Los números rara vez mienten. Menos si se trata de pelota y el acuerdo entre la Major League Baseball (MLB), con el consentimiento de la Asociación de Jugadores de la MLB (MLBPA) y la Federación Cubana de Béisbol (FCB). De haberse sostenido en el tiempo, actualmente contuviese la creciente hemorragia de jugadores antillanos que, por mecanismos legales o no, han partido en busca de calzar sus spikes en el mejor béisbol del mundo.
Hablo de una media de entre 100 y 120 peloteros por año, que según datos del periodista e investigador Francys Romero, no solo pertenecen a la categoría élite. De acuerdo con Romero, una veintena iniciaron la temporada 2023 en el roster de 40 de alguno de los equipos de Grandes Ligas, como parte de los más de 180 que figuran en alguna organización perteneciente a franquicias de la MLB, cifra que hoy supera los 30 y algunos de ellos asumen liderazgos dentro de dicho circuito.
Sucede que el pacto rubricado el 19 de diciembre de 2018, sobre el cual ambas instancias habían trabajado con mucho tino y diplomacia por más de tres años, fue anulado de un plumazo por el expresidente estadounidense Donald Trump el 9 de abril del año siguiente.
La clínica impartida por jugadores en activo y la presencia de las principales autoridades de la MLB en Cuba en 2015, fue parte del proceso de acercamiento y construcción del acuerdo beisbolero firmado luego en diciembre de 2018. Foto: Cortesía del Autor.
En una misiva dirigida a la MLB, el entonces mandatario esgrimió que el hecho de que un club X pagara a la FCB el 25 % correspondiente a la tasa de liberación de jugadores, equivalía al financiamiento del gobierno cubano, y por tanto, violaba la Ley Comercial de los Estados Unidos.
La carta de la Casa Blanca fue publicada en su momento en la cuenta de la red social Twitter del periodista de ESPN Jeff Passan, y explicaba sobre la aplicación de una licencia general a las actividades de la MLB según el Reglamento de Control de Activos de Cuba (CACR), así como las orientaciones dictadas por el Departamento de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro al respecto:
«El CACR administrado por la OFAC prohíbe a todas las personas sujetas a la jurisdicción de los Estados Unidos comerciar con bienes en los que Cuba o un ciudadano cubano tengan intereses, salvo que estén autorizados o exentos.
La Sección 515.571 (e) del CACR autoriza las transacciones relacionadas con el Patrocinio o contratación de un nacional cubano para trabajar en los Estados Unidos en un estado de no emigrante o en virtud de otra autorización de viaje por parte del gobierno de los EE. UU. o contratación de un nacional cubano.
A la luz de los hechos que se nos presentaron recientemente, y luego de consultar con el Departamento de Estado de los EE. UU., La OFAC determinó que los pagos de las Grandes Ligas a la Federación Cubana de Béisbol no están autorizados por la sección 515.571 (e) del CACR, porque un pago a La Federación Cubana de Béisbol es un pago al gobierno cubano.
Además, ninguna otra licencia general en el CACR autoriza estos pagos. Asimismo, los pagos de la MLB a la Federación Cubana de Béisbol están prohibidos a menos que estén específicamente autorizados por la OFAC. Si MLB desea hacer estos pagos, puede solicitar una licencia específica de la OFAC».
Por su parte, la FCB es una asociación no gubernamental autónoma, inscrita ante el Ministerio de Justicia, adscrita al Comité Olímpico Cubano y miembro de varios organismos internacionales ligados el béisbol. Por estas razones, goza de independencia y prerrogativas para el ejercicio de sus funciones.
Cabe señalar que la “tasa de liberación de jugadores” previamente mencionada, sería similar a la contenida en los acuerdos de protocolo de MLB con las ligas profesionales de Japón (NPB), Corea del Sur (KBO) y Taipéi de China (CPBL), e independiente al contrato que lograse cualquier pelotero. Sin embargo, las relaciones sostenidas por nuestro béisbol con el estadounidense trascienden las fronteras de lo deportivo y encallan recurrentemente en los arrecifes de la política.
Poco duró el brillo en los ojos de quienes aunaron sus esfuerzos para materializar un convenio que rompería las politizadas cadenas que, desde una y otra administración, pesaban sobre el estrechamiento de lazos mediante un fenómeno como la pelota, que marca la cultura e identidad de ambas naciones.
También duró poco para los primeros 34 peloteros menores de 25 años y con al menos seis Series Nacionales de experiencia, que como parte de lo pactado serían elegibles para alguna de las 30 franquicias de la Gran Carpa interesadas en su talento y servicios.
Cual castillo de naipes, se derrumbaron todas las acciones que con precisión se habían tomado, sobre las que se expresarían las máximas autoridades beisboleras cubanas y estadounidenses:
«Durante años, las Grandes Ligas de Béisbol han estado buscando poner fin a la trata de jugadores de béisbol de Cuba por parte de organizaciones criminales al crear una alternativa segura y legal para que esos jugadores firmen con Clubes de las Grandes Ligas. Creemos que este acuerdo logra ese objetivo y permitirá que la próxima generación de jugadores cubanos persiga su sueño sin tener que enfrentar muchas de las dificultades experimentadas por jugadores actuales y ex jugadores cubanos que han jugado en las Grandes Ligas de Béisbol».
Rob Manfred, Comisionado de la MLB
«Establecer un proceso legal y seguro para ingresar a nuestro sistema es el paso más importante que podemos dar para poner fin a la explotación y el peligro para los jugadores cubanos que buscan una carrera en las Grandes Ligas de Béisbol».
Tony Clark, Director Ejecutivo de la MLBPA
«Esta es una victoria de la pelota cubana, de su calidad, de la entrega y valía de sus peloteros. Es también un reconocimiento a hombres como Omar Linares, y muchos otros peloteros estrellas que han prestigiado nuestras Series Nacionales…»
Higinio Vélez, entonces presidente de la FCB
Jugadores de la talla del lanzador de los Dodgers, Klayton Kershaw, manifestaron su respeto por la pelota cubana y el deseo de ver brillar el talento de nuestros beisbolistas en la Gran Carpa. Foto: Cortesía del Autor.
Bien parados en el cajón de bateo
En no pocas ocasiones he escuchado decir que si queremos saber cómo marcha Cuba, debemos analizar cómo va su pelota.
Hoy, con una economía en extremo deprimida y con el fenómeno de la substistencia lastrando las agendas cotidianas, es comprensible que muchos peloteros ansíen probarse en escenarios beisboleros más lucrativos.
Al declive en cuanto a nivel cualitativo de las Series Nacionales, se suman otras realidades asociadas a la infraestructura y al esquema de la competición, como problemas con el hospedaje, alimentación y traslado de las novenas, carteleras de cinco juegos en línea con programas de dobles desafíos a siete innings –esto implica desgaste excesivo y subterfugios para establecer rotaciones en un área medular y debilitada como el pitcheo, en aras de mantener su estabilidad en todas las selecciones-, entre otros aspectos.
Tras aprobarse la nueva política de remuneración, el salario básico de un pelotero de series nacionales es de 3.725 pesos, equivalente a 31 dólares estadounidenses según la nueva tasa de cambio oficial implementada por el Estado cubano y en vigor desde el 4 de agosto de 2022.
En contraste, la relación de los cinco jugadores cubanos mejor pagados en la MLB es la siguiente:
- José Abreu / Astros de Houston (19.500.000 US$).
- Yasmani Grandal / Medias Blancas de Chicago (18.250.000 US$).
- Yoan Moncada / Medias Blancas de Chicago (17.800.000 US$).
- Raisel Iglesias / Bravos de Atlanta (16.000.000 US$).
- Jorge Soler / Marlins de Miami (15.000.000 US$).
Si a eso se le suma que la búsqueda de válvulas de escape o éxodo no solo se encuentran en la Gran Carpa, el agujero negro se agudiza. En lo que va de Serie Nacional cuentan casi una treintena los peloteros que por diversas vías han recalado en certámenes ligueros del Caribe, Asia, o Europa.
A ello puede agregarse la salida de otros talentos desde las categorías sub-15 en adelante, cuyo objetivo es enrumbarse al amparo de alguna organización de Grandes Ligas.
Desde la institucionalidad de la FCB se demonizó durante mucho tiempo a todo pelotero que intentase abandonar el país para continuar su carrera en busca de la MLB. Igualmente, todo pelotero cubano que se insertase en ese béisbol, caía en el saco del robo de talentos practicado por el “monstruo norteño”.
La otra orilla exigía a cualquier pelotero nacido o formado en Cuba tener residencia en un tercer país para ser elegible por alguna franquicia de la Gran Carpa.
Es oportuno reconocer que en los últimos tiempos, la FCB ha flexibilizado su prisma, en especial con aquellos peloteros que por una razón u otra han manifestado su intención de volver a incursionar en nuestro clásico doméstico, tras construir méritos en otro torneo de clubes, o hacia el epílogo de sus carreras deportivas.
Mientras, recientemente y a poco más de 90 millas, la Asociación de Peloteros Cubanos Profesionales radicalizó sus posturas y ejerció presiones para conformar, de cara al V Clásico Mundial de Béisbol, un elenco integrado por jugadores que rompieron sus nexos con la FCB y militan en organizaciones de la MLB.
El lanzador Yariel Rodríguez rompió su acuerdo con el equipo Dragones de Chunichi de la NPB y abandonó la selección cubana en EE.UU. tras su participación en el V Clásico Mundial de Béisbol. Foto: Radio Guáimaro.
Se trata de una postura igual de excluyente y desconocedora del derecho que tienen los jugadores vinculados al ente rector de la pelota cubana de empuñar el madero por su país, fundamentalmente si su talento y rendimientos les preceden.
Tras el plumazo de Trump, el acuerdo entre la MLB y la FCB no deja de ser más que un deja vù que estuvo en vigor poco menos de dos semanas, una vez iniciada la temporada 2019 de las Grandes Ligas.
Continúa entonces la pelota atada con el fuerte nudo de la política y las presiones, similar al clásico batazo entre dos que ninguno de los jardineros pide para fildear en bien del equipo. Pero, ¿el batazo seguirá rodando hasta tocar la cerca y convertirse en un extrabase? ¿Podrá retomarse el acuerdo, de ser preciso a nivel gubernamental, bajo dinámicas de diálogo constructivo?
A estas interrogantes se suman otras, así como el deseo una novena cubana realmente unificada en algún Clásico Mundial; pero es necesario desprenderse de los nudos que han frisado el plano de lo asfixiante y que hoy, décadas después, perduran.
Yohan Moncada, fue seleccionado como el antesalista del todos estrellas del V Clásico Mundial de Béisbol. Foto: mlb.com
Como pincelada histórica, me gustaría recordar que la presencia de peloteros estadounidenses en el béisbol cubano inició con fuerza a principios de la República, pues entre 1904 y 1905 comenzaron las conocidas Series Americanas, que se celebraban al finalizar las temporadas de Grandes Ligas, y donde uno o varios equipos de la Gran Carpa realizaban juegos de exhibición en Cuba, así como también parte de los llamados spring trainig.
Además, los Cuban Sugar Kings estuvieron a punto de insertarse como equipo en las Grandes Ligas tras pertenecer a Ligas Menores, específicamente a la Liga Internacional de la Florida (categoría Triple A), entre 1954 y 1960, cuyo lema era precisamente “Un paso más y llegamos”.
¿Cuántos pasos más se necesitarán esta vez? Me gustaría pensar que no tantos.
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