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2020

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El Directorio Revolucionario y la historia de la Revolución

por Gladys Marel García 18 junio 2020
escrito por Gladys Marel García

El pasado 8 de mayo el doctor Francisco Durán ofreció su conferencia diaria sobre el comportamiento de la COVID-19 en Cuba. Ese mismo día se conmemoraba el aniversario del asesinato de Antonio Guiteras Holmes (1935). No apareció noticia alguna sobre ese líder del movimiento de liberación cubano en la televisión nacional.

Al día siguiente, 9 de mayo, murió nuestro querido compañero y amigo, el Comandante Guillermo Jiménez Soler —Jimenito—, héroe de la Revolución, miembro de la Generación del Centenario y líder del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR 13 de Marzo). Ese día tampoco apareció la noticia de su muerte en la prensa escrita, noticieros radiales o televisivos.

El hecho tiene historia reciente. Semanas antes, entre el 13 y el 29 de marzo, recibí varios trabajos acerca de una Mesa Redonda emitida el día 13. En ella, la periodista Arleen Rodríguez Derivet y el Director del Museo de la Revolución —radicado en el antiguo Palacio Presidencial—, abordaron el tema del DR 13 de Marzo y del Asalto a Palacio Presidencial (1957). En específico, la periodista manifestó —y no “preguntó”— que el ataque a Palacio “iba contra los acuerdos de la carta de México”.

El suyo es un cuestionamiento, desde una posición anti unitaria, a los héroes que participaron en la acción y a la supuesta deslealtad de los asaltantes a la Carta de México.

La ignorancia y tergiversación de los hechos por parte de esa emisión de la Mesa Redonda provocó el debate. Respuestas y denuncias frente a los que falsearon y manipularon los hechos aparecieron en blogs, páginas web, redes sociales y correos electrónicos de diversas procedencias.[1] Hasta el día de hoy ninguno de esos cuestionamientos ha sido respondido. La periodista apareció luego en dos Mesas Redondas dedicadas al nuevo coronavirus.

En contraste, los protagonistas de las críticas a ese programa dieron un compás de espera —entre el 13 de marzo y el 9 de mayo—, por respeto al hecho de concentrar las fuerzas y la información en el enfrentamiento nacional a la pandemia. En dicho lapso, aplazaron la posición de principios contra la tergiversación de los hechos y frente a la intención de invisibilizar la memoria histórica del DR-13 de Marzo.

Sin embargo, tanto la Mesa Redonda del 13 de marzo, como el virtual silencio en la prensa oficial, durante los primeros tres días tras el deceso del comandante Jiménez,[2] hacen parte de una deformación,[3] sobre la que es imprescindible reflexionar.

La historiografía sobre la etapa insurreccional de la Revolución cubana

El Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR26-7) y el DR-13 de Marzo fueron las organizaciones fundamentales que llevaron al triunfo de la insurrección en 1959. Ambas, en respuesta al Golpe de Estado y a la dictadura de Fulgencio Batista, asumieron como común denominador que el momento era revolucionario, esto es, que necesitaba un programa dirigido a cambiar de raíz el statu quo vigente hasta esa fecha en Cuba —no solo el derrocamiento de Batista—, que solo podía conseguirse a través de la vía de la lucha armada.

Con ello, entendían a su vez que el momento no era “político”: no había espacio para soluciones “legales”, “arreglos”, “soluciones pacíficas”, “componendas” o “entretenimientos”. Por su parte, los partidos de la oposición al régimen, sin excepción, asumieron esta última vía —político electoral—, de enfrentamiento a la tiranía.

Una parte de la historiografía sobre esta etapa, que privilegia lo que se ha codificado como “Historia del Movimiento Obrero Cubano”[4], ha manipulado de manera inconsecuente ese proceso. Ha hecho formar parte a los sujetos insurreccionales del proceso revolucionario como parte de tal historia “obrera”, sin serlo. A esta alteración histórica se han opuesto los especialistas —que trabajan sobre la etapa de la lucha armada  y el pensamiento de liberación nacional— en cuyos enfoques sobresale la unidad entre el Movimiento Revolucionario 26 de Julio y la FEU, que en nombre del Directorio firmó la Carta de México, en una declaración conjunta de Fidel Castro y José Antonio Echeverría.[5]

El tratamiento dado al ataque a Palacio, en la Mesa Redonda, y a la muerte de Jimenito, en la prensa oficial, muestra la cara de un dogma burocrático de vieja data entre nosotros: la tendencia dogmática estalinista presente en la historia oficial[6], que gestó el contenido histórico que hicieron suyos las instituciones educacionales.[7] Dicho contenido se impartió en los programas de estudio en todos los niveles —Secundaria, Pre universitarios, Universidades —también, específicamente, en los Pedagógicos —; y aún aparece en algunos espacios de profesionales e intelectuales.

El compromiso del PSP con esa vía se mantuvo hasta los últimos meses de 1958. En agosto de ese año, solicitó ingresar al Frente Cívico Revolucionario del Pacto de Caracas con la condición de que “… no solo se tuviera en cuenta la  vía insurreccional, sino también la posibilidad de una solución pacífica por la vía electoral, a la crisis cubana”. Por ello, no fueron aceptados. En discrepancia con esa decisión, publicaron un documento dirigido a los firmantes del Pacto —que consideraba el enfrentamiento armado como la táctica fundamental a seguir—, exhortándolos nuevamente a tener en cuenta  la fórmula política de oposición a la tiranía.[8]

Esa inconsecuencia por parte del PSP se ha manipulado, y aún se manipula.

Por ese camino, se ha tratado de sustituir la historia patriótica, nacionalista, anticolonial y antimperialista de la Revolución, que introdujo un programa de liberación nacional ––con peculiaridades propias y diferentes a la del campo socialista europeo –– por un modelo metodológico de análisis, propio del “marxismo soviético”.

Pruebas de ello son los planes de estudios elaborados en las últimas décadas del siglo pasado, y los materiales ideológicos impartidos en los círculos de estudios, que han subrayado el papel del partido del proletariado, cuya tesis oposicionista fue la de la solución pacífica.

Para ese enfoque, no se trata de la unidad formulada realmente en la etapa insurrecional de la Revolución, con tácticas y métodos diferentes, sino de pretender una unidad artificialmente concebida como uniformidad.

En el decir de Jorge Ibarra Cuesta, el propósito ha consistido en desnacionalizar progresivamente la historia de Cuba. El historiador recordaba que se pretendió incluso suplantarla —en el nivel preuniversitario— por la asignatura del Movimiento Obrero. Era un peldaño dentro de un plan más amplio: introducir el modelo soviético de análisis en la mayor parte de las carreras universitarias. De esta manera, se construía una memoria histórica que no se corresponde con la realidad del proceso histórico de la Revolución Cubana.

A las palabras antes citadas, Ibarra Cuesta añadía: “Hoy día comienza a tomarse conciencia de que la historia no es una sierva de la política, sino su maestra más ilustre. No ha pretendido nunca aportar soluciones a los hombres del presente, sino tan solo ponerlos en condiciones de pensar sus problemas actuales, revelándose la dialéctica de los cambios en el tiempo. Esa era la concepción de Engels.”[9]

Esa corriente pro soviética ha sido confrontada por otra historiografía sobre la etapa insurreccional del pensamiento de liberación nacional. Este último enfoque, de historia profesional a la vez que crítica, parte del enunciado de José Martí sobre el concepto de revolución moderna en una época nueva. Comprende la experiencia americana, y universal, que la ideología martiana califica como un movimiento de libertad, que se encuentra en todas partes, y rompe con los elementos de la vida vieja a la par que atesora los elementos y valores que deben perdurar en la vida nueva.[10]

Los hechos al principio mencionados —Mesa Redonda del 13 de Marzo y la escasa cobertura sobre la muerte de Jiménez—, provocan muchas preguntas acerca de la memoria histórica de la Revolución cubana. Reproducen la orientación metodológica de la historiografía del socialismo real sobre dicha etapa, que obscurece la elección del “momento revolucionario” y de todos sus participantes, frente a la vía política y sus seguidores.

Vivencias personales e historiografía

En lo personal, formo parte de esa corriente que varios hemos llamado “historiografía sobre la etapa insurreccional y el pensamiento de liberación nacional”. Lo he hecho no solo como historiadora, sino también como participante directa en el aparato militar clandestino de Las Villas, como coordinadora, jefe del movimiento clandestino y guerrillero en la región de Cárdenas (Matanzas), y como miembro de la Dirección provincial del MR 26-7 en La Habana.

Dar y elaborar testimonio ha sido parte fundamental de nuestro trabajo.

El principio de que el momento era “revolucionario” y no “político” primó desde 1952. Fue un principio de nuestra generación revolucionaria, conocida como Generación del Centenario de José Martí. Tanto los miembros del DR 13 de Marzo como los del MR-26-7 abrazamos la ideología martiana en la puesta en práctica del proyecto de la Revolución cubana, inconclusa para esa fecha.

Con dicho enfoque, me incorporé al movimiento estudiantil liderado por la FEU, cuyos dirigentes en la antigua provincia de Las Villas organizaron el Comité Pro-FEU. Esa organización era consecuente con el liderazgo nacional de la FEU y, en específico, con el liderazgo de José A. Echevarría, una vez que ocupó la máxima dirección del organismo estudiantil.

En el período posterior al ataque al Cuartel Moncada (julio de 1953-junio de 1955) fue la FEU la que jugó el papel dirigente en las calles, junto con los sectores henequeneros y azucareros, en la combinación que se logró articular de lucha insurreccional, estudiantil, obrera, de profesionales, religiosos, mujeres y otros segmentos sociales.[11]

Me incorporé al MR 26-7, en Santa Clara, bajo la dirección de “Quintín” Pino Machado. Quintín fue compañero de José Antonio Echeverría en el enfrentamiento de la FEU contra el régimen en La Habana, y, posteriormente, en el Comité Pro-FEU de Las Villas. Al mismo tiempo, fue Jefe provincial de las Brigadas Juveniles del MR 26-7. Por todo ello, actué bajo el liderazgo insurgente del movimiento estudiantil, encabezado por José Antonio Echevarría y Quintín Pino y en el Movimiento dirigido por Fidel Castro.

No fue algo raro en ese proceso. En la lucha, siempre interactuamos combatientes del DR 13 de Marzo y del MR 26-7.

Entre los cinco compañeros que integramos la Brigada de Acción y Sabotaje del 26 de Julio en Las Villas —conocidos entre los compañeros como “La Pentarquía”—  estaba Agustín Gómez Urioste. “Chiqui” —como le llamábamos— fue líder del Directorio en Santa Clara. El no recibió la cita para participar en el Ataque a Palacio. Con él sufrimos el revés de la acción y lloramos amargamente el martirologio de José Antonio Echevarría, de los otros combatientes, y luego, la noticia del nuevo descabezamiento del DR 13 de Marzo con la masacre de Humboldt 7.

Después del martirologio de “Chiqui” y de Julio [Pino Machado]  tras la explosión de la Bomba en Santa Clara —acción a la que sobreviví—, fui enviada por el MR 26-7 a la Dirección Provincial de Matanzas. Allí ocupé el liderazgo de la región de Cárdenas, y organizamos la huelga general revolucionaria, conocida como la Huelga del 9 de abril.

Para ello, ante la consigna ordenada por Fidel de “unidad por la base” con todas las organizaciones y partidos que estuvieran dispuestos a hacerlo, recibimos apoyo solo del DR 13 de Marzo, la Organización Auténtica y la Triple A.

Lo mismo ocurrió durante mi designación en la Dirección provincial del MR 26-7 en La Habana. Fui Coordinadora de las Células Revolucionarias de Base, encargadas de preparar condiciones para el avance de la Columna Invasora en la Operación Tabaco, hacia la provincia de Pinar del Río.

En el contexto en el que participé y lideré el MR26-7 en el movimiento clandestino y guerrillero del occidente del país, combatimos ambas fuerzas —el DR 13 de Marzo y el MR 26-7— por un mismo objetivo: lograr el triunfo del movimiento de liberación nacional, por medio de la vía insurreccional de la Revolución.

La diferencia en el liderazgo de estas organizaciones consistió en la concepción estratégica y la táctica a seguir para conseguir el triunfo. Aun así, después del Asalto a Palacio, el Directorio adoptó una nueva estrategia y organizó el ejército revolucionario en la Sierra del Escambray.

Por décadas, me he dedicado a trabajar en la reconstrucción histórica de ese proceso. Ha sido un empeño conjunto con Jorge Ibarra Cuesta (líder de la FEU en Oriente y miembro del DR 13 de Marzo), y con Fernando Martínez Heredia —también miembro del MR 26-7—, integrantes todos de la generación revolucionaria del centenario de José Martí.

Juntos hemos trabajado para que nuestra obra en el campo de las ciencias sociales, pensamiento e ideología, contribuya a enfrentar el fenómeno de falsear y manipular la historiografía sobre la etapa de liberación nacional (1952-1959).

Jorge y Fernando ya no están entre nosotros, pero estoy segura que junto conmigo ––como siempre hacíamos al intercambiar criterios –– estarían orgullosos, como lo estoy yo, de la posición de los que han denunciado el enfoque de la Mesa Redonda del pasado 13 de Marzo. Ese programa debe ser reestructurado debido a los  errores de principios, de la especialista,  por no prestigiar el Asalto a Palacio como hecho heroico, por denigrar su martirologio, calificando la operación como suicida; por injuriar a su liderazgo como desleal al Pacto de México; y por el método de omitir y/o falsear el origen de fuentes documentales usadas en esa emisión.

Nada de esto —repito— ha sido respondido aún por los involucrados.

La cobertura dada finalmente a la muerte de Jiménez, y la aparición de un reportaje (15.05.2020) con Juan Niury Sánchez—combatiente revolucionario y expresidente de la FEU— mostrando la presencia de José Antonio, y de otros dirigentes de la FEU, en el recibimiento a Fidel y los moncadistas en 1955, podría ser una respuesta indirecta a los reclamos vertidos frente a aquella Mesa Redonda, pero no es claro que conlleve el cambio necesario en la comprensión de tales sucesos.

Política, con ciencia y memoria

En el enfrentamiento actual al nuevo coronavirus hemos tenido una clase diferente de experiencia. Para definir la política a seguir, han prevalecido las experiencias de las ciencias médicas cubanas, el estudio informado del proceso histórico —en el país y otras latitudes— de este y otros virus y la puesta en función de la planta científica del país para la obtención de vacunas que impidan el contagio o para los estudios estadísticos sobre cero prevalencias.

Se trata de científicos de campos diversos como la medicina y las matemáticas realizando en conjunto investigaciones interdisciplinarias. El problema, el método y los resultados de las investigaciones revelan la dialéctica de los cambios en el tiempo que vivimos.

Es un gran acierto de nuestro Gobierno propiciar ese flujo de intercambios entre los científicos de la medicina, las ciencias sociales, el medio ambiente, etc. Junto con el Partido, las organizaciones políticas, de masas y el pueblo, están enfrentando con éxito muy singular en el mundo actual, la pandemia y creando una cultura nueva de aislamiento físico en el hogar y de disciplina social.

Ese mismo nivel de análisis científico, esa interrelación entre campos de investigación, esa cultura ciudadana de responsabilidad e información las necesitamos por igual para encarar los no menos complejos desafíos de nuestra historia y de nuestra memoria. Para que la justicia no sea solo una búsqueda para los vivos, sino también el homenaje que merecen todos nuestros muertos.

La Habana,  1ro de junio del 2020

[1] Ver Rodolfo Alpízar, Rosario Alfonso Parodi (1), Rosario Alfonso Parodi (2), Esther Suárez Durán, Julio César Guanche (1), Julio César Guanche (2). Por correo electrónico, circularon opiniones críticas sobre el contenido de la Mesa Redonda, entre otros, de Julio Carranza Valdés (19.03.2020), Nyls Ponce Seoane (19.03.2020) y Lohania Aruca (22.03. 2020). Este último mensaje está dirigido a la presidencia de la UNEAC, la presidencia de la Asociación de Escritores, la presidencia de la Sección de Literatura Histórico Social y a los miembros de la UNEAC “sobre las denuncias a las personalidades de la mesa redonda del 13 de marzo, a resolver por las autoridades”.

[2] Sobre la muerte de Guillermo Jiménez, ver Jimenito, otra vez ninguneado. Rodolfo Alpizar Castillo. Blog La Joven Cuba, 11 mayo 2020; Ha muerto un héroe: Guillermo Jiménez Soler. Eduardo Delgado Bermúdez. Radio Habana Cuba, 11/05/2020; Gracias, Jimenito. María del Pilar Díaz Castañón. La trinchera, mayo 13, 2020; Jimenito, un hombre de la Revolución. Julio Antonio Fernández Estrada. Oncuba, Mayo 14, 2020; Conocido como Jimenito. Rebeca Chávez. Granma, 12 de mayo de 2020; Nota de la Academia de la Historia de Cuba ante el fallecimiento del académico Guillermo Jiménez Soler. Cubadebate, 15 mayo 2020.

[3] Para la fundamentación y el análisis de esa deformación, ver: Jorge Ibarra Cuesta. Historiografía y Revolución. Revista Temas I (1) La Habana 1995.

[4] Instituto del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista, anexo al Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Historia del Movimiento Obrero Cubano. Tomo II. 1935-1958. Editora Política/La Habana, 1985. pp. 284, 288, 293, 308.

[5] José Bell Lara. Fase Insurreccional de la Revolución. Editorial Ciencias Sociales, 2007, Carta de México. pp. 84.

[6] Críticas a esta tendencia pueden verse en: “Debate sobre la tesis de Abraham Fernández, con la tutoría del Candidato a Doctor Joaquin Vergara, del Instituto del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista, anexo al CC del PCC, con profesores de Ciencias Sociales de la Universidad ,1984. En: Manuel Graña Eiriz, El 9 de abril de 1958 Huelga General Revolucionaria. (2011); También, de mi autoría: Gladys Marel García Pérez. Insurrección y Revolución, Ediciones UNION 2006; Crónicas Guerrilleras de Occidente, Editorial Ciencias Sociales (2005); Confrontación Debate historiográfico, Editorial Requeijo S.A. (2005). Ver en específico: Jorge Ibarra Cuesta, Prólogo al libro Confrontación. cit.; Fernando Martínez Heredia. Prólogo al libro Insurrección y Revolución, cit.

[7] Jorge Ibarra Cuesta. Op. cit pp. 35-37. Esteban Morales, “Las Ciencias Sociales y humanísticas en la enseñanza universitaria. Limitaciones y dificultades”, p. 7 Fuente: estebanmoralesdomínguez. blogspot,com, La Habana 10 de junio del 2019.

[8] Rolando Dávila. Lucharemos hasta el final. Cronología 1958. Pacto de Caracas, agosto de 1958. pp. 272.; y en la pp. 255, del 13 de agosto, Carta Semanal. Documento del Comité Nacional del PSP dirigido a los firmantes del Pacto de Caracas.

[9] Ver Jorge Ibarra Cuesta op. cit. pp 35-38

[10] Ver Nota 3, Manuel Graña. Op.cit. y Garcia Perez. Op. cit. Ver Evelyn Picón Gardfield e Ivan A. Shulman: Las entrañas del vacío. Ensayos sobe la modernidad americana, Ed. Cuaderno Americanos, México 1984.

[11] Ver Nota 10, García Pérez, Op.cit.

18 junio 2020 25 comentarios 1.510 vistas
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Recapitulación

por Yassel Padrón Kunakbaeva 15 junio 2020
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

La dialéctica aplicada al estudio de la sociedad se parece un poco a la sabiduría oriental. Ambas nos enseñan que cada tiempo trae a la orilla del devenir lo que las aguas del río movían en su seno de largo tiempo, y que aunque la realidad puede tomar diferentes caminos, estos no son otros que los que laten como potencia en la semilla de cada instante. Eso se aplica también a la sociedad cubana actual, en el momento concreto que es el enfrentamiento a la pandemia de coronavirus. Ahora que el presidente Díaz-Canel anunció, el pasado 11 de junio, el cercano comienzo del proceso de recuperación, es buen momento para recapitular.

La llegada del Covid19, como todas las crisis, difuminó muchas de las apariencias de la vida cotidiana y sacó a la luz lo esencial. Entre otras cosas, puso de manifiesto que sigue vigente el pacto social según el cual el Estado garantiza lo mínimo para la reproducción de la vida de los ciudadanos. Pueden cerrarse los hoteles, los negocios particulares, puede intervenirse hasta el mercado negro, pero el Estado no puede permitirse dejar a merced de una epidemia a la población.

El pacto social es la base de legitimidad misma del Estado.

La legitimidad de un sistema político se fundamenta en un mito fundacional: eso en el caso cubano, está muy claro. Pero esa legitimidad tiene que reactualizarse cada cierto tiempo, es por eso que existen ritualidades, en las que se escenifica nuevamente la situación narrada en el mito. Es como si se reviviera la situación fundacional, para que el sistema mantenga un asidero en la experiencia de las personas. En otros países las elecciones pluripartidistas juegan ese papel. En Cuba, la ritualidad que le da vida al sistema político es la experiencia de la crisis, enfrentada de manera colectiva y exitosa bajo la dirección del Estado.

Si alguien se hubiera guiado por las apariencias, luego de posar una mirada superficial en La Habana de los últimos años, podría haber llegado a la conclusión de que la base del poder social se encontraba en el empresariado dedicado al turismo, tanto estatal como privado. Su diagnóstico estaría relativamente justificado, pues alrededor del turismo y algunos otros renglones económicos se habían dado los fenómenos más novedosos e incisivos en el plano social. La imagen de opulencia de los hoteles y las paladares, frente a la pobreza de una ciudad en deterioro constructivo, parecía ser la imagen que mostraba la realidad de lo que era Cuba.

Sin embargo, ha llegado la pandemia para demostrar que aún no son los nuevos ricos los que le ponen el ritmo de su reproducción a la realidad cubana. El racionamiento, lógica ajena a cualquier burguesía, se impuso en todos los niveles, incluso en una TRD que en su creación no se suponía que fueran para el pueblo. La cola del pollo se convirtió en el fenómeno más característico de la cotidianidad pandémica. En las nuevas condiciones, las nuevas clases acomodadas trataron de hacer valer sus privilegios utilizando el poder de su dinero: comprando turnos, comprando directo en los almacenes, haciendo componendas mafiosas para ser siempre los primeros en comprar cualquier mercancía preciada. No obstante, aparecieron entonces las autoridades, el Partido, el poder popular, el MININT, para restablecer la justicia en la cola.

Cada cola se convirtió en un sutil escenario de lucha de clases.

El Estado respondió de manera relativamente eficaz en defensa de la clase trabajadora. De esa clase todavía mayoritaria que trabaja para el Estado y para la que los productos de la libreta todavía son una parte significativa de su renta. Y para que el pollo llegara a la mesa de esas personas fueron enviados el  miembro del Partido, la funcionaria del poder popular, el capitán del Ministerio del Interior, revelando su verdadera función social. Es significativo que las personas de sectores pudientes tuviesen que recurrir a la corrupción, una especie de robo de la propiedad social, para poder mantener sus niveles de consumo, en lugar de tener al Estado en función de sus intereses, lo cual es lo normal en el mundo capitalista.

Pero he aquí que, incluso la corrupción y el mercado negro, fueron enfrentados con especial dureza durante la pandemia, llevándose el asunto incluso ante las cámaras de la televisión. Se puso de manifiesto una de las funciones de los medios de comunicación: ser una herramienta de poder, en manos de unos sectores, en su lucha por el desplazamiento de otros. El Estado cubano de tiempos pandémicos puso el puño sobre la mesa, y declaró abierta la temporada de caza del intermediario acaparador. Es cierto que algunos quisiéramos ver caer a más peces gordos de las empresas estatales que participan en el mercado negro, pero lo importante es que se trata de una demostración de fuerza del Estado, para mostrar su capacidad de imponer los mecanismos de la reproducción social, y enviar un mensaje visible a las clases sociales sobre las que descansa su poder político.

Nada de esto puede analizarse, por cierto, fuera del contexto de lo que es el relevo generacional. Ahora más que nunca, cuando la generación histórica se está preparando para abandonar las principales posiciones, los nuevos dirigentes del Estado necesitan validar ante el pueblo el pacto social. En ese sentido puede decirse que

La pandemia ha servido para fortalecer la nueva arquitectura del Estado y a sus rostros más visibles.

No solo eso. Si hubo un momento interesante y significativo en la intervención de Díaz-Canel el 11 de junio, fue ese en el que mencionó la importancia de “la unión civil y militar”. Y es que no se puede pasar por alto uno de los principales impactos de la pandemia en lo que se refiere a las relaciones sociales expresadas también a nivel de Estado: el redimensionamiento y empoderamiento del sector civil de la sociedad. De un momento en el que estaban en un primer plano nuestros heroicos militares, depositarios del honor de pasadas epopeyas, y también gestores de una buena parte de las empresas turísticas, hemos pasado a un momento en que el turismo demuestra su falibilidad, a la vez que son los médicos, epidemiólogos y científicos los que han pasado a primer plano. Esto no puede verse separado de otro de los hechos principales de los últimos tiempos: la presencia de un civil en el más alto cargo del Estado.

No quiero caer aquí en ninguna teoría conspiranoica. La unidad no es una figura retórica de nuestros políticos, sino uno de los principios de funcionamiento del Estado cubano. Como un iceberg que se mueve, el paso de este Estado será lo suficientemente lento para que no se parta, porque hay muchos intereses puestos en que no se parta. Pero de que se mueve se mueve. ¿Cuándo, en las últimas épocas, hemos escuchado una declaración que enfatice en el honor de lo civil, a la misma altura que lo militar?

La pandemia ha sido además el escenario perfecto para la puesta en funcionamiento de las nuevas estructuras nacidas de la Constitución del 2019. Las nuevas instancias en el municipio y en la provincia han respondido favorablemente, aprendiendo a coordinarse con el resto de las instituciones y organizaciones en ese arco organizativo que ha permitido la respuesta eficaz frente al coronavirus. Pero también en lo que se refiere a las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, la realidad cubana se ha movido dentro de los causes que se desprenden de esa Constitución.

La libertad de expresión en el ámbito digital se ha convertido en una realidad de facto, a pesar de torpes intentos por contenerla.

Mientras en el mundo analógico seguimos teniendo el mismo puñado de periódicos oficiales de siempre, en las redes se ha desarrollado una dinámica de espacio público abierto, y prácticamente cada cual pone lo que quiere. Tanto es así que incluso ya tenemos fenómenos negativos asociados a las redes sociales, similares a otras latitudes, como el tribalismo, el sensacionalismo y el bullying.

Estas redes sociales han sido una de las vías a través de las cuales se ha canalizado el descontento público. Entre las insatisfacciones de los cubanos que han encontrado una voz en las redes, ha estado la necesidad de cerrar las fronteras en su momento, el desabastecimiento, los precios de Etecsa, los problemas de la plataforma Tu envío, etc. Esas son las cuestiones que realmente han preocupado o molestado a la ciudadanía, y que han encontrado una expresión en las redes sociales. Demandas ante las cuales el Estado, en la medida de sus capacidades, ha respondido, poniéndose de manifiesto lo importante que es para él el sostenimiento del pacto social.

Esta es la realidad del momento social y político en que vivimos. Muchas veces los intelectuales hacemos hincapié en nuestras inconformidades con el sistema político, con la manera en que se respetan o no los derechos políticos individuales. Y es positivo y necesario que se hable al respecto. Pero yo creo que hay que cuidarse también de no caer en un debate enajenado. Nada llegará antes de que llegue su momento. Los pueblos luchan por las causas que pueden entender como colectividad, aquellas cuya pertinencia les plantea la vida cotidiana. En Cuba, la lucha que está puesta sobre la mesa es la que define de qué manera se reparte el pollo.

¿Qué sectores de la economía serán los más beneficiados en la normalidad post-pandemia? ¿Cómo se hará para aumentar la producción de alimentos? ¿Qué papel tendrán las pequeñas y medianas empresas? ¿Cómo serán las relaciones de poder a nivel de Estado? Estas son cuestiones que se están planteando de una manera más inmediata.

15 junio 2020 19 comentarios 496 vistas
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Martí y la catequesis del Granma

por Yunior García Aguilera 13 junio 2020
escrito por Yunior García Aguilera

Ernesto Estévez Rams vuelve a motivarme a escribirle, luego de su polémica “silla voladora“. Esta vez, el Granma publica una visión particular del autor sobre la frase martiana “con todos y para el bien de todos”.

Es un derecho legítimo de Estévez Rams exponer públicamente sus opiniones. Si hubiese un decreto que le reprimiera esa libertad, yo me opondría decididamente. También es un derecho de Granma sostener su línea editorial, aunque a algunos nos parezca cada vez más fosilizada y ajena a la diversidad que caracteriza la expresión del pensamiento en la Cuba de hoy.

En mi opinión, el texto de Rams abunda en contrasentidos. Expone al inicio una visión martiana que luego intenta reducir y ajustar a su propia postura ideológica. El autor trilla la obra del Apóstol y escoge, para formular su tesis, solo la parte que le resulta cómoda.

El singular liberalismo republicano de Martí, lo hizo echar su suerte con los pobres de la tierra. Y en sus críticas a la idea socialista casi siempre mostró su empatía con políticas que atendieran las demandas de los más humildes. Pero NUNCA ignoró los peligros del funcionarismo autocrático.

En su artículo, Estévez pretende dividirnos en tres castas: los iluminados que trabajan “para el bien de todos”; los adeptos a “vilezas” que deben ser excluidos; y los que debemos hacernos a un lado para no “estorbar” a los primeros.

¿En qué casta ubica Rams a los monopolios de la Cuba actual, a la “ocupación privilegiada y pingüe” de ciertos funcionarios, a los que aspiran a reducirnos a “siervos silenciosos del Estado”?

Afortunadamente, a nuestro Martí no hay que traducirlo desde el hebreo, el arameo o el griego. Su obra no está encriptada en un lenguaje hermético que nos haga depender de eruditos o iluminados evangelizadores. TODOS tenemos la posibilidad de acercarnos a sus textos y llegar a conclusiones propias.

Por suerte, nadie ha sido designado por poderes celestiales para decidir quienes caben o no en ese “con todos” que definió el Apóstol. Y tampoco nadie, ni Rams ni el Granma, logran convencernos de desistir en nuestro derecho de expresar lo que entendemos como “el bien de todos”.

La República que soñó Martí, también fue imaginada contemplando una puesta de Sol. Y a esa NOCHE oscura, pero profunda, compleja y diversa, también le llamó Patria.

13 junio 2020 16 comentarios 315 vistas
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Neoliberalismo y racismo en USA

por Esteban Morales Domínguez 12 junio 2020
escrito por Esteban Morales Domínguez

Recientemente leí en Facebook un texto plagado de errores de Liu Santiesteban y otros autores sobre el problema racial en los Estados Unidos. Hay errores, aunque también intencionalidades. Su error principal consiste en no considerar al racismo como un fenómeno estructural dentro de la sociedad norteamericana.

Su tesis principal es que los negros debemos ser aconsejados a depender de sus propios esfuerzos y ello es más que suficiente para lograr el triunfo. El consejo no es malo, pero sí bastante perverso e ingenuo.

Mencionaban entonces un largo listado de artistas negros de la música y el cine, que habían ascendido por sus esfuerzos, con independencia de su color de la piel. Cosa que es cierta, pero que nada tiene que ver con la existencia y el funcionamiento del racismo en los Estados Unidos.

El error esencial de sus formulaciones, más bien neoliberales para endulzar a la sociedad norteamericana, consiste en olvidarse de que el racismo en los Estados Unidos es un fenómeno estructural. Es decir, forma parte y funciona como elemento integrante dentro del sistema de relaciones capitalistas de la sociedad norteamericana.

El ejemplo de los que logran cruzar las dificultades para alcanzar el éxito, dentro de esa sociedad, no niega la existencia del racismo ni de la discriminación racial; todo lo contrario, lo reafirma. Por ley de los contrarios.

Por lo que situar y tomar como ejemplo a los que han llegado a triunfar, no es más que una forma de endulzamiento de la realidad, que es mucho más compleja y contradictoria de lo que los autores asumen.

El racismo no nació del capitalismo, vino de la mano de la sociedad colonial esclavista, aunque al capitalismo le brinda un servicio inestimable. Adueñándose de él para sostener su régimen de explotación. Al convertir el color de la piel, en una variable de diferenciación social. Acción más sofisticada y difícil de superar que la esclavitud.

En la sociedad colonial el esclavo podía obtener su libertad, en el capitalismo no. Pues se encuentra sometido a una estructura social en la que su lugar esta predeterminado, liberándose de ella solo por excepción.

Los argumentos esgrimidos, resultan además la tergiversación de una larga historia, en la que el negro norteamericano comenzó siendo esclavo y pago un alto precio por participar en la vida económica y más tarde en la política, para lograr ejercer el voto. Sobre todo, la mujer negra. Ello no hizo más que darle formas de participación social, pero sin liberarlo de las ataduras sociales que su condición de negro implica. Es decir, sin liberarlo de los prejuicios al color de la piel, la discriminación y el racismo.

El racismo es un fenómeno estructural de la sociedad norteamericana.

Es parte integra de la institucionalidad de esa sociedad y solo con la terminación del capitalismo podrán crearse las condiciones para comenzar a eliminarlo de la vida social del país. Pero tampoco desaparece automáticamente, al desaparecer el capitalismo, dado que permanece en la cultura heredada.

Cuba con una revolución radical y más de 50 años de lucha por su eliminación, no ha logrado terminar con el racismo, ni la discriminación racial. Funcionando como un paradigma para la comprensión de que, con el fin del capitalismo, solo comienza el periodo histórico para crear las condiciones que posibiliten eliminar el racismo.

Cierto que el negro norteamericano nos aventaja en que posee por lo general una gran conciencia racial, pero no nos aventaja en como Cuba ha ido paulatinamente creando las condiciones para eliminar el racismo. Ahora, con una conciencia social más avanzada en cuanto a la necesidad de su eliminación y una conciencia, en parte importante de su dirección política, de que la tarea de eliminar el racismo y la discriminación racial se debe llevar adelante. Contándose ya con una Resolución Gubernamental como instrumento para formular una estrategia de lucha contra el racismo y la discriminación racial.

Luego se equivocan los Autores del artículo cuando nos aconsejan. Púes no se trata de un asunto individual sino de toda la sociedad. No se trata de que la sociedad les permita o facilite a unos individuos llegar. No se trata de que algunos por su esfuerzo lleguen. Tampoco de que algunos pasen las barreras para ser tratados como iguales, sino de que todos puedan alcanzar la igualdad y la justicia.

Ni siquiera estadísticamente es válido el análisis de los autores.

En la sociedad norteamericana, los negros ocupan el penúltimo escalon en la pirámide demográfico-social. Por encima solo de los pueblos originarios y de los esquimales, que ocupan los últimos escalones. Por lo que, ni habiendo alcanzado el éxito, un negro en los Estados Unidos llega al nivel de consideración que esa sociedad solo reserva al blanco.

Los datos estadísticos muestran claramente las diferencias para los negros, en términos de desempleo, acceso a la salud, acceso a la justicia, etc.

No se trata de que un negro pueda o no económicamente y hasta socialmente llegar a vivir como un blanco. No, es que la estructura social ha quedado diseñada para darle un lugar como negro.

Lo demás es una circunstancia o una casualidad de la vida. El negro no llega a conseguir nunca la posición del blanco dentro de la sociedad capitalista norteamericana y cuando lo logra, se trata de una circunstancia excepcional, que no hace más que confirmar la regla. La regla es que el negro este por debajo y los años más recientes la han confirmado.

Por eso el artículo de marras, no es más que un intento neoliberal, de quitarle, de limpiar al capitalismo de las lacras del racismo.

12 junio 2020 31 comentarios 433 vistas
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Nuestras insuficiencias y el tiempo

por Esteban Morales Domínguez 10 junio 2020
escrito por Esteban Morales Domínguez

No conozco ningún economista que escriba y no hable de que hay que apurarse, que hemos perdido tiempo, que el tiempo no alcanza, que está contra nosotros. ¿Por qué esa preocupación con el tiempo?

Es que el mismo resulta ser la variable más importante. Y ya estamos, políticamente, contra la pared. El tiempo ya ha devenido para nosotros una variable política. Llevamos entre 8 y 10 años para poner en practica todas las medidas discutidas y más que aprobadas. Es verdad que la Pandemia, considero, la hemos manejado muy bien. Comenzamos bien y vamos a terminar bien. Ya no estamos lejos del final, en cuanto a Cuba nos referimos.

Sólo debemos evitar que el exceso de entusiasmo haga que el proceso de recuperación de la pandemia no se nos vaya de la mano. Debemos determinar por donde vamos a comenzar. Todo hacerlo paso a paso, con las pausas necesarias. Porque volver atrás sería fatal. Sobre todo, después del ejemplo que hemos dado como país en el control de la Covid-19. Porque esta última le ha resultado traicionera a todos los que se han apurado demasiado.

Pero lo anteriormente dicho, también deviene un reto para nosotros. ¿Por qué? La pandemia que nos viene encima ahora, es la del crecimiento débil, que ya lo sufríamos antes de que comenzara la del Coronavirus.

Entonces, debemos aprovechar para ganar tiempo. ¿Cómo? Comenzando a tomar todas las medidas que debemos adoptar, antes de que termine la pandemia del coronavirus. Y sin esperar al próximo Congreso del Partido. Ya ha habido dos congresos. No es necesario ahora hacer uno más. Tampoco hace falta, ni siquiera es necesaria otra reunión del Consejo de Ministros. En la del día 4 de mayo, ya nuestro Presidente lo dijo todo. Y orientó muy claro, que no debemos continuar haciendo lo mismo. Que debemos innovar.

De lo que se trata ya, es de comenzar a poner en práctica las medidas, sobre las que ya hay consenso. Este último sale de los documentos ya aprobados, de la Conceptualización del Modelo Económico, el Plan hasta el 2030, la reunión del Consejo de Ministros, del día 4 de mayo, donde se discutió lo del Plan del 2021; del consenso entre los economistas; en que todos estamos de acuerdo, detalles más o menos, de qué es lo que hay que hacer.

Y todos estamos preocupados, de que no nos demoremos más.

Porque ya es una cuestión de cuándo, no de qué es lo que hay que hacer. Debemos comenzar ya. Para que cuando la pandemia termine, hayamos avanzado, con algunas medidas y que la gente sienta que la situación comienza a mejorar. Antes de que la justificante lógica y ética de la pandemia se nos agote.

¿Qué debemos hacer?

-Primero que todo, asegurar la alimentación de nuestra gente. Comenzando por solucionar el problema agropecuario y dentro de ello, asegurar el abastecimiento de carne de puerco a la población. Donde ya habíamos acumulado la experiencia de hacer crecer la producción.

Hay arroz; teniendo puerco, así aseguramos grasa y proteína; con eso y lo que hay en los agromercados, aseguramos la comida y se puede esperar por lo demás. Lo que entre de la siembra del ciclo corto; hay mangos, plátanos, cebollas, ajos, pepinos; los frijoles irán apareciendo; los huevos, el pedazo de pollo, y ya con eso le aseguramos lo mínimo fundamental para la comida a nuestra gente.

-Hay que acabar de solucionar lo del pescado para el consumo interno. Eso creo lo solucionamos, con alguno que no exportemos; el pescado de las presas y su procesamiento industrial; abriendo la posibilidad de la pesca y venta privada; lo demás, que la gente lo vaya a buscar a los restaurantes. Que dentro de poco, deben de comenzar a abrir.

Mientras tanto, otras acciones que nos deben ayudar a darle más sostenibilidad a la alimentación, serían:

  • Adoptar medidas para fortalecer la producción industrial agropecuaria. Pagarle bien a los medianos y pequeños productores agropecuarios.
  • Quitarle un poco el dogal tan apretado del comercio exterior, para que puedan importar algunos medios de producción y no tengan que continuar llenando con laticas. Por qué algunos tienen que esperar por la entrega de la maquinaria o el tractor, por parte del Estado, si le podemos dar la facilidad de que lo importen con su propio dinero?
  • Hacer que acopio sea más efectivo y si no funciona, eliminarlo.
  • Eliminar los precios topados de la carne, que no funcionan; el mercado lo haría mejor. Esos precios son los que han creado el problema con la carne de puerco. Que al parecer ya habíamos solucionado y ahora se nos enreda de nuevo y no hay carne de puerco en los mercados de ninguno de los cinco tipos que existen. El puerco ya en los años noventa, funcionó como la mercancía equivalente, es decir, aquella que la población está dispuesta a dar cualquier cosa por ella. Como lo fueron también, en su momento, el cigarro y la lata de leche condensada. Se trata de esas mercancías, que, en medio de las condiciones de escasez, asumen un papel de equivalente importante para la población. Ahora esa mercancía es la carne de puerco.

Pero debemos también tomar otras medidas, para darle solidez a las primeras que hemos mencionado.

  • Fortalecer la producción de los municipios, para tratar de que se autoabastezcan. Creando facilidades para fortalecer la producción local de alimentos.
  • Que los productores locales se sientan estimulados y encuentren buenos precios a ese nivel.
  • Fortalecer la alimentación del puerco, pollos criollos, carnero, conejos, vacunos. Hay productores que han solucionado la alimentación. Maíz, caña, hierbas, plantas comestibles, miel, hojas de fruta bomba, hojas de yuca, azúcar prieta. Hay que aprender de los que inventan para sobrevivir. Y si una cosa ha aprendido el cubano, es a sobrevivir en la escasez. ¿La gente no inventó bistec de cáscara de plátano y ropa vieja de frazada de piso?
  • Hubo un plan para producir soya y no lo hicimos. Ahora la tendríamos como alimento y extensora para la producción de embutidos. Pero como dicen los rusos, “no hay porqué llorar por la leche derramada”. Hay productores de conejos, carnero y puercos y no lo hacen con maíz, ni pienso, ni soya. ¿No aprendimos a sacarle provecho al marabú?
  • Al menos, para la producción de puercos, no creo que sea necesario importar piensos. Sobre todo, si logramos un buen nivel de producción de maíz, que ya se observa la iniciativa de muchos productores y lo complementamos con otras cosas.

Pienso que las medidas para incrementar la producción de alimentos son elementales.

Un ejemplo desperdiciado es el aguacate. Los mexicanos exportan aguacate. Y ya quisieran ellos tener los aguacates del tamaño que los tenemos nosotros. Aquí hay una fuente de exportación que no aprovechamos mucho.

Todo lo demás, como la dualidad monetaria, muy importante. Las cuentas por pagar y por cobrar, el turismo, la producción azucarera, la producción industrial, las inversiones extranjeras, muy importantes todas, pero, no son las prioridades ahora mismo.

Lo primero, es dedicarnos prioritariamente, a solucionarle la comida a nuestra gente. Es la variable política más importante. Incluso, si avanzamos en otras cosas, pero no solucionamos la alimentación, estaremos muy mal, porque eso es lo que más presiona sobre la gente.

La segunda gran prioridad que considero debemos cumplir es la de poner a funcionar en sistema todas las formas de propiedad.

No debemos demorar más en crearle las condiciones necesarias a la propiedad estatal, para que esta pueda actuar como debe dentro del modelo. Para ello debemos cumplir tres tareas básicas:

  • Presionar sobre la empresa estatal para que ponga en movimiento las prerrogativas que ya se le han dado. Algo a lo que nuestro Presidente también se ha referido.
  • Crear las conexiones entre la propiedad estatal, las pequeña y mediana propiedad privada, las cooperativas y la inversión extranjera. Donde ya contamos con la experiencia, de cómo esto ha funcionado en el abastecimiento de productos alimenticios al turismo.
  • Mientras propiedad estatal, pequeña propiedad privada, mediana propiedad privada, cooperativa e inversión extranjera, no funcionen en sistema; nuestra economía no irá adelante. Pues solo operando de tal modo, con una empresa estatal que haga uso de todas sus prerrogativas y liberada del excesivo centralismo de la planificación, la economía no funcionara, liberando así las fuerzas productivas tal y como se nos hace indispensable.

Creo que, en medio de la Covid-19, se ha realizado un esfuerzo inteligente, coordinado y efectivo, que nos está permitiendo salir adelante con la pandemia. Por lo que no podemos darnos el lujo de perder esa experiencia.

El tiempo apremia, además, porque nuestra situación frente a la política de Trump, se puede complicar aún más.

-Los barcos iraníes con petróleo en camino hacia Venezuela y las intenciones de los Estados Unidos de impedirlo pueden complicar mucho la situación en nuestra área de seguridad casi inmediata.

-Marco Rubio, ahora al frente de la Comisión de Inteligencia del senado, tratará de hacer algo más para afectarnos. Aunque no será solo a Cuba a la que le provocará problemas.

-El ataque a nuestra embajada en Washington es una señal de que la administración estadounidense está dispuesta a retornar a la utilización del terrorismo contra Cuba. Siendo una señal muy grave de que después de casi un mes, ni siquiera se hayan sentido en la obligación de darnos una explicación.

-Ya los Estados Unidos está en el contexto del año electoral. Entonces, a medida que se acerque el momento de las elecciones presidenciales, Trump estará más dispuesto a realizar acciones, para parecer un hombre fuerte. Y como sabemos, somos uno de sus objetivos.

-Hemos pospuesto el pago de la deuda con el Club de Paris, pero de todos modos dentro de unos días debemos cancelarla y eso nos restará dinero para otras necesidades.

-Ya tenemos el verano encima, que no es la época en que nuestra agricultura más produce. Aunque se está luchando con los productos de ciclo corto.

-El final de la pandemia para nosotros no será una panacea, porque el mundo está muy mal y eso en algo nos puede afectar.

-Hay que parar, a toda costa, la delincuencia, pues está afectando seriamente algunos abastecimientos muy importantes, en el momento en que más los necesitamos. Además del problema ético moral que afecta a nuestro gobierno.

Creo que la policía está actuando fuerte y con celeridad, pero no es suficiente, hay que apoyarlos sólidamente con el control máximo sobre el aparato administrativo estatal, el privado y de las cooperativas.

La Contraloría debe mover sus recursos de fiscalización al máximo. Los Ministros, Jefes de Organismos, los privados, los Presidentes de cooperativas, etc. Todos, deben priorizar el tema del control de los recursos. Porque esa es nuestra pandemia inmediata a controlar. Es que en la medida en que los productos escasean, la acción de la delincuencia y la corrupción se exacerban.

De cómo utilicemos el tiempo dependerá mucho el éxito que podamos tener en llevar adelante las tareas, porque todas contienen medidas que ya debimos haber tomado antes. Luego quiere decir, que ya comenzamos con atraso y por demás, bajo amenaza.

Las propias condiciones en que tenemos que desenvolvernos hoy, no nos van a permitir que actuemos de manera lenta, pues las consecuencias negativas de una actuación inadecuada, o con la no necesaria rapidez, se harán sentir de manera inmediata. Y ya no se tratarán solo de consecuencias económicas negativas, sino más que ello, políticas.

El Presidente continúa insistiendo denodadamente en que debemos innovar, acabar con todo lo que no funcione, y darle máxima prioridad a la producción de alimentos. Pero en tal sentido, no han faltado ideas en el circuito de los economistas, que contínuamente hemos estado escribiendo sobre el tema. Más bien lo que han faltado son acciones de parte del Gobierno. Esperamos que con los ultimátum dados por el Presidente, todo comience a funcionar como necesitamos.

Creo que también resulta indispensable comenzar a revisar la situación de algunos cuadros, que parecen no estar funcionando como nos hace falta…

10 junio 2020 37 comentarios 319 vistas
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Metadiscriminación o Fantasía Cyberpunk

por Consejo Editorial 9 junio 2020
escrito por Consejo Editorial

Por: A. M. Mustelier

El futuro está aquí, podemos decir tranquilamente cuando desde la pantalla táctil de nuestro teléfono inteligente interactuamos y nos enteramos de lo que ocurre en las antípodas; y aunque decirlo es ontológicamente incoherente, realmente lo pensamos. En este Futuro la falta de información ya no es un problema, en cambio existe la sobreinformación.

Todos reportan sobre todo en todos los momentos: hay noticias, falsas noticias, noticias sobredimensionadas y noticias venidas a menos. Somos una civilización de periodistas pro bono, con visos de humanismo denunciando las injusticias, o lo que a nuestro juicio lo son y aquí entra la subjetividad de cada cual. Pero cuando algo toca por igual la mayoría de las subjetividades ocurre un fenómeno maravilloso: el contenido se vuelve viral (vaya forma de escoger un adjetivo) o trending topic (vaya forma de tener poca fe en el idioma propio). En esencia, el contenido se hace masivamente popular, como cuando grabas a tu perro persiguiendo su propia cola, a que es cómico.

Si es un contenido indignante, como lo es el caso del asesinato del ciudadano estadounidense George Floyd, la reacción es casi homogénea: indignación. Indignación que comparte el que suscribe por motivos obvios. Las reacciones en este futuro son entonces proporcionales al hecho de que todos vemos lo que ocurre todo el tiempo en todas partes: campañas en las redes, blackouts en nombre de la víctima, o para protestar contra el racismo, millones de comentarios rechazando el fatídico hecho, miles marchando en varias ciudades de Estados Unidos, otros que aprovechan y saquean en nombre de los primeros.

Estamos hablando de un acontecimiento global.

He ahí la ventaja de nuestro futuro interconectado, si en Estados Unidos un policía racista asesina a un negro en vivo, la opinión pública toma el poder, las organizaciones civiles asumen su papel como nunca antes se había visto y se aglutinan grupos que jamás habían coincidido en una opinión: monjas, amish, grupos de defensa radicales, miles de policías decentes, homosexuales, reclusos, defensores de la familia, gobernadores, otakus, nerds, hackers, la lista es infinita y engloba a la mayoría de la población mundial. Esto está muy bien.

Pero en nuestro futuro, incluso las protestas justas están segmentadas, se discrimina la discriminación. Si George Floyd hubiera sido un ciudadano Haitiano, Somalí, Yemení o Palestino, toda la interactividad y los millones de periodistas pro bono no hubieran sido suficientes, o hubieran pasado de la noticia asquerosamente y el perrito persiguiendo su cola le hubiera ganado por uno o dos millones de receptores. Aquí entra el fenómeno de la Visibilización, que responde a variables como: situación geográfica, grupo etario y nivel social.

En un solo mes del año 2018 murieron a manos del ejército israelí más de 100 palestinos.

Sí, el 2018 se incluye dentro de este futuro, de modo que todos veíamos lo que ocurría todo el tiempo en todas partes. Si la lógica acampara en nuestras sociedades, la reacción mundial tendría que haber sido igual a la desatada por el asesinato de George Floyd, multiplicado por cien, más un coeficiente por concepto de genocidio extendido en el tiempo, porque según palabras de Rawan Sulaiman, embajadora palestina en La Haya, desde el 2000 hasta esa fecha habían muerto a manos del ejército 9476 palestinos; o sea, el mundo debía haber tomado Israel por asalto, y saturado las redes sociales hasta que los perros mordiéndose la cola no tuvieran significado alguno para la humanidad.

En este futuro también es posible que algún díscolo me aclare que Palestina es una zona de guerra, mientras que el caso de Floyd tuvo lugar en un país en paz y civilizado; y eso me recuerda otra áreas en paz como los intrincados montes de Centro América, donde anualmente mueren a manos del ejército cientos de líderes sociales, o las grandes áreas alrededor de las maquiladoras de México, donde todos los días decenas de cadáveres de mujeres son descubiertos y desenterrados ante la mirada impasible de la prensa y los habitantes locales. En honor a la verdad, el futuro cyberpunk en el que vivimos no sólo discrimina por religión, raza, género, nivel económico u orientación sexual, también discrimina los tipos de discriminación entre discriminación intolerable, y discriminación del tipo: bueno, es triste pero qué se le va a hacer.

Por ahora, conformémonos con que un asesinato, al menos uno, no haya quedado impune.

9 junio 2020 21 comentarios 341 vistas
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Soldados del puente

por Jorge Fornet 9 junio 2020
escrito por Jorge Fornet

A inicios del año 2015 –en un mundo que hoy se nos antoja lejanísimo– la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) me solicitó una breve reflexión a propósito del acercamiento que pocas semanas antes se había hecho público entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. Fue publicada entonces en un espacio virtual auspiciado por dicha Asociación. Aunque leída un lustro más tarde saltan a la vista cuán lejos quedaron muchas de sus predicciones y esperanzas –arrasadas por la tozuda realidad–, creo que el texto mantiene vigencia en otros aspectos y de cara al futuro. En cualquier caso, queda como testimonio de un momento singular de nuestra historia reciente. Cinco años después.

Una de las mejores fotografías de los años iniciales de la Revolución cubana pertenece a Roberto Salas, y su discreto título es –sin parecerlo– una declaración de principios: Primer día. Aunque la imagen merece un estudio profundo, me limitaré por el momento a señalar un par de detalles. Está tomada en una fecha fácil de precisar (4 de enero de 1961) porque en ella aparece, delante del edificio en que hasta el día anterior había funcionado la embajada de los Estados Unidos, un vendedor de periódicos cuya tez negra contrasta con la de quienes esperan para entrar al recinto, presumiblemente con el propósito de abandonar el país. Sonriente, el vendedor muestra el diario Revolución que esa mañana luce un enorme desplegado en primera plana donde se lee: “¡Viva Cuba libre! / Rompen los E.U. sus relaciones con Cuba”, seguido por la bandera nacional y un poco más abajo, semioculta por el brazo del hombre, la palabra “¡Venceremos!”.

El pasado 17 de diciembre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron a sus pueblos y al mundo el fin de ese período cuyo primer día había sido retratado por Salas casi cincuenta y cuatro años antes. Pocos acuerdos han logrado, al menos dentro de la Isla, el consenso generado por ese anuncio. Visto desde ella, se trata de una victoria en el sentido de que el gobierno estadunidense reconoció el fracaso de su sostenida política contra Cuba a lo largo de once administraciones y más de cinco décadas; a la vez, el cambio de rumbo tendría lugar sin exigir a la Isla ninguna de las tantas condiciones que se le intentaron imponer durante todos esos años. De algún modo, se trataba de un premio a su resistencia.

Fue relevante, además, que el acuerdo se lograra directamente entre los gobiernos, sin pasar por esa poderosa porción del exilio cubano en los Estados Unidos (y especialmente en el Congreso de ese país) que secuestró durante décadas el tema Cuba. Y resultó importante también que del lado cubano tal acuerdo fuera alcanzado por el llamado liderazgo histórico de la Revolución, lo que permite cerrar un ciclo por quienes fueran sus protagonistas, al tiempo que quita un pesado fardo a la generación que accederá a la dirección del país en las elecciones de 2018.

Lo cierto es que la decisión de restablecer relaciones diplomáticas y lo que se desprende de ella concluye un capítulo abierto en pleno apogeo de la guerra fría, la cual se vio alimentada, a su vez, por la confrontación entre los dos países. Es obvio, y se ha repetido hasta el cansancio, que se tratará de un proceso largo, zigzagueante y preñado de obstáculos. No es difícil conjeturar que incluso una vez que el bloqueo haya desaparecido o haya sido reducido a un cascarón sin sentido, quedarán importantes reivindicaciones para las que tomará años hallar una solución satisfactoria, como la devolución a Cuba del territorio ocupado por la base naval de Guantánamo. En cualquier caso, el panorama parece significar también un cambio positivo a nivel hemisférico, pues el deshielo debería suponer una distensión a nivel continental y anunciar una nueva forma en que la potencia del Norte se relacionará con sus vecinos del Sur; sin embargo, varias de las tensiones que están viviendo otros países latinoamericanos –en las cuales se asoma de un modo u otro la mano de los Estados Unidos–, atemperan cualquier optimismo exacerbado.

Mirada desde este presunto final podría parecer que la confrontación entre los dos países fue un extraño y evitable incidente, debido a circunstancias accidentales y a la voluntad de políticos empecinados; que la Revolución misma vino a provocar un problema allí donde no existía o que los posibles conflictos pudieron haberse sorteado de manera más o menos amigable; que a fin de cuentas la persistente relación de amor-odio que los cubanos han sostenido con los Estados Unidos ha durado más de un siglo, sin que eso implique, necesariamente, tropiezos mayores. En estos momentos, por cierto, estamos viendo el lado amable de los antiguos rivales. Escuchamos cada día en los medios cubanos a políticos y empresarios estadunidenses de amplia sonrisa hablar de intereses compartidos y de lo mucho que podemos avanzar juntos.

Nadie quiere expresar en voz alta, al menos por ahora, lo que pudiera pasar el día en que los halcones retornen a la Casa Blanca.

Porque así como Cuba intenta ser fiel a sus principios, los Estados Unidos no van a renunciar a ser ellos mismos. De hecho, el propio Obama dejó claro en su discurso del día 17 que aunque la política hacia Cuba cambiara, los objetivos seguirían siendo idénticos. Esta paz no sería, en tal caso, sino la continuación de la política por otros medios. Y si bien todos lo hemos repetido, no es cierto que el bloqueo y el clima de hostilidad hacia Cuba hubieran fracasado, o al menos no es cierto que hubieran fracasado del todo. En no poca medida fueron exitosos al dislocar y distorsionar su economía, y al contribuir a acentuar sus propios errores y limitaciones; lo fueron al empujar al país a un enfrentamiento que no dejaba margen a muchos matices, bajo la lógica de fortaleza sitiada y, en consecuencia, a reforzar el verticalismo y debilitar formas de participación popular y de toma de decisiones por parte de la sociedad cubana; lo fueron al forzar a los habitantes de la Isla a vivir en un estado de excepcionalidad desgastante.

En ese sentido, el nuevo período brinda oportunidades favorables que van desde mejores condiciones para llevar adelante una economía que –también por méritos propios– ha vivido en perpetuo estado de sobresalto, hasta un clima más distendido que favorece una democratización de la sociedad sin las presiones a que estaba sometida y nos permita decidir con mayor libertad lo que queramos. Será importante incluso (aunque parezca un argumento puramente emotivo) para evitar que muera un niño por falta de alguna medicina o equipo que solo pueden adquirirse en los Estados Unidos. Al mismo tiempo se producirá una mayor comprensión y conocimiento entre las partes, un redescubrimiento que ayudará a eliminar prejuicios, y tendrá lugar un mayor intercambio cultural y académico entre los dos países, un flujo de información y tecnologías que en general resultará positivo.

Ese paso decisivo, no cabe duda, abre un anhelado y estimulante escenario. Pero los retos que plantea son enormes e imprevisibles. Porque el desafío no concluye el hipotético día en que las embajadas de La Habana y Washington estén en funciones, el bloqueo haya sido desmontado, el flujo de personas, mercancías y capitales marche sobre ruedas, y los presidentes de ambos países se reúnan amistosos. Entonces, el desafío apenas habrá comenzado.

Para enfrentarlo desde Cuba con conocimiento de causa resulta inevitable formularse una pregunta: ¿Qué proyecto de país queremos y podemos construir en las actuales circunstancias? Hasta hoy, parte de su sentido y de su cohesión se la daba esa misma confrontación con los Estados Unidos, en un momento en que, como en las malas películas, los héroes y los villanos estaban bien definidos. Pero esas posiciones son cada vez menos claras, y no es difícil predecir que dentro de cinco años, por limitarnos a una fecha no muy lejana, el país se parecerá poco, para bien y para mal, al que conocemos.

Cada vez seremos más semejantes, para bien y para mal, a cualquier otro país latinoamericano.

Roto el impasse que impedía a los dos países sentarse juntos a una mesa de negociaciones, es relativamente fácil desbrozar el camino para alcanzar algunos acuerdos básicos. El diálogo se complica, sin embargo, cuando haya que discutir, por ejemplo, el tema de las compensaciones por daños materiales y morales y, más aún, cuando se comiencen a dirimir cuestiones simbólicas. Ya sabemos que no es solo el futuro, sino también el pasado lo que está en juego. Se abren caminos, es cierto, pero qué va a pasar, digamos, cuando pretendan derribarse algunas estatuas y levantarse otras.

No es difícil presagiar que en los próximos años el espectro político cubano se diversificará y hallará sus propios representantes. Hasta ahora los líderes de la Revolución  gozaban de una autoridad histórica y política irrepetible, en la que influía involuntariamente –dicho sea de paso– la política del gobierno estadunidense. Como parte de la dinámica dominante en estos años, la radicalidad del proceso cubano y el apoyo por parte del gobierno de los Estados Unidos a cualquier alternativa, toda oposición se ubicaba, casi de modo tan inexorable como la ley de la gravitación universal, a la derecha de ese espectro. Pero no es extraño que a la vuelta de unos años, en un clima más o menos distendido, se consoliden fuerzas y movimientos que abarquen incluso una oposición de izquierda. Será en ese complejo contexto donde, en no poca medida, deberemos reinventarnos.

“Ya no se abren fosos hondos en torno de almenadas fortalezas”; escribía el cronista, “sino se abrazan con brazos de acero, las ciudades; ya no guardan casillas de soldados las poblaciones, sino casillas de empleados sin lanza ni fusil, que cobran el centavo de la paz, al trabajo que pasa; los puentes son las fortalezas del mundo moderno”. Y añadía: “Mejor que abrir pechos es juntar ciudades. ¡Esto son llamados ahora a ser todos los hombres: soldados del puente!”. Así concluía José Martí su crónica sobre “El puente de Brooklyn”, publicada en La América de Nueva York, en junio de 1883. Ciento treintidós años después un inesperado puente ha sido tendido –salvando fosos y almenadas fortalezas– entre dos enemigos que hasta poco antes parecían irreconciliables. El proceso será arduo y contará con empecinados adversarios, pondrá a prueba la capacidad de Cuba y su pueblo para sortear con entereza las sacudidas que sobrevendrán, estremecerá convicciones y desatará pasiones que parecían dormidas, intentará apuntalar las más variadas formas de restauración conservadora, incluso aquellas que se pretenderán en nombre del socialismo. Nos toca, aun así, ser soldados del puente.

9 junio 2020 10 comentarios 758 vistas
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Juan Olaiz, ese insigne desconocido

por Consejo Editorial 8 junio 2020
escrito por Consejo Editorial

Por: Aries M. Cañellas Cabrera

El problema de los hombres que han marcado una generación sin tener la aspiración de trascender es que es muy difícil escribir sobre ellos. Nadie recogió sus palabras, pues no fueron dichas para ser recogidas, nadie escribió apuntes sobre su día a día, pues eso no era necesario.

Olaiz, o Juan para sus discípulos, fue el mentor de toda una generación de cienfuegueros que luego acudiría al llamado de José Antonio, y en fecha tan temprana como noviembre de 1955 fundarían en secreto una célula del Directorio Revolucionario que muy pronto -tan pronto como diciembre del propio año- se haría sentir en la ciudad con el llamado paro de los 5 minutos o la declaración de Cienfuegos como “Ciudad Muerta” en apoyo a una huelga de los obreros azucareros, de trascendentales influencias en el movimiento revolucionario de la ciudad.

La “Academia Enrique José Varona” era su alma.

Era, supuestamente, un colegio privado, pero Olaiz era maestro no mercader. Muchos de sus alumnos eran recogidos por él de las calles y sentados de gratis en el aula, de su bolsillo sufragaba los gastos de los muchachos con potencial pero tremendamente pobres de la zona, por ello la academia casi nunca tenía dinero para pagar a sus profesores, -que pese a ello seguían acudiendo, tal vez porque los conceptos de Justicia Social, Civismo, y decencia profesional de Juan eran tan grandes que casi significaban un compromiso- y los estudiantes organizaban colectas para ayudar al profesor a pagar las cuentas.

En esas  aulas donde hoy sería imposible -por el estado ruinoso del edificio- poner una placa, una tarde de noviembre del 55 Ángel Quevedo enviado por José Antonio funda el Directorio en la ciudad, al amparo de Olaiz. A partir de entonces esa sería la sede donde la célula dirigente del DR se reuniría.

Juan Olaiz, importante pedagogo cienfueguero y miembro del Directorio Revolucionario

Juan Olaiz, importante pedagogo cienfueguero y miembro del Directorio Revolucionario

Juan Olaiz Ladrón de Guevara nació en Cienfuegos el 6 de Junio de 1908, tan tremendamente humilde que parece un tópico de biografía de los años 60, pero lo cierto es que solo curso estudios públicos hasta el 5to grado en la escuela de los hermanos Maristas, luego de eso fue un autodidacta cuyo nombre está asociado hoy a la fundación de muchas escuelas de la ciudad.

La importancia de la Academia Enrique José Varona en la formación de los jóvenes revolucionarios de la década de los 50 en Cienfuegos seguramente se quedará por escribir, pero lo que si no puede dejarse de decir es la importancia de su fundador en esos jóvenes, tal sería que cuando en enero del 59 huye Batista y en la ciudad se crean los llamados Tríos para gobernar esos primeros días  -que incluían un miembro del M-26-7, uno del PSP y uno del DR13- el hombre escogido por el Directorio para ello sería Juan. Aun así, nunca quiso ser más que un militante de fila.

Olaiz decía que una organización de jóvenes debía ser dirigida por jóvenes.

Este antiguo fundador a su vez del Partido del Pueblo Cubano, y antiguo presidente del Ateneo de Cienfuegos -insigne sociedad cultural de la República- seria en 1976 presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, y ese mismo año de la Asamblea Provincial.

Olaiz encarnó tal vez como pocos los ideales pedagógicos libertarios del siglo XIX y las ideas estoicas de Marco Aurelio, sin embargo hoy caminan por su ciudad miles de personas que jamás le han oído nombrar, más allá de una secundaria que lleva su nombre.

Para contactar con el autor: ariesmcc@gmail.com

8 junio 2020 8 comentarios 969 vistas
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