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2017

Contenidos con fecha 2017

Revolucionarios según Netflix y Office

por Osmany Sánchez Roque 20 junio 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

Hace unos años escribí en LJC sobre el significado de Revolucionario para Word, a lo que se puede agregar el de Capitalista. En ambos casos queda claro quién es el bueno y quién es el malo, a quién debemos parecernos.

Pero no es solo Word, en la serie de televisión, Colony aparece una escena donde también alude al término Revolucionario. Primero pongamos las cosas en su contexto. La serie trata sobre la ocupación de la tierra por una fuerza extraterrestre a los que se conocen como los “anfitriones” o los RAPs, que obligan a los humanos a trabajar para ellos y poco a poco nos va exterminando.

Mediante enormes muros las ciudades quedan divididas en bloques, que son gobernados por algunas personas designadas por los extraterrestres y que establecen verdaderas dictaduras mediante la represión, utilizando a fuerzas militares llamados “Redhats”.

Un grupo de humanos se niega a ser esclavizados y lucha contra los ocupantes mediante un movimiento llamado La Resistencia.

En el minuto 39 del capítulo 6 de la segunda temporada, Broussard, líder de la Resistencia en el bloque de los Ángeles, habla con Katie y le dice que la cosa para él está difícil porque su cara está en todas partes, está siendo perseguido, no puede moverse por temor a ser asesinado por los Redhats, pero lo increíble es cuando de pronto le dice a Katie que está siendo perseguido “como si fuera un revolucionario”.

Está luchando contra una ocupación alienígena, contra el gobierno títere impuesto por ellos, que reprime y asesina a la población civil…entonces ¿cómo se le debería llamar?

Le temen al término. Cada día hay más protestas, aumentan las probabilidades de que los pueblos digan basta y luchen contra el statu quo y están aterrorizados. Por eso la satanización de los líderes y movimientos sociales y a figuras icónicas como el Che.

Ni Hollywood, ni Netflix, ni Office, nadie podrá detener la marcha de la historia.

20 junio 2017 57 comentarios 264 vistas
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Sin lugar para tercerismos políticos

por Rafael Pla León 19 junio 2017
escrito por Rafael Pla León

El Presidente dilató con no cierta espectacularidad el anuncio de su posición hacia Cuba. No hubo sorpresas para aquel que no se engaña con un sistema, con un país. EE.UU. vuelve a ser el que era. ¿Se puede esperar buen juicio de un gobierno suicida que da la espalda a un problema tan agudo y que afecta a todos como el del cambio climático? ¿Qué le puede interesar a Trump la relación con un minúsculo país tercermundista que cometió hace más de medio siglo uno de los “crímenes” que no se le debe permitir a ningún país dependiente, el de la rebelión contra un orden injusto, el de conquistar la soberanía a expensas de los privilegios de la potencia expoliadora?

Trump no ha hecho más que poner las cosas en su lugar. Con Obama vivimos un espejismo. Cierto es que la decisión de Obama estaba a tono con los tiempos y con la historia. Habían pasado los tiempos de la Guerra Fría, pero habían pasado porque el socialismo había resultado derrotado. En Cuba, donde eso no ocurrió, no tenía el imperio por qué aflojar las cuerdas con que piensa que tiene atado al país.

EE.UU. es un país imperialista. Su libertad se basa en negar la de otros. No es Cuba la única nación víctima de su política. Incluso, no es la más afectada. Otros han tenido que sufrir guerras absurdas, alentadas por pretextos ridículos que construyen libremente, apoyándose en un país donde los medios están al servicio del gobierno imperial, que pasan por encima del derecho de su pueblo a la información veraz.

Poner las cosas en su lugar tiene algo favorable. Todavía nos debatíamos en Cuba acerca de cómo enfrentar el peligro de tener de visita en nuestro país a ese sector del pueblo americano que se conoce como el “americano feo”, como nos alertaba Desiderio Navarro en la Universidad Central unos meses atrás. Ni siquiera preocupaba la posibilidad de infiltración de agentes de la CIA, la cual fue tantas veces derrotada por el G-2 cubano. La “infiltración” verdaderamente preocupante es la de esos “embajadores” del pueblo norteamericano que, haciendo alarde de su dinero exuberante, pasan por encima de valores, de decencia, de respeto.

Probablemente el “americano feo” estaba en la mente de quienes del lado imperial concibieron el restablecimiento de las relaciones con Cuba, como reserva para dar el golpe de gracia al gobierno “comunista”. Cuba había resistido el bloqueo, la agresión militar y el cerco diplomático. Habría que ver cómo resistiría el asedio del dinero y la libre circulación entre su misma población, que ya acusaba el flagelo de cierta desigualdad, cosa que en Cuba sí despierta rechazo popular.

Y es que en ningún momento el gobierno de Barak Obama prometió a Cuba un respeto total a su soberanía. No dejó de precisar que el restablecimiento de las relaciones se proponía cambiar de método para lograr los mismos objetivos de la política imperial: revertir el sistema político que se había instaurado en Cuba, que está muy lejos de ser comunista (más comunismo tiene cualquier país desarrollado de Europa e, incluso, EE.UU.). Pero lo cierto es que el sistema cubano no se rige por lo que dicte EE.UU., ni las conversaciones caminaban por un camino de sumisión de Cuba a los dictados de EE.UU.

Y no es tanto el problema en Cuba, sino que si EE.UU. le acepta a Cuba su voluntad, ¿por qué no aceptar la de otros países? ¿Qué clase de imperio es ese que comparte democráticamente sus decisiones con los demás pueblos? La política de fuerza es la clave en un mundo de desigualdades y eso lo sabe cualquier político burgués.

El pueblo cubano pudo apreciar en estos casi tres años de “experimento” de relaciones con EE.UU. que el obstáculo a estas no era el gobierno cubano. Los pasos que se dieron ampliaron considerablemente el espacio de libertad del pueblo cubano para desarrollar su vida cotidiana. Aún a expensas de afectar sensiblemente ciertos sectores desfavorecidos en esa relación (la salud y la educación conducidas por el Estado, por ejemplo). De la parte cubana se fueron desmontando impopulares medidas que sí daban la apariencia de estar tomadas en contra de los deseos del pueblo cubano, mientras que de la otra parte lo fundamental quedó en pie.

No tengo espacio aquí para analizar esto que digo, pero el hecho que desde la aprobación de las medidas que liberalizan el movimiento de la fuerza laboral cubana por el mundo, la situación al interior de las universidades cubanas es harto inestable, que cualquier joven recién graduado es mirado como posible emigrante y que se hace imposible establecer una estrategia estable de formación del relevo de los claustros docentes, es resultado de este proceso “saludable” de apertura de las relaciones. Eso en lo que a mi experiencia toca.

La Revolución cubana ocurrió, como ocurrieron todas las revoluciones socialistas en el mundo del siglo XX, porque el sistema capitalista imperante no daba posibilidades reales de un desarrollo armónico para los pueblos que habían “llegado tarde” al reparto del botín, de la riqueza material que acumula este pequeño mundo que es la Tierra. El capitalismo solo juega con esas oportunidades, ofreciéndosela a todos, pero garantizándosela a muy pocos. Y se las agencia con sus medios espirituales para su bendición oportuna. Cuando el individuo se mira a sí mismo como individuo, saca sus cuentas y arriesga el futuro. Si le sale bien un año, derrocha; si le sale bien diez años, se confía. Solo cuando la crisis, que de vez en vez visita al capitalismo, le toca a sus puertas, es que se apercibe de que las cuentas no dan. Y si esto le llega a la hora de entrar en la vejez, puede darse el individuo por muerto.

La otra lógica, la del socialismo, es también arriesgada. Sobre todo porque desafía los intereses de los más poderosos. Porque ellos saben que si triunfa el socialismo no queda lugar para privilegios exclusivos, que si hay lugar para lujos, estos deben ser para espacios colectivos, para el disfrute común entre iguales, para el descanso de los trabajadores (no voy a ignorar que hay otro problema en el socialismo que es el de los privilegios de la burocracia, pero ese no es más que una variante específica de la misma lógica del capitalismo dentro del socialismo).

No sé si saben, pero el hecho de que desaparezca el lujo tiene que ver también con una distribución más realista de los recursos que posibilite el financiamiento de sectores claves para una calidad de vida general de la población como son la salud y la educación. Solo cuando el individuo se comienza a identificar con la colectividad es que desaparece el deseo de un disfrute particular y aparece el placer de compartir entre iguales lo poco o lo mucho que se tenga.

Este y no otro es el dilema del siglo XX: o se dedican las facilidades financieras a los lujos y privilegios de la burguesía o se destinan a la satisfacción de las necesidades de los pueblos para una vida más plena para todos. Esta contradicción va permeando todas las relaciones sociales y se cuela por todos los poros espirituales de la sociedad, afectando la ideología y la política de masas enteras de gente.

Es posible que en medio de esta confrontación aparezca entre los que no resistan el forcejeo la aspiración a encontrar una “tercera vía” una opción media entre los extremos. En momentos de cansancio político cobra fuerza el “tercerismo” o “centrismo” como ilusión de solución del conflicto. Acontecimientos como el de ayer 16 de junio en Miami, el pronunciamiento del Presidente de los Estados Unidos de América acerca del endurecimiento de su política hacia Cuba deja fuera de lugar las ilusiones terceristas en la política. Hoy de nuevo, como antes, hay que estar o con la Revolución o con el Imperio, o apostando por la felicidad compartida u optando por las salidas individuales del sálvese quien pueda.

Si esta opción lleva a un recrudecimiento de la violencia no es culpa del pueblo que opta por su felicidad colectiva, sino que se la impone el sistema burgués de salida individual para la riqueza material. En este punto sería cobarde abandonar la lucha por temor a perderlo todo. Confiamos en que el gobierno que apostó por el socialismo sepa conducir con inteligencia, como hasta ahora, la confrontación para incorporar a Donald Trump a la ya considerable lista de presidentes norteamericanos fracasados en el intento de ahogar la Revolución cubana. El pueblo, si se le juega limpio, resistirá.

Santa Clara, 17 de junio de 2017

19 junio 2017 70 comentarios 221 vistas
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Nostalgias de hace poco

por Harold Cardenas Lema 15 junio 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

Cuba se siente distinta. Extraño a mi presidente criticando el triunfalismo y la estridencia, fustigando en público los problemas de la prensa. Añoro el Partido que promovía un movimiento nacional para cambiar la mentalidad de los más ortodoxos, sin necesidad de marginarlos, como si fuera un problema de todos. Extraño la seguridad con que se anunciaban transformaciones necesarias, sin que nos ganaran las inseguridades o la paranoia. Son nostalgias de hace pocos años, tan distintos y tan cerca.

Dónde fueron las sesiones de esa Asamblea Nacional que anunciaba cambios y no necesitaba darse terapia a sí misma para sentirse en control, que decía (y creía) que todo era posible. Ojalá pudiéramos repetir ese enero de 2013 cuando recuperamos la posibilidad de viajar sin mediaciones, o permitimos la compraventa de autos y casas. Extraño la imposición del sentido común sobre nuestros errores y limitaciones.

No es que no existieran problemas igual de complejos, pero la actitud era otra. Al comenzar los Lineamientos se generó un nuevo consenso, como hacía Fidel, y logramos sentirnos parte de algo. Marino Murillo decía con crudeza lo difícil del momento y su honestidad nos hacía sentir más seguros, quizás tocando fondo y conscientes de los problemas podríamos encontrar la luz al final del túnel.

Cuando fue necesario nos apretamos el cinturón, ahorramos energía, renunciamos a las “gratuidades” en pos de un mejor orden económico. Pocos recuerdan que hace menos de una década el emigrante era un traidor para algunas instituciones, en poco tiempo logramos cambiar esos prejuicios. Fuimos menos homofóbicos como sociedad, los cimientos que soportaban el miedo a Internet comenzaron a ceder, el propio Raúl legitimaba el cuentapropismo y otras formas de gestión, parecía que mucho era posible.

La esfera pública comenzó a nutrirse. Luchamos en la blogosfera cubana y tuvimos victorias que prometían una mejor relación con el Estado, tan aplastante fue la irrupción de nuevos blogs que la blogosfera opositora debió mudarse al periodismo. El 17 de diciembre de 2014 fue el clímax, ver a Raúl estrechar la mano de Obama sin hacer concesiones nos hizo creer que podríamos hacer lo mismo desde la sociedad civil, no contamos con las reservas de paternalismo, soberbia y verticalidad que esperaban su contraataque.

Extraño ese sentimiento de ver a los Cinco cantar junto a Silvio en un concierto, saberlos entre nosotros como una carga más contra los bribones, sin los complejos que tienen los que padecen insularidad extrema. Extraño a Josefina Vidal dándole pelea a los yanquis como un epítome de lo que ha construido la Revolución en medio siglo. Echo de menos el sentimiento de vivir en un país que se mueve hacia el futuro y no el pasado. Extraño no sentirme a la defensiva, escribiendo un post crítico tras otro como si este país no tuviera tantas cosas buenas que pasan invisibles ante nosotros, maldito mecanismo de defensa.

Y sí, tengo nostalgia de cuando Raúl dedicaba más tiempo a movernos el piso, pero sé cuánto lo necesitamos. En estos días difíciles, de muertes injustas e incertidumbre, tranquiliza que sea Raúl quien esté a cargo del proceso de continuidad generacional.

No puedo evitar sentirme más identificado con la Cuba que buscaba un cambio de mentalidad. Añorar al presidente que promovía la crítica como método revolucionario, animando a “buscarse problemas”. Hoy me falta la energía de Alfredo Guevara con su cruzada movilizadora de jóvenes, los artículos de Guillermo Rodríguez en Segunda Cita y las preguntas incómodas de Fernando Martínez Heredia. La muerte traicionera, parece llevarse primero a los herejes, como si quisiera debilitarnos más. Por eso y porque Cuba se siente distinta, tengo nostalgias de hace poco. Ojalá pronto sean un mal recuerdo.

15 junio 2017 168 comentarios 342 vistas
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¿Una especie en peligro de extinción?

por Consejo Editorial 13 junio 2017
escrito por Consejo Editorial

Por: Gabriel Torres Rodríguez

“La mejor forma de decir, es hacer”

El Arengador levanta la mano, seguro de que todo el auditorio ha reparado en su ademán. Lleva largos minutos preparando su acto. Ha escuchado varios parlamentos, ha tomado notas y ya tiene lista su alocución. Desenfunda y adelante…

El Arengador gusta que lo escuchen. Sus palabras tienen todo el sentido del mundo, pero no aportan nada. Discurren entre justificaciones manidas, discursos habituales y referencias a los mismos problemas e iguales compromisos. Las consignas son su meta, no las soluciones.

Y no es que tengan algo erróneo las consignas, pero ellas no resuelven los problemas. Estas resultan motivaciones, no hechos.

El Arengador siempre gana aplausos y va listo para ellos. Su amplia experiencia en congresos, talleres y otros cónclaves, le dicta que mientras más apasionado, más indirecto y más redundante sea en su disertación, más opciones tendrá de conseguirlos. Hay personas que no se preparan muy bien en estas reuniones y quedan sorprendidas por su verborrea.

El Arengador lo utiliza todo, pero no critica nada. Le vale igual esgrimir con sus palabras la falta de medicamentos, la preocupante calidad del pan o los exorbitantes precios del transporte. Lo importante es no sacar ronchas y mantener las amistades.

El Arengador es un maestro de las relaciones públicas. Saluda a todos con efusividad, da palmadas en la espalda, estrecha con fuerza las manos. De vez en cuando hace algún chiste, y sonríe. No obstante, ese no es su objetivo.

También existe otro tipo de Arengador, ese al que le da miedo lo nuevo porque lo saca de su zona de confort. Se siente amenazado. Es aquel que trata de impedir que la joven ingeniera aplique en la empresa los resultados de su Tesis; desoye las opiniones contrarias a su línea de pensamiento; entorpece los cambios que se generan tras una tormenta de ideas para mejorar el funcionamiento de la entidad.

Este casi siempre tiene el papeleo al día. Y al menos conoce un poco acerca de planes, estadísticas, leyes y métodos científicos. No le gusta que le señalen con el dedo, no obstante, quizás ni le preocupa que muchas de las acciones planificadas no se cumplan, lo esencial y lo que no puede faltar, es que estén en el papel.

El Arengador debe ser una especie en peligro de extinción, o al menos, debemos proponérnoslo. Las consecuencias de sus actos pueden ser muy peligrosas en un país que requiere de una Revolución de ideas frescas, de acciones contundentes. De gente que quiera construir y aportar, pero no solo con palabras.

El Arengador es conservador, y trata de mantener su status quo, sus regalías. Pero no resuelve más quien habla más bonito. No remedia nada quien se escuda e inflama tras los problemas de siempre para no evolucionar, quien no se arriesga, ni toma decisiones.

Cuba necesita de gente osada. Gente como aquella que en plena mitad de siglo XX tomó el toro por los cuernos y afrontó la muerte para cumplir con la convicción de darle un vuelco al país. El Arengador no sabe lo que es la osadía.

Tomado de: https://gabycuba.blogspot.com/2017/06/una-especie-en-peligro-de-extincion.html#more

13 junio 2017 68 comentarios 190 vistas
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Hablando claro… de política

por Osmany Sánchez Roque 12 junio 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

Las revoluciones no se hacen con los que no lo son. Lo dijo Martí el 21 de noviembre de 1893 y es una verdad tan grande como una casa. A veces siento que dedicamos demasiadas energías y tiempo inventando términos y definiciones para excluir a los que no comparten nuestro proyecto social cuando bastaría con definir lo que queremos, explicarlo bien y que los demás decidan si se incluyen y construyen o se quedan fuera.

Sí, es cierto, esto no suena nada bien, no es políticamente correcto, pero es bueno que queden las cosas claras. ¿suena bien o políticamente correcto lo que hace la derecha cuando llega al poder? El golpe de estado en Venezuela en el 2003, la violencia de la oposición ahora, Brasil, Argentina…sobran los ejemplos, por lo tanto, nunca ha sido tan cierto aquello de que a la contrarrevolución no se le puede dar “pero ni tantito así”.

Después de casi seis décadas, todo el mundo tiene claro que el nuestro es un proyecto progresista, de izquierda, socialista, comunista o como le quieran llamar, pero un proyecto de pueblo, de mayoría, una mayoría con poder de decidir no como antes de 1959 en Cuba o en la actualidad en otros países de nuestra área.

Hay que hablar claro. Menos lenguaje académico, menos intenciones de acuñar términos para el futuro y dedicar más tiempo a explicar las cosas del presente. He leído varios artículos que abordan la necesidad de hacer reformas en la constitución, pero son tan complicados, tienen tantos tecnicismos que al final me quedo con la duda de qué será lo que realmente están pidiendo. O en algunos casos si será que lo que quieren no lo pueden decir abiertamente.

En el libro “Socialismo Traicionado, Tras el colapso de la Unión Soviética 1917-1991” de los autores Roger Keeran y Thomas Kenny, se plantea que el derrocamiento del socialismo en la Unión Soviética de debió a cinco procesos concretos: liquidación del partido; entrega de los medios de comunicación a las fuerzas antisocialistas; privatización y mercantilización de la propiedad estatal y social planificada centralmente; separatismo desatado y la rendición ante el imperialismo de los Estados Unidos.

Obviamente el separatismo no es un problema en el contexto cubano, pero ¿nos protege nuestra constitución del resto? Los cambios que necesitamos en la constitución son aquellos que se necesiten para fortalecer y hacer irreversible nuestro proyecto social, no para horadarlo.

“Si alguna vez pudiera ocurrir algo que efectivamente erosionara la unidad y la eficacia del Partido como un instrumento político, la Rusia soviética pudiera ser transformable de la noche a la mañana de una de las más fuertes en una de las más débiles y lastimosas sociedades nacionales” ¿Quién dijo esto? Pues George Kennan nada más y nada menos que en 1947.

Un solo partido, el Partido Comunista de Cuba que no es un partido exclusivo, de una élite sino del pueblo. Cuando escucho a alguien decir que no se siente representado por el Partido me pregunto qué entiende por representación. Si militan los obreros, los intelectuales, los campesinos, los estudiantes… ¿entonces quién se queda fuera? ¿quién no está representado?

¿Tenemos o no razones para defender nuestro Partido Comunista como factor de unidad? Por supuesto que sí. Esa ha sido la gran diferencia entre conservar la soberanía como hasta ahora o regresar al status bananero de antes de 1959 o lo que vemos hoy en muchos países “democráticos”.

De todas formas y ateniéndome al título del post, quiero un solo partido porque sobran los ejemplos de que varios partidos no son garantías para mayor democracia, al contrario, todo se reduce a una lucha por el poder mientras aquel que está en la oposición hace lo imposible por entorpecer la labor del gobierno, apostando por ser beneficiado por el voto de castigo dentro de cuatro o seis años. ¿es eso democracia? No la quiero.

Para preservar el socialismo se debe regular –no prohibir- la propiedad privada, y sobre todo prevenir y luchar contra la corrupción en las filas del partido y el gobierno. En el libro mencionado antes se plantea que no hacen falta nuevas normas del Partido, más estrictas, sino mantener y cumplir las existentes.

Si andan en tratos con la derecha; si son apadrinados por grupos en Miami con pasado terrorista; si utilizan los medios creados y pagados por el gobierno de los Estados Unidos para denigrar a la revolución cubana; si de manera explícita o mediante subterfugios se plantean el cambio de gobierno en Cuba entonces, no importa si están en el centro o en una esquina porque con esos no podemos hacer Revolución.

12 junio 2017 110 comentarios 261 vistas
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La OFAC ataca de nuevo

por Osmany Sánchez Roque 9 junio 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

La Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC) ataca de nuevo. Esta vez la víctima es la compañía American Honda Finance Corporation (AHFC) por un monto de 87. 255 dólares por violar el bloqueo contra Cuba.

Se trata de una subsidiaria en Canadá, pero qué importa la mano larga y peluda del bloqueo alcanza cualquier lugar del mundo. La complicidad y la cobardía de algunos gobiernos para hacer respetar su soberanía poner el resto.

La multa no es un hecho aislado. Desde el 17 de diciembre hasta la fecha el gobierno de los Estados Unidos ha multado a 11 entidades (siete norteamericanas y cuatro extranjeras) por un monto de dos mil 842 millones 429 mil 064 dólares.

El gobierno de Obama aplicó 56 multas por violar el bloqueo, alcanzando la astronómica cifra de 14 mil 272 millones 985 mil 610 dólares.

Algunos en su afán de demostrar la supuesta inviabilidad del socialismo, acuden a las comparaciones y ponen como ejemplos las economías de países pequeños del área como Barbados o Costa Rica.

¿Qué sucedería con la economía de Barbados o Costa Rica si esos países hubiesen estado sometidos a un bloqueo norteamericano? Para no ir más atrás, digamos que en los últimos veinte años.

¿Pudieran esos países mantener la atención médica y la educación gratuita y universal para todos sus ciudadanos?

¿Sobrevivirían? ¿Qué estaría diciendo la prensa corporativa sobre sus problemas, a quién o a qué culparían?

Para contactar con el autor: jimmy@umcc.cu

9 junio 2017 56 comentarios 270 vistas
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Sospechas y consecuencias

por Harold Cardenas Lema 6 junio 2017
escrito por Harold Cardenas Lema

La descalificación como método en el debate político no funciona. Apelar al insulto en lugar de dirimir diferencias en el terreno del pensamiento, es un facilismo peligroso que puede envilecer a quien lo practica. Esta práctica es común en la esfera pública cubana. Donde hay más sospechas que confianza, más miedo que conocimientos y más acusaciones que construcción colectiva. La intención de polarizar el debate público cubano, quizás buscando eliminar posiciones ambiguas, está provocando daños colaterales. Es lo que sucede cuando a los expertos en sospechas y disidencias, que también son necesarios, se les confunde con la vanguardia y se pone las instituciones a su disposición.

El terreno donde mejor se expresa esta lucha es el periodismo. Los medios digitales sobre Cuba son diversos y presentan nuevos escenarios, incluso algunos de ellos nacen en otras geografías o son subvencionados con recursos foráneos. Que el ejercicio periodístico se realice con fondos extranjeros o cobrando por publicidad, presenta preguntas que deben ser abordadas con madurez, sin ingenuidad ni esquizofrenia.

Como colaborador que fui en uno de esos medios, siempre tuve la duda de si los acusadores sabían algo que yo no conocía, o era la costumbre de encontrar subversión en cada esquina. Pero alguien está siendo irresponsable, ya sea por generar dudas sin fundamento o teniendo información que demuestra esas sospechas y no compartirlas con la opinión pública, permitiendo que muchos jóvenes sean utilizados por un lado y presionados por el otro. Que se pongan las cartas sobre la mesa para aclarar si hay o no jugada de engaño. Porque acusar a todo y a todos como un deporte es encender odios gratuitos.

A este paso corremos el peligro de que la palabra “subversión” sea el grito de “bruja” de esta época y terminemos quemando inocentes en la hoguera. Estos jóvenes merecen una mejor explicación que la promesa de una posible subversión, pero el camino fácil es presionarlos sin explicaciones. Lo difícil es entender que simultáneo a las presiones, nuestros funcionarios estrechen relaciones con los representantes de los mismos países acusados de subvertir, al parecer a ese nivel todo está claro, al nuestro es que existen dudas.

El método utilizado para provocar la sospecha, es la descalificación y adjetivación. A muchos de estos medios y proyectos habría que hacerle preguntas válidas, pero desconocer diferencias entre ellos, crear perfiles falsos en la web para ataques personales, implicar instituciones en rencillas y altercados virtuales, crear un grupo desinformado y ciego que vea esto como una tarea en vez de una práctica política, es fatal. Tomar ese rumbo, el de las hogueras entusiastas y la polarización, puede irse de las manos fácilmente.

Las ideas, correctas o incorrectas, no se matan ni se atacan, al discrepar con ellas deben superarse con otras mejores. Institucionalizar la descalificación como recurso, o permitir que individuos utilicen a instituciones cubanas para agendas personales, es peligroso. De igual manera, responder a los ataques usando el mismo lenguaje, encender odios en sentido contrario o evitar tomar partido en momentos de definiciones, alimenta esas sospechas.

Hoy la derecha se hace tan recalcitrante en el mundo, que respiramos aliviados cuando un socialdemócrata llega a primer ministro o un banquero francés es presidente, nos han movido la línea. En Cuba y para no quedarnos atrás, hacemos lo mismo, poniendo la izquierda en una posición tan extrema que es difícil cumplir con el parámetro. Comenzamos entonces a dejar fuera a muchos que, según lo expresado por Fidel en Palabras a los Intelectuales, tendrían un lugar dentro de la Revolución, y una vez más se les margina. Construyendo más enemigos y rencores, que al parecer tenemos pocos.

Así desde La Joven Cuba vimos cómo nos movieron la línea, mientras seguíamos publicando lo mismo o quizás menos atrevidos que antes, para los jueces nos hacíamos más peligrosos. La aguja se ha ido moviendo, al punto de que un fanático puede presentarse como modelo de revolucionario y el que permanezca en su lugar puede encontrarse en el “centro” de un día para otro, aunque ese no sea su lugar ni su posición política.

Solo puedo hablar por nosotros, que llevamos años buscando acompañar a las instituciones y organizaciones políticas del país. Viendo dentro de ellas la lucha entre quienes apoyan y quienes sabotean, viendo el cambio de mentalidad pospuesto. Lo irónico es que mientras más puertas se cierran dentro, más ventanas se abren desde fuera, y renunciamos a usarlas. La estrategia de los dogmáticos es ponerte en el precipicio, deseando que resbales y caigas en la derecha, para decir que desde el inicio eras un suicida. A menudo esto esconde miserias humanas peores que el dogma, como disfrazar de ideología las rencillas personales o buscar protagonismo a costa de otros.

El mejor desinfectante contra sospechas y disidencias es poner las cartas sobre la mesa. Que los medios y proyectos asuman posiciones políticas claras y el Estado haga públicas sus razones para tanta desconfianza, que brinde información para saber si la descalificación es el método de un grupo u orientación, para saber si detrás de las acusaciones hay algo real o no. Quizás así podamos diferenciar lo peligroso de la esquizofrenia. Porque será difícil construir una democracia socialista mientras unos van a la garganta de los otros, mientras el debate degenera en ofensas y descalificaciones, mientras todos intentan dar lecciones de ética a conveniencia.

Por lo pronto, lo único seguro en Cuba son los procesos cíclicos de contracción y distensión política. Cuando la aguja regrese a su estado natural comenzaremos una vez más a reconocer errores cometidos, comprobar entonces quién era realmente enemigo y quién no. Ojalá la sospecha no termine fracturando la unidad, generando demasiados daños colaterales y abriendo heridas que luego no tengamos cómo cerrar. Ojalá.

6 junio 2017 77 comentarios 304 vistas
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Terrorismo

por Osmany Sánchez Roque 5 junio 2017
escrito por Osmany Sánchez Roque

En una fecha ya tan lejana como el 18 de junio de 2013 el presidente sirio Bachar al Asad advertía que Europa pagaría el precio de armar a los terroristas porque esto aumentaría la pobreza y azuzará el terrorismo en el viejo continente.

“Si los europeos suministran armas (a los grupos rebeldes), el patio trasero de Europa se volverá terrorista y Europa pagará el precio por ello“, predijo desde ese entonces Asad. Nadie lo escuchó y Siria se convirtió en una escuela para los terroristas que luego regresaron a Europa cargados de odio.

La intromisión de países europeos y los Estados Unidos en los asuntos internos de los países del medio oriente, las invasiones militares, las cárceles secretas, las torturas…todo eso ha sido caldo de cultivo para el desarrollo del terrorismo que ahora afecta a los que lo promovieron.

No existen terroristas buenos y terroristas malos, eso lo han aprendido a la fuerza los que aún hoy se aprovechan de ellos para fortalecer las políticas antinmigrantes y de odio contra los musulmanes.

Ojo con lo que ocurre en Venezuela en la actualidad y los problemas que pudiera ocasionar en el futuro en la región.

Lo que ocurre hoy en Europa sucedió en los Estados Unidos en las décadas del setenta y ochenta cuando los terroristas de origen cubano, entrenados por la CIA, convirtieron –a bombazos- a Miami en la ciudad más violenta de los Estados Unidos en ese entonces.

Para contactar con el autor: jimmy@umcc.cu    En Twitter: @JimmydeCuba

5 junio 2017 114 comentarios 267 vistas
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