que estaba detrás del edificio, situado en el 1415 de la Avenue des Pins, pero a unos 4 o 5 metros por debajo del nivel de la calle. Este patio se utilizaba como área de juegos para los 20-30 hijos de funcionarios que asistían a una escuela cubana existente dentro de los locales.

Esa aprehensión resultó justificada: un día los custodios del Consulado me avisaron que precisamente en la calle posterior se habían estacionado dos vehículos con placas de Nueva York, de los cuales se bajaron varias personas que indudablemente tenían aspecto de cubanos. Inmediatamente varios funcionarios armados con pistolas —que a propósito mostramos— salimos al patio y logramos ahuyentarlos.

Efectivamente, unos días después en horas de la noche lanzaron una bomba desde una motocicleta que pasó a toda velocidad por el frente. No hubo que lamentar muertes o heridas, no sólo porque ya el personal se había retirado, sino porque toda la parte de abajo del Consulado y la Oficina Comercial aledaña tenían puertas y ventanas blindadas y estaban 5 o 6 metros por sobre el nivel de la calle.

Embajada cubana en Estados Unidos / Foto: Minrex

En la década de 1970, como parte de un esfuerzo por crear condiciones que preservaran la vida de sus funcionarios en las misiones diplomáticas más vulnerables, se había hecho un esfuerzo financiero sustancial para darle más seguridad a los edificios que ocupábamos.

En Montreal, después del atentado terrorista de 1972 en que murió uno de los custodios y varios funcionarios resultaron heridos, el gobierno cubano decidió instalar todas las oficinas que tenía en esa ciudad (Consulado, Oficina Comercial, Plan Ganado, CUFLET, Ministerio del Turismo, Ministerio de Inversiones Extranjeras y Cooperación) en una sola edificación con el máximo de seguridad posible.

Para ello se compró un inmueble en las faldas del Mont Royal en el 1415 de la Avenue des Pins, a una cuadra del Hospital General de Montreal y frente por frente a una mansión estilo Art Deco que mantenía el entonces primer ministro Pierre Elliot Trudeau en su ciudad natal. Ese local eventualmente se vendió debido a la constante reducción del personal y a la desaparición del peligro de nuevos atentados. Hoy el Consulado está en una propiedad más modesta en el 4542, Décarie Boulevard.

Comprendo muy bien lo que significa para cualquier diplomático enfrentar las acciones terroristas. También comprendo que éstas no suceden en un vacío.

En su campaña contra Cuba, el gobierno de Estados Unidos ha creado la mentalidad de que «contra los diplomáticos cubanos todo vale». Y, al mismo tiempo, ha colocado a Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo, con lo que ofrecen una excusa adicional para realizar actividades como las del 11 de septiembre de 1980 y del 24 de septiembre de 2023. Esa conducta irresponsable tiene que cesar.

2 octubre 2023 3 comentarios
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Bob Menéndez Corrupción Congreso Norteamericano
Relaciones internacionales

¿Caerá definitivamente Bob Menéndez? ¿Qué significará para Cuba?

por Carlos Alzugaray Treto 26 septiembre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

El senador demócrata cubanoamericano Bob Menéndez, según se ha informado prominentemente en los medios el 22 de septiembre, ha sido encausado por delito de corrupción, por segunda vez en menos de diez años, en esta ocasión por el Fiscal Federal de Distrito Sur de Nueva York (Manhattan), Damian Williams.

En el contexto norteamericano varios rasgos distinguen a Nueva Jersey, el estado por el cual entró y se mantiene en el congreso el mencionado político. Pues tiene una serie de condiciones que, a la vez que facilitaron su carrera, lo predispusieron en su récord de corrupción, que parece haber trascendidos los límites de lo tolerable. En la Cámara Alta del Congreso estadounidense existe una tolerancia desmedida a lo que se ha designado como la «corrupción blanda» o «goldilock rules». En The Hill, el sitio web especializado en temas congresionales, ha aparecido un texto del doctor Jonathan Turley, profesor de políticas públicas en la Universidad George Washington, argumentando que en este caso Menéndez fue más allá de lo permisible.

En el territorio de Nueva Jersey cohabitan Atlantic City, el más grande conglomerado de casinos de juegos del país, mayor incluso que Las Vegas, y las prestigiosas Universidades de Princeton (privada) y Rutgers (estatal). Los lectores que lo hayan jugado, recordarán que una de las propiedades más valiosas de Monopolio —el popular juego de mesa norteamericano— es precisamente el icónico Paseo Tablado, la calle peatonal antológica de Atlantic City. Otros, que la hayan visto, podrán tener presente una afamada serie de televisión norteamericana de la década del 2010, cuyo nombre lo evoca: «Boardwalk Empire» («El imperio del Paseo Tablado» en español).

Foto: Press of Atlantic City

Nueva Jersey es también conocido por la gran incidencia que tiene la corrupción en su entramado político. Desde las autoridades locales hasta las más altas esferas del Estado, pasando por las alcaldías de los más importantes núcleos urbanos, prácticamente no pasa una semana sin que salga a la luz pública un nuevo escándalo de corrupción que involucre a figuras políticas estaduales.

Un prestigioso periodista local ha acuñado la frase siguiente: «Al parecer, en Nueva Jersey la política y la corrupción van de la mano como se enroscan los huevos y el tocino en alguna de las numerosas fondas (diners) del estado». Pues este lugar es famoso también por sus «diners» como uno de los negocios más lucrativos.

Los cubanoamericanos de Nueva Jersey

Una característica adicional de Nueva Jersey es que ahí habita el cuarto núcleo más numeroso de estadounidenses de origen cubano (94 960) después de Florida, Texas y California. Por supuesto, las diferencias de esos tres estados con la Florida son abismales según consigna el estimado del censo del 2021, pero los tres le siguen en términos absolutos y relativos y Nueva Jersey, junto a Nevada, figura entre los 5 primeros como muestra la siguiente tabla:

Estado Población Cubano Americana en el Estado en términos absolutos Posición Porcentaje de la población total del Estado Posición relativa
Florida 1,589,455 1 7.4 1
Texas 123,565 2 0.4 –
California 103,500 3 0.3 –
Nueva Jersey 94,960 4 1.1 3
Nevada 36,041 – 1.2 2

O sea, si en términos absolutos los cubanoamericanos de Nueva Jersey cedieron el segundo lugar que ocupaban en el censo del 2010 a Texas y el tercero a California; en términos relativos continuaron siendo el segundo estado con una mayor población de origen cubano. Ello los hace suficientemente importantes como para elegir de su seno un senador y un Representantes. Pero a diferencia de la Florida, en la cual la inmensa mayoría de los legisladores pertenecen al partido republicano, Nueva Jersey es un coto demócrata.

Una peculiaridad de los cubanoamericanos en este territorio es la presencia a su interior de una importante maquinaria del crimen organizado que data del establecimiento en la década de 1970 en su territorio de «La Corporación», una pandilla mafiosa encabezada por José Miguel Battle, veterano de la operación de Bahía de Cochinos (Playa Girón), quien con el tiempo se convirtió en el Rey de «La Bolita» en la zona de Nueva York y Nueva Jersey, llegando a competir y enfrentarse con la mafia italiana. Esta historia ha sido revelada recientemente por el investigador norteamericano T.J. English en su libro «The Corporation: An Epic Story of the Cuban Underworld».

Bob Menéndez: su trayectoria y personalidad

Aunque nació en 1954 en Nueva York de padres cubanos que habían emigrado a Estados Unidos en 1953, Robert Bob Menéndez creció en Union City, Nueva Jersey, la zona del estado con más inmigrantes provenientes de la Isla. Se graduó de Saint Peter’s College (hoy Universidad), una institución jesuita, y después continuó sus estudios en la Escuela de Leyes de la Universidad Rutgers.

Dio sus primeros pasos en la política en 1973 (a los 19 años) de la mano de William Musto, entonces alcalde de Union City y uno de los políticos demócratas más populares del Estado. Pocos años después en 1977, Musto sería enjuiciado por corrupción y Menéndez testificaría en su contra. Ya su carrera política había sido lanzada en ese contexto.

Terminados sus estudios de derecho en Rutgers en 1979, ocupó varios cargos electivos en las Juntas de Educación locales y estaduales hasta que en 1986 fue electo alcalde de Union City, cargo que cubrió hasta 1991. Debido a la peculiar constitución de Nueva Jersey, Menéndez ocupó paralelamente el cargo de miembro de la Asamblea General del Estado (1988-1991).

De 1991 a 1993 fue senador estadual, consolidando su posición como uno de los líderes del partido demócrata en el Estado Jardín, lo que le permitió saltar a la política nacional como Representante a la Cámara en 1993. Entre ese año y el 2005, durante 14 años, se convirtió en un hombre clave de su partido en la Cámara de Representantes, al ganar 7 elecciones consecutivas. Se destacó además como uno de los demócratas que defendían con más fuerza los derechos de los inmigrantes.

Foto: New York Times

Su acenso a la posición de senador se produjo en el 2006, cuando fue nombrado para terminar el mandato de otro experimentado político de Nueva Jersey, Jon Corzine, quien ese año ganó el puesto de gobernador del estado. Sus 14 años como Representante demócrata por Nueva Jersey a partir de 1993 contribuyeron a que pudiera ganar las elecciones para senador por primera vez en el propio 2006. Era ya uno de los dirigentes clave su partido en el Congreso.

Durante los 17 años que ha estado en el Senado, Bob Menéndez ha ido escalando en los principales cargos del liderazgo en la Cámara Alta asumiendo por primera vez la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores en el 2013, durante la administración de Barack Obama. Su trayectoria en el Comité ha sido muy controversial debido a su estilo autoritario y prepotente.

El anterior enjuiciamiento tenía mucha menor envergadura que el actual. Se le acusó de hacerle favores políticos al oftalmólogo Salomon Melgen a cambio de donaciones a su campaña, regalos, viajes en un avión privado y estancias en la casa del médico en un centro turístico de República Dominicana. Menéndez trató de proteger a Melgen de ser procesado, pero al final fue condenado por un fraude de Medicare.

En el caso actual se le está acusando a él y su esposa Nadine de recibir regalos mucho más suntuosos, —medio millón de dólares, unas barras de oro y un convertible Mercedes Benz— a cambio de facilitar información y beneficios a un hombre de negocios egipcio vinculado al gobierno de ese país. Las informaciones pudieron contener elementos de peligro para la seguridad nacional. Junto a al matrimonio están encausados otras tres personas, entre ellas el hombre de negocios egipcio norteamericano Wael Hana, quien obtuvo, por mediación del senador, una licencia para la venta en exclusiva de comida halal a Egipto.

Nadine y Bob Menéndez

Nadine y Bob Menéndez / Foto: The Times of Israel

No obstante, lo más importante políticamente en este caso, es que la mayoría de sus correligionarios demócratas en Nueva Jersey —incluyendo el gobernador Phil Murphy— han reaccionado pidiendo su renuncia, no sólo a la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sino a su propio escaño en la Cámara Alta. Sintomático de lo grave de las acusaciones es que el exsenador Robert Torricelli —su predecesor y promotor de la tristemente célebre Ley Torricelli—, quien lo defendió en el 2015, ahora se suma a la petición. Por el momento, Menéndez ha renunciado al Comité, pero se ha negado a abandonar su escaño de senador, aunque ya le ha surgido un contrincante para la nominación demócrata.

Además de la mayor gravedad de los hechos que se le imputan en esta ocasión, algo que probablemente perjudicará a Menéndez es que el proceso tendrá lugar en un tribunal de Nueva York y no de Nueva Jersey, donde en aquella ocasión un grupo de miembros del jurado se negó a condenarlo.

Sobre lo incongruente y contradictorio de su política, Ben Rhodes, ex asesor del presidente Obama, en un Tweet (X) reciente: «Menéndez ha tenido derecho de veto sobre la política hacia Cuba, imponiéndole una sanción tras otra a un pueblo empobrecido envolviéndolas en un lenguaje de valores democráticos mientras aparentemente apoya a un dictador egipcio para su beneficio personal».

Menéndez y Cuba

Desde su ingreso al Congreso como Representante a la Cámara por Nueva Jersey en 1993, Menéndez se ha caracterizado por apoyar todas las medidas unilaterales coercitivas contra Cuba, incluyendo la Ley Helms-Burton de 1996.

Según ha testimoniado el historiador Taylor Branch en su libro The Clinton Tapes: Wrestling History with the President, en el cual recoge las conversaciones confidenciales que sostuvo en la Casa Blanca con el ex presidente demócrata entre 1993 y 2001, este último se quejó de que Menéndez, entonces un novel representante a la cámara, lo llamaba constantemente para que firmara la Ley Helms-Burton y para que aplicara a Cuba la mayor cantidad posible de sanciones.

Menéndez se las agenció para que el día de la firma de la Ley Helms Burton en la Casa Blanca, apareciese él en primera fila, opacando incluso al senador Jesse Helms y al representante Dan Burton (autores de la Ley) y a la congresista Ileana Ross-Lehtinen, las más veterana de los representantes cubanoamericanos a la Cámara.

Bob Menéndez junto a Bill Clinton firmando la Ley Helms-Burton

En enero del 2000 el político cubanoamericano firmó una carta dirigida al presidente Clinton oponiéndose a la implementación de la decisión del Servicio de Inmigración de Estados Unidos, por la cual Elián González fue devuelto a su padre y llevado para Cuba. Incluso estuvo entre los congresistas que pretendieron la aprobación de una ley que le diera al menor de edad la residencia en Estados Unidos.

Durante toda la administración de George W. Bush (2001-2009), Menéndez aprobó las políticas agresivas de este último, a pesar de pertenecer a otro partido. Ello incluyó la limitación de viajes y de remesas, el establecimiento de una «Comisión para Ayudar a una Cuba Libre» y de un cargo titulado «Coordinador de la Transición Cubana» dentro de las estructuras del Departamento de Estado.

Asimismo, se opuso fuertemente a la política adoptada hacia Cuba por el presidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014 luego del acuerdo que llegó con Raúl Castro sobre la normalización de relaciones. Ello incluyó su negativa a retirar a Cuba de la lista de estados promotores del terrorismo y a la participación del presidente Obama en la Cumbre de las Américas de Panamá en el 2015.

El 13 de enero del 2015 fue tan lejos como para pronunciar un discurso en el Plenario del Senado oponiéndose absolutamente a toda la política hacia Cuba de un presidente de su propio partido. En esa ocasión dijo: «Creo que el acuerdo que la Administración ha alcanzado con el régimen de Castro es unilateral y equivocado».

Por supuesto, Menéndez apoyó la política de presión máxima del presidente Donald Trump.

Es un secreto a voces que Menéndez tiene mucho que ver con que Joe Biden haya sido tan reticente a cumplir las promesas de campaña que hizo en el 2020 en el sentido de que revocaría las medidas punitivas que Donald Trump adoptó entre el 2017 y el 2021, para revertir la política de normalización por la había apostado Barack Obama.

Bob Menéndez y Joe Biden / Foto: Hudson TV

Que el senador tuviera una suerte de veto sobre cualquier acción hacia Cuba del equipo del actual presidente demócrata, quedó demostrado a la luz pública con un incidente que tuvo lugar al terminar Biden su discurso del Estado de la Unión en enero pasado. Según reportaron Fox News y otros medios de prensa, al salir del recinto de la Cámara, donde pronunció el discurso, el presidente le dijo al senador: «Bob, tenemos que hablar sobre Cuba». A lo que Menéndez respondió: «Ok». Pero Biden, queriendo hacer llegar el mensaje le dijo: «En serio». Al final no pasó nada.

En fecha tan reciente como el 11 de mayo, Menéndez le dirigió una carta a sus colegas demócratas en el Congreso oponiéndose a las demandas de estos últimos de que se flexibilizaran las sanciones contra Cuba.

¿Qué pasará?

Por lo pronto, Menéndez ha tenido que renunciar a la presidencia del Comité Relaciones Exteriores, lo que indudablemente le quita presión a Biden para poder implementar la política de su elección. A pesar de ello, al menos por un tiempo, el senador continuará ejerciendo su influencia, si bien ya sin una posición de poder.

Lo que resulta bastante discutible es que Biden quiera aprovechar la coyuntura para hacer avanzar más las medidas de flexibilización que muchos otros legisladores demócratas han demandado. Un ejemplo de ello es el paquete de medidas para beneficiar el sector privado de las MIPYMES, que se viene anunciando hace un tiempo, particularmente en la última semana, y no acaban de salir de forma oficial.

Un segundo aspecto del problema es la posibilidad de que Menéndez se vea obligado a abandonar su escaño de senador y que los demócratas logren un candidato que lo retenga y adopte una posición más constructiva o al menos neutral. Eso sin duda facilitaría el camino.

Pero no hay que hacerse ilusiones. La administración Biden ha sido muy conservadora en el caso cubano. Se ha demorado enormemente en adoptar medidas elementales, incluso prometidas, como, por ejemplo, la reapertura de los servicios consulares en la Habana. O otras, que son bastante obvias, como retirar a Cuba de la lista de estados terroristas, ni siquiera las ha abordado, a pesar de la insistencia del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien ha afirmado que debe retirarse a Cuba de la lista para ayudar al proceso de paz en su país.

No hay razón para pensar que esa falta de voluntad se explique sólo por las presiones del senador, aunque sí han tenido mucho que ver.

Para decirlo en el argot popular: Menéndez es una gran piedra en el camino; su eliminación ayudaría. Pero no es la única: el camino de la normalización de las relaciones cubano-norteamericanas está lleno no sólo de piedras, sino de seborucos.

26 septiembre 2023 11 comentarios
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11-9 Golpe de Estado / Torres Gemelas
Relaciones internacionales

Los estigmas del 11/9: un golpe, un asesinato y un acto terrorista

por Carlos Alzugaray Treto 11 septiembre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

Aunque es irracional estigmatizar fechas del almanaque, debo reconocer que el 11 de septiembre ejerce en mí un sortilegio aborrecible. Estuve cerca, o vinculado de una forma u otra, a tres acontecimientos fatídicos que acontecieron ese día en 1973, 1980 y 2001 respectivamente: el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende en Chile que llevó a su trágica muerte y a la entronización de la dictadura de Augusto Pinochet; el asesinato de Félix García, funcionario de la misión de Cuba ante la ONU, en Queens Boulevard, Nueva York, por verdugos de una organización terrorista cubanoamericana; y los atentados terroristas contra las Torres Gemelas en Nueva York y el gigantesco edificio llamado el Pentágono donde se asienta el Departamento de Defensa de Estados Unidos en Washington, por militantes de la organización Al-Qaida.

El asesinato de Félix García me resultó sumamente cercano. Nuestro vínculo en el Minrex, más que de colegas, fue de amigos muy hermanados. En 1970-1973 era visita asidua de la casa que compartía con mi esposa, María Teresa Rodríguez, en Calzada entre E y F, a unas cuadras del Minrex. Su asesinato fue no sólo terrorismo, sino un cobarde acto de barbarie contra una persona inocente. No obstante, por razones de espacio, no me extenderé en esta historia que quedará para posteriores escritos.

11 de septiembre de 1973: el golpe de Estado en Chile.

Fui espectador cercano del golpe de Estado en Chile desde la atalaya de la embajada de Cuba en Buenos Aires, donde trabajé entre 1973 y 1977. Había visto la fea cara de la derecha reaccionaria en ese país durante tres tránsitos por Santiago en julio de 1973.[1] Después del golpe, la tragedia chilena me conmovió personalmente por distintas vías. El terrorismo de Estado aplicado contra la ciudadanía por la brutal dictadura pinochetista alcanzó niveles inconcebibles.

Un solo ejemplo de ello fue el asesinato, con una bomba, del general Carlos Prats y su esposa en Buenos Aires en la madrugada del lunes 30 de septiembre de 1974. Precisamente el día anterior, domingo 29, había compartido con ellos en un almuerzo campestre en la finca de unos mutuos amigos argentinos. El explosivo detonó a unas cuadras del apartamento donde vivía con mi familia, en Avenida del Libertador. Mis hijos tenían entonces 6, 2 y 1 año respectivamente. Para colmo, en mi edificio vivía el agregado militar chileno, dueño de un Chevy azul igual al que la embajada me había asignado. Sin pensarlo mucho, nos mudamos para otro lugar.

Carlos Prats / Foto: El Mostrador

Por supuesto, no fue este el único acto criminal de la dictadura pinochetista, ni el más aborrecible. Eran los años del Plan Cóndor, descrito por el periodista investigador John Dinges en su fundamental obra «Los Años del Cóndor: Operaciones Internacionales de Asesinato en el Cono Sur». Pocos amigos militantes de las organizaciones y partidos de izquierda y hasta de centro izquierda escaparon de las garras de los aparatos represivos de las dictaduras de la región. Muchos terminaron en el exilio, en Cuba entre otros países.[2]

Cuando se produjo el golpe, que se veía venir, el principal temor de las autoridades en La Habana y de nosotros en la embajada en Buenos Aires era que el ejército chileno asaltara la misión diplomática en Santiago e iniciara una cacería de cubanos. Dada la violencia y brutalidad con que arremetieron contra el Palacio de la Moneda y contra todos los vinculados a la Unidad Popular —la coalición política con la que Allende llegó a la presidencia—, había que esperar lo peor. La preocupación se acentuaba porque en Chile por esa época había decenas de cubanos regados por toda su complicada geografía, desde especialistas del Inder hasta bailarines del Ballet Nacional de Cuba.

Al final, los peores presagios no se cumplieron. Nuestra sede diplomática no fue asaltada. La dictadura rompió relaciones con Cuba y les dio a los funcionarios cubanos 24 horas para abandonar el país. Para estos la tarea fue complicada. Centenares de cubanos colaboraban con el gobierno de la Unidad Popular, particularmente en el ámbito de la seguridad; muchos de estos últimos tenían pasaportes diplomáticos.

La embajada había acumulado una sustancial cantidad de armas. No sólo había un fusil para cada uno de sus miembros y para el personal de Tropas Especiales que había sido enviado a Santiago, sino también para entregar a la resistencia chilena. Asimismo, complicaba el asunto que un importante grupo de chilenos se había asilado en la embajada en las primeras horas del golpe.

11 de Septiembre en Chile / Foto: Granma

Había que evacuar con todas las armas posibles y entregar a la resistencia o dejar a buen recaudo el resto. La embajada, con un sótano lleno de armamento, tendría que ser dejada a cargo de algún gobierno amigo. Asimismo, debían quedar bajo la protección de ese gobierno los chilenos que estaban ahí, para quienes habría que negociar un salvoconducto que les garantizara la salida segura del país. Esta misión se cumplió gracias a la entrega del personal diplomático con el embajador Mario García Incháustegui a la cabeza y a la colaboración efectiva y rigurosa del gobierno sueco, cuyo embajador en Santiago, Harald Edelstam, tuvo una actitud ejemplar. Edelstam se mudó para los locales de la embajada de donde no salió hasta que el último asilado pudo viajar al exterior y se logró sacar y entregar a la resistencia chilena el último fusil.[3]

Nuestra embajada en Buenos Aires jugó un papel de colaboración. Recibimos a todos y cada uno de los cubanos que no pudieron ser evacuados desde el primer momento. Algunos se habían asilado en otras sedes diplomáticas, principalmente en la de Argentina, otros cruzaron la cordillera y entraron en territorio vecino. Hubo quienes escaparon por la frontera de Chile con Perú.

En mi condición de funcionario a cargo de los Asuntos Consulares, por lo general tuve que ver con todos estos casos. Como anécdota interesante, debo consignar que no siempre las autoridades argentinas nos entregaron de forma inmediata a los cubanos que llegaron por distintas vías. Estos compatriotas debieron esperar a veces hasta 48 horas en estaciones de policía o unidades militares, en algunos casos después de caminar durante varios días en condiciones de invierno a través de la cordillera que separa a ambos países. Y siempre, cuando me iban a entregar a alguien, me citaban para las 11 de la noche en la sede central de la Policía Federal, un lúgubre y tristemente célebre edificio en la calle Perito Moreno, instalación que sería atacada con una bomba por Montoneros en 1976 con un saldo de 23 muertos y  110 heridos.

11 de septiembre del 2001: el atentado terrorista contra el World Trade Center en Nueva York y contra el Pentágono en Washington

El hecho de haber visto de cerca la cruda imagen de varias formas de terrorismo me hizo particularmente sensible ante el ataque perpetrado el 11 de septiembre del 2001 contra las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington. Paradójicamente, pude haber estado en la capital norteamericana por esas fechas, pero no como funcionario del servicio exterior, sino como académico.

En el 2001 ya llevaba 5 años alejado de toda misión diplomática. En 1996, al concluir mi trabajo en Bruselas, donde serví como embajador ante Bélgica y Luxemburgo y jefe de la misión de Cuba ante la Unión Europea, me dediqué a hacer algo que tenía pendiente desde que comencé a colaborar con el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) en 1982: terminar mi doctorado y obtener una categoría docente principal. Ambos propósitos se lograron en 1998-1999. Era ya doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular de esa institución.

Me incorporé a la comunidad científica de especialistas cubanos en relaciones internacionales y en tal calidad asistí en el 2001 al XXIII Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos (LASA) en Washington del 6 al 8 de septiembre. El grupo de académicos cubanos era muy amplio.

Como suele suceder en este tipo de actividades, muchos de nosotros teníamos compromisos para quedarnos en Estados Unidos después del congreso en alguna actividad de intercambio académico. Aunque ya en enero del 2001 había tomado posesión el presidente Bush, quien después paralizaría dichos intercambios a partir del 2003, este tipo de vínculos gozaba aún del florecimiento que se vivió en los 8 años de la administración de Bill Clinton. Yo tenía proyectado quedarme 10-15 días más como profesor invitado en la Universidad Americana (American University) de Washington por la preparación para un curso sobre política exterior cubana a estudiantes de esa institución.

El destino se interpuso en mi camino y tuve que cambiar mis planes. Poco antes de salir de La Habana para Washington vía Miami, el rector me dijo que tenía instrucciones del Minrex de viajar a China en cumplimiento de una invitación de la Academia Diplomática de ese país, por lo que me indicaba que cancelara la estancia en la Universidad Americana y regresara a La Habana el día 9 para asumir la dirección del ISRI durante su ausencia, pues yo era el vicerrector docente —aunque interino. También me afirmó que por solicitud del Colegio de Defensa Nacional debía impartir una conferencia el día 11.

Me ahorré una situación imprevista. Después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 Estados Unidos quedó paralizado y casi todas las actividades se cancelaron o suspendieron. Centros de estudio como la American University debieron cerrar sus aulas por más de una semana, así que mi estancia allí habría sido frustrada de todas formas, como les sucedió a todos los académicos cubanos que, por una u otra razón, se quedaron en Estados Unidos después del Congreso de LASA.

Atentado contra las Torres Gemelas / Foto: Infobae

Mientras volvía a La Habana no podía imaginarme que los días subsiguientes estarían marcados por un hecho de trascendencia global. Estaba impartiendo mi clase sobre política exterior norteamericana en el Colegio de Defensa Nacional en la mañana del 11 de septiembre del 2001 cuando el director —un general de brigada— me interrumpió para decirme que unos aviones habían impactado en las Torres Gemelas. Francamente, estaba tan metido en mi clase que no le di importancia al asunto y seguí como si no hubiera pasado nada.

Tan pronto terminé y vi las imágenes de la televisión me espanté. Fidel Castro, según explicó ese mismo día en un discurso que ya estaba programado en la inauguración del Curso Emergente de Maestros para la enseñanza primaria, en la Ciudad Deportiva, había dado instrucciones de que la televisión nacional transmitiera las noticias sin ninguna censura.

Es obvio que el presidente cubano sí se dio inmediatamente cuenta de la importancia y del impacto que tendrían los acontecimientos de ese día. Y no dudó ni por un momento cuál debería ser la actitud cubana, que resumió en términos explícitos y sintéticos: «Evidentemente, el país había sido víctima de un violento y sorpresivo ataque, inesperado, inusitado, algo verdaderamente insólito». No dudó en agregar: «Era lógico que aquello produjera una conmoción en Estados Unidos y en el mundo, las bolsas de valores comenzaron a derrumbarse, y por la importancia política, económica, tecnológica y el poder de Estados Unidos, el mundo hoy estaba conmovido con aquellos acontecimientos que fue necesario seguir durante todo el día…».

Fidel Castro Torres Gemelas

Fidel Castro el 11 de septiembre de 2001 / Foto: Cubahora

En ese mismo acto, Fidel Castro explicó cuál iba a ser la posición oficial del gobierno cubano con el siguiente razonamiento: «Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano». Más adelante añadió: «Por eso nosotros —que sabemos no el número exacto, pero que hemos visto escenas impresionantes de sufrimientos y posibles víctimas— hemos sentido dolor profundo y tristeza por el pueblo norteamericano, fieles a la línea que hemos seguido siempre». Y terminó sus argumentos alegando: «Nuestra reacción ha sido la que dije, y quisimos que nuestro pueblo viera las escenas y contemplara la tragedia. Y no hemos vacilado en expresar públicamente nuestro sentimiento».

A continuación, adelantó la posición oficial que, según dijo, ya se había comunicado al gobierno del presidente Bush. Extraigo los elementos centrales:

  • «El Gobierno de la República de Cuba ha recibido con dolor y tristeza las noticias sobre los ataques violentos y sorpresivos realizados en la mañana de hoy contra instalaciones civiles y oficiales en las ciudades de Nueva York y Washington, que han provocado numerosas víctimas».
  • «Es conocida la posición de Cuba contra toda acción terrorista. No es posible olvidar que nuestro pueblo ha sido víctima durante más de 40 años de tales acciones, promovidas desde el propio territorio de Estados Unidos».
  • «Tanto por razones históricas como por principios éticos, el Gobierno de nuestro país rechaza y condena con toda energía los ataques cometidos contra las mencionadas instalaciones y expresa sus más sinceras condolencias al pueblo norteamericano por las dolorosas e injustificables pérdidas de vidas humanas que han provocado dichos ataques».
  • «En esta hora amarga para el pueblo norteamericano, nuestro pueblo se solidariza con el pueblo de Estados Unidos y expresa su total disposición a cooperar, en la medida de sus modestas posibilidades, con las instituciones sanitarias y con cualquier otra institución de carácter médico o humanitario de ese país, en la atención, cuidado y rehabilitación de las víctimas ocasionadas por los hechos ocurridos en la mañana de hoy».

Se trataba de una posición esperable y en línea con lo que sentíamos la mayor parte de los cubanos que vivíamos en Cuba, muchos de nosotros víctimas directas o familiares y amigos de quienes sufrieron atentados terroristas.

Sin embargo, lo que más llamó la atención fue que este enfoque constructivo se mantuvo por algún tiempo, a pesar de que la administración Bush reaccionó ignorando la posición cubana y continuando con sus planes hostiles hacia la Isla. En el transcurso de los siguientes doce meses Cuba ratificó los 12 acuerdos internacionales de lucha contra el terrorismo. Otro ejemplo fue su posición constructiva cuando Estados Unidos anunció la apertura del campo de prisioneros de Guantánamo en enero del 2002.

Pero esos gestos no tuvieron ningún impacto. La administración Bush conservó su posición radical contra Cuba. Mantuvo al país en la lista de Estados promotores del terrorismo y, a tono con la declaración del primer mandatario de que consideraría que cualquier país que no estuviera con Estados Unidos sería considerado un enemigo, comenzó planes activos para derrocar al gobierno cubano creando la Comisión para la Ayuda a una Cuba Libre y designando un coordinador de la Transición en Cuba como parte de la estructura del Departamento de Estado.

Los años siguientes vieron un recrudecimiento de la política de cambio de régimen por medio de medidas coercitivas unilaterales y de fomento de la subversión político-ideológica. Por ejemplo, para el 2003 se paralizaron prácticamente los intercambios académicos.

Los hechos comentados producen un profundo rechazo al terrorismo. Nadie puede ser ajeno a lo que significa sesgar vidas de personas inocentes con el fin de alcanzar objetivos políticos. Cada 11 de septiembre recuerdo estos tres acontecimientos que marcaron mi vida.

Referencias

[1] Para todo el proceso que condujo al golpe de Estado, puede consultarse la excelente obra de Tanya Harmer, Allende’s Chile and the Inter-American Cold War  (Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2011), de la cual hay edición en español.

[2] La terrible historia del general Pinochet y sus vínculos con Estados Unidos puede encontrarse en varias obras del investigador norteamericano Peter Kornbluh, cuyo último libro, Pinochet Desclasificado: Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile, acaba de ser publicado en Santiago por Ediciones Catalonia.

[3] Para un relato de estos hechos, que incluyen una valoración de la actitud de la dictadura de Pinochet, puede consultarse el libro de Tanya Harmer citado anteriormente.

11 septiembre 2023 4 comentarios
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Brics
Relaciones internacionales

BRICS: desafíos y oportunidades geopolíticas para Cuba y el mundo

por Carlos Alzugaray Treto 8 septiembre 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

Desde su creación oficial en el 2009, en una cumbre convocada por Rusia en Ekaterimburgo, los BRICS se han convertido en un factor de creciente significación en la arena global. Han ido ganando en protagonismo e importancia hasta tal punto que uno de los más calificados especialistas en la geopolítica del Sur Global, el argentino Andrés Serbin, ha calificado su XV Cumbre, celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica, del 22 al 24 de agosto del presente año, como «un giro copernicano» en el escenario global.

Entre los países desarrollados del autodenominado Occidente, no son pocos los enemigos y adversarios del BRICS, ni los que han venido pronosticando su disolución o desaparición. Según editorializó la cadena CGTN en junio del 2022, en vísperas de la XIV Cumbre celebrada virtualmente por esas mismas fechas desde Beiying, «a pesar de la gran vitalidad y creatividad que el mecanismo de cooperación de los BRICS ha demostrado hasta ahora, Occidente sigue impulsando una serie de malentendidos y prevenciones acerca del bloque, prediciendo festinadamente y esperando su eventual colapso».

En su apoyo citó un enjundioso informe del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China titulado BRICS New Future for Global Development en el cual se enumeran 10 argumentos contrarios o antípodas a los BRICS, y se sopesan debilidades y fortalezas de esta agrupación o club de Estados.[1]

Para comprobar la certeza de los distintos análisis, vale la pena apuntar algunos de los logros que han marcado la historia de los BRICS a partir de que su objetivo central ha sido el de enfrentar y transformar un escenario de hegemonía unipolar en el sistema de relaciones económicas internacionales, lo cual tiene una importancia geopolítica medular.

Paradójicamente, el vaticinio de su surgimiento e importancia lo alegó en noviembre del 2001, ocho años antes de que los BRIC[2] se fundaran formalmente, Jim O’Neill, Jefe del Grupo de Investigaciones Económicas de Goldman Sachs.[3] En su informe titulado «Building Better Economic BRICs»,[4] el economista británico analizó las dificultades que estaba teniendo el G7 para manejar las finanzas mundiales y recomendó su reforma para incluir al menos dos de los cuatro países que identificó como decisivos para la salud de la economía mundial: China, Rusia, India y Brasil.[5]

G7

G7 / Foto: Latindadd

O’Neill era del criterio de que dentro del G7 la participación europea[6] se redujera a uno o dos de los actuales tres miembros; su propuesta no era la formar una nueva agrupación, sino neutralizar el posible desafío que representaría para el G7 el surgimiento de otro polo de poder y de toma decisiones para la gobernanza financiera global. Pero sucedió exactamente lo que pretendía evitar: queq los BRICS formaran un club aparte del G7.

Una de las más asiduas adversarias de los BRICS y defensora porfiada del orden mundial unipolar basado en la hegemonía o dominación norteamericana ha sido la española Ana Palacio, canciller del gobierno de José María Aznar en 2002-2004 y vicepresidenta ejecutiva del Banco Mundial entre 2004 y 2008.

Ya desde el 2015 la doctora Palacio argumentó, en un artículo muy debatido en las redes sociales y en medios académicos globales, titulado «The BRICS fallacy», que el auge de los BRICS era falso. Reiterando el viejo argumento de Madeleine Albright, secretaria de Estado durante la administración de Bill Clinton, de que Estados Unidos era «la nación indispensable», Palacio afirmó: «El orden internacional está en una encrucijada. Necesita a los EE.UU. para guiarlo —con clarividencia, iniciativa y resiliencia— hacia la paz y la prosperidad. Obsesionarse con quién podrá reemplazar a América[7] nos perderá a todos».

Los BRICS y un nuevo orden multipolar

La aspiración de los BRICS no es sustituir la dominación de Estados Unidos por otra hegemonía, la de ellos. Lo que se pretende, como han repetido los jefes de Estado de los cinco países en renovadas ocasiones, es reemplazar el orden unipolar que ha pretendido apuntalar Washington desde el fin de la llamada Guerra Fría, por un orden realmente multipolar. Como ha señalado el citado informe del Instituto Chongyang de China, los BRICS defienden un «nuevo paradigma de gobernanza global» en que se tomen en cuenta los intereses del conjunto de Estados que integran la comunidad internacional y se atiendan ante todo los requerimientos de un crecimiento económico y desarrollo social balanceado en el que ningún pueblo quede abandonado a su suerte. Precisamente por eso los BRICS han estado abogando por su expansión.

Los BRICS también proponen un nuevo modelo de mundialización focalizado en el desarrollo. En vez de un modelo neoliberal de globalización, que en la práctica favorece a las grandes empresas transnacionales y a las economías más desarrolladas. Como señaló el profesor Antonio Romero, de la Universidad de La Habana el pasado 3 de septiembre en el programa Cuadrando la Caja dedicado a la XV Cumbre de los BRICS, hay una crisis del sistema de intercambios multilaterales basado en la Organización Mundial de Comercio (OMC) —uno de los mayores logros de la llamada «globalización neoliberal» de la década de los 90 del siglo pasado.

Los defensores de los BRICS argumentan que éstos están intentando rediseñar el sistema global de comercio, fomentando una alternativa que, argumentan, estaría más en consonancia con los intereses de todos los países y no sólo de los integrantes del G7. Aunque algunos ponen en duda esa visión utópica, sobre todo  debido a alegaciones de abusos por parte de China y Rusia, lo cierto es que el sistema actual no es una solución y el Sur Global está necesitado de una opción distinta que bien podría ser la que proponen los BRICS.

Participación de los países del G7 y BRICS el PIB mundial en Paridad de Poder Adquisitivo / Foto: Statista

Así lo prueba la Declaración Final de la Cumbre de Johannesburgo en la cual se manifiesta: «Reafirmamos nuestro apoyo por un sistema multilateral de comercio que sea abierto, transparente, justo, predecible, inclusivo, equitativo, no discriminatorio y basado en reglas con la Organización Mundial de Comercio (OMC) en su centro pero con un trato especial y diferenciado de los países en desarrollo, incluyendo los menos desarrollados»

En este sentido, y en un tema de especial interés para Cuba, las sanciones norteamericanas, la Declaración de Johannesburgo afirma de manera categórica: «Expresamos nuestra preocupación por el uso de medidas coercitivas unilaterales, que son incompatibles con los principios de la Carta de la ONU y producen efectos negativos principalmente en el mundo en desarrollo».

Una de las iniciativas más importantes de los BRICS ha sido el establecimiento desde el 2015 de un banco —que hoy se llama Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS— destinado a financiar infraestructuras, no sólo en las naciones integrantes del grupo, sino en otros países del Sur Global, al frente del cual se ha elegido a la expresidenta de Brasil, Dilma Roussef.

Dos elementos clave surgieron y fueron respaldados por la XV Cumbre. Uno, es de largo plazo, pero consiste en la búsqueda de acuerdos que lleven a la desdolarización de la economía mundial. La Cumbre ratificó que hay voluntad política detrás de este proyecto que afronta indudables dificultades técnicas y económicas y que será de largo aliento, aunque ya se dan los primeros pasos.

XV Cumbre de los Brics

Foto: El Confidencial

El otro fue la apertura del BRICS a otros miembros con similares aspiraciones. Ha sido largo el camino para llegar a ello pero ya en esta cumbre fueron invitados a incorporarse, a partir del 1ro de enero del 2024, Argentina,[8] Irán, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Es este un conjunto abigarrado de Estados que son importantes porque le añaden al grupo un gran poderío en materia energética con la incorporación de Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, pero también porque aumentan su representatividad con el ingreso de dos naciones africanas con un largo historial de liderazgo en el continente: Egipto y Etiopía.[9]

Como ha señalado Andrés Serbin, la cumbre mantuvo su posición balanceada ante el tema más candente de la actualidad internacional, un asunto ante el cual Estados Unidos y sus aliados europeos persisten en una posición intransigente: la guerra ruso-ucraniana. No hubo condena a Rusia, como hubiera deseado Washington, y el presidente Vladimir Putin participó de manera virtual, y envió a su canciller, Serguei Labrov, a representar al país de manera presencial. Pero la cumbre fue más lejos al aceptar la invitación del gobierno ruso para celebrar la próxima, en el 2024, en Kazán.

Estos posicionamientos confirman una admonición que hiciera en abril la politóloga  Fiona Hill, quien fuera el miembro del equipo de Seguridad Nacional de la administración de Donald Trump que se ocupaba de las relaciones con Rusia y Ucrania hasta el 2021: «La Guerra en Ucrania es quizás el evento que clarifica para todo el mundo que la pax Americana se está acabando».

La doctora Hill, de origen inglés pero ciudadana norteamericana, es considerada una de las especialistas más informadas acerca de Vlaldimir Putin —sobre quien ha escrito un pormenorizado estudio político—[10] y no puede ser calificada, bajo ningún punto de vista, como pro rusa. Sus análisis aparecen en las más prestigiosas publicaciones académicas occidentales y estas palabras las pronunció nada más y nada menos que en una conferencia magistral dictada en un simposio en honor de Lennart Meri (expresidente de Estonia) en el Instituto Internacional para la Seguridad y la Defensa de Talin.

Oportunidades y potencialidades para Cuba

Para el gobierno cubano el fortalecimiento de los BRICS y su claro posicionamiento contra las medidas coercitivas unilaterales es una importante oportunidad. Cuba mantiene excelentes relaciones económicas, comerciales y políticas con todos sus miembros, incluidos los nuevos. Pero en el actual contexto internacional ni siquiera entre los BRICS hay condiciones para que surjan potenciales benefactores como los que se solidarizaron con la Isla en el pasado. Rusia no es la Unión Soviética ni practica el internacionalismo socialista. China es particularmente exigente en materia de créditos y préstamos. De ahí que no pueda haber acomodamiento alguno ni se deben crear falsas expectativas.

Como señaló el profesor Romero en el citado programa televisivo, Cuba tiene tres fortalezas: el alto nivel de las capacidades de sus recursos humanos, el intenso desarrollo de algunos sectores de punta como el biotecnológico y la indudable solvencia de su política exterior y su diplomacia. Prueba de esto último es la próxima celebración en La Habana, del 15 al 16 de septiembre, de la Cumbre del Grupo de los 77+China, sin lugar a dudas la agrupación de Estados más representativa del Sur Global en el seno de la organización multilateral por excelencia, las Naciones Unidas.

Pero Cuba tiene una tarea pendiente que es imprescindible para aprovechar las oportunidades que se presentan: la transformación estructural de su economía. Sin ello es muy difícil, si no imposible, insertarse en el entorno económico internacional actual, incluso si triunfaran y se impusieran las tesis del BRICS.

En este sentido resulta provechoso aprender la lección de Etiopía y su admisión al BRICS. Se trata un país que muchos cubanos conocen por las relaciones de colaboración civil y militar establecidas entre el gobierno cubano y el Consejo Administrativo Militar Provisional que abolió la monarquía,. No hace mucho era un país sumamente pobre afectado por guerras civiles y de agresión, y por grandes hambrunas. Incluso, a causa de esos conflictos muy dañinos, Etiopía quedó sin una parte de su territorio cuando Eritrea hizo valer sus aspiraciones de independencia, con lo cual, perdió el acceso al mar. Sin embargo, sobreponiéndose a estos enormes obstáculos, su economía viene creciendo a más del 4 % anual y se proyectaba que lo hiciera en un 7,9 % este año, además, de haber pasado de un ingreso per cápita de menos de US$ 200 en el 2000 a 925,08 en el 2021. Con estos logros económicos, unidos a que es el segundo mayor país de África por su población (125 millones de habitantes), no es de extrañar que haya sido admitido a los BRICS.

El gobierno cubano haría bien en seguir el consejo que le diera el presidente de Angola, João Lourenço, en su discurso de bienvenida al presidente Miguel Díaz Canel el pasado 21 de agosto: «En el contexto de la nueva visión del modelo que a partir de ahora debe estar presente en la relación entre nuestros dos países, es fundamental que coincidamos en el papel dinamizador que el sector privado y los ciudadanos de nuestros respectivos países pueden jugar dentro del marco de libre iniciativa, para fortalecer la capacidad de nuestras economías y la cooperación bilateral».

A pesar de la excelencia de su diplomacia, de su solidaridad generosa reconocida por las naciones del Sur Global, que la ven como paladín de causas justas; de haber sido capaz de crear normas de cooperación Sur-Sur —como lo hizo en las campañas contra el ébola en África o contra la COVID, o en la asistencia tras terremotos a países tan disímiles y alejados uno del otro como Haití y Paquistán—, Cuba no resolverá sus problemas si no se producen las transformaciones estructurales que su economía pide a gritos.

Referencias

[1] Chongyang Institute for Financial Studies, BRICS: A New Future for Global Development, Renmin University of China, June 21, 2022. El informe completo en inglés se puede bajar en formato PDF en este sitio web: https://news.cgtn.com/news/files/BRICS-A-new-future-for-global-development.pdf

[2] Inicialmente, cuando se creó en el 2009, sólo incluía a Brasil, Rusia, India y China. De ahí que se le llamara entonces BRIC. Se transformó en BRICS cuando al grupo se le unió Sudáfrica en diciembre del 2010.

[3] Como se sabe, este es uno de los bancos de inversiones y de las firmas de asesoramiento transnacional más importantes del sistema financiero del mundo capitalista, con sede en Nueva York y sucursales en Londres y otras plazas relevantes, entre ellas Hong Kong.

[4] Un juego de palabras con la palabra bricks que quiere decir ladrillo en inglés.

[5] O’Neill, Jim, Building Better Economic BRICs, Global Economic Paper No. 66, New York: Goldman Sachs (GS) Global Economic Website, 30 de noviembre dedel 2001. Desde nuestro país se puede bajar con VPN (el sitio de Goldman Sachs está bloqueado por las medidas coercitivas unilaterales de los Estados Unidos contra Cuba) en: https://www.goldmansachs.com/intelligence/archive/building-better.html.

[6] El G7 lo integran en la actualidad Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido, y los Estados Unidos, a los que se suma desde hace unos años un representante de la Unión Europea.

[7] Palabra usada en el original en inglés para referirse a Estados Unidos.

[8] El ingreso de Argentina dependerá del resultado de las elecciones del 22 de octubre, pues hay candidatos que se oponen a este paso.

[9] Egipto fue uno de los Estados que más contribuyó a la creación del Movimiento de Países No Alineados, y Etiopía, incluso bajo Haile Selassie, fue el gobierno que promovió la unidad de las naciones de ese continente que alcanzaron su independencia a partir de 1960, y su capital, Addis Abeba, es la sede de la Unión Africana.

[10] Mr. Putin: Operative in the Kremlin, Washington, The Brookings Institution Press, 2015, 543 páginas.

8 septiembre 2023 12 comentarios
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Diaz-Canel en Angola / Africa
Relaciones internacionales

Historia, diplomacia y geopolítica: La gira del presidente Díaz-Canel por África Austral

por Carlos Alzugaray Treto 31 agosto 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

Cualquier investigador que se proponga escribir una historia imparcial de las relaciones internacionales de los últimos 50 años no tendrá otro remedio que referirse al significativo papel que desempeñaron Cuba, su pueblo y su gobierno, en la liberación de África y en la conformación de un nuevo orden geopolítico regional, especialmente en la zona austral del continente.

Vale recordar que cuando triunfó la Revolución Cubana en 1959 era escaso el número de países africanos independientes. Específicamente en el Cono Sur de África, la hegemonía regional era ejercida, a sangre y fuego, por potencias europeas coloniales, como Portugal, que había conquistado y colonizado lo que hoy son Angola y Mozambique, y Gran Bretaña, que todavía poseía a las dos Rhodesias (hoy Botswana y Zimbabwe) y Swazilandia.

A estas dos potencias coloniales se unía el régimen del apartheid en Sudáfrica que controlaba el territorio de Namibia, designado con el nombre de África Sudoccidental, y que hacia 1980 se proponía crear un bloque de estados Estados subordinados en toda la franja que cruza el continente de este a oeste, desde Angola en el Atlántico hasta Mozambique en el Índico.

En ese contexto comenzó la relación de Cuba con África, cuya historia no es necesario hacer aquí.

Nelson Mandela / Fidel Castro

Foto: Minrex

No obstante, sobre el importante papel jugado por el pueblo y el gobierno cubanos en la descolonización de África Austral y en la derrota del régimen del apartheid hay reconocimientos muy autorizados, desde políticos sobresalientes hasta académicos acuciosos, pasando por medios de prensa relevantes. Vale la pena citar algunos:

  • Editorial del periódico sudafricano The World, de Johanesburgo: «África Negra está cabalgando en la cresta de la ola generada por la victoria cubana en Angola. África Negra está saboreando el dulce vino de la posibilidad de alcanzar la “liberación total”». (Editorial 24 de febrero de 1976).[1]
  • Nelson Mandela: «El pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan». (Discurso pronunciado en La Habana el 26 de julio de 1991)
  • Piero Gleijeses (profesor de la Escuela de Estudios Avanzados en Relaciones Internacionales de la Universidad Johns Hopkins, Washington D.C.): «Cuba es el único país en el mundo que envió sus soldados a enfrentar el ejército del apartheid y derrotó a ese ejército del apartheid, el ejército de Sur África, dos veces, en 1975-1976 y en 1988». (Entrevista al medio norteamericano Democracy Now el 11 de diciembre de 2013)[2]
  • Barack Obama: «Le daré la mano (a Raúl Castro), por supuesto. Los cubanos estuvieron en el lado en el que había que estar en lo del apartheid. Y nosotros en el que no había que estar». (Respuesta a Ben Rhodes cuando este le preguntó cómo reaccionaría si se encontraba con Raúl Castro en la ceremonia por los funerales de Nelson Mandela en Johanesburgo, Sudáfrica, 15 de diciembre de 2013).[3]
  • Chester Crocker, secretario adjunto de Estado para Asuntos Africanos durante la administración de Ronald Reagan (1981-1989), sobre la diplomacia cubana durante las negociaciones para llegar al acuerdo que puso fin a los conflictos de África Austral en 1989: «Los cubanos piensan que es una forma de arte. Están listos para la guerra tanto como lo están para la paz… Somos testigos de un gran virtuosismo táctico y una verdadera creatividad en la mesa de negociación». (Cable cifrado dirigido al Secretario de Estado George Schultz en 1989).[4]

Raúl Castro y Barack Obama en Johannesburgo, durante el funeral de Nelson Mandela
Foto: El Mundo

El 22 de diciembre de 1988 se firmaron los Acuerdos de Paz de África Austral en una impresionante ceremonia en el Salón de Reuniones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con la presencia de altos funcionarios diplomáticos y oficiales de las fuerzas armadas de los tres países signatarios (Angola, Cuba y Sudáfrica). En ese contexto, y ante el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, y el secretario de Estado de Estados Unidos, George Shultz, se produjeron cuatro acontecimientos fundamentales. Tres de ellos representaron un giro en el estatus geopolítico en la región y en toda África, que todavía hoy se sostiene. El cuarto tenía que ver con Cuba:

  • Angola obtuvo su ansiada seguridad después de 14 años de guerra defensiva contra la agresión sudafricana.
  • Namibia alcanzó su independencia, objetivo por el cual la South West Africa People’s Organization (SWAPO) llevaba luchando desde 1966.
  • Sudáfrica comenzaba su camino final hacia la eliminación del apartheid con la liberación de Nelson Mandela en 1991 y la celebración de elecciones generales con derecho de sufragio para todos los ciudadanos, independientemente del color de su piel, en 1994. Mandela resultó electo por abrumadora mayoría.
  • Para los cubanos, terminaba la larga guerra desencadenada en 1975 cuando cumpliendo el mandato de José Martí de que «Patria es Humanidad», su gobierno, encabezado entonces por Fidel Castro, decidió acudir al pedido de ayuda del presidente angolano Agostinho Neto, cuyo país había sido atacado por el régimen del apartheid desde el mismo momento en que se proclamó su independencia.
Acuerdos de New York 1988

Acuerdos de New York 1988 / Foto: Africa Bush Wars

El cuarto país incluido en la gira, Mozambique, sin estar directamente vinculado a la historia del conflicto en África Sudoccidental, también recibió la solidaridad cubana en el largo proceso de lucha por su independencia, que duró 11 años entre 1964 y 1975.

La gira de Díaz-Canel

Para el actual presidente cubano, cumplimentar la invitación que recibió de los jefes de Estado de estos cuatro países era en cierta medida un imperativo histórico y diplomático con territorios que reciben cooperación Sur-Sur desde Cuba y a cambio de ofrecerle a nuestro país su solidaridad. No tan evidente es un posible beneficio económico, entre otros, por la escasa información concreta que el gobierno cubano acostumbra a ofrecer sobre sus acuerdos internacionales.

Resumiendo la información oficial disponible, la cooperación por países se enumera así:

  • La información es fragmentaria y no oficial. Pero se calcula que hay más de 2000 colaboradores fundamentalmente en el sector de la salud, aunque también en otros como la educación. Esta es ya una colaboración compensada, pero el gobierno cubano no ofrece cifras al respecto. Durante la visita del presidente Díaz-Canel se firmaron 3 acuerdos adicionales de cooperación en turismo, regulación de medicamentos y el establecimiento de inversiones en las zonas de desarrollo especial del Mariel en Cuba, y de Luanda-Bengo en Angola. No hay antecedentes que permitan evaluar la importancia de estos acuerdos.
  • Sudáfrica. Si bien hay otros programas, el más importante de los proyectos de colaboración entre ambos países es el de asistencia sanitaria, con la contratación de unos 450 profesionales y la formación de más de 1200 jóvenes sudafricanos en escuelas cubanas de Medicina. Las dos son colaboraciones compensadas. Estos programas no han estado exentos de controversias en la prensa sudafricana de derecha, pero el gobierno ha mantenido el compromiso con la Isla. Durante la visita del mandatario cubano no hubo nuevos acuerdos firmados, aunque los respectivos ministros de salud se reunieron para estudiar cómo desarrollar aún más la colaboración en ese terreno.
  • Al igual que en los demás países de la región, el ámbito de mayor importancia es la colaboración sanitaria, con la presencia de 300 especialistas cubanos. También se ha producido asistencia para combatir la COVID. Durante la visita de Díaz-Canel se firmó un acuerdo para fortalecer la cooperación; no hay información precisa sobre el monto de la compensación que se paga por esta.
  • Como en otras naciones incluidas en la gira, se sabe que hay colaboración médica cubana compensada, pero se desconoce el número de los colaboradores, ni se tiene idea de la compensación. Se firmaron 3 acuerdos de carácter genérico sobre los cuales no se ofrecieron detalles, salvo que se trata de desarrollar las relaciones institucionales de cooperación en la esfera de negocios, realizar consultas políticas y diplomáticas para fortalecer las relaciones bilaterales y fomentar los intercambios sobre temas de interés común. Díaz-Canel recibió la más alta condecoración namibia, y se comprometió en reciprocarle el gesto al presidente Hage Geingob cuando visite La Habana para la Cumbre del Grupo 77+China en septiembre.
Díaz-Canel en Namibia /

Díaz-Canel en Namibia / Foto: Escambray

Más allá de los beneficios que pudieran reportarle a Cuba los acuerdos bilaterales alcanzados durante la gira, el plato fuerte fue la participación del gobernante cubano, en su condición de presidente Pro Tempore del Grupo de los 77+China —la más amplia agrupación de Estados dentro de la estructura de negociación de las Naciones Unidas— en la XV Cumbre de los BRICS en Johannesburgo, por invitación de su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa. Este hecho diplomático revestía para el gobierno cubano la mayor importancia, dado que le dio la oportunidad al también primer secretario del Partido Comunista de Cuba, de renovar los contactos y convergencias con los jefes de Estado de las cinco potencias que integran el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y en adición, con los 67 mandatarios invitados por el grupo.

Analizar la importancia de esta Cumbre y lo que ella significa para las relaciones internacionales será objeto de otro trabajo,[5] pues alargaría este demasiado; sin embargo, adelanto que para el gobierno cubano dicho acontecimiento tiene más importancia en materia diplomática y geopolítica que cualquier otra consideración histórica relacionada con los lazos de Cuba con los países de la región.

Resumamos los elementos clave de esta presencia de Díaz-Canel en Johannesburgo.

  1. Reforzó la posición de Cuba en el concierto de naciones, con lo cual socavó cualquier noción de que su gobierno se encuentra aislado, a pesar de las campañas de propaganda provenientes desde Estados Unidos y los grupos que apoyan la política de medidas coercitivas unilaterales.
  2. Permitió a la delegación cubana, formada por un grupo importante de funcionarios de la Cancillería y de otros organismos, realizar labor de cabildeo para garantizar la mayor asistencia posible a la Cumbre del Grupo de los 77+China en La Habana, el próximo septiembre.
  3. Sería el preámbulo, junto a dicha Cumbre, para que se realce la participación del presidente en el segmento de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), también en septiembre, una actividad siempre considerada por la Cancillería cubana como de preparación para la campaña anual por lograr que la AGNU apruebe su proyecto de resolución contra las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba. Este año tiene como elemento adicional, poner de relieve la injusta designación de Cuba como «Estado Promotor del Terrorismo».
  4. Algunos observadores han calificado esta Cumbre de los BRICS como un «giro copernicano» en el sistema internacional. Es cierto que se han trazado dos o tres iniciativas que parecen sumamente ambiciosas —como la propuesta de sustitución del dólar—, pero eso suena ideal para los oídos del gobierno cubano. Por lo menos ya se produjo una ampliación de la membresía. No debe olvidarse que para el gobierno en la Isla es muy positivo todo lo que vaya en contra de la pretensión norteamericana de un orden global unipolar. Esta Cumbre del BRICS responde perfectamente a esta definición.
Diaz-Canel en el BRICS

Díaz-Canel en el BRICS / Foto: Radio Enciclopedia

Al margen del mencionado evento, lo más importante para Cuba fue que la parte china accedió —o tomó la iniciativa— a que se produjeran conversaciones directas entre los presidentes Díaz-Canel y Xi Jinping, acompañados por sus dos delegaciones. Este tipo de actividades no son usuales en esos contextos. Por otra parte, el comunicado emitido es terminante en la forma en que describe el apoyo de Beijing a La Habana: «China está dispuesta a trabajar con Cuba para profundizar continuamente la confianza política mutua, ampliar la cooperación práctica e intensificar la coordinación estratégica, a fin de promover el nuevo e incesante desarrollo de las relaciones amistosas especiales entre los dos partidos y los dos países».

La gira del presidente Díaz-Canel por 4 países, con los cuales el Estado cubano mantiene relaciones bilaterales de colaboración de larga data, se inscribe claramente en la categoría de los intereses diplomáticos cubanos y tiene implicaciones no deleznables para la geopolítica mundial.

La diplomacia cubana ha tenido tradicionalmente una orientación contrahegemónica. Es la reacción lógica ante los persistentes intentos de Estados Unidos por aislar al gobierno, pero es también en la actualidad una posición bastante extendida entre los Estados pequeños y medianos, particularmente en los últimos 6 años en que se ha visto el resurgir de una nueva guerra fría.

Por tanto, es obvio que el primer mandatario cubano no podía desaprovechar la invitación que le hizo el presidente Cyril Ramaphosa para asistir a esta Cumbre extendida de los BRICS, teniendo en cuenta tanto los temas a tratar como el número de asistentes.

Díaz-Canel también aprovechó el viaje hasta el Cono Sur de África para renovar y fortalecer lazos con amigos tradicionales con los cuales el intercambio más importante es la cooperación sanitaria que se ha convertido en una importante fuente de ingresos para el Estado Cubano. Aunque esta cooperación no pasa por uno de sus mejores momentos por diversas razones, la crisis económica, social y política cubana obliga al gobierno a no desperdiciar ninguna oportunidad por limitada que parezca.

[1] Citado por Piero Gleijeses: Conflicting Missions: Havana, Washington and Africa 1959-1976, Chapel Hill, NC, University of North Carolina Press, 2002

[2] Las dos obras de Gleijeses —Conflicting Missions (ver cita anterior) y Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976–1991, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 2013— han ganado bien merecidos elogios por la crítica especializada debido a la acuciosidad de sus investigaciones y la agudezas de sus juicios

[3] Ben Rhodes: El mundo tal y como es: Cambiar el mundo desde la Sala Oeste, Barcelona, Debate, 2019, p. 377 (edición digital eBook).

[4] Citado por Jorge Domínguez en el Prólogo a William LeoGrande y Peter Kornbluh:  Diplomacia encubierta

con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, México, Fondo de Cultura Económica, 2015, p. 19.

[5] Este autor pretende ofrecer próximamente una evaluación lo más objetiva e imparcial posible sobre los BRICS y los cambios que se perciben en la geopolítica mundial.

31 agosto 2023 17 comentarios
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Relaciones internacionales

Blinken y Yellen en Beijing: ¿cambiará algo en la relación sino-norteamericana?

por Carlos Alzugaray Treto 24 julio 2023
escrito por Carlos Alzugaray Treto

La agenda de temas que están en el centro de las desavenencias sino-norteamericanas a la que me referí en un texto anterior es muy amplia y puede dividirse en dos grandes categorías: enfrentamientos geopolíticos, de seguridad y diplomáticos; y disputas económicas, comerciales y tecnológicas. Para dialogar sobre esos temas con sus contrapartes chinos el presidente Joe Biden envió a Beijing a fines de junio y principios de julio a dos de sus más importantes colaboradores, el canciller Antony Blinken y la secretaria del Tesoro Janet Yellen.

Relacion sino-norteeamericana / Blinken reunido con Xi Jinping / Tomada de CNN en Español

Blinken reunido con Xi Jinping / Tomada de CNN en Español

Blinken tuvo la tarea de enfocarse en los primeros, con especial énfasis en la situación de Taiwán, mientras Yellen lo hizo en los segundos, especialmente en la dimensión tecnológica de la producción, comercio e inversiones. Desde un punto de vista imparcial y objetivo, todo parecería indicar que estos últimos son más  complejos, y no tienen una fácil solución. Están marcados, además, por lo que Ryan Hass, exfuncionario de la administración Obama, ha definido en su obra Stronger: Adapting America’s China Strategy in an Age of Competitive Interdependence, como «interdependencia competitiva».

Por añadidura, en la relación sino-norteamericana los temas económicos, comerciales y tecnológicos, y los geopolíticos, de seguridad y diplomáticos se transversalizan, interrelacionan y convergen en una cuestión central: la manufactura, comercio y uso de microprocesadores o «chips», cuyo principal productor mundial es Taiwán, pero forman parte de las cadenas de valor chinas y estadounidenses en el sector tecnológico, con derrames hacia otros países y regiones,[1] además de ser utilizados para fabricar el armamento moderno de la mayor parte de los ejércitos del mundo. De ahí que un autor haya bautizado el tema como «The Chips War», o «La Guerra de los Chips».

Guerra de los Chips / Relación sino-norteamericana

Tomada de Expansión

La misión de Blinken en Beijing: reinicio de los diálogos diplomáticos

El secretario de Estado norteamericano tenía una tarea difícil en el plano diplomático. Ante todo, porque para la segunda década del nuevo siglo ya las relaciones se habían deteriorado ostensiblemente. Al terminar el segundo mandato de Barack Obama en 2016, Washington había perdido toda esperanza de que fuera a funcionar su estrategia de cooptar a China para su modelo y alianza mediante el compromiso constructivo. Se decidió cambiar la estrategia de «subversión por comercio», por otra que enfatizaría la defensa agresiva de los intereses norteamericanos. De ahí que, a pesar de la interdependencia de la economía de ambos países, Donald Trump le impusiera al gigante asiático numerosas medidas coercitivas unilaterales, so pretexto de que Beijing seguía políticas arancelarias y comerciales discriminatorias contra Estados Unidos. China rechazó esta acusación y respondió en consecuencia.

Fue esta la situación recibida por Joe Biden cuando asumió la presidencia. Aunque supuestamente buscó un acercamiento a China y una reducción de las tensiones, su mentalidad de «guerra fría» lo impulsó a adoptar una posición «dura». Quería demostrar que Trump no le ganaría en acometividad. Si este último gobernó con la divisa de «hacer Estados Unidos grande otra vez» en el terreno internacional, el demócrata proclamó que «America is Back» (Estados Unidos está de vuelta). Había que adoptar un discurso agresivo hacia los adversarios. En esas condiciones Blinken inició su gestión al frente de la diplomacia norteamericana en enero de 2021.

No es extraño que el primer intento de diálogo entre altos funcionarios de la administración Biden, liderados por Antony Blinken personalmente, con sus contrapartes chinas desembocara en un agrio intercambio de recriminaciones en marzo de 2021, en Anchorage, Alaska. Después de esa arrancada en falso, no hubo mayores oportunidades de negociaciones diplomáticas directas hasta que Xi Jinping y Joe Biden se encontraron en Bali, Indonesia, en noviembre de 2022 en el marco de la Cumbre del G20 y acordaron relanzar el diálogo comenzando por una visita del canciller a Beijing.

Joe Biden y Xi Jinping

Joe Biden y Xi Jinping / Tomada de La Tercera

Por el contrario, antes de la Cumbre un hecho enturbió aún más las relaciones: la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes y correligionaria del presidente, Nancy Pelosi, a Taiwán en agosto de 2022. Era un año de elecciones en Estados Unidos y es posible que la iniciativa tuviera que ver más con los avatares de la campaña. Pero en términos prácticos podía ser interpretada como un desafío a los acuerdos entre ambos países por los cuales Washington aceptaba la tradicional posición de que hay «una sola China» ―por dichos acuerdos, el gobierno norteamericano se había comprometido a no estimular la independencia de Taiwán. La reacción de Beijing fue la esperada: calificar la visita como una provocación y contrarrestarla con maniobras navales en los alrededores de la Isla.

Como se apuntó, la visita de Blinken estuvo originalmente fijada para febrero de 2023 pero fue cancelada por la parte norteamericana a raíz del incidente de los llamados «globos espías». La reacción de la administración Biden, que incluyó además atacar y destruir uno de estos en aguas internacionales cerca de la costa este de Estados Unidos, fue desproporcionada, según consideraron algunos especialistas. El incidente provocó varias demandas de congresistas y senadores republicanos de que se reaccionara con energía ante el hecho, y al parecer, este fue el factor desencadenante de la actuación excesiva. Se confirmó, asimismo, que el tema chino estará en la agenda política electoral doméstica en el ciclo que concluirá en comicios generales el 5 de noviembre de 2024.

En abril de 2023 ocurrió algo similar cuando el nuevo presidente de la Cámara, el republicano Kevin McCarthy, se entrevistó con la jefa de Estado de Taiwán, Tsai Ing-wen, quien pasó por territorio norteamericano en tránsito para una visita oficial a Centroamérica, donde algunos países mantienen relaciones oficiales con el gobierno de ese territorio asiático. Nuevamente dicha acción fue calificada de provocadora por China, que, además, programó maniobras navales en el entorno de Taiwán.

relación sino-norteamericana taiwan

Tomada de The Conversation

Aunque Blinken estuvo sólo dos días en Beijing, logró sostener reuniones con los dos principales funcionarios que se ocupan de la política exterior: el canciller Qin Gang y el consejero de Estado para las relaciones internacionales, Wang Yi. En total, fueron casi 10 horas de reuniones que el comunicado oficial norteamericano calificó de «cándidas, substantivas, y constructivas». Fue recibido, además, por el presidente Xi Jinping durante 35 minutos.

El comunicado oficial del Departamento de Estado enfatizó la importancia de mantener canales de diálogo y que la competencia entre ambos países no se convirtiera en un conflicto. No obstante, lo más significativo lo dijo el propio Blinken en su conferencia de prensa en Beijing, en la cual dejó clara la posición oficial norteamericana a favor de «una sola China», el no apoyo a la independencia de Taiwán y la necesidad de preservar el «el statu quo que ha servido para mantener la paz y la estabilidad a través del Estrecho durante décadas».

Por otro lado, todo parece indicar que durante la visita, China reiteró su compromiso de no suministrar equipamiento letal a la Federación Rusa en su conflicto con Ucrania, punto importante para la parte norteamericana.

Tomada de Prensa Latina

Aunque no faltaron críticas al gobierno de Xi  por la conducción de maniobras militares en zonas aledañas a su territorio; a la situación de los derechos humanos en Xinjiang, el Tibet y Hong Kong; a la detención de ciudadanos estadounidenses en su territorio, y a otros asuntos escabrosos, el concepto más utilizado por el diplomático norteamericano fue el de «estabilizar» una relación perturbada. Para ello, según Blinken, se acordó intensificar los contactos entre altos funcionarios de ambos países, y anunció la invitación a Washington a sus dos contrapartes: Qin Gang y Wang Yi. Sin embargo, señaló que había quedado pendiente la propuesta de que los intercambios se extendieran al terreno militar.

Un punto interesante de la conferencia de prensa fue cuando se le preguntó al jefe de la diplomacia norteamericana qué pensaba de la expansión del bloque BRICS, a lo que respondió: «hace tiempo que hemos apoyado la posición de que cualquier país debería poder asociarse libremente con otros países en cualquier grupo que así deseen; es algo sobre lo cual tenemos una posición muy firme desde hace tiempo».

El gobierno chino, en dos comunicados distintos, enfatizó que el deterioro de la relación se debía a las tergiversaciones de las posiciones de Beijing e instó a Washington a modificar su posición y buscar el entendimiento. Remarcó que el tema de Taiwán estaba en «el centro del centro» de sus intereses. Y subrayó, asimismo, que China no aspira a una hegemonía mundial y sólo quiere una relación constructiva y mutuamente beneficiosa con Estados Unidos.

La supuesta «base de espionaje» china en Cuba

En el comunicado oficial del vocero del Departamento de Estado se mencionó el asunto artificialmente creado en medios norteamericanos poco antes de la visita sobre la supuesta existencia de una base de espionaje y un centro de entrenamiento chinos en territorio cubano.

Varios elementos de esta información indican que fue una provocación encaminada a crearle obstáculos a Blinken en su intento de sostener un dialogo diplomático constructivo con China. A continuación, los enumero:

  • El tratamiento en los medios norteamericanos, especialmente en el Wall Street Journal y que se le dio seguimiento especialmente por congresistas y senadores republicanos.
  • La actitud inicial vacilante de los voceros oficiales del ejecutivo (Casa Blanca y Departamento de Defensa) que se contradijeron en varias ocasiones, para al final decir que se conocía que esa instalación llevaba en Cuba varios años, a lo cual no era ajena la anterior administración republicana.
  • La clara desmentida de China y Cuba. Expertos en temas cubanos llamaron la atención sobre la rápida reacción de la Isla, no usual en casos similares.
  • El reportaje de un medio de prensa occidental que investigó sobre el terreno y no encontró indicios de que existiera algo tan siniestro como lo alegado.

base espionaje China CubaA contrapelo de las negativas rotundas de La Habana y Beijing, las protestas norteamericanas tienen muy poco de creíbles y confiables, y mucho menos de que son legítimas sus «preocupaciones» en diálogos con la parte china. O con la parte cubana, si se produjeron.

Ante todo, tanto Cuba como China son Estados soberanos que pueden establecer relaciones en cualquier terreno según sus intereses. Ya lo dijo el propio Blinken en la conferencia de prensa en Beijing antes mencionada.

En segundo lugar, Estados Unidos sigue políticas hostiles hacia ambos países, los considera adversarios y hasta enemigos. Por tanto, estaría más que justificada la adopción de medidas defensivas.

En tercer lugar, parecería paradójico y hasta contradictorio que Washington se preocupe por acciones como estas, cuando dispone de un gigantesco aparato de espionaje de todo tipo a lo largo y ancho del planeta.

Una vez más, como argumentó recientemente William Leogrande, Cuba termina siendo un daño colateral de un conflicto de Estados Unidos con otra gran potencia.  La administración Biden demostró debilidad en no dar la respuesta lógica: aquí no hay nada nuevo.

La visita de Yellen y la interdependencia competitiva.

A principios de su acceso al cargo de secretaria del Tesoro, Janet Yellen tenía una posición negativa sobre las relaciones con China, y así lo dijo en las audiencias de aprobación para esa responsabilidad. Sin embargo, andando el tiempo, iría moderándose.

Como se sabe, inicialmente la administración Biden pareció seguir los pasos del expresidente Trump, rehusando modificar las tarifas y sanciones que este había impuesto para evitar el incremento del acceso chino a inversiones y tecnologías norteamericanas. China no se había quedado cruzada de brazos y respondió aplicando a su vez tarifas a la empresa norteamericana Micron, la mayor exportadora de superconductores al gigante asiático.

Secretaria de del Tesoro Janet Yellen junto al viceprimer ministro chino He Lifeng

Secretaria de del Tesoro Janet Yellen junto al viceprimer ministro chino He Lifeng / Tomada de La Jornada

El deterioro de las relaciones, no sólo afectó la posición comercial de Estados Unidos en un mercado tan importante como el chino, sino que redujo considerablemente las posibilidades de apalancamiento de la diplomacia norteamericana con un aliado fundamental de Rusia en medio de una guerra como la que lleva a cabo Moscú en Ucrania, en la cual Washington ha invertido tanto y cuyo desenlace está lejos de percibirse como favorable a la OTAN y a sus aliados europeos.

Resultaría imposible detallar todos los aspectos de las negociaciones de 10 horas que Yellen llevó a cabo con sus contrapartes chinas. Ya es un éxito para la diplomacia económica norteamericana que la secretaria del Tesoro visitara a Beijing y se reuniese con el nuevo equipo al que el presidente Xi Jinping le ha encargado los temas económicos, encabezados por el vice primer ministro He Lifeng, en el cargo desde marzo de este año.

Por otra parte, todo parece indicar que Yellen logró convencer a sus interlocutores de que el titulado «desacoplamiento» (decoupling) de la economía norteamericana y la china no es un objetivo de la actual administración. Este concepto apareció con mucha fuerza en 2020 cuando la administración Trump argumentó que sus sanciones contra China buscaban tal «desacople». Ello no sólo fue considerado amenazante por la parte china, sino que tuvo repercusiones negativas en Europa, donde la presidente de la Comisión Europea, Ursula Van Den Leyden, sostuvo que Bruselas no buscaría el «desacople» pero sí estaría interesada en un proceso de eliminación de riesgos (derisking). La administración Biden, ni corta ni perezosa, aceptó este ajuste y es el argumento que la secretaria llevó a Beijing, a pesar de que muchos observadores chinos consideran que el derisking implica un «desacople» furtivo.

Tomada de Economic Times

En su conferencia de prensa final al terminar las conversaciones en Beijing el 8 de julio, Yellen adoptó un tono constructivo sin ocultar las muy significativas diferencias; en adición, afirmó que «el mundo es suficientemente amplio para que nuestros dos países florezcan. Ambas naciones tienen la obligación de manejar la relación responsablemente: encontrar una forma de convivir y compartir en la prosperidad global».

Los intercambios sino-norteamericanos en el terreno del comercio, del desarrollo económico y del progreso tecnológico demostraron que son más beneficiosos los argumentos favorables a una distensión diplomática, y así lo han argumentado especialistas como Ryan Hass (citado anteriormente por su concepto de interdependencia competitiva) y Stephen Roach, autor de Accidental Conflict: America, China and the Clash of False Narratives.

Ese fue el objetivo fundamental de Blinken y de Yellen como lo fue también el de John Kerry, el enviado especial del presidente Biden para el cambio climático, quien estuvo en Beijing del 16 al 19 de julio para reabrir el diálogo con sus contrapartes chinos. En ese tono habría de incluirse la visita y recibimiento paralelos de Henry Kissinger ―partidario también del entendimiento diplomático con la nación asiática―, quien a sus 100 años se movió desde Nueva York para entrevistarse con Xi Jinping.

Henry Kissinger junto a Xi Jinping

Henry Kissinger junto a Xi Jinping / Tomada de France24

Sin embargo, el 18 de julio próximo pasado uno de los columnistas habituales de The New York Times, Carlos Lozada, se refirió a que en años recientes se habían publicado una serie de libros, incluida una novela, que daban por sentado la guerra entre Estados Unidos y China.

En contraste, especialistas chinos vinculados a la alta dirección del país, aunque con cierta cautela, no han ocultado su satisfacción con esta reanudación de los diálogos. Un ejemplo muy significativo es el artículo «Any change in China Policy?» de Dong Chunling, subdirector del Centro de Estudios sobre una Visión Holística de la Seguridad Nacional, parte del CICIR (Institutos Chinos para las Relaciones Internacionales Contemporáneas), influyente tanque pensante vinculado al Ministerio de Seguridad del Estado en Beijing, aparecido en el sitio web China US Focus. De acuerdo con el doctor Dong, «tales interacciones de alto nivel con China, así como el discurso de Yellen sobre relaciones sino-norteamericanas, han enviado un mensaje significativo de reajuste táctico en la política de Estados Unidos hacia China».

Aunque, agregó: «Sin embargo, no se ha producido un ajuste sustancial en la estrategia macro norteamericana hacia China. Como resultado, no ha habido un cambio fundamental en el estado de “confusión estratégica”, que se manifiesta en políticas contradictorias y caóticas hacia China. La relación todavía enfrenta serios riesgos y retos para poder avanzar».

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En sentido estricto, algo cambió con las visitas de Blinken y Yellen a Beijing: se ha reanudado el diálogo entre ambos países. Y este no es un logro menor para ninguno de los dos gobiernos.

Mas como señalan casi todos los observadores, eso no quiere decir que se hayan resuelto las desavenencias, que seguramente continuarán con la llamada «Guerra de los Chips», y Taiwán en el centro de las contradicciones.

Otro asunto espinoso que continuará siéndolo es la colaboración de ambos gobiernos en las negociaciones globales sobre el cambio climático.

La administración Biden tiene que estar satisfecha, pues podría haber amainado el deterioro de las relaciones y la posibilidad de un conflicto armado que involucre a las dos potencias puede haberse alejado. Esto le quita presión geopolítica cuando necesita concentrar todos sus esfuerzos en lograr imponer su agenda en el conflicto ruso-ucraniano.

Para China, en este contexto, es difícil que Washington le imponga nuevas sanciones. Sin olvidar que la actitud norteamericana hacia Taiwán puede cambiar en un santiamén.

El año próximo hay elecciones generales en Estados Unidos y el Partido Republicano no ha ocultado su pretensión de usar lo que califica como una «debilidad» de Biden ante el «expansionismo» de Beijing como punto de propaganda para socavar el prestigio del presidente de cara a la reelección.

Para Cuba, un deshielo en las relaciones sino-norteamericanas sería una buena noticia, aunque no significaría automáticamente la mejoría de los vínculos con Washington. Esos dependen de otros factores, incluida la evidente asimetría de poder con el vecino del norte

[1] Recientemente, dos relevantes tanques pensantes estadounidenses han producido estudios de colectivos de especialistas del más alto nivel en los cuales se abordan estos temas: U.S. Taiwan Relations in a New Era: Responding to a More Assertive China, Independent Task Force Report No. 81, Council on Foreign Relations, New York, junio de 2023; y Silicon Triangle: The United States, Taiwan, China and Global Semiconductor Security, Hoover Institution & Asia Society Center on U.S.-China Relations, Hoover Institution Press, Stanford, California, 2023.

24 julio 2023 2 comentarios
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