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2020

Contenidos con fecha 2020

Sobre el trabajo asalariado

por Fernando Hugo Azcurra 23 mayo 2020
escrito por Fernando Hugo Azcurra

(Respuesta al artículo: La imposibilidad de abolir el trabajo asalariado hoy)

Estimo que el problema general de fondo que subyace en nuestro intercambio y que merece ser el motivo principal de nuestras reflexiones y análisis está contenido en las siguientes preguntas:

¿Por qué para la construcción del socialismo en los países en los que se la han planteado luego de tomar el poder y que se encuentra como meta en los partidos, movimientos, procesos revolucionarios, etc. dan por sentado que para el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerar el crecimiento económico y extender la fuerza de los trabajadores, es imposible hacerlo mediante los trabajadores asociados como propietarios de los Mp y sí por medio de la burguesía y del capital?

¿Cómo es posible “construir” el socialismo fomentando y expandiendo la forma capitalista de producción y el trabajo asalariado, sea en la forma privada, sea en la forma del Estado como propietario y en “representación” de los trabajadores? De este modo socialismo es una etiqueta, capitalismo es lo real. Parece no entenderse que dónde hay salario hay trabajadores económicamente explotados, por el capital privado o el capital estatal.

El punto es de más importancia aún. La idea vigente anterior muestra no ser consciente de que, para la construcción de la sociedad nueva,  no se trata sólo de hacer que el trabajo sea más productivo y mejor que bajo el capital. Olvidan que superar el capitalismo implica la eliminación de las sociedades de clase luego de 7.000 u 8.000 años de su vigencia, con lo cual el desafío no es “perfeccionar” metas  cuantitativas, sino esencialmente objetivos cualitativos: cambio social, cultural, moral, motivacional, conductual, tecnológico al servicio de la sociedad y no de la ganancia,  etc.

Más aún, la nueva relación hombre/naturaleza está subyacente en el cambio social post-capital, es un metabolismo social de características completamente distintas a las finalidades depredatorias del capital: deforestación, desfoliación, agrotóxicos, polución, agresión minera, agresión climática, epidemias bacteriológicas y virósicas de laboratorio, estrujamiento del trabajador, etc. La naturaleza y la humanidad trabajadora, bajo el capital, son “medios” y no fin en sí mismos, lo cual trastrueca toda la relación “natural” hombre/naturaleza.

El trabajo asociado es no sólo un nuevo modo de producción y de relaciones sociales entre los individuos o miembros, es hoy por hoy la forma primordial de supervivencia de la humanidad porque el capital no trepidará en producir la extinción de nuestra especie y de otras muchas y destruir simultáneamente la naturaleza con su arsenal terrorífico, si está auto-convencida que con ello hará pingües negocios y ganancias.

Nuevas formas de cultura y de relaciones entre los individuos y las instituciones, solidaridad, generosidad, cuidado, protección, seguridad, asistencia, creatividad, inclusión, equidad productiva y distributiva, innovaciones, etc. que no pueden hoy adelantarse en la comprensión de su surgimiento y vigencia, son rasgos que su concreción demandará mucho tiempo. Y que en la realidad inmediata contendrá todos los aspectos negativos de la sociedad del capital de la cual se está saliendo. Pero ninguna de las complicaciones, obstáculos, vallas, falencias, fracasos, errores, etc. puede dar justificación a que permanezcan las actuales condiciones. Hacerlo es no salir de la lógica del capital por mejores explicaciones y loables intenciones que se puedan tener.

23 mayo 2020 25 comentarios 437 vistas
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Solidaridad con un precio

por Gretchen Sánchez Higuera 22 mayo 2020
escrito por Gretchen Sánchez Higuera

Es un error común subestimar las sanciones económicas que Estados Unidos impone sobre Cuba. Cuando el hombre más rico de Asia, intentó donar material médico imprescindible a la isla, la línea de transporte de Avianca se negó pues la mayoría de sus acciones ya pertenecían a una empresa estadounidense. Cuando David Carbery organizó una campaña de donaciones en GoFundMe para llevar a Canadá el cuerpo de su padre, que había fallecido de visita en Cuba, los $2000 reunidos por amigos y familiares fueron congelados indefinidamente por las leyes del embargo. Toda operación financiera que conecte a Cuba con una entidad que opere en Estados Unidos, está sujeta a multas y sanciones. Entonces, ¿cómo es que una pequeña fundación de Miami puede lanzar su propia campaña de donaciones a Cuba sin el acoso del gobierno federal estadounidense? ¿Qué la hace inmune a las sanciones?

La Fundación para la Democracia Panamericana (FDP) es una ONG fundada por Rosa María Payá en 2015 con la misión de “promover y defender la democracia y los derechos humanos” según declara su sitio oficial. Pero sus acciones contradicen los fines democráticos que anuncia, promoviendo no la participación ciudadana de todos los cubanos sino especialmente la de aquellos comprometidos con un cambio de régimen en la isla.

Según declara su director, Dr. Omar Vento, la fundación funciona exclusivamente con donaciones privadas. Al consultar su última declaración de impuestos, no existe forma de distinguir entre aportes individuales e institucionales, ya que son declarados juntos en el mismo inciso del documento. Es interesante que en el año 2018, la FDP ejecutó más de $22,000 en viajes y $44,000 en salarios. Para ser una organización “caritativa” según su categoría de ONG, la FDP invierte aproximadamente el 70% de su presupuesto en gastos administrativos cuando los manuales de buenas prácticas financieras sugieren que tales gastos no superen el 35%.

Esta organización apoya las sanciones económicas que impone Estados Unidos a Cuba para provocar cambios políticos en la isla, una práctica repudiada por la comunidad internacional. Sin que el efecto de estas sanciones haya disminuido un milímetro, ocurre la peor catástrofe humanitaria del siglo XXI. Cuba tiene que agregar ahora a su escasez el desabastecimiento médico, la falta de comida y artículos de higiene personal. En la cotidianidad de un país sancionado, miles de cubanos salen a las calles todos los días a buscar qué comer y arriesgan su vida en la aventura. 

El pasado sábado 16 de mayo, la FDP convocó a una recogida de donaciones para enviar a la isla. La iniciativa Solidaridad entre Hermanos pidió la donación de alimentos enlatados, leche en polvo, aseo personal, y pañales. Las selección de artículos estuvo acorde a las principales necesidades en la isla y las regulaciones aduanales cubanas, según sus directivos. En varios momentos, tanto el Presidente de la FDP, Dr. Omar Vento, como su Directora Ejecutiva Rosa Payá, insistieron que la ayuda no tendría un carácter político, sino únicamente humanitario. Aun así, el pasado sábado durante la recogida de las donaciones en la ciudad de Miami, la misma Directora Ejecutiva alentó gritos de “Viva Cuba Libre” y los donantes coreaban “Abajo el Comunismo” y ofensas contra el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel. 

El gobierno cubano está en una posición desventajosa.

Mientras miles de personas se inscribieron para recibir la ayuda, según las declaraciones de Payá, la realidad es que se verán beneficiados muchos menos cubanos de los que se perjudican por la agenda de acoso a las finanzas cubanas que apoya la FDP. Parece más un intento por ayudar a sus acólitos en la isla, que a los más necesitados.

En una conferencia de prensa online que ofreció la FDP, intervino Orlando Pardo Lazo para pedir que se distribuyera “algún tipo de documento educativo que fomente valores de liberación, pues la comida se acaba, la medicina expira, pero los valores que necesita la nación cubana están todavía pendientes”, argumentó el opositor cubano residente en Estados Unidos. Los intentos de utilizar la donación con fines políticos no demoraron. Entre los asociados de FDP en Cuba figuran nombres conocidos como Berta Soler de las Damas de Blanco, José Daniel Ferrer de UNPACU y pastores de iglesias protestantes.

Los organizadores pusieron como requisitos que la donación se reparta de manera directa, con la mediación exclusiva de la iglesia y la “auténtica sociedad civil”. Pero cuando mencionan la iglesia sólo se refieren a algunas denominaciones de cristianos protestantes en Cuba, aquellos que comulgan con sus preferencias políticas. Sólo reciben los que estén dispuestos a retribuir su ayuda. 

Hasta el momento Cuba ha recibido donaciones de material médico de Naciones Unidas y China. Esta última en más de una ocasión, de parte del gobierno y de la empresa Yutong. Según el diario Granma del pasado 11 de mayo, en la reunión del grupo de trabajo que gestiona la crisis del COVID19, el Ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil anunció la decisión de abrir cuentas bancarias para recibir donaciones en efectivo (CUC o CUP) de personas naturales, ante la situación creada en el país por la pandemia. De acuerdo al funcionario, el dinero se utilizará en los territorios para la producción de alimentos. Aunque no se especificó si sólo se trata de una medida interna o si se puede donar también desde el exterior. Resulta difícil pensar a cuánto podrían ascender las cuentas bancarias locales cuando el salario promedio de miles de cubanos no llega a 50 dólares mensuales y muchos están en casa desempleados a causa de las medidas de aislamiento físico. 

El Primer Ministro, Manuel Marrero, afirmó que los cubanos consumen en estos momentos las reservas de comida que estaban destinadas a la industria del turismo. El gobierno agota todas sus alternativas, como es normal y común por estos días en todos los países del mundo.

Tiempos de catástrofe requieren dejar a un lado ideologías y tomar medidas excepcionales.

Hace más de un año, en enero de 2019, La Habana vivió días caóticos con el paso de un tornado por varios municipios de la capital. En su momento y bajo la presión de la opinión pública, el presidente y el gobierno de la isla decidieron flexibilizar y eliminar aranceles a donaciones provenientes, en su mayor parte, de cubanos residentes en otros países. Es importante que se retomen estas iniciativas, aun bajo los efectos de una crisis global, el sentimiento solidario y humano de los cubanos por ayudar a sus compatriotas es innegable.

Cuba mantiene cerrados puertos aéreos y marítimos salvo para carga especial, pero la realidad demuestra que el país necesita de la ayuda internacional para salir de la pandemia y la subsecuente recesión, a la que según el economista Pedro Monreal, se había llegado antes de que la crisis del coronavirus azotara la economía nacional. Las remesas de la comunidad cubana en Estados Unidos ayudan, pero no pueden ser la única solución. Los países europeos que no pueden utilizar los servicios de Western Union porque están bloqueados a causa de las sanciones que impone la ley Helms-Burton, también necesitan alternativas para ayudar a sus familiares y compatriotas en la isla. La Unión Europea debería explorar opciones al respecto.

La pregunta que se impone es cómo va a obrar el gobierno cubano en las próximas semanas. Respecto a la iniciativa de FDP, sin importar lo que decidan en La Habana, varios escenarios favorecen a FDP. Permitir la llegada de la donación sería un vehículo de propaganda perfecto para la organización opositora, e impedir que llegue a Cuba permitiría una denuncia más a la administración que preside Díaz Canel y se perderían recursos en momentos de crisis. Respecto a otras entregas de materiales y dinero, son necesarios algunos cambios urgentes. Muchos donantes piden un mayor control sobre a dónde y a quiénes entregar sus donaciones. Todavía está fresca en la memoria de muchos los hechos del huracán Irma cuando el gobierno cubano vendió colchones que llegaron al país como donación.

En estos momentos lo más importante es recibir ayuda, el centralismo y obsesivo control que ha caracterizado al sistema cubano en las últimas décadas deben ser enmendados, porque tiempos excepcionales demandan medidas especiales. Hay que evitar repetir episodios cuestionables y confiar en el sentimiento solidario de una nación. Sobre los donativos de FDP a Cuba, no es justo negarle a nuestros compatriotas su derecho a recibir una ayuda necesaria, pero sí deben saber que la merienda de este mes, puede significar el hambre de los próximos años. Hay solidaridades que no son gratuitas, vienen con un alto precio.

22 mayo 2020 36 comentarios 395 vistas
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El 21 de mayo

por René Fidel González García 21 mayo 2020
escrito por René Fidel González García

Me había solicitado amablemente un compañero que escribiera una columna sobre el 20 de mayo. No tuve tiempo en medio de la versión íntima de la cotidianeidad pandémica con la que lidio, pero en verdad tampoco encontré la manera de cerrar las ideas que anoté mentalmente.

Ese cierre estaba esperándome sin embargo en la mañana del día 20 en el post de un graduado de Derecho de la Universidad de Holguín y su personal deseo a todos: Feliz día de la independencia y el nacimiento de la República.¡Patria y Libertad! Hice un par de anotaciones, pero casi idéntico a como él lo escribió, lo puse en mi propio perfil porque me pareció el  voto patriótico cubano más hermoso y auténtico, sencillo, que he podido leer o escuchar en mi vida.

De golpe, quizás por su esencia serena y extrañamente cordial, por lo inusual y espontáneo de ese deseo en nuestra sincopada parafernalia de consignas y lemas mal digeridos, me vino el recuerdo del culto de mi abuela y madre a mi bisabuelo mambí, y esa devoción recia a un tipo de decencia conmedida y piadosa que cultivan las madres que han sufrido por los hijos ajenos.

El día antes había estado pensando para aquella columna que no escribí en los destinos de muchos padres esclavos que compraron la libertad de sus hijos y que envejecieron y murieron sin salir ellos mismos del barracón, en la suerte de Manuel Rodríguez “El brujita”, el sastre que se batió en la década de 1868 con aquel valor forjado desde antes del que hablara más tarde Lemebel, en los rumbos inciertos de las niñas y mujeres guajiras desnudas por ausencia de la más rústica tela en las profundidades de nuestras montañas que vieron pasar los restos obstinados, hambrientos y perseguidos de las expediciones independentistas, en la atrocidad de las circunstancias y lo frágil de la vida humana.

Las evocaciones suelen ser también amargas y traicioneras, porque nos dejan en calidad de meros expectadores de la vida y los destinos de los otros, aunque nos ofrezcan, en cambio, una oportunidad para la humildad y aprender. En Cuba hay que tomar nota de ello, porque se lleva demasiado tiempo ya ninguneando desde la soberbia a una parte de nuestro pasado y éste nos está alcanzando en la peor de sus formas: la ignorancia y el odio.

La preterición y el olvido del día que marca formalmente el nacimiento de la República de Cuba y de la independencia y la mal disimulada antipatía que le han dedicado de paso nuestros medios durante muchos años, es también un síntoma de una sociedad que no entiende completamente los peligros que le acechan, ni lo que logró antes, tampoco las formas de resistir la adversidad.

Que el 20 de mayo de 1902 certifica la derrota final del anexionismo norteamericano en Cuba no es siquiera un tema a discutir.

Basta ver fletando en Guantánamo el pabellón yanqui para entenderle, además, como un poderoso recordatorio de lo que aquí se intentó, pero la escasa comprensión del significado de vivir en una República que hoy nos aqueja, el olvido de los contenidos y valores que contiene su noción, tanto como de su cualidad de matriz ética frente al despotismo, la arbitrariedad y los privilegios, es parte de un desarme sustancial para enfrentar los retos actuales y no pocos de los que tenemos por delante.

Pregúntele a la persona que tenga al lado ahora mismo sobre el significado político de vivir en una República y posiblemente tendrá como respuesta un mapa en que la libertad y los derechos ejercidos frente a todo ello, en que la exigencia del imperio de la Ley y la igualdad de todos sin excepción ante ella, son un incordio a la conformidad y al mantra de gratitud debida que se proclama y al mismo tiempo una marca de Caín, en que la Constitución como límite al ejercicio caprichoso del poder están fuera de la escala junto a la justicia y la fraternidad, el civismo y la decencia frente a lo servil y obediente, lo adocenado; o acaso un desolador encogerse de hombros. El vacío.

Es cierto, se podría coincidir por otras razones con una línea de un artículo de Karima Oliva Bello publicado ayer en La Pupila Insomne, en que su autora nos hace el favor de descodificar la noción de República y reducirla a los avatares y desgracias de un período histórico: “la república por la república no basta (…) ni garantiza nada“.

Convendría hoy recordar, cuando nuestros humildes, nuestros ancianos y enfermos, sólo ellos, ¿se acuerdan? salen a sumergirse por hambre y ansiedad, por la precariedad y agonía de sus despensas en largas colas sin tener la certeza siquiera de regresar a casa con el alimento, o la medicina, cuando nuestros pobres, ¿se acuerdan?, sólo ellos, tienen que conformarse con el aceite, el pan, el arroz y los huevos subvencionados porque no puede acceder sin delinquir a lo mismo que se le vende a altos precios en las otras tiendas, que el Socialismo, sin libertad, democracia e igualdad, sin la herejía de no ser servil e hipócrita, es tan sólo una abstracción aparentemente incólume, un nirvana en el que se puede vivir cómodamente mientras el egoísmo, el oportunismo y la desigualdad se ceba con nosotros, y que no basta, ni garantiza nada, si está vacío de esos significados, si somos cómplices de ello.

En Santiago de Cuba surgió no hace mucho una iniciativa, en esas mismas redes que son vilipendiadas y demonizadas hoy por tantos, en esas mismas redes sociales que son la parte más democrática y dinámica de nuestra esfera pública y de los ejercicios de participación ciudadana. Dónde hay santiagueros, se llama el grupo de Facebook por el que se localizan en tiempo real los productos más imprescindibles o un colchón antiescaras para una centenaria amada. No pasó mucho tiempo para que se empezarán a ofrecer espontáneamente también, así, sin costo, las medicinas, la sangre y la ropa que al otro le faltaba, o necesitaba, la solidaridad y fraternidad sin colas, la hermosa dignidad de hacer el bien.

No puedo evitar pensar que es la misma dignidad con que los cubanos, todos ellos, salieron el 21 de mayo de 1902 a enfrentar sus propios desafíos de ese día y de los años que vendrían, porque en Cuba la dignidad siempre ha encarado al futuro y el destino.

21 mayo 2020 11 comentarios 463 vistas
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Hablemos de Marx

por Yassel Padrón Kunakbaeva 20 mayo 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Todo parece indicar que el interés sobre la figura de Karl Marx está a la orden del día en la escena intelectual cubana. Lo que es perfectamente comprensible, pues los cubanos estamos en un momento de repensarnos a nosotros mismos,  nuestro orden social, y existe una gran disputa entre corrientes por configurar un determinado sentido común. Una de las cosas que están en cuestión es la pertinencia del marxismo, socialismo y comunismo en nuestra sociedad, y eso lleva directamente a Marx.

Todavía recuerdo como hace dos años se proyectó la película El Joven Marx en el cine 23 y 12. No era una proyección normal de temporada sino que tenía cierto matiz conmemorativo y político. No era casualidad que estuviera presente en primera fila el héroe René González y el cine se llenó. Desde ese día me di cuenta de que la disputa alrededor de la figura de Marx se haría cada vez más importante. El tiempo no ha hecho sino darme la razón.

En el artículo Marx vs Marx, publicado en esta misma página, pueden leerse las opiniones de Carlos Abel Olivera sobre el ilustre pensador alemán. Me interesa responderle, pues sus argumentos me parece que ilustran las críticas que se le hacen a la teoría marxista cuando se quiere sustentar ideas conservadoras. Sobre todo, me resulta muy interesante la tendencia a contraponer un Marx a otro, un aspecto de su obra al resto.

Para discutir los argumentos de Olivera decidí separarlos en tres: separación del Marx teórico del revolucionario, ataque a la teoría del valor-trabajo y cuestionamiento del papel central de la lucha de clases.

Separación del Marx teórico del revolucionario, el viejo y el joven

En su texto, Olivera traza una línea clara que separa al Marx de la genialidad teórica, analista de los modos de producción y el Marx de la plusvalía y la revolución comunista. Esto no es nuevo, durante el siglo XX corrieron ríos de tinta intentando fundamentar esa separación. Se quiso, por ejemplo, establecer una distancia radical entre el Marx de los años de juventud, romántico y revolucionario, y el maduro, frío teórico del modo de producción capitalista (división a la que Althusser incluso llamó corte epistemológico). Esta línea de pensamiento responde, por supuesto, a una pulsión ideológica.t

De lo que se trata es de la vieja cuestión que definiera Rosa Luxemburgo: revolución o reforma. Por supuesto, respecto al capitalismo. Los que no pueden concebir la lucha revolucionaria como vía para superar el capitalismo, no pueden conciliar esa idea con la genialidad manifiesta del autor de El Capital en el resto de su obra. Entonces no les queda más remedio que considerarla un añadido extraño, producido por un romanticismo de juventud, las limitaciones de la época, un error teórico, o por deshonestidad intelectual.

Sin embargo, lo cierto es que la vinculación entre teoría y práctica revolucionaria es algo inherente a la producción teórica de Marx. Sugiero leer las Tesis sobre Feuerbach. Marx fue un crítico de toda la teoría tradicional contemplativa, que pretende establecer una relación inmediata con el objeto. Entonces, cuando se le quiere reducir a ser el autor de una explicación sobre los modos de producción, y se le reprocha la referencia a un deber ser extraño, en realidad se le está intentando leer como un teórico tradicional, algo que expresamente él pretendía no ser.

Este error es común entre los economistas que estudian a Marx, incluso entre los que cultivan la economía política marxista. Lo estudian (y enseñan) como si fuera el fundador de una escuela dentro de la ciencia económica. Pero lo cierto es que la obra de Marx es teoría revolucionaria desde el principio al fin. Esto solo se puede entender cabalmente cuando se tiene una comprensión clara de la Filosofía Clásica Alemana, y del lugar que ocupa Marx con respecto a ella.

No se trata, por supuesto, de que Marx subordine la teoría a las necesidades de una ideología vista como algo externo. Desde el punto de vista marxista, lo importante es superar los peores reflejos ideológicos de la modernidad, que son los inconscientes, los que hacen que los paradigmas epistemológicos pretendidamente objetivos de las ciencias tradicionales sean estructuralmente apologéticos de la sociedad burguesa. Esto se logra de la manera más eficaz siendo intelectualmente orgánicos a una práctica anticapitalista.

¿Se puede decir que el Marx de los años de madurez abandonó estas posiciones? ¿Que retrocedió con respecto a su oncena tesis sobre Feuerbach? Yo creo que no.

Puede conducir al error la evidente inclinación de Marx hacia el estudio de lo existente, más que a pensar los escenarios de la revolución, también el pathos teórico que se respira en sus obras y su acercamiento a Hegel. Sin embargo, esto respondía a las circunstancias que le tocaron vivir, donde todo el estudio del modo de producción capitalista estaba por hacer, así como la crítica de la economía política burguesa. Marx era un hombre que amaba pensar, pero demasiado consciente de lo que lo separaba de Hegel y la teoría tradicional para caer en la exaltación de la contemplación y el teoricismo.

Sí, es cierto que se acercó a Hegel, porque las categorías hegelianas son útiles para captar las relaciones dentro de una totalidad orgánica en un momento dado de su desarrollo. Y cuando se dirige la mirada hacia el pasado y el presente es inevitable que aparezca la tentación de la lechuza hegeliana. Sin embargo, en El Capital la crítica teórica se mantiene inextricablemente unida a la crítica ético-práctica y la referencia a la sociedad comunista como solución a los problemas del modo de producción capitalista. La teoría de la plusvalía solo se puede entender a partir de esta referencia implícita a un futuro donde cada cual reciba lo que le toca. No se trata tampoco de una utopía abstracta, es dialéctica enfocada hacia el futuro, previsión a partir de la contradicción inmanente del sistema.

Decir que Marx fue hegeliano es impreciso. El marxismo es un producto de la disolución del hegelianismo, y como tal se encuentra en una posición polémica permanente con la posición contemplativa del hegelianismo. Es necesario estudiar a Hegel para entenderlo, pero sobre todo es necesario entender lo que lo separa de Hegel.

La teoría del valor-trabajo

No es casual que se ataque con virulencia y tan a menudo a la teoría del valor-trabajo. Con el ascenso de la extrema derecha en los últimos tiempos, han surgido en Latinoamérica y el mundo hasta youtubers que le dedican espacio a refutar la teoría del valor-trabajo. No es nuevo. Desde hace más de 100 años los pensadores orgánicos al capitalismo atacan esa teoría, sobre todo muchos economistas. A su vez, han corrido ríos de tinta explicándola y defendiéndola.

No es casual. Sin duda responde a que la teoría del valor-trabajo es la base de la teoría de la plusvalía, la cual es el más profundo fundamento teórico de la lucha política anticapitalista. Todos los escépticos o enemigos de esa lucha la cuestionarán. En el contexto cubano eso adquiere gran importancia, pues de lo que se trata es de si ahora tiene sentido o no ser comunista y antimperialista.

En el artículo mencionado más arriba, Olivera nos dice que la teoría del valor-trabajo no tiene fundamento racional, que quienes la defienden lo hacen por fe, e incluso nos da un veredicto en materia de teoría económica: el valor es subjetivo. Estos son viejos tópicos de la crítica burguesa. No me es posible exponer aquí en su totalidad la teoría del valor-trabajo. Exposición que un economista podrá hacer mejor que yo. Me limitaré a dar algunos elementos.

La mayoría de las incomprensiones con respecto a esta teoría provienen del desconocimiento de la naturaleza del método dialéctico. Un desconocimiento que desgraciadamente han compartido tanto críticos como defensores. Por ejemplo, se acusa a la teoría del valor-trabajo de un objetivismo vulgar, como si esta postulara que basta con poner un reloj en las fábricas para saber el valor de los productos. Bueno, resulta que en efecto la interpretación más popular de la teoría del valor en los manuales dogmáticos de la Unión Soviética era así: groseramente objetivista. No obstante, eso está muy lejos de ser lo que aparece explicado en el primer capítulo de El Capital.

Primero es necesario entender que en el método dialéctico la exposición que explica un sistema siempre comienza por un momento abstracto, que a su vez expresa un aspecto esencial de ese sistema. Lo que Marx explica en el Capítulo I es una sociedad ideal de puros productores de mercancías. Un mercado ideal. Se trata de algo que nunca ha existido, pero que tampoco es una fantasía. Es una abstracción útil al modo en que lo es la teoría del gas ideal en la física termodinámica. Entonces, se puede decir que Marx solo pudo escribir el Capítulo I luego de un gran trabajo de procesamiento de información empírica: no se trata de un punto de partida sino de un punto de llegada.

Marx llega a establecer la relación entre el valor de una mercancía y el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla a través de un complejo rodeo deductivo. Jamás se le habría ocurrido pensar que el valor se pudiera calcular de manera vulgar midiendo tiempo, porque él sabía que en una sociedad mercantil es solo en el intercambio donde se hace efectivo el carácter social de los trabajos privados como eslabones del trabajo colectivo: un carácter social que implica la igualdad de todos los trabajos y el intercambio de cantidades equivalentes de trabajo.

Porque además, Marx sabía que existen trabajos complejos que aparentemente equivalen a una mayor cantidad de trabajo simple de un trabajador manual. Eso que se le llama valor agregado. Solo que aquí de lo que se trata es de que en el trabajo de un artista, por ejemplo, están concentrados años de estudio, preparación y recepción de experiencia acumulada culturalmente. Hay tiempos que equivalen a más tiempo, algo que puede parecer absurdo a mentes positivistas, pero no a Marx, que se había educado en la escuela de la Filosofía Clásica Alemana. Pero hay una forma de evitar esta apariencia de paradoja: Marx siempre habla indistintamente del tiempo de trabajo socialmente necesario como gasto de fuerza de trabajo humana socialmente necesaria, una expresión que hace más simple entender su punto de vista.

Los productores no tienen que medir ese gasto de fuerza de trabajo humana para intercambiar sus mercancías. Es el mercado el que, cuando se estabiliza, expresa en la relación del valor de cambio de las mercancías una proporción tal que permite a los productores intercambiar cantidades equivalentes de trabajo. De ese modo, el cambio, la distribución y el consumo se pueden manifestar como momentos coherentes con la estructura de la producción. Cada productor recibe una parte del producto global acorde a su parte en el gasto global de fuerza de trabajo de la comunidad, y puede actuar como un eslabón de una totalidad orgánica que se reproduce.

De modo que sí, para Marx existe un fundamento objetivo del valor de cambio en la cantidad de fuerza de trabajo gastada durante la producción. Solo que esa correlación nunca se establece de manera directa, sino a través de la mediación que representa la sociedad mercantil.

A esto hay que añadir que en el Capítulo I se refiere solo a esta sociedad mercantil ideal. Todavía no está hablando de las interferencias que introduce la existencia del resto de las categorías de la economía: las diferentes formas de capital, la plusvalía, la oferta y la demanda. Todas esas categorías establecen más y más mediaciones en la formación del precio, hasta llegar a la sociedad capitalista que vemos. Lo que Marx está diciendo es que todo ese castillo se sustenta sobre la célula básica de la mercancía, y que es en ese gasto de fuerza de trabajo humana donde hay que buscar en última instancia el fundamento del valor. Espero haber aportado algo de luz sobre el tema.

La colaboración o la lucha

En el artículo Marx vs Marx, Olivera nos habla acerca de la colaboración entre los seres humanos, lo cual contrapone a la lucha de clases. Pone como ejemplo de colaboración, entre otras cosas, la construcción de las pirámides y antiguos canales. Realmente, me cuesta pensar que la relación que existía entre el faraón y los trabajadores a pie de obra sea un ejemplo modelo de cooperación.

Este es otro de los viejos tópicos antimarxistas, la minimización de la lucha de clases. El cual lleva de nuevo a la exaltación de la reforma por encima de la revolución. Detengámonos a pensar: ¿Es realmente así?

Desde luego que la historia de la humanidad no es solo la lucha de clases. También es cierto que el Manifiesto Comunista no puede ser tomado como una obra de validez universal: su función era inmediatamente política y divulgativa. Sin embargo, la lucha de clases y la confrontación revolucionaria han tenido un papel insustituible en la historia.

Las estructuras económicas que han conocido las sociedades humanas han sido, hasta hoy, estructuras de dominación. Eso significa que han existido intereses objetivamente contrapuestos, irreconciliables en última instancia dentro de esa estructura económica. La coexistencia pacífica entre las clases, la paz social bajo un sistema político, han puesto en un segundo plano esas contradicciones; las políticas reformistas logran que el pacto social se mueva en un sentido o en otro, dándole un respiro a los explotados y alargando la vida del sistema. Pero llega un momento en que el sistema ha agotado sus capacidades para soslayar las contradicciones.

En esa circunstancia, las clases dominantes se aferran a sus intereses y no hay ningún diálogo o reforma que permita cambiar el status quo. No queda más remedio que una salida revolucionaria, donde se puedan construir nuevas relaciones en contra de la voluntad de los viejos poderes.

Tal vez en los países centrales del capitalismo existe aún hoy espacio para encontrar caminos dentro de la política reformista que pueden mejorar la vida de la gente dentro de los marcos del sistema. En los países periféricos esas posibilidades son muy inferiores. La propia estructura económica global, el intercambio desigual, el carácter retrógrado de las oligarquías, reducen hasta lo ínfimo dichas posibilidades. Es por eso que para los países del Sur el camino que queda muchas veces es el revolucionario, lo cual no necesariamente significa un alzamiento armado.

Frente al círculo vicioso del atraso económico y la falta de soberanía política, se abre para los países subdesarrollados la opción de una revolución socialista de liberación nacional.

Quedaría mucho más que decir al respecto. Sobre todo hablar sobre las complejidades del momento actual que vive el mundo bajo el capitalismo, y el estado de la lucha contra ese sistema. También sobre el lugar que ocupa Cuba en ese contexto. Pero la idea central era hablar de Karl Marx y aspectos de su pensamiento que a menudo son cuestionados, malinterpretados o falsificados. Defender el sentido auténtico de las ideas del Viejo es una tarea impostergable.

20 mayo 2020 24 comentarios 520 vistas
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Martí con los pobres de la tierra

por Giordan Rodríguez Milanés 19 mayo 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Este texto provocará reacciones vehementes y puede ser considerado uno de los mayores dislates del autor, pero ser libre es expresar lo que se piensa, aun a riesgo del ridículo o la peor argumentación. El consenso de los estudiosos es que Martí no fue un conocedor profundo del marxismo en tanto Teoría del Conocimiento. Tampoco yo lo discuto. Al referirse a Carlos Marx, el propio Martí dice: “La Internacional fue su obra”, o sea, esa era la referencia que tenía, la actuación meramente política. Que no muestra, ni podía mostrar, la genialidad científica del filósofo.

Porque si desde la actualidad entender la obra de Marx sólo en su dimensión de la praxis sociopolítica, o sea, de la ideología política, es sesgarla tendiente a una u otra postura antagónica, también lo es la intención de atribuirle a José Martí una interpretación profunda y acabada del marxismo en aras de manipular la opinión pública a favor o en contra de una u otra postura.

Cualquier referencia que Martí tuviera de Marx, por heurística que fuera, debió relacionarlo al filósofo con las luchas de los explotados contra los explotadores. Lo demuestra la tantas veces citada nota que escribe sobre la muerte del alemán: “Karl Marx ha muerto. Como se puso al lado de los débiles merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansias temerosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blanco al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros”(1).

Cabría pensar que Martí no estuviera de acuerdo con el método de la lucha de clases, o que confundiera la fundamentación teórica de la  lucha de clases con “el bárbaro evangelio del odio”.(2) Nada más apetecible para los oligarcas y opresores –y sus corifeos desclasados-  que un Martí que reduzca, a la mera manifestación del rencor, el derecho de los oprimidos de librarse de la explotación del modo que sea.

Pero: ¿Acaso sería lógico pretender que el hombre que, de niño, tembló de indignación antes las injusticias vistas en Hanabanilla, no entendiera la legitimidad de la lucha de los desposeídos aunque, como sujeto social forjado en el humanismo decimonónico, prefiriera un camino sin echar a los hombres sobre los hombres? Yo digo que no es lógico. Y lo demuestra el hecho de que Martí jamás quiso buscar una solución diplomática ni conciliada con el opresor español. ¿Por qué habría de esperarse de él una solución conciliatoria entre los pobres de la tierra con quienes quiso echar suerte y aquellos que propician “el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros”?

¿Es que Martí, su obra y vida, demostraron fuera tan “light” como para pretender que les llamara “bestia” a quienes se ponen al lado de los oprimidos, en franca oposición al camino que él mismo ha escogido con La Guerra Necesaria? Evidentemente para Martí “bestia” es quien oprime, quien explota, quien forja el bienestar propio sobre la base de la miseria ajena, y usa su poder económico y autoridad política para perpetuarse. Tampoco es lógico pensar que Martí, aun sin conocer en profundidad lo que denominaran marxismo, entendiera tal abestiamiento en un hombre de quien escribe: “Karl Marx estudió los modos de enseñar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos” (3)  o “Él {Marx} veía en todo lo que en sí propio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha” (4). Semióticamente “lo alto” en Martí, significa “lo justo”, “lo bueno”.

Ahora bien, en 1880, cuando publica la nota a propósito de la muerte de Karl Marx,  Martí ya está conspirando. Y todo buen conspirador muestra sólo una parte de sus propósitos. Martí se ha dirigido a Gómez (20 de julio de 1880) y le ha informado de los trabajos en la organización de la insurrección, y ha solicitado de éste su adhesión y consejo para oponerlo a quienes “favorecen vehementemente la adhesión de Cuba a los Estados Unidos” (5). Con similar propósito envía cartas a Flor Crombet y a Antonio Maceo. En una de estas misivas habla de “las necesidades prácticas, del partido revolucionario”(6). O sea, ya en 1880 Martí tiene clara la idea de un partido que aglutinara en el propósito independentista a todos los cubanos posibles, y ya había identificado a aquellos que pretendían la anexión a los Estados Unidos, y la necesidad de no permitirla sin renunciar a la participación de esos cubanos, ni de ningún otro.

(Puede interesarle: Martí y el Socialismo)

Lo mismo que Marx es un ser político y, como tal, escribe El Manifiesto Comunista en aras de aprovechar la fuerza telúrica que para la Revolución constituiría el sufrimiento histórico de los desposeídos, Martí también es un ser político que pretende aprovechar lo mismo pero no en una dimensión clasista, como aquel, sino patriótica y nacionalista. No puede desdeñar la incipiente burguesía criolla y patriota, ni siquiera puede darse el lujo de no aprovechar para su causa al sujeto liberal  capitalista estadounidense.  Pero  ya  dirá que ha de estar en la Patria la justicia “tan alta como las palmas” (7).

¿Habría de conformarse con una república en la cual un grupo concentrara las riquezas del trabajo honrado en detrimento de las mayorías? Yo digo que en el ideal “con todos y para el bien de todos” está implícito el derecho que todo ser humano tiene a, una vez agotadas todas las vías razonables de equilibrar las libertades, irse a las armas para conquistarlas si el opresor no dejara margen a ninguna conciliación. ¿Y qué es una revolución proletaria, clasista, si no la ruptura violenta con la utópica esperanza de conciliación con la burguesía? Y en circunstancias tales no veo a Martí al lado de los oligarcas o sus corifeos, sino al lado de los desventajados y oprimidos.

En 1891 Martí expresaría: “El necio desdeña la riqueza pública, o pretende mantener la riqueza de unos sobre la miseria de los demás”. Nada más cercano al pensamiento político de Marx que no quiere decir, de ningún modo, que un José Martí estadista hubiera asumido el marxismo como ideología política o la lucha de clases como estandarte de la búsqueda de su perpetuidad en el poder. Especular sobre tales y adjudicarle presumibles etiquetas cercanas a las praxis “marxistas” del siglo XX es ofender profundamente su memoria y su legado.

Pretender que un Martí reconocedor de la legitimidad de la lucha de los explotados contra los explotadores, hubiera sido favorecedor de la perpetuidad de una nueva clase totalitaria y burocrática es un dislate e indignidad propia de quienes así lo manipulan. Tanto como de aquellos que pretenden ubicarlo en una posición de antagonismo con la dimensión libertaria que el marxismo posee y que, aun, no hemos sabido llevar a la praxis política en nuestro pueblo.

  1. Nota sobre Karl Marx, En: Diario “La Nación”, marzo 29, 1883. Reproducida en : Martí Pérez, José. Obras Completas. Tomo IX. 1963.
  2. Idem
  3. Idem
  4. Idem
  5. Carta de José Martí a Máximo Gómez, 20 de Julio de 1880, es Obras Completas, Tomo 6.
  6. Carta de José Martí a Antonio Maceo. Idem.
  7. Discurso “Con todos y para el Bien de Todos”.

Para contactar con el autor: grmilanes@gmail.com

19 mayo 2020 21 comentarios 1.055 vistas
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No se pueden pedir peras al olmo

por Mario Valdés Navia 18 mayo 2020
escrito por Mario Valdés Navia

Por ser historiador no creo que en el devenir de la humanidad las cosas hayan sucedido siempre de la forma que fueron porque respondan a determinadas leyes de la historia. Estas solo actúan como grandes tendencias –en última instancia, dirían Hegel y Marx−. Cuando algunos políticos las usan para hacerse del poder, o refutar a sus contrarios, hacen con ellas lo mismo que otros con la religión, los mitos, las costumbres, o las filosofías: manipularlas fuera de contexto.

Tales reflexiones me asaltan tras leer, con detenimiento y placer, el reciente debate sobre Marx en este blog. La cuestión es que para Marx −como hombre de mediados del siglo XIX, no del XX ni del XXI−, el objetivo de la ciencia era revelar las leyes de la realidad. Los problemas del llamado socialismo del siglo XX no fueron culpa suya.

Como científico del XIX hay poco que objetarle. Estudió su objeto (el modo de producción capitalista) donde más maduro estaba: Inglaterra; partió de la crítica al  pensamiento anterior acumulado en la mejor biblioteca del mundo: la Británica, y despojó su análisis de todo cuanto era intrascendente (carácter de los individuos, oferta y demanda, nivel del salario y las ganancias, exportación de capitales) para llegar a descubrir la ley económica fundamental de aquella sociedad: la de la plusvalía.

Aunque le pese a algunos, nada ni nadie la ha refutado hasta hoy. En este 2020, a más de un siglo y medio de revelada, la humanidad está más dividida que nunca entre una mayoría proletaria y una minoría burguesa que acumula la mayor riqueza explotando al planeta de manera suicida. De ahí que Marx y El Capital sigan siendo estudiados en la mayoría de las universidades del mundo, no solo en economía, sino en muchas carreras de diverso perfil.

De hecho, considerar que el socialismo fracasó como régimen social porque las experiencias históricas del siglo XX que asumieron ese nombre naufragaron, no demuestra el fracaso de Marx como científico. Sobre todo porque hubo muy poco de él en el socialismo estatizado y burocrático que, hasta ahora, ha degenerado siempre hacia un capitalismo de Estado como antesala del retorno al capitalismo.

Elementos como la imposición del Estado sobre los factores de la sociedad civil, el partido único, y la limitación de los derechos democráticos, poco tienen de Marx. Acusarlo de proponer la dictadura del proletariado como tiranía de un grupo de poder burocrático es falso. Para él todos los Estados representaban democracias o dictaduras para los miembros de una clase, según fueran dominantes o dominados en una época determinada.

Su trascendencia actual es como científico social, no como político. Él investigó con las mejores herramientas de su tiempo, las del positivismo científico-naturalista y la dialéctica hegeliana. No existían las teorías del caos, del juego, la complejidad, la bioética, o el holismo ambiental.  Sin embargo, los creadores de todas ellas lo citan entre sus precursores, o coinciden con él en múltiples aspectos.

En lo político fue superado por las circunstancias históricas hace rato, pues su concepción decimonónica de la revolución socialista la concebía como un proceso mundial, que se iniciaría en los países europeos más desarrollados y solo después se trasladaría al resto del mundo. Nada más lejos de lo que ocurrió. Pero ni siquiera fueron Lenin y los bolcheviques los que abandonaron sus ideas sobre la revolución, como nos han hecho creer.

La Revolución de Octubre se hizo coyunturalmente, solo para que sirviera de motor pequeño que echaría a andar la revolución mundial. Los fracasos de las rebeliones comunistas en Alemania y Hungría y el ascenso al poder de la burocracia estalinista en la naciente URSS demostraron que en los asuntos humanos es difícil profetizar. La burocracia soviética y Stalin se encargaron de reinterpretar el pensamiento de Marx, desmocharlo y convertirlo en la petrificada doctrina del marxismo-leninismo.

De hecho, es complicado acercarnos al marxismo legítimo en las condiciones actuales de Cuba. Para un experto en el tema: el problema de en qué consiste el marxismo de Marx resulta sumamente difícil para nosotros en la actualidad. Lo es en sí mismo, al menos por cinco razones: carencia de fuentes directas suficientes, muy escaso manejo de los estudios calificados que se han hecho sobre el tema, gruesa capa acumulada de vulgarizaciones y discursos absurdos que se reclamaron marxistas y se nos impusieron como requisitos ideológicos, exigua participación real del marxismo de Marx en los ámbitos teóricos de nuestras ideas y trabajos científicos, y pérdida reciente de interés en el marxismo.[1]

Extraer a Marx de su contexto decimonónico es una manipulación. Citarlo hoy −o cualquier otro pensador del pasado− para fundamentar posiciones políticas actuales es una muestra de holgazanería de políticos que no quieren –o no son capaces− emplear un discurso propio. La disminución del rol político del proletariado industrial, la crisis ecológica, el fracaso del “socialismo” en Europa del Este y, la postmodernidad, entre otros, son fenómenos que no estaban en el análisis marxista.

No soy de los que creen en el fin de la historia −hasta Fukuyama abandonó esa teoría hace rato−; el futuro de la especie no es posible si se mantiene el nivel de explotación de los recursos humanos y materiales del planeta que ha impuesto el capitalismo globalizado. Buscar nuevas alternativas para la humanidad, y/o los países por separado, son desafíos actuales insoslayables. Habrá que crear nuevas teorías de transformación social y menos quimeras demagógicas. Para eso, habrá que releer una y otra vez a Marx, y a otros de los imprescindibles.

[1] Fernando Martínez (2012). “Historia y marxismo”, en La historia y el oficio de historiador, Edit. Imagen Contemporánea, p.322.

18 mayo 2020 28 comentarios 397 vistas
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Marx vs Marx

por Alina Bárbara López Hernández 15 mayo 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

El pasado cinco de mayo fue el aniversario del natalicio de Carlos Marx, por ese motivo rememoré en Facebook el artículo que le dedicara en este blog hace dos años. Como resultado, se suscitó un interesante intercambio entre dos amigos, matanceros por demás, que considero de gran valor, primero porque muestra que es posible polemizar desde la diferencia manteniendo el respeto y la cordialidad; segundo, porque indica que es viable enriquecer los puntos de vista sobre una teoría que, como el marxismo, se considera la base sobre la que se erige el proyecto cubano.

Carlos Abel Olivera Rodríguez es licenciado en Economía y master en administración de empresas y en gestión turística por la Universidad de Matanzas. Reside actualmente en Uruguay y es Constructor de negocios a nivel internacional. Mirta Casañas Díaz es una excelente profesora y doctora en Ciencias Filosóficas, tiene varios textos de filosofía publicados y además es autora de libros de ficción, cuentos y novelas. Reside entre Cuba y Canadá. A continuación replico el intercambio.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Marx es quizás, una de las personas que, con sus ideas y escritos, más odio y división ha generado en los últimos dos siglos.

Basado en la Teoría Objetiva del Valor (me reservo comentarios al respecto), su concepción de que solo la fuerza de trabajo genera valor, y por tanto, que la apropiación por parte del capitalista, de parte de ese valor (plusvalía) es ilegítima, está en las bases de su “lucha de clases” (reduccionista y pobremente definidas en base a la propiedad sobre los medios de producción). Esa concepción: victimizadora del empleado (que termina requiriendo inevitablemente de un “protector”), ha calado profundamente en la cultura, sobre todo de América Latina. Yo la he visto en acción, cerrando empresas contra los “explotadores”, dejando miles de familias sin sustento. Subyace en el recelo del empleado contra su contratante y viceversa que les impide trabajar de conjunto (como pasa en otras latitudes) hacia un futuro más próspero.

El socialismo marxista se ensayó durante el siglo XX en las realidades y culturas más variopintas, incluyendo la URSS, China, Mongolia, Corea del Norte, Vietnam, Laos, Cambodia, Europa del Este, Yugoslavia, parte de África y en América: Cuba, Nicaragua, Venezuela… Ningún otro experimento social ha logrado tal extensión y tan estrepitoso fracaso. Con una casuística tan amplia y diversa, indudablemente el problema está en la teoría, que por su simplismo y pretensión absoluta, es la encarnación de la soberbia. Como dijo alguien: “si los alemanes no pudieron hacer funcionar el socialismo, entonces nadie puede”.

Alina Bárbara López Hernández: Carlos Abel Olivera Rodríguez, entiendo tu punto, pero también se percibe en él un punto de inflexibilidad, realmente no soy economista, pero ¿no importa aquí el hecho de que Marx generó su teoría en el siglo XIX, y en el país capitalista más avanzado de la época? Incluso, su concepción del socialismo fue planteada como la lógica de un proceso de socialización de la propiedad en una sociedad capitalista extremadamente desarrollada.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Alina, totalmente. La teoría de Marx está plagada de contemporaneidad decimonónica e inglesa. Eso es justamente lo que no entienden sus partidarios. Yo lo leo como a Ricardo, o Smith, pero no como a un profeta. Lo someto al juicio de la empiria, y este le ha pasado factura ampliamente. No digo que no sea interesante (y hasta necesario) de leer, pero de ahí a entrar al ciclo de: “construimos socialismo”, “fracasa socialismo”, “eso no era verdadero socialismo”, va bastante distancia. La sociedad de lucha de clases de Marx, en la cual los proletarios explotados tomarían el poder como consecuencia de las contradicciones, no sucedió y no parece que vaya a suceder. Por el contrario, el mundo ha avanzado (afortunadamente) bajo la premisa de que colaborando avanzamos más.

De Marx es rescatable mucho de su método de análisis económico/social (siempre con ojo crítico). Yo mismo uso las categorías de modo de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción etc. Me resultan útiles. Su gran metedura de pata fue la plusvalía, el conflicto disfuncional y el odio consecuente. Extrapoló la injusticia del capitalismo industrial temprano (con mucho de feudalismo aún) a un problema estructural del sistema: soberbia de generalización. Y ese sentimiento de injusticia llevado a teoría se convirtió en la bandera de lucha en un mundo que por pura evolución ha ido mejorando ostensiblemente y ya no tiene nada que ver con el que él vivió. A él, en el siglo XIX se le puede perdonar, pero hoy… después de tanta evidencia contraria… seguir defendiendo sus tesis como la base para construir una nueva sociedad… creo que no tiene sustento.

Mirta Casañas Díaz: Carlos, en mi opinión la teoría de Marx se corresponde con su momento histórico, no fue un profeta, estudió el capitalismo de su época y creo que ningún economista niega las aportaciones que hiciera en El Capital incluyendo la teoría de la plusvalía. Sus obras fueron publicadas parcialmente, todavía muchas de ellas esperan por una edición y fueron traducidas las que más convenían. No creo que hay que hacerlo responsable de lo que ha sucedido con el socialismo porque en ningún caso su teoría fue escrita para esas condiciones. Entonces honremos al hombre de ciencia.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta, Marx no es inocente de lo sucedido con la implantación del socialismo a nivel mundial, comenzando por Rusia. Acá le dejo, a modo de un simplísimo ejemplo, las 10 propuestas del Manifiesto Comunista:

“Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.”

“Fuertes impuestos progresivos.”

“Supresión del derecho de herencia.”

“Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y sediciosos.”

“Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital estatal y monopolio exclusivo.”

“Centralización del transporte en manos del Estado.”

“Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.”

“Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo.”

“Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.”

“Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril en su forma actual. Unificación de la educación con la producción material, etc.”

Por supuesto que es una reacción al siglo XIX, pero estas recetas fueron las seguidas en el siglo XX. Disculpe que lo diga con tanta crudeza, pero Marx está en cada autocracia socialista que siguió su guía, y por tanto en cada muerto, cada escasez y cada libertad cercenada. El fundamento moral de estos desmanes es justamente la inmoralidad de la plusvalía, y la presunción de que la historia de la humanidad es la de la “lucha de clases”. No puedo honrar a un hombre que sembró una semilla de odio que tanta calamidad ha traído. Esto no quiere decir, como le comentaba a Alina, que no utilice parte de su herramental, como el de cualquier otro autor. Eso lo hago desde la objetividad científica, pero de ahí a honrarlo… Tampoco quiere decir que no respete a quienes lo honran. Sus razones tendrán. Yo no las encuentro. Gracias por el intercambio!

Mirta Casañas Díaz: Carlos, yo respeto su criterio y he leído el Manifiesto unas cuantas veces. Y precisamente por los elementos que se pueden usar de su obra — en su conjunto— para entender una época y un proceso es que pienso que se le puede honrar. La verdad que lamento no tener tiempo para un debate por esta vía, pero me llama mucho la atención su punto de vista sobre la inmoralidad de la plusvalía, lo que me conduce a pensar que considera que esa teoría es falsa, ¿no hay plusvalía en su criterio? Y también que niegue la lucha de clases a lo largo de la historia de la humanidad, aunque tal vez lo haga por el concepto de clases, porque no creo que pueda negar la lucha, aunque tal vez ha desarrollado usted una teoría con otros argumentos. Le agradezco sus comentarios porque me ha motivado a pensar desde otra óptica sobre estos elementos.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta, el tiempo dedicado es un regalo que nos hacemos. Creo en este caso específico vale la pena, pues Marx, en Cuba y otros contextos, es incuestionado. Craso error para mentes científicas. Nada ni nadie está por encima del espíritu inquieto. Usted comenta que encuentra valor histórico en los escritos de Marx. Eso yo no lo niego. Si usted considera eso digno de honrar se lo respeto. Yo no, pues pongo en la balanza la inconsistencia de su doctrina y todo el daño causado comentado con anterioridad. Pero insisto, respeto su posición.

En lo que atañe a la plusvalía, tal y como está descrita por Marx tiene una connotación ética negativa: es valor creado por el empleado y no retribuido por el capitalista. Es por tanto, en esta concepción, un robo. El problema viene de más atrás: la Teoría Valor-Trabajo, estableciendo que el valor creado de una mercancía es objetivo y es generado por la fuerza de trabajo (tiempo de trabajo socialmente necesario), de esta forma el capital no genera valor y por tanto no tiene derecho legítimo a apropiarse de él.

Según esta Teoría, la pintura de la pared de mi casa, que puede tomar una semana de trabajo, valdría más que un Picasso hecho en una mañana. Eso es totalmente insostenible. El valor es subjetivo. La propia definición genérica de “valor” (significación positiva que adquieren ideas, objetos…) establece su carácter subjetivo. Desmantelando la Teoría Valor-Trabajo el concepto de plusvalía como “tiempo de trabajo no remunerado” y por tanto como “robo” no tiene sentido. Nótese que hablo de “plusvalía”, el concepto marxista, no del “margen de ganancia”, el cual no tiene connotación moral.

Sobre las clases sociales, concuerdo con que existen, pero han sido y son, muchas más que la simplificación (burda) de: “quienes son dueños de los medios de producción” versus “quienes no son dueños de los medios de producción”. La simplificación y agrupación son métodos válidos cuando el “grupo” o “clase” tiene características comunes que permiten definirlo y estudiarlo. Decir que el señor dueño de un puesto de frutas con un empleado, pertenece a la misma clase que Bill Gates, es simplemente un disparate. Lo mismo que un programador de Silicon Valley sea un “proletario explotado” al igual que un minero de carbón en China. No resiste el menor análisis.

Por otro lado, decir que “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.” es otra simplificación burda. La historia de la humanidad es sobre todo la de la coordinación: los grandes canales, pirámides, acueductos, máquina de vapor, vacunas, hombre en el espacio, son resultado de la coordinación y no de la “lucha”. La lucha de intereses entre grupos (diversos, múltiples y cambiantes) es parte de la historia, pero no es “la historia”. Saludos!

Mirta Casañas Díaz: Carlos, muchísimas gracias por sus comentarios, satisface con sus respuestas mis expectativas y sería muy oportuno que escriba un artículo con sus consideraciones para que llegue a otros lectores que no usan esta vía y se pueda debatir y profundizar más al respecto. Coincido con usted en la objetivación excesiva del marxismo, recuerdo que Engels, ya muerto Marx, en la cartas del 90 alertó que fue necesaria porque estaban tratando de demostrar el papel de la economía, de la base económica, pero indiscutiblemente eso le hizo mucho daño a la teoría porque la subjetividad prácticamente fue anulada y las consecuencias fueron nefastas. El marxismo occidental de alguna forma desarrolló estos elementos y estoy pensando en un Bloch, Lukács, Gramsci, Poulantza, entre otros muchos, pero lo que predominó fue el esquematismo y el dogmatismo porque convenía, la crítica fue eliminada y considerada un delito hasta hoy.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta, muchas gracias por el comentario. La verdad, rara vez escribo sobre aspectos teóricos. Sí me gusta debatir e intercambiar con amigos al respecto. Llevo muchos años metido en la gestión empresarial y largo de cuando en cuando reflexiones sobre aspectos más “terrenales”. Creo lo peor en lo que se puede caer es en la apología, y eso ha pasado con muchos teóricos del marxismo, incluso los críticos y ni hablar de los “implementadores”.

Por ejemplo: nunca he encontrado nadie que me de elementos sólidos defendiendo la Teoría Valor-Trabajo, solo subterfugios argumentativos sin capacidad de contrastación empírica. Quienes la defienden (al menos conmigo) lo hacen desde la fe, y la fe no se discute. Entonces, si la Teoría Valor-Trabajo queda refutada, ¿dónde se sostiene todo el andamiaje que lleva a la construcción de una sociedad basada en ideas del marxismo? ¿No será ese error en los cimientos la causa del extensísimo fracaso en la implantación? Esa es mi hipótesis. Un saludo, seguimos en contacto y que viva el debate!!!

Mirta Casañas Díaz: Ha sido un placer intercambiar contigo. La verdad que yo no puedo ofrecerte esos elementos, estudié economía política como una asignatura, pero hace muchísimos años y me ha resultado muy interesante tu postura. Yo sí creo que la causa del fracaso del socialismo está en los cimientos, tanto en la estructura económica que se asumió como en la estructura política, ambos se complementaron y se asumió como un hecho que el desarrollo de la fuerzas productivas conduciría al socialismo a escala internacional, obviando que el capitalismo también se transformaba en correspondencia con el ritmo de la ciencia y la tecnología. En mi época de estudiante esto aparecía en todos los manuales y se tomaba como argumento la explicación que daba Marx en el Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política. Sí hubo desarrollo de la teoría, pero no fue tomada en cuenta y, por el contrario, los que lo hicieron fueron considerados revisionistas. Bueno la historia que tú conoces. La falta de democracia hizo la otra parte. Hoy se habla de países socialistas que en realidad no lo son, si nos ajustamos a la teoría marxista clásica y en realidad yo no sé ni cómo podrían llamarse para diferenciarlo de un Capitalismo de Estado. Si te embullas puedes escribir varios artículos de opinión.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta, muchas gracias. Para mí también ha sido un placer. Le dejo un artículo que publiqué hace unos años y Alina Bárbara López Hernández tuvo la gentileza de relanzar hace poco en La Joven Cuba. En él abordo (con el aparato categorial de Marx, para que vea que el tema no es personal con el señor de la barba) algunas ideas sobre el Socialismo, Capitalismo y lo que puede llegar a ser una sociedad Postcapitalista. Aclaro que de lo que escribí hace 5 años, ya hay puntos en los cuales tengo opiniones distintas jjj. Cualquier comentario es bienvenido. Saludos!

Mirta Casañas Díaz: Muchas gracias, me lo leeré.

Mirta Casañas Díaz: Carlos, leí tu artículo, muy interesante, coincido contigo, solo no entendí la última frase cuando dices: Hoy, en el siglo XXI, queda claro que el mejor Marx ha vencido y por paliza. Qué quisiste decir con esto. ¿Marx ha vencido o ha sido vencido?

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta, yo distingo dos versiones de Marx, incluso contradictorias. La primera es la que utilizo en el artículo. Objetivo y analítico, que aporta categorías como Fuerzas Productivas, Relaciones de Producción, Modo de Producción y sus interacciones. Es un Marx no condicionado por un sentimiento o idea. El segundo es el Marx de la Lucha de Clases, de la Dictadura del Proletariado y por tanto de la Teoría Valor Trabajo y la Plusvalía, que dan la impresión de ser el intento de sustento teórico y ético para reafirmar su odio (sí, lamentablemente odio) a la burguesía, a la que a la vez (increíblemente) admiraba. Este Marx no es intelectualmente honesto: tiene una intención y por tanto su rigor científico es cuestionable.

Digo que es contradictorio, porque si uno sigue desapasionadamente la lógica de los Modos de Producción y consiguientes Formaciones Económico- Sociales, es claro que la sociedad humana ha ido evolucionando positivamente hasta llegar al capitalismo actual, y por tanto, lo predecible es que siga ese curso hacia cualquiera que sea el Modo de Producción Post Capitalista. ¿Cómo explicar entonces la suposición de Marx de que los obreros serían cada vez más pobres y que por tanto se sublevarían y acabarían con la propiedad privada? ¿De pronto, después de 6000 años de Historia, se volvía todo el mundo loco? Contradice totalmente su propia lógica, y por tanto es una presunción forzada. No es casual que ni el empobrecimiento (la humanidad vive cada vez mejor) ni la sublevación (al menos sostenible) tuvieran lugar, lo que valida la lógica (o victoria) del “primer” Marx (riguroso y científico) y la derrota del “segundo” (ideologizado y con juicio comprometido). Es a esa victoria que me refiero: Marx contra Marx. Pensándolo bien, este último tema creo merecería (como sugiere) un artículo de opinión. Gracias!

Mirta Casañas Díaz: Carlos, si no lo dudo merece efectivamente un artículo donde puedas ofrecer y explicitar tus argumentos. Bueno para algo ha servido el intercambio si te ha motivado a escribir y a mí me ha servido para hacer muchas analogías, porque efectivamente son muchos los que rompen la lógica de su propia teoría para cumplir con determinados fines políticos. Si voy a la historia de la filosofía lo hizo Hegel, cuando se olvidó de la dialéctica para decir que el estado prusiano era la máxima expresión de la idea absoluta. Te confieso con toda sinceridad que no había notado esa arista en Marx y valoré sus incongruencias como resultado de su época. También en esto voy profundizar. Te reitero el placer por este intercambio tan civilizado jajaja. Como debe ser.

Carlos Abel Olivera Rodríguez: Mirta jajaja, pocas veces se da la oportunidad de un buen debate, ni siquiera en la academia, y mucho menos sobre obras de personalidades como Marx, incuestionable para unos y denostado por otros. La objetividad, la búsqueda de la verdad (hablando de filosofía) desde la duda sincera y el pensamiento científico, son bienes escasos. Un abrazo grande y ojalá nos crucemos en otra publicación de Alina, si no la aburrimos con nuestra ida y vuelta jaja.

Alina Bárbara López Hernández: Carlos para nada, en esta realidad virtual, a veces más nutricia en cuanto a posibilidades de intercambiar ideas interesantes sobre estos temas y otros, siempre serán bienvenidos amigos como tú y Mirta. Un abrazo y gracias por hacernos pensar aunque no estemos de acuerdo en todo, he ahí lo interesante.

Alina Bárbara López Hernández: Carlos lo otro, la invitación para el artículo Marx vs Marx está hecha, y el espacio para que se publique también.

15 mayo 2020 46 comentarios 512 vistas
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¿Qué pasará cuando no estemos?

por Aries M Cañellas Cabrera 14 mayo 2020
escrito por Aries M Cañellas Cabrera

Se van en silencio, con ese sino que ha marcado a los héroes que un día de septiembre crearon el Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR13). Los más afortunados recibirán una nota pequeñísima, perdida entre noticias de éxitos y metas cumplidas, otros, ya invisibles como mi abuelo, no recibirán nada.

Generaciones de cubanos no han escuchado jamás sus nombres. Para algunos, incluso, puede que sean no más que un puñado de suicidas. En todas las ciudades de Cuba viven y se olvidan los sobrevivientes, “empecinadamente vivos”, que hace sesenta y un años dieron un paso atrás —en aras de una unidad que nunca los incluyó— para evitar que esta vez, como le había pasado a sus padres en el 33, los muertos cayeran en vano.

Cuba les debe.

Les debe haber evitado la guerra civil, parte del triunfo del 59, las ciudades intranquilas que no dejaban dormir a los batistianos, les debe incluso las armas que Frank País —ese segundo héroe byroniano de la República— subió a la Sierra. Les debe el socorro y restablecimiento de los invasores que desfallecidos arribaron al Escambray. Sin el auxilio de las redes del DR13 en ciudades como Cienfuegos, a esos hombres les hubiera sido difícil tomarlas.

La célula dirigente del DR13 en esa ciudad sureña, dirigida entonces por Miguel Cañellas —mi abuelo, el hombre del que aprendí a sangrar por la herida por la que que aún sangran los miembros de la organización— recibió la orden directa del Comandante Fauré Chomón de ponerlo todo en función del socorro a los invasores. Nada sería más importante que surtir las montañas con toda la logística necesaria para ello, según la ordenanza que todos los sobrevivientes manifiestan recordar.

faure_chomon_quevedo_cienfuegos

Comandantes Faure Chomón y Ángel Quevedo. Parque Martí. Cienfuegos, 19 de febrero de 1959.

El silencio nos envuelve. Somos culpables: los que nunca llegamos a colgar una bandera del DR13 un 1ro de enero, los maestros que no hablamos más de ellos, los docentes universitarios que dejamos que siguieran siendo anónimos… Se ha empezado a cerrar el círculo de la historia que no fue porque no está. Dentro de veinte años, cuando un 20 de abril mi hija lleve a mis nietos a la calle Humboldt a poner flores en una acera, como ha hecho con su padre, ¿sabrán ellos por qué? Hoy nadie se acuerda de Pío Álvarez, Ivo Fernández, o Calixta Guiteras. El círculo de la historia los dejó fuera.

Como me dijo en una entrevista Natalia Bolívar, miembro del DR13: “¿Qué pasará cuando no estemos?”. Yo debo, y pago como puedo, pero si nos quedamos impasibles también somos culpables.

Aún hay tiempo, la historia del Directorio Revolucionario todavía puede hacerse estando algunos de sus miembros vivos. Algo se ha logrado, aunque con poca divulgación. A pesar de que la mayoría ya no quiere hablar, sí están dispuestos a hacerlo si es para salvar, no su papel, sino el de sus muertos. Lo pude constatar en Cienfuegos, cuando les pregunté si permitirían que en unos años nadie supiera quienes fueron el Comandante Ángel Quevedo, Juan Olaiz, o incluso Fructuoso Rodríguez. Y respondieron.

14 mayo 2020 38 comentarios 1.059 vistas
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