Soy un eterno insatisfecho. Los últimos congresos que han tenido lugar en el país me han dejado deseando más, de alguna manera siempre me queda el sabor de que nos quedamos cortos, que la gravedad es mayor de lo que se dice y la crítica se hace pero a menudo va envuelta en papel de regalo. En estos días sesiona el II Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la capital del país, y hasta ahora, va pareciendo un escenario distinto.
No sé si será porque los artistas son transgresores por naturaleza o es que ya existen condiciones para ello pero se respira un ambiente de transformación difícil de ignorar. Soy testigo de varios debates sobre política internacional en la primera jornada del congreso. Los muchachos preguntan con sentido crítico sobre cierto barco norcoreano, las deficiencias en la prensa nacional y un cable de fibra óptico que aunque ya no esté perdido, sigue estando ausente.
La AHS contiene dentro de sí a los artistas, escritores y creadores noveles del país. Con una membresía aproximada de 3000 miembros, entre sus filas se encuentran jóvenes que desde ya vienen marcando la cultura cubana y en un futuro serán sus principales protagonistas. Que muestren un pensamiento crítico desde ahora me da cierta esperanza, solo queda esperar que la cotidianidad de la maquinaria burocrática no se alimente de ellos y lleguen a la cúspide de su vida profesional con el mismo espíritu.
Pues sí, los jóvenes están revueltos, inconformes, revolucionarios… lástima que la prensa de seguro no se hará eco de las intervenciones más polémicas, que casi siempre son las más interesantes, entonces los miembros de la organización no sabrán que fueron bien representados por sus delegados. En este segundo congreso de la AHS se está hablando claro de política (¡al fin!), esperemos que no sea un rayo de luz ocasional sino que se convierta en algo cada vez más recurrente.
Siempre me he preguntado dónde están los jóvenes que arriesgarían la vida de verdad por este país, quizás los tenga sentados a mi lado acá en el congreso, es posible. La esperanza se agradece en estos tiempos de certezas escasas. Por alguna razón desde que empezó el congreso no me puedo sacar de la cabeza las palabras de Silvio: “menos mal que existen los que no tienen nada que perder…ni siquiera la muerte”. Luego les cuento más.
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