Un girasol de plástico en la esquina, al lado una bandera cubana con un rostro en blanco y negro de mirada acusadora, un fondo blanco en la pared, una planta sobre una mesa y un par de muchachas jóvenes. Esa es la presentación de un video que la página Kiss Me Le Papayé publicó en Facebook el 10 de abril del 2020. En este material, Ana Olema y otra chica que se hace llamar Miss Pérez (autodefinidas como artistas de Miami y anticomunistas) nos invitan a “conocer” como terminar con la pandemia. El video está dirigido al público cubano: “Esto es contigo” rezan carteles en mano. Y vamos a hacerles caso, por ahora. No faltara más.
Su tesis se basa fundamentalmente en la consiga: “En vez de quedarte en casa, sal de tu casa”. ¿Es la cuarentena parte de la solución o del problema? Se preguntan. Bajo argumentos hechos públicos por Tony Robbins un norteamericano filántropo que se autodefine como el coach y orador motivacional #1 del mundo (famoso por programas de televisión donde lleva a celebridades, gente común y hasta tres expresidentes norteamericanos) las presentadoras se cuestionan la veracidad y efectividad de las medidas que se están tomado por la mayoría de los gobiernos del mundo siguiendo los consejos de la Organización Mundial del Salud (OMS). “Este aislamiento totalitario no hará que la pandemia disminuya, la cuarentena no está funcionando” repiten. Según Olema, la OMS es cómplice de gobiernos comunistas como el de China, Cuba y Vietnam al ocultar las cifras verdaderas de los casos contagiados en estos países. Sus gobiernos no son legítimos, por tanto, no son confiables según ellas.
Para estas “comunicadoras” la Covid-19 (nombre de la enfermedad) y el SARS-Cov-2 (nombre del virus que la provoca) son la consecuencia y un crimen de lesa humanidad del comunismo, respectivamente. Otro más. Proveniente ahora de las “siniestras” manos del gobierno de China. Ilustran un banner cuyo mensaje es: “la contención y la mitigación son un error según científicos y especialistas”. ¿Cuáles? No citan a ninguno. La ONU debe ser eliminada, junto con la OMS porque solo se dedican a cobrar dinero, tampoco sirven para nada según el par de marras. Usando conceptos como Inmunidad Colectiva llaman a dejar que las personas se enfermen.
Según la revista NIH Medline Plus del gobierno norteamericano, la definición de esta inmunidad es: “la que se adquiere por una población de individuos cuando están protegidas ante una enfermedad, ya sea por vacunación o por el hecho de que estuvieron expuestos a esa enfermedad y sobrevivieron, lo que hace que la infección sea difícil de propagarse”. Y si, eventualmente dejaremos de estar enfermos si nos vacunamos contra el SARS-Cov-2 y sus variantes, y si, eventualmente los humanos tendremos la posibilidad de adquirir inmunidad contra el virus. Comparar al SARS-Cov-2 y al A H1N1 no tiene sentido puesto que aunque la enfermedad producida por ambos virus tiene características similares, la sintomatología y las consecuencias para el cuerpo humano no son las mismas, tampoco los virus son de la misma familia ni tienen el mismo origen. Pero ellas insisten.
La solución no es dejarse enfermar.
La cuarentena no está retrasando este proceso como pregonan en el video. La economía no es ahora lo más importante, sino la vida humana. La gente está muriendo, y no solo ancianos, gente joven y hasta adolescentes con problemas de salud comunes como la diabetes, la hipertensión y el asma también han muerto. Sin contar embarazadas e infantes, ya que su sistema inmunológico ya de por si se encuentra disminuido y no está en condiciones de palear la carga viral. Los que consiguen sobrevivir muestran en muchos casos dificultades para respirar, ya que el sistema inmune de estas personas en algún momento de la enfermedad comienza por atacar no solo a células infectadas por el virus sino también a células sanas, ocasionando daños múltiples en los alveolos de los pulmones, por donde ocurre el intercambio de gases.
Su contradicción es tal que llegan al punto de llegar a decir que el daño a la economía va a ser mayor que las muertes provocadas por la enfermedad, y cito: “No quiero decir que las vidas de las personas no valen, pero se está hablando de vidas de personas que están encerradas en su casa sin ayuda del gobierno, puesto que viven en un país del tercer mundo y no en todos lados se tiene la suerte de contar con un gobierno (norteamericano) que ayuda económicamente a sus ciudadanos”, todo esto mientras presentan otro banner flotante cuyo mensaje solicita : “permitir que personas menores de 65 años sin problemas de salud significativos vayan a trabajar ya que su riesgo de muerte es cercano a cero”. Mienten.
Me pregunto si estarían haciendo referencia al gobierno cubano y su pueblo. Cuyas cifras de enfermos y muertes por la Covid-19 son bajas en comparación con la de la mayoría de los países de la región. Solo en el condado de Miami-Dade las cifras dicen otra cosa, hagamos cuentas. Según una estimación de Google este condado tiene una población de 2,717 millones de habitantes para el año 2019, y el centro de información sobre la COVID-19 de la Universidad Johns Hopkins que está en línea muestra que en Miami-Dade hay 10153 enfermos confirmados (0,0037% de la población o lo que es igual 373.68 enfermos/100000 habitantes) y 240 muertes (casi 9 personas fallecidas por cada 100000 habitantes) hasta el 22 de abril. Según estas mismas fuentes Cuba tiene una población de 11, 34 millones de personas para el año 2018 y 1189 enfermos (10,5 personas enfermas por cada 100000 habitantes) y 40 fallecidos (0,35 fallecidos por cada 100000 habitantes). En el estado de la Florida solo 14% de los ciudadanos han recibido la tan sonada ayuda del gobierno federal norteamericano.
Entonces ¿De qué están hablando Ana Olema y Miss Pérez? Si hiciéramos lo que ellas predican estaríamos cometiendo un acto de imprudencia e insensatez contra nuestros respectivos sistemas de salud, y nuestras comunidades en general. Las consecuencias económicas y sociales serían muchísimo mayores que las que se estiman si comenzáramos a salir de nuestras casas. Y las cifras antes mencionadas se verían sobrepasadas.
Su objetivo es criticar al gobierno cubano incitando a romper las medidas de aislamiento, aumentar el número de contagios y de muertes, y culpar también por ellas al gobierno.
En todo el mundo se han presentado muchos casos donde las redes sociales, los influencers e Internet posibilitan que delincuentes, oportunistas y otros actores sociales aprovechen el acceso a la red de redes para crear un “estado de trastorno de la información” en el que la verdad se convierte en quimera resultando realmente muy confuso para muchas personas seguir las indicaciones de organismos confiables. Pero la combinación de una cultura pobre, datos y verdades a medias, estadísticas confusas y el mensaje claro de desobediencia a medidas gubernamentales que atentan contra la vida de los ciudadanos, no es buena. Es fatal.
Desmentir los errores, informaciones falsas, incongruencias y argumentos seudocientíficos que se usan en este video para llamarnos a todos a desobedecer al gobierno y salir de las casas, es un deber moral. No solo mío, de cada ciudadano que sienta no solo su inteligencia insultada, sino la de enfermeras y médicos y otras tantas personas que día a día están en los hospitales exponiendo su vida ante la enfermedad.
Realmente lo que importa en el video no es la vestimenta que usan, ni el lenguaje soez, ni el mal gusto de mezclar palabras del idioma inglés junto al castellano a la hora de llevar un recado a sus posibles consumidores ni su anticomunismo obsoleto, sino la irresponsabilidad garrafal de publicar un mensaje que contradice lo aconsejado por las autoridades sanitarias a nivel internacional y local. La Covid-19 no es un catarro normal como ellas lo promocionan, citando a Donald Trump. Clamar desde la base de cuestionables argumentos por la desaparición de la conducta de distanciamiento social, es un insulto al trabajo de los que hoy se desviven por cuidar la vida de sus conciudadanos, y al menos en Cuba es un delito. Estemos claros.
Deben primar la conciencia colectiva y la solidaridad entre todos en momentos en los que la vida humana, ese derecho fundamental del que gozamos está en riesgo, más cuando personas sin ningún conocimiento básico en epidemiología se demuestran activas en propagar noticias falsas que solo atentan contra el orden ciudadano, con la consecuente sobrecarga para el sistema de salud de cualquier país. Seamos responsables. Quédense en sus casas. ¿Me lees Ana Olema? No te vamos a hacer caso.
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