La Joven Cuba
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2020

Contenidos con fecha 2020

El clasificador en su laberinto

por Alina Bárbara López Hernández 5 junio 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Como si a Cuba no le bastara con haber perdido su lugar prominente en la producción de azúcar. Por si no fuera suficiente con el hecho de que ya no existen frutas que hasta hace unas décadas eran parte de la cotidianidad tropical. Como si no hubiéramos degenerado en tantas de nuestras potencialidades para crear riquezas. Ahora, para colmo de males, ya el país no es capaz de producir ni un pensamiento o una opinión política propios; también son importados.

Lo que la revista Cuba Socialista había unido hace unos meses por obra y gracia de Karima Oliva y Vibani B. Jiménez, en una corriente única de oposición denominada progresismo, ahora Cubadebate lo separa en dos mitades tras el pase de magia de Javier Gómez Sánchez, pues según su artículo, publicado en el referido sitio la pasada semana, las opiniones adversas al gobierno se dividen entre nosotros en dos tendencias contrarrevolucionarias. Pero, oh nacionalismo derrotado, ambas tienen su origen en EE.UU. Las bautiza y todo: obamistas y trumpistas, o para ser más precisos «la estrategia Trump» y «la estrategia Obama».

Qué tiempos aquellos en que las divisiones de los cubanos por personificaciones políticas eran entre quesadistas o aldamistas, miguelistas o zayistas, moruístas o gomecistas… Pobre del sistema ideológico que no pueda reconocer en sí mismo, como a hijas propias, a las diferencias, y deba presentarlas cual exóticos trasplantes, como la progenie bastarda de un extranjero. Solo con eso mostrarían su fracaso y lo indignos que son de un hombre como José Martí, que alegaba: «de los derechos y opiniones de sus hijos todos, está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos». [1]

En una especie de acto de clasificación, donde se van sacando cosas de una gaveta para ponerlas en otra, Javier Gómez Sánchez nos indica todo lo que es desechable para esa fuerza que vela desde arriba —como Mashenka al pobre oso— por el bienestar y la pureza de nuestras ideas.

La fantasía de Gómez Sánchez, digna de la literatura de ficción, compara a la oposición con dos perros: uno que gruñe (los recalcitrantes, la gente que propone una vuelta firme al capitalismo) y el otro que mueve la cola (los que en apariencia proponen reformar al sistema socialista pero que al final son una cuña para influir, desde dentro, en su bancarrota).

Esta segunda estrategia, «más intelectualizada, menos agresiva y capaz de hacerse simpática», es la principal en opinión del articulista, y la más peligrosa. La relaciona con una serie de demandas sociales que pondera como «justas» pero que, para él, están siendo «utilizadas» con una falsa empatía, como el matrimonio igualitario y la protección animal. A esta corriente pseudo-socialista le suma igualmente los criterios que reconozcan algún mérito en el pensamiento o la historia de la república, o que se encaminen a «manipular históricamente fenómenos como el Mariel, la UMAP o el Quinquenio Gris». El uso de un lenguaje marxista, si sirve para «presentar el “modelo cubano” como absolutamente fracasado» va a parar también a la gaveta obamista.

El clasificador de estrategias se apresura a acuñar que los falsos socialistas también son de derecha, pero enseguida aclara que se disfrazan mediáticamente de izquierda. Su teoría de la conspiración perfecta alega que desde el Norte se potencian la estridencia y vulgaridad de la estrategia trumpista para lograr engañar — nublando su visión—, al ingenuo público que se incrementa con «nuevos lectores jóvenes», los cuales, huyendo de una estrategia, caen en brazos de la otra, la obamista, que sería aceptada como «un mal menor».

Le tengo malas noticias al clasificador. La primera de ellas es que si mira todo lo que ha desechado podrá constatar que la instancia política a la que él representa se va quedando con muy pocos seguidores. Porque le aseguro que no solo son lectores jóvenes los que se sienten representados por las ideas que él deplora. ¿Quieren comprobarlo? Es fácil, permitan que los científicos sociales hagan estudios de opinión sobre lo que afirma aventuradamente ese artículo de Cubadebate.

La segunda cuestión es que con artículos como este no lograrán engañar a nadie. El eterno cuento de Pedro y el lobo ya no les funciona. Es evidente la incapacidad que han manifestado para reformar desde arriba al sistema, y no van a disfrazarla acusando a los muchos críticos que tienen, a los cuales le impiden participar en el proceso. En Cuba ahora los centristas son ustedes, tienen oposición desde la izquierda y desde la derecha, y sí, en algunos puntos sus agendas coinciden, porque temas como el matrimonio igualitario y la protección animal son derechos cívicos elementales que no se enmarcan necesariamente en una trinchera ideológica.

Comprendo perfectamente que le teman más a las ideas socialistas.

Las ideas del socialismo son ajenas desde hace tiempo a gran parte de la burocracia política, parasitaria y anquilosada, que nos dirige. Se afirma en el artículo 3 de la Constitución que el carácter socialista y el sistema político y social son «irrevocables», cuando irrevocables son en verdad los métodos arcaicos y las figuras desgastadas, pero llenas de privilegios, que conducen al país a un destino incierto.

Y vaya que son poco diplomáticos en el Departamento Ideológico del Comité Central del PCC. Con artículos como este echan por la borda —al ubicarlos gratuita e innecesariamente como enemigos peligrosos— al importante sector de la emigración cubana que simpatizó con la política flexible de Obama, que es proclive a negociar con Cuba, se opone al bloqueo y no pretende un cambio de sistema mediante la fuerza o la coacción directas. Sector clave en la política ante las próximas elecciones de aquel país, en momentos de profundísima crisis para Cuba y de necesidad de atraer capitales y apoyo. Sería recomendable que el aparato ideológico se nutriera de analistas políticos. Que esto no es el pacto soviético-alemán del 39; aquí una tergiversación puede ser más costosa.

Es contradictorio que un artículo con esta tesis se publique en un sitio que se denomina Cubadebate. ¿Debate con quién? Si todos los que disienten en Cuba de las políticas del gobierno son productos de importación como asegura Gómez Sánchez, entonces ¿qué contendientes sostienen la controversia? Hasta los teólogos medievales reconocían a sus enemigos como parte de la iglesia católica.

[1] José Martí: Pensamiento político. Prólogo y compilación Emilio Roig de Leuchsenring, La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad, 1953, p. 200.

5 junio 2020 93 comentarios 457 vistas
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Allá ellos

por Mario Valdés Navia 4 junio 2020
escrito por Mario Valdés Navia

La Joven Cuba lleva una década en el ciberespacio como un blog de la izquierda crítica, caracterizado por una moderación flexible que admite comentarios de diversos perfiles ideológicos. Sus posts se cuentan por miles, los comentaristas por decenas de miles, y millones la han leído y compartido en diversos soportes.

Si hurgando en toda esta trayectoria alguien encuentra algún texto donde se hayan asumido posiciones contrarias a la Revolución, afines al bloqueo a Cuba, o que llamen al derrocamiento del gobierno cubano, debería denunciar el caso ante la fiscalía para que el autor, y el medio, sean procesados según las leyes de nuestro Estado Socialista de Derecho.

Si ciertos textos que se publican en ella plantean tesis ideo-políticas que molestan a alguien en particular, existen ya suficientes espacios para el debate de ideas discrepantes –entre ellos, la propia LJC− donde dirimir controversias de este tipo. Pero hay algunos que huyen de las controversias en igualdad de condiciones y prefieren asumir posturas de supuestos veladores de la fe revolucionaria. Incluso intentan contraponer a LJC con su principal inspirador: Antonio Guiteras, creador de LJC original.

A esos les recuerdo que Guiteras fue un revolucionario antimperialista, defensor del socialismo –nunca del estalinista, por supuesto−, y de la lucha armada popular, que el PC de su época combatió hasta la saciedad tildándolo de socialfascista y represor del pueblo.  Con su negativa a pactar con él para enfrentar a la reacción desbocada, aquel partido comunista se unió al acoso a que lo sometieron la oligarquía y los militares de Fulgencio Batista hasta matarlo en combate en el Morrillo matancero. ¿Acaso esos acosadores de LJC desconocen esos hechos?

La verdad verdadera es que en la Cuba de hoy se ha conformado una tendencia de izquierda –aún abigarrada e inconexa-, aspirante a reformar el modelo socialista cubano para hacerlo más democrático y libertario, que encuentra en LJC uno de sus medios de expresión. Si los que colaboran en ella son pocos aún, por múltiples razones, los que la leen, comparten y debaten sus publicaciones son muchos, y cada vez más.

Claro que espacios como este tienen que molestar a los que pretenden seguir monopolizando la opinión y los sentimientos de izquierda de la mayoría  del pueblo cubano. Ese grupo de escribidores, que aprueba cuanto haga el Estado/partido, aun cuando las medidas recientes puedan negar lo que defendían a grito pelado hasta el día anterior, está desconcertado. De ahí que apelen al viejo repertorio de calificativos aplicados a todo tipo de disidencia al poder constituido en cualquier lugar y época: traidores, herejes, disidentes, servidores de potencias extranjeras, mercenarios…

Solo que, sin evidencias ni argumentos confiables, su rosario de infamias se vira, una y otra vez, contra ellos. En la Cuba revolucionaria y socialista de hoy esos autoproclamados censores solo sirven de lacayos al grupo hegemónico que pone trabas a la aplicación de muchas de las reformas necesarias para flexibilizar la economía cubana y sacarla de las mordazas del estatismo que la han llevado al marasmo actual. Eso que el pueblo llama con razón: el bloqueo interno.

La falacia de identificar la propiedad socialista con lo estatal y negar espacios al empoderamiento real de los colectivos laborales y los municipios, la cooperativización verdadera –no la de las UBPC, por favor!−, las pymes y la inversión de capital cubano; ha llevado al grupo de poder hegemónico a convertirse en el freno principal para la realización de transformaciones plasmadas en documentos que fueron discutidos y consensuados por la mayoría del pueblo, como los Lineamientos, la Conceptualización y la Constitución 2019.

En LJC se insiste en defender esos temas y otras causas afines, como el empoderamiento ciudadano, la igualdad racial y de género, el cese del maltrato animal, el fin de los desmanes en que incurre la prensa constantemente y las decisiones administrativas y judiciales que violan derechos fundamentales de los ciudadanos. Si esto molesta a los que deciden aclamar, sin pensar antes con cabeza propia: allá ellos.

Sería bueno recordarle a esos fanáticos de los de arriba algunas tesis del filósofo matancero Fernando Lles (1883-1949). Él defendía la necesidad de la suspicacia, de la duda científica —a la que denominaba malicia—, para hacer ciencia y política verdaderas. Contrario a la falta de ética de los políticos de oficio a lo largo de la historia, demolía con su ironía a los demagogos, pretendidos sabios omniscientes, y a sus seguidores: los creyentes. Para él:

Todos los retardatarios y perezosos mentales son creyentes. Un credo es el mejor de los lechos para dormir a pierna suelta, con la simplicidad de un bienaventurado. Sospecha, si quieres conocerte; malicia, si quieres superarte. […] Cultiva la suspicacia, por oposición a la fe […]  Deja para esos santos varones de la  omnisciencia, en los que el talón de Aquiles se prolonga hasta el occipucio, la beatitud de su fe. Allá ellos.[1]

[1] Año 1, no.  15,  nov.  1927,  pp.  62-63. en DVD Revista de Avance. Edición multimedia, Ediciones Cubarte, 2015.

4 junio 2020 38 comentarios 540 vistas
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Las verdades difíciles

por Harold Cardenas Lema 3 junio 2020
escrito por Harold Cardenas Lema

La mente humana es un órgano para descubrir verdades, no falsedades

Solomon Asch

El espacio público cubano ha devenido en un ecosistema de grupos que creen e intentan representar a la mayoría. Por consiguiente, el debate político nacional es un espacio tribal donde los grupos interactúan poco entre sí y se conforman con alimentar a su base de seguidores. Si las dinámicas grupales juegan un rol tan importante, dediquemos unas líneas al comportamiento humano y su capacidad para discernir verdades de falsedades.

En 1951 el psicólogo Solomon Asch hizo un ensayo de percepción visual en el Swarthmore College. A grupos de ocho estudiantes Asch les fue mostrando una tarjeta con una línea recta, luego otras tres líneas llamadas A, B y C. Una de estas era del mismo tamaño que la recta original, las otras dos eran más largas o cortas. Cada alumno debía identificar qué línea tenía igual tamaño a la original. Lo que ocurrió todavía es objeto de estudio en la psicología social.

Experimento de Asch

En la primera y segunda ronda de tarjetas todos coincidieron en identificar el tamaño correcto. En la tercera empezó el engaño. Antes de comenzar, siete participantes habían recibido instrucciones de responder correctamente en las dos primeras rondas y luego responder erróneamente pero en grupo en la mayoría de las 15 rondas siguientes. El verdadero sujeto del experimento, el octavo alumno, sería siempre de los últimos en responder. El objetivo del ensayo era medir cuántos individuos cambiarían una respuesta obvia por adaptarse a un grupo.

Después de un inicio en el que las respuestas eran unánimes, el sujeto del experimento veía confundido cómo sus colegas seleccionaron una recta mayor o menor que la correcta. Ante la mirada de los colegas que esperaban su respuesta, en el 75% de las ocasiones el sujeto respondió al menos una vez junto al grupo de forma incorrecta, a sabiendas de que estaba mal. La necesidad individual de encajar en el contexto alteró significativamente la respuesta.

Al hacer las mismas preguntas a otros sujetos de forma individual, el margen de error fue del 1%, los errores ocurrían sólo en un contexto de presión social. Las razones para este comportamiento deliberado fueron el miedo a ser ridiculizados (influencia social normativa), la duda inercial de creer a la mayoría antes que a sus propios ojos (influencia social informacional) y el confiar a ciegas en la opinión mayoritaria. La modificación de la conducta y distorsión del juicio personal en el estudio realizado. Imaginen esto en una realidad marcada por burbujas ideológicas.

Este experimento no es infalible. Entre sus problemas metodológicos podemos citar una muestra limitada, con sujetos de similar composición social. Además, aunque no sabían de qué trataba el estudio, sabían que era un ensayo científico. Aún así, demostró cómo no es posible entender el comportamiento humano sin ver a las personas en su contexto grupal. El conformismo, la presión grupal y el temor a la desaprobación social, son cadenas invisibles en nuestro comportamiento. Cuba merece un análisis más profundo, pero intentaré citar dos ejemplos cercanos.

Siempre es aventurado clasificar las filas revolucionarias en Cuba. Para ilustrar esta idea distinguiremos dos grupos: los incondicionales al poder político actual (no la revolución) y la izquierda revolucionaria que apoya el socialismo, más a pesar del periódico Granma que gracias a él. Por razones que ameritan otro análisis, los primeros disfrutan de un respaldo oficial que no tienen los segundos. Por razones obvias, tienen un acceso y control de los medios masivos que no gozan los segundos. Hoy me referiré al primer grupo, que el Che Guevara calificara como dóciles al pensamiento oficial, la mayoría de los cuales viven al amparo del presupuesto público.

Hace unos años el Partido Comunista cubano llegó a una encrucijada: creaba diques de contención al debate y apostaba a una autodenominada vanguardia escogida bajo criterios de incondicionalidad, o avanzaba un pensamiento crítico que alimentara la cultura política nacional sin temer a sus contradicciones. Desde el momento en que Raúl Castro dejó de mencionar la búsqueda de un cambio de mentalidad, el segundo camino murió prematuramente. Al primer grupo de incondicionales la dirección del país lo amparó en su ardua tarea de exigir obediencia al segundo, bajo acusaciones de centrismo, progresismo y otros ismos por venir.

Por su protagonismo, Iroel Sánchez es un funcionario de gobierno que a menudo se identifica con este primer grupo.

Ayer el señor Iroel Sánchez dedicó parte del día a encender su grupo de seguidores tomando un texto mío del 19 de Marzo, sin reparar en el contexto de esa fecha. Como fue publicado antes de contar con el conocimiento actual sobre la pandemia, el cálculo de la tasa de mortalidad tenía un error que se corrigió inmediatamente con una nota editorial al final del texto, como es el estándar periodístico. Sin embargo, el señor Iroel Sánchez no sacó fotos ayer al texto publicado en LJC desde marzo: buscó en su buzón de correo la cifra original y la resaltó para maximizar el uso político que quería hacer de ella.

En un experimento de exponer verdades difíciles a un grupo tribal, doy más detalles. El día anterior a mi texto había muerto la primera persona por coronavirus en la Isla. El día siguiente, la cifra de contagios pasaba de 11 a 16, un aumento de casi el 30% en 24 horas. Como dijera el Dr. Fabiano Di Marco en el New York Times el 17 de Marzo sobre la situación en Italia, “es difícil de entender que cada familia tendrá un familiar o amigo que morirá, esa es la situación… es una guerra”. Los modelos de predicción para América estaban marcados por la experiencia inicial en Asia y Europa, la alarma (y no el pánico) era justificada.

El día 20 Cuba cerró finalmente fronteras y comenzó su exitosa campaña contra la pandemia. Una semana después contrasté incluso los errores de la administración Trump con los aciertos del presidente Díaz-Canel. Eso Iroel no lo vio, pero 300 personas lo apoyaron en mi Facebook. 

Las acusaciones simplistas siempre tendrán las de ganar ante explicaciones complejas y lograrán encender a una base fiel- pregúntenle a Trump. El grupo de agitación y propaganda cercano a Iroel lo apoya sin comprobar la acusación, porque viene de uno de los suyos e imaginan que beneficia las preferencias políticas del grupo. Ante un asesinato de reputación en Internet siempre habrá una disyuntiva: si respondes, dignificas al atacante con una respuesta; si callas, otorgas la razón al otro. Sin entrar en el juego de las ofensas, esta transgresión es importante para desnudar las agendas que hay detrás de cada campaña grupal.

Todavía en el experimento de Asch no había premios para ajustarse a la opinión del grupo. En el contexto cubano sí que existen incentivos para seguir ciegamente a esta tribu y sus portavoces que han secuestrado la voz gubernamental. Cuando un sujeto del experimento en el año 51 respondía un error, no era para garantizar condiciones materiales o el sistema de premios que brinda un grupo aliado al poder. Y premios hay en las dos orillas, veamos el próximo grupo.

Alexander Otaola es un emprendedor del entretenimiento político en la Florida.

Con un programa de televisión que rebaja el debate ideológico al reparterismo más vulgar, Otaola aprovecha las esperanzas de quienes desean un cambio político en Cuba y creen que la emoción de su tribu lo hará llegar. La teoría del último impulso, le llamé en un texto anterior. Para su activismo cuenta con el apoyo de una administración estadounidense que no ha logrado cumplir una sola de sus prioridades en política internacional, pero aporta dinero. De hecho, la promoción de un cambio de régimen en Cuba quizás le sea más beneficioso que un verdadero cambio.

En el ecosistema de medios opositores que promueven el macartismo floridano, no abunda el profesionalismo. Tampoco en los programas de televisión que lo reciben. La idea, al parecer, no es superar la propaganda burda que hace el periódico Granma, sino emularla desde el otro extremo. Que la democracia liberal estadounidense no le sea suficiente y se sume a la derecha radical dice mucho de los valores democráticos del nuevo exilio cubano en Miami. No podría concebirse un incentivo peor para convencer a los cubanos de cambiar su sistema político: abracen el trumpismo.

En estos días Estados Unidos vive protestas sin precedentes motivadas por abusos policiales a la comunidad afroamericana. Otaola acusó al Partido Demócrata de estar detrás de la manifestación ciudadana en las calles. Unas semanas atrás el celebrity de Internet me mencionó en su programa, algo que posiblemente intimide a algunos y excita a su grupo. Su comentario tenía tantos errores que no me interesó demasiado. A su incitación al odio y amenazas físicas de sus seguidores sí le dediqué más tiempo en los canales correspondientes. Ahora, ¿qué posibilidades hay de que sus seguidores se cuestionen su compromiso democrático?

El artículo que molestó al señor Iroel tuvo más de 10 mil reacciones en Facebook, positivas en su mayoría. La Joven Cuba es un medio en crecimiento, esa es la razón de su denuncia, no una cifra en un texto. Otaola sabe que para establecer un pensamiento único en la Florida necesita hegemonía sobre el resto de las voces cubanas en Estados Unidos, por eso ataca la diferencia. Por su naturaleza tribal, más allá de los grupos radicales a los que ambos predican, no convencerán a nadie más. En cambio, la posibilidad de acoger varias líneas de pensamiento en La Joven Cuba y concebir un país que no divida a los cubanos por sus preferencias políticas, es una verdad difícil de silenciar.

El poder de un grupo viene no solo de la cantidad de personas que lo integren, sino de su unanimidad en contraposición a opiniones disonantes. Cuando dicha unanimidad se destruye, su control se reduce significativamente. Hubo personas en el experimento que no cedieron a la presión grupal, mientras más confianza tenían en sí mismos, menos se dejaron presionar.

El experimento de Asch tiene un último detalle. Cuando introdujo un segundo sujeto en el grupo y eran dos respondiendo correctamente. Cuando el sujeto inicial del experimento no tuvo que decidir solo entre una verdad evidente y la presión de su grupo social, el total de respuestas incorrectas disminuyó de un 37% a un 5%. Si los cubanos han tenido que escoger entre la línea larga de un modelo autoritario y una línea corta de república bananera, como si no hubiera una opción más lógica para el interés nacional, ¿qué pasaría si los acompañamos en su decisión? ¿Qué pasaría si a pesar de las presiones tribales escogemos una línea que no llega ni se pasa en la que todos tengan cabida?

3 junio 2020 33 comentarios 748 vistas
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La altura de la época

por Yassel Padrón Kunakbaeva 1 junio 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

En los tiempos que corren, cada mañana uno se entera en las redes sociales de la última barbaridad hecha o dicha por los políticos. Es como si se hubiesen difuminado los límites entre lo que antes era la prensa amarillista y la política real. Llega el momento en que uno se acostumbra, a las locuras y sandeces de Trump y Bolsonaro, a los dimes y diretes, también a los desmanes de la prensa cubana y de sus ideólogos. Pero lo peor es que uno ve cómo ese desbordante espectáculo de estupidez humana que desfila por las social media no augura el fin de los viejos problemas humanos: hambre, guerra, deshumanización, opresión. Por el contrario, el abuso del poder parece convertirse en norma.

Donald Trump aparece como el héroe indisputado de la nueva época. Con él ha llegado al poder el espectáculo carnavalesco, el desparpajo, la mentira constante que sin embargo es honesta. Trump le dice a sus seguidores: te estoy engañando y lo sabes, y además te gusta. La inmensa masa de votantes conservadores norteamericanos va y vota por él, como para hacer gala de su falta de autenticidad; en el fondo, están disfrutando una de las formas de sentirse superior, aquella en la que renuncias a aparentar valores superiores, y declaras firmemente que no los necesitas, porque ya eres superior a los mexicanos, los negros, los liberales, y los comunistas.

Trump encarna el espíritu de una época que se acerca peligrosamente al abismo reaccionario.

No es casual, por tanto, que promulgue por estos días un decreto que pretende limitar la libertad de expresión en las redes sociales. Con su gran saco lleno de fake news y post-verdades, el clown imperial ha reeditado una vieja dinámica de los movimientos fascistas, sacarle el máximo provecho a la libertad de expresión de las repúblicas burguesas en crisis para luego, una vez consolidada la fanaticada, aplastar los derechos de las minorías. Una importante diferencia estaría, sin embargo, en que los viejos fascismos al menos pretendían de boca para afuera preservar una apariencia de seriedad, algo que ha quedado desechado en la versión post-moderna.

Es cierto que también en Cuba el extremismo partidista ha parido algo como el Decreto 370. Pero uno esperaría que el líder del mundo libre no le siga los pasos a la “dictadura” y proclame un Decreto 370 para EEUU. En realidad, más allá de sus diferencias, se trata de dos decretos farsescos. El de Trump, es defendido por alguien que dice querer proteger la libertad de expresión, y acto seguido plantea que cerraría Twitter si pudiera. El cubano, tiene dos incisos que niegan cualquier sentido revolucionario, pero tampoco se atreve a ser verdaderamente estalinista y dictatorial: amenaza con una multa a los que violen las buenas costumbres.

¿Qué significa que tanto en Washington como en La Habana los redactores de decretos estén desbancando de sus papeles a los humoristas? ¿Y qué significa que las bromas vengan acompañadas, o más bien, sean hoy los heraldos del horror? Entre otras cosas, que como civilización estamos en decadencia, y que los ideólogos estrellas en el gobierno cubano tristemente han aprendido a estar a la altura de los tiempos. Vaya, punto para Hegel.

No soy yo el primero en decirlo, pero lo repetiré: la política cubana desciende por ambas partes al nivel de una disputa entre reguetoneros. En lugar de argumentos, tenemos la desfachatez radical de un Otaola, o el cretinismo de los artículos de Lagarde, que reparte la etiqueta de mercenario como si fuera el pan de la libreta.

El efecto Trump ya está en Cuba, con background y resabios criollos.

Esta realidad pone contra las tablas a todos los que tenemos una comprensión de la política que parte de ideales superiores. Porque chocamos con una pregunta que hoy atormenta a muchos en el mundo. ¿Cómo ser efectivos contra alguien como Trump? ¿Cómo se lucha contra la mediocridad y el desparpajo cuando estos están institucionalizados? ¿Qué se hace cuando las personas prefieren la bajeza? ¿Cómo reaccionar cuando los discursos de alto vuelo intelectual o moral les parecen falsos, aburguesados, ajenos?

Lo peor de estos discursos decadentes que se entronizan hoy es que conectan con una parte de la cultura que sigue muy presente a nivel de folklore y sentido común en la gente. No estamos tan lejos todavía como quisiéramos del aldeano medieval, que disfrutaba con las ejecuciones públicas y le arrojaba frutas podridas al prisionero que estaba en el potro. Somos eso aun en gran medida. Las redes sociales no han hecho peores a las personas, en realidad solo han sacado a flote la mediocridad que ya estaba allí.

Sin embargo, es un grave error adoptar la posición del escandalizado, del que cree que los viejos tiempos eran mejores, y quiere restablecer el discurso político a sus viejos y respetables cauces. Esta es la posición de muchos conservadores, liberales y también socialistas, que hoy resultan impotentes cuando tratan de enfrentar los fenómenos de la era Trump. Mi recomendación: lo primero es darse cuenta de que los viejos modelos discursivos siempre fueron bastante ilusorios, siempre fueron funcionales solo a una capa ilustrada de la sociedad, mientras dejaban fuera a la mayoría.

La gente es mediocre en gran medida porque son un resultado de un sistema. El mismo sistema que le daba el usufructo de la palabra y la cultura a una parte de la sociedad. Entonces, esa vieja política republicana, ilustrada, liberal en el sueño de algunos, no puede ser la solución al problema porque es parte del problema. Aquel viejo mundo generó este. Expulsar a los idiotas de nuevo hacia el margen, dejarlos sin voz, es una ilusión antidemocrática, que además se ha vuelto imposible de llevar a la práctica. Lo que se necesita es educación popular, un proceso que permita a la gente por sí misma superar sus vicios y sus tendencias hacia lo peor.

En esta nueva época, los liberales dan pena.

Cuando intentan ridiculizar a Trump, sacarlo del juego, solo quedan mal parados ellos mismos y ni entienden bien por qué. Puede ser que Trump pierda las elecciones en noviembre, pero lo que él representa como fenómeno solo está comenzando y se repetirá. El viejo mundo republicano y liberal, por el que algunos suspiran como si se tratara de una Arcadia, va para abajo por sus propias contradicciones. La principal, porque fue edificado sobre la base del capitalismo, y en la medida en que esa base se corroe se hace imposible mantener lo que sobre ella fue construido.

Esta crisis del liberalismo también tiene un impacto sobre el problema cubano. En primer lugar, deja descolocado el discurso según el cual el sistema cubano es un “régimen” primitivo, en el que los liberales tienen la misión histórica de ser sus enterradores. Sería absurdo pensar que, en un momento en que el mundo no va en esa dirección, triunfe en Cuba una democracia liberal de libro. Hay gente, pobre, que sueña con transiciones a la española o a la chilena, y uno se pregunta de qué lado de la cama están durmiendo.

El problema que tenemos en Cuba no es el mismo que tienen en EEUU, por supuesto. En nuestra isla el orden liberal que Batista puso en crisis, no solo no fue restituido sino que fue barrido. En ese sentido, fuimos unos adelantados a nuestra época. El problema es que en el ansia de ir demasiado rápido, y por las malas influencias, desechamos demasiadas cosas del viejo mundo y dimos forma a nuestras propias clases de horror. Hoy estamos en el doloroso proceso de darnos cuenta de que algunas realidades e ideas del viejo mundo no eran tan negativas ni tan superables de manera sencilla: como por ejemplo el mercado, la democracia y la libertad de expresión.

Lo malo es que en medio de este nuestro proceso, cuando debíamos estar refundando los principios de nuestro sistema socialista, buscando la forma socialista de gestionar el mercado, la democracia y la libertad de expresión, la decadencia general de la civilización nos arrastra a la deriva y nos empuja también hacia la mediocridad. En tiempos de revolución se cometieron muchos errores, y hoy esos errores viven y se agitan como cultura dentro de cada canción del peor reguetón. El peligro es que en este declive universal de los ideales liberales, también sean arrastrados los ideales socialistas, que ya no seamos capaces de reconocer la revolución en nosotros mismos y que quedemos a merced de lo más reaccionario de nuestra sociedad.

Socialismo o barbarie.

El Trump cubano está en las defensas obtusas de Cubasí a Etecsa, en los ajusticiamientos públicos del NTV para diversión de la aldea, en el comportamiento pandillero de los cibercombatientes de más baja calaña, en PostCuba, en las barrabasadas de Granma hablando del problema de la carne en EEUU. Enfrentarlo es tan complejo como enfrentar al otro Trump. Resulta fácil quedar como un utópico, un “intelectual”, alguien alejado de la práctica.

Pero hay que enfrentar a Trump y sus avatares dondequiera que estén. No se puede hacer desde una moralidad escandalizada, ni desde un romanticismo platónico. No se vencen así la payasada y la bajeza. Se le vencen con la práctica decidida de la autenticidad. Nadie se ríe del que es auténtico, del que no pretende ser lo que no es. Es difícil, pero es el único camino.

Para contactar con el autor: yasselpadron1@riseup.net

1 junio 2020 23 comentarios 435 vistas
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La limonada y el presidente

por Yassel Padrón Kunakbaeva 30 mayo 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

La verdad es que me reí con lo de la limonada. Pero eso no quiere decir que deje de ver las cosas en su justa medida. Para los problemas que hemos heredado, para las deficiencias que tiene el sistema de cuadros en el país, tenemos un buen presidente.

Díaz-Canel ha tenido que pararse en el timón del barco en un periodo lleno de desgracias una detrás de la otra. Y ahora se ha crecido, dirigiendo la lucha contra la pandemia, escuchando y dejando actuar a nuestros científicos. DC es un hombre de ciencia, un ingeniero, pero también un hombre que ha demostrado sensibilidad revolucionaria. Representa lo mejor de su generación.

Ahora, saber si irá más allá de políticas de gobierno y en algún momento hará política de Estado, saber si desbancará trabas económicas, y si pondrá coto a los aspectos más reaccionarios de nuestra sociedad, eso es difícil.

De momento, yo también prefiero un presidente que recomienda la limonada a uno que recomienda el desinfectante. Vamos, que DC queda como un verdadero presidente, un ilustrado, al lado de Trump, Bolsonaro y otros.

30 mayo 2020 46 comentarios 467 vistas
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La verdad en tinieblas

por Alina Bárbara López Hernández 29 mayo 2020
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Los debates en Facebook acerca del breve artículo aparecido ayer en el periódico Granma, de la autoría de Raúl Antonio Capote y titulado «El pacto Molotov Ribbentrop, una luz sobre la verdad», se encaminaron a dilucidar quién había copiado y pegado, si Granma a Wikipedia o Wikipedia a Granma.

Mi amigo Giordan Rodríguez Milanés, siempre acucioso, halló una saga de similitudes en otros medios de prensa, lo que le permitió rectificar su apreciación inicial al constatar que es el propio autor quien ha replicado su escueto texto, con pequeñas modificaciones, en esos sitios digitales, y que la nota de Wikipedia sobre el tema es igualmente suya.

Eso dejaba hipotéticamente aclarado que Capote no le había copiado a nadie, en todo caso a sí mismo. Pero toda hipótesis debe ser demostrada para conquistar, como reza el nombre de un espacio televisivo, «solo la verdad».

Como historiadora, y profesora por muchos años de Historia Contemporánea de Europa, considero que el artículo de marras sepulta los verdaderos hechos desde su primer párrafo. En él se afirma: «A menudo se critica, y no sin razón, el tratado Molotov-Ribbentrop, firmado entre la URSS y la Alemania nazi, el 23 de agosto de 1939. Este tema ha sido utilizado constantemente como ingrediente de la “historia oscura” escrita contra los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial».

A partir de aquí el autor esgrime el viejo subterfugio de distribuir responsabilidades para disminuir culpas. Su tesis es simple: no es justo criticar que Stalin firmara un pacto de no agresión con Hitler en agosto del 39, si ya Chamberlain y Daladier habían suscrito, en septiembre del 38 —a nombre de Inglaterra y Francia respectivamente—, el Pacto de Munich con el propio líder alemán.

Es cierto que la política de apaciguamiento de Inglaterra y Francia echó leña al fuego de los planes nazis. La complacencia de esos gobiernos permitió a Hitler la ocupación de los Sudetes checos, zona montañosa de mayoría alemana que había pasado a formar parte de Checoslovaquia cuando este estado surgió, como consecuencia de la desaparición del imperio Austro-húngaro tras los tratados de la primera posguerra.

En Munich se permitió el desmembramiento de Checoslovaquia y se le dio luz verde a Hitler, eso es innegable. ¿Se podía culpar a los soviéticos por querer proteger sus fronteras firmando un pacto de no agresión con Alemania ante una guerra que era inminente? Claro que no.

La pequeña luz que el articulista había encendido sobre la verdad se apaga en este preciso instante para dejar en tinieblas las verdaderas razones de la crítica que ha merecido el pacto Ribbentrop-Molotov, suscrito apenas nueve días antes de la invasión fascista a Polonia que marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Su críptica frase «no sin razón» había quedado en el limbo. Porque lo que ocultó en su artículo es que el pacto incluyó una cláusula secreta que admitía que en el caso de que Alemania comenzara la guerra, la URSS aseguraría sus fronteras a lo largo de toda la zona occidental y ocuparía territorios de países colindantes con el fin de protegerse.

Esto se hizo realidad cuando dos semanas después de la penetración germana en Polonia, tropas soviéticas ocuparon casi la mitad de esa nación entrando por las fronteras orientales. Además, invadieron las repúblicas cisbálticas (Letonia, Estonia y Lituania); la Besarabia, que incluía una parte de Moldavia quitada a Rumanía y la vecina Finlandia, que finalmente fue la única que consiguió resistir la agresión y los bombardeos soviéticos sin ser ocupada.

La existencia de esa cláusula fue un secreto bien guardado hasta que en 1945, durante la toma de Berlín, soldados británicos que revisaban papeles sobrevivientes a la quema por la parte alemana, encontraron documentos alusivos al tratado. Sin embargo, la Unión Soviética negó de plano las acusaciones y se mantuvo en esa posición durante medio siglo, asegurando que las tropas aliadas habían falsificado los documentos para desprestigiar su papel en la guerra. No será hasta 1989, cuando se produjo una protesta masiva en los países cisbálticos, que fueron desclasificados los documentos y reconocida la existencia del vergonzoso acuerdo secreto con Alemania.

Me gradué como profesora en 1988 y jamás escuché hablar sobre dicho asunto.

Los libros de texto que utilizaba tampoco incluían el tema. Fueron las revistas del período de la Perestroika que circularon en Cuba (Tiempos Nuevos, Novedades de Moscú y Sputniks) las que me aportaron los primeros elementos de juicio. Pero mi discernimiento se fortaleció al recibir, en los inicios de 1990, un folleto, que aún conservo, publicado por la agencia Novosti, el cual fue entregado a las carreras de Historia de los Pedagógicos vía Ministerio de Educación. Era un envío de Horacio Díaz Pendás, excelente metodólogo Nacional de esa asignatura. Allí aparecían las imágenes de los documentos y los detalles del despliegue militar soviético, con mapas incluidos.

No es posible que Capote ignore que el Pacto Molotov-Ribbentrop sí tiene una «historia oscura» y que no son acusaciones infundadas las que se han hecho en tal sentido. Si vamos a comparar hagámoslo con honestidad, respetando los hechos y no tergiversando la historia; que no es lo mismo haber alentado a Hitler a invadir Europa, como hicieron Chamberlain y Daladier, que haberse convertido en su compañero de aventuras guerreristas como hizo Stalin.

Aunque es cierto que muchos enfoques ideológicos han intentado minimizar el decisivo papel de la URSS en la derrota del fascismo, tampoco es el caso que neguemos la responsabilidad que tuvieron en los inicios de la guerra. La idea de que la firma del Tratado era para ganar tiempo con el fin de fortalecer su ejército y resistir mejor a una futura agresividad alemana, pierde terreno cuando se sabe que Stalin, lejos de reforzar al ejército soviético, represalió a la mayor parte de su estado mayor, no modernizó los armamentos y desoyó a sus agentes infiltrados que, como Richard Sorge desde Tokío, alertaban de la fecha fija en que Hitler los invadiría.

Ante un artículo tan débilmente sustentado y tan falto de veracidad, la pregunta que se impone es ¿por qué el periódico Granma acoge este texto? ¿A quién se complace con esa visión parcializada de la Historia? Este viejo fantasma da vueltas desde que, en el año 2005, el presidente ruso Vladimir Putin tratara de justificar la actuación de Stalin al firmar el acuerdo, asegurando que se debió a la necesidad que tuvo para proteger la nación. En diciembre del pasado año, defendió el pacto en una reunión con los líderes de la Comunidad de Estados Independientes en San Petersburgo, aunque reconoció que este incluía protocolos secretos: «Sí, allí hay una parte secreta sobre la división de ciertos territorios, pero nosotros no sabemos qué hay en los otros acuerdos de los países europeos con Hitler, ya que mientras nosotros desclasificábamos esos documentos, en las capitales occidentales se guardan bajo la categoría de secreto».

Putin, a pesar de que justifica el pacto, reconoce la existencia de la cláusula secreta; Capote ni eso. En lo que ambos coinciden es en la comparación del pacto Ribbentrop-Molotov con el de Munich.

Vistas las injustificadas omisiones y el sesgo desinformador del artículo, sugiero un cambio de título. Mi propuesta: «El pacto Molotov Ribbentrop, la verdad en tinieblas».

29 mayo 2020 48 comentarios 1.413 vistas
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Las ilusiones perdidas

por Mario Valdés Navia 25 mayo 2020
escrito por Mario Valdés Navia

Según Clifford Geertz, en cada sociedad el ser humano tiene la necesidad de obtener: “fuentes simbólicas de iluminación para orientarse en el mundo”.[1] En la transición socialista, símbolo contra símbolo, al sentido burgués de propiedad habría que vencerlo con el sentido socialista de propiedad. Tarea insoslayable pero no resuelta en ninguno de los países que han pretendido efectuarla.

Obreros, campesinos, empleados e intelectuales comparten hacia la propiedad estatizada una actitud de alienación que hunde sus raíces en las contradicciones que la hegemonía burocrática impuso en el modelo de socialismo que imperó durante el siglo XX, el de Estado/estalinista/burocrático,[2] donde la propiedad de todos deviene en atributo de unos pocos.

Por eso, el significado que le confiere la mayoría es el de una propiedad de nadie. En lugar de sentirse arropados cálidamente por el manto protector de la omnipresente propiedad estatal, los individuos se sienten tan lejos de ella como si pasearan desnudos por las calles, cual el inocente monarca del cuento medieval de El Conde Lucanor.[3]

La culpa no es de Marx.

Para él la propiedad socialista sería: “una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo”.[4] La estatización generalizada de los medios de producción y su gestión centralizada por un supra-organismo que controle al detalle la economía no es una herencia teórica de Marx, sino un engendro del socialismo estalinista que la convirtió en sustrato para imponer la hegemonía burocrática al resto de la sociedad.

El término más empleado por Marx y Engels para referirse a los futuros sujetos de la producción socialista fue el de productores libres. Para ellos, la dictadura del proletariado sería un Estado agonizante, en extinción, en el que las estructuras de democracia participativa adquirirían cada vez más peso y las funciones gubernamentales irían pasando a los colectivos laborales e instituciones de la sociedad civil hasta alcanzar el añorado reino de la libertad.

Con el tiempo, y ante la incapacidad para concretar las ventajas económicas de la propiedad estatizada, se apeló a factores ideales inmedibles, tales como: el grado de conciencia, la formación de un hombre nuevo, nivel de maduración del comunismo, etc. Por ese camino los trabajadores nunca encuentran correspondencia entre su estatus legal de co-propietarios de las principales riquezas del país y su nivel de vida, marcado por la carencia permanente de bienes y servicios fundamentales.

El fin del socialismo real en Europa fue el veredicto definitivo de la historia cuando llegó la hora de sopesar en su justa medida el valor de tanta superchería ideológica sobre la superioridad de la propiedad estatal socialista, sin un fundamento real que se expresara en un mayor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

El socialismo cubano asumió el modelo estatizado desde sus inicios.

La mayoría de las transformaciones en Cuba han tenido un marcado carácter centralizador. Entre ellas: liquidación casi absoluta de las demás formas de propiedad, creación de grandes industrias dependientes del exterior, formación de inmensas granjas estatales –verdaderos latifundios socialistas−, subordinación de campesinos a los planes estatales, desmonte inmisericorde de grandes extensiones para aplicar la agricultura extensiva, proceso de cooperativización…

En la primera década de la Revolución Cubana hasta se intentó idealistamente la construcción acelerada del socialismo y el comunismo al mismo tiempo. Lo que pocos avizoraron entonces fue que la llegada al comunismo sería para familias escogidas. El poder de utilizar los fondos públicos a conveniencia, dietas especiales, residencias lujosas, vacaciones en el extranjero y hábitos de mando, fueron delineando una nueva oligarquía, burocrática y soberbia, que acaparó la riqueza nacional y los medios de decisión.

Para tratar de perpetuar su hegemonía cultural sobre los demás, la burocracia empoderada minimiza la participación crítica de los trabajadores y tilda de traición cualquier disenso. Al mismo tiempo, abusa de un discurso híper-optimista, con declaraciones ilusorias que suelen ocultar yerros y dificultades con el fin de sostener vivas las expectativas de mejoramiento.

Aún estamos a tiempo de materializar las reformas económicas y políticas al modelo, de modo que permita arribar al país próspero que la mayoría de la población cubana aspira. En los documentos elaborados durante la última década −con amplio consenso popular tras amplio debate− está delineado un modelo mucho más flexible y participativo, que las retrancas burocráticas mantienen atenazado.

En tiempos de la covid-19, las fortalezas y debilidades del modelo saltan a la calle y adquieren visos de lucha por la vida. La aspiración de crear un socialismo a lo cubano se mantendrá viva si es capaz de superar, no solo las imposiciones del bloqueo gringo, sino la continuidad de las trabas y errores en política económica y su conducción por un esotérico grupo de los que saben.

Las ilusiones perdidas respecto al sentido de propiedad socialista no iluminan el camino, son malas consejeras. Para avanzar hay que incrementar la participación popular en la gestión de la producción, la distribución y el consumo, que hoy acapara el Estado. Los gobernantes han de desbrozar nuevos caminos, y asumir riesgos.

[1] Clifford Geertz: “El Impacto del concepto de cultura en el concepto del Hombre”, 1995, p8. http://www.forum-global.de/soc/bibliot/g/geerhombre.htm Ver de Mario Valdés: El manto del rey. Ediciones Matanzas, 2019.

[2] Hoy se reconocen, además, los de mercado y autogestionario. Ver: Camila Piñeiro: “Visiones sobre el socialismo que guían los cambios actuales en Cuba”, Temas No 70, abril-junio de 2012.

[3] Ver, de Mario Valdés: El manto del rey. Ediciones Matanzas, 2020.

[4] C. Marx: El Capital, Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1983, t. I, p. 700.

25 mayo 2020 15 comentarios 337 vistas
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El robo de ganado, un mal innecesario

por Consejo Editorial 24 mayo 2020
escrito por Consejo Editorial

Por: Fernando R. Funes Monzote  (Proyecto agroecológico Finca Marta)

El hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor, es uno de los problemas más graves que aqueja a la agricultura cubana en toda la geografía nacional. Durante las últimas décadas este fenómeno ha estado entre los principales desvelos de los agricultores en Cuba y es una de las causas fundamentales de la depresión ganadera en el país.

Este tema requiere una decidida acción dirigida y articulada para garantizar la tranquilidad en el campo y reducir el efecto negativo en la economía de la nación. La intención de estas reflexiones es denunciar una lacra que nos corroe, con la que hay que acabar, a través de medidas urgentes para frenar entre todos este mal innecesario.

El pasado domingo 17 de mayo, día del campesino cubano, entre las cuatro y las cinco de la tarde, nos robaron dos de nuestras vacas. Estaban recién paridas: Mariposa con nueve días y Martica con ocho. Las habíamos cuidado con celo, incluso en los momentos más difíciles de la seca las mantuvimos bien alimentadas y en buen estado físico para el parto. Nos dejaron a los terneritos, que no paran de berrear, llamando a sus madres; ahora tendremos que alimentarlos de la manera que podamos.

La leche de nuestras vacas la utilizamos para el autoconsumo, para desayunar y poder enfrentar la intensa labor del día. El excedente lo hacemos queso o alimenta a las familias de los miembros del equipo. No somos altos productores de leche porque la finca tiene solo 8 hectáreas, de las cuales una buena parte está sembrada de hortalizas y árboles, pero sí tenemos leche todo el año pues solemos mantener cinco vacas, además de bueyes, novillos y terneros. Con el estiércol producimos biogás que utilizamos permanentemente para la cocción, y vendemos anualmente entre dos y cuatro animales a la Empresa estatal encargada de las compras de ganado. Los precios que obtenemos por estos animales son sumamente bajo y no estimulan su venta.

No es la primera vez que nos roban ganado, ya esta es la tercera ocasión que sustraen animales de la finca. Así hemos perdido cuatro vacas, una novilla y una ternerita de apenas un mes de nacida. El robo de ganado es como una plaga, como un cáncer que desgasta al campo cubano. Crea desaliento, desidia y malestar en el campesinado, que se siente desmoralizado y desprotegido.

Desde que nos percatamos de la ausencia de las vacas, diez hombres hemos destinado dos días con sus noches a buscar en los montes cualquier rastro de los animales o de los responsables del hecho, pero no hemos tenido éxito.

En nuestros alrededores el panorama es aterrador. Tal vez esta palabra suene exagerada, pero me asiste la razón si se considera, por ejemplo, que a Tato, un vecino de la comunidad, le han robado en los últimos años 62 vacunos y 2 equinos, y que a Machadito lo han despojado poco a poco de absolutamente todos sus animales. Le han robado toros, vacas, bueyes… “el acabose”, como él mismo define, “se ha perdido el respeto a la ley y los bandidos están a manga por hombro”.

Y en lo que va de año, solo en el entorno más cercano, es sabido que:
– A Torres, que vive frente a la escuelita, en menos de un mes le sustrajeron del corral cuatro vacas.
– A Leoncito de Banes le llevaron la yunta de bueyes y una novilla.
– A nuestra vecina Sara hace unos días le robaron la yunta de bueyes y una yegua con su cría.
– A Papito, que va a vender todas sus reses porque ya no puede con los bandidos, le robaron una vaca que estaba en los días de parir.
– A Pedro Mirabal le mataron dos vacas dentro del corral, les cortaron las piernas y las dejaron desangrándose.
– A Vito, el de Don Mariano, le llevaron la yunta de bueyes hace unos días.
– A José le robaron un torete “lindísimo”, cuyos restos encontraron luego en la loma.
– A Valiente le llevaron una novilla y quiere “quitar” los animales.
– A Manuel le robaron la yegua.
– A Arzola le sustrajeron la ternera del corral.

Los bandidos campean por su respeto y se dice que la policía les teme. Lo peor es que algunos especulan que hasta se han confabulado con los ladrones. En mis conversaciones con autoridades del municipio, me han comentado que cuando capturan a los delincuentes y los entregan a la fiscalía, en ocasiones salen absueltos por falta de pruebas, aparte de que las penas son insuficientes.

La acción de la policía tiene que ver, por una parte, con la complejidad y la profusión del problema y, por otra, con los mecanismos de actuación, que suelen ser poco efectivos. En las tres ocasiones en que nos han robado (y tomo nuestro caso particular para acercarnos a la realidad del problema, para que no se vea como una estadística abstracta sino como algo concreto), hemos hecho la denuncia en la estación de la Policía Nacional Revolucionaria, como está previsto en la ley. Allí nos entregan un certificado de hurto de ganado mayor, si no aparecen los animales, o de hurto y sacrificio, si se encuentran sus restos. Entonces los agentes de la policía vienen a la finca e indagan sobre el caso, recorren el lugar de los hechos, toman declaratoria y lo dejan como un caso abierto que debe esclarecerse o incorporarse a otros casos. Una vez trajeron a un perro rastreador que llevamos al lugar por donde supuestamente habían extraído al animal, pero no fue efectivo en seguir la pista. Ninguno de los tres casos ha sido esclarecido.

Los mataderos son lugares estratégicos, bien escondidos, donde sacrifican a los animales y preparan la carne para los compradores. También es posible encontrar restos de animales en otros sitios como un refugio o incluso en áreas cercanas a la finca, pero el procedimiento más usual es que los ladrones trasladen los animales a donde tienen la seguridad de no ser descubiertos. Aunque la gente de la zona conoce el emplazamiento de los mataderos ilegales, los usurpadores continúan delinquiendo pues la mayoría de las veces no se puede probar el robo o se las agencian para escabullirse.

Por otra parte, existe demanda de carne de res y gran cantidad de personas están dispuestas a receptarla con el objetivo de alimentar a su familia. Incluso los habitantes de pueblos y ciudades apañan a quienes se encargan de la distribución y venta de la carne, sin preocuparse por la procedencia.

Estadísticas

Una gran cantidad de los robos quedan en el anonimato, muchas personas han dejado de hacer la denuncia porque “es un proceso tedioso, hay que dedicarle el día y al final no se resuelve nada”.

Para tener alguna referencia, hago una búsqueda muy rápida en internet y encuentro en el periódico Granma del 13 de julio de 2015 un artículo que describe los debates de la Comisión Agroalimentaria del Parlamento: “… durante el primer semestre de 2015 el hurto y sacrificio de ganado mayor disminuyó en 1 728 cabezas, tomando como referencia igual período del calendario precedente, y las únicas provincias que no se montan en el ‘tren’ nacional tendente al decrecimiento son Cienfuegos, Pinar del Río, La Habana y Guantánamo; no obstante los esfuerzos, este delito requiere de mayor integración de los diferentes actores que deben accionar en su detección y prevención, y del rechazo enérgico de la población, consta en el informe”.

Luego de esa fecha no hallé en internet ninguna estadística oficial sobre el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor. Sí aparecen noticias de medios alternativos denunciando la situación en lugares específicos de la Isla y recientemente una noticia en Radio Reloj sobre la situación de este problema en la provincia de Camagüey. Probablemente la Oficina Nacional de Estadísticas e Información maneje estas cifras, pero hace falta más transparencia para tener una mejor percepción de la magnitud social y económica de este fenómeno.

¿Cómo funciona el sistema?

Es necesario describir, para quienes no conocen, los pormenores de esta actividad ilegal. Se trata de un sistema bastante bien organizado y jerarquizado en el que todos “ganan”, menos el agricultor, que a veces también gana (si está confabulado con los malhechores), pero que en su mayoría es quien queda desamparado, maltratado y desalentado. En este sistema pueden identificarse cinco actores:

El campesino: cría el animal, lo cuida con los medios de que dispone, hasta el momento en que es víctima del robo. Puede darse el caso, poco común, que el agricultor, guiado por motivos económicos o sociales de diverso tipo, le entregue el animal ilegalmente a un comprador que no es el estado. En este caso es aún más raro que un campesino le entregue a un matarife una vaca recién parida, una novilla próxima al parto, un buey que descompleta una yunta u otros animales de mucho valor utilitario o sentimental.

Los entregadores: son personas experimentadas, generalmente hombres jóvenes que conocen muy bien la zona, los montes, cada atajo y cada cañada. Puede ser gente muy cercana al lugar del robo y que tiene vínculos con los ladrones o los compradores. El entregador ofrece solamente la información de dónde actuar o puede también llevar los animales hasta un lugar determinado. Estas personas suelen conocer la dinámica de la finca y propician el golpe en el momento preciso.

Los ladrones-matarifes: están entrenados en robar y matar, ejecutan la parte más sucia y cruel de la cadena. No tienen escrúpulos y están decididos a todo. Es cada vez más común que actúen a pleno día, incluso bajo intimidación, y se sientan impunes.

Los compradores-vendedores: son gente “de dinero”, que tiene recursos para pagar la carne al contado y almacenarla. Son quienes incitan e incluso organizan a los entregadores y a los ladrones-matarifes. Además cuentan con medios de transporte y los indispensables vínculos con los consumidores.

Los consumidores o consumidores-vendedores: pueden ser gente local, pero generalmente son personas de otros lugares, que están pendientes al llamado de disponibilidad de carne de res, que emplean para el consumo propio o para la venta a terceros.

Componente productivo y social

El animal que debe ser encerrado por la noche para cuidarlo de los bandoleros, no pasta la mitad del día. Generalmente está confinado de 7:00 pm a 7:00 am en cuadras o vaquerías improvisadas sin condiciones materiales. En vez de pastar en la madrugada, con las temperaturas más frescas del día, pastan en las horas más calurosas, enfrentándose al estrés calórico y la inapetencia. Por demás, en potreros que estén cerca, pues el agricultor-ganadero está haciendo otras labores y además debe velar por las vacas. Esto trae como consecuencia que, cuando está disponible, haya que cortar forrajes para que los animales coman en horas nocturnas. En la época de primavera, cuando hay buen crecimiento del pasto que los animales podrían aprovechar, este se pasa de su tiempo de consumo y reduce su calidad.

Etológicamente los vacunos tienen tres actividades fundamentales: pastar, descansar y rumiar. Estas actividades se distribuyen en una tercera parte del día, es decir, ocho horas para cada actividad de manera alterna. Quiere decir que durante el día el animal también descansa y rumia, lo cual reduce aún más el tiempo de pastoreo. Podría estimarse que solo por este motivo se esté perdiendo al menos un 30 % de la producción total de leche a nivel nacional que no tiene que ver ni con el potencial genético del ganado, lo cual totalizaría unos 100 millones de litros de leche. Por otra parte, la imposibilidad de realizar pastoreos adecuados y un manejo racional de los pastos, y a causa del abandono de potreros con aroma y marabú (no solamente por la infestación sino por la inseguridad de tener los animales en tales áreas), tal vez se esté perdiendo ente el 20 y el 40% de las áreas de pastoreo disponibles.

Por eso, cuando hablamos de la repercusión que tiene la inseguridad a la que se ven sometidos los agricultores y ganaderos a través de todo el país respecto a la cría de ganado, debemos mencionar este impacto negativo en el adecuado uso del suelo agrícola para la producción y utilización de los pastos y forrajes. Por otra parte, y no menos importante, se percibe que muchas de las personas que se dedican al robo de ganado son jóvenes y tiende a ser una vía de reclutar a otros que ven en la actividad una opción lucrativa. De estos temas, como de los demás anteriormente tratados y otros conexos, podría profundizarse aún más en el análisis, pero avancemos en la propuesta de alternativas o soluciones.

Soluciones viables

No hay duda de que hay campesinos valientes para armar cuadrillas contra los bandidos, pero dejarían de trabajar la tierra, se formarían bandas y habría enfrentamientos hasta la muerte. Ya este método se ha probado y no ha funcionado, incluso el gobierno y la policía los han desestimado anteriormente. Habría injusticias porque no siempre puede esclarecerse un hecho con facilidad y tomarse la ley por cuenta propia no es una alternativa. Hay quien está decidido a matar a quien venga a robar su ganado que tanto sacrificio le he costado, sin embargo, esto genera una espiral de violencia.

Serían muchas las medidas aisladas que se podrían tomar, pero problemas complejos como este requieren respuestas integrales. Hay que pensar que las soluciones viables vienen de esa conexión entre el pasto que crece en nuestros campos y el plato del consumidor final. Con esto quiero decir que será necesario acabar de considerar la carne de res como un producto del agro al cual deberíamos tener acceso directo a través de las redes de producción y comercialización regulares. O sea, legalizar el sacrificio y comercialización de ganado vacuno. El ganadero debe tener el derecho de consumir y comercializar la carne de res que produce, sometida a los mismos procedimientos sanitarios de las de otros animales productivos. Puede ser incluso después de cumplir los compromisos de entrega para propósitos sociales subsidiados u otras condiciones, pero la carne de res debe tener precios de mercado y formas de comercialización descentralizada.

Con esto no se eliminará completamente el robo y la matanza ilegal, porque también existe robo de ganado menor, como cerdos, carneros, chivos, etc., pero sí se garantizaría:
– El estímulo del ganadero de poder acceder directamente al producto de su trabajo de manera legal.
– El acceso de los consumidores a un alimento de gran demanda y valioso en las dietas altas en proteína animal.
– El desaliento y la desarticulación de las bandas de matarifes, que en algunos casos podrían incorporarse a la comercialización y venta de ganado de manera regulada.
– El incremento del uso de los pastos, el estímulo a la limpieza de potreros invadidos de aroma y marabú y el aumento de la producción ganadera en su totalidad.
– El incremento de los indicadores productivos y reproductivos en función de las cuotas de ventas al mercado.
– El aumento del empleo, producto de un mayor rendimiento por área y el incremento de las labores en la ganadería.

Otros muchos beneficios, como también perjuicios emergerán de una medida como esta. Nuevos retos organizativos y económicos devendrán de las medidas y los procedimientos relacionados con la legalización del sacrificio y venta de ganado vacuno de manera descentralizada.

Evidentemente la estrategia seguida en el sentido de controlar el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor no ha dado resultado por la gravedad del asunto que enfrentamos y el efecto multiplicador negativo que provoca.

Está claro que no será mágico, y que deberán hacerse esfuerzos extraordinarios para llegar a este ideal, pero no cabe dudas que el trabajo, la dedicación y medidas políticas y económicas más audaces y atinadas socialmente, serán aquellas que propiciarán mayor éxito en lograr la tranquilidad, incrementos en la producción agropecuaria, el bienestar y la justicia social a que aspiramos.

(Tomado del muro de Facebook del autor)

24 mayo 2020 19 comentarios 564 vistas
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