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Alina Bárbara López Hernández

Alina Bárbara López Hernández

Profesora, ensayista e historiadora. Doctora en Ciencias Filosóficas

huelga

La huelga silenciosa

por Alina Bárbara López Hernández 15 abril 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Al analizar el cuadro Dinámica Demográfica, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Marino Murillo mostró gran preocupación. Ya en 75 municipios de Cuba mueren más personas que las que nacen. Esa tendencia se generalizará en todo el país en el 2027, es decir, dentro de cinco años. Para esa fecha, a nivel biológico, la población cubana se dejará de reproducir.

Cuando algo así acontece y no se logra revertir, inicia un proceso que en otras especies animales concluye con su extinción. Aunque esto suele demorar largos períodos, a veces siglos, es válido señalar el hecho de que después de debatir tanto sobre el uso de la bandera, sería un contrasentido que, si continúa descendiendo con tal celeridad la población cubana, tengan que hacerse realidad en el futuro los hermosísimos versos del matancero Bonifacio Byrne: “si deshecha en menudos pedazos, se llega a ver mi bandera algún día, nuestros muertos alzando los brazos, la sabrán defender todavía”.

¿Las mujeres cubanas no paren, o las mujeres cubanas no paren en Cuba?

Hace más de un año, en otro artículo cité el trabajo “Las tendencias de la población cubana y la situación económica y social actual”, de Aida Rodríguez Cabrera y un colectivo de autores que le conferían un rol esencial a la migración en la baja natalidad.

Como bien valoraban, la variable migración es poco considerada por el sector de la salud, que prioriza los análisis demográficos enfocándose en las variables mortalidad y fecundidad. Tal vez el error fue haber encarado el tema fundamentalmente desde la salud, y no también con fuerza desde la Sociología, la Economía u otras Ciencias Sociales. Este tipo de problemática, por su complejidad causal, requiere de enfoques multidisciplinarios.

Durante la crisis de los noventa del pasado siglo aumentaron peligrosamente los niveles migratorios, con nuevas características según explican los autores del referido estudio. Ellos enfatizan que se trata de un éxodo “fundamentalmente joven, con una tendencia a la feminización en todas sus formas de migración, con excepción de los abandonos durante misiones de trabajo en el extranjero en las cuales hay predominio del sexo masculino”.

La preeminencia de mujeres jóvenes que salen de Cuba en edad fértil y tienen sus hijos en otros países, simboliza una silenciosa huelga de vientres que, a largo plazo, será más peligrosa para los destinos de la isla que todos los imperialistas, de Monroe a Trump. El último censo de población confirmó que las féminas son mayoría como jefas de hogares. El alto índice de divorcialidad justifica ese dato, pero también existen coyunturas sociopolíticas y legales que influyen en que muchas madres, a lo largo del período revolucionario, hayan tenido que criar solas a sus hijos.

Miles perdieron a sus esposos en misiones internacionalistas, como mi amiga María del Carmen. Otras despidieron a sus esposos o los padres de sus hijos allende el mar, como mi amiga María Elena. En muchos casos fueron apoyadas con remesas; pero en otros, como mi amiga Yanira, nunca más recibieron un centavo para alimentar a su pequeña. A esto se suma el flaco apoyo que la legislación cubana confiere a las madres solas. Hasta en eso influyen los bajos salarios que no se relacionan para nada con el costo de la vida.

Una mujer, al demandar alimentos para sus hijos ante un tribunal de familia, recibirá de sus ex-parejas una suma irrisoria.

Un ejemplo personal: al divorciarme, el tribunal precisó al padre de mis hijas a pagarme 70 pesos por cada una, en total 140 pesos, el equivalente a poco más de 5 cuc al mes. En este caso siempre tuve una mayor contribución de mi ex, como también conozco otros magníficos padres que siguen cuidando económicamente de su descendencia. Pero eso depende de la buena voluntad y la sensibilidad, y no de la ley. Por eso igualmente sé de muchas mujeres que se las arreglan apenas para llegar a fin de mes, como mi amiga Airén con sus dos niñas.

Durante los años más crueles de la crisis, del 91 al 95, vi madres, como mi amiga Rosa, que tuvo a su única hija a mediana edad, quedar casi ciega por una neuritis de la que nunca se recuperó, resultado de quitarse los mejores alimentos para su bebé. O mi amiga Marta Silvia, madre por cuenta propia, que hervía los pañales con agua porque no había jabón y el padre de su hija no la había aceptado legalmente en ese entonces.

Las niñas que vivieron la agonía de aquella etapa y que han presenciado el sacrificio infinito de sus madres, no quieren replicar esas vivencias, mucho más cuando nuestros mandantes anuncian, impávidos, que arreciarán las dificultades en los próximos meses. Entonces se van, con sus niñas pequeñitas para que se críen en Cataluña, como mi amiga Elaine; o a forjar descendencia en otros lares, como mis amigas Ania, Beatriz, Leslie…

Concluyo citando el final de mi artículo de hace más de un año, no para darme crédito, sino para que se observe que en Cuba cualquier observación o crítica siempre guarda validez, lo que evidencia el inmovilismo de la burocracia: “Pueden estar seguros de que mientras los cubanos no mejoren sus depreciados niveles de vida, empezando por un salario que permita el sustento de las familias, no deben esperar una disminución de la migración —que aun sin Ley de ajuste sigue in crescendo y se dirige a otros muchos países— y tampoco un aumento de la natalidad.”

Ante la crisis sin fin, la huelga silenciosa.

15 abril 2019 54 comentarios 288 vistas
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El síndrome de Copo de Nieve

por Alina Bárbara López Hernández 11 abril 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

“Si no te gusta el mensaje, mata al mensajero”, era un hábito de los generales persas en la antigüedad. Esa arcaica práctica se ha instaurado, por senderos atávicos, en la mentalidad de algunos burócratas e ideólogos en nuestro país. Ejemplo de ello es un escrito publicado en El Joven Cubano, blog redactado por un grupo de desconocidos pero cuyo representante es Asael Alonso Tirado, funcionario del Comité Nacional de la UJC con nombre de ángel caído.

Aunque Asael Alonso insiste en que su blog es independiente, Juventud Rebelde afirma que la UJC creó El Joven Cubano en 2017 y enlazó con este sus redes sociales, otorgándole así 31.500 seguidores de un día para otro. Aún así su posicionamiento en el ranking nacional tiene el número 2.116 frente a un 556 de LJC.

Se trata de un texto plagado de ofensas y errores ortográficos donde soy acusada, junto con el blog La Joven Cuba, de plegarme a El Nuevo Herald y CiberCuba debido a mi artículo La nueva religión, en el que critiqué la entrega de una réplica de la cuna de Fidel Castro durante un acto oficial de la UJC.

Es patética, por gastada, la ineficaz maniobra de no defender posiciones de principio y en cambio poner a militar automáticamente en las filas del imperialismo a los que tenemos opiniones diferentes. Créate un enemigo interno y moverás el mundo a tu antojo, parecen creer ciertos funcionarios.

George Orwell sintetizó en el personaje de Copo de Nieve, el cerdo desertor de Rebelión en la granja, la utilidad de esa artimaña justificativa y demagógica.

Gracias al dios del pensamiento crítico, nunca he tenido que depender del Granma, el Nuevo Herald, u otra publicación similar para manejar criterios propios con absoluta independencia y responsabilidad. El acto lo presencié en mi televisor pues fue transmitido íntegramente, allí escuché el llamamiento al congreso, leído desde unas hojas plasticadas por la primera secretaria Susely Morfa. Sin embargo, intrigada por la imputación, ya localicé el referido contenido en el Nuevo Herald para constatar que en realidad es una escueta noticia que no se parece en nada a mis argumentos. Aquí les va:

“Funcionarios cubanos premiaron este jueves a jóvenes comunistas con una réplica de la cuna de Fidel y Raúl Castro, en lo que a juicio del periódico oficial Juventud Rebelde, es un “hermoso gesto de continuidad”.

“En hermoso gesto de continuidad la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba y la Presidenta de la Organización de Pioneros José Martí recibieron la réplica de la pequeña cuna que abrigó el empezar de la vida de dos valerosos hijos de Holguín y toda Cuba: Fidel y Raúl”, tuiteó el diario oficial.

La entrega de la réplica de la cuna de los Castro se realizó en la finca de Birán, propiedad de Ángel Castro, padre de los exgobernates (sic), intervenida también por su hijo mayor cuando llegó al poder en 1959.

La Unión de Jóvenes Comunistas y la Organización de Pioneros José Martí son dos organizaciones paraestatales que agrupan a jóvenes y niños. Susely Morfa, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, junto a todo su séquito, convocó al 11 Congreso de la organización, que se celebrará en abril del 2020.”

Es clara la ironía en este medio y en otros. En las redes sociales ha sido peor tratado el asunto, que dio pie a todo tipo de memes y caricaturas. Pero LJC se indigna donde otros solo se burlan, e intenta un enfoque desde la ideología marxista de la cual se alejan cada vez más los que conciben actos y símbolos como esos.

No siempre la mejor defensa es el ataque, estimado Asael. En lugar de acusar a LJC ocúpense de resguardarse ustedes. Espero que la dirección nacional de la UJC tenga un buen asesor jurídico que los saque del escollo en que se han metido.

Ocurre que con su actitud creativa para gestar símbolos, no solo han desconocido la voluntad de Fidel que quiso evitar conductas como esa, sino han violado la “Ley Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en sesión celebrada el 27 de diciembre de 2016, correspondiente al Octavo Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura.

Ley Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Foto: Ecured

Ley sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Foto: Ecured

La ley en cuestión tiene dos artículos muy explícitos que no se prestan a interpretación alguna:

ARTÍCULO 1.1- Se prohíbe emplear el nombre del líder histórico de la Revolución cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles y otros lugares públicos, así como en cualquier tipo de condecoración, reconocimiento o título honorífico. Del mismo modo, utilizar su figura para erigir monumentos, bustos, estatuas, tarjas conmemorativas y otras formas similares de homenaje.

2.- Se exceptúa de lo dispuesto en el apartado anterior, el empleo de su nombre para denominar alguna institución, que conforme a la ley, se constituya para el estudio y difusión de su pensamiento y obra.

ARTÍCULO 2.- Se prohíbe el uso de denominaciones, imágenes o alusiones de cualquier naturaleza referida a la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz para su utilización como marca u otros signos distintivos, nombre de dominio o diseños, con fines comerciales o publicitarios.

Resalto en negritas el artículo 2, que se ajusta cabalmente a la violación que denunciamos. La alusión al nacimiento de Fidel en este caso fue utilizada con fines de publicidad ideológica.

Asael Alonso Tirado, jefe del equipo que edita El Joven Cubano. Foto: Ricardo IV Tamayo

Hasta hace poco cabía la posibilidad de que funcionarios del Partido y el Estado que violaran la ley lograran quedar impunes. Pero precisamente ayer se acaba de proclamar la nueva Constitución, que estrena a Cuba como un Estado Socialista de Derecho donde nadie puede estar por encima de la ley. En consecuencia, esperamos que las autoridades competentes sepan tomar las medidas necesarias con los funcionarios de la UJC implicados en tal ilegalidad.

De no ocurrir esto pensaré que también aquí, semejante al final de la parodia que cuenta Rebelión en la granja: “Todos los animales son iguales. Pero algunos animales son más iguales que otros”.

11 abril 2019 44 comentarios 347 vistas
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La nueva religión

por Alina Bárbara López Hernández 8 abril 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En un artículo anterior valoré como inoportuna la campaña publicitaria lanzada por la UJC el verano pasado, que demandaba disfrutar Cuba con alegría precisamente cuando se percibía un arreciamiento de la crisis económica. Al ver la campaña pre-congreso que concibieron para el 4 de abril pasado, mi sugerencia es que despidan al equipo de relaciones públicas de la organización.

Acabamos de vivir un período de efervescencia cívica, debates y controversias sobre la nueva Constitución. Se afirma que ya inició el relevo generacional. Se hace referencia constante en los medios al carácter revolucionario y combativo de la juventud cubana. No obstante, esta campaña parece más un culto religioso con matices mesiánicos —que incluye una velada en Tierra Santa—, que la rememoración de un político considerado ideológicamente afín al marxismo.

Se desconoce la determinación del propio Fidel, dada a conocer tras su fallecimiento, de no hacer de su figura un foco de culto.

No es la primera vez que un objeto atribuido a una figura histórica se entrega como alegoría. El machete de Máximo Gómez, por ejemplo, se otorga en Cuba a personas e instituciones cuya obra y desempeño hayan trascendido. Pero entre un machete y una cuna como emblemas existen significativas diferencias.

El primero posee resonancias heroicas, nada de interferencias divinas ni mucho menos, puro valor y coraje para enfrentar a ejércitos mejor armados… y vencerlos. Eso sí transmite un mensaje, codifica una idea aglutinadora, que a fin de cuentas es la función de un símbolo.

De la segunda no logro comprender el sentido alegórico. En una cuna un niño simplemente puede yacer y dormir, funciones necesarias para la vida de cualquier persona. Hasta donde recuerdo, solo un niño realizó un acto heroico en su cunita: Hércules cuando liquidó a las serpientes, pero eso es parte de la mitología grecolatina.

La cuna fue entregada como “símbolo de continuidad”. Mi pregunta es sencilla, ¿qué paradigma podemos recepcionar de un bebé de pocos meses? Si hubieran entregado la réplica de la comandancia de La Plata, o un arma personal de Fidel, hubieran sido más consecuentes. Sin embargo, la cuna enfatiza en la idea de que debemos agradecer el simple hecho de que el líder naciera. Esto contradice la dialéctica marxista y sus categorías de casualidad y necesidad.

Secretariado de la UJC entrega réplica de la cuna de Fidel y Raúl al Primer Secretario del Partido de Holguín. Foto: Roberto Suárez/JR

A cambio propongo que sea entregado un micrófono como símbolo. Quizá entonces la Secretaria General de la UJC sea capaz de improvisar un discurso motivador y elocuente, como era característico del gran orador que fue Fidel.

“Nuestros enemigos, en la guerra cultural e ideológica que nos hacen, apuestan por la desunión y el individualismo”, afirmó Susely Morfa en el acto. Considero que además de cuidarnos de los adversarios, potenciales y reales, la organización se mire por dentro y se ajuste más a los tiempos que vivimos y a las exigencias de las jóvenes generaciones.

La convocatoria a un “congreso transformador” no se relaciona en lo absoluto con la imagen tradicionalista y cuasi religiosa de la cunita. Bien criticaba Engels al líder proletario Weitling, fundador de la Liga de los Justos, por intentar conducir el comunismo por las vías del cristianismo primitivo. Nuestra UJC parece presta a lo mismo. Al menos ya tenemos pesebre.

8 abril 2019 64 comentarios 752 vistas
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paisajes

Paisajes

por Alina Bárbara López Hernández 3 abril 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Desde que era una niña disfrutaba ocupar el asiento de la ventanilla cuando viajaba en ómnibus. Mis hermanos ni discutían al respecto; privilegios de ser la mayor de tres hijos. Acabo de regresar de Pinar del Río, donde estuve por una semana, y la reminiscencia del traslado de ida y retorno, en el que observé el paisaje durante horas, me devolvió a la feliz época de infancia y juventud.

En aquel entonces el panorama que recuerdo tenía el sello distintivo del azúcar. Cañaverales tras cañaverales y el viento que los movía como en una danza verde. Era una perspectiva que se relacionaba olfativamente con aromas dulzones y predecibles. La provincia matancera fue, en buena parte del XIX, un emporio de la plantación esclavista que trasmitió a sus habitantes, como legados palpables, una fisonomía y cultura altamente mestizadas y un peso de la industria azucarera que llegó con fuerza al siglo XX.

Se podía viajar a lo largo de muchos kilómetros y divisar la tierra sembrada. Ya fuera de caña o de otros plantíos, era excepcional que la regularidad de los surcos se viera interrumpida durante largos intervalos. A pocos pasos de las carreteras, los cultivos. Cosechas, palmas y las vaquitas que tres niños lidiaban por contar, eran las dueñas absolutas del horizonte.

Pasado el tiempo mi relación con la agricultura fue menos contemplativa. Los cursos del preuniversitario los hice en una Escuela en el Campo que tributaba a la Granja Lenin del municipio de Jovellanos, en el que residía. Dedicada a la producción de viandas y granos, el trabajo estudiantil contribuyó a menguar los gastos que el Estado hacía para garantizarnos una instrucción de calidad. Sembrábamos boniatos y papas, chapeábamos plátanos y cosechábamos frijoles, yuca y papas. Aún recuerdo con afecto a la mayor parte de mis profesores y agradezco los conocimientos que me transmitieron, si bien es cierto que separarme de mi familia para estar becada no me agradó nunca.

Durante los estudios universitarios en Matanzas y después, al tener en esta ciudad el primer centro de trabajo, debí viajar casi diariamente y la ventanilla continuó siendo mi puesto de observación. Fue en los primeros años del período especial que me asenté definitivamente en ella. Mi relación cotidiana con la campiña se iría debilitando al asumir una existencia menos itinerante.

El periplo que acabo de hacer me remontó a esas fases de mi vida. Pero, mientras prestaba atención al entorno, no pude evitar las comparaciones. Ni cañaverales, ni surcos, ni vaquitas. Solamente las palmas me permitían un asidero al pasado.

Delante de mis ojos transitaban veloces kilómetros y kilómetros de tierras baldías, donde se enseñoreaban los arbustos y las hierbas, las piedras y el abandono. La decadencia de la agricultura de un país se expresa también en sus paisajes. Quizás, pensé, sea ahora un niño francés el que disfrute de un mar de cañas cimbreantes.

3 abril 2019 40 comentarios 547 vistas
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Paréntesis

por Alina Bárbara López Hernández 25 marzo 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Los personalismos en política casi siempre conducen a incondicionalidades ciegas o fidelidades acríticas. En consecuencia, creo más útil debatir respecto a opiniones o criterios ineludibles para la sociedad y las urgencias de estos tiempos que dedicarme a crear partidarios o seguidores propios. Por esa razón es que hay que considerar este artículo solamente como un paréntesis entre mis colaboraciones con LJC.

Ocurre que a raíz de los dos últimos trabajos que he publicado, mi correo está cargado de mensajes que preguntan sobre todo dos cosas: mi edad y si resido en Cuba. Varias de las personas argumentan, al aclararle que ya pasé el medio siglo de existencia, que les parecía más joven debido al contenido de mis artículos. Otros juraban que vivía, como tantos compatriotas, fuera de la Isla.

Es triste que no se piense, a priori, que las personas de mi edad podamos ser representativas en la difusión de un pensamiento progresista pero independiente de los cánones ideológicos potenciados desde el poder. Sin embargo entiendo la sorpresa, nuestras inquietudes y preocupaciones quedaron invisibilizadas demasiado tiempo por unos medios fiscalizados, y ahora, en época en que otras plataformas mediáticas le dan voz a quien desee expresarse, es lógico pensar que no seamos nosotros, inmigrantes a la era digital, los que también sostengamos estas controversias.

Es un error de apreciación, actualmente en Cuba son numerosos los intelectuales miembros de generaciones diferentes que participan activamente en una red informal de pensadores cuyo objetivo es aportar al debate sobre el presente y el futuro de Cuba. En otro post afirmé:

Tras tantas décadas de experimentos y retrocesos, en un proceso que se considera de cambios, y a través de medios que ya no pueden ser controlados; ha emergido una generación que está proponiendo qué hacer, pero debe ser escuchada, sin prejuicios, en pie de igualdad, de lo contrario será un monólogo y no un diálogo lo que presenciaremos. Los que no somos cronológicamente sus coetáneos pero concordamos con sus ideas debemos apoyarlos.

Gracias de nuevo al equipo de LJC, que ha preferido sumar a personas de varias generaciones a fin de acceder a un amplio espectro de puntos de vista.

Respecto a la segunda interrogante, solo he salido de mi país en una ocasión, como invitada a un evento científico en EE.UU. donde expuse una ponencia que criticaba las reformas económicas en Cuba por la carencia de un método materialista y dialéctico apropiado a la ideología marxista de la que nos afirmamos seguidores. Para esa fecha aún no había comenzado a colaborar con LJC.

Yo vivo y trabajo aquí, y para ser honesta debo reconocer —y tranquilizar a los lectores y a algunos amigos queridos que han manifestado preocupaciones en tal sentido—, que nunca he sido cuestionada o molestada por manifestar mis opiniones con absoluta libertad.

No soy ingenua, comprendo perfectamente que el entorno laboral en que me desempeño ayuda. Colegas que laboran en universidades u otras áreas estratégicas no disfrutan de tanta tolerancia y han sufrido en carne propia el resultado de ejercer ese derecho constitucional. Tampoco he militado nunca en las filas del PCC para evitar algún tipo de imposición ideológica por el errado principio del centralismo democrático.

Pero ahora hablo basada en mi experiencia, y es justo que reconozca que en Ediciones Matanzas, en la Empresa del Libro y la Literatura a la que esta pertenece y en la Dirección Provincial de Cultura de mi provincia, no me han discriminado jamás por mis ideas. Al contrario, me han estimulado por mis logros profesionales y cuentan conmigo para cualquier proyecto. Así mismo ha ocurrido en el ámbito académico, donde he obtenido significativos reconocimientos.

Yo soy el simple caso de una persona que ha decidido no autocensurarse, pues la libertad de pensamiento ya me la garantiza la Constitución que acaba de aprobarse y que en su artículo 54 expresa: “El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”.

Vivir en Cuba y ejercer la libertad de expresión no son realidades excluyentes. Claro que falta mucho por conseguir, por ejemplo, que podamos acceder a todo tipo de medios y no solo a los digitales; aunque la cantidad de personas que se suscribe a estos últimos crece exponencialmente. Pero lo principal es el sentido de responsabilidad cívica, también de valor personal para desafiar viejas costumbres que en algunas ocasiones son más condicionamientos mentales que jurídicos.

Lo otro es la cuestión crucial de la ética. Y aprovecho para responder a cierto forista con nombre de personaje de historietas mambisas que me trata de señora y afirma que recibo “oro del imperio”.

Mi salario como editora es de 395 pesos y 150 por mi grado científico, para un total de 545 pesos (poco más de 21 cuc mensuales). Mi mansión es un deteriorado apartamento en un antiguo edificio de un reparto soviético, mi celular es 2G y no puedo acceder con él a internet, mi computadora tiene más de quince años, no tengo auto ni aire acondicionado y la silla donde me siento para escribir estos artículos tiene roto el espaldar.

El tipo de opiniones que defiendo se aleja demasiado de los dos extremos ideológicos en Cuba que son los que sufragan las fidelidades (de diferente forma pero las sufragan). Si algún dinero proveniente del imperio recibo es la modesta pero permanente mesada que desde hace años mis tres tías jubiladas envían a la familia cada mes.

Y ya es suficiente personalismo, que los paréntesis no deben extenderse tanto.

25 marzo 2019 8 comentarios 323 vistas
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Sin permiso

por Alina Bárbara López Hernández 18 marzo 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En el cuento infantil de Hans Christian Andersen, nadie se atrevía a decir que el emperador, víctima de la estafa de un supuesto sastre, andaba desnudo por las calles.

Una crónica dedicada a José White por Ciro Bianchi, cuenta que después de que el violinista cubano hubiera tocado maravillosamente en el palacio de las Tullerías no se escuchó ni un aplauso. El protocolo de la corte francesa imponía que fuera el emperador, si así lo deseaba, quien lo hiciera primero: “Aplaude Napoleón III y también la emperatriz, toda la sala rompe en una ovación estruendosa”.

Tenemos los cubanos un hábito similar. No criticamos o elogiamos hasta saber si es políticamente correcto enrumbar uno de esos caminos. La intelectual, feminista y revolucionaria norteamericana Margarell Randall, que residió en nuestro país entre 1969 y 1980, compartió el testimonio de aquella época en su libro Cambiar el mundo. Mis años en Cuba (Ediciones Matanzas, 2016):

En la Cuba que vivía en los setenta esperamos que Fidel hablara. Absurdamente —así lo veo a la distancia— siempre esperábamos que nos explicara los acontecimientos, que nos señalara el camino del análisis correcto (…) Vuelvo a esos discursos y nuevamente me deslumbra la brillantez de este hombre, su capacidad de dirigirse a diferentes sectores de la población sin pecar de repetitivo ni arrogante. Sin embargo, me compunge recordar nuestra absoluta dependencia de un solo análisis, de una sola línea política. Faltaban las herramientas y la libertad de usarlas, algo que podía haber motivado nuestros propios análisis. (p. 267)

Cara nos ha costado esa costumbre. Aún es común aguardar alguna señal de las alturas para mostrarnos combativos, entusiastas o críticos. Las rectificaciones en Cuba siempre han partido del propio gobierno, por ello siempre han sido coyunturales, limitadas y poco profundas. No se puede ser juez y parte, como asevera el refrán.

Prefiero discrepar o aplaudir sin que nadie me “invite” o me “convoque”.

Por eso creo justo reconocer que el gobierno está imponiendo un nuevo ritmo a la lentísima marcha que nos caracteriza. Ciertas medidas impopulares han sido revisadas y cambiadas. Reuniones muy frecuentes del Consejo de Ministros donde se aprecian ojeras y rostros cansados. Altos funcionarios dando la cara y aceptando, aun con titubeos y reticencias, errores y desaciertos.

A esto se une el cambio, en un breve plazo, de dos altos cargos: el ministro de transporte y el presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación  (INDER). Este último demovido por insuficiencias (no ventiladas públicamente) en su trabajo, expresión muy poco usada entre la alta burocracia, donde casi siempre “se pasa a ocupar otras responsabilidades”.

Y no es una frase sacramental ni mucho menos. Es literal. Tanto es así que todavía vemos desempeñarse a altos funcionarios, en su momento ministros, que deberían haber sido destituidos de todo tipo de responsabilidades debido a escándalos como las muertes no esclarecidas de numerosos pacientes en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, o la pérdida de gran parte del patrimonio azucarero tras el desmontaje de esa industria.

¿Se impondrá desde ahora la saludable costumbre de no esperar por décadas para sustituir a los ineptos o de argüir otros motivos y no los verdaderos? ¿Fue una estrategia pre-referéndum constitucional o se hará práctica habitual?

Estas preguntas solo tendrán respuesta con la actuación cotidiana del gobierno. De momento aplaudo sin permiso pues también he criticado sin autorización. De eso se trata sentir la libertad.

18 marzo 2019 18 comentarios 222 vistas
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Un congreso gris

por Alina Bárbara López Hernández 13 marzo 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Me interesan altamente los temas que aborden las problemáticas de las mujeres. No soy sin embargo una feminista militante. Considero que esa causa demanda una dedicación casi exclusiva que deja un vacío inmenso a la hora de encauzar caminos sin los cuales cualquier lucha en pro de sectores y minorías sea por género, raciales o sexuales, será incompleta. Mi parecer es que hay que llevar a la par la agenda feminista y el debate político para el establecimiento de un sistema verdaderamente participativo y democrático.

Muchas colegas feministas, con brillantez y agudeza, han abierto una brecha y plantado bandera en nuestro patio, sobre todo en medios alternativos. A ellas me sumo hoy con este artículo, pues tras el recién finalizado congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) hay tanto por decir que todas las feministas de Cuba y las neófitas como yo tendrían espacio para polemizar y aún quedaría terreno para el debate.

Tras escuchar con atención las sesiones televisadas del congreso, quedé con la impresión de estar mirando una antigua fotografía en blanco y negro. Viejas consignas, canciones pasadas de moda, interpelaciones a símbolos gastados, abordaje de problemas epidérmicos. En fin, fue una reunión que parecía más de la década del setenta que de estos tiempos. Solo las voces de algunas cuentapropistas, tímidas voces, evidenciaban que era otra la época.

Foto: Sergei Montalvo

La dirección del congreso era tan gris como su entorno. Al parecer, para la poco carismática dirigente de la FMC los núcleos duros del problema femenino son: realizar trabajos que por tradición han sido masculinos, ser respetadas por sus compañeros de trabajo, y apoyar las campañas de la revolución.

También me disgusta sobremanera la legitimación oportunista que se hace a partir de vincular dos figuras: Mariana Grajales como madre de la patria —iniciativa que en verdad se debe al batistato— y Vilma Espín como su continuadora. Es la consabida e inexacta imagen de una sola revolución, que salta sobre la república burguesa como sobre una hoguera peligrosa.

Y una hoguera fue ciertamente para el movimiento feminista de los años veinte y treinta, que logró ir arrancando demanda tras demanda y que al triunfo del 59 las mujeres disfrutaran aquí de derechos obtenidos antes que en otros países de mayor pedigrí cívico: derecho al divorcio, a heredar bienes, a la custodia de los hijos y al voto. Nombres como los de Ofelia Domínguez u Hortensia Lamar son desconocidos para las nuevas generaciones. ¿Qué eran intelectuales de la clase media burguesa?, sí, ¿y qué fueron los principales dirigentes de la revolución, incluida Vilma Espín?

Son varias las cuestiones que debieron tratarse para que el congreso exteriorizara una preocupación real por las condiciones actuales de las mujeres cubanas. A continuación menciono algunas, desde las relacionadas con la vida cotidiana hasta las concernientes al campo de la política. Queda abierta la lista para que las lectoras y lectores incluyan sus propuestas:

  • Disminución de la ya mala calidad de las almohadillas sanitarias. Pequeñas, estrechas y poco absorbentes. Es un problema con el que mes tras mes deben lidiar las mujeres y que dados los precios altísimos de ese producto en las redes comerciales crea un dilema.
  • Bajos salarios. Es cierto que en Cuba ganan lo mismo hombres y mujeres, pero ello no es un consuelo cuando son salarios cada vez más deprimidos por la elevación de los precios.
  • Necesidad de una política estatal como la que existe en otros países con baja natalidad y que estimule económicamente a las mujeres por cada hijo que decidan tener.
  • Los casos de discriminación a mujeres negras en el transporte público y privado, que han sido denunciados ante las autoridades y difundidos en medios digitales, y el tipo de empleo que se les ofrece en los negocios particulares.
  • Las mujeres que desean adoptar y no pueden lograrlo dadas las barreras jurídicas en Cuba.
  • La protección económica a la mujer que es madre soltera o cuida sola de los hijos ante la indiferencia de los padres y solo con la ínfima aportación económica a la que son obligados por la ley cubana de familia.
  • La desaparición de los programas de atención obstétrica en los municipios donde existían, al menos es lo que ha ocurrido en la provincia de Matanzas, y su concentración en el hospital de la cabecera provincial. Esto ha generado un hacinamiento, a pesar del traslado del centro para otro más amplio, y las familias que viven lejos de la ciudad deben desembolsar de la ya precaria economía doméstica para sufragar gastos de transporte.
  • Según datos de especialistas cubanos existe una tendencia a la feminización en todas las formas de migración, con excepción de los abandonos durante misiones de trabajo en el extranjero, en las cuales predomina el sexo masculino. También de acuerdo a estudios migratorios, son las mujeres residentes fuera del país las que más viajan a Cuba, si se compara con los hombres, a encargarse de problemas familiares, cuidado de los padres e hijos que han quedado y envío de remesas. Ante ello sería lógica una actitud de defensa de esas mujeres, que son obligadas a entrar pagando altas sumas por un pasaporte cubano que no les garantiza ni cuidados médicos ni el derecho al voto, según la antigua y la nueva Constitución.

La pobreza de análisis del congreso, su falta de compromiso y actualización con las necesidades de las mujeres cubanas, abre el debate sobre la pertinencia de la diversificación de las organizaciones asociativas femeninas. Es obvio que la centralizada FMC es cosa del pasado y se requiere de mayor osadía e independencia respecto al Estado.

Foto: Sergei Montalvo

En la década del noventa hubo un interesante y poco conocido intento de crear una ONG femenina en Cuba. Esto es develado por la intelectual, militante feminista y activista social Margaret Randall en su libro Cambiar el mundo. Mis años en Cuba (Ediciones Matanzas, 2016) que comparto con los lectores de LJC:

En 1993 (…) un grupo de feministas brillantes comenzó a reunirse para hablar de género en Cuba. Pensaban que era escandaloso que cuatro décadas después del triunfo de la Revolución, y especialmente con la oleada de turistas, todavía los medios difundiesen denigrantes estereotipos de la mujer. Estaban indignadas por las imágenes que mostraban mulatas seductoras, de prominentes nalgas apenas cubiertas por diminutos bikinis…

Las magineras eran mujeres revolucionarias, muchas de ellas miembros del Partido, y la mayoría trabajaba en los medios de difusión masiva. Algunas escribían en periódicos o revistas. Otras trabajaban en la televisión o la radio. Unas pocas eran cineastas. Una era socióloga…

Habían elegido su nombre cuidadosamente. “Magín” es una palabra en castellano antiguo que significa imaginación y creatividad. Al principio trataron de que la FMC se interesase en sus ideas. Pensaron que la organización masiva de las mujeres acogería su aporte con entusiasmo. No fue así. La dirigencia de la FMC se sintió amenazada e hizo todo lo posible para disuadir a aquellas que veía como intrusas en su territorio. La FMC nunca dejó de oponerse a las Magín, hasta que consiguió sacar al nuevo grupo de circulación.

Magín organizó talleres que se desarrollaron con éxito en diferentes partes del país. El grupo produjo alguna literatura. Y cada una de las mujeres (…) publicó estudios que revelaban los sesgos de género (…) Se pusieron en contacto con feministas de otros países y pasaron a formar parte importante de un movimiento regional e internacional por la igualdad de género…

Magín planeaba enviar dos de sus miembros a la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, China. Las mujeres prepararon un taller de género y comunicación que estaba incluido en la lista de actividades no gubernamentales del evento. La OXFAM UK —prestigiosa institución del Reino Unido— les dio $10000 dólares para cubrir los gastos de viaje de dos de sus miembros. Sin embargo, cuando tenían que partir, la FMC les dijo que la delegación cubana estaba completa; si querían donar el dinero que habían recibido para cubrir los gastos de la delegación oficial, el gesto sería bienvenido. Sabían que no tenían otra alternativa que acceder. A lo largo de su breve existencia, Magín adoptó consistentemente posiciones de principios.

Magín deseaba tener estatus de ONG, para lo cual necesitaba un reconocimiento oficial que no estaba próximo. En 1996, cuando las principales miembros del grupo se acercaron al Comité Central del Partido para solicitar estatus legal, les dijeron que tendrían que disolverse (…) La razón que se les dio fue paternalista en extremo: los funcionarios del Partido alegaron que a la luz de los continuos esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para destruir la Revolución Cubana temían que estas mujeres pudieran ser embaucadas a fin de que establecieran contactos o realizaran actividades que, sin darse cuenta, estuviesen bajo el control de manos enemigas.

Como ha hecho sistemáticamente (…) el Partido Comunista de Cuba utilizó la amenaza permanente del norte para legitimar su negación de apoyo…

Estos son otros tiempos. La actitud del Partido sobre el tema no ha variado, pero la ciudadanía ha adquirido mayor conciencia de que el cambio no debe esperar por la aceptación de una estructura de mando anquilosada. En la difusión de la agenda de lucha femenina, entendida como parte de la cruzada por derechos y cambios políticos para las cubanas y cubanos, es fundamental el compromiso, la audacia y la difusión por todos los medios posibles de estas inquietudes.

13 marzo 2019 14 comentarios 599 vistas
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gazapo

Gazapo filosófico

por Alina Bárbara López Hernández 1 marzo 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

A fines del 2008 había entregado mi tesis para optar por el grado de Doctora en Ciencias Filosóficas y esperaba con ansiedad las oponencias. Esta es una fase crucial que define la recepción de la investigación entre los expertos. Finalmente ambas oponencias fueron favorables, aunque por supuesto, y como siempre ocurre, hacían sugerencias recomendaciones y evidenciaban imprecisiones.

Una de ellas fue mi planteamiento de que la generación de Juan Marinello había asumido en su juventud, a través de la filosofía irracionalista y de las vanguardias artísticas, “la adhesión a los eternos valores éticos, a las reliquias nacionales”.

 Hube de reconocer al oponente que señaló el desliz, que no era acertada la utilización del término eternos para referirme a los valores éticos, por cuanto ellos poseen sustento material y gran dinamismo, esto quiere decir que cada época genera su propio sistema de valores.

Lo correcto hubiera sido plantear que esa generación había recurrido a valores éticos que siempre potencian un aumento de la cohesión social en períodos de dificultades, como fueron los años veinte del pasado siglo en Cuba. Fundamenté también que es característico que en época de crisis económica y social se manifieste un auge de las ideas religiosas, de tendencias artísticas evasivas o transgresoras y, sobre todo, de la búsqueda de ideas tendientes al mantenimiento de la unidad nacional y que se manifiestan a través de símbolos, en miradas al pasado y a momentos que se consideran heroicos y trascendentales en la historia y la cultura.

Los valores son las normas que rigen nuestras vidas, el conjunto de puntos de vista sobre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo que se considera inmoral. Se clasifican según diferentes puntos de vista y considerando el nivel de mayor o menor incidencia social. Es así que puede hablarse de valores éticos públicos o cívicos y de valores éticos privados o personales.

En la Cuba posterior al derrumbe del socialismo, el tema de la pérdida de valores ha generado gran cantidad de investigaciones. Algunos, con entusiasmo estéril, se han propuesto rescatarlos.

En julio de 2013, el entonces Primer Secretario del Consejo de Estado y de Ministros, en una intervención ante el Parlamento, se lamentaba de que: “Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás”.

No eran los valores los que se habían perdido en realidad. Eran las transformaciones que el período especial había ocasionado en las vidas de las personas las que habían modificado sus percepciones respecto a qué era lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, etc. Pero no solo los valores éticos privados o personales habían cambiado, también lo hicieron los valores públicos o instituidos. Por poner solo un ejemplo, los que en los años setenta, ochenta y noventa se enjuiciaban como “estímulos materiales a los trabajadores”, entrado el siglo XXI serían percibidas como “gratuidades indebidas”.

La nueva Constitución asume diversas formas de propiedad. Sin declararlo, asume también la existencia de varias clases sociales. Deberá asumir entonces que ellas generan un sistema de valores propios. En su excelente El dieciocho brumario de Napoleón Bonaparte, obra de gran vigencia para analizar el auge y declive de una revolución paradigmática, Carlos Marx explica: “Sobre las diversas formas de propiedad y sobre las condiciones sociales de existencia se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los forma derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes”.

En el articulado constitucional se hace referencia en diversas ocasiones a los valores de nuestra sociedad o del socialismo. El artículo 13 enumera, entre los fines esenciales del Estado, en el inciso g: “afianzar la ideología y la ética inherentes a nuestra sociedad socialista”.

Por su parte, el artículo 32, cuando manifiesta que el Estado orienta, fomenta y promueve la educación, las ciencias y la cultura en todas sus manifestaciones; plantea en su inciso h que “se promueve la libertad de creación artística en todas sus formas de expresión, conforme a los principios humanistas en que se sustenta la política cultural del Estado y los valores de la sociedad socialista”.

Dado que hay que establecer la legislación complementaria que convierta en operativa a la Constitución, sería necesario que los legisladores reflexionen bien antes de atribuir valores que ya no respondan a la sociedad que tenemos hoy o, mucho menos, a la que vendrá en un futuro inmediato. Recomiendo, ante la duda, que se atengan únicamente al artículo 40: “La dignidad humana es el valor supremo que sustenta el reconocimiento y ejercicio de los derechos y deberes consagrados en la Constitución, los tratados y las leyes”.

1 marzo 2019 3 comentarios 272 vistas
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