―¿Ese es el «Taller sobre herramientas para la comunicación política»?
―El mismo.
―Dígame una cosa: ¿tienen materia prima y personal para reparar el país?
―Estamos enfocados, como dicen Silvio y Pablo, en «virar esta tierra de una vez».
―Lo cantaron hace medio siglo. Ya el proceso se encamina a los 65 años, edad propicia, según las leyes, para la jubilación.
―Se entona ahora «Venga la esperanza». ¿Ha seguido las sesiones de la novena legislatura? Si algo no ha faltado son los «debates severos». Se denunciaron «ineficiencias y obstáculos generados por nuestra propia impericia y errores», se demandó un «plan integral» para «sacudir la inercia, quitar más trabas y superar la autocomplacencia».
―¿Hay autocomplacencia más autocomplaciente que insistir en que «el país avanza»?
―El Partido puede afirmar eso porque «está en el centro de los problemas»,
―¿Y no será el problema mismo?
―«Hay potencialidades y posibilidades para hacerlo; lo que hay que hacerlo de una manera inteligente, comprometida, ágil, buscando eficacia, efectividad y eficiencia en todo lo que se haga». «Cualquiera de las medidas que queramos tomar lleva un mínimo de recursos financieros».
―Así que necesitamos plata. Esas innovaciones del presidente…
―«No somos robots programados para no fallar».
―Uno espera que el software de «la nueva geografía del poder que ha creado la Revolución Cubana» sea un poco más eficaz que el de Palmiche. Que «nuestro paradigma se basa en relaciones sociales significativas, en el concepto de vida útil y felicidad por aportar», o que «la buena noticia es que solo por el camino más difícil se llega a los resultados duraderos» no dice nada.
―Recuerde que «Cuba es ya una unidad de medida».
―Mide muchas Cubas la única que se impone y no todas las que debían ser.
―No la coja con el primer secretario, no fue el único que intervino. Sobre la Ley de Ganadería ha dicho el vicepresidente Mesa: «El nuevo instrumento legal ayudará a poner orden en el campo, a recuperar los servicios técnicos y el control de la masa».
―Control de la masa… Me suena.
―El ministro de Transporte informa que el ferry adquirido por el país para los viajes entre Batabanó y la Isla no entró en funcionamiento por la no conclusión del dragado en el Surgidero.
―No me extrañaría que en el próximo período de sesiones se quejen del dinero erogado en una nave espacial. En Marte se descubren más cosas que las que aparecen en nuestras tiendas.
―Mientras en ese planeta rojo se ha localizado una zona con movimientos sísmicos activos, en Cuba el ministro de Economía se lamenta de que no se ha logrado «el estremecimiento de la empresa estatal».
―Total, a él no se le mueve la tierra bajo los pies.
―Está convencido de que tendremos un mejor año.
―A juzgar por el que termina, el 2023 puede ser solamente pésimo. Las estadísticas se mueven de una manera rara, como los terremotos en Marte.
―En eso tiene razón. El ministro de Agricultura informa que «se incumple la mayoría de los renglones productivos», para dos párrafos más abajo aseverar que «en cuanto a las producciones agrícolas, en 2022 se ha comenzado a registrar una recuperación de estas, en lo que ha jugado un papel decisivo el cultivo de viandas rústicas o tropicales».
―Alimentación rústica. Y hay que oír que la situación es tan compleja y difícil «que acecha en alguna medida la queja, el descontento». ¡¿En alguna medida?!
―El presidente ha sido autocrítico y valiente. Expresó que contamos con ley de soberanía alimentaria, ley de ganadería y ley de la pesca y a los cubanos eso no se les traduce en más comida, más carne y más pescado.
―Cuestión de osadías: la aparición del nuevo Código Penal sí trae aparejada la criminalización de los que protestan por la escasez de comida, carne y pescado.
―Esa ley tendrá que irle duro a la descomposición moral. Marrero Cruz ha dicho que «para ganar el combate contra la corrupción, es vital romper el triángulo conformado por la necesidad, la posibilidad y la codicia».
―El Código Penal y la Ley de la Contraloría se enfrentan a «la corrupción de ciertas capas intermedias que pescan en el río revuelto de las dificultades» y no a quienes no necesitan la codicia porque tienen todas las posibilidades.
―No los lleve hasta la tabla. «Ningún presidente tiene su vergüenza, muy pocos reconocen las insatisfacciones como personales». Díaz-Canel se confiesa el principal responsable de las situaciones que vivimos. Llegó incluso a expresar que siente «una enorme insatisfacción por no haber sido capaz de lograr, desde la conducción del país, los resultados que necesita el pueblo cubano para alcanzar la anhelada y esperada prosperidad».
―Yo le daría otro chance. Ya bastante tiene con buscarse que en su núcleo del Partido se le haga una amonestación pública.
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