La Joven Cuba
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2017

Contenidos con fecha 2017

Siete años, cinco meses y veintiún días después

por Consejo Editorial 27 abril 2017
escrito por Consejo Editorial

El 6 de noviembre de 2009 se produjo en Cuba un “secuestro al peor estilo de la camorra siciliana“. Siete años, cinco meses y veintiún días después seguimos esperando las fotos con las pruebas…

La mentira y la credibilidad siempre han estado reñidas entres sí…

27 abril 2017 597 comentarios 1.067 vistas
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La Postverdad

por Consejo Editorial 26 abril 2017
escrito por Consejo Editorial

La postverdad no es un contenido determinado, sino un programa que se instala en la cabeza de la gente y que luego procesa todos los materiales diseñados para ratificar esa convicción profunda.

Es por eso que usted ve a unos vándalos destrozando las vías y otros bienes públicos, y piensa que son valientes luchadores pacíficos por la libertad.

El programa, una vez implantado, no falla. Veamos: lanzan un objeto contundente y le parten el cráneo a una señora que, fatídicamente, estaba por allí cuando cruzaba un grupo de manifestantes chavistas. El objeto contundente fue lanzado contra dicho grupo de personas, lo que hace sospechar que lo arrojó alguien fanatizado en contra del gobierno, pero la versión que usted decide creer es que a la señora la mataron los colectivos chavistas. No tiene lógica por ningún lado que se le mire, pero para usted esa es la única verdad admisible. La señora queda así automáticamente sumada a la lista de víctimas del gobierno, no a la de la derecha fascista.

Matan a tiros a una muchacha en Táchira. Las experticias determinan que la mató un señor equis, pero usted –chip mediante- no quiere creer eso. Usted quiere creer que la mataron los colectivos chavistas. “¡Fueron los colectivos, fueron los colectivos!”, repite usted, en una especie de trance, un cacerolazo verbalizado, mediante el cual no oye argumentos en contrario.

En San Antonio de los Altos, un francotirador mató a un guardia nacional, joven venezolano de 28 años, con un hijo recién nacido. Usted, gracias al programa, opta por considerarla una muerte justa (tal vez sería mejor decirle “justiciera”, pero no compliquemos la cosa). Además, a la hora de hacer los balances, el guardia también figura como víctima de la represión de la dictadura contra el pueblo desarmado, no de los instintos asesinos de alguien que se dice demócrata.

En medio de la locura generalizada, un grupo de manifestantes se lanzó al río Guaire. Lo hicieron porque quisieron, pero usted –con su app mental en marcha– piensa que los gendarmes del régimen los obligaron sádicamente. Como suele ocurrir con tantas otras cosas en estos tiempos, la incidencia provocó comentarios jocosos y memes. Lo mismo hubiese pasado si los protagonistas del insólito suceso hubiesen sido chavistas creyentes en las promesas que una vez hizo una funcionaria respecto a la descontaminación del río caraqueño. Pero en este caso, gracias a su posverdad intracerebral, a usted le parece que burlarse de los bañistas escatológicos es un delito de lesa humanidad. “Serán juzgados en La Haya”, dice usted indignado.

Un muchacho muy enjuto aparece desnudo frente a los equipos antimotines de la Guardia Nacional. Avanza hacia ellos caminando como si fuera una víctima del napalm gringo en Vietnam y hasta se monta en el capot de una de las unidades. Eso podría indicar que los agentes del orden público fueron tolerantes con el exhibicionista hasta un nivel casi cómico. Pero como usted tiene el software metido en el coco, lo toma como una muestra de la brutal represión de la autocracia madurista. Las versiones más acabadas dicen que los esbirros lo obligaron a desnudarse. Sería difícil explicar por qué, si fue así, esos bichos tan malos le permitieron que se quedara con los zapatos y las medias y que conservara su koala. Misterios de la ciencia, diría el profesor Lupa. Pero a usted esa tesis de que los malvados guardias obligan a la gente a desnudarse le viene de perlas como verdad indiscutible.

Le toca el turno a una señora mayor colocada frente a otra de las unidades de orden público. La GN se porta bien con ella, incluso la retiran del lugar hasta que quede fuera el radio de acción del disturbio (porque, que conste, la guardia arrojaba gases porque había un disturbio). Pero usted es una criatura amaestrada por su circuito integrado y dice que la señora fue salvajemente reprimida y que ahora está desaparecida o, tal vez, que está siendo sometida a crueles torturas en El Helicoide.

Unos jóvenes, que resultaron ser mellizos, son capturados luego de participar en el ataque e intento de quema de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, un delito que en otros países podría acarrear cadena perpetua o decenas de años de prisión. Las autoridades muestran videos con el testimonio de uno de ellos. La oposición pacífica y democrática dice que los pobres morochitos fueron torturados salvajemente. Usted, microprocesador en acción, cree esto último. Las autoridades muestran informes médicos forenses según los cuales, los gemelos traviesos están en perfectas condiciones, no muestran signos de maltrato alguno. Pero usted, por obra de su pequeño implante, decide que miente el presidente, mienten los ministros, mienten los doctores, mienten los fiscales, mienten los funcionarios de la Defensoría… miente todo el mundo, excepto la MUD y el padre de los valientes morochos. “El del papá es un testimonio desgarrador”, dice un dirigente en tono telenovelesco que hubiese envidiado Raúl Amundaray en sus buenos tiempos. Usted también llora, de rabia y de solidaridad.

Repentinamente, en plena noche, en la zona del Valle irrumpe un grupo muy bien armado, causado muertes, terror, destrozos y saqueos. El acontecimiento no es precisamente favorable para un gobierno que se ufana de la paz en las zonas populares. Según fuentes confiables de inteligencia, parece haber sido ejecutado por bandas criminales que mantienen relaciones peligrosas con ciertos personajes de la oposición. Usted, por supuesto, no va a creer nada de eso. El filtro que tiene instalado junto a la amígdala cerebral le dice que “fueron los colectivos chavistas o, en todo caso, malandros, que también son chavistas porque todos los malandros lo son”.

La lista sería interminable, pero por hoy basta. Y, claro, el chip de la posverdad sabe también defenderse de cualquiera que intente hacerlo a usted reflexionar un poco acerca de lo que habitualmente toma como verdades y lo que se niega siquiera a considerar como una posible alternativa.
Por eso es que, en este momento, usted siente muchas ganas de descalificar esta nota. Tal vez decida pensar que la escribió un colectivo armado.

Tomado de: https://www.conelmazodando.com.ve/la-postverdad/

26 abril 2017 288 comentarios 509 vistas
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EE.UU y el negocio de las visas de visitantes en Cuba

por Joe Michel López Inguanzo 21 abril 2017
escrito por Joe Michel López Inguanzo

Miles de personas acuden cada año a la embajada de EE.UU en Cuba. De ellos una buena parte lo hace solo con fines de ir a visitar ese vecino país. Hasta aquí todo suena lógico y así fuera si EE.UU estableciera las mismas políticas que establece otro vecino nuestro como Canadá.

Por desgracia para los cubanos, EE.UU continúa manteniendo sus políticas de motivar la emigración. Algo que le queda claro a todas las personas que les es denegada la visa de visitante, personas a las que les entregan una carta justificativa dice algo así como que para visitar EE.UU tienen que tener una residencia en un tercer país.

No les piden pruebas de que tienen dinero, no les piden que les enseñen propiedades de casas o carros, no les piden pruebas de que hayan estado en otros países ricos de visita, no. Cuando entras en la embajada de EE.UU en Cuba es como si jugaras en un casino, metes 160 dólares en la máquina y esperas que caiga una carta ganadora que te permita ver a tus familiares y amigos en ese país.

Lo más lindo es que esto le cuesta al pueblo norteamericano, muchos cubanos que no desean emigrar ven como única salida para visitar EE.UU la reclamación, es decir son reclamados por su familia se legalizan allá en EE.UU y luego vienen a vivir a Cuba de nuevo.

Lo más triste de todo no son esos argumentos que expresé, lo más triste es que haya cubanos allá que estén de acuerdo con estas políticas de separar a hermanos con el fin de lograr algo que no ha alcanzado su objetivo en más de 50 años. Y al contrario, lo que agrega es distanciamiento e incapacidad para comunicarnos y juntos luchar por tener un mejor país.

21 abril 2017 148 comentarios 400 vistas
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Disidentes y elecciones en Cuba

por Osmany Sánchez Roque 20 abril 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

Es imposible que un candidato que se presente como comunista o como socialista pueda ascender dentro del sistema electoral norteamericano. No es necesario siquiera presentarse como afiliado a estos partidos, basta con que el candidato no reciba el respaldo de los grupos de poder para que no tenga la más mínima posibilidad de ser elegido.

El sistema no está diseñado para que seas elegido por tus méritos sino por tu dinero. No importa cuáles sean tus cualidades, sino tienes millones de dólares para “crear” tu imagen, manipular a los electores y saturar los medios de comunicación de mensajes a tu favor, entonces no existes.

En Cuba el sistema electoral, aunque imperfecto, tiene otras características. En esta etapa en la que estamos ahora, por ejemplo, lo que decide es la opinión que tengan tus vecinos sobre ti, y tienen la oportunidad de decir públicamente cuáles son tus virtudes y tus defectos.

La gran prensa dedica grandes espacios a desacreditar nuestro sistema electoral y para eso cuentan con el respaldo de los llamados “disidentes”, que declaran una y otra vez que no participan en el proceso porque no es democrático, pero ¿Es esa la verdadera razón de su negativa a participar?

Para ser elegidos como delegados, los candidatos deben someterse al criterio de sus vecinos, que los conocen bien, y a diferencia de la prensa internacional, a estos no se les puede engañar con tanta facilidad. No me atrevería a decir que todos los detractores de la Revolución tienen antecedentes como delincuentes comunes, pero conozco unos cuántos que pasarían un mal rato si se atreven a presentarse como los que resolverán los problemas de sus vecinos.

Si estos “disidentes” se presentaran como candidatos tendrían que cambiar el discurso que dedican diariamente a Radio Martí o a otros de los espacios dedicados a tiempo completo a desacreditar a la Revolución cubana.

Martha Beatriz Roque “votando” por EU

Imagínense ustedes que Martha Beatriz Roque diga en su cuadra frente a todos sus vecinos que le da lo mismo que los yanquis invadan a Cuba, como ha dicho en otras ocasiones. Qué pasaría si le dijera a alguien que no lo puede atender a esa hora porque tiene una citación en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana para participar en las elecciones de ese país, como hizo en el 2004.

En una carta dirigida al presidente Barack Obama, el “disidente” Manuel Cuesta Morúa le decía:

“Desde luego, Estados Unidos no comparte ninguna responsabilidad por la crisis estructural e histórica de Cuba; su única responsabilidad es la de proporcionar las coartadas que han servido para que el conflicto Estado-sociedad sea constantemente reemplazado por un conflicto entre Estados. En tal sentido, las tradicionales políticas norteamericanas han constituido el mejor estabilizador del gobierno cubano.”

Imaginen ustedes que Cuesta Morúa le diga eso a sus vecinos y que entre ellos esté algún familiar cuyo niño no haya podido recibir tratamiento con el agente anestésico inhalatorio Sevoflurane o que esté ingresado en el Cardiocentro Pediátrico William Soler sin poder acceder a las válvulas protésicas por culpa del bloqueo norteamericano. Y estos son solo dos ejemplos.

El 2 de marzo de 1995 se produce una infiltración por las costas de Puerto Padre, Las Tunas, de dos terroristas procedentes de Miami. Traían con ellos 51 libras de explosivo C-4 y otros medios de guerra. La bomba colocada por ellos en el hotel Sol Palmeras en Varadero pudo ser desactivada antes de explotar, pero acciones similares han provocado en nuestro país más de 3478 muertos y 2099 mutilados.

Cuál sería la reacción de los vecinos de Eliécer Ávila, cuando en su natal Puerto Padre les diga que él no entiende por qué el estado cubano destina tanto dinero al Ministerio del Interior. Quizás alguno de los presentes hubiese sido asesinado por esos terroristas si los hubiese descubierto en el momento de la infiltración.

No es por desconfianza con el sistema electoral que estas personas no se presentan a las elecciones en sus barrios. Si en Cuba se aplicara la democracia de los millones en campañas electorales y tuvieran a su disposición a los grandes medios para engañar y confundir entonces lo hicieran. Lo hicieran igual si fuera un negocio para enriquecerse y no un compromiso con sus vecinos.

Algunos nos acusan de actuar en plaza sitiada, pero es que en realidad estamos en una plaza sitiada. Los cambios y transformaciones que hagamos para hacer más efectiva nuestra democracia deben hacerse sin olvidar que contra Cuba hay destinado un presupuesto ilimitado para pagar a los mercenarios que se dedican a la labor de zapa dentro del país.

Pd: Este artículo lo publiqué hace cinco años -14 de septiembre de 2012- y lo reproduzco textualmente porque tengo hoy la misma opinión sobre el tema que hace cinco años atrás. Agrego algunos puntos:

Los “disidentes” que se postulan lo hacen bajo el manto de conservar los logros sociales. Lo mismo le escuchamos decir a Macri en su discurso para engañar al pueblo argentino y una vez en el poder miren todo lo que ha hecho. Para entender mejor este punto basta con ver el discurso de la derecha antes de las elecciones y los hechos una vez ocupado el poder.

La contrarrevolución cubana y aquí hago un paréntesis para dejar claro que ese es su nombre: Contrarrevolución ¿Cómo llamarle a quien quiere derrocar el gobierno revolucionario? Les decía, la contrarrevolución cubana sigue el mismo guion de la derecha latinoamericana, porque son lo mismo. Cambia el país, cambia el contexto, pero los promotores y los intereses son los mismos.

Dicen que la forma más fácil de descubrir algo es seguir la ruta del dinero, bueno en este caso, aunque también podríamos hablar de dinero, vamos a centrarnos en los patrocinadores.

¿Cómo me van a convencer de que su objetivo es mantener los logros sociales cuando los que los invitan a viajar por todo el mundo, les imparten cursos de capacitación entre otras cosas son personajes que representan a la más rancia derecha de Europa o Miami?

Sus patrocinadores son los mismos que décadas atrás apoyaron los actos terroristas contra Cuba e incluso algunos de ellos participaron en ellos. Hoy apoyan el bloqueo y se oponen al restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

Me despido con un dato. Los “disidentes” como muestra de su abyección han participado en simulacros de votación en la entonces oficina de intereses de los Estados Unidos en La Habana, votando por alguno de los candidatos norteamericanos. Bueno durante las “elecciones” realizadas en el año 2004 realizaron una encuesta al centenar de “disidentes-electores” y cuando les preguntaron por sus prioridades para un gobierno “post Castro” el resultado fue el siguiente:

El 33% señaló en primer lugar la seguridad nacional, seguida de la salud (17%) y la vivienda (13%). ¿Son estos platistas los que van a resolver nuestros problemas?

Para más información sugiero la lectura de estos dos post:

http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/08/24/el-imperio-los-cria-y-el-odio-de-clase-los-reune-la-derecha-iberoamericana-contra-cuba-y-venezuela/

http://www.movimientos.org/es/content/25-verdades-sobre-cumbre-mercenaria-paralela-cumbre-de-la-celac

20 abril 2017 163 comentarios 343 vistas
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Obama no regaló nada

por Javier Ortiz 19 abril 2017
escrito por Javier Ortiz

La palabra “concesiones” se ha puesto de moda entre los contrarios a la normalización entre Cuba y Estados Unidos. La utilizan peyorativamente para describir las iniciativas decretadas por la Administración Obama a partir de diciembre de 2014. En la imaginación de estos detractores, la Casa Blanca firmaba sin mirar todo lo que sus contrapartes de La Habana le demandaban.

Esa opinión refleja la convicción de quienes esperan que un derrumbe económico se lleve por delante a la Cuba del presente. Es una expresión de enojo e inconformidad, no el resultado del análisis de dos años de cambios, discusiones y evolución.

La agenda de peticiones y exigencias del gobierno cubano no está engavetada en un buró secreto. Completa, punto por punto, está incluida en un documento público, actualizado anualmente y remitido a las Naciones Unidas: el informe de Cuba  sobre daños y perjuicios del bloqueo económico, comercial y financiero.

En la versión 2016 de ese informe, el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores menciona siete medidas que un Presidente de los Estados Unidos puede tomar por su cuenta, sin necesidad de tramitar la aprobación del Congreso. Una de esas facultades es “permitir  las  importaciones  en  los  Estados  Unidos  de  servicios  cubanos  o productos  que  constituyen  rubros  exportables  de  la  economía  cubana,  como  el tabaco,  el  ron, azúcar, productos  de  la  biotecnología,  incluyendo  aquellos productos  manufacturados  en  terceros  países  que  contienen  materias  primas cubanas, como níquel o azúcar.”

En octubre de 2016, los abogados estadounidenses Stephen Heifetz y Peter Jeydel afirmaban que el lenguaje de la Ley Helms-Burton, el núcleo legislativo del bloqueo, permitía al Secretario del Tesoro (entonces Jack Lew) autorizar actividades que la legislación aprobada por el Congreso no prohíbe específicamente. La explicación completa la publicaron en un editorial en el diario parlamentario The Hill, donde comentaron cómo cualquier Presidente de los EE.UU. podría, en el ejercicio de sus poderes constitucionales, abrir el comercio con Cuba.

“Prácticamente todo el embargo se puede deshacer con acciones ejecutivas audaces. Sin duda, la Administración Obama ha trabajado duramente en los últimos años para desbaratar el embargo. Desafortunadamente, este esfuerzo ha resultado en un enredo desordenado de reglas y regulaciones que pone a prueba la paciencia incluso de los abogados que decodifican habitualmente las regulaciones de las sanciones a los negocios” escribieron Heifetz y Jeydel.

Obama y los funcionarios de su Administración no explotaron por completo esa grieta, que les hubiera perdido “vaciar el bloqueo” y dejarlo como un cascarón vacío. Sí se autorizó la posibilidad de comercio con las pequeñas y medianas empresas privadas surgidas producto de la actualización económica en la isla.

Acerca de esto, el ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, reveló haber “explicado a las autoridades reguladoras de Estados Unidos: pueden recibir estos productos, pero tiene que ser a través de nuestras empresas”, señalando “un sesgo discriminatorio hacia las empresas del sector público” con una “orientación específica hacia determinados sectores” en que su opinión, reflejaba propósitos políticos.

El propio presidente de Cuba, Raúl Castro, mencionó qué esperaba de los decretos de su par estadounidense: “A más de tres meses de los anuncios del presidente Obama, el 15 de marzo, de que se eliminaría la prohibición a Cuba para utilizar el dólar en sus transacciones internacionales, lo cierto es que no se ha logrado todavía efectuar pagos ni depósitos en efectivo en esa moneda”.

El General de Ejército hizo ese comentario en un discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) en julio de 2016. Casi un mes antes, la vicepresidenta primera del Banco Central de Cuba, Irma Margarita Martínez, declaraba que esas transacciones requieren que una institución bancaria cubana tenga una cuenta corresponsal en un similar de ese país, asunto que todavía el gobierno norteamericano no ha aut­o­rizado.

Jodi Bond, vicepresidenta para América Latina de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, explicaría que “la incertidumbre todavía rodeada el ambiente regulatorio a ambos lados de la relación entre Cuba y Estados Unidos”, confirmando desde Washington que la banca de la isla aún tenía prohibido la apertura de cuentas corresponsales en instituciones financieras de EE.UU.

Terminado el mandato de Obama, “los bancos cubanos no están generalmente licenciados a abrir tales cuentas en bancos estadounidenses”, según un documento con las respuestas a las preguntas más frecuentes acerca de las sanciones contra la isla, actualizado el 6 de enero de 2017, que se puede encontrar en el “perfil” del bloqueo a Cuba en la página web del Departamento del Tesoro de EE.UU.

Mientras la Administración Trump comenzó su evaluación de las relaciones con Cuba a partir de enero de 2017, sus contrapartes de La Habana habían emitido un juicio al respecto en diciembre de 2016, tras el cuarto Diálogo sobre temas regulatorios, parte del Grupo de Trabajo del Diálogo Económico Bilateral Cuba-EE.UU.

“Se evaluó el alcance de las nuevas medidas emitidas por el gobierno estadounidense para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo a Cuba, que la parte cubana consideró muy limitado, así como su reducido impacto en los vínculos económicos, comerciales y financieros bilaterales” sentenciaba el comunicado emitido tras el encuentro entre funcionarios de ministerios cubanos y departamentos federales como Comercio, Estado y Tesoro.

Una valoración similar puede encontrarse repetida, una y otra vez, en discursos, declaraciones a la prensa, comunicados oficiales y opiniones de expertos a partir de enero de 2015, cuando el gobierno de Estados Unidos inició su cambio por vía ejecutiva de las regulaciones vinculadas con el bloqueo a Cuba.

Cambios positivos, pero insuficientes. La apertura de los viajes de visitantes estadounidenses y el interés internacional por Cuba ayudó al boom turístico que vive el país desde 2015. Pero si la Administración Obama hubiese deseado concederle todos sus deseos a la Plaza de la Revolución, solo habría tenido que escuchar a Josefina Vidal o traducir el lenguaje de los informes del bloqueo en órdenes ejecutivas o modificaciones regulatorias.

Obama no le regaló nada a nadie. En una interesante interpretación de la realidad cubana, la apuesta de su Administración favorecía al cuentapropismo, al sector privado surgido con los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista, en lo que parecía un intento por reorientaran con incentivos externos la política económica del país, basada en la empresa estatal socialista.

Decir que Obama dio “concesiones” no es criticar su política hacia Cuba: hace pública la sensación de derrota que la normalización y sus potenciales beneficios provocan entre quienes, de todo corazón, esperan que la miseria económica propulse su versión del futuro de Cuba.

19 abril 2017 158 comentarios 294 vistas
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El discreto encanto de la tontería

por Harold Cardenas Lema 18 abril 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

Expulsar alguien de la universidad porque no sea revolucionario se asemeja a los actos de repudio a las “Damas de Blanco”: Nunca han funcionado, son moralmente cuestionables y generan un problema mayor; su artificialidad lastra la reacción real de la sociedad y dan una imagen de país represor. Si existe un consenso en contra, ¿por qué hacerlo?

En la UCLV han expulsado una muchacha por pertenecer a una organización contraria al Estado. De un golpe han logrado dos cosas difíciles: crearle un mártir a la oposición y generar empatía hacia ellos. Ahora, la mayor victoria política de “este movimiento” en lo que va de año, pareciera ser cortesía de la FEU, pero no lo es. Conociendo cómo funcionamos en Cuba, la medida debe haber contado con un padrinazgo superior, el visto bueno de otras organizaciones que debieron ser más responsables.

En las universidades siempre hay gente a favor y en contra, pero nunca se expulsa a nadie sin una indicación superior. Los lazos personales que se forman entre los jóvenes de estas instituciones, van más allá de la política. Expulsar uno de ellos, es el mismo absurdo que cuando debíamos sancionar simbólicamente a quien emigraba del país, una orientación impopular y tonta que debimos soportar hasta que cayó por su propio peso. ¿Cuánto demorará en eliminarse este otro absurdo?

La Revolución cubana se planteó desde un inicio dar iguales oportunidades a todos y terminar con el sistema previo que marginaba amplios sectores populares. Si nos planteamos marginar a los que tienen otros credos políticos, ¿acaso somos mejores que ellos?

El mejor sistema político no es el que niega el anterior, sino el que lo supera. Si el socialismo cubano se planteó superar la exclusión del capitalismo, ¿acaso esto no incluye a las universidades? Puede parecer contradictorio pagarle los estudios a quien reniega de tu sistema, pero de ahí nace precisamente una autoridad moral superior.

El encanto oculto de medidas absurdas como esta, es que cuando se hacen siguiendo las reglas, traen más premios y promociones que sanciones. Gritar irracionalmente, repetir consignas vacías, mostrar mano dura y ser bien dócil, es a menudo el camino del éxito.

Cuando se aplica el axioma de que la universidad es solo para los revolucionarios, algunos creen estar cumpliendo con su deber, cuando en realidad están dañando instituciones. En Cuba el acceso a la universidad es un derecho de todos, hacer marginaciones políticas solo provoca el rechazo silente en los estudiantes, y provocando esto será muy difícil formar revolucionario alguno.

Siempre habrá los que no comulguen con las ideas socialistas, muchos de ellos se gradúan en nuestras universidades sin esconderlo demasiado. Hoy se sanciona a una muchacha que lo expresa abiertamente, quizás el problema sea ese entonces, el decir lo que otros saben ocultar hasta graduarse. Pongamos un nuevo slogan entonces en los centros de altos estudios: “sea hipócrita por cinco años y podrá ser un disidente culto el resto de su vida”. ¿Es ese el país que queremos construir?

Sobre este tema, los más disciplinados guardarán silencio por no tener “todos los elementos”, los más críticos lo usarán para sacar ventaja política y el resto observaremos a la oposición anotarse un tanto no por mérito propio sino por una política absurda. Las expulsiones universitarias no son cosa nueva, el slogan de la marginación ha funcionado mucho tiempo bajo el radar de la opinión pública, creando más problemas de los que soluciona.

Expulsar alguien de la universidad porque no sea revolucionario es como quitarle la libreta de abastecimientos a una “Dama de Blanco”, una tontería que pretende escamotear derechos conquistados para todos. Quienes ganan con esto son los críticos del socialismo, que ahora tienen un símbolo, una campaña más y un tanto a favor del desaliento. Por favor, alguien explique a los que trabajan construyendo ideología en Cuba, que la universidad pertenece a los revolucionarios desde el 59, pero hoy más que nunca debe estar al alcance de todos.

18 abril 2017 234 comentarios 751 vistas
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Solidaridad y lágrimas

por Harold Cardenas Lema 13 abril 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

Los cubanos hemos sacrificado mucho en aras de la solidaridad y un poco de prosperidad. La exportación de servicios profesionales ha sido el primer renglón económico por mucho tiempo pero en algunos la distancia provoca el desarraigo, la emigración, matrimonios destruidos e infidelidades ocultas. Como diría el personaje de Memorias del Subdesarrollo: es una dignidad muy cara, pero también puede sacar lo mejor de nosotros. Afuera se valora todo aquello que damos por sentado; la familia que nos espera, la seguridad pública, el valor de la salud, la educación, el tener un problema y contar con un vecino o un amigo. Todo lo que para nosotros es “normal” y no lo es. Lástima que debamos descubrir fuera que este país con un salario decente y un consumo básico, es un buen lugar para vivir.

En las “misiones” la mayoría trabajan varios años y vuelven a Cuba. También están los que no regresan, cruzando fronteras y arriesgando sus vidas para cumplir sueños materiales. Porque sí, ser es más importante que tener, pero cerrar los ojos a las urgencias materiales es un ejercicio antimarxista. Hay una diferencia entre quien se marcha del lugar donde es necesario, incluso con recursos que no les pertenecen, y quien al terminar su misión desea hacer una vida nueva allí o en otra parte. Conozco ambos casos, quizás el discurso político pueda llamarles traidores a los dos, pero el derecho a vivir donde queramos sigue siendo inalienable y decoroso cuando la salida es honrada.

Todavía se califica de “desertor” a quien después de varios años en un país pobre, el día antes de regresar a Cuba decide irse a otra parte. Los valores formados no desaparecen de un día para otro, ni es una cuestión ideológica, por lo general emigra quien tiene una peor circunstancia a su regreso. Su sacrificio no es menos que el de los demás y los años que estuvo trabajando no dejan de ser solidarios. Se acabó el tiempo donde los conceptos eran dentro o fuera, conmigo o contra mí. ¿Cuántos emigrados cubanos no son socialistas, revolucionarios o sencillamente patriotas? ¿Cuántos no quisieran ayudar a su país y no les hemos creado la manera de hacerlo?

Es absurdo construir enemigos innecesariamente y nada hace más daño que convertir esto en política de Estado. El día que nuestro discurso político sea más maduro, entenderemos que nuestros mayores aliados en el mundo no son los otros gobiernos ni grupos de solidaridad, sino la gente nuestra que vive allí. Con los que hemos fallado históricamente en conectar positivamente, pero eso es tema para otro escrito. Cuba sigue hoy sembrando semillas de solidaridad en los países que ayuda. Recientemente una amiga salió de misión, el viaje no permitía ahorrar un centavo sino que era un riesgo total por la situación que vive ese país, otros lo evitaron pero ella fue. La generación de mis padres llama a eso “satisfacción del deber cumplido”, para nosotros es un concepto olvidado.

Hace poco mi primo salió en una misión médica a Venezuela. Pasa antes por mi casa, cena en familia y antes de irse llama un momento a Santa Clara. Se sienta con la cabeza gacha y le escucho decir en voz baja: “no, no lo pongas al teléfono…” Se le quiebra la voz y rompe a llorar con el auricular en la mano. Mi primo tiene el tamaño y los músculos que a mí me faltan, no recuerdo haberlo visto llorar antes. Ponerle su hijo al teléfono fue demasiado para él. Mientras nos despedimos pienso cómo le espera más sacrificio que prosperidad, pienso en la solidaridad de este país y las lágrimas que eso cuesta. Siento tremendo orgullo, pero es una dignidad muy cara.

13 abril 2017 309 comentarios 348 vistas
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La causa de las cosas

por René Fidel González García 12 abril 2017
escrito por René Fidel González García

El pasado domingo Juventud Rebelde preguntaba en su portada: ¿Para qué los jóvenes necesitamos la política?, y después de un breve comentario remitía a otro artículo sobre el mismo tema. En esencia, este daba a conocer parte del contenido de una aplicación desarrollada por una prestigiosa universidad cubana en beneficio de la ampliación de la cultura política y jurídica de la población, un empeño loable. El día anterior, un reportaje en el Noticiero de la Televisión Cubana se hacía eco de una campaña nacional del Ministerio de Salud Pública. Bajo el slogan La salud es gratis pero cuesta, al parecer su propósito es mostrar el costo que tiene el mantenimiento de la salud en Cuba, con independencia de su gratuidad.

Las diferentes opiniones que esa campaña ha suscitado en la esfera pública, pueden ser constatadas más allá de los innumerables debates en las redes sociales y el espectro de publicaciones que allí se producen. En realidad la mencionada campaña llevaba algunos años desplegándose desde la aprobación de un significativo recorte del presupuesto para lograr mayor eficiencia y racionalidad en el uso de los recursos. No era la primera vez que dicha matriz obtenía cobertura en el medio televisivo nacional. ¿Qué ha causado entonces esas opiniones? ¿Tendrá que ver con las características, las urgencias y contradicciones crecientes en la sociedad cubana? ¿Tendrá que ver con la reflexión sobre la importancia y necesidad de la política que hace Juventud Rebelde a un sector etáreo del país?

Resulta elemental asumir que la campaña La salud es gratis pero cuesta, es esencialmente política. Primero porque ha sido delineada y decidida como tal por el órgano público que ejerce la rectoría del sistema de salud, segundo porque tiene como objetivo influir en la sociedad usando la comunicación social. Su finalidad aparente puede ser deducida por el mensaje y contenidos que transmite, no cabe hacer otra cosa. Pero cuando se construye un mensaje para influir en la opinión pública y éste resulta ser controvertido y no cubre satisfactoriamente las posibles interpretaciones que de él se hagan, puede resultar ser potencialmente desastroso a la finalidad para la que se concibió. Ese es también un resultado político del que resulta difícil desligarse.

La política, como manera de ejercer influencia social, supone también asumir y tomar en cuenta esa responsabilidad. No hay que olvidar que la mayoría de los grandes eventos políticos son alimentados, o se desencadenan, por cuestiones que parecen ser insignificantes. Una pregunta, que eventualmente pudiera entenderse como anodina por su sencillez, puede servir sin embargo para apreciar algunos aspectos claves para entender el origen de esas reacciones y la naturaleza y consecuencias políticas de la misma: ¿pudo ser diferente el slogan de la campaña?

El problema de fondo es que el objeto de la campaña: el derecho a la salud, responde a unos fundamentos filosóficos y constitucionales, que respaldan un extraordinario – en nuestras condiciones de desarrollo económico –  ejercicio ciudadano, que en el mensaje promocionado por nuestros medios televisivos, se soslayan y difuminan. ¿Nadie se dio cuenta de ello?¿se subvaloró? Desde los fundamentos sobre los que se organiza el sistema de salud cubano y la ética de la mayoría de sus profesionales: la atención a la salud de la población no es un bien, ni servicios susceptibles a la enajenación y prestación onerosa, sino un auténtico derecho consagrado en la Constitución y garantizado a los cubanos y cubanas en un sistema altamente extendido, desarrollado además, como parte de las estructuras de la civilización construidas en Cuba en correspondencia a la finalidad de lograr el bien común y el carácter accesible que define el sentido de lo público defendido para sus instituciones por las nociones de la República y del Socialismo.

De modo que no es que el Derecho a la Salud sea gratis, como si fuese una cualidad reversible o condicional, dependiente de ofertas y demandas, o de determinismos y condicionantes económicos, es que se atiene un sencillo y elemental dogma de nuestro constitucionalismo –también de la decencia–: con los derechos no se lucra. Una reflexión elemental sobre el envejecimiento de la población cubana y sus índices de esperanza de vida podría arrojar que los gastos –descontando los realizados por concepto de salarios– que enfrentará el presupuesto nacional para sostener la garantía del derecho a la salud no sólo deberán incrementarse aceleradamente en los próximos años, sino que el propio sistema de atención tendrá que replantearse, extenderse y especializarse aún más para poder enfrentar ese desafío.

No sé si es ingenuo entregar y divulgar mediáticamente, ¨facturas de cortesía¨ de costos estimados de la atención médica, o cuan residual puede ser de mareas que durante años han llegado a nosotros desde instancias gubernamentales y políticas demonizando un pretendido fantasma llamado gratuidades. Lo que me parece muy evidente es lo sustancialmente simbólicas y holográficas que ellas resultan de la cobranza típica de cualquier servicio, y que hacerlo poliniza, se tenga intención o no, algunas ideas subyacentes en las relaciones sociales vinculadas a la erosión y descarte social del principio de igualdad, al afán de lucro y la consiguiente mercantilización de los derechos en Cuba.

Ahora que en nuestra realidad los imaginarios sociales son asediados cotidianamente por efectivas e impunes simplificaciones del capitalismo. Travestidas como representaciones de modernidad y de un pujante ¨proceso de modernización¨, capaces de trastocar en cualquier espacio, en principio semánticamente, atención por servicio, usuario por cliente, capitalista por emprendedor, ciudadano por consumidor, en la creación de una nueva cultura social, hay que advertir una vez más que lo simbólico sigue siendo un campo de batalla crucial de las ideologías. Todo aparente nihilismo y autismo político en nombre de criterios de rentabilidad y eficiencia al interior de las instituciones y de las políticas públicas que ellas planeen y ejecuten, ha sido siempre un primer paso para la conculcación de derechos y libertades trabajosamente alcanzadas y sostenidas.

Se abren paso ya en nuestras relaciones sociales, diversas expectativas, demandas y modos de entender la realidad que impostan la canibalización de lo público con la aparente inocuidad de su convivencia con servicios privados bajo un mantra de calidad, personalización de la atención y confort. Tales ideas, enfocadas directamente a la educación y la salud, pero también en otras ramas, están siendo promovidas por élites de triunfadores y una cohorte de entusiastas servidores. Estos han hecho del paradigma de su propio éxito personal la piedra rosetta para descifrar el desmantelamiento del Estado y el Socialismo, mediante su equiparación con anonadantes y contradictorias formas económicas y estatales que muchas veces burócratas, prohibiciones, urgencias, mediocridades y errores nos impusieron.

No hay que olvidar que el reto que tienen esas élites, a largo plazo, y mientras se consolidan como clase, sobrepasa el ámbito meramente económico y se extiende y apunta directamente al poder político. Es precisamente por ello que necesitan partir de la apropiación de conceptos, o su reformulación, de mediaciones y creación de consensos y sentidos que le permitan introducir nuevas relaciones de poder capaces de portar sus intereses y encausarlas en el funcionamiento de instituciones, en las decisiones que dentro de ellas se tomen, cuando no en su diseño y función social.

Como nos enseña la mundialmente exitosa promoción e internalización de los derechos de los consumidores por sobre los derechos de los ciudadanos, la percepción de la política y las actitudes que se tienen en relación a ella, pueden ser absorbidas y suplantadas con relativa facilidad por sistemas de atención al cliente que dan la sensación a sus usuarios de participar, ser escuchados, respetados y tomados en cuenta. Incluso en mercados relativamente cautivos y homogenizados como los nuestros; y de hacerlo, anestesiando y anulando la posibilidad de cualquier ejercicio de pensamiento que repare en el carácter típicamente excluyente de la igualdad que posee el mercado cuando pierde su función y límites sociales.

Confundir la política con técnicas de administración o de publicidad, tratar a ciudadanos como espectadores y consumidores abúlicos, o como subordinados ubicados dentro un orden jerárquico, o intentar enfrentar y resolver complejísimos problemas de la sociedad como si fuere dentro del mundo empresarial puede ser también, desgraciadamente, un resultado de haber subestimado la política y un indicio, además, de haberla olvidado y no saberla hacer.

Una crisis del conocimiento de la política, y de su manejo para articular y regular las inestables relaciones de poder que se establecen constantemente en cualquier sociedad, casi siempre se traduce en la fascinación por prácticas rituales del poder que acaban por ser una carcasa vacía. Entender el valor de la política, redescubrirla y practicarla de forma creadora y lúcida, realista, popularizarla y socializarla como la virtud ciudadana más valiosa de una sociedad puede ser ya una necesidad que en nuestro caso y circunstancias, adquiere significaciones de sobrevida para un proyecto, sus instituciones y la manera en que se reproduce socialmente.

Ciertamente lograr un grado de interés de los ciudadanos por la política está esencialmente determinado por la efectividad que ellos alcancen en la toma de decisiones que atañen a los procesos económicos, políticos, culturales y sociales que inciden en la realización de sus proyectos de vida, no ya como sujetos pasivos que son consultados sobre las decisiones gubernamentales, sino como sujetos activos que intervienen en ellas mediante la iniciativa y propuesta, la deliberación, el acuerdo y su implementación práctica.

Como se conoce, las actitudes que los ciudadanos tienen sobre la política se desarrollan generalmente a partir de tres grandes ejes:

1) la información y el conocimiento que dominen sobre el funcionamiento de su sistema político (y económico y social) y los derechos que les son reconocidos y garantizados, así como las prácticas y ejercicios de ciudadanía que dentro de él pueden desarrollar efectivamente;

2) los sentimientos que tienen sobre el sistema político como organizador de la gestión de la diversidad de aspiraciones, demandas, metas y objetivos individuales;

3) la evaluación que hacen los ciudadanos del funcionamiento del sistema político como zona de realización y satisfacción óptima de sus intereses.

Si el primero de tales ejes es esencial a la formación del pensamiento, a la racionalidad y la cultura, y a la existencia de una identidad ciudadana construida desde prácticas individuales y colectivas que sean resultado y al mismo tiempo validen y reproduzcan los valores cívicos que conviertan en práctica social a la política, tal como reivindica el diario Juventud Rebelde, los otros dos ejes están intensamente mediados por la relación de afectividad que sostengan los individuos con su sistema político.

Esto último remarca la importancia de la política, sus oscilaciones, sensibilidad y el papel y las acciones de sus actores, pero sobre todo el valor fundamental del conocimiento y apropiación de las ideas, los principios, los derechos y las reglas que se dio – o se pueda dar –  la propia sociedad cubana, como cualquier otra, para su funcionamiento y la consecución de la felicidad y la justicia por los cubanos y las cubanas.

Por esa razón, por ser esos sus contenidos y su emancipador alcance, es que en tiempos de reforma de su letra pensamos precisamente en ese sol de nuestro mundo ciudadano que es la Constitución,  en su destino, por lo que es, por lo que podemos entre todos hacer que sea y también por lo que está en juego, y porque el ejercicio de pensar que intentamos hacer como simples ciudadanos siempre será más difícil y hermoso – y naturalmente riesgoso –  que el execrable oficio de encender hogueras para revolucionarios.

(Con autorización del autor este artículo ha sido editado en función de abreviarlo, su contenido íntegro aparecerá en Rebelión)

12 abril 2017 79 comentarios 431 vistas
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