Dice él: «El bloqueo es hoy mismo la prueba de que el socialismo sí funciona», y para mí no es otra cosa que la prueba de que de socialismo no entienden nada.
«Que lo quiten y verán», añade el mandatario, como si un niño le fuese a decir al guapetón del barrio: seré fuerte si no me pegas. Y ya a esta película no le queda mucho por contar. Queda demostrado que la justificación en esta generación de «revolucionarios» sobrepasa el nivel de razonamiento y que ni siquiera se han leído bien el concepto que les dejaron como estudio individual. ¿Les ayudo?
Yo quisiera salir de este personaje de escribidor y enfocarme en otra cosa, pero siento como si se burlara de mí todo aquel que por mí debería pensar y, por el contrario, lo que hace es gastar tribuna en lágrima. La megacúpula, quiero decir.
Por lo pronto, hoy me voy a sentar a ver Con Filo para que el vocero me restriegue en la cara que Yaime Pérez, campeona mundial y abanderada de esta delegación cubana, no se quedó y la foto que compartí es fake. Admito que eso me daría algo de esperanzas porque ese tipo de noticias me toca una fibra muy débil.
Ya se fue Osleidys, dicen que con coyotes. ¡Dígame usted! Cesar Prieto, Pichardo, y tantos otros. Yo conocí a un tal Leinier que ni de política sabía. «Lo mío es ganar el Capablanca, profe». Y jugué contra Neurys. Jóvenes lindos los dos, de los que solo se puede sentir orgullo por ese afán de triunfo para vencer al que le pongan enfrente. Se imaginan que hubieran dicho: «Ivanchuk es hoy mismo la prueba de que mi Siciliana sí funciona, lo que me gana con otra cosas». Así no le hubiera ganado a Carlsen y lo hizo hace dos días. Ambos se fueron, y Bruzón y Becerra y Amador y Arencibia y todo aquel cuyo coeficiente de inteligencia le dijo que aquí no tenían carrera.
Pero soñaron, levantaron la bandera como la abanderada de la foto y creyeron en la posibilidad de hacer una vida tranquila en un país pobre, aunque funcional. Hoy somos solamente pobres. Cero propuestas creíbles y consignas como balance de fin de año para alimentarnos el ego. Queda demostrado que la riqueza a la que aspira la megacúpula es a un poco menos de colas, a un poco más de divisas y quizás precios menos locos; pero hasta ahí.
En todos los espacios públicos la palabra central es bloqueo, el discurso a desarrollar es sobre el bloqueo y la justificación a la inacción es el bloqueo. No importa la extensión de tierra y mar que tenga la isla, no importa el talento de su gente, no importan las propuestas en todos los medios alternativos, lo que vale es reclamar que el Norte nos acabe de lanzar unas migajas y perfeccionar un Sistema Nacional Único de Pedido de Migajas.
Dicta la ley que los padres van presos si no proveen alimentación y techo o se rompe el matrimonio o pasan los hijos a los abuelos o al estado. Ellos sí que no tienen derecho a pedir migajas. ¡Y todavía hay que escuchar!
Estamos en un punto cero del desarrollo en el que nada funciona, ni siquiera llegar al trabajo para CONTRIBUIR y ganarte unos pocos pesos. Es así como nada se concibe en las altas esferas. No hay combustible y ya. Hubo épocas en que te daban una bicicleta para ir tirando. Y yo pedaleaba hasta Ciudad Libertad. Hoy es el bloqueo y asunto resuelto, pedalea sobre él.
Ya se que no soy confiable, pero el bloqueo, señor presidente, no es la prueba de que el socialismo sí funciona, es el examen que evalúa si usted tiene derecho a existir como proyecto socialista o no. La función de un parlamento (que no produce) es ponérsela más fácil al que sí produce y mostrar datos objetivos.
Se siguen acumulando fracturas mientras se reúnen y nada esperanzador sale de sus cónclaves que no sean maromas explicativas «La economía se ha recuperado en un diez por ciento». Ni siquiera cambian los voceros. Es confiar en el confiable y esperar que el confiable me dé algo en qué confiar. Puede que hasta probemos con los rublos.
¿A qué punto esperamos llegar antes de flexibilizar la economía y dejar el sollozo por el bloqueo? ¿A qué punto esperamos llegar antes de dedicar todos los recursos disponibles a la producción de alimentos y bienes, tanto con el confiable como con el no confiable, si al final, los dos se van? Dese una vuelta por Luyanó para que vea cuánta gente no hace nada, mientras se vanaglorian de decir que es el sistema más justo posible. En eso estoy de acuerdo, lo que no es este.
Yo considero que queda gente, que queda deseo, que quedan neuronas con las que hacer funcionar un país. Si por allá arriba se prefieren las consignas, desentiéndanse del estrado, pues están votando por la miseria ya no por la pobreza digna, ni por un cambio hacia una mejor gestión de la economía y de la subsistencia misma. ¿Hasta cuándo la frase de la codicia y la ruptura peligrosa¿ Hasta cuándo el sacrificio de un sistema funcional sin un cerebro pensante? Háblese de trabajo, de medidas, de resultados. Convenzan con amor, con unidad, con todos.
Pueden ustedes tener las mejores intenciones del mundo que sin neuronas no hay progreso y sin progreso no hay patria a la cual retornar. Los únicos directivos confiables son los que en balance anual, muestran curvas ascendentes, intentan soluciones y sus gráficos no me dejan criticar. Los otros son derrochadores de corriente y verdaderos demoledores del sistema social socialista FUNCIONAL en el que muchos aún confían.
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Este texto ha sido tomado de Facebook con la autorización de su autor.