La Joven Cuba
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2018

Contenidos con fecha 2018

La Invasión sí cumplió

por Mario Valdés Navia 5 noviembre 2018
escrito por Mario Valdés Navia

Desde que empecé a escribir en LJC decidí no responder a los comentaristas. Creo que este proyecto es más que un blog donde todos: moderadores, escritores, comentaristas y lectores en general tenemos una presencia garantizada. Espíritu que parte del alto grado de tolerancia que lo caracteriza, en medio de tantos muros que interrumpen el libre flujo de opiniones y debates ideo-políticos en nuestros medios tradicionales.

En cambio, mediante el correo, constantemente recibo opiniones y mantengo contacto con personas que tienen los más disímiles criterios. Pero a todo le llega su hora y, como los hombres de Panfílov ante Moscú, siento que esta vez no puedo dar un paso atrás y eludir varios de los comentarios a mi post más reciente. La espalda me choca con dos columnas pétreas: mi amor por la patria y el respeto por la verdad histórica.

La Invasión de 1895 fue una campaña militar que tuvo dos objetivos interconectados: llevar la guerra hasta el occidente del país y destruir la riqueza azucarera, fuente de las arcas españolas para sostener el régimen colonial y su enorme aparato militar. El cumplimiento estricto del primero es indiscutible: fue documentado para la historia con el acta que se levantó en el ayuntamiento de Mantua, el poblado más occidental de Cuba, el 22 de enero de 1896, fecha en que la columna invasora hizo entrada en él. 

El segundo también fue cumplido con creces. Negras columnas de humo marcaban el paso de la tromba revolucionaria y su fuego purificador y eran perceptibles a larga distancia. La zafra de 1895 no pudo ocurrir por la labor destructora de la tea mambisa y tampoco las subsiguientes, hasta 1899. De ahí que España, al revés de lo ocurrido en la Guerra Grande, no pudiera sufragar el conflicto con las propias riquezas de Cuba y llegara a 1898 totalmente exhausta, tanto en hombres como en recursos.

La Invasión no pretendía ocupar ciudades, puertos, ni líneas de comunicación –sí destruirlas. Las cercas de alambre que existían en los campos occidentales no fueron obstáculo para las victoriosas e incesantes cargas mambises pues, en esa campaña, los mambises no rehuían el combate, por el contrario, la orden del General en Jefe era destruir a cualquier enemigo que se pusiera por delante.

No podía ser de otra forma, la inmensa columna se movía siempre rodeada del enemigo a los lados y atrás y solo podía marchar hacia delante. Además, la movilidad era indispensable para un ejército que carecía de infantería, artillería y logística y que estaba apremiado por cumplir su cometido en el período de seca. Tras ella, los campos quedaron en manos de los mambises, mientras el ejército colonial controlaba las ciudades y puntos fortificados y trataba infructuosamente de mantener funcionales las líneas de comunicación.

La respuesta española al éxito rotundo de la Invasión no fue “poner la guerra a un lado”, como dijo una lectora, sino implementar el odioso e ineficaz genocidio conocido como la Reconcentración de Weyler.

Mis valoraciones de la Invasión les parecieron exageradas a algunos. Ya esto pasó antes, cuando afirmé que la política de EEUU hacia Cuba y Latinoamérica se regía por la Doctrina Monroe y luego el propio Mike Pence recorrió la región diciendo lo mismo. Con este precedente, voy a argumentar la significación de la Invasión del 95 con dos fuentes norteamericanas:

La habilidad de la estrategia del jefe revolucionario jamás ha sido sobrepasada en una guerra (…) se acerca más a los prodigios de la leyenda que a los anales auténticos de nuestro tiempo. Gómez ha desplegado en toda esta campaña admirable genio militar (The Sun of New York).

La marcha de Gómez, desde el punto de vista militar, es tan notable como la de Sherman (…) debemos poner a Gómez y a Maceo en la primera fila de la capacidad militar (General Sickles, veterano de la Guerra de Secesión).

Mención especial merece la equivocada y desactualizada tesis de que fueron los norteamericanos los que ganaron la guerra y dieron la independencia a Cuba. A diferencia de los ingleses, quienes negociaron con sus colonos rebeldes, firmaron la rendición y la paz con ellos y les cedieron sus derechos sobre un territorio que duplicaba el de las Trece Colonias; España prefirió ir a la guerra con EE.UU. para darle una supuesta salida pundonorosa a la de Cuba. Solo a una monarquía decrépita como la española pudo ocurrírsele un cierre tan miserable como aquel.

La batalla naval de Santiago de Cuba no fue más que una triste parodia, donde los anticuados buques españoles fueron saliendo, en macabra procesión, por la boca de la bahía para ser hundidos inexorablemente por la potente artillería de la moderna US Navy que los esperaba. Las jornadas de San Juan y el Caney llenaron de gloria a los soldados y oficiales que asaltaron las trincheras, pero fueron un baldón para el incapaz general Shafter, que envió a sus hombres a la muerte sin plan alguno y desconociendo los consejos de sus generales y del mando cubano.

Solo el cerco previo tendido por los hombres de Calixto García sobre Santiago de Cuba, y su protección al desembarco de la desorganizada expedición, hizo posible el arribo sin dificultades de las tropas interventoras. Por eso nosotros le llamamos al conflicto Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Su final fue un verdadero performance geopolítico, en el que una España genuflexa ante la potencia emergente logró un  pretexto a lo interno para explicar el llamado Desastre del 98.  

Al respecto se ha escrito mucho por historiadores cubanos, españoles y norteamericanos. Recomiendo especialmente a los interesados un texto de Emilio Roig de Leushenring, de 1950, cuyo título es todo un manifiesto: “Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos”.  

5 noviembre 2018 8 comentarios 627 vistas
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Catolicismo y Revolución

por Julio Pernús Santiago 4 noviembre 2018
escrito por Julio Pernús Santiago

La Historia con mayúscula nunca será cosa de coser y cantar. En su interior suele albergar verdades ocultas, con la capacidad de volver a florecer en la mente de aquellos que se afanan en perseguirlas. Con este artículo no pretendo llegar a conclusiones inamovibles, sino provocar una reflexión hacia el interior de algunas mentes que siguen viendo al Catolicismo  y la Revolución como dos conceptos antagónicos.

Para comprender mejor cómo asumió la Iglesia católica ese histórico primero de enero de 1959, podemos partir por un bosquejo del comportamiento de la misma durante la segunda década de la República. Fue por ese entonces que  comenzó a brotar en la Isla un movimiento renovador dentro del catolicismo cubano, influenciado notablemente por las distintas corrientes teológicas que germinaban a nivel mundial.

En Cuba esta realidad cobró vida a través de proyectos que hicieron brotar hacia las calles la acción social de la Iglesia, sobre todo manifestado en el papel  fundacional de centros y movimientos laicales como: La Juventud de Acción Católica, de ella fueron surgiendo posteriormente las organizaciones especializadas: JUC (Juventud Universitaria Católica), JEC (Juventud Estudiantil Católica) y JOC (Juventud Obrera Católica).  Esto nos da una idea de la labor seria de organización, dinamización y participación de los laicos en la edificación de la Iglesia y la sociedad, muchos miembros de estas organizaciones, asumieron en su momento una postura revolucionaria en contra de los males que azotaban la sociedad.

Un elemento que corrobora lo antes expuesto sobre  la actuación de los católicos en esta etapa es la fundación del MLR (Movimiento de Liberación Radical) con el propósito de servir en la política activa, su composición se basaba principalmente en varios dirigentes de la Juventud de Acción Católica, a los que se une un cristiano evangélico. En las lomas de Pinar del Río, refiere el profesor López Oliva, los soldados de Batista dieron muerte a un grupo bastante grande de la Acción Católica que pretendía alzarse.

Ante la deficiente atención del estado hacia los servicios sociales, las Iglesias cristianas asumieron un rol protagónico. Esto es oportuno comprenderlo, porque para no pocas organizaciones religiosas, esta era su razón de ser y su pérdida, será motivo de importantes conflictos con el naciente proceso revolucionario. En ocasiones se suele describir la expropiación de bienes a distintos actores de la sociedad civil pre-revolucionara como algo “justo y necesario”, pero en la praxis fue bien duro y hasta cierto punto injustificado.

En esta etapa crucial de los años 50 fue relevante la incorporación de católicos a la lucha contra el régimen Batistiano que se vivía en el país. Por solo citar algunos ejemplos podemos señalar a: José Antonio Echeverría dirigente de la federación estudiantil universitaria; el P. Guillermo Sardiñas, párroco de Nueva Gerona en Isla de Pinos, que  sube a la Sierra Maestra con permiso de su obispo para incorporarse como capellán de las fuerzas guerrilleras revolucionarias.

“Está por investigar el papel jugado por la Iglesia en la formación de la conciencia nacional y manifestado en jóvenes como: Emma R. Chui, Pepito Tey, Ormani Arenado, Cuqui Bosch, Sergio González, René Fraga Moreno, Marcelo Salado  entre otros que dieron su vida por la Revolución.”[1]

No podemos obviar que al interior de la institución eclesial había opiniones divididas en cuanto al rol que debían jugar los católicos en la guerra. Sobre todo en el occidente los cambios sociales encontraron cierta reticencia en determinados sectores del clero, que tenían un temor palpable a las consecuencias de las luchas civiles al interior de la Isla.

Como cristiano me gusta pensar que algún día podremos hablar de los forjadores de nuestra Patria sin soslayar su espiritualidad. Los colegios católicos formaron a la gran mayoría de la vanguardia revolucionaria y gracias a ellos existió un florecimiento del sentimiento patriótico en la nación. Sobre estos tópicos aún hay mucho monte que desbrozar, pero  eso no puede impedirnos buscar la verdad con sus luces y sombras, sobre la relación entre Catolicismo y la Revolución.

*Julio Norberto Pernús Santiago; 29 años, Licenciado en Comunicación Social por la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de la Habana. Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales por la Facultad de Historia y Filosofía de la Universidad de la Habana. Redactor de Vida Cristiana, medio Católico impreso de mayor alcance nacional.

[1]Documento Final  e instrucción Pastoral de los Obispos;  Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC). Editorial Amigo del Hogar; Santo Domingo, 1988, pp. 17-40.

4 noviembre 2018 7 comentarios 1.238 vistas
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El trabajo: ¿deber, derecho u obligación?

por Daniel Vega Fernandez 3 noviembre 2018
escrito por Daniel Vega Fernandez

El debate constitucional es orden del día en la sociedad cubana. Cada uno de sus tópicos ha levantado numerosas polémicas en nuestro polémico pueblo. La divulgación mediante el análisis por especialistas cualificados, muchos de ellos involucrados en la redacción constituyente, de los diferentes artículos del texto constitucional, a través de la televisión nacional, es una estrategia acertada, que sitúa la discusión en el centro del hogar cubano.

Recientemente en uno de estos espacios la decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana Dra.  Marta Moreno Cruz, tocaba uno de los temas a mi juicio más polémicos y comentados: El trabajo como deber, derecho u obligación en la sociedad cubana (artículo 31 capítulo II).

La doctora Moreno Cruz, argumentaba en ese espacio que no se puede conceptualizar el trabajo como una obligación sino como un deber porque “el Estado no tiene actualmente la capacidad de garantizar el empleo de cada uno de los ciudadanos aptos para trabajar”. Con todo respeto que los conocimientos jurídicos de la doctora Moreno Cruz se merecen, a este autor, ese argumento le parece sumamente torcido.

En su ensayo “El socialismo y el hombre en Cuba”, Che, nos dejó dicho “Hacemos todo lo posible por darle al trabajo esta nueva categoría de deber social (…) basados en la apreciación marxista de que el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía”. Sin embargo el propio Che, aseguraba que la socialización de los medios de producción sobre la propiedad privada no basta para provocar un cambio en los individuos, cambios que necesariamente serán largos y que no se puede aspirar a que sean completos en un corto período en los cuales el trabajo ha de ser lo que todavía es hoy, obligatoriedad compulsiva social, para transformarse en una necesidad social. Lamentablemente ese largo periodo de tiempo no ha concluido después de 60 años de historia revolucionaria.

En una sociedad socialista, donde se subsidian la Canasta Básica, la Salud Pública, la Educación, el consumo eléctrico, el consumo hidráulico, el acceso al deporte y a la cultura entre otros, el trabajo no puede ser de ninguna manera deber moral sino compulsión legal. Es un lujo que esta sociedad no puede darse si quiere sobrevivir a su propia ineficiencia y validar la viabilidad del socialismo con la práctica del día a día.

La otra cara del planteamiento de la doctora Moreno Cruz siguiendo el razonamiento lógico, sería que, entonces, para ser justos con los que se si aportan a la sociedad con su trabajo aquellos que no lo hacen, estando en plena capacidad de hacerlo, deberían pagar todos las prestaciones sociales antes mencionadas, en moneda dura y a precios del mercado mundial. Algo que sería bien difícil de asimilar por esta sociedad después de 60 años de socialismo “con todos y para el bien de todos” .

Otra distorsión en el argumento, es que el nivel de ocupación del empleo estatal, está bien lejos del pleno empleo, con notables déficits en áreas como: construcción, agricultura, servicios comunales, servicios de limpiezas en hospitales, docentes, etc. Áreas todas que no se caracterizan por la “búsqueda” que tanto menciona el personaje de Ruperto, genialmente caracterizado por el actor Omar Franco. Incluso en centros estatales con salarios por encima del promedio como el grupo Biocubafarma, donde se desempeña el autor, el pleno empleo está lejos de alcanzarse. Luego el condicionante ético de no tener empleos que repartir para poder exigir no se sostiene.

Otro enfoque a esta problemática, parte del concepto de deshacernos de actitudes paternalistas absurdas y dejar de ver al Estado como padre protector que debe garantizar el empleo a todos y no como el regulador con el deber de exigirnos que aportemos todos a lo que todos construimos.

Algunos argumentarán que experiencias anteriores como la conocida “Ley de la vagancia”, han generado malas experiencias que tienden al extremismo. El parecer del autor es que la exigencia sobre la obligación de trabajar no debe ser coercitiva o punitiva sino tributaria. Un impuesto progresivo anual por estar más de 6 meses sin empleo, ya sea en el sector privado o estatal. Una forma de que todos incluso el que vive de remesas contribuyan a los gastos sociales comunes y a cambio ganen acceso a la seguridad social. Esta idea tendría un feliz corolario, proveyendo el acceso a la seguridad social, a las amas de casa, que muchas veces por circunstancias de la vida se encuentran, repentinamente, sin pareja y sin experiencia laboral y se ven obligadas a formar parte del mercado informal.

La polémica está servida, que cada quien saque sus propias conclusiones.

3 noviembre 2018 32 comentarios 353 vistas
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La contradicción del pescado sin pescadores

por Ariel Montenegro 1 noviembre 2018
escrito por Ariel Montenegro

Reza en viejo proverbio que, si le regalas un pez a alguien, comerá un día, pero si le enseñas a pescar, comerá siempre. Viejo el refrán, sin embargo, el Estado Cubano parece que no lo interioriza a casi dos décadas del siglo XXI.

Cuba es, para bien, una isla rara, una singularidad histórica. Es, de lejos, el país con la mayor proporción de gastos sociales del mundo. Más del 50 por ciento del presupuesto nacional se usa en salud pública, asistencia social y educación.

Si a eso se le suma lo que cuestan la radio, la televisión, la prensa, el deporte y la cultura, la cifra es superior al 70 por ciento.

Todo lo anterior quiere decir que el Estado se gasta más de lo que tiene en garantizar los estándares cubanos de salud, educación, cultura y tranquilidad ciudadana. Y aunque estos no son los mejores del planeta, son de envidia para la mayoría de los países en vías de desarrollo, incluso, para muchos de los desarrollados.

El Estado Cubano, con el pequeño río, con sus botes que hacen aguas por todas partes, se da el hermoso lujo de gastar la pesca y no enseñar a la gente a pescar.

El resultado después de décadas: gente saludable e instruida que se siente capaz de pescar y se queja constantemente de los pocos peces que le tocan.

Los profesionales se indignan día tras día cuando su salario de risa no alcanza ni para pagar la comida. El Estado expone una retahíla de cifras muy bien argumentadas que explica que no hay de dónde sacar más. ¿Quién es el malo? Nadie. ¿Quién tiene la razón? Bueno, la razón es algo muy subjetivo.

La única vía posible de respirar sin robarle nada a nadie es el trabajo privado: El mesero de un restaurante particular puede hacer en una noche lo mismo que el médico que le salva la vida a su hijo en un mes.

Sabiendo esto, el dueño del restaurante pone unos horarios durísimos, se caga en los derechos de los trabajadores y se da el lujo de escoger entre la gente más joven, de mejor apariencia y con la mejor educación del país. Consecuencia: los meseros, cajeros, bármanes y guías de turismo más preparados del mundo son los cubanos.

El Estado entonces, para evitar que los profesionales migren en masa al sector de los servicios hace murumacas para subir el salario, o les compra laptops a los médicos, o sabrá Dios cuántas cosas más. Como la mayoría del sector profesional trabaja para el Estado, a nivel nacional, es un esfuerzo de millones de dólares, pero en el plano personal es poco, poquísimo. La gente se sigue yendo a servir mesas o, sencillamente, se sigue yendo.

Sin hablar de privatización en Cuba (el neoliberalismo ya fracasó en medio mundo), hay mucho que se puede hacer. La empresa estatal socialista puede ser eficiente, generar ingresos y pagarle bien a la gente, porque ni al trabajador ni al administrativo promedio les importa quién es el dueño de su buró, sino qué comen sus hijos.

El verdadero problema es que, si el presidente de una corporación estatal que genera cien millones de dólares al año cobra 40 dólares al mes, no se preocupará por tener la iniciativa para generar doscientos millones. En el mejor de los casos, será un tipo honesto, que no se roba nada y, cuando se jubile, no habrá nadie con talento para sustituirlo porque a la generación más joven no le interesa trabajar 14 horas al día y ser responsable ante los dirigentes del país por esa cantidad de dinero cuando puede ganar 30 veces lo mismo haciendo matemáticas de bodega llevando las cuentas de una paladar.

Cuba tiene que dejar desarrollarse a sus profesionales. Cuando se invierten millones de dólares en equipamiento para una empresa, hay que buscar la vía de permitir a los especialistas tener iniciativas más allá de los diseños, los planes y los objetivos rígidos que en más de una ocasión reducen al mínimo las capacidades de la gente y de las herramientas. Se debe dar autonomía a las personas con talento para producir y luego, remunerar ese talento proporcionalmente, crecientemente, justamente.

Hay cosas que son incuestionables. Hay sectores que no se pueden mirar a priori con la lupa de la eficiencia. Hay logros en los que se gasta mucho y en los que, si se gasta más, mejor.

Pero para que la salud no solo sea gratuita, sino que los medicamentos no falten, los hospitales estén en condiciones y los médicos tengan las comodidades materiales que se merecen (por aquello de que salvan vidas); para que no solo todos los niños vayan a la escuela, sino que no falten los maestros, y las aulas no se caigan a pedazos; para que la cultura siga siendo para todos, pero que los cines tengan la mejor tecnología posible, y los mejores graduados de las escuelas de música prefieran tocar en la sinfónica y no en una orquesta de timba feroz; hay que dejar que todo aquel que pueda generar dinero para el país lo haga y luego recompensarlo en consecuencia.

De lo contrario, estamos condenados a convertirnos en un país de taxistas, meseros y guías de turismo. Un país donde los mejores economistas son tenedores de libros y no están en el Ministerio de Economía tratando de enderezar la pirámide, donde los mejores ingenieros reparan celulares y no están aumentando la capacidad de internet del país, y un larguísimo etcétera de ejemplos que alcanza para varias cuartillas.

Si el Estado Cubano quiere seguir regalando peces al que no puede pescar, entonces, debe dejar pescar a los más hábiles pescadores sin la preocupación de que en sus casas falta el pescado.

Tomado de: Western Congri

1 noviembre 2018 49 comentarios 372 vistas
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Historia de dos naciones

por Harold Cardenas Lema 31 octubre 2018
escrito por Harold Cardenas Lema

Decía Aristóteles que la peor forma de desigualdad es tratar de hacer que las cosas desiguales sean iguales.[1] Su alusión al efecto que tiene la asimetría en las relaciones entre dos entes, es un poema a la política doméstica en Cuba y su relación con Estados Unidos.

A la mayor potencia del mundo le resulta barato aplicar presión a los países del área. Le tomó el gusto en Guatemala, cuando la CIA derrocó a Jacobo Árbenz, presidente de un gobierno que había llegado al poder por la vía democrática.[2] Los cubanos aprendieron de esta experiencia, cuando llegó su turno en el 59 barrieron con el ejército anterior, rehicieron las instituciones y tuvieron la suerte de que la oligarquía doméstica subestimara el tiempo de su exilio en la Florida. No sería igual que en Guatemala.

En realidad Estados Unidos no tenía ni tiene intereses estratégicos significativos en una isla sin recursos naturales ni mucho más que ofrecer que su gente. La molestia con el gobierno de la Habana es por su búsqueda de un modelo alternativo y la influencia que genera en la región.

Si bien es tentador recriminar la aplicación del bloqueo sobre la isla utilizando argumentos ideológicos, a menudo polémicos y propensos a diversas interpretaciones, prefiero el argumento humanitario. Aplicar sanciones contra un grupo humano para obligarlo a provocar un cambio político que no es espontáneo o natural, no parece muy decente ni democrático.

Cuba no representa peligro alguno para Estados Unidos.

La medida de riesgo que representa una nación para otra está definida por la intención más su capacidad (R=I+C). Que la intención de los cubanos sea alterar la vida doméstica de una nación treinta veces más grande, cuando la economía de la isla apenas sobrevive y cada día resultan más escasas las alusiones a una revolución mundial, es risible. Que Cuba tenga capacidad para representar amenaza de ningún tipo para Estados Unidos, solo lo cree un ignorante de la correlación real de fuerzas y algún chovinista despistado.

En cambio, la historia nacional de Cuba ha estado marcada en su totalidad por la defensa ante otras potencias. Primero ante el colonialismo español y luego ante el imperialismo desde el norte, Cuba no conoce una democracia de paz. Se le pide un respeto a reglas básicas que disfrutan otras naciones, mientras se le asfixia sistemáticamente. Queda aún por evaluar el efecto que tiene en la naturaleza de un país, haber nacido y crecido bajo presión constantes.

Estados Unidos gusta de acusar al actual gobierno cubano de extremismo político pero nunca ha tomado responsabilidad por su radicalización. Su prematura agresividad a inicio de los años sesenta hacia una revolución que aún no había nacionalizado propiedades estadounidenses y el desprecio a los iniciales coqueteos de un Fidel Castro que no se identificaba aún como marxista, terminó inclinando la balanza hacia la URSS.

Más de medio siglo después, la Casa Blanca dice querer solucionar problemas que ella misma ha provocado. Alardea de la búsqueda de una democracia que saboteó desde el inicio y pospone sistemáticamente desde entonces. Quienes hoy priorizan una agenda crítica hacia el gobierno cubano y minimizan los efectos del bloqueo, desconocen el estado de emergencia constante en que viven la isla y sus habitantes. Después de cierto tiempo, lo excepcional del acoso puede parecer rutinario pero no por ello deja de ser real.

Hoy se vota en las Naciones Unidas sobre la necesidad de levantar el bloqueo a Cuba. En esta ocasión Estados Unidos ha logrado entorpecer y extender el proceso para que sea más difícil a la comunidad internacional expresarse sobre un tema en el que hay consenso desde hace 26 años. El debate sobre los derechos humanos en Cuba es válido, pero ignorar los avances en materia de derechos sociales, priorizando solo los políticos, es demasiada miopía.

Se extraña el sentido común de la administración Obama y cómo abordaba sus diferencias sobre la base del respeto mutuo.

Mientras exista sobre Cuba esa espada de Damocles que es el bloqueo, los reclamos y críticas legítimas a nuestro gobierno serán pospuestas por el más elemental sentido de patriotismo. Conocemos los éxitos, pero cuesta mucho separar los fracasos reales de los provocados por el acoso, en un gobierno al que nunca se le ha dado respiro. Los cambios que ocurran en Cuba, serán por voluntad propia y no como consecuencia de la acción foránea. Hoy se vota y se lucha contra el bloqueo, mañana hablaremos a camisa quitada entre cubanos.

[1]Para Aristóteles la democracia era una forma política defectuosa sobre la que nunca negó su escepticismo, “la menos mala de las desviaciones”, le llamaba. Platón tampoco era un fan de la democracia, en la que veía una naturaleza siniestra que conducía a la dictadura y la subyugación. Que en el sistema “democrático” de Atenas en 399 AC un tribunal haya sentenciado a su mentor Sócrates, tampoco debe haber ayudado. Vale aclarar que el concepto griego de democracia era muy distinto al contemporáneo, básicamente se refería a una élite privilegiada. No sería hasta el descenso del imperio romano que comenzarían las referencias a “el pueblo” bajo la influencia del incipiente cristianismo y en referencia a la comunidad de personas bautizadas.

[2]La operación PBSUCCESS encaminada a derrocar a Jacobo Árbenz, fue la primera intervención directa de la CIA en América Latina. La noche anterior al golpe, J Peurifoy, embajador de Estados Unidos en Guatemala, le dijo a su personal: “Bien muchachos, mañana a esta hora tendremos una fiesta…”. A las 21:15pm del 27 de Junio de 1954, Árbenz renunciaba a su cargo.

31 octubre 2018 69 comentarios 382 vistas
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Revista LJC 20

por Consejo Editorial 30 octubre 2018
escrito por Consejo Editorial

Puede descargar aquí el número veinte de nuestra revista digital, con un editorial dedicado a la lucha contra el bloqueo y en especial la votación masiva que hace la comunidad internacional en su contra cada año en las Naciones Unidas. Esta revista se distribuye por el Paquete Semanal y por correo electrónico. Quienes prefieran recibirla en una versión más ligera, pueden escribirnos a jovencuba@gmail.com o descargarlo en: https://goo.gl/enbj1j

30 octubre 2018 4 comentarios 289 vistas
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El precio del bloqueo

por Consejo Editorial 29 octubre 2018
escrito por Consejo Editorial

4 mil 321 millones 200 mil dólares; esa es la cifra que prueba las pérdidas que el bloqueo ha causado a Cuba solamente en este último año. Para muchos los números no dicen nada, y otros, piensan que el bloqueo es muchas veces la justificación de Cuba ante el mundo, pero lo cierto es que realmente este sistema de sanciones afecta seriamente al país.

En el último año, por ejemplo, las medidas tomadas por Donald Trump han disminuido considerablemente la visita de los estadounidenses a la Isla, y provocado además considerables limitaciones al sector empresarial de Estados Unidos en Cuba.

A ello, podemos unir un discurso agresivo por parte de la nación norteña, que trae consigo desconfianza e incertidumbre, a nivel internacional, a las instituciones financieras, las empresas y los proveedores estadounidenses, que temen ser penalizados por relacionarse con Cuba.

En este contexto, adolecen también las relaciones financieras y crediticias internacionales de Cuba. Daños que se reflejan en la economía del país, en las actividades comerciales de las empresas y en los bancos nacionales y sus vínculos con la banca internacional.

Eliminar el bloqueo comercial y financiero de Estados Unidos con Cuba es una lucha que persiste y es necesaria. 933 mil 678 millones de dólares es la suma total de lo que se ha perdido en las casi seis décadas de aplicación de esta injusta política.

Una vez más Cuba presenta su informe a las Naciones Unidas. Se demuestra la transgresión del derecho a la paz, al desarrollo y la libre determinación de un Estado soberano. Una vez más Cuba cuenta con el apoyo legítimo de la comunidad internacional. Pero una vez más la batalla solo se gana simbólicamente.

Es tiempo ya de hacer justicia. Las cifras en dólares, las estadísticas y los votos hablan por sí solos. Es cuestión de matemáticas y también de derechos.

(Editorial de la revista número 20 de La Joven Cuba)

29 octubre 2018 15 comentarios 291 vistas
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¿Dónde comenzó la Invasión a occidente?

por Mario Valdés Navia 29 octubre 2018
escrito por Mario Valdés Navia

Como el del mítico carro de Ra, en Cuba existe un movimiento perenne de oriente a occidente. Aruacos, españoles, mambises, rebeldes de la Sierra, arrasadores de montes y migrantes internos han hecho el camino del Sol, de Maisí hasta La Habana en diferentes épocas. Sin lugar a dudas, la más famosa de estas expediciones es la Invasión de 1895, dirigida por Antonio Maceo, jefe de la campaña, y Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador (EL).

De ahí que fuera tan pertinente la respuesta que diera Camilo, en 1959, al periodista que le preguntó cómo se sentía al no haber podido, ante la debacle del batistato, cumplir la orden de Fidel de llegar hasta Pinar del Río. Camilo dijo sentirse muy complacido, pues así la gloria de haber realizado tal proeza militar seguiría correspondiendo únicamente a Maceo.

No obstante, hay una afirmación sobre aquella operación que merece un examen exhaustivo pues se repite, una y otra vez, por expertos y aprendices: la invasión comenzó en los Mangos de Baraguá, el 22 de octubre de 1895. Esto no pasa de ser un desliz histórico. Veamos los hechos, tozudos e incontrovertibles, y sabremos bien cuándo y dónde se inició la campaña de la invasión.

La Asamblea Constituyente de Jimaguayú (14-16 de septiembre 1895) resolvió acometer de inmediato esta operación considerada trascendental para el desenlace de la guerra. Enseguida, Maceo partió hacia Oriente a movilizar los contingentes que aportarían los cuerpos primero y segundo del EL, mientras que Gómez recorría provocativamente el Camagüey.

Trabajo le costó al Titán reunir las fuerzas orientales, ya que B. Masó y J. Maceo no querían entregar sus mejores hombres y armas, pero al final pudo salir simbólicamente de Mangos de Baraguá (22−10−1895) con una columna de 500 infantes y 700 jinetes, a los que sumó 500 más a su paso por Holguín y apenas 200 infantes y 300 jinetes del segundo cuerpo, para un total de unos 2 200 invasores orientales.

Tras conocer de la partida de Maceo, Gómez cruza la Trocha Júcaro-Morón (30 de octubre 1895) para atraer a los panchos a Las Villas, hacerles perder el rastro de Maceo, e impedir la zafra a sangre y fuego. En Santa Teresa, Sancti Spíritus, recibe a los generales C. Roloff y S. Sánchez e inician una ofensiva incesante que hace al confundido Martínez Campos desplazar contra ellos tropas de Oriente y Camagüey, lo cual facilitó el traslado de la columna oriental casi sin combatir.

El 29−11−1895 Maceo cruza la Trocha y se reúne con Gómez en Lázaro López, actual Ciego de Ávila, por entonces Camagüey, aunque para los mambises Las Villas empezaban desde la Trocha. Allí, delante de la tropa, con banderas desplegadas, se abrazaron los generales Gómez y Maceo, teniendo como fondo los acordes de La Bayamesa. Lo ocurrido fue descrito magistralmente por B. Boza, el jefe de la escolta de 300 jinetes camagüeyanos del Generalísimo:

En un estrecho abrazo y derramando lágrimas de santo patriotismo, nos confundimos orientales, centrales y occidentales, negros y blancos. Mucho mejor que los discursos que se pronunciaron y que los vivas frenéticos que atronaban el espacio. era la resolución firme que se veía en todos los rostros y que hacía palpitar todos los corazones impulsados por el mismo sentimiento: ¡Hacer la guerra a España a sangre y fuego, hasta obtener la absoluta independencia de la Patria!

Al amanecer del día 30, todas las fuerzas forman para marchar y se produce el acto oficial de inicio de la Invasión, encabezado por el Consejo de Gobierno y su presidente S. Cisneros. Los ánimos están exaltados, hablan varios oradores y el general en jefe pronuncia su histórica arenga:

Soldados: La guerra empieza ahora. La guerra dura y despiadada. Los pusilánimes tendrán que renunciar a ella: solo los fuertes y los intrépidos podrán soportarla. En esas filas que veo tan nutridas, la muerte abrirá grandes claros. No os esperan recompensas, sino  sufrimientos y trabajos. El enemigo es fuerte y tenaz. El día que no haya combate, será un día perdido o mal empleado.

En esa ocasión fueron incorporadas al contingente invasor las tropas espirituanas, integradas por unos 1500 jinetes, y otras fuerzas villareñas hasta casi 2000 hombres. Las dirige su caudillo S. Sánchez, quien es ascendido a mayor general y jefe del IV cuerpo del EL, el de Las Villas.

Desde el potrero de Lázaro López parte como una avalancha el “Gran Cuerpo del Ejército Invasor” −como le llamaba Gómez−, formado por algo más de 4000 combatientes, 3000 de caballería y 1000 infantes. Su misión era casi imposible: aplastar la resistencia de más de 150 000 soldados españoles en un reducido espacio y llevar la destrucción liberadora hacia las ricas comarcas occidentales en poder de España, único camino para la victoria de las armas cubanas.

La Invasión del 95 cumplió sus objetivos con creces. Fue la campaña militar más grande lanzada por un ejército libertador en las luchas por la independencia latinoamericana. Es considerada una de las operaciones más exitosas de la historia militar universal y el genio de sus jefes: Gómez y Maceo, ha sido comparado con el de los más grandes generales de la historia.

Para contactar al autor: mariojuanvaldes@gmail.com

29 octubre 2018 14 comentarios 595 vistas
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