La juventud es el tesoro de cualquier nación, es su fuerza motriz, esa que hace que un pueblo perdure ante los andares del olvido y del tiempo.
La juventud cubana, hoy baluarte de la Revolución, constituye uno de los puntos esenciales para la continuidad del proceso revolucionario. Hoy cuando ya se avecina la cuarta generación de jóvenes nacidos en el seno de la Revolución, pero que no la alzaron en sus brazos en la Sierra y el llano, que no acometieron los sacrificios para lograr la patria que tenemos, es de preguntarse entonces ¿nos importará igual?
Muchos hemos tenido la oportunidad de criarnos con nuestros abuelos y los que no gozaron de ese regalo seguro tienen un pariente de avanzada edad, ellos han sabidos desempeñar el rol de historiadores de la verdad, haciéndonos conocedores de la historia de Cuba antes del 59. De ahí que han depositado en nosotros la confianza para no volver atrás jamás, cueste lo que cueste.
Esa juventud que hoy muchos critican , por su forma de vestir, comer o de bailar debe ser para cada pueblo, institución ,gobierno, incluso etnia cultural o religiosa motivo de preocupación, apoyo, dedicación y esmero. Esas pequeñas chispas que aún no conocen el verdadero fuego de la pasión revolucionaria, deben sentir a su paso el motivo que nace del corazón y se resguarda en el alma, el compromiso, para ser continuadores de lo que se ha logrado y lo que está por lograrse. La apatía debe ser desterrada de sus cabezas y ser sustituida por lazos de amor a la tierra que pisan nuestros pies así como a los ideales.
Hoy el deber que llama de la juventud no es en la Sierra, no es en el llano, es en el terreno de la preparación ideológica, psicológica, en el terreno de que no todo se obtiene por camino fácil.
Nuestra juventud, siempre ha estado presente en lo momentos necesarios, en los que se nos ha convocado y en otros que nos hemos ofrecido voluntariamente, está apta para decir que la Revolución nos importa tanto como a aquellos que dieron su sangre por nuestros ideales y que seguiremos trabajando, pues de nosotros depende el destino de Cuba y de la humanidad.