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Adriana Fonte Preciado

Adriana Fonte Preciado

(Pinar del Río, 1997) Graduada de Medicina por la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Escritora. Colabora con medios de prensa independiente.

Ciudadanía

El futuro de los servicios sanitarios desde lo privado en Cuba

por Adriana Fonte Preciado 13 septiembre 2023
escrito por Adriana Fonte Preciado

Los años de historia que nos tocaron vivir nos arroparon con ciertos discursos sin aparente fecha de caducidad. Casi aprendimos de memoria que la salud pública es una conquista revolucionaria. Y no es menos cierto. Al momento del triunfo revolucionario coexistían poco más de 6 000 médicos en una población de seis millones de cubanos. Tres años bastaron para que la mitad de ellos decidiera abandonar el país, huyéndole a la incertidumbre de la transición y dejando una importante crisis sanitaria en Cuba.

En busca de soluciones, Fidel Castro y el equipo de Gobierno crearon en 1961 el Sistema Nacional de Salud (SNS) bajo los principios de gratuidad, accesibilidad, equidad y universalidad, como un derecho de la población y una responsabilidad del Estado. Se fundaron así 451 policlínicos, cuya célula principal eran los consultorios que acogen al personal médico y de enfermería, o sea, quienes trabajan directamente con la población. Además, se fundaron 150 hospitales y 19 instituciones de investigación que corresponden al nivel más avanzado de atención.

Después de 1961 Cuba alcanzó indicadores sanitarios comparables con los de países de mayor desarrollo económico. Al inaugurar el siglo XXI los grandes desafíos no eran los que hoy persiguen otros países latinoamericanos —mejorar acceso, cobertura e indicadores básicos—, sino encontrar formas de financiamiento eficiente.

Desde su posición de autoridad sanitaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve una Estrategia de Salud Universal que enfatiza la necesidad de mantener en el centro de los debates la gratuidad de los servicios médicos, más aún cuando las contribuciones privadas son una de las formas principales de financiamiento de los sistemas de salud en la mayoría de países.

El artículo 72 de la Constitución de la República de Cuba indica que «La salud pública es un derecho de todas las personas y es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación». La Organización Panamericana de Salud (OPS) recoge evidencia importante sobre el modelo de atención del sistema cubano.

América Latina no tiene un comportamiento homogéneo en este aspecto. Basados en las estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la base de la información oficial referida a gastos sociales, se puede concluir que la mayor parte de estos son administrados y operados por los ministerios y los programas médicos de los sistemas de seguro social.

Foto: UNNews

Los gastos «de bolsillo» que realiza cada núcleo familiar en forma de pagos por servicios médicos, para la compra de medicamentos y otros insumos, son un estrato fundamental en el equilibrio público/privado del financiamiento de los servicios sanitarios en la región. En ello ha incidido de forma severa la implementación de medidas neoliberales a partir del auge de partidos de derecha, que tienden a asfixiar las políticas sociales, y recortar los presupuestos del sector de la salud y la asistencia social. 

En Cuba, es el presupuesto del Estado, articulado a través del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), el que incide en el financiamiento de cada uno de los eslabones del sector. El ministerio, con la debida aprobación del Consejo de Estado y de Ministros, distribuye los fondos entre los distintos niveles y unidades de atención a través de las asambleas provinciales y municipales. Esto garantiza que en los servicios de salud solo participen agentes estatales, como única herramienta para la conservación de un sistema público y de calidad uniforme para todos los cubanos.

A finales de 2009, durante un discurso ante el Parlamento Cubano, el entonces presidente Raúl Castro inició un proceso de trasformación: «sin afectar la calidad de la atención de salud que se ofrece a todos los ciudadanos sin costo alguno e inclusive mejorándola, los gastos pueden reducirse sustancialmente». Pronto se elaboró e implementó un plan de transformaciones dirigido a reorganizar, compactar y regionalizar los servicios sanitarios.

Hoy el panorama se ha complejizado. Cuba enfrenta un proceso de «constante reconstrucción» de su modelo económico que no ha encontrado solución a los problemas de la dualidad monetaria y cambiaria. Busca fórmulas para esquivar las medidas unilaterales coercitivas de Estados Unidos que impiden la adquisición de productos básicos para la elaboración de fármacos y otros insumos. Además, afronta las consecuencias de la pandemia de convid-19, el envejecimiento poblacional, la baja fecundidad y la crisis migratoria, sin muchas soluciones viables para un futuro próximo.

Foto: El Periódico de Aquí

El gasto público en salud incluye los gastos corrientes y de capital de los presupuestos de gobierno central y local, los préstamos y subsidios externos —incluidas las donaciones de agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales— y fondos de seguro social de salud, y se expresa como porcentaje del PIB.

Según analiza un artículo publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública, entre 1996 y 2004, el gasto en salud en relación al PIB fue relativamente bajo. Luego aumenta de forma sostenida hasta el 13,8% en el 2009 y decrece a partir de ese año hasta 9,1%, producto de los ajustes al presupuesto llevados a cabo. Más adelante se recupera debido al incremento salarial al personal de salud.

Según las cifras de la Organización Nacional de Estadísticas e Información ya en 2021 el PIB de Cuba creció un 1,3% luego de la fuerte caída del año previo. A este incremento contribuyó, en primer lugar, el sector de la salud pública (14,3%). En 2022, el PIB creció un 1,8% e igualmente este sector le fue favorable.

El SNS ha experimentado un proceso de descapitalización bastante importante en los años recientes. Esta afirmación puede verse reflejada en los propios números oficiales: el volumen de inversiones por clase de actividad económica muestra que en el año 2021 se invirtió 20 veces más en Servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler —correspondientes en gran medida al turismo— que en Salud Pública. En 2022 se invirtió 15 veces más en los primeros que en la segunda.

Todo esto confirma la persistencia de una estructura deformada de la inversión en Cuba que llega hasta la primera mitad del 2023. Los servicios empresariales, las actividades inmobiliarias y de alquiler, junto a la inversión en hoteles y restaurantes, concentran el 30,6% de la inversión nacional. En medio de una situación sanitaria que se agrava, la inversión en el sector de la salud representa el 1,4% del total, incluso menos que la de 2022, que fue de un 2%.

Como resultado, hoy el sistema de salud sufre las consecuencias: las instituciones no cuentan con estándares básicos de calidad; la crisis de insumos es insostenible; el personal facultativo del MINSAP ha sufrido una peligrosa disminución en sus filas —solo en el último año 12 065 médicos dejaron sus puestos de trabajo para emigrar al sector privado o al extranjero—; la falta de medicamentos es catastrófica y la escasez nutre el mercado virtual en las redes sociales de más tráfico en Cuba —Facebook, Telegram y WhatsApp—, donde las personas ofrecen comprar, vender, o intercambiar medicamentos sin regulaciones de las autoridades, convirtiéndose en caldo de cultivo para la corrupción, los precios abusivos, la falta de control de calidad farmacológica y de vigilancia, incluso sobre los medicamentos de uso intrahospitalario y de alto riesgo. Los indicadores básicos de salud han retrocedido décadas.

Mercado Informal de Medicamentos en Cuba en la plataforma Telegram

Mercado Informal de Medicamentos en Cuba en la plataforma Telegram

No bastan par de cuartillas para abordar cuestiones fundamentales si se quiere hablar con rigor del estado del SNS. Sin embargo, en el escenario actual están floreciendo las condiciones para que la creciente privatización llegue a servicios que deberían ser manejados exclusivamente por el sector de la salud pública y la asistencia social, si pretendemos ser consecuentes con los discursos que arroparon nuestras conquistas sociales.

Hoy encontramos al alcance de un click negocios privados especializados en «cuidados», como Tatamanía, que ofrecen servicios de cuidados a domicilio, y que incluyen atención a la salud física y mental, acompañamiento al área de salud, cuidados dentro de centros hospitalarios, 24 horas y con servicios de alimentación, higienización, cumplimiento de tratamientos farmacológicos Curiosamente, varios de ellos son llevados a cabo por médicas y enfermeras que han salido del sector estatal para involucrarse en el privado.

En el caso del emprendimiento antes referido, sus estatutos aclaran —porque es básicamente ilegal— que no ofrecen servicios de salud, sin embargo, si se es riguroso con tal concepto, estos sí entran dentro de los deberes de la salud pública y la asistencia social.

Tomada del sitio web de Tatamanía

Aunque este tipo de servicio es un complemento muy útil a los cuidadores y las personas que por algún motivo no son completamente funcionales, siempre y cuando puedan pagarlos, muestran con antelación a dónde pueden ir a parar las carencias enquistadas de los sistemas sanitarios públicos.

La privatización tiene resultados discutibles, pero lo que sí es invariable es que representa una amenaza para la equidad en el acceso a los servicios. Dentro de las bondades señaladas por los defensores de los servicios sanitarios privados, se señala que tienen un efecto positivo sobre la sostenibilidad del sistema público, ya que lo descongestiona haciendo que incluso ahorre dinero. Sin embargo, múltiples estudios demuestran que la coexistencia del sector privado puede, en realidad, detraer recursos del sector público.

***

La privatización de algunos de los servicios sanitarios sobre las condiciones actuales de Cuba sería un camino certero a la agudización de la desigualdad social, cuyas consecuencias serían peores para los sectores más vulnerables, racializados, para les ancianes LGBTIQ+ y/o en condición de calle.  Esta estrecha relación entre enfermedad y pobreza, que se agudiza en sistemas sociales y sanitarios regidos por políticas neoliberales, es conocida como círculo Horwitz e ilustra cómo «hombres y mujeres enferman porque son pobres, se vuelven más pobres porque están enfermos y más enfermos porque son más pobres».

Es difícil señalar con antelación cuál será el porvenir de Cuba, Sistema de Salud incluido, pero si vale adelantarse, mejor agotar todas las fórmulas en que los sectores más vulnerables mejoren —o no empeoren— sus condiciones de vida. Tal vez con el logro de ciertas libertades políticas y/o el perfeccionamiento de los mecanismos de control popular, los futuros ciudadanos puedan intervenir y fiscalizar las diferentes formas de hacer sostenible un sistema de salud: desde el aumento de la cantidad de dinero destinado a este fin, la eliminación de las barreras financieras de acceso a la salud, hasta el uso justo de los recursos disponibles y la responsabilidad que en ello tiene el Estado.

13 septiembre 2023 9 comentarios
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reparto chocolate
Cultura

La República repartera

por Adriana Fonte Preciado 21 junio 2023
escrito por Adriana Fonte Preciado

En su cumpleaños número 30, Chocolate MC, quien no necesita más presentación que su nombre, dio a luz La República Repartera (Buya music Productions, 2021). En la portada posa coronado, frente a un reino en llamas, poniendo toda la simbología en función de demostrar que es él y solo él el fundador y líder del reparto en Cuba —y zonas aledañas—.

El disco cierra con una suerte de reparto «trapeado» que recurre a la creatividad del autor para la sonoridad y la letra sui generis, por siete minutos. Pelagathus es, de todos, el tema que más atentamente he escuchado, como un resumen de cuanto significa o intenta narrar el reparto:

Vengo de Los Sitios, pipo,

chispa, crack y solares (…)

y no había dólares (…)

con dolor en el bolsillo,

en el estómago calambre del hambre.

En esos tiempos el dolor era grande, grande.

Dime qué sabes tú (…)

era pa’ los calabozos de Zanja y de Zanja pa’l Combinado,

dime tú,

cuándo tuviste que apoyar la cabeza en la almohada

y en la barriga un prú,

dime tú,

quieres que te explique, que te simplifique, con mi dedo indique,

dime tú,

en un calabozo sin luz con un pedazo

de pan viejo que tenían puesto arriba’e un vaso,

con un mocho de lápiz componiendo en una Biblia,

construyendo el futuro’e mi familia (…)

No estoy segura de que Chocolate sea consciente del fenómeno que representa desde que, hace años —creo que ocho— se hiciera público un video de un par de hombres violentándolo mientras le hacían repetir de su propia voz que él era abakuá, dejando entredicho el motivo de la violencia ejercida sobre él.

Chocolate ha enfrentado cargos de todo tipo desde que está en Miami —sin poder entrar a Cuba—, la mayoría de ellos por tenencia y tráfico de estupefacientes, y violencia a sus parejas. Él resalta estos hechos constantemente en sus canciones porque en lo que se conoce como «el ambiente», término que Tato Quiñones llevó incontables veces a sus textos, estar en «el tanke», ser «un tanke», es una especie de linaje inquebrantable.

Tomada de Periódico Cubano

El llamado «Rey del Reparto» es heredero del estilo de Elvis Manuel Martínez Nodarse, el de «La Tuba» y el «Ditú», aquel adolescente de 18 años, negro, pobre, de Arroyo Naranjo, que el mar se tragó cuando intentaba llegar a la costa de la Florida. Chocolate era un adolescente, también pobre y negro, de Los Sitios, que se ganaba unos pesos como utilero de los propios underground del momento. Siguió la ruta de la paila que se incorporaba al reguetón. Pasaron los años y llegaron los tantos subgéneros, la mayoría certificados por el propio Chocolate, ya MC.

El reparto es un fenómeno genuinamente cubano, como es dominicano el dembow, como Bad Bunny es todo lo puertorriqueño que se puede ser. Vivo reflejo de un amplio sector poblacional que ha sido apartado de la «tarima» por las voces influyentes de una tierra colonizada y eurocéntrica hasta las entrañas.

Asimismo, el reparto es un fenómeno digno de estudio. En sus códigos se trenza una trama compleja que narra la historia alternativa, desde que el primer negro esclavizado puso un pie en esta Isla y los bolsones de pobreza comenzaron a crecer y sobrevivir a los siglos, desde que —27 años antes del alumbramiento de Céspedes en La Demajagua— la belleza del Palacio de Aldama borrara el recuerdo de los lukumí que levantaron las propias herramientas de trabajo para rebelarse contra la explotación bestial de la esclavitud.

Fragmento de portada del álbum La república repartera.

Tomada de AMPM

Musicalmente, es cierto, no hay nada relevante más allá del compás poco creativo de la paila y el pa-pa-pa de la clave cubana, un ligero cambio del 4×4 reguetonero al 3×4 y, a veces, un chequeré y un pedal. Hay una explicación para ello: el reparto vende bien y rápido. El ejemplo claro lo tengo todos los lunes cuando, junto al equipo de Magazine AM:PM, única revista cubana que actualiza su playlist (Newness Cuba) al ritmo de la exacerbada producción nacional, tengo que votar por las novedades musicales y, casi sin excepción, el mayor porcentaje del contenido que nos llega es reparto.

Detrás de este fenómeno hay productores muy bien posicionados en el mercado latinoamericano, que han puesto recursos humanos y económicos suficientes para respaldar a sus artistas estrellas. El reparto ha desplazado en rating a la música popular bailable y se paga mucho mejor: cientos de miles de pesos pasan de bolsillos privados, dueños de los bares más concurridos de La Habana, al bolsillo del manager y, de ahí, al cantante estrella y un poco menos a los músicos acompañantes. Lo mismo que pasaba en los tiempos del boom reguetonero y aquel famoso concierto de Baby Lores e Insurrecto que cerró por capacidad la discoteca del Hotel Capri, con un cover de 100 cuc por persona.

Los ya «plantados» producen menos pero siempre pegan: de ahí que el público de un muchacho como Wampi sea fiel y llene bares hasta en Canadá, en Perú, y donde sea que varios cubanos emigrantes —o no— se puedan agrupar. Los novatos también van produciendo a velocidades tremendas, con mucho menos recursos, intentando pegar un tema de tantos y que así los productores fundamentales se fijen en ellos y los fichen, lo que se traduce en popularidad y dinero garantizado.

El rostro de un sueño en el reparto – Del canto y el tiempo

Tomada de CIDMUC

Conclusiones: aunque Wampi, por usar el mismo ejemplo, haya estudiado música en la Escuela Nacional de Arte —que lo hizo— no es interés del manager y sus mecenas innovar en la estructura musical, pues hay que responder a un público ávido de más reparto e ir a la par de un mercado que fagocita las «estéticas analógicas». Pero el reparto es un ente vivo, como el lenguaje, evaginación de la propia música popular cubana y, como tal, se irá modificando con los años…ya lo ha ido haciendo.

Feminismo y reparto: ¿qué pasa con la cosificación?

El componente activo del debate es la «vulgaridad» del lenguaje que utilizan los reparteros para hacer rimar sus líneas, a veces forzado con tal de cumplir una «dosis» recomendada para pegar un tema, como si «echar un palo» —mejor si es agudo y divino— fuera escandaloso y exclusivo del reparto y sus reparteros.

El verdadero flanco débil del género es la cantidad de patrones sexistas que reproduce. Una constante cosificación de la mujer que refleja —no agrava— el problema que nos atañe: una sociedad cis hetero patriarcal que no se debilita con los años, al contrario, se masifica.

El reparto, como todo lo que se mira con perspectiva feminista, no está exento de violencias, está hecho en su mayoría por hombres y como tal, se cimenta en sus códigos. Entonces, dónde dejamos la trova, dónde quedará El guayabero, inmortalizado por su «gracia» para el doble sentido, cómo nombramos a El Tosco y su «bruja», qué hacemos si al cruzar el océano encontramos a Sabina y sus letras totalmente machistas o, saliendo de los apuntes musicales, cómo hacer referencia a Julio Cortázar y la Maga, por citar poquísimos ejemplos.

El debate feminismo-reparto genera culpa y contradicciones, sobre todo cuando recae la culpa de la existencia del reparto «macho» en las mujeres que lo consumen. Para esta cuestión hay solo una opción: resignificar el género, educar a la gente y avivar una ciudadanía que logre reconocerse dentro del reparto —y las muchas músicas—, democratizar todos los ámbitos de la vida de modo que las desigualdades sean diluidas, empezando por el machismo que no solo compone canciones con letras violentas, sino que mata, en el sentido más literal de la palabra.

Y si lo pensamos mejor, el «perreo» bien podría ser usado como un espacio de lucha donde nos conocemos y soltamos nuestro cuerpo sin que importe la mirada depredadora, con la posibilidad, también física, de ser autónomos y negar o consentir, tanto la cercanía en una pista de baile como el acto sexual. Además, siendo justos, el baile que deriva del reparto —que no es perreo propiamente dicho— es incluso menos sexualizado que el del reguetón.

Concierto de reguetón en Cuba. Foto: Javier Arrizurieta.

Tomada de elTOQUE

Nos queda entonces la convicción de que el fenómeno del reparto sobrevive a Chocolate MC y sus letras diseccionadas como muestra barriobajera de nuestra sociedad, tan heterogénea. En los alrededores del trono están los reparteros que, como en toda buena República, tienen su propia escala de valores, su propio «comportamiento político».

Tal vez sin darse cuenta, Chocolate MC declaró la República bajo sus propias legislaciones, aunque al final del disco diga, como quien no quiere las cosas, que los presidentes cambian cada cuatro años y por eso él seguirá siendo El Rey.

Nota del Editor: A partir de la polémica generada por el texto «La visión de la mujer en el reparto cubano» La Joven Cuba publica otros trabajos con visiones diferentes sobre el asunto, con el objetivo de mostrar un panorama diverso de opiniones informadas.

21 junio 2023 8 comentarios
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Lenguaje inclusivo
Equidad

Lenguaje inclusivo: ¿jerigonza posmoderna?

por Adriana Fonte Preciado 16 marzo 2021
escrito por Adriana Fonte Preciado

En una ocasión, cuando incluía el gimnasio en mi rutina diaria, noté que el entrenador siempre se dirigía a sus alumnos en femenino. Éramos nueve mujeres y dos hombres y repetía frases como «todas de pie, por favor» o «para el siguiente ejercicio elijan a una compañera». Un día, uno de los muchachos, incómodo ante aquella costumbre, le señaló: «Profe, también hay hombres acá». El profesor se excusó diciendo que como la mayoría eran mujeres le resultaba más sencillo hacerlo así.

Desde este punto de partida se pueden formular muchas objeciones a la actitud del alumno incómodo. La sencillez y la economía del lenguaje fueron suficientes para que el profesor siguiera dando las órdenes en femenino.

El cambio de paradigma significa una mutación en los supuestos básicos generales de una teoría dominante debido a que estos son incapaces de explicar algunos fenómenos que van surgiendo por el camino. Cuando estas dificultades se acumulan y se hacen constantes, chocan con lo establecido y ocurre lo que Thomas Khun llamó «Revolución científica», concepto que engloba la cosmovisión dentro de la que existe la teoría que pretende ser cambiada, con las implicaciones que esto conlleva.

Surgen así nuevas ideas que intentan satisfacer las exigencias que se van formulando. Finalmente queda conformado un nuevo paradigma que gana sus propios seguidores y deviene una batalla intelectual.

Lenguaje inclusivo a debate

El cambio de paradigma en el uso del lenguaje no carga con la responsabilidad de transformar las sociedades, más bien constituye el resultado de esta dinámica y una herramienta para detectar los procesos que van ocurriendo en ellas.

Varios teóricos han señalado el peso del lenguaje en la interpretación de la realidad y en el significado de nuestras relaciones desde diversas disciplinas de las ciencias sociales y las humanidades. Bastara entonces para lanzar una premisa de George Steiner, especialista en literatura comparada y teoría de la traducción: «lo que no se nombra no existe y lo que se nombra construye realidades».

Podríamos, además, hablar desde el psicoanálisis con los señalamientos de Jacques Lacan sobre la función que tiene el lenguaje en la forma en que el ser humano estructura su entorno: «el lenguaje le da nombre a lo que vive y significado a lo que pasa en su interior. El sujeto emerge del lenguaje. El sujeto es hablado y narrado por el otro». Sirvan estas reflexiones para afirmar que lo que no podemos nombrar y que es extraño a nuestro vocabulario, no lo podremos aprehender.

Expandir el lenguaje para que quepan todos

Por su parte, el lenguaje inclusivo (en cuanto a género), es más que un estilo. Hace referencia a esas expresiones verbales –o escritas– que utilizan preferiblemente un vocabulario neutro y evita las generalizaciones del masculino para situaciones donde aparecen ambos sexos, lo que incluye, además, la presentación de actitudes proactivas y de modelos positivos no sexistas. Se trata más bien de expandir el lenguaje para conformar un diapasón en el que quepa el mayor número de personas posibles, evitar su uso discriminatorio en razón del sexo.

Lenguaje inclusivo

Cartel que usa el llamado «lenguaje inclusivo» (Foto: ADNSur)

El lenguaje no es sexista en sí mismo, sí lo es su utilización. Al usarlo de forma correcta se le podría otorgar visibilización a cualquiera que no se sienta identificado con el uso de tal o más cual morfema y cumplir así con su labor social de romper con los patrones de comportamiento heredados que refuerzan la desigualdad. A la larga, tal vez de forma imperceptible, contribuyen a justificar la violencia –simbólica– perpetuada por los estereotipos, en este caso de género.

Volviendo al ejemplo del gimnasio, tenemos una muestra de lo que sería un uso excluyente del lenguaje, tal vez en su forma inversa, pasando por alto la presencia de hombres en un grupo donde la mayoría eran mujeres. La focalización femenina en una frase dirigida a un conjunto de personas donde coexisten ambos sexos, resulta incómoda para el sujeto masculino porque rompe con el uso tradicional de las generalizaciones lingüísticas. Normalmente usamos la palabra «hombre» donde no solo se dirán todas las razas (en un burdo parafraseo) sino también todos los sexos.

Las palabras son dúctiles y maleables. Pueden perseguir un objetivo social democratizando el lenguaje, por esto surge el llamado a usar ciertas medidas. Se trata, a grosso modo, de visibilizar el género cuando la comunicación lo requiera, (dejando claro el grupo referenciado, usando el desdoblamiento femenino/masculino) y de no hacerlo cuando no sea imprescindible para la comunicación (omitir el artículo ante sustantivos comunes, usar nombres abstractos y sustantivos colectivos).

Estas medidas no representan una amenaza para la gramática ni para el principio de economía del lenguaje, sino que garantizan su capacidad de adaptarse a las transformaciones de las que somos parte indisoluble.

El lenguaje inclusivo y el lado bueno

Ricardo Ancira, profesor de Literatura y Español de la Universidad Nacional Autónoma de México, empieza su texto Les nueve regles. Gramática militante con una frase curiosa: «Le transformación que sufriría le españole si le población adoptara le lenguaje incluyente, tante el le hable cotidiane comx en le diccionarie de le Real Academie de le Lengüe». En efecto, la frase resulta ilegible pero, comparando con el devenir histórico del lenguaje, vale destacar que, por ejemplo, los escribanos del siglo XVI hacían uso desmedido de abreviaturas inventadas para tomar nota a más velocidad.

Un ejemplo más reciente y que responde a la introducción de ciertas formas tecnológicas en nuestro contexto, es el uso de la telefonía móvil en Cuba y los mensajes de texto (SMS) –carísimos en sus inicios– donde la población usaba abreviaturas para ahorrar caracteres –y con ello, saldo. Esos SMS eran igualmente ilegibles, pero que formaban parte de un «consenso popular» tipo: «voy a salir pa tu ksa», «spram n la skina pq no c bien dond s».

Mofarse del uso de las estrategias tipográficas que se apegan sobre todo a las redes sociales (el uso de la @, la x y la –e) no es difícil, basta un poco de ingenio y ortodoxia. Lo que requiere un poco más de profundidad es pensar qué hay detrás de la idea que tenemos sobre el lenguaje y su manera de acogerse a los cambios sociales. 

No quepan dudas de que la institucionalización del lenguaje ha sido históricamente una tarea de hombres, por lo que nuestras formas de comunicación están inscritas en el sistema patriarcal, más allá de las declinaciones latinas y sus terminaciones neutrales.

Breve diccionario del lenguaje inclusivo

Las advertencias de los puristas de la lengua ralentizan transformaciones que resultan necesarias para los tiempos que vivimos. No se deben sentir como un peligro. No abogo por transformar el castellano y entorpecer la comunicación, sino por ver lo que hay detrás del telón y el dinamismo que este cambio de paradigma defiende. Aún más si esto contribuye a no reproducir la idea de que hay comportamientos, valores, espacios propios de hombres o mujeres, por tradiciones arraigadas a la sociedad.

Si bien es cierto que el uso cuidadoso del lenguaje inclusivo no da garantías para la equidad de derechos en ausencia de esfuerzos reales a favor de esta causa, este no debería ser visto con recelo ni tomarlo como amenaza a la pulcritud del lenguaje. Las intervenciones en él a través de la experiencia del otro nos permiten incluir y visibilizar a un mayor número de personas. Esta posibilidad que nos brinda nuestra lengua materna, como el sistema vivo que es, solo puede ser positivo.

Entonces, eliminar expresiones como «el hombre es dueño de su propio destino», denominar a la mujer por sí misma y no por su relación con algún sujeto masculino, desdoblar palabras, omitir artículos, es un aporte que se hace desde la cotidianeidad y que coadyuva a la deconstrucción de estereotipos, a vivir nuestras vidas en estado de inclusión y asombro ante la gran diversidad humana. 

16 marzo 2021 25 comentarios
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