Contenidos con fecha 2018
En las últimas estadística del anuario, un cambio en particular me llama la atención. El salario medio sigue creciendo. Esta estadística no tiene que ser precisamente algo favorable.
El salario, a mi juicio -y al de muchos seguro- es el problema central de nuestro sistema. Si sus niveles fueran los necesarios, desaparecería la migración de cubanos al exterior por su inverso; y cuestiones como la burocracia y la autocensura no se notarían. Después de todo, en otras sociedades, al que piensa diferente y hace mucho ruido lo desaparecen -literalmente- y solo los ricos llegan a presidente.
Como es entonces un tema casi trascendental hay que prestarle más atención, digo, nosotros, todos los que de una forma u otra debatimos sobre la realidad, pero también, economistas, sociólogos, politólogos, y sobre todo, nuestros cuadros políticos, que son los que en definitiva cortan el bacalao.
Por eso, al caer en mis manos -en mi pantalla- el anuario estadístico me remití a la estadística del salario. Lo relevante, era ese aumento del salario medio del cubano, donde en tan solo par de años pasó de 687 a 767. Válido aclarar que está cifra solo recoge al sector estatal.
Durante dos semanas he estado preguntando a quienes conozco que trabajan en el sector estatal, obreros promedio, para saber si sus salarios habían ascendido. Para mi sorpresa, encontré siempre una respuesta negativa, a ninguno de ellos se les había subido el salario. Confiando en mi muestra, me preocupé.
Fue entonces cuando me acordé de aquel ministro inglés, Benjamin Disraeli, quien afirmó que existían las mentiras de la estadística. El dato del anuario no estaba mal, por lo que el problema está en la medida promedio.
Con una mini dosis de matemática, se conoce que la media es una medida de distribución, que habla de una igualdad cuantitativa ideal e irreal. Ilustrando eso, el expresidente Correa, contaba el hipotético caso de un hombre que tenía la mitad de su cuerpo en un horno y la otra en un congelador, como promedio, esta a buena temperatura.
Por eso, ese salario que dice que todos ahora ganamos más pero no es real, para que haya gente ganando 320, el medio sea de 687 y suba a 746, y los salarios más bajos no suban, es evidente que los que ha ocurrido es, o el aumento de los salarios que ya estaban por encima de la media, o la creación de nuevos salarios de cuantía elevada. Para que haya alguien con trescientos y pico , tiene que haber otro con más de mil doscientos para obtener nuestro medio, esta simple distancia entre extremos es un brecha de desigualdad.
Si se me preguntara que objeto al respecto, respondería con otra pregunta, ¿qué política social estamos siguiendo?
El movimiento de la estructura salarial, además de su insufiencia para garantizar la reproducción del trabajador, no en acto casual está reproduciendo una desigualdad. Este mecanismo, de mantenerse así en el tiempo, puede hacer de la desigualdad -en el sector estatal- algo crónica. Cosa que no será generada ni por el bloqueo, ni por el malvado mercado, ni por el neoliberalismo, sino por nuestro propio manejo de la economía.
Creo que se está en tiempo de rediseñar esas cuestiones, al menos, para que vayan en sincronía con el espíritu de la Revolución.