La Joven Cuba
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2017

Contenidos con fecha 2017

Totalitarismo o libertad

por Miguel Alejandro Hayes 28 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Quizá una de las críticas más fuertes hecha a los representantes del llamado “socialismo real” (y por qué no, al nuestro) fue la presencia de un fuerte totalitarismo. Se dice que en nuestros sistemas predominan las faltas de libertades para los ciudadanos. Que la sociedad era y es dirigida arbitrariamente desde arriba.

Claro, esta crítica es una mera guerra política. Todas las sociedades conocidas (hasta ahora) desde el surgimiento del excedente han sido dirigidas desde arriba por un grupo entendido como el que debe guiarla. Por supuesto, según los gurús del neoliberalismo, tienen el Mercado, donde los hombres son verdaderamente libres (libres porque compran y venden).

En Cuba, evidentemente no existe tal ‘’libre mercado’’[1]. ¿Será entonces nuestra sociedad totalitaria…incapaz de reproducir hombres libres? Lo cierto es que en determinados niveles de decisión se llegó a aceptar que sí.  Una de las más duras críticas al totalitarismo, la obra “1984” de George Orwell, estuvo censurada, no sé de ley, pero sí de hechos.  Parece que hubo cubanos que se sintieron identificados.

Si tuviera complejo de mi estatura, me molestaría que me la recordaran, probablemente eso pasó en tiempos de censuras. Son prácticas que cometemos a veces los revolucionarios. Decir que algo está o no,  es decir que existe. Decir que no se cree en Dios, es reconocer que existe, solo que se prefiere ignorarlo. Prohibir hablar de totalitarismo, que se hable de totalitarismo en Cuba, es molestia porque duele (se acepta) que existe.

En realidad era solo desconocimiento aceptar semejantes cosas. ¿Cómo alguien puede pensar que un pueblo instruido no tiene libertad?, al menos un cubano que haya crecido bajo la difusión de máximas martianas. Nuestro pueblo tiene libertad, o al menos su potencialidad.

Se debe conocer muy bien qué es un pueblo libre, para no caer en esas trampas donde por negación aceptamos una crítica. Lo primero que se debe entender es que la libertad no está en la libertad de comprar y vender, esa  no es más que una realidad  ya prefabricada a la que el hombre llega, por lo que el centro de nuestra sociedad no está pensado ahí con toda la intencionalidad. Necesitamos al mercado, y Marx enseñó que el mercado reproduce las relaciones sociales imperantes, pero ahí no está la esencia de la libertad, sino solo una ilusión, una de sus manifestaciones mínimas. Tampoco está en la clásica idea de cada cierto tiempo participar y elegir a representantes a diferentes niveles para que tomen decisiones por sus electores (modelo de la democracia tradicional). Esta última puede ser cuando más, una expresión mínima de la libertad alcanzada por el hombre de elegir sus gobernantes. De hecho el término gobernante lacera la idea de libertad. ¿Dónde está la verdadera libertad?

Para hallar la respuesta no se debe ir muy lejos, tenemos a Martí. Ser culto para ser libres no es solo la frase que ponían nuestros Atec-Panda al ser encendidos (no podemos haberlo olvidado tan rápido), fue una idea martiana que guió el suceso más bello de Cuba en Revolución, la Campaña de Alfabetización. No es retórica de Martí, el conocimiento permite saber elegir, trazar los propios caminos, es decir, libertad. Ya lo decía Engels, que el hombre pasa del reino de la necesidad a la libertad cuando aprende a dominar las leyes objetivas que rigen el desarrollo social. Justo eso fue lo que se intentó sembrar en Cuba. Esa es nuestra concepción de libertad, la de conocer para poder dominar nuestra realidad (sus leyes) y mejorarla, o al menos esa es la que debería ser.

Ya construimos las bases y seguimos construyendo el conocimiento requerido. Es evidente entonces, que el pueblo cubano cuenta con la capacidad de ser un pueblo libre. Ese conocimiento más que poder[2], es responsabilidad, libertad de pensamiento y por ende de decisión, en aras no de crear alborotos individualistas, sino para contribuir al progreso social. No tiene que venir  ningún molde exterior a imponer modos y modas, se tiene la capacidad de crear.

Esa capacitación, ese conocimiento adquirido se va inclinando hacia ejercerlo, hacia su consumo, la práctica. Ahí se condiciona nuestra libertad. Esto se canaliza en la iniciativa revolucionaria,  la primera expresión de esa libertad.

Cerrando la pregunta inicial, resulta que somos un pueblo con condiciones para ser libre, y que en realidad lo es, pero que puede ser frenado en muchas ocasiones. Hoy esa capacidad de transformar, en determinados contextos (para no ser absoluto)  puede verse  amenazada. La razón puede ser saboteada por el dogma, el compromiso por el fanatismo y la lucha revolucionaria por el conservadurismo. Estas trabas estimulan generar un efecto en la mente de revolucionarios y de los que no también, de una sociedad sin libertades para los ciudadanos. Son justo esas trabas lo que se deben combatir y laceran esa libertad que en potencia tenemos.

Se dan los casos mencionados en algunas estructuras burocráticas que  entorpecen esa libertad, es decir, la expresión de esta. ¿Será que sus  mecanismos y reglas no se ajustan con el desarrollo y madurez de nuestro pueblo? No se trata de destruir esto o aquello, o dejar todo por los siglos de los siglos, es aprovechar la educación de la que con orgullo presumimos. Ser un pueblo culto no va solo en el conocimiento, sino en la sociedad que se construye con él.

Usémoslo para hacer de Cuba un país más cercano al socialismo, porque se luchó por crear y tener un hombre libre de hecho y de pensamiento, y nada de eso puede perderse. No es solo para a ir al mercado (al nuestro) y a las elecciones, sino para esencialmente en el día a día proponer conscientemente (y con respeto) ideas, propuestas, reflexiones, acciones, pulir cualquier aspecto de la realidad y construir nuestra propia sociedad, escoger el tipo de vinculo que existirá entre sus miembros.

Si en  nuestra iniciativa revolucionaria, va la expresión de nuestra libertad conquistada, el devenir de esta, su acogida dentro de las estructuras de dirección, encierra en sí, la medida de cuan libres somos como pueblo. Su estado actual, es el termómetro de nuestra libertad. Pensemos en ello.

[1] Mercado en ese sentido estricto, porque el mercado es algo mucho más abarcador que eso.

[2] Idea del filósofo y político inglés Francis Bacon.

28 noviembre 2017 58 comentarios 292 vistas
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Fidel y el imperio un año después

por Mario Valdés Navia 27 noviembre 2017
escrito por Mario Valdés Navia

A un año de su desaparición física Fidel sigue derrotando a sus enemigos. El último de los mitos apocalípticos que rodeaban su figura, el de que la Revolución desaparecería cuando su líder supremo no estuviera, ya no tiene razón de ser pues la estabilidad del país no deja lugar a dudas. Visitantes de todo el mundo lo confirman a diario y la mayoría de los cubanos y cubanas aspiramos a resolver los problemas internos, por complejos que sean, sin traumatismos socio-políticos ni injerencias externas.

El liderazgo del Comandante en Jefe tuvo un profundo fundamento histórico nacionalista que muchos parecen ignorar, o menospreciar, aún hoy. La causa de la independencia cubana –quizás la más popular del último tercio del XIX a nivel mundial- fue malograda, más que por la intervención norteamericana de 1898, que pudo tener otro desenlace, por la imposición de la infame Enmienda Platt que dejó a la naciente república en condiciones cercanas a las de un protectorado. Eso la convirtió, según el calificativo feliz de Ramón de Armas, en una revolución pospuesta que clamaba por un líder que la llevara a feliz término.

Por eso la entrada victoriosa de los barbudos en La Habana, con Fidel al frente, vino a suplir en el imaginario colectivo de la Isla lo que debió ser la de los mambises de 1898, precedidos injustamente por el US Army. Después vendría a potenciarse aceleradamente la cuestión ideológica y el conflicto con el Imperio, que lo trató siempre como un rebelde que le quitara lo que fue suyo por derecho de conquista.

De ahí que los atributos de la barba y el uniforme verde olivo hayan acompañado a Fidel hasta sus últimos momentos y formen parte indisoluble del mito que acompaña a su vitalicia condición de Comandante en Jefe,  cargo que fue mucho más allá del de jefe de las fuerzas armadas, que recibiera excepcionalmente del Presidente Urrutia en los días iniciales de 1959.

Convertido ya en dirigente comunista mundial. Fidel siguió dando muestras de relativa independencia también respecto al hegemónico modelo soviético. Sus posturas a favor del internacionalismo proletario iban mucho más allá del internacionalismo socialista con que se conformaba esa comunidad y comprometieron a Cuba en conflictos armados en América Latina y África que marcaron no solo la historia de ambos continentes, sino la vida de tres generaciones de cubanos; mientras que la aspiración de crear un hombre nuevo y construir el comunismo primero como un hecho de conciencia trastocaban las regularidades de la construcción socialista supuestamente establecidas desde 1957.

Con el tiempo, la larga contradicción con el gobierno de los EEUU asumió matices extremos que incluyeron la obsesión infructuosa de la CIA por eliminarlo físicamente. No obstante, en más de medio siglo de intentos, no pudieron asesinarlo -ni siquiera tumbarle la barba con sustancias químicas-; tampoco lograron derribarlo del poder, que solo abandonó por cuestiones de salud y murió casi una década después de haberlo delegado al sucesor que escogió: su hermano Raúl.

Su muerte natural provocó una multitudinaria manifestación  de duelo en el pueblo cubano y en todo el mundo y la Revolución Cubana siguió existiendo. De hecho, la forma en que murió fue una de las victorias más sonadas de Fidel ante sus enemigos imperiales.

27 noviembre 2017 6 comentarios 285 vistas
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Pensando en Fidel

por Miguel Alejandro Hayes 25 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

No creo que esté pasando desapercibido. Sé que son muchos los que ya advierten que está ya está ahí el 25 de noviembre. Incluso el más distante, al más indiferente, lo sabe. De una forma u otra… de rojo o de azul, no se puede escapar.

Mucho será el material que se difundirá con motivo de la fecha. Intento no ser parte de esa saturación, y en medio de la tormenta, la leyenda y el oportunismo que pueden girar en torno a su figura, me pregunto: ¿cómo  recordamos los cubanos a Fidel? ¿Lo estaremos haciendo cómo él lo quería?

Lo recordaremos este día (hay que hacerlo siempre) haciendo quizá lo que muchos creen que es su mejor legado: la oratoria. Parecerá  irónico, pero se puede creer  que Fidel era solo político, y como político era un gran orador, y que su poder de orador fue lo que guió al pueblo. En momentos lo he aceptado y afirmado. ¿Cómo no pensarlo con tan hermoso cúmulo de conmovedores discursos? Los  discursos de Fidel son tan buenos que pueden llegar a opacar a Fidel.

! Pero no! Fidel no es solo un político, es un hacedor de caminos, de futuros, un arquitecto de una sociedad más justa. Su mejor legado está ahí, en la unidad, en su práctica revolucionaria que unió a un pueblo. Es el hombre de apenas pocas horas de sueño, el atento a todo, el que siente cristales molidos, el primero en llegar y el ultimo en irse. Eso es Fidel,  práctica revolucionaria. No podemos confundir al orador con el revolucionario, el primero es una extensión del segundo. El revolucionario es el que más importa, ese fue el que dio origen al gran orador.

Su verbo era necesario, era necesario para llevar a las masas los mensajes de la revolución y romper con la desinformación. Él sabía que la educación no era solo leer y escribir, el debía educar a un pueblo, y para eso, conversarle. No era un hombre de discursos per se, decir eso sería condenarlo a la jaula de la retórica. Tenía la necesidad de dirigirse al pueblo constantemente. Eran tiempos donde los discursos eran práctica revolucionaria, educaban al pueblo pero siempre impulsaban la acción transformadora.

Y logró su labor de educador. El pueblo cubano se creció como tal  dentro de los caminos de la revolución. Prueba de eso es más de un millón de profesionales, y un país sin analfabetismo.

 ¿Por qué lo hizo? Como todo martiano, sabía la importancia del saber en la obtención de la libertad, y que para lograr la acción transformadora de la realidad de la que hablaba Marx (porque Fidel era marxista de hechos), se debía empezar por educar.

Ya sabemos cuál era el objetivo. La obra parece que se pudo construir. Fidel luchó para que el pueblo tuviera el arma más importante, el conocimiento, para que pudiera construir su camino. Sabía que solo así seremos cada uno un comandante multiplicado.

Resulta muy claro qué nos toca como pueblo. Nos toca continuar lo que inició. Seguir con la práctica revolucionaria y no centrarnos en  discursos en cada ocasión, ni venerar a nuestros mártires como dioses. Ellos no lo son, ni quisieron serlos, si lo fueran sabemos donde estarían: en la trinchera, y no en la tribuna.

Fidel nos acompañó en los primeros pasos del camino. Ahora debemos continuar solos, y cuidarnos de aquellos que se adjudicarán ser sus continuadores. Muchos tratarán de usar su nombre como llave, y lo llevaran de bandera para obtener sus fines. Pero se pueden identificar esos peligros y conocemos el fin del proyecto que él quería, toca que construyamos los medios con lo aprendido y con esto trasformar la realidad en la misma medida que nos transformamos nosotros. Así hay que recordarlo, para eso nos preparó. Ese sería su verdadero legado, no un dios de piedra intocable, sino un camino de practica revolucionaria, transformadora (con hechos no con palabras)  para mejor de la realidad.

25 noviembre 2017 3 comentarios 255 vistas
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Revista LJC 8

por Consejo Editorial 24 noviembre 2017
escrito por Consejo Editorial

Compartimos con nuestros lectores el octavo número de nuestra revista. Dedicada al triunfo de la Revolución de Octubre, la realidad económica del país, el pensamiento de Martí respecto a la burocracia y otros temas de interés. La versión más ligera a los que prefieran tenerla en un formato más reducido, será enviada por correo electrónico, si desea recibirla así puede escribirnos a jovencuba@gmail.com. O descargar la versión completa en el siguiente link: https://goo.gl/dJLFLV

La Joven Cuba es una plataforma abierta a colaboraciones para todos los que deseen publicar en ella. Si tiene alguna propuesta o texto puede enviarla también a nuestro correo.

24 noviembre 2017 0 comentario 251 vistas
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Por un marxismo joven

por Miguel Alejandro Hayes 23 noviembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Confieso que fue un post publicado en LJC lo que me sirvió de pie a escribir este comentario. Sinceramente me sorprendió, y aún más, me dio mucha alegría, ver una publicación que abogaba por la necesidad  de un “marxismo joven’”, quizá esto, con un deseo de rescate o sentimiento de nostalgia. He visto  comentarios en otros blogs, y para un seguidor de las ideas de Marx, es reconfortante saber que entre la juventud está presente ese tema. No me referiré a los mismos factores que he leído. Voy en otra dirección.

Lo primero que debemos preguntarnos si deseamos un resurgimiento del marxismo en Cuba es: ¿Hay condiciones para crear un ‘’marxismo joven’’? (pensando en la juventud  como la única vía de obtenerlo). La respuesta a la interrogante, a pesar de que la evidencia empírica indicaría una negativa, no me atrevo a decirla aún.

Prefiero hacerme otra pregunta que me ayudará a contestar la anterior: ¿Cómo se enseña el marxismo en  Cuba? Para ello, se debe ver primero lo más general, en el elemento de última instancia (en el sentido marxista)[1], en cómo está llegando a los jóvenes de forma regular. Por eso, hay que ir a cómo se enseña en nuestros centros de educación.

La educación superior, que es sobre la que recae el peso de trasmitir el pensamiento de Marx, posee muchas deficiencias en este proceso. En ella, este llega a través de 3 asignaturas diferentes: la economía política, la filosofía y la teoría sociopolítica. Cada una se descompone en uno o varios semestres dependiendo de la carrera. No se trata de herir sentimientos, pero para resolver un problema lo primero debe ser identificado son sus causas, y para esto no se puede andar con tapujos. Considero un hecho la falta de articulación entre las asignaturas como partes de un todo, por ahí hay que empezar.

En filosofía no se aborda lo que es la dialéctica en sí, la teoría en sí. Se enuncian las 3 supuestas leyes de la filosofía marxista[2], pero no cómo utilizar la lógica dialéctica como método de análisis. Tal es así, que de seguro muchos que lean esto tendrán solo la idea de dialéctica como movimiento, como entender que todo está constante cambio. En filosofía ya es una tautología decir que el mundo está en movimiento. Lo cierto es que esa idea no aporta mucho al ejercicio del  pensar en nuestros tiempos, no forma un verdadero instrumento de análisis. No es culpa de los profesores, en realidad,  no está recogido en los manuales por  los que se enseña.

La economía política es un caso muy similar. Es de más peso y tomaría más tiempo abordarlo, pero se puede sintetizar. Ya a esta, se llega sin la base de lógica (la dialéctica, la de Hegel que asume Marx) para entender la dinámica  del capital y de El  Capital. La forma en que Marx expone el volumen primero, es la que utiliza Hegel en su texto La ciencia de la lógica[3]. Sin esto, las categorías mercancía, valor y capital tienden a quedar desconectadas en un sistema de pensamiento del estudiante (no se logra una aprehensión real del conocimiento). Además de estas, elementos como la ganancia y la teoría de la tierra quedan fuera de los programas de la asignatura por falta de tiempo. Conocimientos estos, que son básicos para entender el mundo y sobre todo, problemas concretos de la Cuba de hoy.

Por último se aprende teoría sociopolítica. Esta a veces resulta más atractiva. En ella, se hace un poco de historia sobre los sistemas políticos. Se hacen muchos debates sobre el acontecer actual. No se logra un entendimiento del movimiento social a partir de haber entendido la teoría de la reproducción de clases. Sin esto, la  comprensión de la lucha política pasa a depender de muchas especulaciones y verdades religiosas. Además, se deja de analizar la teoría del estado y el derecho de Marx como crítica a la teoría de Hegel y que son la base para entender nuestro debate con el exterior sobre la existencia o no de la sociedad civil en Cuba (algunos ya conocemos los errores políticos en los que se incurre al desconocer esto).

Como ya mencioné, no hay articulación. En filosofía se debe ilustrar la lógica del marxismo, cómo aplicarla a la ciencia social. Cómo hacer de ella una herramienta de análisis. En la economía política debe aplicarse esto para entender la base de la sociedad, su modo de producción. Para por último, entender cómo las formas específicas del modo de producción, la organización social de la producción(en el sentido de Marx)[4], se relacionan con elementos súper-estructurales como las diferentes tipos de estructuras política y jurídica,con  la teoría sociopolítica. Más o menos así debería cerrarse el ciclo del aprendizaje del marxismo. Si falta esto, no se logra un encadenamiento que termine por formar de manera general una visión que conciba la unidad material del mundo, una concepción verdaderamente marxista (siempre con sus limitaciones claro).

Visto de esta forma, me atrevo a concluir que no se enseña marxismo, entendiendo que hacerlo mal es lo mismo que no hacerlo. No digo que esta sea la totalidad, pero si la generalidad. La prueba de que se enseña mal está en su producto, su resultado: la mayoría de los jóvenes no utiliza como herramienta de análisis al marxismo. Quizá esto permite trazar una línea de cómo va este en la juventud cubana.

Se debería reflexionar más sobre esto e intentar cambiarlo. Los primeros pasos para encontrar algunas soluciones están a la mano. Los turnos de clases de estas asignaturas, por como están dispuestos, parecen estar puestos ahí por un compromiso político y no por el convencimiento real y conocimiento de su importancia científica. No puede ser  que sean turnos de ‘’reflexión y debate’’ que el estudiante agradece  porque adquiere un poco de la cultura que no le llegan por otras vías.

El marxismo es ciencia, eso es lo que debe expandirse en los espacios asignados para su enseñanza. Tiene que dejar de ser un escudo de dogmas ideológicos. Este es el primer paso para tener un ‘’marxismo joven’’: tener uno previo, y para ello, hay que enseñarlo cuando toca  y asumirlo. Ya sabemos entonces cómo empezar los caminos de un marxismo nuevo: conocer el viejo, para  después poder renovarlo.

Conocer marxismo, para hacer marxismo.

[1] En la tradicion marxista, la construcción última instancia adquiere otra connotación, diferente a la popularmente aceptada. Según Engels, el elemento de última instancia es el de más importancia, el de mayor peso, el factor que más influencia tiene y que termina por imponerse.

[2] Digo que son supuestas leyes ya que estas no fueron enunciadas por Marx, sino por Engels y recogidas en los manuales soviéticos. Muchas corrientes marxistas no las reconocen como tales, sobre todo a la 3ra ley.

[3]Lenin afirmó: ’’Es imposible comprender plenamente El Capital de Marx…si no se ha estudiado y comprendido la entera lógica de Hegel.’’ Lenin, Cuadernos filosóficos,loc,cit.,pág 99

[4] Para Marx producción, tiene la misma significación que para la filosofía clásica alemana. Con ello se refiere no a la producción en la fábrica, sino a la producción de la realidad, es decir, a toda la actividad del hombre.

23 noviembre 2017 42 comentarios 311 vistas
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Mafia en Cuba: una oferta que rechazar

por Osmany Sánchez Roque 22 noviembre 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

El triunfo de la revolución cubana fue el fin de una etapa en Cuba. Para unos significó la pérdida del estatus social que nunca recuperarían, a otros les permitió hacer realidad lo que antes ni siquiera se atrevieron a soñar. Los que defendemos el proyecto socialista cubano, estamos convencidos de que tenemos muchas más razones para salvar nuestra revolución que para perderla –como dijera Silvio Rodríguez- pero para otros la solución es el regreso al pasado.

Idealizar la Cuba de antes de 1959 ha sido el objetivo de antes y de ahora. Mostrar un país próspero y una economía pujante a la que la llegada de la revolución puso fin. Ojo, no estamos hablando solo de los batistianos de antes o sus seguidores actuales, el discurso ha calado también entre un sector de la emigración cubana. Como en ocasiones anteriores, utilicemos comentarios realizados en LJC como material de estudio:

“…el capital estaba listo para invertir y EN GRANDE en cuba, solo que llego el comandante y mandó a parar.”

¿Qué hubiera pasado si el país hubiera seguido su rumbo constitucional, aun con todos los problemas existentes en aquel entonces? ¿Dónde estaríamos ahora? Interesante debatir sobre esto.

En medio de este debate se me ocurre a mí decir que: “La nacionalidad cubana es el fruto de un largo proceso histórico, en eso todos estamos de acuerdo, pero solo la Revolución cubana permitió que Cuba se convirtiera en una Nación.” Y la respuesta del comentarista es la siguiente:

“Solo la revolución convirtió a Cuba en la REFERENCIA que ES HOY. En eso y solo en eso estás en lo cierto”

De haber seguido el curso “normal” de la historia, hoy en Cuba existiría una especie de zona franca, turística, juegos y recreación desde el Cabo de San Antonio hasta Maisi.

Habría sido como las “Vegas de toda América” donde los nacionales se emplearían en dar servicios a los visitantes (estilo hawaiano) y los pudientes se las pasarían viajando a USA y al resto del mundo mientras en los campos los grandes hacendados y terratenientes abastecerían de productos ese mercado y el internacional.

!Mas llego el comandante y mando a parar!

El debate siguió, pero creo que ya es suficiente para entender de qué estamos hablando, y creo que el propio comentarista hace la pregunta clave: ¿Qué hubiera pasado si el país hubiera seguido su rumbo constitucional, aun con todos los problemas existentes en aquel entonces? ¿Dónde estaríamos ahora?

Antes del triunfo de la revolución, en Cuba gobernaba Batista, que era “El Hombre” del gobierno de los Estados Unidos. La dictadura batistiana recibía apoyo del norte y no solo material –como las bombas que asesinaban campesinos en la Sierra- sino de asesoramiento, no debemos olvidar que fueron los norteamericanos quienes fundaron en Cuba el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC). Si el 17 de diciembre Earl E. T. Smith, embajador de los Estados Unidos le informó a Batista que se le retiraba el apoyo fue solo porque sabía que este perdería el poder y trataban de impedirlo.

¿Qué hubiera pasado de no haber triunfado la Revolución? Cuba sería hoy pasto de las pandillas y las drogas como los es Honduras, El Salvador o México. O peor, si tenemos en cuenta que estamos a medio camino entre Colombia y los Estados Unidos.

Como muestra de su contubernio con los capos de la droga, Batista nombró como asesor de turismo al mafioso Meyer Lansky con un salario de 25 000 dólares. Un detalle, en ese entonces Lansky era prófugo de la justicia en los Estados Unidos. Gracias a las leyes cambiadas por Batista, Cuba se convirtió en un paraíso fiscal para el lavado de dinero. Al contrario de las licencias de juegos en Las Vegas, en Cuba nadie averiguaba de dónde procedía el dinero.

Cada noche pasaba una persona por todos los casinos de La Habana para recoger la comisión que le tocaba a Batista que se plantea era del 10% en algunos y del 30% en otros. El hotel Habana Riviera fue construido por Meyer Lansky y le costó 14 millones de dólares al gobierno cubano. Era un negocio con Batista.

Mafiosos se reparten cake con la forma de Cuba / The Godfather

La mafia mandaba en Cuba. Según el novelista norteamericano Graham Greene, autor de Nuestro hombre en La Habana, “La Habana no era una colonia de Estados Unidos sino de Las Vegas”

El propio Meyer Lansky decía que “la Habana sería la ciudad más famosa de América“, recuerda Armando Jaime Casielles, su ayudante en Cuba. El mafioso tenía el sueño de hacer de La Habana una corporación del juego, la prostitución y la droga con 50 hoteles-casinos a lo largo del litoral norte, hasta el balneario de Varadero.

¿Qué hubiera pasado de no haber triunfado la Revolución? La respuesta no está en el pasado, sino en el presente, en la realidad que viven algunos países del área. Cuba estaba destinada a ser un gigantesco prostíbulo, adornado por el juego y la prostitución. La pobreza y la corrupción existentes entonces llegarían hasta hoy, multiplicadas exponencialmente.

Al triunfar la revolución el mafioso Santos Traficantes hijo, se quedó en Cuba para llegar a un trato con el nuevo gobierno, tal como lo había hecho antes con gobiernos anteriores. Uno más que se equivocó. No se percató a tiempo que la revolución no era un cambio de personal en el gobierno sino barrer con los males que aquejaban al país en ese entonces, era el fin de una etapa.

Quizás en otra dimensión exista una Cuba estilo República Dominicana, un país latinoamericano “normal” en el que los niños no pueden salir a jugar en las calles. En este mundo nuestro Cuba expulsó a la mafia y si la revolución no ha hecho todo lo que quisiera, al menos lo ha intentado frente al sabotaje externo. De la Cosa Nostra y la mafia que se adueñaba de todo, pasamos a tener cosas nuestras que hasta hoy no han podido quitarnos.

22 noviembre 2017 83 comentarios 802 vistas
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Antiguas costumbres

por Alina Bárbara López Hernández 21 noviembre 2017
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Quisiera hallar en los ataques cruzados de meses anteriores en los blogs y en la prensa cubana menos ofensas y más argumentos, menos personalismo y más ideología, menos etiquetas y más profundidad. Sin embargo, tales actitudes no son nuevas, ellas entraron de la mano de la notable influencia estalinista que tuvieron los comunistas cubanos desde la fundación del partido.

Era una costumbre arraigada que permitía denigrar a cualquier enemigo, interno o externo, marxista o no, que no aceptara las orientaciones de la Internacional Comunista primero, y del Buró de Información de los Partidos Comunistas y obreros a partir de 1947. Dicha posición sectaria, como afirmara Fernando Martínez Heredia, “garantiza contra toda contaminación, a costa de hacer estéril la política propia, y trae consigo un pensamiento que solo admite unas pocas certezas establecidas previamente y una necesidad permanente de excluir, junto a los enemigos reales, a los «enemigos”, «renegados», «desviados», «embozados»”

El sectarismo del Partido Comunista afectó las relaciones, no solo con una parte significativa de la intelectualidad no marxista, sino incluso con escritores y artistas que militaban en esa organización. Ese fue el caso del poeta Manuel Navarro Luna, que en carta del 7 de noviembre de 1948 se quejaba a su amigo Juan Marinello de la exacerbación del sentimiento sectario en las filas comunistas tras el proceso de críticas por las posturas browderistas que habían mantenido desde fines de los años treinta. Consideraba limitadísimos sus métodos de trabajo, sin embargo, confiaba en que “Quizás andando el tiempo, puedan muchos de nuestros dirigentes quitarse de encima el engreimiento y el envalentonamiento que tanto daño le han hecho al Partido y a ellos mismos”.

Al parecer, esta confianza no se concretó en la práctica política del Partido, pues en misiva del 30 de abril de 1954 Navarro Luna enjuiciaba los métodos expositivos de los comunistas como:

(…) la natural consecuencia de nuestra posición sectaria. Algún día llegaremos a comprender hasta donde el sectarismo nos ha hecho daño (…) hemos querido enseñar metiendo la letra con sangre “La letra con sangre entra”. Esa era la vieja norma de toda una pedagogía prusiana (…)

“Explicar, explicar y explicar”, dijo Dimitrov. Nosotros hemos explicado. Desde luego que sí. Pero no me negarás que, en muchas ocasiones, hemos explicado mentándole la madre a los lectores, a la audiencia y a la radioaudiencia (…)

El hábito de rechazar y devaluar a los que luchaban, o creaban, desde posiciones ajenas a la suya se combinaba con un lenguaje lleno de frases insultantes, de  expresiones carentes de mesura y objetividad, vulgares e inadecuadas. Las páginas de Noticias de Hoy, órgano oficial del Partido, están llenas de frases al estilo de:  “hay que ver qué clase de clavo es la tal película”, “cinta mentirosa y exagerada”, “(…) esta cinta no es para católicos, sino para tontos de nacimiento (…)”,  “(…) la utilización del verso en la cinta llega a ser anormal”, “ataque estúpido y venenoso contra el régimen soviético, película repulsiva y cretina”, “película grotesca, absurda y nauseabunda” “quintacolumnista e imbécil”, “(…) invenciones ridículas, propias de una mente enferma, de un cerebro podrido y decadente”. No hay un solo argumento. Las injurias son los argumentos.

Eran conocidas las diferencias entre Lenin y Stalin. La posterior imposición del estalinismo convirtió el sectarismo y la intolerancia en políticas de estado y su consiguiente exportación a otras naciones, Cuba estuvo dentro de su aérea de influencia.

El marxismo soviético se fue separando irreconciliablemente de la ideología a la que aspiraba Gramsci, que fomentara el pensamiento, que se sustentara en el debate, la polémica y la crítica. Mariátegui, otro gran marxista latinoamericano, consideraba que la unanimidad es siempre infecunda, y que el mayor valor que puede tener una idea es el debate que logre suscitar.

El marxismo escolástico, dedicado a repetir fórmulas y a construir esquemas mentales, fue recepcionado por los comunistas isleños y sería recibido también por el Partido Comunista de Cuba fundado en 1965. Antiguas costumbres, tenaces y debilitadoras, que emergen sin hipocresía, sin adornos, en tiempos de crisis. Catecismo simplista y dogmático, intolerante ante todo criterio disonante, que descubre la deformación profunda del bolchevismo y la marcha hacia el abismo en que terminó la revolución soviética. En que terminan todas las revoluciones que siguen tal itinerario.

21 noviembre 2017 48 comentarios 540 vistas
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Escasez o consumismo

por Mario Valdés Navia 20 noviembre 2017
escrito por Mario Valdés Navia

Entre los males universalmente reconocidos de la economía capitalista se encuentra la  destrucción de los bienes ya producidos debido al consumismo y las crisis de superproducción. Desde el siglo XIX se postula que una economía planificada podría ser la solución de estas contradicciones debidas a la espontaneidad de las leyes del mercado.

Desgraciadamente, en la práctica ya centenaria del Socialismo Real el consumismo fue sustituido por la escasez crónica, y la superproducción por la producción insuficiente y de baja calidad. No obstante, los que creemos que un socialismo mejor es posible nos negamos a considerar que no haya una tercera alternativa: socialismo con mayor consumo.

La conversión actual de la RPChina en el taller del mundo y su demostrada capacidad productiva y exportadora parecen desmentir la anterior aporía, aunque las grandes desigualdades y la pobreza en que sobrevive una parte importante de su población hacen dudar a muchos de las ventajas del modelo chino de socialismo de mercado, también denominado economía de mercado socialista, o socialismo con características chinas. Lo cierto es que los comunistas chinos producen tanto que abarrotan los mercados de todo el mundo con productos de calidad variable según las exigencias y la capacidad adquisitiva de cada uno.

Por otro lado, ha existido el criterio –dicen que salido del genio de Stalin y compartido por Mao- de que las masas deben permanecer en la pobreza y la escasez para que sigan siendo socialistas, pues el crecimiento del nivel de vida las convierte en miembros de las capas medias y, con ello, pierden su “espíritu revolucionario” y su “capacidad de sacrificio”, ya que empiezan a pensar de manera pequeño burguesa al priorizar las cosas valiosas que podrían perder de continuar por el peligroso camino de la revolución.

El problema de este retorcido postulado es que pone en duda la causa primera de la revolución socialista y de la construcción de la nueva sociedad, pues luchar por sacar a las masas de la explotación capitalista y crear un hombre nuevo solo puede expresarse en un crecimiento del nivel y la calidad de vida de los individuos y las familias. Lo demás me parece una estafa política y un fracaso socio-económico, pues se obliga al pueblo a permanecer hundido en un océano de penurias, mientras los líderes, sus familiares y acólitos viven en un limbo de satisfacciones materiales como si hubieran arribado ya al comunismo soñado.

Ciertamente, consumismo y consumo no son conceptos idénticos. El primero es una aberración mercantilista que juega más con el imaginario social –Marx lo llamaba fetichismo mercantil-, que con las necesidades reales de los consumidores; el segundo es el objetivo final de cualquier cadena productiva.

La producción no puede verse separada del consumo y tampoco de sus esferas intermedias, la distribución y la circulación. Ver las cosas de esa forma es lo que hace que los noticieros de la televisión cubana nos informen sistemáticamente de la cantidad de caballerías sembradas de tal o más cual producto, o de la cantidad de toneladas cosechadas, pero nunca de la cantidad que llegó a cada mercado local y, menos aún, de la dinámica de los precios en el eternamente contraído mercado interno. De hecho, los cubanos estamos más informados del movimiento de los precios en el mercado mundial que en nuestros mercados internos, tanto en CUC como en CUP.

Cuando las empresas cubanas, atadas inexorablemente al mercado internacional por la eterna necesidad de divisas y la trampa de la doble moneda, piensan más en exportar que en satisfacer la demanda interna -subestimada por la debilidad del peso como medida del valor-, no solo queda cuestionada su misión social como empresa pública, sino toda la razón de ser del socialismo.

Una cosa es exportar los excedentes y otra, muy distinta, hacerlo con producciones que nunca llegan al consumidor interno. Tener ganas de comer langostas y camarones de vez en cuando no es un pecado consumista de los cubanos y cubanas, sino una necesidad de primer orden para la mayoría de los habitantes del planeta, más si viven en una isla exportadora de mariscos.

20 noviembre 2017 52 comentarios 308 vistas
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