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Arnoldo Fernández Verdecia

Arnoldo Fernández Verdecia

Profesor, investigador, ensayista y periodista. Máster en Ciencias Sociales y Pensamiento Martiano.

Cubano

Duele ser cubano

por Arnoldo Fernández Verdecia 22 enero 2022
escrito por Arnoldo Fernández Verdecia

Hago el mismo recorrido de todos los días. Busco a los amigos que no están, necesito hablarles de la vida, las cosas… pero mis amigos habitan en otra parte, o se han ido a algún país, o están muertos, o se han alcoholizado, o ya no son mis amigos.

Hay una fiebre enorme de huir a cualquier lado, a algún sitio donde se pueda estar tranquilo, reunir unos quilos y regresar a reunirse con aquellos que una vez estuvieron, con los que permanecen leales, o con la familia dispersa. Lo ideal es una playa, un río, el asado de un puerco en medio de la calle, una finca o, simplemente, un lugar donde estar unidos; al menos en esos instantes fugitivos, memoriosos, que nos hacen tan felices.

Un padre ha traído su niño desde Estados Unidos, lo he visto descalzo, metido entre la gente, lleno de tizne, tomando un café en el lugar de todos; —tiene al cubano en los genes, dicen sus cercanos. Así las cosas, la gente está viniendo de cualquier lugar a buscar a los suyos, a darse una dosis enorme de espiritualidad compartiendo una cerveza, un plato de comida, caramelos, chicles; lo que ayude a unir, dar alegría, repartir sueños.

Casi nunca se habla de política porque están agotados de lo mismo. La gente tiene sed de muchas cosas y esos amigos que llegan traen un espíritu que vale la pena compartir. Son cubanos hasta los genes, como el niño tiznado, cubanos que no traicionaron nunca, que se fueron por mejorar económicamente; deportistas, artistas, personas que hoy tienen mucho que darle a sus hermanos de la Isla.

Merecen volver, ser llamados ciudadanos, porque Martí fue puntual cuando escribió: «La patria no es juguete de unos cuantos tercos, sino cosa divina».  Solo con esos amigos puede montarse una bicicleta de agua en Varadero, o contemplar el azul del mar, las arenas blancas; los placeres de un capitalismo que una vez llamamos brutal y nos acompaña hoy disfrazado de pañuelos rojos.

Ahora hace falta esa gente que está afuera para darnos venturosos días de felicidad. «¡Mi familia, carajo! —dice un viejo octogenario al que saludo cada mañana. Hasta campos de golf para ricos están floreciendo, eso tampoco es para los cubanos de adentro como yo, porque con qué bolsillo entrar allí».

Las grandes ciudades embellecen. Los pueblos pequeños, como el mío, siguen con el mismo maquillaje de sus inicios. Las ciudades grandes viven de los pueblos pequeños. No hay manera de cambiarlo. ¿Con qué poder?

Vivo en un pueblo al que sus creadores llamaron «Mesopotamia oriental», tierra entre los ríos Cautillo, Jiguaní y Contramaestre, donde cualquier semilla era fruto de la noche a la mañana y el ganado se esparcía silvestre. De aquella Mesopotamia solo queda el recuerdo.

La gente que viene busca el pueblo bello, el de las viejas fotos; algunos quieren fundar, invertir, pero no hay manera de hacerlo. Lo que una vez José Martí llamó «crucero del mundo» es una metáfora inalcanzable. Pensar que aquí hubo libaneses, como Isaías y Erasme Tarabay, que crearon hoteles identificados con sus apellidos; emigrantes asturianos como Carnero, que también lo hicieron; gente de Galicia, Murcia, Canarias, Andalucía…Todo lo que habla del Contramaestre que somos, tiene un fuerte componente de riquezas traídas o creadas por inmigrantes…

El regreso a casa, día por día, me pone sentimental. Pienso en los viejos amigos: ¿dónde estarán?, ¿en qué mares del mundo?, ¿en qué pueblos?, ¿qué familias fundaron?, ¿qué huellas dejaron en la vida?

Mis dudas lastiman profundamente, como mismo laceran a muchos que una vez fueron amigos y hoy no lo son. Pablo Milanés me acompaña y cantamos, como hacen todos los que vuelven y encuentran a su gente:

¿Dónde estarán los amigos de ayer? (…) ¿Dónde andarán mi casa y su lugar, mi carro de jugar, mi calle de correr? ¿Dónde andarán la prima que me amó, el rincón que escondió mis secretos de ayer? Cuánto gané, cuánto perdí, cuánto de niño pedí, cuánto de grande logré. ¿Qué es lo que me ha hecho feliz? ¿Qué cosa me ha de doler?

22 enero 2022 37 comentarios 2.869 vistas
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Redes sociales (1)

Las redes sociales en Cuba y la nueva metáfora del pavo real

por Arnoldo Fernández Verdecia 2 noviembre 2021
escrito por Arnoldo Fernández Verdecia

Una vieja amiga —mejor dicho, alguien a quien creía amiga— me ha comentado con insistencia que «Internet no es para publicar los problemas del pueblo, dado que allí nunca encuentran la solución». La razón es que «ese mundo es totalmente ajeno a la gestión de dirigentes políticos, administrativos y funcionarios públicos». Según ella, «existe el mundo real y en ese ágora es donde debe ventilarse ese tipo de cuestiones».

Recordé uno de mis viejos textos de 2016, Internet en Cuba y la metáfora del pavo real, publicado en mi blog Caracol de agua. En él desarrollé varios argumentos encaminados a demostrar la necesidad de convertir las redes sociales en el nuevo escenario de la democracia y la gestión administrativa, además de la construcción de consensos, sobre todo teniendo en cuenta la migración generacional hacia ese entorno. Señalé la crisis de la narrativa de los medios tradicionales cubanos, anquilosados en la 1.0, convencidos con terquedad de que ellos eran únicamente el mensajero.

Tal vez los funcionarios ideológicos que orientaban la política de contenidos de los medios tradicionales, no tenían percepción de cómo se producía el consumo de información, o sencillamente la ignoraban, porque no querían cruzar el límite de la 2.0, incluso la 3.0, y aceptar que la democratización de mensajes en el entorno digital era un hecho que los superaba.

La mayoría de los jóvenes cubanos, nacidos a finales de la década del ochenta del siglo XX y en el principio del XXI, no consumían ni consumen los informativos de los medios tradicionales. Sin embargo, los directivos siguen empeñados aún en repetir el viejo esquema de la 1.0 y hacen como el avestruz: desconocen que hay otros consumos informativos, sobre todo en los medios digitales alternativos, que compiten con los tradicionales de contenidos distribuidos en todas sus plataformas.

En aquel viejo texto señalé la metáfora del pavo real, a partir de la descripción del lenguaje de los directivos, enfocados en la orientación de políticas encaminadas a generar prácticas centradas en la narración de una Cuba hermosa, idílica, sin matices ni problemas. Esas nociones con el tiempo han hecho crisis, porque en el entorno virtual, tan demonizado por algunos como reconocido por otros, se han venido dirimiendo algunos de los principales problemas del Estado y sus ciudadanos.

Tímidamente hay avances. Por ejemplo, sobresale el hecho de citar en los informativos tradicionales los twitts del Presidente de la República y de los miembros de su gabinete, pero aún no encuentran visibilidad las preguntas e inquietudes de las audiencias que los siguen y anhelan interactuar con ellos en esa red social.

Redes sociales (2)

En estos momentos, la mentalidad que impera en Twitter por parte de directivos y funcionarios, se enmarca en la 1.0: ellos creen ser el mensaje (o sea, que lo que publican es «la verdad», la única que deben consumir las audiencias). No han comprendido que habitar Twitter o cualquier otra red social trasciende esa visión y los coloca en una relación de carácter horizontal. Tampoco han entendido que deben interactuar con las audiencias en ese nuevo foro. Lo mismo sucede con el resto de la estructura administrativa y política del Estado, en la provincia y el municipio.

—I—

Con insistencia se han generado narrativas desde los medios tradicionales, para apuntalar lo que llaman «dictadura del algoritmo». Sin embargo, ignoran que el ser humano puede —«desde lógicas inteligentes», como dijera Alfredo Guevara— utilizar las redes sociales para generar contenidos y habitarlas con lucidez y sentidos precisos. Lo que nosotros seamos capaces de producir, en materia de contenidos y formas, puede imponer a esa «dictadura del algoritmo», los consumos que necesitamos.

Ignorar ese entorno donde la democratización del mensaje es un hecho, es ir contra la corriente y negar los tiempos. Para posicionarse en ese escenario es preciso trascender la mera propaganda, el consignismo reiterativo, y generar mensajes proclives al intercambio, sin creer que la verdad está de un solo lado. Hay que darle al sujeto el beneficio de la duda y permitirle que escoja su mensaje, según sus creencias, su cultura, sus principios, su yo.

Heretizar las redes sociales y reducirlas a fosa donde se vierten los excrementos del Estado y sus malos ciudadanos, no es una práctica inteligente, nunca lo será. Es un hecho demostrado que vivimos una revolución tecnológica, como sucedió en otros tiempos con las tres revoluciones industriales y los cambios generados por estas.

Tengo la certeza de que no se ha conseguido educar a las generaciones en el consumo digital ético, más allá de la propaganda ideológica y el mero adoctrinamiento político. Urge entonces enseñar el consumo desde prácticas objetivas, donde los alumnos aprendan las herramientas y el elemento cualitativo no se soslaye.

Redes sociales (3)

Urge enseñar el consumo de redes sociales desde prácticas objetivas.

Un nativo digital pudiera preguntar hoy: ¿Tenemos directivos 2.0 y 3.0 en el ejercicio del gobierno y la política?

Yo le respondería: No, porque lejos de dialogar con la diferencia, la crítica honesta o lo que Fernando González Rey llamó «subjetividad personalizada», la élite de los poderes a todos los niveles, lo que hace es cuestionar, criminalizar o descalificar a los sujetos proclives a mostrarse auténticamente desde sus perfiles en Facebook, Twitter, YouTobe… Hay un viejo refrán que dice que uno escucha la crítica y la toma dependiendo de quien venga. Entonces no deben meterse en un mismo saco a todos los que expresan su yo coherentemente en las redes sociales. Según González Rey:

Ser yo, significa ser diferente, o sea, no puedo ser yo, siendo idéntico a los que me rodean. (…) Debemos aprender a comunicarnos en las diferencias, debemos aprender a identificar las contradicciones en que vivimos y debemos aprender que es legítimo interpretar, por vías diferentes, muchas de las cosas que nos afectan, y esta es la verdadera condición social de la individualidad.[1]

Espero que mi vieja amiga pueda leer esto, entonces tal vez comprenda que «la individualidad es permanentemente social, porque se afirma en un proceso que es social, en el diálogo, en el respeto al otro y en el espacio en que se convive con el otro».[2] De ahí se desprende una conclusión medular para la subjetividad individual, según Thomas Browne: «El que censura a los demás, indirectamente se alaba a sí mismo».[3] Las redes sociales son hoy el quinto poder, expresión legítima de una nueva forma de democracia, negarlo es autocensurarse o ser víctimas de la censura del que cree tener la única verdad, ese que prefiere la comodidad de alabarse a sí mismo.

***

[1] González Rey, Fernando (1996). Un análisis psicológico de los valores: su lugar en el mundo subjetivo. La formación de valores en las nuevas generaciones. Editorial Ciencias Sociales, La Habana (p. 49).

[2] González Rey, Fernando. Obra citada, (p. 50)

[3] Thomas Browne. Aforismos, pensamientos, citas y frases célebres. Consultado el 20 de octubre de 2021.

2 noviembre 2021 13 comentarios 1.987 vistas
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