Los temas sobre arquitectura y urbanismo tienen escasa difusión en Cuba. Muchos arquitectos, en primer lugar, prefieren expresarse de forma gráfica y no escrita. Además, existen nulos espacios para que los periodistas cubanos se especialicen en la crítica arquitectónica, lo cual repercute en la casi ausencia de un periodismo que indague en las causas de eventos y manifestaciones de relevancia y las raíces de los problemas en las ciudades y la sociedad en general.
Por ende, las pocas acciones constructivas que se realizan tienen escasísima divulgación desde el ángulo arquitectónico y artístico, además se ignora muchas veces a los autores de los diseños que transforman las ciudades y los hábitats de familias y comunidades. También se ignora el entorno en que trabajan los arquitectos, sus preocupaciones y desafíos.
Por estas razones, comenzaré una serie de entrevistas a arquitectos cubanos para visibilizar, más allá de su obra, el contexto donde se desarrollan y los motivos de sus insatisfacciones y la de los ciudadanos en relación con los entornos urbanos y las nuevas acciones constructivas que se acometen.
Para la primera entrevista he escogido a dos estudios de arquitectura independientes: Albor Arquitectos y Pino Estudio, fundados en 2011 y 2017, respectivamente.
Albor Arquitectos está conformado por Carlos Manuel González Baute, Alain Rodríguez Sosa, Camilo José Cabrera Pérez y Merlyn González García. Se fundó en la provincia de Cienfuegos y los miembros hoy desarrollan su labor entre Cuba, España y Portugal.
No conozco personalmente a ninguno de sus integrantes y tampoco he podido visitar sus obras, algunas de ellas galardonas en Salones Nacionales de Arquitectura y en eventos internacionales, como el reciente Premio en el Panorama de Obras de la XII BIAU (Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo) con la obra «El Apartamento».
Se suman a los lauros de este estudio, el segundo premio a la Obra del Año 2022, por el proyecto Casa Torre, publicado en ArchDaily, la revista digital de arquitectura más leída del mundo. Se incluyó a Albor Arquitectos entre la Selección oficial de nuevas prácticas de ArchDaily de 2021.
Las imágenes y planos de sus obras forman parte del repertorio usado en mis clases y de varios colegas, pues representan uno de los exponentes más destacados de la producción arquitectónica cubana actual.
Proyecto Casa Torre, publicado en ArchDaily, segundo premio a la Obra del Año 2022. (Foto: Albor Arquitectos)
A su vez, Pino Estudio está conformado por la arquitecta Alejandra Pino Díaz, quien fue además mi colega y contraparte inversionista en el proyecto de restauración de la Farmacia y Droguería La Reunión, más conocida como Sarrá. Gracias a su labor constante junto a otros colegas, defendiendo el proyecto durante mis ausencias prolongadas, esta obra obtuvo el Premio Nacional de Conservación y Restauración, así como el Primer Premio en esa categoría en la Bienal del Caribe de 2006.
Su desempeño más reciente también ha obtenido varios premios, como la Mención Especial en la categoría Ideas Conceptuales, del Salón Nacional de Arquitectura 2021, destacándose por su limpieza, honestidad y profundidad conceptual.
Desde hace años, pero con más fuerza en los últimos meses, ha habido un debate entre los arquitectos en redes sociales, en las reuniones de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba (UNAICC) y durante otras actividades, sobre la falta de reconocimiento de la arquitectura como una de las artes en nuestro país, o como disciplina de enorme incidencia en la calidad de vida de los ciudadanos. Esto se refleja en la política informativa y en las mismas decisiones urbano-arquitectónicas que se toman en las ciudades cubanas. ¿Cuál es su posición al respecto y cómo su obra proyectual o la construida contrarresta esta situación?
Albor Arquitectos (AA): La arquitectura refleja, probablemente como ninguna otra manifestación, la realidad de un sitio. Sin embargo, la capacidad de la arquitectura de modificarla es limitada. Está claro que es en una relación de intercomunicación donde esta preexistencia tiene el mayor peso, la realidad puede asumir gestos e incorporarlos, como una obra puntual de arquitectura, pero su magnitud es obviamente mucho más abarcadora.
La práctica independiente en Cuba es irrelevante a escala de ciudad. En este sentido nos gustaría pensar que algunos de los proyectos materializados por este movimiento independiente (en el cual nos incluimos), ofrecen alternativas y criterios de buenas prácticas, pero es difícil realizar afirmaciones cuando todas las estructuras que la legitiman están casi desmanteladas.
Pino Estudio (PE): La arquitectura no precisa encajar en ninguna categoría. Creo que volvemos siempre a cuestionarnos si es arte o no, porque las políticas que han regido el quehacer arquitectónico del país lo despojaron de toda su libertad expresiva y experimental. Durante décadas, la práctica arquitectónica quedó atrapada en su concepción más técnica y esto ha sido muy nocivo para la creación. Uno de los síntomas es, precisamente, que hayamos quedado fuera de toda dinámica cultural.
Para el desarrollo arquitectónico del país se necesita de un cambio radical: la concurrencia de múltiples actores que oxigenen la profesión y de un marco legal que regule la convivencia, cooperación y competencia entre empresas estatales, privadas, arquitectos asociados, freelance; propiciando la mayor libertad de creación posible. Cualquier otra solución discrecional, que beneficie a un grupo selecto de arquitectos, como ha sido recientemente propuesto por las autoridades, avanza en el sentido contrario. Lo que se precisa y se ha demandado con claridad es un cambio transversal que abarque a todo el gremio. No hay ya tiempo que perder.
Ustedes han trabajado o aun trabajan en instituciones estatales de proyectos, construcción o planeamiento, pero también han creado estudios de arquitectura y ejercen de forma independiente. ¿Cuál ha sido para ustedes la mayor limitación para desempeñarse como arquitectos en estas dos formas de trabajo?
AA: En Albor compartimos intereses y preocupaciones similares sobre la arquitectura y la actividad creativa, asumiéndola con especial atención hacia lo procesual y lo investigativo. Durante años, esta labor se ha realizado en paralelo a otras actividades laborales, vinculadas a instituciones estatales, Trabajadores por Cuenta Propia (TCP) y más recientemente, a la residencia temporal y permanente fuera de Cuba como alternativas de sustento económico.
Ello ha permitido mantener en paralelo acciones relacionadas directamente con nuestros intereses profesionales y nuestro contexto de origen. Habiendo encontrado hasta la fecha muchísimos obstáculos, podemos afirmar que de una manera u otra todas derivan en las limitaciones legales que restringen o prohíben el ejercicio y reconocimiento de la profesión realizada de manera independiente.
PE: Trabajé como inversionista en la Oficina del Historiador de La Habana, donde aprendí cuestiones esenciales. La mayor limitación fue el salario, insuficiente para mantener una familia. Entonces trabajaba también como diseñadora freelance y, con dos hijos, tuve que aceptar que ya no tenía tiempo extra para realizar ambas actividades. Mantener mi trabajo oficial lo percibí como un lujo que no podía permitirme.
En cuanto al trabajo independiente, las mayores limitaciones han estado determinadas por la ausencia de un mercado estable y diverso de materiales de construcción, la escasez de mano de obra capaz de un estándar medio o alto de ejecución, pero sobre todo por la falta de un marco regulatorio desde el cual operar bajo una protección legal.
Sin embargo, la arquitectura independiente, más allá de estas limitaciones, me ha dado la posibilidad de generar pensamiento arquitectónico. Me ha facilitado la oportunidad para decidir y ajustar procesos al interior del estudio, implicarnos en cada etapa, con capacidad de decisión e influencia hasta la obra construida, cuestiones casi imposibles de lograr por las vías estatales establecidas. Las excepciones solo confirmarían la regla.
Casa Torre, Cienfuegos. (Foto: Albor Arquitectos)
En febrero de 2021, el Clasificador Nacional de Actividades Económicas emitió un listado de actividades que no están autorizadas como ejercicio por cuenta propia. Entre estas, las de arquitectura (7210) e ingeniería (7220) y otras actividades profesionales científicas y técnicas (7490). A pesar de los reclamos de los arquitectos, antes y después de ser emitido este listado y de los contactos con las autoridades de varios ministerios, existe una gran resistencia para la aprobación del trabajo independiente de arquitecto, como proyectista o consultor.
En la mayoría de los casos no se ha ofrecido una explicación sobre el porqué de esta negativa y en otros se ha manifestado que aprobar el trabajo por cuenta propia para algunos profesionales podría socavar la esencia de la sociedad socialista y que iniciaría un proceso de privatización generalizado, que llegaría a los sistemas de salud y educación. Si tuvieran la posibilidad de conversar con estos decisores ¿qué mensaje les transmitirían?
AA: La arquitectura independiente en Cuba es un fenómeno que ha surgido debido a una necesidad no cubierta por las instituciones estatales destinadas al diseño arquitectónico (las empresas estatales de proyecto, y a una menor escala, el Programa del Arquitecto de la Comunidad). No han sido capaces de asumir la diversidad programática de los encargos que se han requerido por los cuentapropistas en los últimos años, los que se amplían notablemente con la reciente diversificación y ampliación divulgada.
Si la arquitectura responde a las necesidades de la sociedad y estas no son cubiertas por las estructuras existentes, es lógico pensar que persistirá esta modalidad, incluso con las nuevas disposiciones gubernamentales que prohíben su ejercicio de manera independiente, lo que supone una contradicción en relación con las actividades que están permitidas y que atañen a la arquitectura. Por tanto, reconocer esta fuerza profesional que hoy tiene el país e integrarla de manera sostenible a sus procesos de desarrollo, es esencial.
PE: Los sistemas de salud y educación públicos están protegidos constitucionalmente, por lo tanto, considero este argumento fuera de lugar.
La ley debe seguir a la vida. Los arquitectos independientes existimos hace varios años, brindando un servicio necesario que considero legítimo desde el momento en que por una parte existen clientes, por otra la disposición a asumir el encargo y este intercambio beneficia a ambas partes, a la ciudad y al medio construido. Hemos dado respuesta a programas que no podían ser asimilados ni por la empresa proyectista estatal, ni por los arquitectos de la comunidad: bares, gimnasios, cafeterías, hostales. Actualmente, con la aparición de las mipymes, es de prever que se necesitarán nuevos proyectos, que tampoco queda claro quién ejecutará.
Que todas las actividades constructivas puedan realizarse privadamente, exceptuando proyecto y asesorías técnicas, es tan absurdo como quitar dos pasos a una escalera y pretender que funcione correctamente. Esta prohibición nos hace parecer prescindibles, lo que solo redunda en detrimento de las buenas prácticas constructivas y en una mayor pobreza de soluciones.
La mayoría de los arquitectos independientes trabajamos por vocación y no, como se ha pretendido, para lucrar. Es mucho más lucrativo desarrollar cualquier otro emprendimiento que proyectar; sin mencionar que es de una inconsistencia mayor estigmatizar la necesidad de ser rentables financieramente en un país donde el salario medio hace décadas no alcanza a cubrir necesidades básicas.
“Palapas en el mar” es el proyecto de un prototipo de cabaña flotante y la concepción de un conjunto de 10 unidades para la isla de Holbox. (Imagen: Pino Estudio)
En un repaso por sus obras, se nota una tendencia a la limpieza de las soluciones, a la combinación de belleza con humildad y mesura. ¿Esto responde al seguimiento de alguna corriente de diseño, como el minimalismo, o es el resultado de la necesidad y la adaptación a las carencias materiales y de acceso a un mercado consolidado?
AA: Quizás podríamos decir que más allá de referencias específicas, nuestra obra es resultado de una condición de trabajo contextual, de relación artesanía-profesionalidad, la construcción desde el sitio en el día a día y la interpretación de la cercanía al proceso material y social de la arquitectura. También hablamos del ajuste espacial y la comprensión del lugar más allá del proyecto inicial y la reformulación desde posturas «profesionales» de lo autogenerado, a partir de la relación con escenarios y sitios ampliamente meditados, que exploran de una manera, quizás hasta ingenua, nociones centrales de la arquitectura.
Esta noción de lectura a veces se refiere a un contexto específico de la obra, pero también puede ser entendida como una herramienta para analizar contextos mucho mayores, de realidades que trascienden lo físico para volcarse de la misma manera en otras categorías u otros fenómenos, es decir la lectura del contexto ya entendida como lectura de procesos más inconmensurables o multidimensionales.
PE: Para mí ha sido prioridad diseñar obras que estén perfectamente asentadas en la realidad material del país y del cliente. El proyecto toma forma a partir de las posibilidades concretas y asimila las condiciones constructivas, de materiales y del contexto, que terminan definiendo desde la concepción general, hasta los detalles arquitectónicos.
Sin embargo, también me interesa someter el proyecto a un proceso de limpieza, donde busco que solo lo más esencial se exprese. Por entonces muchos elementos de la obra dejan de percibirse y se integran al todo lo más orgánicamente posible. Me inspira crear lugares de paz y serenidad, refugios donde la vida humana pueda manifestarse sin ruidos visuales innecesarios.
¿Qué es lo que más les preocupa o rechazan de la producción arquitectónica cubana actual?
AA: La falta de acotación o de discernimiento de lo que se entiende por producción arquitectónica nos limita a expresar con claridad una idea conclusiva al respecto. Ante la aparente ausencia de un cuerpo de ideas rectoras en las distintas esferas que podrían asumir la definición del concepto de «lo arquitectónico», desde lo popular hasta lo institucional —con la excepción de la esfera académica—, la aplicación de variables comparativas o el análisis de soluciones desde el punto de vista práctico, en contraste con el concepto macro de producción constructiva, parece ser de alguna manera inconsistente o problemático.
En todo caso, en la referencia de soluciones vernáculas, sobre todo en el ámbito ambiental y simbólico, podemos encontrar elementos para contrastar alguna solución aislada, algún edificio o espacio generado.
El Apartamento, Albor Arquitectos, Planta 1er Nivel. (Imagen: Albor Arquitectos)
PE: El éxodo de arquitectos que sufre el país, incluso de aquellos que habían decidido echar raíces aquí. Todo lo que rechazo no tuviera ninguna importancia si las condiciones fueran propicias para fomentar un movimiento arquitectónico local y contemporáneo. Lo que pasa es que, a tanta falta de producción arquitectónica, lo que vemos erigirse son mayormente los ejemplos más facilistas y triviales. Para frenar esta situación lo primero sería fomentar la economía del ciudadano, la economía familiar. El gobierno debe liberar las fuerzas productivas y permitir todo aquello que represente bienestar popular, sin retrocesos ni demoras.
En segundo lugar, lo mismo que pedimos al Presidente en la carta entregada el 15 de febrero del 2021, firmada por una amplia y sólida representación de todo el gremio: la autorización del ejercicio independiente de arquitectos e ingenieros de la construcción y la implementación obligatoria de concursos públicos abiertos de arquitectura y urbanismo, para obras de relevancia e interés y para las intervenciones sobre el espacio público por parte de los gobiernos municipales o al nivel que corresponda.
¿Qué les preocuparía en cuanto a la evolución de las ciudades cubanas y qué permitiría contrarrestarlo en caso de que se levante o alivie el bloqueo y las inversiones constructivas se multipliquen en un período corto de tiempo?
PE: Me preocupa la degradación que siguen sufriendo grandes zonas patrimoniales, donde desgraciadamente mueren familias debido al colapso estructural. En La Habana, mi ciudad, me entristece ver que ya las calzadas se perdieron a pesar de que no pocos colegas se encargaron de alertarlo a tiempo, en cuanta plaza pública hubiere. Me preocupa el futuro de los barrios menos favorecidos: Centro Habana, Cerro, Diez de octubre, Regla; una Habana que he visto caer como resultado de la inacción negligente y la desidia de las autoridades.
Ante tal inseguridad constructiva, sin ningún plan factible en el corto y mediano plazo, cualquier consideración de otro orden parece fuera de lugar. Sin embargo, arquitectos y urbanistas debemos ser serios en esto: la arquitectura y la ciudad son importantes.
En la Habana falta prácticamente todo por hacer, desde un plan para el manejo de desechos, una actualización del sistema de alcantarillado, hasta un plan integral de reconstrucción. Mi mayor preocupación sería que se dependa del levantamiento del bloqueo para comenzar a hacer efectivamente por la ciudad. Esto no es en absoluto necesario.
Ante un nuevo auge constructivo en La Habana sería decisivo contar con un gobierno local, capaz de articular y gestar un Plan Director, que hiciera valer las regulaciones que dieron forma a la ciudad en aquellas zonas que lo ameriten y que trazara nuevas regulaciones donde pudiera admitirse mayor flexibilidad. Es urgente avanzar en la modernización de la administración pública, que debe estar obligada a la transparencia, la rendición de cuentas y a ofrecer espacios de participación ciudadana, por ejemplo, para la determinación de usos de suelo y aprobación de proyectos en aquellos lotes de mayor interés urbano.
También temo que tantos años de escaseces nos hagan olvidar lo lúdico. La Habana tiene que funcionar, pero también tiene que recuperar espacios para el disfrute. La relación con la bahía, el río Almendares, el desarrollo del Parque Metropolitano, el respeto al arbolado, son algunos viejos pendientes.
Cabañas del proyecto “Palapas en el mar”, de Pino Estudio. (Imagen: Pino Estudio)
¿Alguna vez han pensado que hubieran sido más exitosos profesionalmente si hubieran emigrado como muchos de sus colegas y compañeros de curso? ¿Por qué decidieron quedarse y hacer arquitectura en Cuba?
AA: Nos gusta pensar que hemos estado y hecho lo adecuado en cada momento. En Cuba se tiende a ver el proceso migratorio como una alternativa de ruptura total. Sin embargo, desde hace tres años nuestra obra se ha producido en una práctica cruzada entre Cuba y España y se ha ampliado recientemente con una colaboración profesional en Portugal, pero nuestra principal atención sigue estando en Cuba y las problemáticas de la profesión, sea desde lo práctico o lo investigativo.
PE: No, valoro mucho todo lo aprendido aquí. Pienso que hubiera perdido menos tiempo en cuestiones inútiles, hubiera tenido quizás más vacaciones y mejores condiciones de vida. Me quedé en Cuba porque es mi país y siempre tuve algo que hacer aquí, algo que en ese momento parecía lo más importante.
En conversaciones con arquitectos que inician su carrera profesional, he percibido poca esperanza en su futuro en Cuba. ¿Qué palabras de aliento se les pudiera enviar?
AA: Nos parece interesante llamar la atención sobre la crucial importancia, desde nuestra perspectiva, del periodo de pregrado. Hay una tendencia en nuestro gremio a subestimar el aprendizaje de esta etapa. Al interno de Albor Arquitectos hablamos frecuentemente sobre ello y aunque somos conscientes de sus limitaciones, es un período para buscar ayuda y aprender tanto como sea posible. Sobre todo, para alcanzar una formación metodológica que permita, en la etapa de postgrado, enfrentar las problemáticas de la profesión con responsabilidad, independientemente del contexto.
PE: Que no sigan ningún rebaño, que decidan por sí mismos: así cualquier cosa que hagan aquí o en cualquier otra parte, cobrará mayor sentido. Que no pierdan tiempo.
No tengo palabras de aliento: yo también he decidido irme.
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