Un sabio dijo: «Hay tres cosas que nunca vuelven atrás:
la bala disparada, la palabra dicha y la oportunidad perdida».
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El Partido Comunista de Cuba perdió la oportunidad de recuperar legitimidad ante el pueblo. El Informe Central a su 8vo Congreso, presentado por Raúl Castro el viernes 16 de abril, me impactó tanto que decidí escribir un diario. Comparto cinco reacciones que plasmé en él.
Las medidas económicas anunciadas dos días antes y la sustitución de dos ministros parecían indicar que el Congreso iría por el cambio. Sin embargo, la ola represiva desatada ofrecía un mensaje contrario.
Luego de escuchar a Raúl, compartí mi desaliento con un colega a quien admiro y aprecio. Su respuesta, que apelaba a la esperanza, me animó. Recordé a Lorca: «El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta».
Apuntes iniciales
1.- El Informe tuvo un lenguaje autoritario y soberbio. Criminalizó importantes demandas de la sociedad civil. Ratificó la errónea y manipuladora visión de que todos los críticos de decisiones gubernamentales económicas o políticas, están por la restauración capitalista y al servicio del gobierno de los EE.UU.
2.- Raúl reiteró dos afirmaciones que la realidad de sesenta y dos años invita a replantear:
a) La suplantación e interferencias del Partido en el Estado y el gobierno: «llevamos más de 60 años repitiendo eso y, realmente, hay que decir que se cumple muy poco». Sugerencia: No lo repitan más. La estructura de poder en Cuba está duplicada y jerarquizada a favor del PCC. Imposible que el resultado sea otro. La solución está en encarar la causa. O asúmanlo y cuenten entonces con la resistencia.
b) La segunda: «si tenemos un solo partido debemos promover, en su funcionamiento y en general en nuestra sociedad, la más amplia democracia (…)». No solo la práctica de sesenta y dos años, sino la naturaleza humana y de la política —dado que el PC no tiene contraparte—, explica por qué eso no se logra. La participación bienvenida es la del aplauso, la obediencia y propuestas simples o que ejemplifiquen cómo lograr mejor lo decidido por la dirigencia.
3.- Los millones que dependemos de sus resultados no pudimos apreciar el «amplio y rico debate» del Congreso. El breve resumen del trabajo en comisiones dejó mucho que desear. Elogios, enmiendas insignificantes y aderezos a los documentos previamente elaborados y discutidos en ámbitos cerrados. El 99.9% del pueblo no los conoció ni participó de todo ese proceso. Pareciera que nos toca participar ejecutando orientaciones.
La apariencia de un pensamiento único que, entre otras cosas, identifica Revolución con Gobierno y Partido explica: reiteraciones de consignas, delegados combativos, ratificaciones de fidelidad y llamados a enfrentar y no dialogar con la «contrarrevolución», que ya sabemos incluye a todo el que disiente.
Tal vez una muestra de lo anterior llevada al extremo, fue la intervención de la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Su desenfreno elogioso hacia el PCC, la llevó a desnaturalizar la función de la organización. Expresó: «Nunca la Federación va a defender a quienes están hoy en contra de la Revolución». ¿No es la FMC una Organización no gubernamental?
La FMC tiene Estatus Consultivo Especial en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU desde 1997. Oficialmente se declara comprometida con la lucha por los derechos humanos de las mujeres cubanas y del mundo. Pero las mujeres que disienten en la Isla son reprimidas por el gobierno y por la organización femenina, también única, que supuestamente las representa a todas.
El Partido, sus estructuras y relación con la sociedad civil
4.- Cómo quedarían las estructuras del PCC y sobre todo el Buró Político, era parte de la esperanza. Solo apunto tres malas señales que deja ver el poder: 1) El Comité Central está copado de burocracia; 2) No parece importar la visión de la ciudadanía, se premia la fidelidad y el «servicio a»; y 3) Ser dirigente-líder popular es más una limitación que un mérito para ascender en Cuba.
En el Buró Político se confirma la tendencia a su reducción desde los 2000 y, en consecuencia, se evidencia una concentración del poder político, militar, de seguridad y económico. Pero dado que esa es la fórmula me pregunto:
a) ¿Qué lectura sugiere la promoción del general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas —presidente del Grupo de Administración Empresarial (GAESA) de las FAR—, mientras el ministro de Economía es un simple miembro del Comité Central?
b) ¿Por qué en algunos casos se violó el requisito de la edad para ocupar estos cargos?
c) Solo tres de los catorce integrantes son mujeres, y apenas dos son negros. Preocupante, pero lo principal, sobre todo en el segundo caso, es: ¿ayudan a una correlación más favorable a los cambios y prioridades de Cuba hoy o, además de pasados de edad, fortalecen la tendencia conservadora? ¿No se conoce, o no se reconoce, cuánta inteligencia y energía revolucionaria hay en la población negra de este país?
5.- El Congreso dio luz verde a la represión institucional directa y disfrazada de pueblo. Se intenta crear una matriz de opinión sobre una disidencia contrarrevolucionaria, mercenaria y violenta. El fin: sembrar miedo e inercia en los ciudadanos y justificar la violencia desde el poder.
Un simple cotejo del tema en los discursos de apertura y clausura lo evidencian: El Primer secretario saliente advirtió: «Estamos firmemente convencidos de que las calles, los parques y las plazas son y serán de los revolucionarios y que jamás negaremos a nuestro heroico pueblo el derecho a defender su Revolución».
Más enfático fue el presidente y nuevo Primer secretario, quien recibió efusivos aplausos: «Ni en el peor de los escenarios un militante puede ser pasivo espectador de una provocación o dejar que una compañera o compañero de fila se enfrente en solitario a los provocadores. ¡A la Revolución la defienden los revolucionarios! Y entre los revolucionarios, los comunistas vamos al frente (…)».
Al final ¿qué fue y qué dejó el Congreso?
El 8vo Congreso fue una peligrosa vuelta de rosca en el momento más crítico de Cuba después de 1959. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Enquistamiento, concentración del poder y distanciamiento del pueblo, identifican la ruta de sus congresos.
Sirvan de muestra dos síntomas no siempre atendidos: a) a escala de la psicología social existe hace años un ellos y un nosotros; b) los congresos ya no se acompañan de concentraciones populares de respaldo. Fueron multitudinarias en el 1ero (1975), 2do (1980) y 4to (1991).
El Congreso, quiérase o no, abre una nueva etapa, tanto para el poder como para la ciudadanía. Tal cual han sonado los discursos, es previsible que se incremente el extremismo político, lo que sería fatal para Cuba.
Presidente, hasta ahora muchos cubanos pensábamos que usted representa al sector reformista, limitado por las trabas del poderoso sector conservador del PCC, el Gobierno y el Estado. Su discurso dejó más preocupaciones que certezas. Aun así, ahora se le medirá como depositario principal del poder en Cuba. Usted puede marcar la diferencia en esta hora crítica, o terminar de destruir la esperanza.
Honre la promesa que hizo en el Congreso: «Continuaremos trabajando en la implementación de la Constitución y en la búsqueda de equidad y justicia social y el ejercicio pleno de los derechos humanos para alcanzar un socialismo próspero, democrático y sostenible. El éxito de esos propósitos depende de la capacidad para dialogar con nuestra población, entusiasmar y reconstruir valores (…)».
En Cuba se están violando los derechos humanos diariamente. Imponga su autoridad para detener la represión, para encontrar un camino de reconciliación y diálogo nacional. Recuerde que como diría la argentina Fernanda Reyes: «En el centro de la política no debe estar la corporación económica, ni la mediática, ni tampoco la corporación política. Deben estar los intereses de la ciudadanía».
Para contactar con la autora: ivettegarciagonzalez@gmail.com
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