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Autor

Alejandro Muñoz Mustelier

Alejandro Muñoz Mustelier

Escritor y profesor, Máster en Lingüística

Incendio en Matanzas

De salación y otros petróleos

por Alejandro Muñoz Mustelier 9 agosto 2022
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Es un mineral tan preciado, que la mismísima palabra definitoria de nuestro tímido acercamiento a la subsistencia se deriva de esta: salario, con su origen allá en el vastísimo imperio romano, que pagaba a sus soldados con lo más valioso que había, el MLC de la época clásica: la sal.

Pero el mineral no sólo está presente en palabras tan solemnes y perseguidas, también se usa con registro coloquial para para expresar estilo y picardía: «tiene sal»; con el verbo ser para decir de alguien dichoso: «es un sala′o», y con el verbo estar para todo lo contrario: «estamos sala′os», frase muy socorrida —y socorrista— en Cuba.

La producción de sal en nuestro país no debería ser un problema: donde haya mar, hay sal. El problema es que para hacer funcionar cualquiera de las múltiples salinas con las que contamos, son necesarias ingentes cantidades de energía, obtenida con combustible fósil, no sé, digamos petróleo. Por cierto, el petróleo también es un mineral pero no se usa para comer, en cambio es inflamable, susceptible al roce, a los impactos, al calor y a las descargas eléctricas.

Sin irnos del tema, una descarga eléctrica impactó el tanque 52 de almacenamiento de crudo de la Base de Supertanqueros de Matanzas sobre las 7 de la tarde del viernes. El incendio fue considerable y amenazaba con expandirse a los tanques aledaños, lo que finalmente ocurrió. Este tipo de incendio cuenta con toda la materia prima necesaria para ser un verdadero dolor de cabezas, no importa la capacidad y recursos de los cuerpos de bomberos, porque el fuego aprovecha lo mejor de sus dos estados generales: deflagraciones y detonaciones.

Incendio en Matanzas

El fuego avanza implacable en la base de supertanqueros de Matanzas. (Foto: Cubadebate)

En las primeras, la velocidad con que avanza el frente de las llamas es inferior a la velocidad del sonido, duran solo entre 100 y 200 milisegundos. La detonación, por su parte, supera la velocidad del sonido, por lo que son más devastadoras —ya se han visto en los videos que hay en las redes. El fuego se propaga por el combustible, incluso en contra de la corriente de este, y a mayor velocidad que dicha corriente en una deflagración constante. Si existen las variables adecuadas —y existen—entre ellas, el combustible, se produce la detonación.

Después de la consternación al conocer que hubo víctimas, el daño que esto puede ocasionar a la ya anémica economía nacional, fue la preocupación de muchos. De muchos de los que todavía cuentan con electricidad regularmente; el resto, los resilientes apagados, supongo piensen que ahora ni la luz les va a dar —esto literalmente.

Pero más allá de las terribles e inevitables consecuencias económico-lumínicas ante otro titular mitológico —este texto está lleno de referencias clásicas— donde un rayo cae como justicia divina empeñada en aleccionar, no sé por qué, a nuestro sistema energético; la gran mayoría se dio a la especulación: ¿otra vez un rayo? se pregunta la gente con gesto de incredulidad. Las opiniones son diversas: eso nunca pasa, esos tanques tienen medidas de seguridad, están escondiendo algo, y así. Lo cierto es que parece durísimo de tragar que otro rayo haya caído en una instalación relativa a la generación de energía.

La nube de humo se extiende sobre la ciudad de Matanzas. (Foto: Néster Núñez)

La opinión general de las personas aledañas invoca el sabotaje. Hay ejemplos claros y recientes en Venezuela, casi un modus operandi. Por otra parte, aquella foto en medios nacionales hace tres meses, que mostraba la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras con chimeneas de enfriamiento nuclear —será la más grande de Cuba, pero no es para tanto—, siendo alcanzada por un rayo, deja mucho a la imaginación. Otros niegan que fuera obra de algún escuadrón de operaciones especiales, y afirman que la cosa está en poder justificar el déficit energético y el vacío en los tanques subterráneos de las gasolineras; no obstante, coinciden con los primeros en que Júpiter no existe, no hay rayos.

Realmente la hipótesis de los rayos —llamémosle clásica—, que han ofrecido los medios nacionales, y la hipótesis del sabotaje —llamémosle barroca, ¿por qué no?—, tienen elementos de donde beber a la hora de exponer su razón. Los barrocos argumentan que ante la extrema situación económica que vive el país, las reacciones populares se han extremado, llegando a las protestas grupales —multitudinarias en algunos casos—, a proferir palabras soeces contra los funcionarios y dirigentes, a apedrear tiendas y más recientemente a incendiar establecimientos estatales, tan despreocupadamente que las mismas autoridades han reconocido que es obra personas y no de deidades mitológicas. Por demás, un sabotaje a instalaciones industriales no tendría necesariamente que quedar fuera de consideración.

A los promotores de la hipótesis clásica —los medios oficiales—, los respaldan datos científicos, porque a pesar de que no parezca, es más común de lo pensado que Júpiter, en defensa del planeta, en ejercicio de sus facultades divinas, o porque a veces Juno lo saca de quicio, acribille a rayos tanques de combustible a lo largo y ancho del planeta. En 1924, un rayo impactó un tanque de petróleo en Monterrey, Estados Unidos, provocando un incendio; en 2012 otro rayo impactó un tanque de crudo en Puerto Cabello; en 2014 fue en Zulia, Venezuela; en el 2020, estalló por esta misma causa un tanque de la petrolera Repsol, en Puertollano, España; en 2021 pasó en Brinhton, Inglaterra, y así hasta el cansancio. De hecho, un tercio de los más de 480 fuegos en estas instalaciones son atribuidos a rayos, que alcanza la cifra de veinte incendios por año.

Y es cierto que los tanques deben tener protección contra descargas atmosféricas: pararrayos, disipadores; incluso, se consideran por su composición bajantes naturales de rayos si cumplen con dos o tres requisitos: espesor de techo de cinco milímetros, placas atornilladas o soldadas para que haya continuidad eléctrica y tuberías conectadas a esta continuidad. Aunque también puede suponerse que alguno de estos requisitos no estaba presente en el tanque 52, y aunque la hipótesis clásica sea factible —y lo es— queda el asunto de la preservación y seguridad del dichoso tanque.

Teniendo en cuenta todos estos datos, es probable que Júpiter haya mandado el rayo y las negligencias romanas lo hayan dejado entrar. Si fuera así, dado el monto de sucesos divinos que se han ido acumulando desde aquel fatídico accidente aéreo y el tornado, pasando por un inofensivo pero premonitorio meteorito, incendios, la pandemia, los recientes y tristes sucesos del Saratoga, y un muy largo etcétera, para volver al tema de la sal, que es el que nos ocupa hoy; parece que estamos realmente salaos (Díaz-Canel, 2022).

No obstante, si el discurso presidencial asume la salación como una variable, habrá que crear el Ministerio de Asuntos Esotéricos —si total, ya tenemos economía vudú— para que analice a cuántas deidades estamos ofendiendo y desagravie cualquier desplante. Sería bueno que este ministerio tomara al pueblo de Cuba como una deidad a desagraviar con urgencia. Mientras los bomberos se afanan en apagar un incendio, los dirigentes intentan igualmente, apagar, apagar. Sin embargo, este es uno difícil de sofocar, porque le están echando agua, mucha agua, pero al ser agua de mar, también está salá.

9 agosto 2022 16 comentarios 1k vistas
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Petrolera

La política no cabe en «la petrolera»

por Alejandro Muñoz Mustelier 14 abril 2022
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Los emisarios de Estados Unidos llegaron a tierra hostil. Están decididos a conversar con el gobierno de una nación incompatible con sus principios de democracia. Hubiera podido ser Cuba, o Corea del Norte, pero si tenemos en cuenta que en la agenda de los emisarios está, como punto esencial, el suministro energético, la conclusión más obvia es que los funcionarios norteamericanos conversaron con el gobierno de Venezuela.

No es un hecho que pueda pasar desapercibido para la opinión pública mundial, ni aceptado por ciertas facciones políticas de Estados Unidos. Muchos senadores tanto republicanos como demócratas, han puesto el grito en el techo de la cúpula del Capitolio, y han dicho que esos acercamientos al narcorrégimen venezolano no compensan cualquier ventaja energética que se pueda lograr.

Por supuesto, la Casa Blanca corrigió su postura poco después: el portavoz Psaki volvió a decir que ellos no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela. La situación es paradójica, como mínimo. ¿Es tal la urgencia energética de la superpotencia? Debe serlo, dado que es muy conocida la incompatibilidad entre ambos gobiernos, la diferencia irreconciliable de principios, las acciones de las agencias de inteligencia estadounidense en territorio venezolano y el apoyo del gobierno de Maduro a todos los países que la nación norteamericana tiene en esta o aquella lista negra.

No obstante, a pesar de la amenaza política que Venezuela pudiera constituir en el continente, nada ha sido tan sorprendente como el acercamiento de Estados Unidos a Irán. Si bien el término «hostil» para hacer referencia a Venezuela ha sido una hipérbole de quien escribe, a la nación persa sí le quedaría a medida el adjetivo. La relación entre ambas naciones es una historia de conflictos políticos, económicos, propagandísticos y militares. 

Entre las cuentas de ese rosario pueden señalarse, por ejemplo, la crisis de los rehenes (1979-1981), cuando estudiantes iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos y se llevaron a 63 ciudadanos estadounidenses; la ruptura de relaciones diplomáticas (1980); las escaramuzas militares entre tropas de ambos países (1988) y el derribo ese mismo año de un avión de pasajeros iraní por un buque de guerra norteamericano, acción en la que murieron 290 personas.

Petrolera

Simpatizantes y curiosos se agolpan ante la Embajada de Estados Unidos en Teherán, dos días después del asalto de la sede diplomática. (Foto: AP)

Asimismo, no deben olvidarse la inclusión de Irán por parte del presidente Bush (2002) en la llamada lista del «eje del mal»; o el anuncio de Teherán de que seguía enriqueciendo uranio y la respuesta de Bush de que estaba considerando usar armas nucleares contra la nación persa (2006).

Más recientemente, Trump acabó (2018) con el acuerdo nuclear firmando entre ambos estados en 2015 e Irán amenazó con bloquear las rutas del petróleo en el golfo pérsico. En 2020, un dron estadounidense mató a Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, a lo que el ayatolá Alí Jamenei respondió con la amenaza de una severa venganza: unos días después, Irán bombardeó varias bases militares norteamericanas.

Sin duda, una historia de desencuentros. No obstante, según varias fuentes, Estados Unidos incluso valora retirar a la Guardia Revolucionaria iraní de la lista de organizaciones terroristas, como parte de un acercamiento con el objetivo, por supuesto, de lograr suministros energéticos. Las consecuencias para la actual administración estadounidense de este osado paso superarían a las de coquetear con el gobierno de Maduro.

Debe destacarse que el lobby israelí es uno de los más poderoso en la política norteamericana, y puede esperarse que Israel no se quedé de brazos cruzados al ver a su principal aliado entablar relaciones con su más odiado enemigo. El primer ministro hebreo, Naftali Bennett, indicó que la Guardia Revolucionaria es Hezbolá en Líbano, Yihad Islámica en Gaza, los huthis en Yemen y las milicias iraquíes. Además aseguró, en un selectivo recuento con víctimas de la región, que la Guardia Revolucionaria es quien está detrás de la muerte de miles de personas en Siria.

Sin embargo, el portavoz Psaki podría decir, para tranquilizar al lobby israelí y a Israel mismo, que Estados Unidos sigue considerando a Irán como una nación terrorista, aunque luego agregue: a la que vamos a comprar petróleo.

Petrolera

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. (Foto: Reuters)

Pero ninguna fuerza política exasperada es tan peligrosa para la administración Biden como los números crecientes en los indicadores digitales de las bombas de gasolina de la nación. En política más importante que saber con qué se puede jugar, es saber con qué no se puede. La dinámica geopolítica actual ha puesto a Estados Unidos en una posición energética delicada, lo que representa una de las peores realidades que esa nación puede imaginar, dadas las características de su infraestructura, economía y modo de vida de sus ciudadanos.

La gasolina ha alcanzado precios muy altos. Hay que apuntar que el precio del petróleo representa sólo el 70% del de la gasolina. Aunque Estados Unidos sea el principal productor de crudo del mundo, con aproximadamente 11.6 millones de barriles diarios, también es el mayor consumidor —utiliza aproximadamente 21 millones de barriles por día, más o menos el 20% del total mundial.

Por ello los políticos, tanto republicanos como demócratas, han censurado el acercamiento del gobierno a naciones hostiles, con el argumento de que el resultado será el completo empoderamiento de Maduro y la construcción de la bomba nuclear iraní. Plantean que la solución para la crisis es fácil y obvia: extraer más petróleo, que lo tienen de sobra, con lo que la nación pudiera ser autosuficiente en materia energética.

Si bien las reservas de Estados Unidos se estiman en 38.000 millones de barriles sin explotar, según la EIA (Administración de Información de Energía), expertos de esa propia organización advierten que el hecho de que Estados Unidos pueda ser autárquico en cuanto a producción de crudo es insostenible e impensable. El crudo norteamericano tiende a ser muy liviano, completamente diferente al crudo pesado que actualmente la nación importa y las refinerías están preparadas para procesar.

Igualmente, los precios de la gasolina y el crudo no bajarían de forma automática aunque el gobierno de Biden extrajera en dos días los 38.000 millones de barriles, porque el crudo es un producto básico global y su costo determina el precio de la gasolina también en los Estados Unidos; o sea, que por mucho que se produzca, es imposible divorciar los precios domésticos de los precios en el orbe. A pesar de que EEUU importa la mayoría de su petróleo de Canadá (4 millones de barriles diarios), México (490.000), y Arabia Saudita (695.000), los carteles del petróleo mundial, como la OPEP, influyen en el precio de la materia prima. 

Aunque el alza venía anunciándose desde 2008, las sanciones a Rusia tras su invasión a Ucrania, algunas del tipo bumerán, han sacado del juego gran parte de la producción rusa de crudo, que era, en diciembre del año pasado, de 8 millones de barriles de petróleo y sus derivados, del que Europa obtuvo el 60% y China, el 20%. Aunque muy poco de estas exportaciones llegó al país norteamericano, la ausencia del petróleo de Rusia afecta los precios en cualquier lugar del planeta, incluyendo Estados Unidos.

Pese a que pocas naciones occidentales son tan ingenuas como para incluir al crudo en los interminables paquetes de sanciones a la nación esclava, es muy difícil que los actores comerciales se animen a comerciar con este petróleo, al no quedar claro si un acuerdo comercial con Rusia puede materializarse debido a las sanciones al sistema bancario de ese país. Además, quién se atrevería a fondear un tanquero en puerto ruso.

En conclusión, el petróleo del Kremlin no está sobre la mesa y recientemente el Brent —el índice europeo— cerró en 12.21, un 27% más que al inicio de la guerra; West Texas Intermediary —el índice estadounidense— cerró en 119.40 dólares, un 30% más que al inicio de la guerra. Por otro lado, aunque Estados Unidos es el país que más plantas nucleares posee —98 enclaves—, lo cual podía ser un paliativo energético, la mitad del uranio que utiliza es importado de Rusia.

Petrolera

El petróleo ruso no está sobre la mesa. (Imagen: Shutterstock)

Entonces, la solución obvia no es extraer más crudo, como plantean algunos senadores. Levantar las sanciones a Rusia tampoco parecer serlo, puesto que significaría perder una guerra y a Europa, de modo que acudir a los enemigos de siempre es una opción —perniciosa pero que salga el sol por donde salga, protesten los lobbies que protesten. Al final, cuando la situación se normalice se puede volver a desconocer a estos gobiernos y a resancionarlos sin ningún problema. Parafraseando aquellos versos de un conocido cantautor cubano, la política no cabe en la petrolera.

Rusia ha comenzado a reorientar su flujo de gas y crudo a India y China, e incluso pudiera aprovechar el impulso de las sanciones para crear un sistema financiero propio con estos y otros países emergentes. El presidente ruso ha instruido a Gasprom y al Banco Central de que los países hostiles —aquellos que se han sumado a la miríada de sanciones contra Rusia— deberán pagar en rublos por el gas y el petróleo.

Estados Unidos puede barajar opciones —Irán y Venezuela entre ellas— para en algún momento sortear esta crisis, pero la dependencia de Europa al gas y el petróleo ruso es absoluta. Pero no hay la cantidad necesaria de rublos en las arcas europeas.

Otros de los grandes proveedores del viejo continente, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, no se comprometieron con el premier británico a aumentar la producción de crudo para compensar la falta del combustible ruso. Si los países árabes accedían, la reducción de precios hubiera sido casi instantánea, pero ellos miran al gigante asiático como socio comercial, de modo que los precios del Brent han alcanzado los 140 dólares por barril.

Estados Unidos parece tener claro que el suministro constante y abundante de combustible fósil no es opcional, sino imprescindible, y puede obviar o postergar sus agendas políticas con tal de que este suministro no se detenga. Sin embargo, Europa no parece tenerlo tan claro. Aunque varias naciones entienden lo que se les viene encima en materia energética, el bloque no reacciona, y continúa con una agenda política sanciones y castigo a Rusia, sin percatarse, como sí lo han hecho sus socios y líderes norteamericanos, que el gran perdedor de esta guerra será quien intente meter la política en la petrolera. 

14 abril 2022 29 comentarios 1k vistas
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Rostro

Un rostro en cada número

por Alejandro Muñoz Mustelier 8 marzo 2022
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Las armas de destrucción masiva no eran masivas, ni armas, ni siquiera estaban. Con ellas también se volatilizaban las causas de la invasión a Irak, la administración Bush sería entonces desacreditada. No había una razón para andar metidos en ese país tan en los «confines de la Tierra», cuya relación con los derechos humanos era similar y en algunos casos mejor que la de algunos aliados de los Estados Unidos, como Arabia Saudita. El descrédito ante el resto del mundo —léase Occidente— no era una opción.

Estados Unidos no es Rusia, así que paulatinamente, con cambios de titulares y noticias, con análisis de especialistas en programas de gran audiencia y declaraciones gubernamentales, fueron revisándose las causas de la invasión. Poco a poco, como quien no quiere las cosas, se incorporaron nuevos objetivos: terminar con la violación a los derechos humanos del régimen iraquí, eliminar la ayuda de Sadam Husein a Al Qaeda —causa que tampoco se probó— y otras razones más peregrinas.

Por supuesto, los encargados de esta transubstanciación de causas fueron los grandes medios de difusión: FOX, CNN, y otros de similar estirpe. Pero todavía les quedaba un asunto por resolver: la guerra seguía su curso con excesos y «equivocaciones» fatales por parte del ejército contra la población civil. No podían darse el lujo de repetir un Viet Nam, donde los periodistas andaban de acá para allá, como John por su casa, fotografiando cadáveres de jóvenes estadounidenses y aldeas en llamas. Con ello habían logrado movilizar a la opinión pública estadounidense para que presionara al gobierno y así detuvieron la guerra.

Entonces los medios y el Pentágono mismo tuvieron una epifanía: el programa de los periodistas «integrados»: reporteros asignados a una unidad militar que se consideraban casi reclutas, convivían con las tropas, dormían en las mismas barracas, salían en los mismos convoyes, y vivían bajo las mismas circunstancias. Ese programa dio resultados increíbles. Los periodistas comenzaron a ofrecer a sus medios una visión absolutamente sesgada —más que lo habitual— de la guerra.

Rostro (2)

El 9 de abril de 2003, tropas estadounidenses tomaron el centro de Bagdad. En la imagen, derriban una estatua de Sadam Husein. (Foto: GETTY)

El programa había recurrido a un recurso de persuasión tan antiguo como el hombre: apelar al sentido de pertenencia. Los periodistas, cuya premisa debe ser la búsqueda de la imparcialidad y su compromiso, la veracidad; se identificaron totalmente con quienes eran, en la práctica, sus compañeros de armas. Entonces comenzaron a reportar historias de altísimo valor humano, siempre parcializadas, sobre ellos.

La atención del público abandonó el hecho de si las causas de la guerra eran plausibles o no, y se centró en el devenir de las acciones. El foco migró de una visión macro, a una visión micro. Ya no importó el porqué, sino el cómo, puesto que las historias de marcado valor humano tienen ese efecto. También atraen al público como ninguna otra, así que los medios tuvieron su agosto con marcas de audiencia nunca antes vistas.

Según un artículo de El País del 10 de abril del 2003, CNN+ se convirtió en líder de los canales de transmisión continua, porque desde el 20 de marzo del mismo año —día en que venció el ultimátum que Bush dio a Sadam—, la cadena recibió una media de 350.000 abonados diarios. El 26 de marzo se bombardeó un mercado en Bagdad con varias bajas civiles, y el 8 de abril murió un camarógrafo de Tele 5. Por supuesto, estos dos días, CNN+ se convirtió en líder de audiencia.

Aquel 20 de marzo, la administración Bush, y con ella Estados Unidos, violó el artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas, que proscriben el uso de la fuerza. Incluso el entonces presidente Jacques Chirac, tan francés y occidental, en un encuentro en París con el jefe de los inspectores de la ONU, advirtió a Estados Unidos que la decisión de atacar Irak le correspondía al Consejo de Seguridad, y que una acción unilateral de Washington implicaría una violación de las leyes internacionales. No obstante, después el mandatario abogó por contar con una segunda resolución de la ONU que autorizara el ataque. Nunca la hubo.

Más allá de las resoluciones, se violaban una miríada de derechos humanos todos los días. Wikileaks dio cuenta de ello, los principales medios, no. Por eso el mundo democrático se alzó en una sola voz, como ocurre ahora, para silenciar a esos medios, que no sólo eran del país que ilegalmente invadía a otra nación, sino que apoyaban la acción y se beneficiaban con dividendos nunca antes vistos. Fueron censuradas en todo Occidente, CNN, FOX, ABC, CBS, y NBC. ¿Recuerdan? No, eso nunca pasó. Al contrario, los algoritmos de internet lograron posicionarlos en los primeros lugares, incluso en regiones donde no los tenían.

La Organización Mundial para las Migraciones publicó un informe que reporta más de 20.000 nuevos desplazados en Yemen debido a los combates y el hambre. Se habla de un conflicto olvidado. Médicos sin Fronteras reporta que en los últimos días han llegado a los hospitales numerosos heridos y muertos, incluyendo niños. Esta información no está a la vista, no ocupa los primeros lugares en las búsquedas online, es necesario ir directamente a por ella.

Rostro (2)

Milicianos huthis en Yemen. (Foto: Hani Al-Ansi/DPA)

Lo mismo pasa con los palestinos asesinados en la Cisjordania ocupada este mes —hay ocupaciones que no son noticia—; igual sucede con las noticias que reportan que sólo se reciben refugiados ucranianos en los países de Europa y se dejan atrás a los migrantes de otros países también con conflictos armados y crisis humanitarias —hay refugiados que no merecen titulares.

¿Cuántos países han sido bombardeados en estas últimas dos semanas? Según los principales titulares, sólo uno, no más. Ni en Donetsk y Lugansk ha habido más de 13.000 muertos desde el 2014, que fue cuando realmente comenzó este conflicto ¿Qué cadena reportó estas 13.000 víctimas y denunció estas violaciones de forma repetida e insistente?

Es comprensible que los medios de difusión occidentales estén alarmados con la invasión de Rusia a Ucrania, y con razón, las estadísticas son espantosas: según La Vanguardia, el conflicto hasta ahora ha dejado un saldo de 2000 civiles ucranianos muertos, así como 836.000 desplazados. Es incuestionable que la incursión rusa debe detenerse, es un acto que merece ser condenado como cualquier invasión extranjera a un país soberano por múltiples motivos.

Más allá de las razones humanitarias —que son las fundamentales— están desde los motivos financieros, ya que esta conflagración la sufren todos los países del mundo con el alza de los precios de productos esenciales en el mercado mundial; hasta los éticos y geopolíticos, puesto que si la potencia rusa puede ejercer fuerza sobre el territorio de Ucrania, ¿qué impedirá una conducta similar de China, o la continuidad abierta de estas políticas agresivas de Estados Unidos?

Conocemos los números, y sufrimos porque no son números, sino personas de Kiev o de cualquier otra ciudad ucraniana. Lo sabemos porque están a la vista, todos los medios de este hemisferio publican sus rostros, los exponen, denuncian las bombas, y los disparos. Luego, nosotros hacemos otro tanto en las redes, y los twitteamos, los retwitteamos y denunciamos la violencia. Pero, ¿quién denuncia así, incansablemente, los otros números, los otros morteros caídos en escuelas y casas civiles, los otros miles que comenzaron a morir hace años y siguen muriendo en Donetsk, Lugansk, Palestina, Yemen?

Si los medios rusos no tienen la entereza de ser honestos, según la tesis de la mayoría de gobiernos occidentales; si en la responsabilidad de denunciar las violaciones, las injusticias y las muertes, estos medios occidentales son adalides, guías y campeones, entonces por qué informan violaciones y excesos sólo cuando son excesos y violaciones convenientemente «denunciables».

La libertad de prensa no es un asunto parcial —quienes sufrimos una prensa sesgada lo sabemos. Conocemos la importancia de que todos los medios tengan voz, pero también de que todos los números, tengan rostro.

8 marzo 2022 16 comentarios 1k vistas
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Allá (1)

La maldita circunstancia del allá por todas partes

por Alejandro Muñoz Mustelier 1 diciembre 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Pocos han descrito con tanta certeza la condición nacional como lo hizo Virgilio Piñera: «la maldita circunstancia del agua por todas partes». Por supuesto que el agua es una metáfora, como lo era la selva en Macondo, del aislamiento que ha modificado la noción que tenemos sobre el resto del mundo y ha simplificado la geografía. Sin embargo, lo más curioso es que ha optimizado el idioma para que sea útil en nuestra sitiada realidad.

Históricamente hemos sido más visitados que visitantes, más audiencia que narradores, todo nos ha venido de fuera: genética, cultura e ideologías; más receptores que emisores. Así, terminamos resumiendo la complejidad del resto del planeta en una metáfora que lo define todo en todas partes: allá.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, allá es un adverbio demostrativo cuyo significado es «en aquel lugar o sus proximidades, aquel lugar o cerca de aquel lugar, aquel lugar o el área próxima». Pero en el habla cotidiana, la definición ha sido mucho más general: para nosotros, allá significa todos los lugares que estén fuera de los límites de Cuba.

Generalizando el concepto también se generaliza al mundo y el imaginario que lo rodea. Con matices eminentemente políticos y económicos, evocamos el allá fundamentalmente con dos objetivos: el primero, destacar las prerrogativas de vivir aquí, metáfora antagónica de allá. Úsese con las siguientes estructuras: «allá no podrías hacer eso», «eso allá te costaría un ojo de la cara», «allá la vida es muy dura», «allá sin dinero no eres nadie», «allá te explotan», «allá te cobran hasta por respirar», y muchas otras.

El segundo objetivo del uso de esta metáfora adverbial es, contrario a los ejemplos anteriores, destacar las ventajas de allá, demostrando la decadencia de aquí. Puede adoptar las siguientes formas: «allá no pasa esto», «allá tú fueras alguien», «allá la comida no es un problema», «allá sí hay libertad».

Allá (2)

Cubanos besan el suelo a su llegada a Miami en barcos durante el éxodo del Mariel. (Foto: EFE)

Este adverbio no ha sido el único usado para nombrar lo externo, lo desconocido, lo mítico. Afuera también ha sido una palabra análoga de igual importancia. O el término yuma —eminentemente coloquial y a veces ofensiva—, usada para nombrar a Estados Unidos y a sus habitantes, y que luego pasó a referirse a cualquier ciudadano de un país industrializado. Nótese que no puede aplicarse a cualquier extranjero, ya que un centroamericano o un congolés no podrían ser llamados de esa forma. He aquí que los cubanos nos hemos formado un ejército lexical para definir lo que está tras el mar, y que es casi todo.

Los ejemplos del uso de la metáfora allá, si bien parecen simplistas —y lo son—, han sido tomados de la vida real y no es necesario un estudio lingüístico, sociológico ni político para advertir que han formado parte de las conversaciones cotidianas por décadas. Siempre se ha notado en su uso una relación de amor/odio para lo que queda fuera, se entrevé la curiosidad y quien pusiera un pie más allá del mar circundante era tenido como una especie de héroe homérico, impelido a relatar sus aventuras y desventuras por tierras ignotas.

El aislacionismo que imperó en Cuba en toda la segunda mitad del siglo XX, logró que la metáfora allá se inflara tanto que al cabo, representaba una sola nación, global y hostil que nos rodeaba, un universo misterioso, mítico e hiperbólico del que no se sabía nada.

Con la apertura migratoria de las últimas décadas y el acceso al mundo vía internet, el concepto de allá dejó de ser tan categórico. La nueva e ingente cantidad de información recibida del resto del planeta nos hizo darnos cuenta de que no se trataba de un mundo monocromático —bondadoso o abyecto— el que estaba allende los mares.

La metáfora empezó a describir el mundo a medida que los cubanos lo redescubrían, como un proceso de colonización a la inversa, y comenzó a incluir grandes regiones globales, a saber: norte de Europa y Canadá, parte de Latinoamérica, Asia y Estados Unidos, cada una con sus características propias.

Así, un allá referido al norte de Europa o Canadá sería bueno indefectiblemente, mientras que uno referido a América Central casi siempre buscaba reconocer las posibilidades y grandes logros en materia social de aquí; uno referido a Asia —China o Vietnam— podía buscar la comparación entre esta y aquella forma de aplicar exitosamente el socialismo, y uno que aludiera a Estados Unidos podía ser usado en cualquier sentido, dependiendo del hablante y de lo que se quisiera destacar.

El flujo de cubanos hacia y desde el mundo que se ha visto en los últimos años, ha logrado que la imagen que se tiene de allá sea mucho más objetiva y realista. No obstante, este adverbio nunca ha sido tan usado ni ha tenido tanto significado como ahora. Si bien ya no puede referirse a un mundo mágico o trágico, ignoto y que pudiera estar en otra galaxia sin mayores consecuencias, ha tomado ahora un significado ineludible: el de la propia tierra, la propia cultura, amigos y familia que forman parte de ese allá. Ya no es una conjetura, ni una metáfora vacía, tiene forma, rostros y añoranza.

Allá (3)

…el drama humano del de aquí que añora la parte de su vida —cada vez mayor— que está allá… (Foto: Crisis de los balseros)

La metáfora ha pasado de ser referencial a convertirse en una tragedia, en el juego de la soga, en el drama humano del de aquí que, además de la búsqueda de otra economía o de desear sistemas que no conoce o sociedades en las que no ha vivido, añora la parte de su vida —cada vez mayor— que está allá, por ello, tiene una carga emocional palpable para muchos.

Los cubanos hemos interpretado esa carga, cada cual a su forma —aprehender su significado y amarla, odiarla o reaccionar ante ella con irreverencia. Ahora irse allá de visita o para siempre es una decisión personal en la que sólo median la voluntad y el alcance de las finanzas propias. Pero aún así, conservamos la otra metáfora, la inexplicable que se resiste a nuestra comprensión como a malos estudiantes: la del aquí, cuyo significado no aparece en ningún texto, sea El Capital o El destino manifiesto.

¿Qué significa aquí? ¿Es un vodevil en el que todo siempre parece a punto de mejorar y nunca lo hace? ¿Es una lucha justa por el bienestar al que aspiramos? ¿Es una escenografía perenne de los mismos deseos incumplidos? ¿Es un país a punto de desencadenar todo su potencial? Si no acertamos a interpretar la metáfora de aquí, estamos condenados a que lo único que nos importe sea el allá, o que un día el allá venga de golpe y nos reinterprete, y, citando de nuevo a Virgilio, cargue la isla en peso.

1 diciembre 2021 26 comentarios 2k vistas
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Carne de res

Carne de res y hemoglobina nacional

por Alejandro Muñoz Mustelier 29 mayo 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Es de esperar que los grandes acontecimientos estén matizados con frases de trascendencia y vuelo poético. No obstante, teniendo en cuenta la semiótica e imaginería creada alrededor del tema durante décadas, el titular de Cubadebate fue muy objetivo: «Gaceta Oficial publica resolución que autoriza comercialización de carne bovina, leche y derivados». Vale para el caso hacer una paráfrasis: esta es una pequeña resolución para un ministerio, pero un gran salto para la hemoglobina nacional.

Los andares históricos de la carne de res

A mediados del siglo XVI, la economía colonial en Cuba era un fracaso. El agotamiento del oro –escaso por demás desde un inicio-, el fin del sistema de encomiendas, la extinción/asimilación de los nativos y la fuga de muchos españoles hacía la Península o al recién creado virreinato de Nueva España, hacía que la población estuviera en torno a las 3000 personas.

Con esa ínfima cantidad de habitantes era difícil desarrollar cualquier actividad económica compleja. En tal precariedad está quizás el germen de lo que con los siglos se convertiría en tradición nacional: las crisis económicas. No obstante, en aquel lejano momento, la salvación llegó a través de lo que hoy podría parecernos una ironía histórica: la ganadería.

Utopía bovina

Desde los primeros años de la colonización se introdujeron en Cuba diferentes tipos de animales, con diversos objetivos. Los cerdos y las reses se adaptaron con facilidad al clima, y comieron y rumiaron con placer la inmaculada flora del interior de la Isla. La ausencia de cercados eficientes hizo que parte de esa masa ganadera se escapara a los bosques. La escasez de personas y la inexistencia de depredadores contribuyeron a que, para 1540, hubiera la cantidad de –¡pausa dramática!– diez mil cabezas de ganado. Correspondería según los censos a más de tres reses por persona.

Para esas fechas aumentó la demanda europea de productos derivados de estos animales, sobre todo cuero. Créase o no, esos factores hicieron que la ganadería vacuna se convirtiera en la principal actividad económica del país. En competencia con el comercio oficial español, estaba el mercado negro –otra de nuestras más antiguas tradiciones–, llamado contrabando o comercio de rescate. La mismísima palabra bucanero tiene allá su origen: deriva del aruaco moukem –ahumado– y nombraba a los traficantes de carne y cuero.

La apropiación de tierras para ganado creó verdaderos latifundios. El espacio dispuesto para la cría se denominó hato y tenía una extensión media de 22 000 hectáreas. Eran de forma circular, por lo que entre uno y otro quedaban espacios sin asignar llamados realengos, tomados por las clases bajas.

Carne de res 2

Ganadería antes de 1959 (Foto: Pinterest)

La estructura clasista sobre esa base y los latifundios ganaderos continuaron existiendo durante siglos. Para la década de 1950 había alrededor de seis millones de cabezas de ganado en una población de siete millones de personas. Esta industria era, junto con la azucarera y la frutícola, ejemplo de injusticia social, latrocinio de tierras y compraventa de autoridades. Haría falta una revolución que redistribuyera los bienes y continuara –al menos por un tiempo–con la exitosa producción ganadera.

La carne en la Revolución

El Gobierno Revolucionario identificó tempranamente la actividad como prioritaria. Los precios de la carne roja eran altos en el mercado internacional, así como los de otros derivados del ganado vacuno. Las reformas agrarias nacionalizaron las tierras dedicadas al pastoreo y se comenzó un proceso que desarrollaría la industria, con la creación de institutos especializados y centros de investigación genética.

El propósito era convertir la ganadería extensiva en intensiva a través de la alimentación, la genética y la infraestructura. Con la importación de 35 000 novillas de raza Holstein de Canadá, sementales y semen congelado, las hembras con característica lecheras aumentaron del 12% en 1966, al 54% en el 1971. En 1990 había casi cinco millones de cabezas de ganado.

Carne de res 2

Raza Mambí (3/4 Holstein – ¼ Cebú)

No obstante el salto tecnológico y las intenciones gubernamentales de producir leche y carne como lo haría cualquier país industrializado, los proyectos no salieron todo lo bien que se esperaba. Las nuevas creaciones genéticas cubano-canadienses exigían condiciones climáticas distintas y mejor alimentación, por ello se debió importar materias primas para producir pienso.

El modelo ganadero pasó a depender de recursos externos. Los acuerdos con el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), que requerían de Cuba productos cuya calidad sólo es óptima en el trópico -a saber, azúcar y cítricos- hicieron que la atención se pusiera en esas áreas. Insertados en el CAME, importar carne no resultaba caro para el país –aun recordamos el término carne rusa, usado todavía como referencia a la carne enlatada–. El esfuerzo de la Isla se centró en satisfacer el único mercado disponible: el soviético.

Tras la desaparición del CAME y del bloque socialista europeo era imposible entonces mantener la infraestructura industrial, la alimentación animal y, por ello, la masa ganadera. Inmediatamente se manifestaron las consecuencias de uno de los errores –también tradicionales- de la administración del sector: atarse de principio a fin a lo externo.

Para colmo, la idea generalizada de que es fértil el suelo nacional resulta ser parcialmente falsa: la salinización y degradación ha sido y es uno de los principales problemas medioambientales del país. Bajo estas condiciones, y teniendo en cuenta que en las zonas tropicales las temperaturas están cerca de la máxima tolerable para los cultivos, a lo que se suman las cada vez más frecuentes sequías, es difícil reanimar una industria que lo es solo de nombre, pues se parece más a una manufactura.

La protección del ganado vacuno ha sido casi una especie de obsesión gubernamental y se dictaron severas leyes para castigar a aquellos que dispusieran de él por su cuenta. Quienes vivieron los años noventa recordarán las condenas a los nuevos bucaneros, muchos de los cuales todavía están cumpliendo prisión por hurto y sacrificio de ganado mayor, o venta, receptación y tráfico de carne de res. En eso tanta culpa tiene el que mata la vaca.

Carne de res 4

La vaca Ubre Blanca rompió marcas de producción de leche

No obstante las medidas punitivas, nunca se promulgaron otras de estímulo, basadas en el interés del productor y liberándolo de cargas legales que han hecho a muchos campesinos considerar que tener vacas es una candela. Ellos son los responsables –básicamente guardaespaldas– de la salud y el bienestar de un animal objetivo de matarifes y por cuya carne se pagan ingentes sumas de dinero en el mercado negro.

La novedad

Para sorpresa de todos, el 5 de mayo pasado la noticia fue la legalización de la venta de carne de res, según la Resolución 139 del 2021 del Ministerio de Agricultura. La medida deja claro quién y cómo vende, y la economía establecerá quién y cuándo compra. Es una normativa lógica que puede arrojar a mediano plazo resultados positivos, ya que una vez satisfechos los contratos, el productor podrá disponer del resto para la venta en CUP o MLC. También, propicia la producción tanto de carne como de leche, y se reducen los impuestos y el costo de la electricidad.

La nueva regulación describe cómo debe ser el proceso de sacrificio. Los mataderos de urgencia –curioso nombre– de las empresa pecuarias, las plantas cárnicas, los mataderos del Grupo Empresarial AZCUBA, la Unión Agropecuaria Militar –no podía faltar–, y el grupo empresarial de la Industria Alimentaria, entre otros, son los escenarios donde los productores, finalmente y bajo la atenta mirada estatal, podrán disponer de los animales que tanto trabajo y esfuerzo les cuesta criar.

La venta de la carne puede realizarse ahí mismo, en los mataderos –a otras entidades o personas jurídicas, supongo–, y además, en redes especializadas dispuestas por gobiernos municipales, entidades del turismo, tiendas y mercados en MLC y la Zona de Desarrollo del Mariel, estos últimos, los más tentadores para los productores.

Aun con todo lo positivo que tiene esta novedad -practica asentada, antigua y común en cualquier lugar allende los mares– es insuficiente, pues la carne que quede luego de cumplir los contratos con el Estado irá a parar irremediablemente al mercado en MLC. Además, las medidas siguen tendiendo al Estado como el gran hermano que vigila y coarta. Tampoco existen medios e infraestructura para potenciar la producción. Sin embargo, es un pequeño paso inicial para romper la inercia que impide resolver la crisis ganadera.

Carne de res 5

La medida propicia la producción tanto de carne como de leche

Más allá del bombo y platillo con que fueron recibidas, estas medidas, además de necesarias, son básicas. Entonces, ¿por qué la demora, sobre todo teniendo en cuenta que llevan casi dos décadas engavetadas?

En 2004 ya existía un programa de «Formación en Economía para Altos Funcionarios del Gobierno de Cuba», financiado por la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional, en colaboración con la Universidad de Uruguay y el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas de Cuba, centrado en el tema de la ganadería. En él se plantearon alternativas para el desarrollo de ese sector, he aquí algunas:

– Asignar capacidad de compra a los ganaderos de acuerdo al volumen de leche entregada.

– A partir de una cuota inicial fijada históricamente para cada productor, pagar la leche adicional entregada a acopio a precios equivalentes a los de oferta y demanda.

– Establecer un rango de diferenciación en la escala de precios acorde a normas de calidad a establecer por la industria procesadora.

– Fijar un impuesto sobre las tierras ganaderas que estimule la plena utilización de este recurso.

– Eliminar de forma gradual y controlada las prohibiciones que limitan la capacidad de decisión de los productores en relación al manejo del rebaño.

Básicamente proponen lo mismo que dieciocho años después, en medio de una verdadera crisis nacional y global, se acaba de legalizar. Sea la aprobación del trabajo por cuenta propia, las MiPyMes, o la unificación monetaria, existe una tendencia gubernamental a la procrastinación obstinada e infantil, a no hacer la tarea hasta que el padre se quite el cinto, a esperar a tener el agua al cuello. La Resolución 139 del 2021 es una bocanada de aire para los ganaderos cubanos y un soplo de esperanza para la hemoglobina nacional.  

29 mayo 2021 22 comentarios 3k vistas
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Educación - cuba

Educación: nuevo contenido

por Alejandro Muñoz Mustelier 10 mayo 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

De todas las instituciones de un país son quizás las de educación las más propensas a favorecer la propagación del virus. Esto se debe sobre todo a la naturaleza de sus actividades –siempre gregarias– y a las características de sus integrantes –niños y jóvenes con mayores necesidades de socialización y menor percepción del riesgo que los adultos.

Por esa razón la mayoría de los gobiernos, ante el incremento de casos de Covid-19, como una de las primeras medidas suspendieron las actividades educativas de forma presencial e implementaron alternativas –algunas más funcionales que otras– para la continuidad del proceso docente.

No obstante, la pandemia ha sido una de las mejores fuentes de aprendizaje: ha dado lecciones de forma contundente. Quizás la más importante, esa que va a examen, es la de demostrar la profunda desigualdad de la sociedad en todas sus aristas, entre ellas, la del acceso a la educación. Esta no es una revelación, ya lo sabíamos, en términos educativos podría decirse que es una ejercitación, una clase práctica.

Tenemos en el continente varias realidades: estudiantes recibiendo clases online, por radio o televisión. Otros contratando servicios privados de educación a distancia. Algunos que ya no son más estudiantes, pues la escuela era la única frontera que los separaba del trabajo.

Ante este mosaico, ¿cuál es la opción menos desfavorable –porque favorable no hay ninguna– para salir de la crisis educativa global y a qué estrategia se ha adscrito Cuba?

Los maestros y los años que el ordenamiento no paga

Educación en Latinoamérica

Diversos expertos en pedagogía y ciencias de la educación en América Latina han propuesto descomprimir las tareas y materias del sistema educativo para centrarse en el bienestar de los niños y jóvenes y lograr una instrucción elemental.

También sugieren promover automáticamente a todos los estudiantes a los grados superiores. Los motivos son comprensibles, ya que muchos de los sistemas educativos de la región se caracterizan por su desigualdad en cuanto a las posibilidades de acceso y calidad de la educación. La promoción automática al próximo nivel escolar, según la opinión de estos expertos, reduciría la brecha entre clases sociales opuestas en este contexto.

Si bien ni esta ni ninguna medida pondría jamás en el mismo plano de posibilidades a todos los estudiantes, al menos evitaría el enfrentamiento a exámenes en los cuales, es sabido, algunos tendrían una amplia ventaja al haber podido acceder a las formas más interactivas del proceso docente, como lo son las clases a distancia usando las redes y softwares que permiten que el profesor intercambie y evalúe en una cuasi realidad presencial.

Por otra parte, los estudiantes de áreas rurales, cuyo acceso a la educación no pocas veces consiste en audio-clases transmitidas por radio, no obtendrían siquiera la mitad del conocimiento en un mundo donde la información cada vez es más visual e interactiva. Promocionar a todos al próximo nivel pareciera ser una solución destinada a homologar a cualquier tipo de alumno y mantener sólo las desventajas de raíz, sin agregar nuevas por causa de la pandemia.

No obstante, la promoción masiva a ultranza también tendría consecuencias negativas a mediano y largo plazo en niveles como los primeros años de la educación primaria y algunas carreras universitarias cuyos contenidos por su naturaleza ya son numerosos, se estudian a contra reloj y son imprescindibles para la adquisición de nuevos saberes.

Son los niños los más sensibles a sufrir daños irreparables en su formación. En Bolivia, por ejemplo, se han dado casos de infantes de zona rurales que no aprendieron a leer ni a escribir durante este período debido al poco o inexistente acceso a internet. Aun así, fueron promocionados al nivel siguiente, o sea, empezarán el próximo curso escolar a estudiar nuevos contenidos que no podrán leer.

Educación - Bolivia

La educación durante la pandemia se ha convertido en un desafío en Bolivia por las carencias y contrastes del modelo a distancia (Gabriel Romano / EFE)

Según Claudia Uribe, directora de Educación para América Latina de la UNESCO, el continente se enfrenta a una catástrofe generacional.  

Estrategias para reducir la desigualdad en el acceso a la educación

La contraparte de esta estrategia del promocionismo es reiniciar completamente el curso escolar. Así se «hace desaparecer» lo ocurrido en momentos de aislamiento y cuarentena y cuando la situación epidemiológica lo permita, comenzar de cero.

Entre los países que han adoptado esta vía se encuentra Kenia. Allí se han suspendido completamente todo tipo de actividades docentes y se reiniciarán los programas de estudio cuando sea posible la vuelta a las aulas. Tiene el mismo fin que la promoción automática: reducir la brecha en el acceso a la educación acentuada por la pandemia.

Esta parece ser una medida contraproducente que no reducirá brecha alguna, sino que logrará que las desigualdades se amplíen como nunca antes. El apagón educacional deja sin cobertura a todos los estudiantes por igual, pero queda la autogestión educativa, la contratación de profesores particulares y los cursos online para aquellos que puedan costeárselos.

De igual forma, se crea una brecha con respecto a los estudiantes en desventaja económica y geográfica, a quienes la suspensión del proceso docente afectará no sólo desde el punto de vista de la instrucción, sino desde el formativo –hay que tener en cuenta que la formación y no solo la instrucción es uno de los objetivos fundamentales de la escuela.

Expertos de la OMS y la UNICEF alertan que las consecuencias a corto, mediano y largo plazo serán desastrosas y se traducirán en el incremento exponencial de embarazos en edades tempranas, violencia doméstica, aumento del trabajo infantil y una irreparable asimetría entre las clases sociales opuestas en la competencia por carreras y puestos de trabajo.   

 La educación durante la pandemia en Cuba

En la Isla los estudiantes de cualquier estrato social van a los mismos centros educativos, sufren las mismas fallas y gozan los mismos aciertos de un sistema educacional inclusivo, universal y gratuito, pero envejecido y desfasado. Las brechas en la educación cubana tienen que ver con las ventajas y desventajas económicas y la estructura del núcleo familiar.

La educación cubana y sus retos

En Cuba ni promocionismo, ni reinicio. El país no se ha adscrito a ninguna de estas estrategias, sino que ha reacomodado los programas de estudio y los currículos para impartir los contenidos esenciales y examinar a los estudiantes para pasarlos al próximo nivel.

Muchos opinan que esta es otra forma de promocionismo, escondida tras unos exámenes permisivos y simbólicos. Quizás tales opiniones se deban a la tradición de promocionar a troche y moche para cumplir objetivos políticos y estadísticos, y así estar dentro de los estándares educacionales del mundo y en las primeras posiciones dentro de los países en vías de desarrollo.

Otras opiniones, por el contrario, se refieren a que es injusto examinar a estudiantes que no han tenido una formación competa o eficiente, expuestos a los devaneos de la cuarentena y a la intermitencia escolar.

La ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, explicó a la Agencia Cubana de Noticias que las decisiones en cuanto a la aplicación de evaluaciones no afectarán a los estudiantes. Dijo que se dedicarían varias semanas a impartir de forma presencial los contenidos esenciales para el cumplimiento de los objetivos de cada grado. Destacó que en Cuba no se repetirá el curso escolar, incluso si los estudiantes, por lógicos problemas de calendario y acumulación de contenidos en la etapa de cuarentena, no logran vencerlos.

En cualquier caso, aseguró que se respetarán las vacaciones de verano y se continuará en septiembre hasta que realmente haya la certeza de que los estudiantes dominan los contenidos, siguiendo los procesos didácticos vigentes: presentación del contenido, sistematización, profundización y consolidación.

A pesar de que siempre es un problema para los especialistas y pedagogos reajustar los programas, el sistema nacional de educación a fuerza de costumbre –históricas campañas económicas y agrícolas, eventos políticos masivos y huracanes–, está facultado para adaptar el currículo y llevarlo a casi cualquier realidad. En marzo de 2020, cuando se suspendió la presencialidad, ya se había impartido más del setenta por ciento de las clases, lo cual es un atenuante porque el contenido a examinar no será masivo.

Las clases y el éxito de la educación

Según expertos de la UNESCO, las clases televisivas son una excelente opción para sustituir la presencialidad. Esta ha sido la variante escogida por las autoridades del Ministerio de Educación por ser la que puede aplicarse masivamente.

Educación y autoritarismo

Señalan los mismos expertos que las clases televisadas sólo son funcionales si van acompañadas de material impreso, tutorías por teléfono o algún otro tipo de seguimiento a los alumnos. Plantean que el modelo ideal es el híbrido, en el que se combinan las clases televisadas, los recursos online y los contenidos impresos.

La ventaja en la Isla para aplicar este modelo es que los estudiantes cuentan con el material impreso: libros de texto, cuadernos de ejercicios y complementarios. También se cuenta con la gran experiencia que existe en cuanto a las clases televisadas, que incluso en un momento llegaron –erróneamente– a relegar a un segundo plano a las tradicionales.

Las debilidades radican en el acceso a los recursos online. Estos existen y tienen buena calidad –ahí está la plataforma Cubaeduca, por ejemplo–, pero no debe desestimarse el obstáculo del alto costo del internet. Aunque esta plataforma se encuentra en el dominio nacional .cu, lo cual abarata la conectividad, el precio de las terminales electrónicas como teléfonos o tabletas –ahora en MLC– no puede ser pagado por todos.

No obstante, para suplir esta falta de acceso de miles de estudiantes a los recursos online, las iniciativas comunitarias, grupales y personales han sido una buena solución: compartir los materiales descargados y usar la telefonía fija como forma de seguimiento al proceso de enseñanza/aprendizaje. El modelo híbrido ha demostrado su funcionalidad en muchas naciones, pero no depende solamente de estrategias didácticas y medios de difusión.

La efectividad de la educación depende del triángulo Hogar/Escuela/Sociedad. Eliminada la variable sociedad por razones obvias y minimizada la escuela a las clases a distancia, es el papel de la familia el definitorio si tenemos en cuenta que los tutores de los alumnos comienzan a desempeñarse como profesores, evidentemente, sin formación para esta tarea que no es simple.

La dimensión digital

Muchos padres cubanos sobre todo de alumnos de los primeros años de primaria han manifestado que no están preparados para asumir el proceso de enseñanza. Las posibilidades de la educación a distancia varían entonces de hogar a hogar y dependen de variables como la estructura familiar y las condiciones inmobiliarias. Ninguna de estas pueden ser objeto de alarde nacional, son quizás de las más afectadas en la Isla.

El estado habitacional en el país presenta condiciones críticas con más de 45 mil familias en albergues, para un total de 130 mil personas, 44 mil solo en La Habana. El número de familias desestructuradas también es alto, así como el estrés y las tensiones de índole económicos acentuados por la pandemia. En estos entornos, incluso en condiciones normales, es más difícil para un niño o un joven vencer los contenidos o sentirse motivados hacia estos. En el período de aislamiento social sus desventajas crecen exponencialmente.

Es por eso que si bien las estrategias del Ministerio de Educación han ido encaminadas hacia la homologación de las posibilidades para todos, no se han tenido en cuenta las variables mencionadas y por las cuales también existe una especie de brecha entre estudiantes. Pero esto tampoco es contenido nuevo, es una ejercitación, una clase práctica, la aplicación en el terreno extremo de la pandemia de lo que ha caracterizado a la educación cubana en las últimas décadas.

Si bien existe una igualdad constitucional, asumida e impresa en el ideario nacional, la realidad demuestra que las posibilidades de éxito de los estudiantes –y por ello su futuro– no dependen del sistema educativo solamente, sino de toda la superestructura económico-social que lo rodea. Esa estructura es cada día más diversa en una sociedad que apenas se está preparando para asumir sus diferencias: he ahí el nuevo contenido que tendrán que aprender las instituciones educativas.

10 mayo 2021 6 comentarios 3k vistas
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Dimensión digital

La dimensión digital

por Alejandro Muñoz Mustelier 27 marzo 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

El ser humano ha tenido que concebir realidades a través de los tiempos. A estas las llamó dimensiones y son infinitas. Le permiten moverse por nuevos entornos, desde las físicas con las que comenzó a existir, hasta las de su propio pensamiento. Pero quizás la más actual y la que cambiará su realidad para siempre es la dimensión virtual.

Todo parece indicar que esta le gusta de manera particular porque ha mudado allí todo su universo y ha adaptado su dimensión física –la de siempre– a una nueva forma de concebir sus relaciones, semiótica, felicidad e, incluso, el modo en que tramita sus sociedades.

El mundo se ha volcado a vivir a través de sus terminales electrónicas: allí comercia, tiene éxito, fracasa y hace sus guerras. Pero lo más interesante no es la invención de esta dimensión virtual, sino que ella ha devenido gestora de la existencia: quien se abstenga de participar en ella, sencillamente, existe menos o no existe.

Con este afán, Cuba se ha dado –aunque tarde– al universo virtual que trasciende los perfiles en Facebook, las fotos en Instagram y los comentarios en Twitter, y llega a la forma en que el Estado y los propios ciudadanos se relacionan o en como la economía se mueve, crece o decrece.

La velocidad del mundo ha aumentado tanto gracias a la dimensión virtual, que ninguna nación que prescinda de ella puede ser competitiva ni eficiente. El establecimiento de una sociedad digitalizada y de un gobierno electrónico es, por tanto, prioridad actual, y en los últimos cinco años se han visto más avances en ese sentido que en décadas completas. Las ventajas de una sociedad digitalizada son abrumadoras.

Breve diccionario del lenguaje inclusivo

La primera es la simplificación de los mecanismos de administración pública, algo que en Cuba tiene un significado especial dada la complejidad y el surrealismo burocrático que los rodea. La máxima expresión de esta digitalización sería la extinción del papeleo, la minimización de las colas –y quizás, de los episodios cardiovasculares. Además, permitiría la inmediatez de la información, la autogestión de la economía e ingentes cantidades de tiempo devueltas al ciudadano, acostumbrado a dejar horas de su vida en el histórico entramado burocrático del país.

La dimensión digital es la nueva realidad

Por si fuera poco, facilitaría el control interno, además de abaratar los costos de muchos sectores. La salud pública puede ser una de las principales beneficiarias –y lo está siendo de hecho– si se usa la inmediatez e interactividad de la información para crear modelos epidemiológicos, páginas con información actualizada y plataformas de autodiagnóstico que son ya comunes en las aplicaciones por defecto de muchos teléfonos inteligentes.

Evidentemente la completa implementación de esta utopía de digitalización es un proceso largo, recorrido con apuro por las autoridades cubanas dado su atraso y la amenaza de la no existencia en el mundo actual. En este proceso pueden observarse cuatro etapas: presencia, interacción, transacción y transformación. Actualmente Cuba se encuentra en algún punto entre la segunda y la tercera etapa, la que puede describirse como esa donde la mayor parte de los trámites asociados a la vida cotidiana se completan en línea –transacciones como pago de impuestos o multas, y todos los servicios de la administración pública.

Llevar la sociedad a la digitalización es una apuesta, más que acertada, obligatoria. Depende, es evidente, de grandes inversiones aunque a nivel tecnológico existen alternativas para su ejecución: adoptar productos existentes como algoritmos, aplicaciones e interfaces –esta opción tiene una velocidad de implementación y actualización muy alta, y bajos costos ya que crearlas desde cero implica gran complejidad monetaria y temporal–, o bien desarrollar tecnología a la medida, hecha en casa –con velocidades de implementación y actualización muy bajas y costos altos. Realmente por las condiciones económicas y tecnológicas de la Isla es mucho mejor la adaptación de soluciones preexistentes.

Pero no es sólo el presupuesto y la tecnología quienes pueden demorar el proceso. La concepción de que el mundo digital ya no es una opción, a veces no está presente en quienes dirigen. Décadas de ausencia en el mundo digital y la costumbre a esa dimensión física de siempre logran que las estrategias gubernamentales y empresariales muchas veces omitan el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como principal plataforma de gestión.

Blanco y negro no

Por ello, los ciudadanos encuentran páginas web sin actualizar, botones sin hipervínculo, hipervínculos que conducen a ninguna parte y servicios esenciales que no se ofrecen en línea. No basta con crear una plataforma por mandato estatal, esta debe ser actualizada y puesta a la altura de las necesidades de la ciudadanía.

Incluso los cajeros automáticos –pioneros de la digitalización en Cuba– después de casi dos décadas de funcionamiento son una muestra de mala gestión de las tecnologías por escasos, desabastecidos, fuera de línea, o por regirse por horarios laborales –quizás tengan su propio sindicato–.

En la Era Covid –tiempos de las larguísimas colas y el confinamiento– la digitalización ha demostrado ser una ventaja. El comercio electrónico, si bien comenzó modestamente antes de la pandemia, fue durante esta que tomó protagonismo dado el desabastecimiento y la inconveniencia del roce humano. Las numerosas aplicaciones y páginas encargadas de gestionar las transacciones han demostrado su buen funcionamiento. Es una tecnología que no ha requerido grandes innovaciones, puesto que ya tiene décadas de existencia en el mundo aunque en Cuba sea nueva.

El problema aquí radica en esa dimensión que trasciende una interfaz y se realiza en el mundo objetivo, material, donde la existencia o inexistencia de un producto, y sobre todo, la logística de la entrega, hasta ahora no han podido emular con la rapidez y eficiencia de los softwares. Tendrían que hacerse los pedidos por cartas –a la usanza decimonónica– para que esas dos dimensiones, la virtual y la física, estuvieran emparejadas.

Eso es lo que los usuarios identifican como fallos del sistema en línea, caídas y defectos de las páginas no son más que ralentizaciones deliberadas por parte de sus gestores para poner el sistema electrónico, ese que se mueve a la velocidad de la luz –literalmente, gracias a la fibra óptica–, a la par del modesto sistema de reparto y distribución que no puede actualizarse escribiendo un código HTML, ni moverse a 4G por las calles del país.

dimensiçon

Plataformas como Transfermóvil gozan de una eficiencia que, si bien no es perfecta, ha cumplido con creces sus expectativas.

No obstante, plataformas como Transfermóvil, que prescinden de la dimensión física y trabajan estrictamente con datos electrónicos, gozan de una eficiencia que, si bien no es perfecta, ha cumplido con creces sus expectativas con más de 68 000 usuarios y cerca de 11 millones de operaciones mensuales.

El problema con estas y otras plataformas que no dependen de productos o flete es distinto y otra vez impuesto por la dimensión física. Las terminales para lograr acceder a cualquiera de ellas –a saber, teléfonos móviles– actualmente se encuentran en una tercera dimensión, desconocida para la mayoría de los cubanos: la dimensión MLC.

Si bien siempre ha sido difícil obtener uno de estos aparatos, era posible con esfuerzos, ahorro, inventos, regalos. En cambio no se puede intentar digitalizar una nación e implementar algo como el gobierno electrónico si cuando la existencia se muda a la dimensión digital, lo digital se muda a la dimensión MLC, de la que la mayoría de los cubanos no puede llegar.

Entonces la revolución digital, los pagos y los trámites administrativos pueden andar todo lo en línea que quieran, que si los ciudadanos tienen vedada esa dimensión en la que se venden las terminales móviles, no hay una verdadero avance. Hay que tener en cuenta que lo que se propone es que un teléfono móvil sea parte de la vida de la gente: sea sus colas, su dinero, su abogado, su constitución, su escuela, su periódico, un poco su médico, su policía, su ambulancia, esa dimensión virtual que gestiona la existencia. Si los ciudadanos no pueden comulgar en ella, sencillamente existen menos o no existen.

27 marzo 2021 11 comentarios 3k vistas
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diccionario

Breve diccionario del lenguaje inclusivo

por Alejandro Muñoz Mustelier 4 marzo 2021
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Hará falta un diccionario nuevo. Aunque el secuestro o modificación del lenguaje por algunos grupos no es nuevo, nunca antes habían sido causa de disputa para autoridades de tan disímiles naturalezas como lo son las academias de letras y las fuerzas políticas y sociales. Es cierto, los intelectuales –sobre todo los escritores y estudiosos de la lengua– han sido siempre el complemento directo para verbos como ametrallar, desaparecer, encarcelar; pero nunca por la acalorada discusión sobre el valor de este u otro morfema.

Actualmente existe la sulfurada lucha –por suerte sin los verbos anteriores– entre gobiernos, intelectuales y movimientos sociales por los aciertos o desaciertos, por la razón de ser o no del llamado lenguaje inclusivo. Sin ir más lejos, en el 2018, el mismísimo Arturo Pérez-Reverte amenazó con abandonar la Real Academia de la Lengua Española (RAE) si esta ayudaba al gobierno a adecuar la Constitución al lenguaje inclusivo.

La Academia, por su parte, sigue siendo presionada desde lo político y lo social para que acepte todas las peripecias de esta forma del habla, pero la institución se mantiene en sus trece.

El año pasado, la escritora J. K. Rowling sugirió en twitter que las personas que menstrúan son mujeres. Por ello recibió ataques de todo tipo de movimientos y personas, incluyendo a la actriz Emma Watson, quien, haciendo aquí un resumen, dijo que las personas transgénero también merecen menstruar si así lo quieren –o algo como eso–. De hecho, la cuestión de la Rowling se basa en el hecho de que cometió un pecado al exponer una diferencia entre los géneros.

Este mes, la activista del feminismo Florence Thomas, cansada de malabares lexicales, pidió un uso racional para el lenguaje inclusivo. Se desmarcó del «hijes» y el «todes» y pidió volver al «todos y todas». Rápidamente tuvo su respuesta de parte de quienes argumentaron que hay personas que no se sienten «ellos» ni «ellas», y que no hay por qué andarse con identidades binarias en estos tiempos.

El presidente de la RAE, en visita a la Academia Cubana de la Lengua, expresó que no era posible mantener un discurso desdoblando permanentemente el masculino y el femenino. Mientras, en los medios de difusión nacionales se suele usar a la RAE como referencia, pero se usa el llamado lenguaje inclusivo en un franco «estar a la moda». En resumen, estamos en presencia de un conflicto mediático de dimensiones homéricas.

Conflicto, del lat. conflictus. Sust, masc: Problema, cuestión, materia de discusión.

El conflicto en torno al llamado lenguaje inclusivo se lleva en los medios, como toda batalla post moderna que se respete. Entre noticias de los últimos femenicidios y las recientes masacres centro y sur americanas, salarios no igualitarios y otros tipos de discriminación sexista, observamos cómo en el idioma español, se marcha en una cruzada lexical cuya cúspide sería el cambio de los morfemas de género de muchos sustantivos.

Para algunos trasciende el mero cambio morfológico y la asunción del género gramatical masculino como forma no marcada –la usada para designar ambos géneros: hombre, alumnos, lectores– entraña insondables significados psicosociales y no sólo de estilo.

Estilo, del lat. stilus. Sust, masc: Manera de escribir o hablar peculiares.

El lenguaje es un sistema de sistemas. Está vivo y es extremadamente complejo, sólo comparable con el pensamiento. Lo que se ha dado a llamar «lenguaje inclusivo», no es más que un estilo, una forma estilística dentro del lenguaje, en este caso del idioma español. Por demás, cualquier alusión al «lenguaje inclusivo» es una exageración de conceptos.

Es una sólo forma de hablar, no se introducen términos, no se innovan los códigos ni la estructura de la comunicación, únicamente se intenta modificar –por los motivos que fueren– la percepción genérica con simples cambios fonéticos. Es comprensible entonces no pensar que estas innovaciones constituyan por sí mismas un lenguaje, y sí una «forma políticamente correcta» dentro del español.

Política, del lat. politicus. Adj, fem: que interviene en cosas de gobierno y en negocios del Estado.

Uno de los actores en esta problemática son las fuerzas políticas. Muchas de estas se han alineado con los movimientos y las comunidades pro-estilo-inclusivo, y esto tiene una explicación tan sencilla como visceral: la anuencia a su favor en las urnas de todos, incluyendo a este electorado progresista que lleva –a fuerza de exclusión– el ruido y el desbordamiento mediático en su estrategia.

Generalizando un poco, los partidos de izquierda, que históricamente han sido muy conservadores en cuanto a rol de género y al concepto mismo de familia, han descubierto en la semiótica inclusiva una buena iniciativa para sumar seguidores. Los partidos de derecha igualmente han adoptado esta estrategia: es bueno recordar que la Guerra Fría de algún modo nunca terminó en América, sino que adoptó matices «democráticos» –esta es la acepción secuestrada de la palabra.

(Foto: T13)

Con la excepción de algún que otro partido de origen religioso, todos compiten por la «inclusión de los excluidos». No obstante, dentro la labor inclusiva, el estilo del lenguaje es la que menos acción, inversión, o cambios reales demanda. A la vez, es la más mediática, fácil de enarbolar y que ofrece la ilusión de estatus pro igualdad al desterrar al masculino como forma no marcada del género: esto sucede en un continente donde el derecho al aborto todavía parece ser un tema pendiente o digno de algún tipo de debate.

Por otro lado, el hecho de que estos movimientos sociales y comunidades hayan emprendido una lucha por causas justas como los derechos de la mujer, marca de progresista y amigable a cualquier partido o actor político que adopte no ya sus fundamentos, sino sencillamente su semiótica en imagen y sonido.

Es muy cierto que en algunos países han existido verdaderos avances en esta materia -Cuba incluida–, y que existen movimientos políticos completos basados genuinamente en los ideales de empoderamiento femenino e igualdad de géneros. Sin embargo, existen muchos, mayoría pudiera ser, que usan el discurso inclusivo como arma de elección masiva, y lo publicitan en sus medios como estandarte, promoviendo, en primera instancia, este debate sobre la exclusión o no de la mujer en el español.

Exclusión, del lat. exclusio, -onis. Sust, fem: acción y efecto de excluir.

En esta misma facción, pero con intereses propios que se escapan de sumar electorado, las comunidades feministas, progresistas, los movimientos y meros partidarios –sin afiliación a ningún grupo– del uso del estilo inclusivo, argumentan que no se trata de un asunto meramente lingüístico, sino de una imposición patriarcal histórica en la que la regulación, administración e institucionalización del lenguaje ha corrido por parte de los machos, lo cual centra en el modelo patriarcal al habla y a la literatura.

Desde este punto de vista, la forma de nombrar el universo mismo estaría atravesada por la diferenciación jerárquica entre hombres y mujeres, con el dominio masculino por supuesto. Se apoyan en la visión psicoanalítica al exponer –especialmente en la de Jacques Lacan– al lenguaje como estructurador de la realidad y de la visión que tenemos sobre nosotros mismos: lo que no se nombra, no existe.

Entonces, los pronombres «todos», «ellos», o el sustantivo «el hombre» para referirse a toda la especie, excluyen al género femenino, o peor, lo absorben e invisibilizan.

El empleo del lenguaje inclusivo no se libra de los memes.

Algunas mujeres afirman no sentirse aludidas al usarse la forma no marcada en masculino -en un eso no es conmigo- cuando se habla de los trabajadores, los alumnos, los ministros, los médicos, los votantes. Pero lo cierto es que la dicotomía genérica en español trasciende a los asuntos de discriminación sexista y pasa por la estructura de pensamiento del ser humano.

El pensamiento está diseñado de modo tal que discrimine –usado en acepción de separar–, grados y opuestos. Es la forma de clasificar al mundo que rodea al individuo: bueno/malo, placer/dolor. Sí, aquí hay grados positivos y negativos, pero no todos los opuestos son jerarquizables: azul/rojo, arriba/abajo, mujer/hombre, singular/plural, presente/pasado.

Separar no es discriminar; pensar lo contrario sería ver a los transgéneros como una comunidad de grandes discriminadores sencillamente por sentirse de uno u otro género. Si asumimos que la forma no marcada para el español es el masculino en género, el singular en número, y el presente en tiempo, habría que asumir entonces que el español es machista, y también singularista y presentista.

Otra prueba de que la distinción de grados y opuestos rebasa la cuestión de género, es que esta varía de idioma a idioma. En chino, por ejemplo, no hay géneros en los sustantivos. Sin embargo, estos se clasifican de acuerdo a su naturaleza y forma usando múltiples clasificadores: planos, redondos, personas, animales o equipos eléctricos. ¿Es entonces el chino un idioma que segrega por forma y naturaleza, o estas clasificaciones son resultado de sus necesidades y evolución lingüística?

Evolución, del lat. evolutio, -onis. Sust, fem: cambio de forma.

La distribución del género en el español tiene un carácter evolutivo. Sin querer pasear por cementerios lingüísticos, hay que decir que la primera declinación del latín, eminentemente femenina, tenía vocal temática –a, y la segunda declinación, mayormente masculina, –o. Con los procesos de transformación del latín en lenguas romances, se generalizó la –a para los sustantivos femeninos y la –o para los masculinos por una cuestión meramente hereditaria.

La repartición de los géneros a cada sustantivo no atendió a principios patriarcales, sociológicos o elitistas, sino a ajustes morfológicos y, sobre todo, de economía lingüística. Por ejemplo, los nombres de los árboles se daban por lo general en femenino, cuya terminación era –us, como en pinus.

Lo más económico era entonces llevarlo a –o., partiendo de que la economía lingüística y en particular la economía fonética se basan en el uso de la menor cantidad de fonemas para expresar una voz –de ahí las contracciones en el habla popular pa por para, to por todo y na por nada.

Teniendo en cuenta todo esto, en El lenguaje de género y el género lingüístico, José Antonio Martínez explica que «en el masculino genérico, se volatiliza la significación de macho y su concreta referencia al varón como tal, extendiendo en consecuencia su alcance también a la mujer. En ningún sentido –ni semántico ni lógico–, el masculino genérico subordina a la mujer, ni la oculta: ambos sexos quedan igualmente mezclados y negados en su especificidad y diferencias».

Pero la presión de algunos sectores sociales y políticos sobre las academias de la lengua en Hispanoamérica es notable, y quienes abogan por el uso del estilo inclusivo apostrofan de dictadura a estas instituciones, teniendo por tirana a la Real Academia Española.

Dictadura, del lat. dictatura. Sust, fem: régimen que concentra todo el poder en una sola persona o en una organización y reprime los derechos humanos.

Pero en la Real Academia Española no hay un comité de académicos trepados en sillas, promulgando leyes a golpe de báculo. La función de la RAE es reguladora y sistematizadora. Esta institución obedece a la verdadera y legítima dictadura: la del habla. Lo que es masivo, es ley.

De esta forma han institucionalizado verdaderas galimatías –«subir para arriba»–, y han tenido que incluir en sus diccionarios términos antes incorrectos –«freído»–, o cambiar el género de vocablos por fuerza de uso como –«el y la sartén»–. He aquí la demostración de que no son dueños de la lengua, y el día en que el estilo inclusivo sea de uso masivo, su única opción será la de incluirlo en todos los manuales de lingüística y morfosintaxis.

(Fotos: ilustrativas / Qué digital)

Cabe preguntarse entonces si no valdría la pena, sólo por respeto a quienes no se sienten identificados con el masculino como forma no marcada del género, aceptar el lenguaje inclusivo y punto. El problema aquí radica en donde radican casi todos los problemas: la economía.

Economía, del gr. oikonomia. Sust, fem: administración eficaz y razonable de los bienes.

La economía de lenguaje, tanto como la de pensamiento, sigue el principio de lograr la comunicación con el mínimo esfuerzo posible. Dicho de otra forma, la distancia más corta entre A y B no es una elipsis ni un garabato, sino una línea recta. Nuestra estructura de pensamiento no nos permite otra cosa, y la jerga inclusiva no es sostenible desde el punto de vista económico.

Nuestro cerebro nos llevará, invariablemente, por el camino más corto, ese de usar una forma no marcada de género. Usar el lenguaje inclusivo a conciencia implicaría ir tropezando cada pocas palabras, lo que enredaría el discurso hasta la inanición neuronal y convertiría la selección lexical en un acto consciente, algo que han experimentado todas las personas que empiezan a aprender un idioma ajeno e intentan traducir mentalmente cada una de las frases.

El escritor y miembro de la Real Academia, Javier Marías, en el ensayo Todas las farsantas son iguales, lo explica lúdicamente: «Los ciudadanos españoles y las ciudadanas españolas estamos hartos y hartas de pedir a nuestros y nuestras gobernantes y gobernantas que se ocupen de los niños y las niñas inmigrados e inmigradas, que llegan recién nacidos y nacidas, famélicos y famélicas, desnudos y desnudas, sin donde caerse muertos y muertas.

Nuestros y nuestras políticos y políticas se ven incapacitados e incapacitadas para afrontar el problema, temerosos y temerosas…». Ha quedado claro. La otra opción sería innovar en la fonética a fin de evitar ese via crucis lexical.

Fonética, del gr. phonetikós. Sust, fem: conjunto de los sonidos de un idioma.

Las soluciones que ha asumido el estilo inclusivo han sido peregrinas en algunos casos e insostenibles en otros. El uso de los dos morfemas de género a la vez -as/-os ponía a los hablantes en un aprieto, pues una cosa es leer en silencio y entender lo que «niños/as» significa, y otra intentar decirlo en alta voz.

El uso de la @, hasta ahora unidad de medida casi en desuso y parte distintiva de las direcciones de correo electrónico, cuya pronunciación no es otra que «arroba», también se ha usado para eliminar del todo al masculino como forma no marcada del género.

Parece una solución curiosa y elegante porque es un símbolo que es posible encontrar en cualquier teclado. A simple vista pudiera funcionar, pero a simple oído no tiene un solo respaldo fonético porque no podemos pronunciar otra cosa que su nombre propio dado a que es un símbolo, no un fonema.

Historia antigua y fermentada

Otro de los remiendos al idioma –que no necesita ninguno– fue el uso de la –x, que es un fonema y tiene sus sonidos, varios de hecho. En este caso, el sonido de la «x» es incompatible para cualquier hispanohablante con el sonido de las consonantes que casi siempre anteceden a las vocales de género.

Por último, y en franca superación, se comienza a usar la letra -e. Se ha presentado esta como la solución final, pero tiene su falla cuando el sustantivo posee una carga semántica masculina más allá de su morfema de género, como el «les hombres» o «les padres». En esos casos, falla la inclusión por redundante.

Inclusión, del lat. inclusio, -onis. Sust, fem: acción y efecto de incluir.

En resumen, los luchadores pro estilo inclusivo del lenguaje, si bien están en todo su derecho y tienen una causa justa entre manos, han perdido el norte –aunque esta pudiera ser una frase cardinalmente excluyente para los que vivimos en el sur-.

Si bien el español y cualquier otro idioma tienen mucho de excluyentes, no es en sus morfemas de género donde está el problema, sino en el léxico utilizado para referirse a las mujeres, aunque esa cuestión ya no está en la jurisdicción de las academias de lengua y sí en la de las escuelas, familias, empresas, legislaciones, políticos –esos que usan el estilo inclusivo deliberadamente a costa de la propia comunicación.

El uso de adjetivos despectivos que sexualizan a las mujeres o las convierten en objetos; o el empleo de palabras que denotan femineidad para referirse a debilidad, falta de habilidades, de temple, ausencia de valores éticos; las frases idiomáticas donde lo macho es lo ideal; la asociación de entereza moral con lo masculino; son algunos ejemplos de formas donde el lenguaje se vuelve excluyente y discriminatorio, donde los derechos de la mujer son absorbidos e invisibilizados desde la lengua, donde se le deshumaniza.

Podemos ir al núcleo de la cuestión idiomática desde estas dimensiones, o podemos quedarnos en una lucha hipotética y perdida sobre cómo los morfemas de género discriminan a la mujer: hipotética porque en muchos de los países donde siquiera existe el género gramatical, las mujeres están a años luz de percibir un haz de inclusión; y perdida porque la incomprensión y el maltrato tienen raíces muy profundas en lo social, lo económico y lo político.

4 marzo 2021 11 comentarios 5k vistas
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