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2019

Contenidos con fecha 2019

Nuestra época y la de Pablo

por Alina Bárbara López Hernández 28 noviembre 2019
escrito por Alina Bárbara López Hernández

“¿Qué es la época de Pablo para los cubanos de hoy?”, preguntaba Fernando Martínez Heredia en un ensayo.[1] Es cierto que también afirmaba: “La historia no vuelve nunca de cualquier manera, la memoria histórica nunca es inocente”.[2] Pero a la memoria histórica hay que entrenarla, pues desde los mecanismos del poder, que incluyen a la historia oficial, a veces se escoge lo que es preferible rememorar.

En ese ejercicio de recuperación, especie de adiestramiento para evitar el alzheimer de Clío –la musa de la historia—, ninguna fuente es tan útil como los epistolarios. Elías Entralgo los denominaba “literatura de soliloquio y confesión” y consideraba que revelan, mejor que otros documentos, el carácter y la personalidad de una figura, pues a través de las cartas se podía lograr un “desahogo del ánimo”. Aseveraba que con su lectura “no solo podemos reconstruir el itinerario espiritual de la personalidad (…) sino también la topografía cultural y moral de la época”.[3]

Cartas cruzadas es la recopilación de la correspondencia, activa y pasiva, de Pablo de la Torriente Brau que se generó entre abril de 1935 y agosto de 1936.[4] Este fue su segundo exilio neoyorquino y coincide con el declinar de la Revolución del Treinta en Cuba. El joven revolucionario, comunista por convicción, aunque no por militancia, vive el drama del desarraigo cultural, el clima hostil, la pobreza, el alejamiento de la familia y los amigos y… lo peor, el convencimiento de que había que empezar desde cero a impulsar la lucha por la liberación.

Debemos este libro a Víctor Casaus, director del Centro Pablo, que compiló las misivas, prologó el texto, elaboró las notas que ayudan a los lectores a identificar figuras, publicaciones y hechos; y lo principal, dio una estructura peculiar a su propuesta al presentarla como un espacio donde se entrecruzan existencias. Su pretensión fue que se acercara en lo posible a la vida, donde “mueren y nacen gentes, hay alegrías y tristezas y combates y miserias y esperanzas, como en una novela, o mejor, como en la vida misma que estas cartas en su diálogo evocan”.[5]

Martínez Heredia valoró el conjunto de cartas reunidas por Casaus como una “formidable colección”.[6] Sin dudas es así. Con su lectura emerge ante nosotros una época verdaderamente difícil para un revolucionario, o al menos para uno que se mantenía fiel a la idea de que la revolución era necesaria. Que para él no era la que había derrotado a Machado sin demoler estructuras semicoloniales, y tampoco la que encabezaba el Partido Comunista, con una estrategia desacertada y una ideología dogmática que presentaban como la única vía posible. Fue aquel un período de desconcierto, pues el campo de los conflictos y las distancias de Pablo con el Partido Comunista se fue ahondando, no así su convencimiento de que era impostergable una transformación radical de la sociedad.

Un intercambio epistolar es significativo en el conjunto. Se trata de las misivas cruzadas entre Pablo y su mejor amigo, Raúl Roa, en diciembre de 1935. Ambos eran simpatizantes de la línea del Partido Comunista, aunque sin ser miembros, no obstante, sus cartas permiten ilustrar uno de aquellos momentos en que el camino partidista se hacía confuso. A Pablo le preocupaban algunos acercamientos del Partido hacia sectores políticos no revolucionarios y los argumentos débiles que manejaba para hacerlo. “Porque yo creo que la dialéctica también tiene moral”, escribió. “Para nosotros la dialéctica debe ser una espada flexible: flexible, pero de acero. Y siempre una espada”.[7]

Por ello funda en el exilio otra estructura para la lucha, la Organización Revolucionaria Cubana Antimperialista (ORCA), de izquierda, clandestina e insurreccionalista. No logran sostenerla y ese intento fallido define su destino: se va a España a contrapelo de las opiniones de Roa y otros compañeros. De allá no regresará.

Pero nadie muere totalmente si fue tan coherente como Pablo. Su voz resonante, su sentido del humor, su fuerza inquebrantable, su espíritu invencible y su desafío a contrarrevolucionarios, seudorrevolucionarios y oportunistas, son traídos de vuelta por esas cartas cruzadas, que, como bien alega su compilador: “están atravesadas por el viento magnífico, áspero y luminoso de la revolución, porque los hombres que hablan en ellas estaban buscando, en tiempos muy difíciles, el camino para llevarla adelante, en medio de «la torrentera» de la historia de que habla Roa”.[8]

Ese tiempo difícil nos acerca a Pablo, pues nuestra época también tiene sus propias torrenteras, y las experiencias de alguien que supo ser consecuente en circunstancias adversas es hoy un testimonio invaluable. Recomiendo entonces la lectura de este libro, que narra el fracaso de una revolución y transmite el aliento necesario para empezar otra.

[1] Fernando Martínez Heredia: “Pablo y su época”, La revolución cubana del 30. Ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

[2] Ibídem, p. 1995.

[3] Elías Entralgo: “La paradoja histórica de Luz y Caballero”, prólogo al Epistolario de José de la Luz y Caballero, Editorial de la Universidad de La Habana, 1945, p. XXII.

[4] Pablo de la Torriente Brau: Cartas cruzadas, Ediciones La memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, (segunda edición), 2012.

[5] Víctor Casaus: “Prólogo”, Op. Cit., p. 27.

[6] Op. cit., p. 187

[7] Citada por Fernando Martínez Heredia en: Op. cit, pp.183-184.

[8] Víctor Casaus: “Prólogo”, Op. Cit., p. 27.

28 noviembre 2019 19 comentarios 392 vistas
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El hombre real del socialismo nuevo

por Egor Hockyms 25 noviembre 2019
escrito por Egor Hockyms

Cada vez parece más claro que el progreso social, político y económico de Cuba no solo paga un alto precio por el libre ejercicio de la soberanía nacional, sino que permanece además peligrosamente atrapado en una narrativa desconectada de la realidad por un lado, y de la teoría por otro.

El discurso oficial del Partido, asumido inobjetablemente por el gobierno, supone fidelidad a una teoría política que todavía describe la sociedad en términos de masa y vanguardia, contrastando a nivel de barrio con una praxis más bien pro-capitalista, en la que los mecanismos de libre mercado se unen al deterioro material y espiritual de las garantías sociales. Siendo así que la narrativa de la calle, ajena a la toma de decisiones, es casi exclusivamente de simple supervivencia.

Se levanta una república sobre la orgullosa herencia de la Revolución que colocó a los trabajadores y no al capital en el centro del sistema, formando varias generaciones de cubanos en la suprema importancia de la educación liberadora y la justicia social. Pero esa herencia nos llega junto a una vieja narrativa en muchos puntos inaceptable, resultado de la asimilación de un modelo de socialismo que de tan rígido pareciera preferir, antes que reformarse a sí mismo, la emergencia de un capitalismo falto de libertades que sostenga el statu quo.

Nuestra Revolución socialista vivió la mitad de su existencia bajo el período especial, bloqueada por un imperio, y debió comprensiblemente aferrarse a su propia narrativa para conquistar primero y preservar después la obra social. Ahora esa misma narrativa entorpece los esfuerzos por construir el nuevo país que debe, bajo el mismo bloqueo porque no hay otra opción, salvar su legado para desarrollarlo en una república a tono con las ideas de este tiempo. Es por eso que precisamos urgentemente de una narrativa también nueva, esperanzadora y creíble, que legitime la soberanía superando los excesos y las intolerancias y libere las fuerzas democráticas participativas de la sociedad socialista.

Dos materiales particularmente representativos de la narrativa revolucionaria contienen en cierto modo la esencia temprana de lo que es hoy la ortodoxia partidista. Estos son el discurso conocido como Palabras a los intelectuales, de Fidel, y la carta-ensayo El socialismo y el hombre en Cuba, del Che. El primero, un ejemplo magistral de trabajo político-ideológico, compele a los intelectuales y artistas, frente a la grandeza inédita de las tareas que proyecta la Revolución, a no posicionarse en contra del proceso a través de sus obras y reflexiones. El segundo, mucho más estructurado, discute varios aspectos clave como el rol del Partido a la vanguardia de la sociedad, el funcionamiento de la dictadura del proletariado, y los dos pilares teóricos de la construcción del socialismo cubano. Estos últimos, a saber: el desarrollo de la técnica y la formación del hombre nuevo.
Para los cubanos, la idea del hombre nuevo ha sido uno de los más fuertes sustentos conceptuales del socialismo real, asimilada y extendida a todos los niveles. Más que en la sociedad comunista ideal, la narrativa socialista revolucionaria se apoyó en los valores de esta figura paradigmática. Una persona en permanente estado de gracia cívica, esclarecida de dudas ideológicas y con una inmensa capacidad de sacrificio para hacer del heroísmo, cotidianidad. El hombre nuevo nacería poco a poco de nuestra sociedad que, según la teoría, podía dividirse en dos grupos: la vanguardia y la masa.

En esta concepción original el Partido y sus dirigentes cumplen el papel de la vanguardia, tomando las decisiones más importantes sin esperar ninguna retribución material y a la vez cargando con los mayores sacrificios. La esencia de la división la explica claramente el Che:
“El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; esta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que les permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos solo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no solo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora”.
No vamos aquí sobre lo acertado de esa argumentación en su contexto, como tampoco sobre una enumeración de los aspectos que son evidentemente incompatibles con el contexto actual. Bástenos únicamente entender que no solo el sustento teórico, sino el poder movilizador de esa narrativa, incluso para el pensamiento de izquierda, no existen más. Hasta la caída del campo socialista esa línea de pensamiento se fortaleció desde el dominio absoluto del espacio ideológico cubano, dando forma a unas relaciones de poder que subsisten en la actualidad. El progreso de nuestro socialismo ahora pasa ineludiblemente por cambiar la narrativa y, consecuentemente, esas relaciones de poder.
Si durante los últimos 30 años el discurso de masa y vanguardia en marcha hacia el hombre nuevo ayudó a mantener la unión alrededor de la soberanía, la independencia y las conquistas sociales, su efecto ha comenzado a ser nocivo para la supervivencia del socialismo; y es natural que así sea. La idea de una doctrina bien definida que lo explica todo para todos los tiempos no se sostiene más allá del círculo autosuficiente de las religiones. Vivimos en un mundo para el que, fuera de un par de obvias regularidades, no existe una teoría probada, mucho menos a nivel de los detalles. Por mucho que reinterpretemos el anticapitalismo de Marx y nos sirvamos de sus sólidas herramientas de análisis, siempre será una imprudencia asumir que puede abarcar la complejidad de la Internet, el reto de la inteligencia artificial o incluso la psicología del consumismo, por decir lo más obvio.
En estas circunstancias la pregunta es, qué tipo de principio y qué narrativa deberá defender entonces nuestro socialismo.
Primero, la nueva narrativa tendrá que estar en armonía con un mundo real que no tiene más masa y vanguardia, en el que la diversidad de criterios, dentro y fuera de las corrientes de izquierda, es quizás más abundante y dinámica que nunca. De esa tormenta de ideas, y no de una doctrina detallada preestablecida, deberá nutrirse constantemente la praxis de un estado socialista de derecho como regla de oro. Esto implica, entre otras cosas, que el Partido deberá dejar de ser una fuerza dirigente por encima del gobierno electo. La Tercera República deberá enmendar la constitución a tal efecto y adoptar así lo que sería una narrativa de la participación.
En segundo lugar, ya sin la dirección del Partido cuya membresía aportaría a la toma de decisiones en la misma medida que cualquier ciudadano, se tendrá que garantizar el respeto de ciertos principios fundamentales que anclen las discusiones a la premisa de una república socialista con todos y para el bien de todos. Esas premisas serán el eje del socialismo nuevo y estarían blindadas en una constitución consensuada por todos los cubanos. La soberanía e independencia nacional, la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, las garantías de justicia social, igualdad y respeto a los derechos humanos serán el eje sobre el que se desarrolle y se preserve el legado socio-cultural que han logrado alcanzar la Revolución y el Partido.
Establecer una nueva narrativa para la Tercera República en la teoría y en la práctica es un asunto de la mayor importancia. De no atenderlo derivaremos muy probablemente en un socialismo neorrealista de economía de mercado donde la burocracia, reforzada por un sistema ideocrático impenetrable, ocupará el lugar de los grandes dueños del capital, en eterno desafío al empoderamiento democrático y a la plena dignidad de las personas.
El hombre nuevo, como alegoría de la persona que se mejora y avanza hacia valores renovados, puede y debe seguir teniendo en muchos aspectos un valor paradigmático para el pensamiento socialista moderno. Pero es la persona real, imperfecta y diversa, dueña por derecho y justicia de toda la riqueza, que es toda producida socialmente, la que deberá estar en el centro del debate; como sujeto, como objeto y siempre como igual.

25 noviembre 2019 15 comentarios 409 vistas
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Mundos paralelos

por Yassel Padrón Kunakbaeva 20 noviembre 2019
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Existen muchas Cubas dentro de Cuba, así como existen muchas Habanas. La fragmentación social y la paradójica coexistencia de las más opuestas realidades, a veces con solo una pared de por medio, se han convertido en parte de nuestra cotidianidad. Una de esas divisiones es la que separa a las instituciones oficiales de la calle. En algunos momentos, he llegado a sentir que en Cuba el socialismo solo empieza cuando cruzas la entrada de tu escuela o centro de trabajo.

Esa división, como yo la veo, es ante todo una estructura mental. Las mismas personas que conocen la realidad de la calle, que la padecen de una forma u otra, se desdoblan dentro de la institución en defensores de las posiciones oficiales. Si se descuidan, pueden llegar a compenetrarse tanto con la visión “desde arriba”, que se la creen. Bueno, para los que hemos leído a Freud, esta clase de sociopatías ligeras no son un escándalo.

Lo que ha ocurrido con la reapertura del mercado de Cuatro Caminos me parece arquetípico. En un acto de loable esfuerzo, las autoridades políticas y los empresarios de CIMEX hicieron realidad la aparición de un mercado de lujo, bien abastecido, en una zona de la capital caracterizada por la precariedad habitacional, laboral y existencial. Luego, ocurrió lo que todos sabemos, los aspirantes a consumidores entraron en masa, hubo violencia, cristales rotos, etc. Más tarde, en un acto poco común, tendríamos la versión oficial de los hechos en el Noticiero de la Televisión, donde a Talía solo le faltó hablar sobre la “turba vulgar” para referirse a los acontecimientos.

Esa manera de referirse al pueblo no es nueva. Desde hace mucho tiempo, el establishment burocrático tiene tres niveles para referirse a la ciudadanía. Cuando quiere conectar con la fibra revolucionaria, y reafirmar el pacto social revolucionario, la llama “pueblo”. Cuando lo quiere convertir en un objeto manipulable, beneficiario pasivo de la política oficial, la llama “población”. Cuando tiene que lidiar con el lado más feo, calibanesco y no normalizado de esa ciudadanía, entonces habla de “lumpens” y “elementos antisociales”. Lo malo para mí es que cada vez se habla menos del pueblo, y más de la población y de los elementos antisociales, lo que me hace pensar en un lento giro conservador.

Vamos a estar claros. No fue una genialidad crear un mercado así en esa zona, sin antes abastecer al menos los otros mercados de los alrededores. Por el contrario, lo que ocurrió habla de una mentalidad paternalista y desconectada de la realidad por parte de las autoridades. La intervención de Talía en el NTV, a su vez, habla de un lado feo y burgués en nuestro socialismo, que a veces nos cuesta aceptar.

Esos que rompieron los cristales de Cuatro Caminos son el pueblo real, el de la calle. Es incivilizado, procaz e irrespetuoso, como lo fueron las masas francesas que tomaron la Bastilla. Esa falta de civilización no debería ser tan mal vista en un país socialista, toda vez que la forma hegemónica de civilización en el mundo actual es la capitalista. Pero bueno, la verdad es que el socialismo cuando se queda a medias, cuando se estanca en su fase de vanguardia y degenera en burocrático, se convierte en un Frankenstein hecho con pedazos de capitalismo.

El comentario de Talía, que solo ve el problema del lado de los “indisciplinados sociales”, muestra eso de lo que hablaba al principio, la fractura entre las instituciones y la calle. Los que organizaron el mercado, al parecer lo hicieron sin contar con lo que estaba ocurriendo en la calle, sin conocer la jungla furiosa en que se ha convertido el mercado negro en las calles de esa parte de la ciudad. Al parecer, son funcionarios que, una vez más, viven dentro de su propio discurso.

No sé qué clase de socialismo se pretende construir de espaldas a la calle. Solo la educación popular de esa ciudadanía, que es una pedagogía donde no hay un maestro en lo alto, sino donde todos se enseñan los unos a los otros, puede generar civilidad, de tipo no burguesa sino comunitaria. Esa educación popular necesita por supuesto de sus agentes, de los que den el primer paso, de los que luchen al lado de los más humildes. Que conste, de paso, que no niego el poder pedagógico de la violencia y la coerción amparadas en la ley: pero ese debe ser el último recurso.

Me parece que uno de los más ambiguos resultados del Periodo Especial fue que el Estado y sus organizaciones perdieron la calle. La hegemonía del socialismo, que es innegable, se retrotrajo a las instituciones. La vida cotidiana en la calle siguió su propio rumbo con relativa independencia. Fue ambiguo, porque por un lado se eliminaron barreras que tenían atada a la ciudadanía, pero, por otro lado, se renunció a construir el socialismo en la base de la sociedad.

Ese espacio, el de la calle, es un espacio donde los valores del socialismo están en continuo reflujo. Podríamos decir en caída libre. El Estado, mientras tanto, se conforma con saber que el pueblo en los momentos críticos responde positivamente, en defensa de la soberanía o de las conquistas sociales. Pero el socialismo no es una cosa de momentos críticos. Si no se gana la lucha cultural en la cotidianidad todo va hacia el fracaso.

¿Quién disputa ese espacio? Hoy por hoy resulta difícil, por lo menos en La Habana, pararte en la esquina de la cuadra a defender el comunismo. Empiezan las miradas atravesadas. Alguien dice que eres un comecandela. El tipo que está en el invento procura no cruzarse contigo, no vaya a ser… Hasta el que va mucho a los trabajos voluntarios comienza a resultar sospechoso.

Muchos izquierdistas defendemos nuestras ideas hoy en las redes sociales, en la academia, en las reuniones. ¿Pero cuántos nos dedicamos a construir esperanza desde la comunidad? Lo digo como crítica y autocrítica. Yo considero que en mi momento fracasé como dirigente de base en la FEU. Lo que hago ahora me parece útil, pero no olvido que el trabajo en el mundo físico, comunitario, organizacional, es indispensable para que haya socialismo. Ese trabajo, alguien tiene que hacerlo.

Para contactar con el autor: yasselpadron1@riseup.net

20 noviembre 2019 23 comentarios 409 vistas
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Bolivia: persona y patria

por Mario Valdés Navia 18 noviembre 2019
escrito por Mario Valdés Navia

Tras la aparente consolidación del gobierno golpista en Bolivia y la incertidumbre de la resistencia, dos preguntas gravitan aún sin una respuesta clara: ¿será este el triste final de uno de los proyectos más exitosos y populares del progresismo latinoamericano? ¿Será que una vez más las artimañas y excesos de la derecha llevarán las de ganar ante los errores, debilidades e ingenuidades de un gobierno de izquierda?

Lo primero que salta a la vista es que nada de lo ocurrido fue sorpresivo. Meses antes de las elecciones la derecha local y su candidato Carlos Mesa habían anunciado que no reconocerían una victoria de Evo y llamarían a sus seguidores a la desobediencia civil. A nivel internacional, la reacción imperial ante los avances del progresismo en México y Argentina hacía esperar en Bolivia una fuerte lucha por todas las vías: pacíficas y violentas.

Desde hacía semanas las bandas de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) habían iniciado sus desmanes impunemente. En varias ciudades tomaron el control de las calles casi sin resistencia. Aún en vísperas de las elecciones, los grupos de choque del MAS y la fuerza pública dejaron hacer a los fascistas cuando abusaban públicamente de las mujeres en polleras y simpatizantes de Evo.

Quizás el recuerdo de los triunfos electorales anteriores haya pesado más en los cálculos políticos de los estrategas del MAS que el análisis del momento presente.  Es cierto que en las elecciones de 2005, en su segundo intento presidencial, Evo obtuvo casi el 54 % de los votos, la mayoría absoluta.

Incluso, el 21 de enero de 2006, un día antes de ascender a la presidencia de la república, fue coronado Apu Mallku (líder supremo) por los pueblos indígenas, en una ceremonia religiosa en las ruinas de Tiahuanaco. Esa fue la primera vez, desde la coronación de Túpac Amaru, en que se otorgó ese título sagrado.

El 10 de agosto de 2008, en un referéndum revocatorio de las autoridades centrales y ocho prefectos estatales, Evo y Linera fueron ratificados en sus cargos con el 67,41 % de los votos. Mas, sobre la cuestión autonómica, la opción del “No” ganó solo con una minoría relativa de los votos, imponiéndose en cinco departamentos (Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Potosí y Oruro), mientras que el “Sí” ganó en los restantes cuatro (Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni).

En enero de 2009 el referendo para ratificar la nueva Constitución tuvo la aprobación del 61,43% del total. Surgió así el Estado Plurinacional de Bolivia, laico e igualitario para todas las etnias del país. Evo proclamó la revolución democrática y cultural en pos de la refundación de Bolivia y la instauración del socialismo comunitario. El nuevo  modelo económico-social comunitario estaría constituido por organizaciones estatales –encargadas de administrar los recursos naturales, sus procesos asociados y los servicios públicos−, privadas y cooperativas.

Los éxitos económicos de la nueva Bolivia asombraron al mundo a tal punto que, en 2009,  el Banco Mundial sacó a Bolivia de la lista de países de ingresos bajos y la colocó en el grupo de los de ingresos medios. Por ello en las elecciones presidenciales adelantadas del 2009, Evo logró la reelección con el 64,22 % de los votos y en las del 2014, ahora por seis años, lo repitió con un 61,3%. Su  mandato concluiría en enero de 2020.

Pero ahora, tras haber perdido el referéndum constitucional de 2016 por un apretado 51 a 49% a favor del No a otra reelección, y con el Sí ganando solo en tres departamentos, la confianza del gobierno en lograr el triunfo en primera instancia con más del 50% del voto, o una diferencia de más de diez puntos, prometía ser muy apretada y discutible.

La aún inexplicada detención de la publicación de los datos electorales cuando la tendencia era al balotaje, para volver horas después con datos favorables a la victoria de Evo en primera vuelta, abrieron las puertas al anunciado boicot de la derecha a los comicios. A partir de aquí ya nada los detendría en la ejecución de sus planes golpistas.

La solución dada por Evo a los cuestionamientos del resultado fue una de las noticias más increíbles de los últimos tiempos. Que hubiera dado a la OEA la potestad, no solo de inspeccionar y dictaminar la objetividad de los resultados, sino darle a su informe carácter vinculante con la actitud del gobierno, fue inesperada para tirios y troyanos. Era como darle al lobo la llave del corral de las ovejas.

Pero ya por entonces la derecha extremista estaba desbocada y confiaba en sus propias fuerzas para hacerse del poder. Incluso se negaron a esperar por la OEA y comenzaron a presionar a los mandos militares −puestos por Evo− para que forzaran la renuncia del presidente. La actitud pusilánime de esos hombres pasará a la historia de los traidores en un lugar de privilegio.[1]

Al despedirse, Linera repitió, en primera persona del plural, la frase del líder rebelde Tupac Katari antes de morir descuartizado, el 5 de septiembre de 1782: “A mí solo me matarán…, pero mañana volveré y seré millones”. Mas, hay dos diferencias notables entre ambos contextos. Aquel lo decía al marchar a la muerte, no al avión que los llevaba al exilio para salvar sus vidas. Estos no tenían nada que esperar: hoy aún son millones los que los apoyan, luchan y mueren en las calles por su causa.

Tanto Evo como Linera han dado muestras reiteradas de valor personal y capacidad de liderazgo durante su vida, pero como gobierno revolucionario no estuvieron a la altura del desafío que les planteaba la reacción. En catorce años en el poder no fueron capaces de armar al pueblo para defender sus conquistas a la fuerza. Crear milicias obreras y campesinas, grupos de choque capaces de disputar la calle a los fascistas y estructuras militares fieles a la revolución, eran tareas que no podían haberse descuidado durante tanto tiempo en que disfrutaron del poder y una situación económico-social favorable.

Ahora la esperanza de los revolucionarios está en que el pueblo militante −desarmado, confundido y masacrado− pueda unirse a los senadores y representantes del MAS que estén dispuestos a revertir la situación y acompañar a las poderosas organizaciones obreras (COB), campesinas e indígenas en la primera línea de combate. Cada día que pasa se hace más difícil la tarea. Realmente, como dijera Lenin, una revolución vale tanto como sea capaz de defenderse.

 [1] Ya el nuevo gobierno de derecha se encargó de premiarlos con su sustitución inmediata por sus propios cuadros militares y policiales.

18 noviembre 2019 14 comentarios 387 vistas
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Nosotros

por Ariel Montenegro 15 noviembre 2019
escrito por Ariel Montenegro

Nosotros los socialistas, los bárbaros, los incivilizados, nunca le lanzamos una piedra (ni siquiera una trompetilla) a los representantes oficiales de gobiernos que nos desprecian y atacan. Nosotros, los terroristas, nunca escupimos tras los pasos de un turista. Nosotros, lo macabros, nunca asaltamos a los africanos, a los indígenas ni a los blancos que vienen de todo el mundo a hacerse profesionales con los recursos que no usamos para formar a los nuestros.

Nosotros, los delincuentes, nunca invadimos una sede diplomática. Nosotros, que somos una cárcel, mandamos constantemente a nuestros presos a dar salud y educación a gente que no las quieren, que no las pidieron, que no las necesitan. Nosotros, los que odiamos, los xenófobos, los racistas, tenemos fama, por alguna rara razón, de tratar mejor al que nos aborrece o ningunea que a nosotros mismos. Nosotros, que perseguimos a la religión, nos hemos quedado sin mejilla otra para poner. Nosotros, los flojos, llevamos años aguantando palos.

Nosotros, los agentes del Apocalípsis, no nos cansamos de decir te quiero.

15 noviembre 2019 24 comentarios 786 vistas
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Cúpula golpista en Bolivia fue entrenada por EEUU en la Escuela de las Américas y en cursos del FBI

por Consejo Editorial 14 noviembre 2019
escrito por Consejo Editorial

Por: Jeb Sprague

Los comandantes del ejército y la policía de Bolivia ayudaron a planear el golpe y garantizaron su éxito. Esta investigación revela que Fueron educados por EEUU para la insurrección a través de programas de entrenamiento de la Escuela de las Américas y el FBI.

Estados Unidos desempeñó un papel clave y directo en el golpe militar en Bolivia que apenas se ha reconocido en la cobertura de los eventos que obligaron al presidente electo del país, Evo Morales, a renunciar el 10 de noviembre.

Justo antes de la renuncia de Morales, el comandante de las fuerzas armadas de Bolivia, Williams Kaliman, «sugirió» que el presidente renunciara. Un día antes, sectores de la fuerza policial del país ya se habían rebelado.

Aunque Kaliman parece haber fingido lealtad a Morales a lo largo de los años, sus verdaderos colores se mostraron tan pronto llegó la oportunidad. No solo fue un actor en el golpe, sino que tiene su propia historia en Washington, donde se desempeñó brevemente como agregado militar de la embajada de Bolivia en la capital estadounidense.

Kaliman estaba en la cima de la estructura de comando militar y policial que ha sido cultivada sustancialmente por los EEUU a través de WHINSEC, la escuela de entrenamiento militar en Fort Benning, Georgia, conocida en el pasado como la Escuela de las Américas. El propio Kaliman asistió a un curso llamado «Comando y Estado Mayor» en 2003.

Al menos seis de los conspiradores golpistas clave eran ex alumnos de la tristemente célebre Escuela de las Américas, mientras que Kaliman y otra figura sirvieron en el pasado como agregados militares y policiales de Bolivia en Washington.

Dentro de la policía boliviana, los principales comandantes que ayudaron a lanzar el golpe han pasado por el programa de intercambio policial APALA. Trabajando desde Washington DC, APALA funciona para construir relaciones entre las autoridades estadounidenses y los oficiales de policía de los estados latinoamericanos. A pesar de su influencia, o tal vez por ello, el programa mantiene poca presencia pública. Para este investigador fue imposible contactar telefónicamente a alguien de esa oficina.

Es común que los gobiernos asignen un número reducido de personas para trabajar en las embajadas de sus países en el extranjero como agregados militares o policiales. El difunto Phillip Agee, oficial encargado de casos especiales que luego se convirtió en el primero en denunciar a la agencia, explicó en su libro de 1975 cómo la inteligencia de los Estados Unidos se basaba tradicionalmente en el reclutamiento de oficiales militares y policiales extranjeros, incluidos los agregados de embajadas, como activos fundamentales para el cambio de régimen y las operaciones de contrainsurgencia.

Como se reveló en más de 11,000 documentos de la FOIA que obtuve mientras escribía mi libro sobre la campaña paramilitar llevada a cabo antes de la expulsión del gobierno electo de Haití en febrero de 2004 y la represión posterior al golpe, los funcionarios estadounidenses trabajaron durante años para congraciarse entre ellos y establecer conexiones con la policía, el ejército y los ex oficiales del ejército haitianos. Estas conexiones, así como los esfuerzos de reclutamiento y recopilación de información, finalmente dieron sus frutos.

También en Bolivia, el papel de los oficiales militares y policiales entrenados por los Estados Unidos fue fundamental para forzar el cambio de régimen. Las agencias del gobierno de los Estados Unidos, como la USAID, han financiado abiertamente a grupos anti-Morales durante muchos años. Pero la forma en que las fuerzas de seguridad fueron utilizadas como Caballo de Troya por los servicios de inteligencia de los EEUU es menos conocida. Sin embargo, con la partida forzada de Morales, se hizo imposible negar cuán crítico era este factor.

Como lo establecerá esta investigación, el complot golpista no podría haber tenido éxito sin la aprobación entusiasta de los comandantes militares y policiales del país. Y su consentimiento fue fuertemente influenciado por los Estados Unidos, donde muchos fueron preparados y educados para la insurrección.

Audio filtrado expone a graduados de la Escuela de las Américas tramando un golpe

El audio filtrado reportado en el sitio web de noticias boliviano La Época (y por elperiodicocr.com y una variedad de medios de comunicación nacionales) revela que se llevó a cabo una coordinación encubierta entre los actuales y antiguos líderes de la policía, el ejército y la oposición para provocar el golpe.

https://twitter.com/rasta_celestial/status/1193999009209344008?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1193999009209344008&ref_url=https%3A%2F%2Fthegrayzone.com%2F2019%2F11%2F13%2Fbolivian-coup-plotters-school-of-the-americas-fbi-police-programs%2F

Las grabaciones muestran que el ex alcalde de Cochabamba y ex candidato presidencial Manfred Reyes Villa desempeñó un papel central en la trama. Reyes resulta ser un ex alumno de WHINSEC(la Escuela de las Américas) que actualmente reside en los Estados Unidos.

Los otros cuatro que se presentan o dan su nombre en el audio filtrado son el general Remberto Siles Vasquez (audio 12); Coronel Julio César Maldonado Leoni (audio 8 y 9); Coronel Oscar Pacello Aguirre (audio 14) y Coronel Teobaldo Cardozo Guevara (audio 10). Los cuatro militares asistieron a la SOA.

Cardozo Guevara, en particular, se jacta de sus conexiones entre oficiales activos.

Las identidades de estas personas se confirman mediante la verificación cruzada de los datos de las listas de alumnos de las Escuelas de las Américas con Facebook y artículos de noticias locales bolivianos, además de los audios filtrados.

La Escuela de las Américas es un sitio notorio de educación para los golpistas latinoamericanos que se remonta a la Guerra Fría. Los graduados han llevado a cabo brutales cambios de régimen y represalias de Haití a Honduras, y algunas de las juntas que más manchas de sangre en la historia de la región han sido dirigidas por ex alumnos.

Durante muchos años, los manifestantes contra la guerra han organizado una vigilia de protesta frente a la sede de la Escuela en la base militar de Fort Benning, cerca de Columbus, Georgia.

Una vigilia de protesta afuera de la Escuela de las Américas en Fort Benning

El líder de esas protestas, el padre Roy Bourgeois, la describiócomo “una escuela de combate.” Dijo:

“La mayoría de los cursos giran en torno a lo que llaman guerra contrainsurgente. ¿Quiénes son los insurgentes? Tenemos que hacer esa pregunta. Son los pobres. Son las personas en América Latina que piden reformas. Son los campesinos sin tierra que tienen hambre. Son trabajadores de la salud, defensores de los derechos humanos, organizadores sindicales, son ellos quienes son convertidos en insurgentes, son vistos como el enemigo. Y son quienes se convierten en los objetivos de quienes aprenden sus lecciones en la Escuela de las Américas”.

Bourgeois fue deportado de Bolivia en 1977 cuando habló en contra de los abusos contra los derechos humanos del general Hugo Banzer, un dictador de derecha que llegó al poder mediante un golpe respaldado por Estados Unidos que derrocó a un gobierno de izquierda. La historia se repite hoy cuando los herederos ideológicos de Banzer expulsan a otro líder socialista del poder a través de tácticas de desestabilización probadas en el tiempo.

En los audios recientemente filtrados, los golpistas discuten los planes para incendiar edificios del gobierno, lograr que los sindicatos pro-empresariales en el país realicen huelgas, así como otras tácticas, todo directamente del manual de la CIA.

También se aludió que el intento de golpe sería apoyado por varios grupos evangélicos, así como por el presidente colombiano Iván Duque, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe y, en particular, el presidente neofascista de Brasil, Jair Bolsonaro.

Los conspiradores también mencionan el fuerte apoyo de los senadores estadounidenses de ultraderecha Bob Menéndez, Ted Cruz y Marco Rubio, quienes, se dice, tienen el oído del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en lo que respecta a la política exterior del país en el hemisferio occidental.

Agregados militares y policiales en Washington DC: un caldo de cultivo para la creación de redes de inteligencia de EEUU

A medida que aumentaron las tensiones en las últimas semanas, fue el comandante general de la policía boliviana, Vladimir Yuri Calderón Mariscal, quien rompió el estancamiento al llevar a gran parte de la fuerza policial a la rebelión el 9 de noviembre, justo un día antes de la renuncia de Morales.

El entonces coronel Calderón Mariscal (tercero a la izquierda) con otros funcionarios de APALA en 2018

En 2018, Calderón Mariscal se desempeñó como Presidente de Agregados Policiales de América Latina en Estados Unidos de América (APALA), con sede en Washington DC.

APALA ha sido descrito como un programa de “seguridad multidimensional” que trabaja para construir relaciones y conexiones entre las autoridades estadounidenses y los oficiales de policía de muchos de los miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

En la fundación de APALA en 2012, el entonces Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, se reunió con los líderes del grupo.

Hoy APALA alberga a agregados policiales de 10 países: Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, Panamá, Perú, México y República Dominicana.

Según su página de Facebook, el grupo “fue creado con el objetivo de generar, promover y fortalecer los lazos de solidaridad, amistad, cooperación y apoyo entre los miembros del grupo y sus familias a través de actividades sociales y culturales, que permiten generar desarrollo integral”.

Afirma estar facilitando la “integración e intercambio de las instituciones policiales que lo conforman, además de promover el intercambio de experiencias exitosas desarrolladas por las diferentes fuerzas policiales de América Latina”.

Calderón Mariscal (centro-derecha) en la academia de entrenamiento del FBI a 36 millas de Washington DC

Una organización misteriosa, APALA ha cerrado su sitio web apalausa.com y no responde llamadas telefónicas. Funciona de alguna manera como un brazo de las agencias federales de los EEUU. Su plataforma de redes sociales y ahora el sitio web desaparecido muestra numerosas reuniones y fotos de funcionarios y participantes de APALA junto con el FBI, la DEA, ICE (la agencia migratoria) y otros funcionarios de EEUU.

Como Philip Agee explicó en su libro Inside the Company (Dentro de la compañía, el nombre en clave de la agencia) la CIA a menudo utiliza otras agencias del gobierno, como el FBI y la USAID, así como varias organizaciones de fachada para llevar a cabo sus actividades clandestinas sin dejar huellas digitales.

Abajo en la foto: participantes de APALA en la sede del FBI en Washington.

Visita de trabajo de @apalausa a @FBI En las instalaciones del J. Edgar Hoover, en Washington, D.C. pic.twitter.com/gaDZrjHaHB

— APALA Agregados Policiales de América Latina (@apalausa) November 16, 2017

Uno de los miembros locales clave de APALA es Alex Zunca, un oficial de la policía de Baltimore, Director de Asuntos Internacionales de la Asociación Nacional Hispana de Aplicación de la Ley, con sede en Washington.

La dirección de APALA que figura en su sitio web, ahora desaparecido, es la misma dirección que la embajada de México en Washington, DC. Al parecer, el grupo se quedó sin la embajada, aparentemente entre 2017 y 2018 cuando su sitio web estuvo activo durante la administración del ex presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

Curiosamente, un colega de Calderón Mariscal y también ex presidente de APALA es un Ministro Asociado de la Policía Federal de México llamado Nicolás González Perrin.

A continuación, se lo puede ver sentado junto a una bandera nacional mexicana y una gorra del FBI.

En una entrevista de 2017 con Washington Hispanic, un periódico en español con sede en Washington, González Perrin declaró “que APALA mantiene reuniones, de forma permanente, con las agencias federales más importantes de los Estados Unidos”, desde INTERPOL hasta la DEA, el ICE y el FBI, que trabajan con nosotros, en base a necesidades mutuas”.

Otro participante importante de APALA es Héctor Iván Mejía Velásquez, el ex comisionado general de la Policía Nacional de Honduras, quien ha liderado operaciones brutales contra manifestantes en su propio país, y publica regularmente artículos anti izquierda en sus redes sociales.

En la @EmbamexEUA primera reunión anual de @apalausa contamos con la presencia de @FBI @ICEgov @CustomsBorder @DEAHQ @ATFHQ. Juntos construimos un mundo más seguro 👍👮🏻‍♂️🌍. pic.twitter.com/S3CZCMnJXt

— APALA Agregados Policiales de América Latina (@apalausa) January 12, 2018

Las llamadas al contacto público de APALA, Álvaro Andrade Sejas, no fueron respondidas. Mis mensajes a su número, que se encuentra en Rockville, Maryland, fueron directamente a un mensaje de voz que decía que estaba restringido.

APALA, cuya página de Facebook parece ser llevada por Andrade, también ha trabajado con otros funcionarios de la policía boliviana, como la otra agregada policial, Heroldina Henao.

Anteriormente, Andrade era asesor de un grupo con base en Ecuador que trabajaba en información forense y se centraba en “delitos informáticos e inteligencia informática”, y antes trabajó para la empresa de telecomunicaciones Nuevatal PCS de Bolivia como su principal oficial de seguridad de la información.

Entre 1998 y 2002 asistió a la Escuela Militar de Ingeniería de Bolivia.

APALA, cuya página de Facebook Andrade parece operar, también ha trabajado con otros funcionarios de la policía boliviana, como otra Agregada de Policía de Bolivia, Heroldina Henao.

#apala Reconocimiento a la Agregada Policial Bolivia Heroldina Henao por parte del Presidente NICOLÁS G. PERRIN. pic.twitter.com/DvUbRNTtA1

— APALA Agregados Policiales de América Latina (@apalausa) November 30, 2016

El otro funcionario importante que ayudó en ejecutar el golpe del 10 de noviembre es el general Williams Kaliman, el actual jefe del ejército de Bolivia. Sirvió como agregado militar para la embajada de su país en 2013. Una década antes (como se mencionó anteriormente) participó en el curso de la Escuela de las Américas. Poco se sabe sobre su estancia en los Estados Unidos.

General Williams Kaliman, jefe del ejército de Bolivia

En diferentes momentos, tanto Kaliman como Calderón Mariscal parecen haber sido leales o haber fingido lealtad al gobierno constitucional, pero finalmente se separaron o fueron convencidos en el tiempo para llevar a cabo un golpe militar.

Por su parte, el depuesto presidente Morales afirmó que a un miembro de su propio equipo de seguridad le ofrecieron $50,000 para traicionarlo.

El golpe de estado del 10 de noviembre no vino de la nada. Los eventos que han ocurrido en Bolivia están íntimamente relacionados con los esfuerzos de Estados Unidos para influir en las fuerzas militares y policiales en el extranjero a través de programas como la Escuela de las Américas y APALA.

Mientras el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, celebra un “momento significativo para la democracia en el hemisferio occidental”, los bolivianos están repentinamente bajo el control del régimen militar de facto.

Tomado de: The Grayzone

14 noviembre 2019 25 comentarios 878 vistas
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Lecciones de una derrota

por Yassel Padrón Kunakbaeva 12 noviembre 2019
escrito por Yassel Padrón Kunakbaeva

Llegan tristes noticias desde Bolivia. El golpe se consumó. Una vez más, los militares han decidido el juego en nuestros países latinoamericanos, pisoteando la Constitución que juraron defender. Evo y Linera renunciaron. Dijeron que para evitar mayores derramamientos de sangre. Lo que resulta el fin de un ciclo en la historia de esa nación andina, la misma que hace más de 50 años vio morir al Che.

Nadie puede negar que hubo golpe. La decisión de Evo de reelegirse puede ser cuestionada, pero no se puede obviar que hubo un fallo del poder judicial que autorizó su candidatura. En todo caso se puede decir que hubo una crisis institucional, así como problemas con el conteo de los votos. Lo que no se puede es negar que Evo era el presidente legítimo en funciones, hasta que otro presidente legítimo hiciera su toma de posesión. La intervención de las fuerzas armadas solo puede ser considerada un golpe.

Evo y su grupo cometieron errores. Cuando escuché que habían autorizado una auditoría de la OEA, pensé que debía tratarse de un plan maestro de Evo y Linera, porque si no, era una tremenda estupidez. Acostumbrado a la inteligencia de los dirigentes bolivianos, creí que tenían todo amarrado, plan y contraplan. Desde la distancia, me faltan datos para juzgarlos. El hecho es que la OEA llegó, entró y cumplió su papel.

Mi lado romántico me dice que Evo no debía renunciar, que debía quedarse como Allende hasta el final. Pero quiero esperar un tiempo antes de formarme un juicio completo. El tiempo dirá cuánto hubo o no de acertado en esa decisión. Quiero saber qué harán ahora Evo y el MAS. Quiero creer en sus palabras, cuando dijo que no ha traicionado a su pueblo, y que se quedará en Bolivia a luchar desde abajo, con sus trabajadores cocaleros.

¿Qué enseñanzas podemos sacar los cubanos de lo que ha pasado en Bolivia? ¿De lo que ha pasado con los procesos populares en América Latina? Eso es algo en lo que debemos pensar en esta hora crítica.

Lo primero es entender lo que ha pasado. Evo Morales logró convivir pacíficamente, por años, con la burguesía boliviana. Caminó por las vías de la democracia liberal burguesa, obteniendo en las últimas votaciones el 47% de los votos. Sin embargo, el sistema se lo sacó de encima, como un perro que se sacude el agua de lluvia. La derecha mostró su lado más violento y racista, llegándose a extremos como la violación de una joven indígena, a la que ahorcaron con sus propias trenzas. El ejército y la policía, demostraron ser fieles seguidores de la dominación oligárquica.

Evo era el presidente. El MAS logró cierta hegemonía durante años. Sin embargo, el sistema político de la democracia liberal, sobre todo en la forma que esta toma en Latinoamérica, con sus instituciones y aparatos de poder, sus partidos, su prensa, su justicia y sus militares, demostró ser efectiva.

La burguesía puede dejarte que te sientes en la cabecera de la mesa, pero ella sabe que suyas son la mesa, las sillas, las ventanas y la casa misma. Tarde o temprano te sacará a patadas de su casa.

Entonces uno no puede dejar de acordarse de Fidel, y de la claridad con que llevó adelante la Revolución Cubana una vez terminada la fase insurreccional. Él sabía que lo primero que había que hacer era eliminar el viejo ejército y la vieja policía, armar al pueblo, desquiciar todo el aparato institucional burgués. El triunfo y la permanencia de la Revolución en Cuba se lograron gracias a que fue barrido completamente el aparato institucional anterior, y a que se produjo un cambio cultural, donde incluso los conceptos de ese sistema político quedaron deslegitimados y en gran parte olvidados.

Claro, no es lo mismo triunfar con una revolución armada que ganar unas elecciones. En Cuba también tuvimos la suerte de que la burguesía abandonó el país en su mayoría. Perdieron por abandono del tablero.

Es bueno que hoy, sesenta años después, nos demos cuenta de que lo que más molesta y jode a los imperialistas de todas partes es que no tienen cómo entrarle al sistema cubano.

Viendo lo que ha ocurrido en Bolivia, lo que antes pasó en Argentina y Brasil, lo que pasa en Venezuela, no podemos sino alegrarnos por la suerte de tener la historia que tenemos, por haber erradicado ese andamiaje de la democracia liberal burguesa, un sistema trucado para beneficio de unas clases, las cuales en última instancia no respetan ni su misma democracia, y que a la menor oportunidad muestran su lado fascista.

No estoy diciendo que el sistema actual cubano sea perfecto. Tenemos grandes problemas que deben ser superados. Pero no nos debemos entusiasmar por los modelos de democracia que vemos en otras latitudes. No podemos tampoco dejar de aquilatar el acumulado cultural de nuestra historia reciente. Algo tan sencillo como que uno puede compartir con un teniente coronel en la parada de una guagua, nos habla de unas fuerzas armadas populares, que sin que todo sea perfecto, no están alejadas del pueblo. Eso es una utopía en Latinoamérica.

La imaginación se impone. Lo que vayamos a cambiar en nuestro país debe ser por la vía del socialismo. Debemos hacer realidad lo que se quedó en esbozo. Debemos añadir lo que se olvidó. Debemos construir la democracia socialista y popular de la que tanto se ha hablado.

Por supuesto que necesitamos un estado de derecho. Pero la justicia debe nacer de las entrañas del pueblo. No pueden ser esas mafias profesionales y clasistas que se ensañan con los países latinoamericanos. Necesitamos tribunales populares e independientes. Tal vez sea buena idea mirar a la antigüedad, a cómo funcionaba la justicia en la polis de Atenas o en la república romana, así como a la experiencia de la Comuna de París.

No podemos renunciar a unas fuerzas armadas populares. Sobre todo, debemos rescatar la idea fidelista de unas milicias populares. Un ejército del pueblo, para que nadie le pueda arrebatar su destino.

Necesitamos transparencia y participación comunicacional. El sistema arcaico de nuestra prensa escrita es una aberración que debe ser abandonada. Por suerte, el mundo digital nace con un nuevo sol, con participación ciudadana y gobierno electrónico. Al mismo tiempo, frente a los emporios mediáticos de la propaganda del capitalismo, se debe potenciar la utilización de los medios públicos por la misma ciudadanía, la creación de redes y medios contrahegemónicos.

Existe la necesidad de democracia, pero esta ante todo debe ser económica. Debemos empoderar los colectivos de trabajo. Allí está la experiencia de la autogestión en Yugoslavia. El plan debe hacerse por negociación colectiva, donde participen todos los sectores de la economía, pública, cooperativa y privada, donde estén los sindicatos y las autoridades políticas. Debería existir un Parlamento Económico que funcionara todo el año.

Necesitamos pluralismo, la asignatura pendiente del socialismo histórico. Pero no tiene sentido que en una sociedad en transición socialista este se construya con un sistema de partidos. La competencia de los partidos, basada en el dinero y la propaganda, es el terreno de juego de la burguesía. Lo que se debe es empoderar los espacios de base, y practicar el pluralismo en la base, el “decirlo todo”, el “buscarse problemas”. Permitir la pluralidad de programas en los cargos electos, darle presupuesto y poder a esos cargos para la solución de los problemas.

Entre todos, debemos encontrar un camino realmente revolucionario en la Cuba actual. Pero es mi firme convicción que la cosa no va por restablecer la democracia liberal burguesa. Para eso no cuenten conmigo. Hoy estamos viendo lo que ha pasado en Bolivia. Eso es una restauración violenta, en un país donde los cambios no fueron tan radicales. ¿Se imaginan lo que harían si pudieran los pro-oligarquía, pro-imperialistas, en Cuba, si se les creara la plataforma de su ascenso al poder?

Aceptar los conceptos del enemigo, es el primer paso para reconocerle una superioridad moral que él no tiene, es el camino a la auto-culpabilización, y es la puerta de la derrota y la muerte.

12 noviembre 2019 35 comentarios 378 vistas
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Lo que aprendí de Bolivia

por Giordan Rodríguez Milanés 11 noviembre 2019
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

“Día aciago para Latinoamérica”. “Estupor y rabia”, he leído en comentarios. “Parece que el MAS no estaba tan consolidado como creía, y que han subestimado la derecha”, también he visto. Si uno se pone a pensar en las víctimas que están por llegar, los niños hambrientos que están por nacer en las más humildes comunidades bolivianas, en el desmontaje que –a continuación— harán de los logros del gobierno de Evo Morales, por supuesto que duele.

Da rabia si nos detenemos en la ignorancia de aquellos bolivianos que no han sabido aquilatar ni entender el país que eran y el país que son ahora tras la gestión de Evo Morales. Si nos quedamos con la impotencia de los ciudadanos acosados, sus casas quemadas, los asaltos a sus propiedades, las violaciones, los muertos, los heridos, los humillados, da mucho coraje y uno quisiera tomar un AKM e irse a echar su suerte definitiva con los pobres de la tierra.

Entonces llega Salvador Allende y me dice: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Sólo en los carteles y las consignas las revoluciones auténticas son dechados de victorias. Hay derrotas políticas. Hay errores garrafales de cálculo. Hay ingenuidades que cuestan vidas y sueños.  Pero también con cada revolución traicionada por los propios o agredida por sus enemigos, hay un cambio en el sistema de valores de los pueblos. Un cambio del cual los medios no hablarán, la mayoría de los académicos no reconocerán, pero que está ahí, latente en la consciencia social de los bolivianos, incluso, en muchos de aquellos que ahora desde la autoflagelación le hacen el juego a la derecha.

Mucha vanidad hay en líderes y ciudadanos, revolucionarios o no, que creemos que en el transcurso de una vida se puede medir el alcance histórico de un proceso sociopolítico. He dicho, y sostengo, que la impronta de Evo Morales a favor de los trabajadores, obreros y campesinos bolivianos, terminará impuesta más temprano que tarde. Que ni siquiera el aymara necesitaba aferrarse al mal ejemplo de no querer soltar el poder personal como, efectivamente, no hizo. He dicho, y sostengo, que ya ni Bolivia ni el pueblo boliviano son los mismos. La derecha, para lograr la renuncia de Evo Morales, se ha visto obligada una vez más a mostrar su peor cara, con sus carcinomas de racismos y odios. Y la seguirá mostrando, como el mazazo que el pueblo boliviano necesita para despertar.

¿Acaso no creemos que “esta Humanidad ha dicho BASTA, y ha echado a andar”? Yo lo creo; y también creo firmemente que nadie dijo jamás que el camino a la justicia, el respeto a la dignidad y la libertad plenas, debería llegar a ser expedito.

Tampoco ese camino se va a transitar por obra y gracia del espíritu de Marx y Engels. Las revoluciones no están predestinadas ni a ser eternas, ni a morir. En todo caso, somos los ciudadanos quienes les alargamos o cercenamos la existencia a las revoluciones. Digo los ciudadanos y no los líderes, y digo los ciudadanos y no sólo los revolucionarios. Considero que el primer paso para que las revoluciones perduren más tiempo, y en una cualidad superior, está en que sus líderes continúen el proceso de aprendizaje de las conciliaciones, la participación activa no de masas entusiastas repetidoras de consignas, sino de individuos y grupos de ellos dispuestos también a ese aprendizaje común que no estaría exento jamás de contradicciones y desencuentros. Los líderes revolucionarios han de aprender a interpretar su tiempo y sus códigos más allá de las pre configuraciones doctrinales, de sus propias ideas y plataformas programáticas. El aferramiento estanco a determinados “principios” –solemos llamarle “principio” a cualquier cosa con demasiado indulgencia—, lejos de fortalecer la proactividad a favor de la izquierda y sus gobernados, la enrarece y agita no pocas veces en dirección contraria. El resto de los revolucionarios también tenemos que aprender e intentar mirar desde la óptica de quienes defienden otros métodos. No sólo aquello que detentan responsabilidades y poderes, sino todos. Incluso nosotros, que desde la academia o la percepción personal, emitimos pareceres y juicios, no podemos soslayar que la derecha existe, se disfraza, está al acecho, y siempre intentará utilizar nuestras honestas confrontaciones entre sí en beneficio propio. No estoy hablando, por supuesto, de renunciar a la crítica ni a la confrontación públicas.

Poco ganan los humildes de la Patria, los desposeídos, esos pobres de la tierra con los que Martí nos enseñó a echar suerte… poco ganan con esa obcecada y aberrante intención de algunos de asociar con los enemigos históricos de las revoluciones cualquier expresión de crítica. Los llamamientos a la unidad deben trascender de una vez el discurso hueco o la intención sectaria aglutinadora de hombre-masa acrítica, y convertirse en acciones concretas, sistemáticas y proactivas que nos permitan evaluar por dónde andamos y cuáles son o podrían ser las diferencias entre lo que queremos y lo que necesitamos, todos o la mayoría real, en vez de esa engañosa mayoría mediatizada de los likes y los gritos en las plazas. Primero ellos que cualquiera, los líderes y revolucionarios con poder, primero ellos deben auto regular sus egos y preconcepciones ideológicas porque mayores son sus responsabilidades y potestades. Después aquellos que, por disciplina partidista, convicción, o ambas, conscientes o inconscientes, se convierten en las marionetas de esos egos desmedidos.

También, y simultáneamente, nosotros los críticos, en aras del perfeccionamiento debemos aprender a desligarnos de nuestras “verdades fundamentales”, y comienzo por reconocérmelo a mí mismo. No pocas veces, sumidos en el movimiento browniano de las ideas confrontadas, sujetos a nuestra formación ideopolítica, no aquilatamos el buen favor que le hacemos a los carroñeros que se alimentan de los despojos de nuestros encontronazos internos.

Sin humildad no se puede pretender llevar adelante una Revolución “con los humildes, por los humildes y para los humildes”. Tampoco la sola humildad basta. Las relaciones políticas del mundo actual demuestran que no basta con usar la democracia representativa como vía para legitimarse. Tampoco es menester volver a la lucha armada. ¿Qué nos queda entonces? Llevar la democracia representativa actual a un estadio de democracia participativa y activa, primero, en la consciencia de los pueblos, después a las instituciones. El camino es largo y complejo, pero posible, si dentro de la izquierda nos entendemos en lo esencial.

A mí, por lo menos, Bolivia me dejó estas enseñanzas.

11 noviembre 2019 36 comentarios 501 vistas
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