En Cuba, los arrendadores de viviendas parecen la solución natural al deficit en habitaciones de hoteles, ante la futura avalancha de visitantes estadounidenses. Hasta The Washington Post lo vaticina en su edición de papel. El futuro auge del hospedaje en casas particulares parece escrito en los decretos de Obama.
Por coincidencia, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) e Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior comenzaron el 2015 dándole a los arrendadores del Vedado habanero una noticia que les ha puesto los pelos de punta.
Desde principios del año en curso, quienes renten habitaciones, apartamentos o casas al turismo internacional, son responsables de todo lo que le ocurra (o se les ocurra) a sus inquilinos, dentro del espacio que alquilan. El anfitrión deberá procurar la seguridad de su huésped, aunque no se preocupe por esta, y sin importar que sea físicamente imposible.
Quienes descuiden las rutinas de ‘sus’ turistas, sufrirán un castigo peor que una multa: la pérdida de la licencia para rentar, una sanción que dejaría a los afectados sin solvencia económica, en un país donde la creación de empleo está en el cuentapropismo. Las autoridades comunicaron este cambio de actitud en una reunión a la que fueron convocados los arrendadores del Consejo Popular Rampa, en el municipio Plaza, de La Habana. Es importante precisar que la mayoría de los casastenientes rentistas presentes en ese encuentro, eran personas de la tercera edad y de sexo femenino.
El anuncio es un incentivo para que los anfitriones le echen un ojo permanentemente a sus huéspedes. La Policía no toma estas medidas gratuitamente. Al explicar sus nuevas responsabilidad a los arrendatarios, indicaron como causa el aumento de los delitos contra los turistas.
En opinión de los agentes, la primera línea del enfrentamiento al crimen contra los extranjeros empieza en el interior de las casas de los arrendadores (nadie informó si también intimidaron a las cadenas hoteleras).
No es noticia para nadie que en Cuba (y en cualquier parte del mundo) los visitantes foráneos más despistados siempre atraen sobre si una nube de personajes de dudosa reputación, desde improvisados traductores demasiado amistosos hasta ladrones hábiles en el uso de somníferos.
Las palabras de los oficiales de la PNR no dejaban lugar a dudas. El arrendador es responsable de garantizar al 100% que su inquilino no se meta en problema (o en todo caso, que meta el problema dentro del arrendamiento). Es el tutor legal del turista, con una especie de Patria Potestad, paredes adentro.
La medida busca convertir, bajo amenaza, a los propietarios de casas de alquiler en vigilantes de sus huéspedes, a quienes deberán salvar a sus huéspedes de cualquier situación y en cualquier momento del día (el hábito de dormir de madrugada no cuenta como pretexto, y muchos menos el hecho de que el arrendador no debería estar en el interior de la casa o habitación alquilada).
Las autoridades de la PNR del municipio Plaza también exhortaron, sin pudor, al control permanente sobre los turistas, olvidando que cuando uno se va de vacaciones lo menos que espera es privacidad, lo que implica, en la mayoría de los casos, procurar que un extraño no esté husmeando en tus actividades.
La noticia es toda una novedad, para quienes llevan décadas en este forma de cuentapropismo. Nunca antes la policía se había dedicado a responsabilizar o castigar al arrendatario (como se ha recreado en tantos Tras La Huella, donde los delincuentes internacionales frecuentan casas de alquiler).
Amenazar o inculpar y dejar sin sustento a los arrendadores, quienes pagan al año nunca menos de 10 mil pesos cubanos en impuestos, solo para dar un escarmiento colectivo, parece más un problema que una solución.
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