La Dirección General de Tropas Guardafronteras del Ministerio del Interior, de conjunto con las autoridades partidistas y gubernamentales de los municipios costeros del archipiélago, hacen saber que desde el pasado miércoles 21 de septiembre se ha visto incrementada en cifras alarmantes la cantidad de personas que acuden a nuestras costas y otean en las aguas próximas a estas, no precisamente como integrantes de los destacamentos «Mirando al mar», ni siquiera como futuros componentes de los contingentes «Voy tumbando en lo que sea».
Al indagar con los aludidos el motivo de comportamiento tan sospechoso, se ha conocido que el día de marras fue publicado en el diario Granma un artículo en el que se anuncia que el Centro Internacional de Buceo María la Gorda y el Parque Nacional Guanahacabibes, con el apoyo del Acuario Nacional de Cuba y el Centro Nacional de Áreas Protegidas, organizan la VI Campaña de Control y Manejo del Pez León, a realizarse ―que quede claro― entre el 4 y el 6 de noviembre.
Aunque en las bases de la campaña se informa que los participantes pueden ser profesionales especializados, pescadores y buzos nacionales e internacionales, y que los equipos que le irán con todo al Pterois antennata estarán conformados por dos integrantes, se ha conocido de la composición de verdaderos trabucos de entusiastas que competirán por hacerse de la mayor cantidad de especímenes, dado que en la prensa se cometió el error de agregar que acudiría también «la comunidad local» y ―más preocupante― que dichos peces son comestibles y podrá presentarse un plato con los ejemplares capturados, con el objetivo de promover su consumo entre la población y los turistas.
A los ciudadanos ―acampados sobre arrecifes, manglares y sustratos movedizos― se les ha impuesto sobre el peligro de la picadura venenosa de esos vertebrados de llamativas aletas pectorales y comportamiento irritable. Sus glándulas (las de los peces) inoculan una toxina que puede causar parálisis respiratoria, insuficiencia en la circulación y fiebre. Insuficientes han sido las fuerzas del orden, no han logrado la parálisis de la circulación hacia la costa en lo que se presume una nueva fiebre de captura. La respuesta de los involucrados en el irresponsable episodio ha sido más irritable que la del pez. Han hecho colocar sobre las uvas caletas pancartas que rezan: «¡Que venga la fiera, que la estoy esperando!». No se sabe si están dirigidas al pez león o a los agentes.
«Los especialistas estiman que la invasión del pez león es probablemente el peor desastre ecológico artificial jamás visto, está dejando fuera de competencia a las poblaciones de peces nativos de otras especies marinas, por su capacidad de sobrevivir mejor, procrear más rápidamente y conseguir alimento con más éxito», ha dicho el periódico. «De nuestra capacidad de sobrevivir, mejor ni le hablo ―declara uno de los pescadores furtivos―. ¿Podemos procrearnos si no hay cómo conseguir alimento con más éxito?».
El pez león tiene un alto valor nutricional, con una proporción importante de grasas omega 6 y omega 3, de ahí que se especule que los miles de ciudadanos que se han situado en nuestras costas a la espera de la aparición de los espinosos seres hayan sido influidos también por la lectura de otro artículo, replicado por Juventud Rebelde, donde se menciona un estudio que ha revelado «la conexión interna entre cerebro e intestino», por la cual la grasa que llega a este «desencadena una señal que es transmitida al cerebro por medio de los nervios y provoca el ulterior deseo de volver a ingerir comida grasa. Eso que podríamos llamar coloquialmente como un antojo».
A contrapelo de que «estas observaciones abren la puerta a la posibilidad de interferir en esa conexión intestino-cerebro, para cortar el deseo de más grasa, ayudar a elegir opciones más saludables y abordar el creciente problema mundial causado por el exceso de comida», y de que «los investigadores han concluido que también con el azúcar se activa el mismo mecanismo intestinal hacia el cerebro», nuestro país, en espera de «modos farmacoterapéuticos de interrumpir esa conexión intestino-neuronal», hace ingentes esfuerzos para cortar el deseo no solo de más grasa y más azúcar, sino de cualquier cosa masticable.
«Vivimos en tiempos sin precedentes, en los que el consumo excesivo de grasas y azúcares está causando una epidemia de obesidad y trastornos metabólicos», así que urge evitar que se propague María la Gorda.
Llamamos a todos los que hoy se aglomeran en playas, salientes y deltas de los ríos a que abandonen el antojo. La VI Campaña de Control y Manejo del Pez León tendrá como sede únicamente al Parque Nacional Guanahacabibes, en el extremo occidental, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. En sus zonas está prohibido todo tipo de pesca comercial, deportiva, recreativa y submarina, salvo para… profesionales especializados.
En momentos en que nuestro pueblo acude a dar el sí por un documento que en su capítulo II del título III establece las pautas sobre la obligación legal de dar alimentos, pedimos a los posibles involucrados en el delito de pesca ilegal de especies marinas que concienticen en que serán quince mil crías las que quedarán abandonadas a su suerte por cada hembra leona que sea ensartada por los arpones. La familia Scorpaenidae también merece su Código.
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