El 3 de abril de 1935, un comando de Joven Cuba secuestró al millonario Eutimio Falla Bonet. La acción pretendía obtener un rescate de 300 000 pesos que se destinarían a la compra de armas en México con el fin de desatar una gran insurrección en las montañas orientales de la Isla.
La idea no era nueva, pero su ejecución se había aplazado hasta esa fecha pues el líder de la organización tenía previsto, primero, el asalto a la cárcel donde el gobierno mantenía presa, sin pruebas reales, a su hermana Calixta, una de las figuras femeninas más importantes del movimiento revolucionario, desde el 30 de septiembre de 1930.
Fue esta una mujer singular que, como tantas de su género, aparece difuminada entre acciones y méritos masculinos. Lo poco que se divulga de ella es casi siempre asociado a su hermano Antonio. Sin embargo, además de ser una persona valiente, con implicación directa en acciones armadas durante los años de la Revolución del Treinta; desarrolló una importante labor profesional como antropóloga, con gran repercusión en México y Latinoamérica.
Cali, como la llamaban, muda de historia e importancia con solo cruzar el Golfo de México. De este lado es, apenas, la hermana de Antonio Guiteras, o acaso una de las mujeres del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) del 30. En el país azteca, por el contrario, es un referente, casi una descubridora. Su obra antropológica es todavía cita obligada en tesis e investigaciones. Abarcar a esta mujer multifacética, en toda su integridad, es una investigación que aún en Cuba está por desarrollarse.
Si no se la estudia en su individualidad, se puede distorsionar la historia de organizaciones como el DEU de 1930, con el cual Tony Guiteras no tuvo nada que ver y sí Calixta.
Una revolucionaria en los años treinta en Cuba
Calixta nació el 10 de febrero de 1905. Fue la primogénita. Ella y Tony eran inseparables y se influirían largamente en el transcurso de sus vidas. El poco tratamiento que ha tenido su figura hace difícil rastrear sus pasos antes del ingreso a la Universidad de La Habana en 1930, lo que sabemos de ella en esos años es visto a través de las biografías del hermano.

Calixta niña (extrema izquierda) al lado de Tony. Entre los padres, Margarita, la otra hermana.
Fue, no obstante, una de las figuras más importantes del DEU del 30 −recordemos que hubo un DEU del 27, contra la prórroga de poderes de Machado, al cual había pertenecido Tony Guiteras−, al que accedió como delegada por la Facultad de Filosofía y Letras. Igualmente será fundadora de la rama femenina de esa organización.
A mediados de 1931 es creada la Célula de Acción y Sabotaje, a la que se suma Calixta, junto a Pío Álvarez, Willy Barrientos, Ramiro Valdés Daussá, y otros. Con ellos participó en el acopio de armas, dinamita y balas; así como en la agitación pública, en la firma de manifiestos que exigían la aparición de compañeros desaparecidos, etc.
En los últimos meses de ese año, el grupo comienza a preparar un atentado a Machado en el cual participa Calixta. El mismo se frustró, pero ya estaba señalada ante los órganos represivos. Menos de un mes después, en enero del 32, un grupo de acción atenta contra Miguel Calvo, jefe de los expertos del tirano. Mueren cuatro policías, pero Calvo salva la vida. La cacería será implacable.
El 27 de enero Calixta será apresada bajo la acusación de participar en el atentado. Irónicamente, esa fue una de las pocas acciones grandes de los últimos meses en la que no estuvo. Condenada a ocho años de prisión, va a parar a la cárcel de mujeres de Gerona. Una foto la muestra sonriente a la entrada del presidio, como si fuera un reconocimiento y no una condena.

Calixta sonriente (extremo derecho) a la entrada del presidio.
Gestiones y apremios provocaron su libertad el 12 de septiembre de ese año, bajo pena de deportación. La dictadura no la quiere en Cuba y se marcha a Europa acompañada de su esposo. Derrocado el dictador, Calixta regresa a respaldar, con su autoridad ante el DEU, la gestión de su hermano desde el gobierno de los Cien Días. Ella puede ser la pieza que falta para comprender la rápida aceptación del nombramiento de Guiteras como secretario de Gobernación.
Es cierto que Tony tenía un historial en el Directorio Estudiantil Universitario del 27, al que muchos de los miembros del DEU del 30 le reconocían liderazgo, y que su desempeño armado en Oriente es asunto conocido; pero no era ni había sido nunca un hombre de ellos. Sin embargo, su propuesta es una de las que más rápidamente se aprueba. ¿No habrá tenido un peso decisivo, en última instancia, el hecho de ser hermano de Calixta, la que había sido una de sus figuras más importantes?
La muerte del hermano fue un duro golpe para Calixta, quien −aconsejada por miembros de Joven Cuba− parte nuevamente al exilio, esta vez hacia México, de donde no volverá hasta después del 59.
México, la antropología, y la mujer de ciencia
En tierras aztecas, la ascendencia intelectual de los Guiteras se impondrá. Allí matricula Antropología, y a ella dedicará su vida. Su impronta en esta disciplina en México tiene dos vertientes: una arista docente, desarrollada como titular de la Cátedra de Etnografía en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y otra como investigadora.
Como docente, es considerada la principal influencia de la generación de antropólogos mexicanos que pasaron por dicho centro a partir de fines de los cuarenta. De ella destacan su habilidad para exponer, de manera profunda y simple, un entramado cultural que en su versión contemporánea casi nunca había sido abordado.
Su monografía titulada Sayula: un pueblo de Veracruz, fruto de tres años de investigación en esa comunidad, es, según los especialistas, más que un importante documento etnográfico, un testimonio histórico. Se considera que con ella se logró preservar los aspectos socioculturales de una población enfrentada a los embates de la modernidad.

Calixta en México como parte del «Proyecto Chiapas» (Foto: University of Chicago. Department of Anthropology. Chiapas Project. Records)
El estudio que durante años llevó a cabo en la etnia Tzotzil, sobre sus sistemas de parentesco, creencias y costumbres −recogidos por separado en numerosas monografías y, como conjunto, en su obra cumbre Los peligros del alma: visión del mundo de un Tzotzil−, fue estimado por la Universidad de Chicago, como un modelo de observación participante en etnografía, que debía ser utilizado en la enseñanza de la antropología en las universidades del mundo.
Esa investigación constituyó el primer éxito −en tierras mexicanas− en el estudio de una etnia que, hasta el momento, había permanecido cerrada a extraños. Además de iniciar un debate, aún no concluido, sobre la necesidad de repensar el concepto de persona en Mesoamérica.
Dicho resultado fue, en gran medida, hijo del valor personal de Calixta, pues su primer acercamiento fue rechazado, e incluso se le amenazó con la muerte en la hoguera si volvía. Pero lo hizo, y a su regreso optó por ganarse la confianza de un miembro con autoridad en el grupo que le abrió, de a poco, las puertas de la aceptación. Seguía siendo una mujer valiente.
Cuba, el regreso
En 1961 vuelve a su país. Dedicará los años restantes a la docencia, desde el Instituto de Etnología y Folclore o la Escuela de Etnología, de la cual fue designada directora general. Asesorará allí a jóvenes investigadores, como por ejemplo Miguel Barnet, quien ha declarado que fue ella la primera persona a quien le entregó el manuscrito de Biografía de un cimarrón, que muchos consideran influenciado por el trabajo de Calixta titulado Vida y carácter de Manuel Arias Sojom.
Desde 1964 es designada miembro de la Unión Internacional de Antropología y Etnología, labor que lleva a la par que las docentes, la asesoría de investigaciones en Cuba y México, la publicación de artículos y la difusión aquí de los textos clásicos de antropólogos como Robert Redfield.

Calixta Guiteras en 1977 (Foto: Carlos Pereira)
Es posible que entre los antropólogos y etnógrafos del país Calixta sea un referente, pero fuera de ese ámbito es prácticamente desconocida. Su nombre apenas aparece en la bibliografía sobre la Revolución del Treinta.
En los museos dedicados a Antonio Guiteras en Cuba casi no existe, si acaso se le menciona como su hermana. Incluso −según me fue confirmado por investigadores que estuvieron en el lugar− el museo de la familia Guiteras Holmes en Pinar del Río no contaba, hasta hace dos años, con una sala dedicada a Calixta, a pesar de tener espacio disponible y a que, según explican los museólogos, fue gracias a la asesoría inicial y a la entrega de objetos y documentos familiares por parte de ella, que se pudo inaugurar la institución.
La trigueña de rostro desenfadado, que fumaba aromáticos cigarros suaves en largas boquillas de plata, que provocó quebraderos de cabeza a policías de dos países, y que descubrió junto a su esposo la tumba del Templo de las inscripciones en la ciudad Maya de Palenque, murió el lunes 19 de septiembre de 1988, a los ochenta y tres años. Avanzada edad, sobre todo cuando se ha llevado una vida tan peligrosa.