Recién he leído un par de análisis excelentemente documentados del Dr. en Ciencias Juan Triana Cordoví, uno de los mejores economistas de Cuba según mi criterio. Al aludir a la industria azucarera y su situación actual, escribe: «Escuchar que hoy, muchos años después, vamos a “recuperar”, “salvar”, la industria de la caña de azúcar, me produjo sentimientos encontrados: Vergüenza y rabia, rabia y vergüenza». ¡Cuánta razón le asiste! Y tales reacciones se extienden por igual si analizamos la agricultura, la ganadería y otros temas.
No pretendo incursionar en los ángulos técnico-científicos de estos asuntos, sino en el complejo de relaciones económico-sociales y políticas que, a mi modo de ver frustraron, una y otra vez, década tras década, las inversiones, innovaciones y empeños que pretendían la mayor prosperidad posible y que desembocaron, una y otra vez, en sonados fracasos. Examinemos ese complejo de relaciones que pueden ayudar en alguna medida a comprender mejor los análisis de Triana.
1. La Primera Ley de reforma agraria se basaba —fuera de aquellos campesinos que optaron por el cultivo individual de sus parcelas— en un ordenamiento de cooperativas con amplísimas facultades y poderes (Véanse la referida ley y la obra de Lisandro Otero: Zona de Desarrollo Agrario) cuyos éxitos iniciales ratificaban el atinado curso de semejante disposición. Los cooperativistas (un caso fue el de la cooperativa Hermanos Saíz) percibían ganancias como nunca antes.
Muy pronto se frustraría este proyecto. Un año más tarde —segunda mitad de 1960— se produjo una estatización abrumadora que borraba el modelo positivo del año anterior. Se implantaron dos instrumentos que significaron un desastre mayúsculo: La suplantación de las cooperativas por Granjas del Pueblo (propiedad estatal total), y la anulación casi completa de las relaciones de mercado por ese engendro monstruoso conocido como ACOPIO.
Un argumento esgrimido con insistencia por parte de casi todos los dirigentes del viejo Partido Socialista Popular (PSP), era que los campesinos de las cooperativas iban en camino a convertirse en los kulaks (campesinos ricos) de nuestra realidad y constituirían la base social de la contrarrevolución que ya surgía por todas las provincias.
Este giro a la estatización autoritaria contribuyó en no poca medida a nutrir la base social de la contrarrevolución. Baste señalar un par de ejemplos: a. Los alzados del Escambray estaban inseparablemente condicionados a los abusos y extremismos del Comandante Félix Torres (filiación PSP); y b. La más numerosa evidencia de alzados se observa en Matanzas y tuvo su eco más sonado en el estallido social ocurrido en Cárdenas; en lo cual tuvieron particular responsabilidad los abusos y extremismos de Julio Suárez (Restano) y Calderío (El Abuelo), los dos miembros del PSP.
En 1963, la Segunda Ley de reforma agraria —más allá de algunos beneficios en materia de asignación de nuevas tierras a las Granjas del pueblo y agricultores pequeños—, reforzaba dichos mecanismos de estatización absolutista.
(Foto: Fidel, soldado de las ideas)
2. A fines de los años sesenta del siglo pasado, se instauró un proyecto bautizado como «Cordón de La Habana» en referencia a la creación de una zona de cultivos —incluido el café Caturra—, con la que se pretendió garantizar la alimentación más estable de la Capital. Fue un enorme fracaso que culminó en el primer gran escándalo —en voz baja— de corrupción organizada por parte de los dirigentes encargados del proyecto.
3. El esquema antes descrito prevaleció durante treinta años, momento en que se produjo el abandono del modelo de Granjas de pueblo por otro conocido como Unidades Básicas de Producción Agro-Pecuaria (UBPC).
Todos los que trabajaron en este nuevo modelo —que supuestamente regresaba a las cooperativas—, propusieron la entrega de la propiedad de la tierra a las nuevas UBPC; sin embargo, Fidel se negó rotundamente y dejó sobre las mismas no solo el endeudamiento que adquirieron (nacían con una pesada carga), sino todas las injerencias y controles de los tiempos en que eran granjas estatales. A tenor con ello, el resultado fue igualmente un sonado fiasco (con particular impacto en la producción de caña de azúcar, alimentos y producción pecuaria).
Más de veinte años después se introdujo un paquete de reformas encaminadas a remodelar el funcionamiento de las UBPC. ¿Sirvió de algo? Evidentemente no, pues todavía están repensando qué hacer con las UBPC.
4. Por otro lado, el sector minoritario de agricultores privados agrupados en verdaderas cooperativas, denominadas de Créditos y Servicios (CCS), siempre demostró ser el único sector agropecuario realmente productivo del país. Si bien representaba apenas el veinte por ciento de los agricultores, eran los únicos en generar dos tercios del total de la producción agrícola anual… Si el criterio valorativo de la verdad es la práctica, ¿cuál debería ser la conclusión después de más de sesenta años?
5. El propio Raúl Castro se refirió hace algún tiempo a un ejemplo en extremo elocuente: Vietnam no producía café y Cuba le aportó técnicos y experiencias. Años más tarde, Vietnam era ya un importante productor-exportador de café a escala mundial, en tanto en Cuba el aromático grano está casi desaparecido. Raúl Castro prometió leche y ¿dónde está si no es importada? La famosa proposición: «Vamos a tomarnos un café a la esquina», desapareció ya del vocabulario cubano… para no hablar de la carne de puerco y las viandas más habituales de nuestra restringida dieta. El propio Triana reflejaba claramente tales escaseces en su artículo «Mi reino por un boniato».
Algo parecido pudiera decirse de una isla rodeada de mar, donde comerse un pescado es algo olvidado y hoy prácticamente imposible dada la nueva ley que restringe al máximo la actividad pesquera. Cabe destacar que en su momento, el Ministerio de la Pesca —y su ministro de entonces Rodríguez Romay— fue escenario de un espectacular caso de corrupción. ¿Resultado? En la actualidad Cuba, la mayor de las Antillas, no posee un Ministerio de la Pesca ni pescado que comer.
Orlando Rodríguez Romay había sido capitán de navío de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR) ymcomandante del buque escuela José Martí, jefe de la base nacal de Cabañas y viceministro primero de Transportes.
6. La industria azucarera fue declinando paralelamente a los reveses descritos. El primer desastre fue la Zafra de los Diez Millones, concebida de manera improvisada y sin la base industrial necesaria. Orlando Borrego, ministro del Azúcar, le razonó a Fidel la imposibilidad de alcanzar semejante meta por los problemas con los centrales azucareros. La solución de Fidel fue despedir («tronar») a Borrego, pero con él o sin él, no se alcanzó la ansiada meta.
Con la incorporación de Cuba al CAME se intentó suplir, en muy poca medida, las múltiples necesidades de la industria azucarera (vale anotar que un episodio similar tuvo lugar con la industria del níquel a mediados de los ochenta) sin que se lograran los niveles de modernización necesarios. El gobierno cubano realizó ingentes esfuerzos que permitieron, en un breve período alcanzar la cifra de ocho millones de toneladas, para de inmediato iniciar un proceso acelerado de declinación que se prolonga hasta hoy, con una producción que apenas alcanza el medio millón de toneladas.
Cuba, la llamada azucarera del mundo como pilar de su modelo agroexportador, discute hoy, de manera desesperada cómo salvar la industria azucarera. Atrás ha quedado otra frase: «Vamos a tomarnos un guarapo bien frío»… Hoy, el agricultor y el indispensable machetero que cultiva y corta la caña, ¿cuánto reciben por una arroba cortada? Muy poco. En consecuencia, prefieren dedicarse a la producción de alimentos que le reportan mayores ingresos.
7. En el transcurso de los años sesenta, e insistentemente, trató el Estado cubano de promover la cría de ganado. Millones fueron gastados en comprar sementales y vacas lecheras en Canadá y se alentó la crianza de ganado menor. Para fines de esa década todo había fracasado.
En esos años, una y otra vez, científicos y especialistas canadienses, franceses y británicos trataron de aconsejar un cambio de dirección en los planes de la ganadería. Otros —como Charles Bettelheim— intentaron razonar y hacer sugerencias encauzadas a remodelar el sistema estatista-absolutista dominante en la economía insular. A la larga o la corta, todas esas asesorías fueron desestimadas. Prevalecían la rigidez y el verticalismo por doquier. Como resultado, cada una de las iniciativas se paralizaba, hundía y fracasaba.
8. ¿Por qué esta interminable cadena de fracasos? Porque por muchas inversiones, tecnologías, innovaciones y esfuerzos acometidos, el marco de relaciones de producción en que las mismas debían insertarse (estatización-absolutista, verticalismo, improvisaciones, ausencia total de sistematicidad, negación de las relaciones de mercado, giros impensados por parte de Fidel y otros directivos); hicieron imposible cualquier proyecto sostenible.
La dirigencia cubana se empecinó en la conservación de semejantes prácticas en un marco de relaciones de producción probadamente inoperantes —desde las experiencias soviéticas pasando por las comunas populares de China—, hasta el día de hoy. De ahí el estallido social y político del 11 de julio del 2021.
Y quién sabe mañana. Un conocido refrán asevera: «Rectificar es de sabios», mas, al parecer no abundan los sabios, al menos hasta ahora…
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